CONTACTO EN LA ÚLTIMA FASE

By RanniaCurtis

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Año 2521 de nuestra era. Una tierra desolada, desértica, pocos humanos sobreviven guarecidos en arcas. Un pu... More

CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
Capítulo 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPÍTULO 62
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
CAPÍTULO 68
CAPÍTULO 69
CAPÍTULO 70
CAPÍTULO 71
CAPÍTULO 72
CAPÍTULO 73
CAPÍTULO 74
CAPÍTULO 75

CAPÍTULO 46

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By RanniaCurtis

La actividad para todos fue frenética en los dos últimos días de estancia en el arca, organizar el traslado de animales, personas, equipajes y alimentos para todos ellos no era una tarea fácil. El ganado sería el que primero ingresaría en la nave que ascendería hasta la nave de rescate que estaba a horas terráqueas de su punto sobre la atmósfera, dónde seguiría la rotación de la misma durante el horario nocturno. Se decidió que a esa hora los animales estarían mucho más tranquilos, aunque Soreigh se aseguraría de que no ocurriesen problemas inyectándoles una pequeña dosis de medicación para que fuesen dóciles y permaneciesen sin alterar durante el traslado.

La construcción de una rampa que sustituiría las escaleras que ascendían desde el nivel dónde se encontraban al del hangar que es a donde se adhería la manga que les llevaría como un pasillo a la nave de traslado estaba terminada y era lo suficientemente fuerte para aguantar el peso de los más grandes como las vacas que producían leche y la docena de camellos que poseían tras unir los suyos a los rescatados.

Nadie descansó en horas, apenas paraban unos instantes para comer algún bocado y continuar la tarea encomendada.

Tal y como prometió el comandante, Galia fue escoltada por Accrush para ver a su hermano. La actitud de este parecía más relajada que el día anterior. No se levantó de la cama dónde estaba sentado, sino que con un ademán le ofreció un sitio a su lado nada más quedarse a solas tras la puerta cerrada.

––¿Cómo te encuentras?––preguntó Fredd cuando su hermana tomó asiento .

––Iba a preguntarte lo mismo. Yo ya estoy curada, no sé que será lo que me inyecta la doctora, pero es casi mágico.

––Yo también me encuentro perfectamente, ni siquiera queda una señal rosada en el sitio donde recibí el golpe de estilete de la alcaldesa––sonrió Fredd––. Es una mujer con redaños, quiero que ella te guíe a partir de ahora. La educación que yo te pude dar no es nada comparado con lo que ella puede ofrecerte. Necesitarás hacer amigos, ella te ayudará.

––Tú también lo harás, Fredd. Nos acostumbraremos a esto. He visto al bajar animales que nunca pensé que siguieran existiendo. Una niña jugaba con unos conejitos. Ni siquiera sabía qué eran hasta que una mocosa sin colmillos, que no llegaría a seis años me lo dijo. Para llegar hasta aquí hay que pasar por las puertas de la zona de cuadras donde mantienen el ganado. Esos animales también vendrán en la nave.

––Claro, conejitos... Sí...––dijo el hombre en tono algo ausente.

––¿Qué estás pensando? ¿No querrás quedarte aquí, solo? Tampoco podrás acercarte a otros seres humanos, ya hablamos anoche del peligro que suponemos para el resto de los humanos...

––No tienes que preocuparte, Galia––dijo aligerando el tono Fréderick, no quería preocupar a su hermana––¿Estás alimentándote bien?

––Sí, en abundancia, la doctora me revisa un par de veces al día. Incluso me ha instado a salir y conocer a los habitantes del arca, pero no me apetece aún. He recibido la visita de Lucía y Laura. También de la doctora Elena y su hija. Uno de los guerreros está siempre vigilante para que nadie me moleste, no me falta de nada. La ropa está pasada de moda, pero es calentita, aunque he olvidado cambiar las zapatillas.

––Bien, Lucía cumple lo que promete, me alegro por ello. Solo deberías, por ejemplo, salir de la enfermería, no solo como ahora, a verme. Caminar un poco fuera, ahora mismo cuando subas. Solo serán dos días y estaremos fuera de todo esto. No sé como serán sus naves, pero seguro que muy diferentes a lo que acostumbramos.

––También me ofrecieron algún libro, pero sabes que monto y desmonto un rifle de asalto con los ojos cerrados, pero jamás aprendí a leer––dijo la joven mujer.

––Será bueno que aprendas, sí, incluso puede que sea que te diviertas con ello. ¿Sabes que Lucía era la anterior «Mujer memoria»? Era la encargada de la biblioteca y todo el saber que almacenan aquí no se perdiese. Sí, es una mujer guapa e inteligente.

––Muy lejos de tu alcance hermano, he observado como la mira el comandante de la nave del otro planeta. Y ella no se queda atrás––dijo en tono cómplice.

––Nunca tuve suerte con las mujeres––suspiró Fréderick.

––Quizás cuando estemos en el otro planeta, tengamos nuestro hogar, sembremos y cuidemos la tierra... dejen de verte como alguien a quien temer. Tu ceño, siempre fruncido tampoco ayuda.

––Cambiar viejas costumbres es difícil, pero tú también puedes tener suerte y encontrar un tipo que te agrade. Lo que ha pasado no tiene porqué pasarte factura, te enseñé a recibir golpes duros, muchacha. Este ha sido el que más, pero quedará detrás.

––Quién sabe...

Suspiró la mujer pasando su mano sobre su cabeza de cabello ralo. apenas empezando a crecer. Sus pensamientos habían ido de inmediato hacia el guerrero del hermoso cabello oscuro trenzado, el cual la esperaba tras la puerta para acompañarla de vuelta. No le habían puesto límite de hora o tiempo.

Aprovechó para hablar de banalidades con su hermano, este parecía mucho más relajado, incluso simpático. Bromeó incluso como no recordaba desde hace años. Galia pensó que quizás la milicia fuese el peso que necesitaba ser retirado de sus hombros para volver a ser el hermano que recordaba de pequeña.

Ese giro del destino, ese cambio le devolvería al Frédderick que debió ser siempre.

Seguida a dos pasos por detrás ascendió la rampa preparada para subir los animales en vez de las escaleras aledañas. Quiso hacerlo rápido, sin asirse a la gruesa barandilla, pero su calzado tenia la suela fina, resbaló. El poderoso brazo de Accrush impidió que se diese de bruces contra el suelo de basta madera. Una vez que consiguió que se enderezase se apartó casi de un salto.

––Será mejor que uses el barandal. Y necesitas algo más duro para caminar que esas zapatillas.

––Gracias––dijo Galia recomponiéndose y haciendo caso, agarrando la madera del lateral––la doctora Elena me prometió bajar esta noche con unas botas de su difunto esposo, dice que como soy alta, puede que sean de mi numero y pueda darle uso en vez de permanecer en un armario. Alguna ropa de la que llevo es de él, como esta camisa.

––Una vez en nuestro planeta podremos buscarte algo apropiado y que no sea heredado. Unos buenos pantalones, alguna camisa bonita y colorida para días de fiesta.

Ella rio y negó con la cabeza.

––Eres divertido. ¿Días de fiesta? Nunca he tenido de eso––continuó el ascenso con Accrush un poco más cerca de ella, pendiente a que no perdiese el equilibrio.

––Quizás sea el momento que aprendas a diferenciar obligación, con devoción. Claro que habrá días de fiesta. Vuestra llegada a nuestro planeta lo será––dijo el guerrero.

Cruzaron de nuevo ante la nave aguja, los ojos de la mujer se volvieron admirándola.

––¿Qué se siente al volar?––preguntó a su escolta.

––Ya has montado en una, pero claro, estabas inconsciente. Mañana por la noche lo sentirás, cuando ascienda en una de ellas, no será una de combate, sino de transporte. Pero quizás algún día deje que me acompañe en una de estas, habrá que preguntárselo al comandante...

Ella se volvió para mirarle a los ojos.

––¿Y qué pedirás a cambio?––disparó a bocajarro.

Sorprendido por el cambio de tono de la voz de la mujer y de actitud, elevó sus manos desnudas.

––Na-nada... solo era por satisfacer tu curiosidad, no tienes porqué creer que te pediré nada.

––Nadie es tan amable con otro, sin intenciones ocultas––dijo la mujer volviendo a caminar ante él. Entró en el túnel que les llevaba al comedor. Este estaba desierto. Una mano grande frenó su paso, el guerrero la sujetaba con la fuerza suficiente pero sin dañar. Ella se sacudió al instante, Accrush la soltó.

––Mis intenciones vas a conocerlas ahora mismo, Galia. Desde el instante que te vi empecé a sentir que tú y yo estamos unidos por algo invisible, por el momento. Y pretendo demostrar que lo único que pretendo es tu seguridad y felicidad.

Ella se cruzó de brazos, incrédula, ya había oído ese discurso en otros tipos con anterioridad, y lo único que pretendían era llevarla al catre.

––La doctora Soreigh ya me explico vuestras tradiciones, y la falta de «hembras» en tu planeta. Soy la primera que has visto desnuda, solo eso. ¿Sabes una cosa? Ni siquiera soy atractiva para los estándares humanos. Demasiado músculo, demasiado alta, mi cabello está rapado y puedo darle una paliza a un hombre con mis puños. No sé cocinar, ni coser, ni labores propias de mujer. Eso sí, puedo montar un fusil por antiguo que sea con los ojos vendados en segundos, sacar la venda y acertar en un blanco a quinientos metros.

El sonrió, toda una guerrera.

––No te pido que me hagas la cena. Solo que me tengas en cuenta si decides tomar un compañero. Una vez en mi planeta continuaré en el ejército, pero puedo tomar compañera con el permiso de mis superiores.

––No deseo un compañero. Ni ahora ni nunca. Tú que me rescataste... ¿Sabes lo que me hicieron los hombres sobre los que mandaba y en cual confiaba plenamente? Me humillaron, se rieron de mí, aprovecharon su número superior para inmovilizarme. ¡Me violaron! Nunca había estado con un hombre y mi primera vez ha sido... no tengo palabras. ¿Quieres una compañera que otros han abusado antes? ¿Mercancía dañada?

––Quiero una compañera que sienta lo mismo que yo, que desee un hogar, una vida juntos, un futuro en común. No me importa tu pasado, y tus habilidades de cocina menos. Todo se aprende, y si no, yo lo haré.

Él lo decía en serio, pensó para sí Galia. No podía ser verdad lo que estaba escuchando. No había un hombre que desease una mujer herida en su fuero interno, de apariencia masculina, sin actitudes para ser una compañera aceptable, si sabía encender un fuego era para calentarse, por todos los demonios.

Se dio la vuelta y empezó a caminar para dejar atrás ese asunto con su actitud.

––Bien, ya sé tu punto. Ahora voy a descansar, no deseo ver a nadie solo dormir hasta la hora del almuerzo.

Se dio buena prisa en cruzar hasta el pasillo de la enfermería, a pesar de el movimiento de personas atareadas que había en el comedor. Incluso creyó que lo perdió entre ese maremagnum de desconocidos que iba cada uno enfrascado en sus propios problemas.

Pero no, estaba a punto de girar el pomo de la puerta de su dormitorio en la enfermería cuando la mano enorme y cálida del piloto se posó sobre ella.

––Solo ruego que lo pienses. Conocerás muchos más hombres ahora que te embarcarás en esta aventura. Los habrá más atrevidos, otros menos. Cuando lleguemos a mi planeta serán cientos entre los que puedas elegir, incluso de mejor linaje que el mío, un piloto de agujas espaciales, hijo de otro sangre mezclada. Incluso puede que un «Sangre Pura» te conozca y colme de atenciones y de lujos para conseguir ser tu compañero. Pero quiero que conozcas que mis intenciones son reales, son sinceras, solo espero una palabra tuya. Ahora..––dijo el guerrero dejando su mano libre y alejándose de ella, tanto que dejó de sentir el calor que desprendía su cuerpo y era como una suave manta cálida––descansa.

Algo aturdida, Galia entró en la habitación, dejando caer todo el peso de su cuerpo contra la puerta. No por que temiese nada, solo estaba anonadada, no sabía que pensar. Tras varias respiraciones caminó casi corriendo al baño, prendió las luces y se observó en la lámina de acero pulido que servía de espejo.

Aparte de su casi inexistente cabello que apenas empezaba a crecer, unas cejas rectas algo gruesas, unos ojos grandes que se volvían plateados como los de Soreigh y en los suyos, apenas quedaba un aro color marrón oscuro, el único resto de su color natural avellana. Su nariz era recta, sus pómulos se marcaban demasiado, eran altos y firmes. Una pequeña hendidura en su barbilla, igual a la de su hermano la hacía parecer casi más masculina. Quizás sus labios eran lo mejor que tenía, eran gruesos y se delineaban de forma natural bastante agradable, quizás el rasgo más femenino que poseía. Sus pechos eran puro músculo, apenas más grandes de una chica de trece años. Aunque ahora estaba cubierta por entero por la ropa, sabía que bajo ella había más músculo que redondeadas y deseables formas femeninas.

¿Qué diablos encontraría atrayente de ella ese jodido piloto, aparte de ser una poca de las hembras que conocía por años?



Deigh cargaba los últimos bultos que su compañera quería llevarse consigo al planeta. No permitió que ella tomase ni uno solo. Ella caminaba con un mohín en su rostro y los brazos cruzados aburrida de repetir siempre lo mismo.

––Estoy preñada, no enferma––repetía hastiada la mujer.

––No cargarás peso. Para eso estoy yo, y ya te quiero a bordo de la nave junto a Elena y Nydia. En cuanto llegues arriba te llevarán a la zona medicalizada. Te harán nuevos análisis y así estaré tranquilo.

––No estarás tranquilo nunca, te conozco, cuando nazca esta niña, te preocuparás hasta la saciedad de lo que come, de lo que respira... de... joder todo. Y cuando sea una jovencita. cada guerrero que la mire tres segundos lo odiarás. Romperás más huesos y pondrás más ojos morados de los que un humano tenemos en el cuerpo.

Deigh se volvió hacia ella para envolverla en sus brazos y besar esos labios, la mejor forma de hacerla callar apenas unos pocos segundos.

––Estás celosa, compañera, de tu propia bebé. Pero a pesar de todo lo que me preocupo por nuestra hija, tú serás siempre mi dueña y señora, y yo te adoraré hasta el último suspiro. A pesar de que nunca haces lo que te pido por tu bien, y me vuelves loco en todos los sentidos.

La dejó entre Nydia y Elena, las cuales eran las primeras humanas junto a otra media docena de habitantes del arca que subiría a la nave de rescate con su equipaje y algunos bultos de materiales que los terráqueos necesitaban, como herramientas y algunas viejas armas.

––Eres, eres...––Laura no pudo terminar de decir todo lo que tenía en la cabeza, las compuertas de la nave se cerraban. Él estaba en la manga que les llevaba hasta la entrada del hangar y por la cual habían cruzado. Esta se sellaba con un material transparente. Le lanzó un beso como despedida y le hizo un guiño.

Laura se volvió hacia el resto de sus compañeros de viaje, uno de los guerreros le ofreció un asiento y pidiendo permiso, se aseguró de que estuviese bien anclada con cinturones de seguridad. Segundos después el hombre también tomaba asiento y hablaba al comunicador de su muñeca. El artefacto donde habían montado ascendió produciendo una sensación de cosquilleo desde la punta de los pies. Nydia ahogó un gritito y e agarró a su mano y a la de su madre.

––¡Joder!––dijo la muchacha rubia, una risita ahogada surgió de algún sitio.

––Si, no te de miedo, decirlo...¡joder! Yo tampoco esperaba esta velocidad––concluyó su madre.

––Quedan apenas cuatro horas antes de que salga el sol. Aún son cien, más los guerreros quienes quedan ahí abajo. Seguro que por ello esas prisas. Lo que me incomoda es que o haya ni una sola ventana para saber dónde estamos––dijo  Laura.

––Esto ha sido construido para el trasporte rápido de personas y mercancías, no en la comodidad o en ver la belleza del espacio. Lo siento––dijo el guerrero que les acompañaba.

––No te disculpes chico––dijo Laura––no eres el ingeniero que ha diseñado esto.

––No, mientras más rápido escapemos de todo esto mejor––reiteró Elena.

Segundos después el aparato que los llevaba redujo la velocidad, una vibración les hizo saber que estaban justo llegando.

––Permanezcan quietos, por favor––dijo el guerrero uniformado––. Deben hacer las comprobaciones de sellado. El oxígeno nos es precioso. No queremos ningún escape accidental.

––Y que lo digas––dijo Laura respirando hondo.

Ya estaban justo pegados a la enorme nave que los llevaría al planeta de su compañero. De nuevo había tenido que vestir el jodido vestido blanco. Deigh había insistido, lo más segura para que ninguno la dejase hacer el más mínimo esfuerzo. Y por supuesto, un par de doctores la estaban esperando en la misma salida, seguida por Elena fue llevada a hacer un reconocimiento mientras insistía que se encontraba perfectamente.

Pero nadie le hizo caso.



La siguiente nave estaba acoplada, Lucía fue casi empujada dentro, Tarigh insistió que ella, Juan y su familia, junto a veinte personas más, incluyendo la la joven hermana de Frédderick la tomasen. Esta no parecía muy contenta con dejar atrás a su hermano. Lucía la llevaba de la mano mientras con un corto beso se despedía por unas horas de su amante. En la otra mano llevaba un pequeño transporte con un malhumorado Bollito.

––Seré el último que suba, Lucía, te recomiendo que cuides de esta mujer, su hermano vendrá junto a mí y el resto de los soldados. ¿De acuerdo?––admitió que estaba mintiendo en parte, pero era necesario. 

––Por supuesto, te estaré esperando ansiosa––repuso Lucía.

––He ordenado preparar mi camarote para que tanto tú como esa fiera de gato estéis cómodos, incluso han añadido otro vacío junto al nuestro para tener sus «juguetes».

––Eres muy detallista. ¿Lo sabías?––rio Lucía, Galia miraba asombrada el gato que refunfuñaba dentro de su transporte.

––Si por casualidad saliese el sol y no pudiese acudir, tendremos que esperar a que vuelva a ponerse para ascender a la nave de rescate, no quiero que nadie se preocupe.

El comandante miró a Galia la cual alzaba la cabeza en ese instante.

––Galia, tendrás tu propio camarote, cerca del nuestro, tu hermano ha insistido en ello. Se preocupa mucho por ti, y eso que creí al conocerle que solo se cuidaba de si mismo.

La mujer asintió, poco después estaba sentada junto a Lucía, la cual anclaba el transportín del peludo enfadado, en uno de los sillones ayudado por un guerrero solícito.

Galia cerró los ojos al sentir como la nave que los llevaba fuera de la atmósfera ascendía. Hubiera preferido que en ese viaje estuviese incluido también Frédderick. Pero era natural. Había intentado sabotear dos veces el arca Alfa 1. No era muy buen currículum.

Tarigh observó como la nave ascendía llevando hacia el exterior del planeta terráqueo lo que más amaba. Tomó aire. Apenas quedaban cinco guerreros, entre ellos su hermano Deigh, Se sobrino Rioeigh, el piloto Accrush y otro piloto más de los de más confianza. Estos dos últimos habían sacado a Fred de su prisión y en ese instante lo subían hasta el hangar.

Una vez que estos estuvieron a su altura Tarigh se dirigió a todos ellos.

––Guerreros, puede ser una misión peligrosa, les pido a todos que sigan al pie de la letra el plan. Yo iré en la primera aguja espacial junto a Frédderick, Rioeigh y el piloto, los demás en la segunda cuando esta salga. ¿Todos con el equipo especial de batalla exterior?  

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