Conan Freeman vive bajo las reglas de unos padres egoístas que solo quieren aceptación social y mantener su estatus de familia honorable a costa de la pulcritud con la que han criado a su hijo; Roy Beckman le importa poco lo que piensen de él y solo...
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Conan resopló entre las sábanas, dándole un empujoncito al castaño quien se rió entre dientes.
—¿Ahora qué?
—No pensé que hablaras en serio cuando dijiste que me robarías por dos días enteros—refunfuñó sentándose contra la cabecera de la cama, ambos estaban vestidos con camisetas de dormir y solo unos calzoncillos debajo de esta, habían estado en el apartamento de Roy por dos días en realidad. Comiendo de lo que había en el refrigerador o pedían a domicilio, solo pasando tiempo juntos.
Hablando, viendo películas, abrazándose cuando podían y besándose cuando las ganas de sentir que aquello era real los atacaba. Por ello, ahora Conan sabía que Roy trabajaba en una empresa como practicante de diseñador gráfico, estaba finalizando apenas la carrera en la universidad, pero había logrado que una empresa lo acogiera como su aprendiz. Le pagaban un salario aceptable que subiría conforme se fuera integrando mejor en la organización.
Su madre había montado una cafetería pequeña que con ayuda de Roy logró innovar, haciéndola una cafetería donde la gente podía ir a leer, incluso sacó su colección de cómics de su habitación y los puso allí para alquilarlos. Les iba bien, la señora Beckman y sus postres estaba generando ingresos para ella que ahora vivía sola en un apartamento bonito y económico, y como las cosas nunca le fueron bien en el amor, había decidido capacitarse en atención al cliente y marketing para potenciar su negocio y así mismo, construir la vida que quería para ella.
Roy se había mudado a un apartamento que aún estaba pagando, no muy lejos de su trabajo y la universidad. Había decidido que con la edad que tenía debía ir acostumbrándose a vivir solo y así estar más tranquilo. Su mamá al principio se había mostrado reacia a la idea, pero luego solo lo fue aceptando de a poco y lo apoyó, y aunque a veces no podía evitar meterse a su apartamento y regañarlo por lo desordenado que estaba, su vida era mucho más pacífica.
—Nunca dije que estaba bromeando—comentó Roy estirándose al tiempo que se levantaba de la cama y abría las cortinas que ocultaban las ventanas.
Conan bufó.
—No tienes nada interesante que hacer ¿o si? —inquirió Roy quitándose la camiseta y dejando a la vista su torso definido. Conan se mordió los labios sin que este se diera cuenta.
—No, pero ¿qué hay de ti?
—La empresa me da el fin de semana libre por ser un pasante—le guiñó un ojo agarrando la toalla para dirigirse al baño.
—Oye, quiero hablar contigo de algo—dijo Conan, palmeando la cama a su lado para que el contrario se sentara, Roy lo hizo con una sonrisa curiosa—creo que después de lo que hemos hablado no hemos tocado el tema de... Nosotros.
—¿Qué hay con eso? —inquirió Roy, frunciendo el ceño.
—Bueno, como te dije, mis padres siguen sin estar de acuerdo con nuestra relación y en serio creían que después de tanto tiempo tú ya te habrías olvidado de mi—Roy bufó con burla entrelazando su mano con la del rubio—pero las cosas han cambiado, estoy trabajando duro para sacar adelante mi carrera y poder valerme por mi mismo si en dado caso ellos dejan de apoyarme económicamente por mi decisión de seguir contigo.
