Capítulo 103: "Avanzar"

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La joven de cabellos castaños salió entre un bufido de cansancio hacia el frente de su casa donde junto a un arbusto se ubicaba el buzón que le pertenecía a la propiedad

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La joven de cabellos castaños salió entre un bufido de cansancio hacia el frente de su casa donde junto a un arbusto se ubicaba el buzón que le pertenecía a la propiedad.

Su mamá siempre la ponía a revisar la correspondencia y antes eso la emocionaba mucho, hasta que las cartas que su amigo y ella esperaba, dejaron de llegar.

Sacó los papeles que allí habían y con curiosidad caminó de vuelta a su casa, revisando los recibos a pagar y demás cosas que no le interesaba, hasta que una carta llamó su atención y sus ojos se abrieron en demasía, hasta sintió que el aliento se escapó de sus pulmones y a la velocidad de la luz, corrió al interior de su casa.

Dejó la correspondencia sobre el comedor y subió a su habitación para ponerse sus converse y volver a correr escaleras abajo. Su mamá la cuestionó extrañada pero la chica emocionada simplemente le dijo que volvía en un segundo.

De ese modo, agarró la bicicleta que aún utilizaba para transportarse y pedaleó rápido, siendo cuidadosa en la carretera hasta llegar a una cafetería pequeña pero acogedora, con detalles en madera y estantes llenos de libros y cómics para que los comensales pudieran sentarse a leer y disfrutar de su café y postre.

Al llegar a la entrada luego de pasar por la puerta que hizo sonar una campanilla, se acercó a la caja donde una mujer sonriente se hallaba organizando postres en vitrinas.

—¡Señora Beckman! —exclamó la chica agitada y la mujer dio un salto en su lugar.

—Por Dios, niña. ¿Por qué llegas así? ¿Qué pasa?—inquirió con una mano en el pecho.

—Necesito ver a Roy, ¿está aquí?

—Sí, creo que...

—¿Ahora qué ocurre, Amelia?—la voz del susodicho se oyó como un canto de ángeles para la castaña quien respiró aliviada al no tener que ir a buscarlo a su trabajo. Este frunció el ceño al ver agitada a la chica mientras se secaba las manos con un trapo y terminaba de salir de la cocina del lugar—mamá, ya saqué del horno los postres que me dijiste.

—Oh, es cierto. Gracias, cariño—la mujer se retiró a la cocina y Roy, quien se hallaba más alto, ocupó su lugar.

Roy había cambiado mucho desde los dieciocho años, su voz sonaba un poco más gutural y su cuerpo se había agrandado, haciéndolo ver más robusto. Y luego de que empezara a ir al gimnasio para distraerse, se había puesto incluso mejor. Pero por dentro seguía siendo el Roy de siempre, quizá no el mismo en su totalidad, pero aún mantenía su esencia.

—¿Y tú qué? Pareciera que hubieras corrido una maratón—se burló él, cruzando sus brazos fuertes sobre la vitrina.

—Casi, pero fue por una buena causa—sonrió la chica agitada—¡te tengo buenas noticias!

—¿Tu madre se casará de nuevo?—se mofó en tono burlón y Amelia sacudió la mano para negarse mientras recuperaba el aliento y sacaba de su bolsillo la carta doblada.

—Es para ti—sonrió entre dientes agitando la susodicha en el aire. Roy se congeló y sintió que de pronto el suelo se movía bajo sus pies. Sus ojos observaron absortos el papel frente a él, casi con miedo a que en serio aquello fuera real.

—No, ¿estás segura?—inquirió tratando de contener el temblor en su voz, su corazón martillando con fuerza en su pecho.

—¡Sí, viene dirigido a Roy Beckman! Tú ya ni siquiera vives en esa casa, ¿olvidas que yo he recibido tus cartas y te las he entregado todos estos años desde que me mudé allí?—preguntó con obviedad, de pronto las manos de Roy sudaron y tragó el nudo en su garganta.

—Es imposible, ¿por qué mandaría algo justo después de que dejó de hacerlo por tanto tiempo?—retiró sus ojos pasmados de la carta y miró a Amelia, asustado. Se aferró fuertemente a la vitrina como si los nervios fueran a derrumbarlo en cualquier momento.

—¿Y tú qué sabes? Pudo haber pasado algo, ¡solo léela de una vez!—tomó la mano del tembloroso chico y puso la carta sobre la palma de la misma. Roy sintió que su brazo empezó a pesar.

—Yo... No lo sé—Amelia frunció el ceño.

—¡¿De qué estás hablando?! Estuviste esperando a que diera señales de vida ¿no?—comentó frustrada.

—Sí, pero... Eso fue antes.

—¿Antes de qué?

—Antes de que me convirtiera en un adulto, Amelia—musitó apretando la mandíbula —ahora sé que me había estado aferrando con uñas y dientes a un sueño de mi adolescencia. Mírame ahora, no puedo simplemente volver a ilusionarme con alguien que no está aquí.

—¿Ya no lo quieres?—inquirió la castaña asombrada.

—No es eso, solo tengo miedo—apretó en su mano la carta—tengo miedo de seguir atado a la idea, a la ilusión de volverlo a ver y que nunca ocurra. Yo jamás podré olvidarlo, pero... Considero ahora que no es prudente que me siga enamorando de un sueño como ese.

Amelia lo miró con los hombros caídos y suspiró con pena.

—¿Entonces no la leerás?—preguntó, Roy frunció los labios mirando el papel arrugado con tormento.

Quería saber si era él, si esas manos aún podían escribirle cosas bonitas y hablarle de sus días sobre aquella hoja, con su perfecta caligrafía y groserías escritas en cursiva para que resaltaran más, quería saber si Conan Freeman se encontraba aún pensando en él aunque sea un poco. Sin embargo, ya no era un niño. Odiaba admitirlo, pero era un adulto con responsabilidades que atender, y no podía hacerse cargo de todo eso con el corazón apenas suturado, sangrando por la misma herida, de nuevo.

 Odiaba admitirlo, pero era un adulto con responsabilidades que atender, y no podía hacerse cargo de todo eso con el corazón apenas suturado, sangrando por la misma herida, de nuevo

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Ya son más de 2k votos y 14k vistaaaas, que emoción, unos meses más y sale la adaptación de Netflix jajajajajajaja

Ojalá

Gracias por todo el apoyo, me hace muy feliz😭❤️‍🩹✨

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Mi Chico RevoltosoWhere stories live. Discover now