Mi exilio con la abuela 2

By Imsweet_shit13

1.4K 717 55

Lillie está por cumplir sus dulces 21 años y con eso podrá administrar su fortuna heredada. Será que Lillie... More

Sinopsis
01: ¡Los 21 están aquí!
02: Estamos bien... inundadas.
03: Alguien guarda secretos
04: Good 4 u
05: Es él
06: Solo doce escalones
07: El hilito
08: Pesadillas
09: Saliendo del closet
10: Dulce ovejita
11: El trato
12: Al estilo de Sherlock
13: El trono
14: Un reflejo nuevo
15: Traición
16: El plan
17: La habitación de hotel
18: El bigote
19: Gato encerrado
20: Egoísta
21: Tú y yo
22: Es culpa de Lillie
23: La cabaña
24: Perdidos
25: La llave
26: La cena
27: Viejos tiempos
28: USB
29: Propuesta de matrimonio
30: Libre como el viento
31: Peligrosa como el mar
32: Esa bruja
33: Mariposas
34: Por las calles de Paris
35: Problemas del pasado
36: Un idiota enamorado
37: Vibes de Aladdin
38: Un ramo y un novio
39: Revancha
40: Despelucada, extraviada y atropellada
42: Fantasma del pasado
43: Otro traidor
44: Hierba Mala
45: El año sabático
46: Profesional, no personal
47: Karma
48: Verdades
49: Orígenes
50: Cruel y real
51: Intentarlo fallando
52: Una empresa en problemas
53: Pretendientes
54: El chico de las rosas
55: Volver a casa
56: Una foto y una carta
57: Vivir
58: Despedidas
59: Anillos de papel
60: Sentencia
61: La revelación
62: Tres y uno en camino
Nota final.

41: Rescate Express

14 3 0
By Imsweet_shit13

Rescate express
Lillie Torres

Subí las escaleras corriendo tan rápido como podía. Santi venía atrás.
Abrí la puerta del departamento y corrí directamente a la habitación de Amanda. Estaba todo ordenado, incluso la cama, ver todo tan pulcro como hace unos días me hizo sentir culpable por no haber notado que algo andaba mal.

—No te agobies —habló Santi tratando de hacerme sentir mejor— no es culpa de nadie. No sabemos que ha sucedido.

Suspiré y asentí. Si, tenía una cosa por hacer: Cuidar de Amanda. Y solo había hecho una cosa: perder a Amanda. Si lo veíamos del lado más positivo lo único que podía hacer ahora era encontrarla. Ya, solo trataba de darme ánimos para no padecer en esta tortura.

—Bueno, ella siempre lleva cámaras consigo y todo lo que graba siempre va directo a la nube, solo debo desbloquear su computadora y podré saber de dónde es su último vídeo.

—Es una buena idea.

La encendí y me llevó directo a la clave.

—Lo olvidaba —dije casi molesta— cambió la clave desde que Candace le descubrió chats con un muchacho.

—Pobrecita, seguro le echaron a perder el pretendiente.

Me burle.

—¿Cual pretendiente? Estaba extorsionando al chico porque lo había capturado con la cámara besándose con otra chica que no era la novia. Candace le dijo que no era nada ético chantajear a alguien con algo así. En mi opinión, pues estaba lucrando y mucho, así que... olvídalo, estoy hablando de más, pero se lo atribuyo a los nervios.

—¿La clave podría ser su cumpleaños? —preguntó Santi.

—Lo dudo —aseguré.

Intenté con la fecha por insistencia de Santi, pero era la incorrecta.

—Intenta con la de Candace.

Tampoco era. Empecé a frustrarme porque esas eran las únicas que podrían ser y en realidad no eran.

—Prueba con la de su padre.

—No creo que la fecha del cumpleaños de su padre sea la correcta... un momento, creo que esta si puede ser.

Puse la fecha de nacimiento de la señora Olivia y entonces la computadora nos permitió entrar. Fui directo a la nube esperanzada de encontrar algo.

—Esto fue grabado hace un día.

Abrí el video que tenía segundos de duración. La verdad no se veía mucho, apenas y se visualizaba un salón. No era el salón de su escuela, definitivamente no.

—Ese lugar lo recuerdo —comentó Santi.

—Se me hace particularmente conocido, se que si, pero no se de donde —respondí confundida.

Y Santi empezó a dar vueltas por la habitación, tratando de recordar el lugar del vídeo, segundos después chasqueó sus dedos.

—Lo sabía, esa es la sala de espera de tu internado.

Y salte.

—Si, sabía que este lugar me era reconocido —también dije contenta, por un breve momento— Ay, Dios, significa que su padre la llevó ahí y sin consentimiento de Candace. Este es un lío gordo.

Me tiré a la cama, esto era totalmente frustrante, este era un problema que iba más allá de mis manos, eran problemas familiares en los que no podía meterme.
As it was empezó a sonar en mi celular, lo que significaba una cosa: Candace.

—Dios, es Candace, ¡es Candace! —entré en pánico.

Me negaba a responder, pero el muy entrometido de Santi abrió la llamada, por lo que tuve que contenerme y actuar lo más normal que podía. Así que en contra de mi voluntad y muy acobardada hablé.

—Hey, hola.

—Lillie, ¿todo esta bien? —preguntó Candace se escuchaba muy preocupada y cansada—. Tenemos varias llamadas perdidas tuyas, ¿esta todo en orden?

Le hice seña a Santi de que no emitiría algún sonido. Le puse el alta voz.

—Estamos bien, solo quería saber cómo están.

Ella suspiró cansada y temí de que las cosas no estuvieran del todo bien.

—Estamos súper bien —respondió— ¿por ahí esta Amanda? ¿Me la pasas? Últimamente no he podido contactarla.

Y mis ojos casi se salen del susto. Mire a Santi en busca de ayuda, sin emitir un sonido "Que le digo" pregunté a Santi haciendo señales y todo. Santi rápidamente respondió "celular roto".

—Si, en efecto, creo que se le cayó el teléfono al agua, entonces está un poco loco el aparato ese. Lo íbamos a llevar a reparar, pero ha estado tan ocupada entrenando y ya sabes, no hemos coincidido en nuestros tiempos libres.

Candace no parecía dudar de lo que decía.

—Pásamela, quiero hablar con ella.

Mierda, si dudaba de lo que decía.

—Si, ya te la paso.

Y tapé el alta voz.

—Quiere hablar con Amanda.

—Dile que no está —susurró.

—Ya le dije que si estaba. Tengo una idea.

Metí a Santi en la cama, obligue a ponerse el gorro de dormir de Amanda y también el antifaz que suele usar. Lo arrope hasta el cuello y le pedí que no se moviera. Finji entrar nuevamente a la habitación.

—Oh, parece que ya está dormida. Te enviaré una foto.

Y colgué. Envié la foto y bueno, no parecía que fuera alguien más.
Candace me envío un último mensaje.

Bestie: Déjala dormir, mañana por la mañana la llamo y debe contestar. Bye.

Le envié un pulgar arriba y miré a Santi con horror.

—La llamara por la mañana —chillé asustada—Bien, no está todo perdido, solo tenemos que ir por ella a mi antiguo internado. Esta a dos horas de aquí y si todo sale bien estaremos de vuelta antes del amanecer.

Y eso hicimos, traje una mochila con cosas que necesitaría. Durante todo el viaje estuve preocupada porque aún había una pequeña posibilidad de que Amanda no estuviera ahí y por muy pequeña que fuera esa posibilidad no paraba de preocuparme.
Al llegar Santi se arrimó al costado de la carretera

—Este lugar me causa pánico —admitió— está casi que en la nada.

El internado no era diferente a otros, este también estaba casi que en la nada, donde solo se veían árboles y carreteras desoladas. Según la rectora la ubicación es la mejor, nadie puede escaparse cuando lo único que hay alrededor son árboles.

—Más adelante hay un pequeño pueblo —recordé— es ahí a donde solíamos ir, un bar muy divertido... oh, que tiempos.

—Si, conozco el pueblo —admitió— es lindo.

Y si, era de esperar que no conociera tal pueblo, esperen, ¿que ha dicho?

—Un momento —todo en mi cabeza hizo clic— casualmente conoces mi internado y también el pueblo de adelante, es coincidencia o...

Y Santiago se enrojeció. Desvió la mirada, pero no por mucho tiempo. Algo avergonzado respondió.

—Yo he visitado este lugar un par de veces...

Y levanté la ceja.

—Por ti —añadió.

Y no pude evitar sonreír.

—¿Por mi? —pregunté curiosa— ¿por qué?

Santi cubrió su rostro totalmente ruborizado.

—Te extrañaba demasiado y solo quería verte aunque solo fuera por unos segundos —fue lo único que contestó.

Quería bombardearlo de preguntas, pero su respuesta me había dejado en blanco. Claro que mi corazón se aceleró y no podía evitarlo. El estaba admitiendo que había venido aquí solo para verme incluso cuando le había deseado por poco y la muerte. Cuando encontré mi voz y valentía para hablar fue muy tarde, Santi le estaba subiendo a la música.

—Hello dear —empezó a cantar con mucho sentimiento.

>>>
You've been pulling me closer
Let's write about you and me
I'll sing to you a lullaby
Let's make a story of our own

We walk
Everywhere hand in hand
Walking these path of life
Like life's been leading us
Together we walk these roads

¿Me la estaba cantando? Porque si era así terminaría con tres mil paros cardiacos. Mi corazón no estaba soportando.

—You have beautiful eyes and smile —señaló mis labios.

Oh Dios mío si me la estaba cantando, ¡ME LA ESTA CANTANDO A MI! Voy a morir, ¿escucharon? Ese fue mi corazón que no soportó.
Dios, se me antojaba besarlo.

—Promise me you'll stay —continuó golpeando suavemente el volante—Until the very end. No matter what comes in. Together we'll stay strong.

Claro a mi se me derretía hasta el calzón y él cantando alegremente.
Intenté no reír, pero fallé.

—Cantas espantoso —trate de molestarlo.

La canción finalizó y Santi sonrió.

—¿Tanto para que tus mejillas se enciendan?

Ya, no podía evitarlo, sentía mis mejillas arder como nunca. Decidí desviar el ataque.

—Acabas de despertar a todos los animales del bosque —asegure.

—Eres una envidiosa —se defendió— está claro que envidias mi talento natural.

—Claro que no.

Quedamos un rato en silencio observando al vigilante que recién retomaba su guardia.

—¿Ahora que hacemos?

—Esperar a que el vigilante de la garita se duerma y luego entro.

—¿Y a que hora suele dormir? —preguntó mi partner en el crimen.

—Yo que se, el hombre siempre fue impredecible.

Yo conocía al vigilante desde mis tiempos en este internado, el señor Callum.

—Entonces, ¿como escapabas de aquí?

Abrí mi boca en señal de sorpresa.

—¿Estas acusándome de escapar?

Santi no pudo evitar soltar una carcajada, parecía muy divertido.

—Eres Lillie Torres.

Le hice una mueca y luego reí.

—Solo fueron un par de veces —admití.

—¿Un par de veces? —preguntó incrédulo— Felipe nos contó sobre tus escapadas de todos los fines de semana. Dijo que no había fin de semana en el que no le llamarán para contarle que su hija acababa de salirse por la ventana, por la puerta, por el techo —se detuvo riendo—. "Es que mi hija parece gato callejero" fueron las palabras de Felipe.

—Pues mi padre juzga sin saber y para aclarar nunca escapé por el techo, tal vez si entraba por ahí, pero salir, jamas.

Y ambos reímos sin parar hasta que Santi empezó a quejarse de un dolor y recordé lo que pasó horas atrás.

—Oh, Dios, recuerdo haberte atropellado —exclamé asustada— ¿estas bien? ¿Te duele? ¿Dónde?

—No es nada —aseguró.

Pero yo debía asegurarme de que no le había roto nada a otro hombre. Así que levante su camisa al ver que el dolor venía de ahí.
Me cubrí la boca con las manos.

—Lo siento —dije apenada— no quería derribarte.

—Estoy bien.

—Si, díselo a tu monstruoso hematoma. Ah, ¿que tal si te rompí las costillas? No, no podría perdonármelo.

Y trate de palpar la zona con delicadeza en busca de anomalías.
Santi puso su mano encima de la mía, deteniéndola.

—No, Lillie —pidió— duele un poco, pero no rompiste nada ahí, pero aquí duele mucho.

Puso mi mano en su pecho, la saqué inmediatamente, girando la cara para evitar su mirada de cachorro moribundo.

—Lo siento.

—¿Al menos puedes explicarme lo que tratas de hacer con él?

—No entenderías.

—¿Cómo puedes asegurarlo?

—Santi, entre menos sepas es mejor.

—¿Por qué?

—Porque primero debo solucionar un par de problemas y luego... —Callum, el vigilante cayó sobre el control, apagando el televisor— es hora.

Agarre mi mochila, pero Santi me detuvo.

—Lillie, ¿hay algo que si puedas decirme? —cuestionó— pregunté por las heridas en tu rostro y dijiste que no era importante, pregunto por tu repentino compromiso con el chico que te chantajeó y te culpo de cierta caída y tampoco hay respuesta, ¿es que no confías en mi?

Mierda, el corazón se me hizo tan chiquito al verlo ahí vulnerable. Quería agarrar su cabello, acariciarlo mientras su boca y la mía se saborean con necesidad. Suspiré.

—Santi, no es eso. Debo contarte un par de cosas, pero no será hoy, solo déjame solucionar este problema y luego te lo contaré todo.

Y si, esta vez parecía estar tranquilo.

—Además, no seas tan ingenuo, no pienso casarme con Félix, bueno si lo haré, pero todo tiene una razón.

Bese su mejilla y salí del carro.
Sigilosamente pase por la cabina, en total silencio me asomé por la ventanilla, asegurándome que si estuviera en su quinto sueño y no fingiendo.
Iba a presionar el botón para abrir la puerta, pero esta se abrió sola. ¿Debería preocuparme? Posiblemente estaban por atraparme.
De todas maneras continué, no iba a detenerme hasta ver a Amanda. Con la linterna alumbré la cara de unos chicos.
Oh, ya veo.
Ellos levantaron la mano y empezaron a justificarse.

—No estábamos escapando —aseguró uno.

—Si, claro y yo nací ayer —respondí.

Alumbre la cara de cada uno de los implicados. Un grupito de 6 adolescentes con caras de estar cargándose en los pantalones.
Recordé a lo que vine.

—Okey, hagamos un trato. Ustedes me dicen en que habitación está Amanda y yo los dejo continuar con su escapada que no es escapada.

—¿Amanda? —repitió uno— oh, chicos, es la Amanda que asegura que conoce a Torres.

—¿Es alta, blanca y de cabello rojizo? —preguntó uno.

—Si, con pecas en la nariz.

—Oh, ya ya —respondió— si la conocemos, pero vamos, ¿quien eres tú?

Y entonces el chico me cegó con su linterna.
Me cubrí el rostro.

—Soy Lillie Torres y ¿podrías quitarme de encima tu luz?

Y entonces los chicos se alborotaron.

—Shhjjj —los calle— si están escapando deberían saber que no deben hacer ruidos.

—En serio eres Lillie Torres, eres una leyenda aquí.

—Si, es ella, creo —aseguró otro.

—¿Puedes dejarnos ver tu cabello?

—¿Que? — pregunté incrédula.

—Vimos en Twitter que sufriste un colapso mental —comentó uno.

—Claro que no. Simplemente quise un look más fresco.

Y me quite la capucha.

—Ves, no hay que creer todo lo que dice el internet —decía uno a otro— es que vimos una foto tuya totalmente rapada.

—¿Que? Deben estar bromeando —solté impactada— ah, no cambiemos de tema. ¿Donde está Amanda?

—En el piso 4, habitación 28.

—Gracias.

Iba a continuar, pero me detuvieron.

—Puedes tomarte una foto con nosotros.

—No.

—¿Por qué?

—Porque estoy entrando ilegalmente a una propiedad privada, ¿será? —respondí y se quejaron— pero puedo dejarles una firma.

Me apresuré a buscar a Amanda, ya había perdido mucho tiempo con esos jóvenes y tenía el presentimiento de que me atraparían sino me apuraba.
Fui directamente a la ala de los dormitorios de señoritas. Eche un vistazo, esperanzada de que ya no existiese en este mundo Jack el destripador. Bueno, no era literalmente Jack el destripador, solo era el perro más aterrador que haya tenido el disgusto de conocer, una vez me atrapó escapando de mi habitación, el perro me arrastro hasta los pies de su ama:

Dolores Payet.

Dolores, esa vieja metida y chismosa que se encargaba de cuidar de que ninguna chica salga de los dormitorios por las noche, mucho menos que entren intrusos como yo. Tenía el oído fino y el cuchillo afilado para atacar a cualquier extraño dispuesto a perturbar la tranquilidad del edificio.
Rece un padre nuestro y entré al ver que no habían moros en la costa.

Abrí la puerta, con sumo cuidado, pero se me escapó de las manos y la exagerada alarma de seguridad empezó a chillar. Esta alarma era incluso más fuerte que la de incendios.
Esto significa una cosa:

Dolores Payet sigue viva, Dolores Payet viene por mi.

La luz de su habitación se encendió y supe que tenía que correr en busca de Amanda.
Subí las escaleras corriendo mientras escuchaba el ladrido se Jack detrás de mi. Corrí por el pasillo del cuarto piso, mientras intentaba no chocar con las chicas que salían de su habitación. Llegue a la puerta 28 y tumbe a Amanda hacia dentro.

—Lillie, has venido a mi rescate —chillo emocionada— oh, demonios ahí viene Jack y creo que nos quiere destripar.

Cerré la puerta con seguro lo que nos daría segundos para huir.

—Los saludos después —respondí y abrí la ventana— ahora sube hasta la terraza.

Subimos hasta la terraza en frente estaba el otro edificio, ese edificio sería nuestra salvación.

—Salta, Amanda.

—¿¡Que!? —soltó en pánico— no puedo.

Y escuchaba los ladridos furiosos de Jack.

—¿No puedes? Jack nos va a destripar, así que o saltamos ahora o nos agarra ese demonio.

Amanda aceptó no del todo convencida, corrió y brincó cayendo casi que al borde, la seguí y salté cayendo de rodillas. Sentí el ardor, pero no me importo. Nos levantamos y miramos como Jack pretendía saltar hacia nosotras.

—Lillie, dime que no va a saltar hasta aquí.

—No, no va a saltar hasta aquí —pero parecía que si lo haría —Demonios, esta viejo, ya no es para que haga eso.

Corrimos bajando de la terraza. Mis piernas ya dolían de tantas escaleras, pero esto era de vida o muerte. Si nos atrapaban todo saldría mal.

—Entra, entra —pedí.

Nos metimos al cuarto de lavandería. Ahí había un antiguo tubo por el que la ropa bajaba hasta llegar al cuarto de máquinas.

—Prometo que será como estar en un tobogán.

—Ah este punto, me importa si duele o no, lo único que quiero es salir de este horrendo lugar.

Amanda no dudo y se lanzó mientras gritaba. Mire la puerta y me lancé justo cuando Dolores entraba. Le di mi espalda, así que no logro reconocerme.

—Estoy viva —aseguró Amanda entonces le caí encima— ¡auch!

—Lo siento, pero luego nos quejamos de los golpes. Ayúdame a mover esta máquina.

Amanda y yo empezamos a empujar la máquina de lavar, detrás de esta había una llave, la única que podía abrir la puerta trasera de este lugar.

—La tengo.

Abrí la puerta e inmediatamente salimos, cerré la puerta con seguro y lancé la llave al monte. Corrimos alejándonos del lugar. Cada vez nos alejábamos más y el alboroto disminuía.
Las luces del carro de Candace brillaron por segundos y corrimos hacia ahí.

—Dios mío, Dios mío, Dios mío —repetía.

Abrí la puerta y me puse el cinturón de seguridad.

—Es hora de irnos —avise.

—Hola, Santiago.

—Hola, Amanda —respondió él.

Santi encendió el auto y retrocedió como todo un experto. Parecía que le estábamos haciendo competencia a Lewis Hamilton.
Pasaron diez minutos y mi corazón seguía alterado.

—Creo que casi morimos —admití.

—¡Wow, eso fue increíble! —exclamó Amanda— debemos repetir la experiencia.

—¿Repetir la experiencia? No, no, no, ya no estoy para este tipo de experiencia.

Santi empezó a reírse.

—Por un momento creí que nos atraparían.

Yo aun sostenía mi cabeza, intentando aceptar lo que sucedió hace un momento.

—Lillie siempre se sale con la suya —dijo Santi.

—Ya entiendo porque eres una leyenda en ese maldito internado.

Ya estaba por amanecer y eso significaba que Amanda debía hablar con Candace.

—Tu hermana no sabe que te perdí así que ni lo menciones.

—Encontre a mi madre —respondió— así que creo que mi hermana no sabe muchas cosas.

Me atoré con mi propia saliva.

—¿Que? —pregunté golpeándome el pecho.

Continue Reading

You'll Also Like

133M 8.7M 65
Recién llegada a la elitista universidad Tagus, Jude Derry descubre que ahí todo gira alrededor de las fiestas, los chismes, los ligues y sobre todo...
1.1M 54K 53
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
311K 20.1K 35
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
3.7M 162K 134
Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo trato de estar planificada. Mi manía e...