Capítulo 1

5.7K 424 8
                                    

La noche había sido demasiado calurosa y apenas había pegado ojo, y si a eso le sumas que hoy he tenido que levantarme dos horas antes porque Félix, el encargado del hotel nos ha exigido que debemos estar en nuestros puestos de trabajo dos horas antes, supuestamente porque hay que tener todo listo y preparado lo antes posible, porque  van a venir políticos y gente muy importante a dar una conferencia.
Como si a mí me importase mucho como unos cuantos hombres vestidos de traje hablan y hablan de vete tú a saber qué.

Yo solo sé trabajar y rezar para que este trabajo me dure.
Pero claro, para que me dure tengo que aguantar al pervertido de mi jefe que está más salido que el pico de una mesa. Viejo verde.
Al parecer la parienta no le da lo que necesita, ya que se la pasa metiendo mano a las chicas. Y claro las pobres chicas se tienen que callar porque se sienten amenazadas de perder su trabajo.

Y por supuesto él se aprovecha de ese silencio, para seguir abusando de esas chicas que tienen como obligación trabajar porque en su casa apenas les alcanza para comer.

Llegué por fin al hotel. Busco a mi amiga Marga, mi mejor y única amiga. Me voy hacia los vestuarios, me cambio de ropa y sigo preguntando a mis compañeros si han visto a Margarita. Todos mueven su cabeza en forma de negación.

Bien empiezo yo el día.
Sin mi amiga Marga, es como si me faltase algo. Ella y yo nos hemos criado en el mismo barrio y ambas hemos sufrido mucho a lo largo de nuestros diecinueve años.
Las dos tuvimos que sufrir la separación de nuestros padres, tuvimos que dejar con doce años de estudiar para ponernos a trabajar.
Nuestro primer trabajo fue vendiendo pañuelos. Después pusimos un puesto con bisutería, y prendas hechas de ganchillo que nos enseñó hacer nuestras abuelas.
Por su puesto las lágrimas no nos han faltado.
Tan solo éramos unas niñas que tuvimos que dejarlo de ser para convertirnos en adultas antes de tiempo. Mantener una responsabilidad que no sabíamos ni que existía. Todo se aprende, de una manera u otra acabas por desconfiar de todo el mundo centrándote sólo en tu vida.

Mi preocupación no desaparece tan rápido, sigo pensando que a Marga le ha pasado algo. En estos momentos no puedo seguir investigando, lo haré más tarde.

Mientras tanto agarro mi carrito de limpieza y me reuní con Félix y los demás compañeros.
Félix, con sus lentes en mitad de la nariz, sus manos echadas hacia atrás, encogiendo un poco la tripa porque en ocasiones pienso que el botón de la camisa va salir disparado. Comienza ha darnos la chapa. Todos estamos serios, guardamos silencio mientras él nos observa uno a uno empieza a darnos instrucciones de lo que debemos hacer.

Cuando nos ha entregado los folios dónde está escrito las habitaciones que hay que limpiar y cuales son nuestras obligaciones, nos marchamos hacia nos respectivos trabajos.

Comienzo limpiando la primera habitación sin dejar de pensar en Marga. Todo me parece muy raro del por qué mi amiga no ha venido a trabajar.
Termino de limpiar y continúo con las demás habitaciones, hasta que llega la hora de comer.

Durante la comida intento llamarla, pero siempre me salta la operadora diciéndome que está apagado o fuera de cobertura.

Perfecto. Una inquietud me revuelve el estómago de tener que pensar que algo malo le haya ocurrido a Marga.
Termino de comer y consulto el reloj que hay colgado en la pared. Resignada y con algo de sueño me voy al cuarto de limpieza, pongo las cosas que me hacen falta en mi carrito para volver de nuevo a comenzar a limpiar, pero esta vez son las suites.

Toco la puerta dos veces, al escuchar que no nadie responde decido pasar, meto la tarjeta y abro la puerta.
Miro a mi alrededor, al parecer hay poco que limpiar. Bravo por mí, así me da tiempo de descansar un poco.

Agarro la aspiradora para limpiar la alfombra y joder, menuda mancha de vino.
Perfecto voy mejorando ahora me toca restregar para quitar la mancha. Pero como pueden ser tan cerdos la gente de verdad no lo entiendo, claro si lo tuvieran que limpiar ellos, otra cosa sería.

Clavo mis rodillas en el suelo y empiezo restregando la mancha. Así llevo un bien rato duro que te pego cagándome en todo lo que se menea.

Cabreada, furiosa restrego la maldita mancha  la cual no se va y mi paciencia toca su límite.

—A la mierda, que le jodan a la alfombra y venga el encargado y lo limpie él si quiere con los cuernos. Porque yo estoy hasta el raco de restregar  la puñetera y asquerosa mancha no se va.

—Buenas tardes señorita. ¿Hay algún problema?

Joder, mierda.
Qué corte me acaba de pegar. Y yo creía que estaba sola. ¿Y ahora qué hago?

Pues como se suele decir, esconder la cabeza debajo del ala.
Y eso fue lo que yo hice. Permanecer de rodillas en el suelo mirando los pies descalzos de un hombre al cual me ha oído hablar un poco... mal...y que sin proponérmelo lo ha escuchado todo.

—Buenas tardes señor. No. No tengo ningún problema.

—Como la había escuchado hablar tan poco usual. Había pensado que algo le ocurría.

De la misma vergüenza que siento ni me atrevo a levantar mis ojos hacia él. En esos momentos solo deseo que se abra una zanja y me trague la tierra.

—Muy amable por su preocupación señor. Lamento haber pasado, lo siento muchísimo ahora mismo me marcho.

Me voy levantando del suelo sin apartar mis ojos del piso. Es tanta la vergüenza y el temor de perder mi trabajo por ser una bocazas, hasta tiemblo como una hoja.
Pero lo peor no estaba en que ese hombre forrado en billete me delatase con mi encargado, lo peor que podía pasarme era verlo desnudo con una toalla liada a la cintura. Y qué contar.
Unas piernas largas y fornidas, la hilera de vello negro que bajaba de su ombligo dejaba mucho para la imaginación. Su abdomen cuadrado era pura tentación para lanzarse y acariciarle, y qué hablar de sus rasgos. Ojos negros grandes, boca carnosa y apetecible para besar, nariz recta y su corte de cara cuadrado y lo que más me puso a cien, es verlo con su pelo negro mojado cayéndose unas gotas por su nuca.
Sin lugar a dudas, había visto hombres atractivos. Pero este que tenía delante era la tentación personificada. Y lo que es peor, mi cuerpo ha tardado cero coma en caldearse sintiendo pequeñas sacudidas en mi centro haciendo que me entusiasma por lo que estoy viendo.

—Disculpe pero tengo que vestirme si no le importa.

—Ah, sí. Es..to... yo... quería decirle ...bueno más bien preguntar qué por favor no le diga a mi superior nada, se lo ruego señor. Necesito mucho este trabajo. Por favor si sería tan amable...—Balbuceo mirando aquel bello moreno.

—Tranquila. Pero antes debe decirme tú nombre y yo callaré.

—Veruska. Mi nombre es Veruska Salzar.

—Es muy bonito y dice mucho de ti.

Exactamente no entendí lo que aquel desconocido me quería decir.
Me hubiera gustado preguntarle por su nombre, no pude al no disponer de tiempo y tras dedicarle una tímida sonrisa me marché de la suite notando como su mirada estaba clavaba en mi nuca.

La salir al pasillo tuve que apoyarme en la pared. Necesita calmar mi respiración, menudo hombre por dios benito. Ese hombre es pura sensualidad y lo que digan es mentira.

Algo más tranquila me marcho hacia otra suite la cual limpio lo más rápido posible ante de que llegue el cliente.

Era atardecido cuando salí del hotel, aún seguía sin tener noticias de Marga, por lo que me fui derecha hacia la casa de sus abuelos. Algo me decía que podría encontrarla allí.

Su abuela me recibió tan amable como siempre.
Guadalupe me contó cual fue el motivo por el cual Marga no había ido a trabajar.
Su padrastro la había golpeado de nuevo.
Paso a su habitación, verla con su rostro morado y echa un ovillo hace que me compadezca de ella.
La abrazo en silencio sin decir nada, no es la primera vez que ese bastardo la golpea. Y aún así, su madre mira hacia otro lado porque prefiere seguir casada con un hombre que maltrata a su hija para que Marga le dé dinero para que el pueda gastarse lo en alcohol y en vicios. Antes que ponerse del lado de su propia hija.

Hablo con Marga contándole como me ha ido el día  describiendo le a su vez al sexy morenazo que he visto en la habitación.
Tras un rato hablando de todo un poco, me marcho hacia mi casa. Estoy tan agotada que lo único que deseo es poder descansar.
Estoy segura que mañana me esperan más sorpresas.

Forzada Para Complacer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora