Capítulo 8

3.1K 323 10
                                    

Me despedí de Amina agradeciéndole todo lo que ha echo por mí.
Quedando en que no diría a nadie que me gusta Salim.
Aunque si lo pienso bien, ya todos los empleados saben que hay cierto flirteo entre ambos.

Seguidamente marcho hacia mi casa.
Al llegar contemplo como mi madre permanece parada con sus brazos cruzados mirando por la ventana.
Al escucharme, se voltea mirándome con odio.

— ¿Sabes la hora que es, Veruska? — Grita mi madre sosteniendo mis brazos.

— Lo siento no me había dado cuenta de la hora.

— Claro como te ibas a dar cuenta si andas en la calle. Dime qué estás haciendo, dime qué no estás haciendo lo que me estoy imaginando. — Tiemblo ante la dura mirada de mi madre.

— Mamá, no estoy haciendo nada malo. Te lo juro.

— Mientes. Te has convertido en la puta de ese tío rico. — De pronto mi madre me da bofetón.

— Mamá, te juro que yo no he echo nada malo, solo limpio su casa.

— Te he visto bajarte de su coche, y como te mira. Eres muy joven Veruska, y esa clase de tíos solo buscan aprovecharse de tí. Cuando saquen o se aburran de ti te abandonará y tú quedarás como un puta a la que ningún hombre va respetarte.

— Mamá... porqué no me crees, yo no me acostado con Salim. Trabajo para él, además él en ningún momento ha intentado sobrepasarse conmigo. Todo lo contrario, me respeta y me trata bien. Créeme mamá.

— No creo nada de lo que dices. Lo único que sé que con esos malditos dibujos que llevas en tus manos, te estás sometiendo a sus deseos. No te das cuenta que ese hombre el cual no son de nuestra misma cultura, nunca se va casar contigo. Buscan mujeres de su misma cultura, porque ellos mismos saben que nosotras las cristianas pensamos y actuamos de otra manera a los que ellos quieren.
Y tú te has dejado convencer como una imbécil. Marcándote para siempre y lo peor te trata como su puta.

— Porqué me hablas así cuando yo no he echo nada. Intento trabajar para que tengamos algo que echarnos a la boca. — Lloro de frustración sintiéndome herida por las palabras de mi madre tan ofensivas.

— Prefiero morir de hambre, antes de presenciar como mi hija se mete en la cama de alguien como ese tipo el cual está sacando provecho de tú ingenuedad.
Vete a dormir, no quiero volver a verte.

Arrastré los pies mirando al suelo hasta llegar a mi habitación.
Allí en mitad de la oscuridad me dejé caer al piso llorando amargamente.
Me hice un ovillo pensando en las duras palabras de mi madre.

Quisiera poder comprender cómo se puede querer si no estoy cerca de él, mi corazón el cual golpea en mi interior,  habiendo veces que pronuncia su nombre.
Pongo mis manos en mi pecho, escuchando mi corazón mientras resbalan mis lágrimas intentando disimular que no siento dolor alguno cuando me estaría mintiendo a mí misma. Me he enamorado de Salim sin proponérmelo.

Pasaron varios días hasta que al fin pude salir de mi casa.
Mi madre me había prohibido volver a esa casa. Al responderle que seguiría trabajando aunque ella se oponga, mi madre agarró un cinturón y me golpeó gritándome que era una puta.

Hasta ahora, las marcas de los golpes se han podido borrar de mi piel.
Busqué a Marga, al menos con ella podría desahogarme contándole lo que me ocurre.
Quedé en vernos en un pequeño parque cerca de nuestras casas.
Al reunirme con ella, Marga me contempló con lástima.

— Veruska, no debiste desobedecer a tú madre.

— Eso ya no importa. Ella rompió su furia contra mi cuerpo. Al parecer se piensa que yo cometeré el mismo error que ella. Y esta es su manera de dejármelo claro.

Forzada Para Complacer Where stories live. Discover now