Sand & Stars

بواسطة SofiDalesio

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¿Reconocerías a un monstruo antes de transformarte en uno? Cuando la oportunidad de una nueva vida en el Oest... المزيد

Extracto del manual de cazadores
Dioses prohibidos
Léxico:
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44

Capítulo 15

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بواسطة SofiDalesio

Feliz sábado, zorritos!

Es tarde, lo admito, pero mi semana incluyó correr para no perder mi tren a Bruselas y de regreso. Llevo unos cuatro días viviendo sin siquiera poder detenerme a respirar, pero por suerte ya estoy de regreso en casa y con suficiente chocolate para tener toda la energía necesaria. 

Como siempre, no se olviden de votar y comentar al final por favor!

Xoxo,

Sofi

***

No durmió la noche anterior a la votación, pero eso no era algo nuevo. Nikka no recordaba la última vez que había dormido. Y a juzgar por el aspecto de Lorcan cuando lo encontró en la cocina al día siguiente, no era la única. Oscuros círculos se encontraban debajo de sus ojos junto con arrepentimiento escrito en todo su rostro. Estuvo tentada de preguntarle qué había sucedido, su mano a su alcance, pero guardó silencio.

¿Había sido algo malo? Ella no lo había visto la noche anterior, y lucía como si se estuviera cuestionando toda su vida. Tal vez preguntarle sobre su futuro casamiento no era una buena idea. Aun así, las respuestas estaban a su alcance. Nikka solo necesitaba tocarlo. Quería hacerlo. Cal estaba murmurando detrás de su cabeza que no se contuviera. Ella se resistió.

Comió y deambuló el resto del tiempo hasta que el Comandante la llamó a la sala de reuniones. Todos los cazadores ya estaban allí, juzgándola desde las alturas. Nikka se encogió bajo sus miradas. Era inocente, pero ¿serían esas palabras suficiente para convencerlos?

Rajnik se encontraba sentada en las escaleras como la última vez, balanceando sus piernas. Lucía alegre al menos. ¿Tendría Nikka la oportunidad de disculparse? No pudo evitar preguntarse cómo la cazadora podía verse siempre tan feliz después de toda la crueldad de su infancia.

El Comandante presentó el caso. Nikka no prestó atención. No quería volver a escuchar ni revivir lo que ya sabía. En su lugar, miró a la cazadora. Lorcan estaba detrás de ella como de costumbre. ¿Había tenido tiempo de hablar con los demás?

—Por eso creo que el búho puede ser una buena herramienta para la Hermandad, por lo tanto mi voto es que viva —concluyó el Comandante.

¿Espera, qué?

Nikka se volvió incrédula. Debía haber escuchado mal, no había forma de que hubiera ganado su primer voto. Y nada más que del Comandante. Eso debía significar algo. Ningún cazador ignoraría el voto de su superior.

Lorcan asintió levemente cuando Nikka lo miró. Entonces, tal vez, podía confiar en el cazador y sus habilidades. Después de todo, era uno de los más respetables y contrario a Rajnik, al Comandante le gustaba bastante. Él habría oído. Incluso si Lorcan no hablaba demasiado, la gente siempre escuchaba.

—Haré el trabajo de mierda y no estaré de acuerdo con usted primero, Comandante —intervino una cazadora de cabello negro—. Una Vasija es demasiado peligrosa para controlarla. Esta ciudad está llena de inocentes. No correré ningún riesgo. Voto por su muerte.

Nikka se estremeció.

Joven. Todos eran tan jóvenes, excepto el jefe. Entonces, ¿cómo podían hablar tan a la ligera sobre la vida y la muerte? ¿Decidir su destino como si fuera culpable de ser otra cosa? No era un monstruo, ni quería serlo. No estaba segura de qué o cómo había sucedido, pero necesitaba vivir para decir la verdad. Para hacer que el sacrificio de Cal significase algo.

Y esos cazadores, hablando de su peligro y naturaleza, eran apenas unos años mayores que su amigo. No le daba más de treinta al mayor. Aun así, eran los únicos capaces de enfrentarse a un salvaje y sobrevivir. La adultez agotaría toda la resistencia y la fuerza que un joven nunca perdería. Era solo cuestión de tiempo antes de que pasara su época dorada y la vejez comenzara a afectar su desempeño. Y tratándose de un salvaje, el mínimo error era una sentencia de muerte.

No era que los cazadores mayores no existieran. Era solo que nadie sobrevivía a partir de cierta edad debido al riesgo de su profesión. Y Nikka no estaba segura de si eso les daba suficiente sabiduría y conocimiento para decidir sobre su futuro o no.

—Un salvaje es un salvaje —dijo Stan y le dedicó una triste sonrisa—. Lo siento, pero no se debe confiar en su naturaleza. Es un no para mí. Muerte.

—Sigue siendo un no para mí —Nexan le guiñó un ojo a su amigo—. Muerte también.

No era justo. Ambos cazadores rieron y Nikka se preguntó si cambiaría algo el gritar que lo hacían solo para que Stan pudiera tener sexo. ¿Ayudaría compartir su intimidad? ¿O solo lo empeoraría?

—Oh, hermanos, debieron haber hablado con ella —era el turno de Arel y el cazador sonrió a sus amigos—. Luce demasiado inocente para matarnos a todos. Y ha sido una buena chica, quedándose aquí y todo eso. Así que voto porque viva.

Ella articuló un silencioso agradecimiento para él. El joven se encogió de hombros. Podría ser solo su trabajo, pero era su vida lo que estaban decidiendo. Encontrar al menos algo de amabilidad allí, saber que no eran solo vengadores sedientos de sangre, era tener un poco de esperanza.

Uno por uno, todos los cazadores votaron. Cada sentencia de muerte era un puñal en su corazón, cada vida un débil destello de esperanza. Algunos confiaron en el juicio de su Comandante, otros simplemente fueron misericordiosos. A la mayoría no le importó, solo vieron al potencial monstruo que fueron entrenados para matar. Ninguno de ellos la llamó por su nombre.

Vasija. Búho. Salvaje. Nunca una de esas palabras había llegado a sus oídos antes, aun así, era todo lo que la llamaban ahora. Los nombres que pertenecían al asesino de Cal también eran los de ella. Y estaba un voto abajo cuando la ronda casi había terminado. El corazón de Nikka se hundió un poco cuando vio la maliciosa sonrisa de Rajnik.

—Sigo creyendo en lo que vi —dijo Lorcan—. Nikka es humana y no merece ser castigada por su mala suerte. Mi voto es que viva.

Rajnik se cubrió la boca para ocultar su risa. Nikka tragó saliva. Los votos estaban parejos y la decisión final recaía en la cazadora cuya primera reacción había sido matarla. La misma a la que había enfurecido hacía dos noches al revivir recuerdos que Rajnik prefería olvidar.

—¿Y quieres que no sea dramática cuando me pones en esta posición de poder? —dijo mirando a su compañero—. Deberías haber aceptado la cena si querías convencerme anoche.

Estaba acabada. El fusil de Rajnik estaba en su espalda. Sería tan simple para la cazadora tomarlo y simplemente dispararle. Sola, en medio de la sala abierta, Nikka era una presa fácil y Rajnik lo sabía. Con su puntería perfecta, tardaría menos de un parpadeo.

Rajnik le sonrió, amable y alegre como si sus ojos no fueran amenazantes. Nikka se congeló. La cazadora se inclinó hacia adelante, tan cerca del borde que Nikka temió que pudiera caer desde las alturas.

—Puede que no seas una salvaje, pero un búho es un búho. Me dejas en una situación difícil aquí, pájaro —dijo—. No sé qué te sucedió, pero no es natural. Y si haces algo que no debes, mi compañero va a pagar porque ser quien no te mató cuando debía y en cambio traerte aquí. ¿Crees que le confiaría su vida a alguien como tú?

—No —la voz de Nikka tembló, Rajnik asintió.

—Hice un juramento de siempre protegerlo. No puedo dejar que lo condenes —continuó—. Y personalmente, eres del tipo que más odio. Los búhos son criaturas cobardes, entrometidas también. Se aprovechan de los débiles y juegan con sus mentes. No eres diferente.

—Lamento lo de la última vez.

—Entiendes que todo esto es una trampa, ¿verdad? Decida lo que decida, va a ser miserable para ti —sonaba casi seria, un poco de verdad en toda su charlatanería—. No te ven como una persona, te ven como una herramienta. Y tu poder te va a consumir. La muerte sería misericordia. Entonces, ¿por qué debería considerar otras opciones?

—Solo vota, Rajnik —ordenó el Comandante y ella sonrió.

—Toca aquí —Rajnik señaló sus costillas izquierdas y Nikka la imitó. Lentamente, con cuidado, con miedo—. Será lento y será doloroso, solo dame una excusa y dispararé. Voto que viva.

Las quejas fueron instantáneas. Nikka debía haber oído mal. Rajnik los ignoró a todos. Se puso de pie, murmuró algo solo a Lorcan y luego partió sin importarle. El caos estalló alrededor. Estaba a salvo, y de alguna manera se sentía como si hubiera hecho otro trato con el diablo para seguir respirando. Tal vez algo peor.

El Comandante llamó al orden. Algunos cazadores se fueron maldiciendo, a otros no les importó. El día comenzaba para ellos y sus apretadas agendas. Y Nikka... Nikka no tenía idea de qué hacer. ¿Era libre? ¿Podría volver a la cafetería? Dudaba que su jefe le devolviera el trabajo después de las acusaciones de traición, pero no podía simplemente seguir existiendo sin nada que hacer excepto lidiar con la mirada acusadora de Cal por el resto de su vida.

—Deliah, ven —llamó el Comandante y un joven cazador se acercó—. Toma a la chica y dale una rápida presentación. La quiero trabajando para esta noche.

—Por supuesto, señor —el cazador inclinó su cabeza en dirección a Nikka—. Por favor, sígueme.

Rajnik había votado por ella, el shock todavía demasiado presente como para procesar cualquier otra cosa. Nikka siguió al cazador fuera de la habitación y a través de largos pasillos. Él estaba bien, ella no. Por tercera vez, la cazadora la había salvado solo para dejarla a su suerte luego. ¿Por qué?

Nikka trató de entrar en razón. Ya habría tiempo para preguntarle a Rajnik sobre su cambio de opinión, así como para entender qué estaba pasando exactamente y si la cazadora la odiaba o le tenía lástima. En su lugar, trató de concentrarse en algo más humano.

Deliah había votado en su contra, pero no parecía particularmente molesto por la situación actual. Su cabello color chocolate estaba atado con una cinta roja, extraño. Le recordaba a Lorcan la primera vez que lo había conocido años atrás, Deliah podría tener su misma edad entonces. Tan joven como ella.

Aun así, no era Cal. Nikka lo extrañaba demasiado como para siquiera mirar a otro hombre. Algo se había roto dentro de su pecho, su corazón ya no era útil. ¿Volvería a sentir alguna vez? Además del miedo, la desesperación, la rabia... Excepto que esos sentimientos tampoco se sentían del todo bien.

—¿Interrumpo? —preguntó el joven tan pronto como abrió la puerta de una pequeña biblioteca.

No era la misma que Nikka había visitado antes, sino uno más profundo en la Hermandad. Y al principio no comprendió la pregunta de Deliah, la habitación vacía además de estantes y mesas. Ni un solo letrero afuera designaba el mundo detrás de esa puerta.

Nikka tardó unos segundos en descubrir a quién le preguntaba. Rajnik estaba sentada en la parte superior de una estantería, un gran libro abierto sobre su regazo. Así que aquí era a donde había corrido... Ni siquiera levantó la mirada, su concentración demasiado profunda en su lectura.

—En absoluto —respondió ella.

¿Cómo había llegado hasta allí? Deliah entró y cerró la puerta detrás de Nikka. Fue directamente a la mesa principal, una cubierta con un mapa del continente y el mundo circundante. Las ciudades y los territorios estaban extremadamente detallados, con dibujos de montañas y desiertos, tierras y ríos. Cada lugar tenía su nombre escrito.

Era un mapa que Nikka había aprendido a conocer, excepto que ahora el Oeste estaba lleno de banderitas rojas y ella también sabía el significado detrás. Qué rápido cambiaba el mundo. Un parpadeo, y casi un tercio del territorio se había perdido a manos de rebeldes y salvajes. Era aterrador. Otro parpadeo, y la Capital podría ser la siguiente.

-Sea lo que sea que el Comandante quiera de ti, debes conocer este mapa como conoces tus plegarias —Deliah puso ambas manos sobre la mesa—. Debes estudiarlo ya que cambia cada mañana porque esta es nuestra situación actual y solo el conocimiento nos ayudará a salir de ella.

—¿Cada mañana? —repitió ella.

—Se actualiza todas las noches de acuerdo con la información del día —confirmó Deliah—. Es vital para ti conocer todos los territorios y las diferentes amenazas en cada uno. Debes saber historia también. Este conflicto ha durado siglos. Anhelantes, salvajes que se dan un atracón con nuestra carne, nos han atacado y se han aprovechado de nosotros desde el principio.

—¿Por qué?

—Porque pueden, y porque perdieron la última guerra —el cazador señaló hacia la frontera oeste—. Quince años atrás intentaron conquistarnos y fracasaron. Nunca llegaron a la Capital. Lo llamaron la guerra del desierto. Zorros, búhos, coyotes, serpientes... Atacaron y quemaron nuestras ciudades, mataron a nuestros inocentes y se alimentaron de ellos. Logramos ahuyentarlos, pero no lo llamaría una victoria, ya que fue una masacre para las ciudades del Oeste.

Nikka intentó no hacerlo, pero su mirada se desvió instantáneamente hacia Rajnik. Quince años atrás... Debía haber sido solo una niña entonces, atrapada entre sangre y muerte. Y si el encuentro de Nikka con una Vasija había sido una pesadilla, preferiría no imaginarse atrapada en medio del conflicto como Rajnik.

No era una sorpresa entonces que la cazadora no sintiera ninguna simpatía por ella. ¿Por qué lo haría? ¿Qué había vivido para ser una tiradora tan talentosa? ¿Qué edad había tenido la cazadora cuando empuñó su primera arma? Un ataque había sido suficiente para toda la vida, Nikka no quería imaginar una guerra.

—Oye —Deliah chasqueó los dedos delante de su cabeza, una clara advertencia en sus ojos. Articuló algunas palabras silenciosas sobre no querer entrar en esa historia—. Nuestra principal frontera con los salvajes es el Oeste. El desierto es una barrera natural, pero no es suficiente. Te sugiero que comiences aprendiendo su idioma.

—¿Hablan otra lengua? —su asombro fue evidente antes de que pudiera arrepentirse.

—Será más fácil para ti si consideras al Oeste como un territorio distinto, su cultura es demasiado diferente del resto de esta tierra —admitió Deliah—. Y sí, incluso tienen su propio idioma en algunas partes. La lengua es similar a la de los salvajes por lo que conviene conocerla. Será rápido, es una lengua simple. Ni siquiera tienen géneros.

—¿Y cómo los distinguen?

—¡Lo sabía! —exclamó Rajnik desde su alto puesto a nadie en particular, interrumpiendo su conversación—. ¡Ella no estaba fingiendo! ¡No lo reconoció en absoluto!

El gran libro cayó lo suficiente para ver que, de hecho, se encontraba leyendo una novela escondida en el manual de geografía. Y, si Nikka aun pudiera sentir algo cálido, habría reído.

—¿No tienes cartas para entregar? —preguntó Deliah.

—¿No tienes una clase que continuar? —Rajnik lo imitó.

Nikka no había prestado atención antes, pero la forma en que Rajnik arrastraba la palabra clase, como arena movida por el viento, delataba algo más que el acento occidental.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó el cazador.

—¿No es obvio? La tarea más importante del mundo, probar que alguien está equivocado.

Era algo que diría Rajnik. Pero en lugar de los prejuicios que Nikka estaba acostumbrada a ver en los otros cazadores, Deliah solo ocultó una rápida sonrisa.

—A veces, la mejor defensa es conocer bien a tu enemigo —continuó, mirando de nuevo el mapa y los pequeños animales de madera en él—. Hay salvajes en esta Capital. No todos son una amenaza, pero viven aquí. Hay rebeldes entre ellos. Y el Comandante ciertamente te pedirá que obtengas información de ellos con tu poder único. Por lo tanto, debes aprender sobre ellos para poder reconocer posibles pistas.

—No controlo esta cosa —Nikka cerró su mano.

—Aprenderás. Siglos de diarios de cazadores e investigaciones se encuentran entre estas paredes. Todo lo que sabemos sobre los Gobernantes está aquí.

—¿Siempre han existido?

—No envejecen, ni mueren naturalmente.

Y ningún cazador había matado jamás a un Gobernante. ¿Entonces cómo reconocer uno? Si una Vasija era suficiente para matar a un ejército completo, ¿de qué era capaz un Gobernante? ¿Tenían siquiera una oportunidad o estaban condenados a seguir luchando por el resto su eternidad?

—Allí estás —Nikka levantó la cabeza al escuchar la voz de Lorcan, pero él solo miraba a Rajnik—. ¿Qué dijo el médico sobre investigar?

Rajnik ni siquiera lo miró. Ella lanzó la novela directamente hacia Lorcan, él se quejó cuando el libro golpeó su cabeza.

—Qué d-

—¡Te equivocaste! Y estoy herida, no retirada —Rajnik saltó fuera, sus pies tocando el suelo con gracia—. Solo conseguirás que te maten si vas tras el Zorro solo, así que será mejor que pagues mi almuerzo.

Continuaron hablando, sus voces perdiéndose mientras se alejaban por el corredor. Sólo entonces Deliah rio. Fue un sonido honesto. En el fondo, Nikka sabía que ella también se habría reído antes. Deliah se detuvo y le sonrió, y fue por un breve momento, pero casi sintió algo.

—Estrellas, a veces discuten como una vieja pareja. ¿Cierto? —preguntó.

—¿Cómo? ¿Están juntos?

—No está prohibido que los cazadores tengan una relación entre ellos. Sin embargo, no se recomienda —respondió Deliah. Él suspiró, apartando la mirada de ella—. Somos la única barrera entre salvajes e inocentes. No podemos permitir que nuestras emociones personales interfieran con nuestro deber. Si mañana la muerte me espera, no puedo elegir la vida de mi compañero por encima de la seguridad de nuestra gente. Pero confieso, no sé lo que sea, pero admiro lo que tienen esos dos.

—Yo también —Nikka intentó sonreír, pero falló—. Los he visto pelear juntos.

—Al igual que yo —Deliah dudó por un segundo—. Sí, ella estuvo en medio de la guerra del desierto. Creo que sus padres fueron asesinados entonces —Nikka se estremeció al recordarlo—. No pienso que nadie la entienda excepto Lorcan. Y no creo que nadie más pueda tener su paciencia con ella.

—Tal vez por eso son un buen equipo.

—Son un buen equipo porque incluso al principio, cuando no podían ser más opuestos, entendieron que estaban mejor juntos que solos. Fueron los primeros en decidir ser compañeros y cazar juntos. Y solo después de su éxito, el Comandante ordenó a los demás que hicieran lo mismo.

—¿Y cuál es su misión ahora?

—La misma que tú y yo. Si el Zorro está infiltrado en la Capital como lo hizo antes con Arcadia, debemos encontrarlo rápidamente o esta ciudad será la próxima en caer.

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