Conan le dió un mordisco al sándwich que el castaño le había hecho luego de haber intentado jugar un videojuego juntos de nuevo y que el rubio se cansara de perder.
Roy se sentó a su lado con una sonrisa, ambos estaban frente al televisor de la habitación del castaño, solo comiendo una pequeña merienda juntos. Su mamá aún no había llegado del trabajo y ellos podían disfrutar un poco más de la compañía del otro sin limitarse a parecer solo amigos.
Por ello, el castaño se abrazó a la cintura del contrario y hundió su rostro en la curvatura del cuello del mismo, suspirando con los ojos cerrados.
—Quisiera detener el día justo ahora—comentó con una sonrisa, Conan siguió mirando la televisión con las mejillas sonrojadas y una sonrisa pequeña en sus labios.
—Yo también, el sandwich no está tan mal—murmuró dándole otra mordida al susodicho al tiempo que Roy se reía.
—¿Solo el sandwich?—inquirió, propinándole una mordidita en el cuello que hizo al rubio encogerse entre una risa.
—Bueno, quien lo hizo también lo está, debo admitirlo—contestó, Roy sonrió de lado orgulloso—eres tan egocéntrico a veces, mejor hablemos de algo que precisamente te quería contar.
—Claro, bebé, dime.
Conan sonrió con burla poniendo su sandwich a medio terminar sobre el plato en el suelo y decidió ir al grano.
—Terminamos—dijo rotundo y entonces Roy dio un respingo volteando a ver el rostro serio de su chico.
—¡¿Qué?!
Pero entonces la carcajadas del rubio le infligió un alivio gigante, tanto que sus pulmones parecieron relajarse con el aire que volvía a respirar.
—¡Deberías ver tu cara!—exclamó entre risas, sosteniéndose el estómago y Roy lo miró mal, cruzándose de brazos.
—¡No puedo creer que me hagas esto, Conan Freeman!—exclamó queriendo levantarse con indignación pero Conan se lanzó para agarrarlo del brazo y jalarlo, haciendo que se sentara de nuevo, mientras aún se reía.
—Perdón, perdón—murmuró rodeando el cuello de el contrario con sus brazos temblando por las carcajadas al tiempo Roy bufaba—es mentira, no te enojes—hizo un puchero al ver el enojo de Roy y le dió un besito en la mejilla—no me atrevería a terminar con un chico tan guapo, hábil, inteligente y divertido como tú.
—Te falta buen besador—masculló aun manteniendo su pose indignada y Conan sonrió plantándole un sonoro beso en la boca.
—Y un excelente besador que me vuelve loco—musitó en tono confidente, haciendo sonreír al castaño en contra de su voluntad por lo orgulloso que se sentía de pronto por escucharlo decir aquello.
—Bueno, al menos sonaste convincente—comentó orgulloso y Conan se rió moviéndose para sentarse en las piernas de él y rodearle el cuello con sus brazos y así mantenerse cerca de él.
—Bien, vamos al grano entonces—Roy lo miró interesado, mientras Conan miraba sus propios dedos jugar con los cabellos del castaño—la academia de danza va a hacer una celebración por los cinco años de servicio, y quieren que todo el grupo de aprendices baile esa noche.
—Eso es genial ¿no?
Conan hizo una pequeña mueca.
—Sí, lo es.
—¿Entonces por qué no te ves feliz?—cuestionó, dejando vagar sus dedos por las mejillas cálidas de su chico que se inflaron un poco.
—Es que... Es por la noche, Roy. No tengo excusa para salir como todas las tardes—murmuró con pena, Roy frunció los labios—ya le comenté a mi entrenador sobre eso y me dijo que esperara hasta el día del evento a ver qué pasa y que si no me podía presentar que no había problema, pero...
—Quieres hacerlo—musitó Roy terminando su frase, Conan asintió con su cabeza, ahora jugando con el cordón de la sudadera de Roy, lucía desanimado.
—He trabajado mucho por esto, y me gustaría que mi entrenador viera lo mucho que he avanzado. Pero...
Roy torció los labios, desviando la vista pensativo por unos segundos antes de volverse hacia el rubio triste sobre sus piernas, considerando una idea que se había cruzado por su cabeza.
—¿Y si... Te escapas esa noche?—propuso y Conan alzó la vista, horrorizado con la idea.
—No podría, sería muy riesgoso, si mis papás se enteran...
—Que sea riesgoso no significa que te vayan a atrapar. Yo puedo ayudarte, te llevaré en la bicicleta—continuó, sonriendo emocionado.
Conan lo pensó, preocupado.
—No lo sé, Roy. ¿Qué hay de tu mamá?—el aludido le restó importancia con un bufido.
—No te preocupes, eso es lo de menos. Pero dime, ¿en serio quieres presentarte?—le preguntó y Conan asintió con su cabeza frenéticamente.
—Bien,—le dio un beso en la mejilla, sonriendo alegre—entonces no lo pienses y hagamoslo, estaré ahí.
El rubio lo miró dudoso, pero ilusionado.
—¿Seguro?—Roy pegó su frente a la de él, enternecido.
—Por supuesto, bebé.
A hurtadillas, Roy salió de su casa luego de decirle a su madre que se iría a dormir temprano esa noche. Había usado la técnica de dejar almohadas bajo las sábanas para pretender que sí estaba durmiendo, aún sabiendo que su mamá no reparaba en él una vez se iba a la cama.
Salió con cautela por la ventana y caminó por el jardín trasero, agarrando su bicicleta que se hallaba recostada junto a la casa de Rocky, allí la había dejado para que le fuera más fácil irse después.
Tratando de hacer el menor ruido posible, arrastró la bicicleta y la ocultó tras un arbusto al lado de la casa de Conan, para acto seguido sacar su celular y enviarle un mensaje de texto, avisando que ya podía salir.
«¡Ven y ayúdame!» le respondió, Roy sonrió imaginándose al chico lleno de nervios dando vueltas en su habitación mientras el miedo empezaba a hacerlo dudar.
Guardó su celular y caminó un poco agachado, miró a todos lados y saltó la valla hacia el jardín trasero, siendo cauteloso en acercarse a la ventana de Conan, donde este ya se hallaba asomado con un gesto de ansiedad.
—Vamos, Rapunzel, deja caer tu largo cabello—se burló Roy en un susurro para que solo él lo escuchara.
Conan le lanzó un miradita enojada y le lanzó una mochila pesada que le dio en la cara por distraído mientras se reía. El rubio sacó una pierna y la apoyó en un borde de las tablas, bajando con un poco de dificultad sin olvidarse en cerrar la ventana de su oscura habitación.
Roy dejó la mochila en el suelo, y se estiró para agarrarlo de la cintura y recibir su peso queriendo evitar que se cayera, Conan se soltó de los bordes de las tablas al sentirse sujetado y doblando su torso abrazó el cuello del castaño, quien le dio un sonrisa, aun sin bajarlo al suelo.
—No puedo creer que el chico responsable este escapándose de su casa con su revoltoso novio—se mofó y Conan arrugó el gesto.
—Tú fuiste el de la idea después de todo—musitó sintiendo al castaño bajarlo al suelo con una sonrisa y plantarle un besito en la mejilla, como ya era su costumbre cada que se veían.
—¿Qué te digo? Me gusta la adrenalina—entonces ambos se tomaron de las manos y salieron de allí corriendo hacia el arbusto donde estaba oculta su bicicleta para subirse en ella y avanzar con rapidez en la calle, sin notar a esa persona tras la ventana de la casa de los Freeman.
No pude actualizar más temprano, pero ajá, aquí estoy.
Al menos la tortura hasta mañana será más amena, no se enloquezcan🕴️
Ten una flor y gracias por leer🌷💕