Aún no podía creerme que estuviéramos fuera del alcance de esos proxonetas. Notaba un gran alivio de saber que al fin todo había acabado.
Durante dos años me he visto sometida a cualquier aberración.
De echo, en algún momento he querido o más bien he rezado para que Dios me lleve con él ante el terror de no poder soportar más las torturas.
Sonrío aliviada, suspiro al percatarme que la vida que hemos llevado anteriormente ha llegado a su fin.
O...¿No?
Llegamos a una casa alejada de la ciudad, situada en mitad del campo.
El matrimonio, nos invitan a pasar amablemente a su casa.
Marga y yo nos miramos durante un instante pensando si debíamos o no de fiarnos.
Al final, ante la insistencia de aquel matrimonio pasamos dentro de la casa.
— Pasad, bienvenidas a mi hogar.
Imagino que estaréis cansadas, les enseñaré una habitación donde podréis descansar y daros un baño. Os daré ropa mía limpia. Por cierto me llamo Lesa y él mi esposo Ion. Y...¿Cómo os llamáis vosotras?
— Yo soy Verónica, y es Rosa. Mucho gusto. — Le doy un pequeño empujón a Marga para que guarde silencio.
— Encantada. Venid por favor.
Hicimos caso a lo que Lesa nos dijo.
Nos dimos un baño, que falta nos hacia, nos pusimos ropa limpia y nos echemos en una cómoda cama grande donde inmediatamente nos quedemos dormidas.
No sé exactamente cuánto tiempo estuvimos dormidas.
De echo ya no me acuerdo la última vez que pude dormir más de cuatro horas seguidas.
Al despertarnos, algo inseguras, bajemos hacia el salón donde nos espera Ion.
Él nos hablaba, pero no entendíamos lo que decía, hasta que llegó Lesa cargada con bolsas de comida y nos preparó la comida.
— Veruska, ¿Porqué antes no has dicho nuestros nombres?
— A ellos no les importa. Pienso que a la mínima oportunidad debemos escapar. Aquí hay algo que me desconcierta. Ni siquiera nos han llevado a la policía.
— Te recuerdo que allí a fuera hay varios hombres que nos están buscando. Si salimos solas, quizás nos atraparán y volveremos a esa mierda de vida.
Esperaremos unos días y después escapamos.
— De acuerdo Marga — Bajo la voz mirando hacia Lesa la cual nos indica que tomemos asiento en la mesa.
Tomamos asiento comenzando a comer.
Admito que toda la comida estaba buenísima.
Casi no puedo recordar cuando fue la última vez que me senté en una mesa a comer.
Normalmente, comíamos en el suelos, en la cama o incluso de pie. Comíamos bocadillos, comida precocinada o simplemente pasamos días sin comer.
Aquellos recuerdos golpearon mi corazón recordando mi pasado.
Había luchado junto a mi mamá para salir adelante y de pronto fui raptada para ser explotada para ganar dinero. Mejor dicho, para que otros disfruten de una buena vida a consta del sufrimiento de nosotras.
Al caer la noche, Lesa habló con nosotras. Ahí fui cuando comprendí que nuestra libertad había durado mientras corríamos en aquel bosque.
De nuevo, habíamos caído en la red.
Lesa empezó amenazarnos para seguir prostituyéndonos junto a las demás mujeres.
Por supuesto me negué e intenté salir de aquella casa.
Al interior abrir la puerta, Ion me avisó que girase la cabeza.
Al voltearme, vi como tenía sujeta a Marga con un especie de cuchillo grande pegado en su garganta.
Para asustarme, le hizo un pequeño corte. Cerré mis ojos dejando caer de nuevo mis lágrimas cargadas de sufrimiento. Al parecer, esta maldita situación no iba a terminar nunca.
Ha mí pasar, evitando que le ocurra nada malo a mi amiga, acepté sus condiciones.
Nos encerraron en la habitación durante días.
Cuando salimos de la casa fue para ir hacia un piso donde supuestamente había una clínica.
Nos hicieron unas pruebas para determinar si teníamos alguna enfermedad.
En los resultados no apareció nada raro. Estábamos bien, no teníamos ni un virus ni ninguna enfermedad contagiosa.
Salimos de aquella clínica, por llamarla de algún modo.
Lesa nos lleva de compras, nos compra vestidos de fiesta, lencería, zapatos, maquillaje y algún utensilio de peluquería.
Según nos había explicado Lesa, más conocida como "Madame" ella busca mujeres jóvenes hermosas para damas de compañía de gente rica.
Por lo que aquella noche, en una fiesta en un yate, comencemos a mezclarnos con aquella gente rica.
Lesa nos presenta uno a uno a los hombres que están interesados en nosotras.
Por supuesto, lo más interesados eran hombres de cincuenta años para arriba, los cuales necesitaban Viagra para poder mantener durante una hora o algo más relaciones sexuales.
"Madame" me guiñó un ojo, sabía que ese hombre llamado Jhonny, pagaría mucho dinero por abusar de mi cuerpo. Y yo debía complacerlo, esa era mi misión y para ello estaba obligada, o más bien estaba siendo forzada para complacer.
Al pasar a una habitación algo pequeña,aquel hombre empezó a besarme, su aliento olía ha alcohol y tabaco. Poco a poco fue quitándome el vestido.
— Qué hermosa eres Isabella. — Nunca daba mi nombre verdadero a esos miserables. Para mí eso es lo que eran.
— Ahora ponte de rodillas quiero que seas mi perrita.— De un cajón sacó un collar negro con una cadena. Me puse a cuatro patas comenzando a comportarme como perra mientras él se reía de mi todo el rato.
— Perfecto, ahora ven que tú amo te va dar de comer. Debes ser obediente. — En su mano sostenía frutos secos. Debía de comérmelos y beber un licor que me supo tan amargo el cual lo vomité.
— Vaya, ahora resulta que no te gusta lo que te doy de comer.— En su mano sostenía unos guantes de cuero negro.
Con mi cabeza agacha soporté el dolor que me producía aquellos guantes golpeando mi rostro.
Seguido me exigió que debía comerme mis vómitos.
Me negué, no podía hacerlo.
De nuevo volvió a golpeame.
Mi labio inferior temblaba al compás de mi lamento. Con asco, me como todo mi vómito sin dejar de sollozar acumulando cada vez más miedo en mi organismo.
Después, aquel hombre tiró de mi hasta llevarme a una terraza donde me obligó a ladrar como un perro.
Era lo más humillante que me habían echo de hacer.
Al pasar de nuevo a la habitación caminando como un perro.
Mi supuesto dueño, comenzó a penetrarme por mi ano tan fuerte que pensé que de aquella situación no salía.
Con mi cuerpo temblando, tullido por los repetidos golpes me levanté sin dejar de llorar debido al terror que había vivido.
Salí de la habitación en busca de Marga.
Escuché unos gritos. Intenté abrir la puerta, la golpeo con fuerza hasta que veo que sale Marga con su rostro ensangrentado, su pelo cortado con algunas zonas de su cuerpo arañadas.
— Marga...amiga...— Cogí a mí amiga por su cintura caminando hasta donde nos esperaba dos de los hombres que trabajan para "La madame".
En casa, le vuelvo a curar las heridas a Marga en silencio.
¿Qué palabras debía de expresarle si yo sabía por todo el calvario que está sintiendo?
— Dame veneno Veruska. Quiero quitarme la vida ahora mismo.
— Marga, por favor no digas eso. Debemos de ser muy fuertes.
— No puedo más Veruska. Te juro que lo he intentado pero ya no puedo más.
Vivo con miedo siendo sometida a cualquier tortura, violación, abuso, insultos. Ellos se creen superiores a nosotras y por ello nos vemos así.
Sin vida, sin ilusión por nada, pareciendo nos a los robots.
He recibido tantos golpes que ya no siento dolor alguno, mi vagina me escuece, mi cuerpo está golpeado ya nadie le importa lo que me pase.
Quiero morir Veruska. Quiero morirme ahora mismo, así podré descansar de todo este mal trago que estamos viviendo sin merecerlo.
Me acurruco con Marga llorando como niñas.
En ese momento pasa Lesa junto a un médico.
Éste empieza a revisarnos, cura a Marga y le da una calmantes.
Seguido me revisa a mí también curándome las heridas.
Al marcharse el médico, Lesa nos mira con detenimiento disculpándose.
— Lo siento mucho. Siempre protejo a mis chicas y no permito que ningún hombre llegue a estos extremos.
— ¿No sabes cómo actúan tus clientes Lesa? Escúchame con atención, yo no quiero está mierda de vida. Por lo cual, si esto se vuelve a repetir, te juro que nos sucidamos.
— Verónica por favor no debéis hacer algo así. Mis clientes son hombres ricos, y desean probar otras cosas...ya me entiendes.
— No te entiendo, no. Porque no nos merecemos esto. Mira a Rosa. Mírala, ha sido violada por cuatro tíos, golpeada y a mí me han echo de pasar la peor humillación de mi vida obligándome actuar con un perro llegando a comerme mi propio vómito.
¿Qué somos Lesa? Responde. — Grito furiosa clavando mis uñas en la palma de mi mano.
— Mujeres. Putas que trabajan para complacer. Les he prometido que esto no va suceder.
Descansar hasta que se les cure las heridas y les prometo que los próximos clientes no serán tan agresivos. Les doy mi palabra.
— Déjanos ir Lesa. — Súplica Marga entre sollozos llegándose a poner de rodillas.
— Lo siento pero no. Vosotras sois unas putas, no tenéis vida, solo os dedicaréis a complacer a mis clientes. Seréis bien tratadas, pero jamás dejaré que marchéis, haréis lo que yo les diga y sin poner resistencia o puede que lo que habéis vivido esta noche será gloria para lo que les pueda suceder. ¿Entendido?
Lesa cierra la puerta con llave, déjanos de nuevo solas con nuestro tormento de tener que llevar una vida que no hemos elegido.
Lloramos, sí, lloro porque de alguna manera quiero poder quitarme el miedo que no me permite ser más valiente, pretendo ser fuerte cuando en realidad es el miedo quien vive dentro de mí. Siento pánico de todo lo que me rodea dejando atrás mi personalidad, mi carácter...
¿Quién soy? ¿Por cuánto tiempo podré seguir soportando esta condena que lentamente me está acortando mi vida prolongándola de un cruel destino que no elegí?