CAPÍTULO 39

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Danielle observó alrededor del camarote. No tenía ventanas, se iluminaba con barras que emitían luz escondidas tras un reborde entre la pared y el techo,  un resplandor de color azulado envolvía la parca estancia.

Una cama enorme sin cabecero preparada con sábanas oscuras en el centro de todo. A un lado y a otro puertas deslizantes en lo que supuso armarios para guardar objetos o ropas. Entreabierta la puerta de un baño tan extravagante como el que había en la zona medicalizada. El equipaje de ambos se encontraba en un banco a la derecha de la entrada, esperándoles. Dani giró un par de veces alrededor con una sonrisa en su rostro juvenil.

––¿Todo este lugar es para nosotros?––preguntó a Maddekj uniendo sus manos, entrelazando sus dedos frágiles con las manos enormes de guerrero.

––¿Te parece grande?

¿Qué pensaría en ese caso de su casa familiar? Quizás ahora, en su planeta no estaría cuidada como en sus mejores tiempos, cuando sus padres y sus dos hermanos mayores vivieron antes de la última guerra. Pero le pertenecía, y a ella, siendo su compañera. Le ocurriese lo que tuviese que pasar, ella tendría un hogar y los fondos como mantenerse a ella y a su futuro descendiente si así lo estimaba la Diosa. Nadie osaría lastimar a una joven mujer con un hijo en su vientre o a una madre en su planeta, ni abandonarla a su suerte, arrebatando sus posesiones heredadas.

––Me gusta, aunque parece algo frío, comprendo que es una nave para viajar por el espacio, pero al menos podría tener algún adorno, no tanta pared metálica.

––Tienes razón, pero apenas entramos en los camarotes para cambiarnos , asearnos o dormir. Nuestro hogar en mi planeta podrás decorarlo como desees. Pero esto es un simple camarote para la tropa, apenas han variado el concedernos una cama grande, ah, y la cena en aquella mesa––señaló tras ella––. Los doctores me insistieron en que te alimentase bien antes de que descansaras.

La guió hasta uno de los bancos que se atornillaban al suelo, he hizo que tomase asiento.

––¿Me regalarás tu brazalete esta noche?––inquirió Danielle.

Por unos segundos Maddekj se quedó paralizado. Era lo que más deseaba en el mundo, pero tendría que esperar, pero su fino oído sentía la vibración que emitía sus brazaletes encerrados en el fondo de sus ropas. Carraspeó antes de sentarse frente a ella.

––Esperaremos un poco. Quiero ver más carne en esos huesos, así que se buena con tu futuro compañero y toma toda tu cena.

––Pero.... ¿Compartirás la cama conmigo al menos?––preguntó Danielle con tono esperanzado.

––Lo haré si lo deseas, si no, buscaré un saco de dormir u otra habitación.

––Maddekj, creo que hemos de trabajar más tu inteligencia emocional. No comprendes las sutilezas de una mujer, si vamos a unir nuestras vidas vamos a tener que aprender mucho juntos.

Si el tiempo que pueda robar hasta llegar a mi planeta nos deja, pensó con tristeza Maddekj, aunque no dejó que se notase en su rostro. Alargó la mano tras sentarse frente a ella para apartar unos cabellos rojos rebeldes sobre el rostro de su futura compañera. De paso se permitió el lujo de acariciar con dos dedos su sien y su mejilla retirando los dedos con lentitud.

––Haré todo lo que pueda por complacerte, pero han sido muchos años de solo ser un guerrero en continuo combate. Creí que mi corazón estaba endurecido por ello, pero por ti...

Esta vez fue la mano de Danielle la que se alzó para acariciar el rostro surcado por cicatrices del hombre que tenía frente a sí. Por fuera dura roca, por dentro el más frágil cristal, pensó. Sonrió mientras sus dedos recorrían la mejilla particularmente herida.

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