CONTACTO EN LA ÚLTIMA FASE

By RanniaCurtis

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Año 2521 de nuestra era. Una tierra desolada, desértica, pocos humanos sobreviven guarecidos en arcas. Un pu... More

CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
Capítulo 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPÍTULO 62
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
CAPÍTULO 68
CAPÍTULO 69
CAPÍTULO 70
CAPÍTULO 71
CAPÍTULO 72
CAPÍTULO 73
CAPÍTULO 74
CAPÍTULO 75

CAPÍTULO 25

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By RanniaCurtis

Tarigh sonrió ante la escapada de la pareja. Su hermano no perdía el tiempo. Quiso explicar a los que le rodeaban y habían observado igual que él, la huida de ambos.

––En nuestra cultura es costumbre que nadie moleste a la pareja al menos un tiempo, se aíslan para poder completar su vínculo y hacer su unión fuerte y verdadera. Ellos apenas han tenido tiempo

––Si es así, y quieren pasar todo el día a solas... haré que les lleven comida o lo que pidan. Diré que hoy suspendemos las clases a los más jóvenes. Que disfruten de un día de asueto.. Aquí lo llamamos «Luna de miel». No somos tan distintos.

––Sería lo mejor, que al menos tengan un tiempo de «luna de miel»––dijo Tarigh suspirando, él necesitaba exactamente lo mismo, coger a esa hembra de cabello rizado y hermosos ojos, tomarla en sus brazos y desaparecer al menos una luna terrestre completa. Sin embargo no podía llevar a cabo sus deseos.

––¿Comemos?––preguntó prosaica e ignorante de los pensamientos que cruzaban la mente de Tarigh, Lucía. A pesar de haber sufrido cautiverio, una noche encerrada en una fría celda a su lado y una escaramuza sobre su cabeza, parecía extrañamente tranquila.

El comandante la acompañó hasta la mesa, sentándose a su lado. La comida casi se enfriaba, pero era mucho mejor que las raciones de abordo.

Juan estaba sentado frente a ellos.

––Lucía, hemos recibido aviso desde las torres del norte. Se aproxima un frente glaciar.

––¿Tan pronto? No es habitual––suspiró Lucía.

––Por eso, ya que estamos aquí de nuevo todos juntos, hay que acelerar los preparativos, en menos de un día puede estar aquí.. Por suerte, nuestros invitados han traído raciones suficientes para los dos o tres meses que suele durar. ¡Y tienen nociones de energía geotérmica incluso mejores que las nuestras,! Ya he hablado con alguno de ellos sobre este asunto mientras os esperaba..

Tarigh no entendía a lo que se referían, el tono de a conversación era bastante serio al parecer.

––¿Qué ocurre? Si me permiten la pregunta––dijo el comandante.

––Pronto, todo este desierto caluroso se cubrirá de una capa de nieve. Ha habido años que ha superado los cuatro metros de espesor––dijo breve Lucía.

Tarigh asintió, pero esa palabra era desconocida para su idioma.

––¿Qué es nieve?––inquirió el comandante.

––¿No hay nieve en tu planeta?––miró a los ojos al guerrero, por supuesto que no, no entendía nada.

–– Mi planeta sostiene todo el año la misma temperatura con breves oscilaciones según el lugar de asentamiento. Nos alumbran dos estrellas gemelas. Nuestra órbita alrededor de ellos no es elíptica como la tierra, sino que forma una figura de infinito, dos meses o poco más en el tiempo terrestre, no anochece, nos alumbran a la vez. Cuatro lunas nos orbitan, una de ellas habitable. Es un sistema distinto pero perfecto para sostener nuestra existencia.

Juan tomó la palabra, tras mirarle con asombro ante la revelación.

––La nieve es muerte y vida. La única forma en que podemos conseguir agua y a la vez acabar con nosotros. Del cielo se precipitarán pequeños cristales de agua congelada. Poco a poco, o en ventisca, se formarán capas sobre la superficie del suelo y la cúpula de cristal que nos protege. Por suerte hace años que no sufrimos rotura, pero en las peores hemos tenido que repararlas y perdido cosechas enteras, el sol permanece casi todo ese tiempo sin aparecer en el cielo, oculto por nubes. ¿Sabes lo que son nubes?

––Nubes, lluvia, sí. Pero nunca oímos hablar de nieve, ni siquiera tiene traducción a nuestro idioma.

––La nieve es eso lluvia congelada. Se volverá agua y penetrará en el suelo desértico, llenando de nuevo nuestros acuíferos naturales y pozos. Si no fuera por esta época, no sobreviviríamos. El problema radica en la cúpula y en mantener el sistema de circulación de agua, ventilación y calor. A pesar de su red de acero, la cúpula es nuestro punto flaco. Si se acumula mucho peso sobre ella supone un grave problema. Tenemos diferentes puertas, con zonas estancas, que dan acceso al exterior, un balcón de acero la rodea, el cual se procura cuidar y reparar. En ocasiones un equipo ha de salir a la intemperie para hacer labores de limpieza y retirado de cualquier material que pudiese romperla, como esa misma nieve que nos da la vida.

––Pero ese agua, el aire es venenoso arrastrará con ella esas diminutas partículas que os pueden matar. ¿Cómo se convierte en apta para la vida?––preguntó con curiosidad Tarigh.

––Gracias al mismo desierto, no es solo arena, hay diferentes capas de tierra y piedra de diferente textura y composición, hasta llegar a los acuíferos. En la práctica actúa como si fuesen varios tamices, uno sobre otro, el agua se va limpiando a medida que desciende por nuestro suelo. De todas formas antes de que pueda ser utilizada usamos nuestros propios filtros para purificar––continuó Lucía.

––¿Recuerdas el año que tuvimos que dormir todos juntos en el salón, para aprovechar nuestra calor corporal? Era imposible conciliar el sueño en los apartamentos––recordó Leire, la madre del joven Juan.

––Sí, era lo más parecido a unas vacaciones, todas las mesas amontonadas contra las paredes, recubiertas con lonas. Los colchones en el suelo. Kilos y kilos de mantas sobre nosotros. Algunos dormimos más que otros. Los más pequeños se construyeron un castillo con sillas y más mantas. Hasta perdimos comunicación con las demás torres durante días.

––Y mucho trabajo, para que no se congelaran los filtros del aire, ni las cañerías que surten el agua––continuó el relato Juan.

––Sí , algunas reventaron al congelarse el líquido en ella, tuvimos que cegarlas y una vez vueltos a la normalidad, sustituir. Nos costó conseguir algunos suministros para ello. Desde entonces el almacén subterráneo está lleno de cosas que parecen que no sirven ,pero para casos como los que pasamos ese año...

––¿Nuestras naves quedarán cubiertas por esas capas de nieve?––preguntó Tarigh preocupado. Era la defensa alrededor de la torre–. Si el pueblo del Arca Beta 2 decide atacarnos...

––Nadie está tan loco para moverse con ese tiempo. Es una barrera infranqueable, incluso si, como ellos, poseen vehículos terrestres. Sus naves, comandante, podrían volver al espacio si no quieres verlas desaparecer durante días. Incluso la del hangar será inútil. La puerta sur quedará cubierta por la nieve. Por eso tenemos algunas en pisos superiores, por si fuese necesario evacuación.

––Daré la orden que algunos regresen en las agujas espaciales a la nave «Pueblo errante» y se queden a la espera allí por si son necesarios, seremos menos bocas que alimentar. También pediré a la teniente Soreigh que, de inmediato, baje a la superficie junto a los suministros médicos que puedan traer y traiga a tu hijo. No voy a dejar este pueblo sin otro doctor, puede ser necesaria–– comentó Tarigh con seriedad, podría ser bueno que durante dos o tres meses los de Beta 2 no fuesen un peligro, lo suficiente para evacuar hasta la nave de rescate a la población del Arca.

––Eso sería maravilloso, si mi hijo mayor se encuentra ya bien, podrá estar con nosotros––dijo la esposa de Juan, apretando la mano de su marido.

Tarigh miró a la pareja que tenía ante sí. No podía evitar esta conversación, en apenas un par de horas Soreigh podía estar atravesando esas puertas junto al joven Juan. Su familia no sabía nada sobre el enorme cambio al que había tenido que someterlo su teniente para salvarle la vida. No era necesario, por el momento, decirles que fue un experimento, a falta de otras opciones, pero no podía callar más.

––En cuanto al joven Juan, quiero comentarles algo, antes que vuelvan a tenerlo entre ustedes. Temo que... ha cambiado un poco, el tratamiento al que hemos tenido que someterlo ha implicado muchos cambios en él.

––Pero.... ¿está bien?––preguntó con voz temblorosa su madre.

––Por supuesto, entero, solo que su apariencia...––Tarigh buscó en su mente como suavizar la noticia.

––No nos importa si ha sufrido alguna herida o tiene cicatrices, es nuestro hijo––dijo elevando el mentón la madre del muchacho.

––No sufran por ello. Solo ha recibido el tratamiento de cualquier joven que desea ser guerrero, es algo complicado y duro. Él lo ha superado, solo que ahora se parece más a uno de nosotros que a los vuestros. Es más alto y fuerte. Solo eso. Como si hubiese crecido y ejercitado en exceso para los cánones terráqueos. Su mente, sus pensamientos, no harán cambiado, sigue siendo él, solo mas fuerte y resistente, igual que los guerreros que me acompañan.

––¿Juan es ahora como uno de sus hombres ?––dijo asombrado su padre.

––-Si completase el entrenamiento, ejercitándose junto a los míos, siendo instruido, llegará a serlo si lo desea. No nos viene mal un activo como él para defender este lugar. Solo deben tratarlo como antes a pesar de sus cambios físicos, se acostumbrarán, todos lo hacemos si queremos entrar en las élites. Nuestras familias nos acompañan en el proceso, no todos lo consiguen, los <<sangre pura>>>, como el teniente segundo Rioeigh, no tuvo problema, los que somos sangre mezclada tenemos un cincuenta por ciento de posibilidades de sobrevivir al cambio, los de fuera de nuestro planeta raramente llegan a conseguirlo. Pero Juan nos ha sorprendido. Soreig utilizó esto como último recurso, estuvo a punto de perderle con los tratamientos usuales. No le quedó potra opción. Por suerte todo ha salido bien. Le verán lo más pronto posible.

Tecleó en su comunicador un mensaje directo a Soreigh, tendría que darse prisa en bajar, antes que llegase el mal tiempo, tras ello por el mismo medio escogió a los guerreros que tendrían que marchar en las naves aguja. La nave circular que protegía la torre, tendría que elevarse más en el espacio, si no podía resistir los embates del frente glaciar.

Dejó sentados a la mesa a la asombrada familia, muda al recibir la noticia. Tomó su bandeja ya terminada y la llevó a los lugares de limpieza y reciclaje repartidos por el comedor. Lucía le siguió.

––¿Eso es posible? ¿Un humano puede convertirse en uno de vosotros?––le preguntó.

Tarigh miró alrededor, su conversación debía de ser privada, y ese sitio estaba lleno de oídos.

––¿Dónde podemos tener privacidad para hablar?––había muchas cosas que aclarar antes de la llegada de Juan y de la misma evacuación.

Lucía caviló unos segundos. El despacho, imposible, la pared que la separaba de la sala de radio en la que siempre había al menos una persona de guardia y apenas una puerta tan fina que era un milagro que aún estuviese en pie no era opción.

––Sígueme, intentemos disimular con una conversación banal...––alzó la voz para que los que estuviesen alrededor oyesen bien y ni siquiera tuviesen que esforzarse.

––¡Por supuesto, comandante! En la biblioteca se encuentran antiguos mapas de la tierra y de la zona, aunque ahora sirven de poco. También una interesante colección de libros sobre nuestro hábitat antes de ser destruido por nosotros mismos. Fotos de paisajes, pueblos, ciudades...¡Animales extintos! Flora y fauna por supuesto, Sería interesante conservarlos. Acompáñeme hasta allí. Si fuese posible salvarlos... Muchos los sé de memoria, pero es imposible reproducir con palabras tanta belleza ahora perdida.

Tarigh se limitaba a asentir. Para todos, solo era una simple conversación sobre la curiosidad que pudiese sentir un extraño sobre las maravillas que solo quedaban reflejadas ahora en aquellos mamotretos.

Ascendieron al cuarto nivel. A salvo de oídos indiscretos. La habitación tenía cerradura, pero no estaba echada la llave, allí no era necesario. Encendió las luces y el comandante pudo contemplar el tesoro del saber humano guardado en una habitación de apenas sesenta metros cuadrados, con estanterías hasta el techo y otras formando pasillos.

Allí se conservaba todo el saber humano que había conseguido llegar intacto. Tanto el frío como la humedad estaban controlados para la no proliferación de bacterias, o insectos. Era una cámara perfectamente estanca cuando se cerraba la puerta. Ni siquiera los roedores traspasarían la doble capa de acero que se instaló en ese lugar. Era lo más grande que conservaba el arca, esos libros y las personas que lo cuidaban generación tras generación.

A su espalda escuchó la voz monótona de la mujer.

––No podía fingir más... No delante de mi pueblo–– dijo Lucía en un susurro.

Tarigh se volvió rápido para verla derrumbarse, cayendo de rodillas y ocultando su rostro tras sus manos para romper en sollozos.

Corrió hacia ella para arrodillarse ante ella y tomarla por los temblorosos hombros.

––Tranquila, tranquila, estas bajo los efectos de un shock retardado. Has permanecido fuerte durante horas, demasiado has resistido.

Escuchaba como castañeteaban sus dientes, toda ella parecía derrumbarse ahora que nadie salvo él la observaba.

––Tengo frío...––dijo la mujer en voz casi inaudible para un ser normal, no para los sentidos aumentados de Tarigh.

Este no o dudó un instante, la atrajo contra sí, envolviéndola en sus brazos, ofreciéndole su calidez, sujetando ese delicioso cuerpo femenino contra el suyo. No supo cuanto tiempo duraron sus lágrimas, ni siquiera sus temblores, Lucía le abrazó y escondió su cabeza de rizos desordenados en su duro pecho.

Poco a poco su respiración se fue ralentizando hasta volver a la normalidad. Tarigh cometió el error de acariciar ese blando y fragante cabello antes de soltarla poco a poco. Lucía levantaba hacía el sus ojos brillantes, de pupilas dilatadas. Esos labios húmedos, gordezuelos de tono rosado le atraían hacia ellos. Centímetro a centímetro en una espera interminable sus bocas se acercaban, no, no, pensaba el comandante, no debo.

Desvió su cara para después alzarse arrastrándola consigo. La llevó a uno de los sillones en contra de todos sus deseos.

––¿Te encuentras mejor?––preguntó en guerrero intentando que su voz sonase como siempre.

Ella asintió con su cabeza. Desilusionada, había creído, no. sentido que él lo deseaba tanto como ella. A apenas milímetros de unir sus labios, sin saber porqué, había puesto una barrera entre ellos. Le miró volverse y dar unos pocos pasos alejándose.

––¿Por qué?––preguntó Lucía––. ¿No lo sientes igual que yo lo he sentido? No lo niegues, has estado a punto de besarme.

Tarigh emitió un largo suspiro, no quería volverse. Si lo hiciese correría a echarse a sus plantas y arrebatarla con un beso, la arrastraría con él al suelo, la desnudaría, le haría el amor allí mismo.

––No debo––fue su enigmática respuesta.

––¿Tienes una pareja esperándote, quizás? Nos contaste que os embarcasteis en esta misión muy jóvenes. La teniente Soreigh viajó con su esposo y su hijo pequeño...

No había manera de escapar a esa conversación.

––Estoy comprometido, le entregué mis brazaletes a una joven de sangre pura. Mi padre arregló nuestra unión antes de embarcar. Ella tiene ambos. A mi vuelta, he de cumplir la palabra dada por mi familia. Es la tradición––contestó Tarigh en tono duro.

––Pero, pero tu hermano... él vino junto a ti, y tiene sus brazaletes, apenas diferís en edad...

––Solo los primogénitos tenemos esa obligación. Mi padre tomó a una compañera de otro planeta a pesar de ser de sangre ancestral. Nuestra familia perdió poder, solo volverá a recuperarlo si y me uno a una mujer de pureza intachable de sangre, no puedo traicionar esa promesa.

––Si tú y yo... No soy una virgen inexperta, he estado casada. No te reclamaré nada, no diré una palabra, si quieres que lo que ocurra entre tú y yo sea completo secreto... aceptaré sin condiciones. Te deseo Tarigh, no me avergüenzo de ello. No necesito un brazalete para esto.

––Si tú y yo consumamos nuestra unión, ya no podré abandonarte. Serías mía para siempre, estás dentro de mis venas, recorriendo sus vericuetos como un dulce veneno. No podría volver a mi planeta e ignorarte. No podría amar a otra, dormir junto a ella, hacerle el amor, que me diera hijos. Los amaría, sin duda, las criaturas nacidas no tendrían culpa. Podría tomarte como concubina, los de mi posición tienen ese derecho y muchos lo usan. Pero jamás podrías tomar esposo, ni tener tu propia familia. Serias tratada como una ciudadana de segunda. Es tanto lo que no sabes, tanto lo que he tenido que callar, y no solo por esto que estoy sintiendo por ti. Esto que me quema, me impide descansar. No sé porqué, pero eres mi verdadera compañera de vida. Peo sin los brazaletes no concebirías jamás de mi semilla.

Ella se alzó del sillón en que Tarigh la dejó sentada unos minutos antes. Se arrancó casi las lágrimas de su rostro con la manga de su camisa.

––Quiero la verdad Tarigh, no solo por nosotros. Por mi pueblo, yo lo lidero, soy responsable de su bienestar. No voy a llevarlos a un lugar desconocido con vanas promesas. ¿Qué nos has ocultado hasta ahora? ¿En qué nos has mentido?

Tarigh no podía dejar para mas tarde esta conversación, la voz decidida de Lucía, su actitud , su mirada, todo indicaba que era el momento. Tomó una de las sillas y se la ofreció.

––Siéntate, Lucía, será una larga conversación.



Maddekj se entretuvo como cada mañana en reparar pequeño equipo técnico. Era bueno en ello, a pesar de sus manos grandes, tenía firme pulso y una vista aguda. Llevaba días sin entrenar con demás guerreros en en hangar. Pero hoy estos no estaban entrenando, se habían puesto a las órdenes de Juan para revisar cada grieta y resquicio de la torre, de arria a abajo. En pocas horas serían golpeados por lo que ellos llamaban frente glaciar.

Pero su cometido seguía siendo vigilar a la muchacha de cabello cobrizo. No habría clases hoy. Ambas profesoras desaparecidas. Laura disfrutando de las atenciones de su compañero, encerrados en su apartamento. Lucía probablemente haciendo planes junto al comandante en otra de las habitaciones, la llamada biblioteca, a la cual se habían dirigido tras el desayuno.

Todo el personal que habitaba el arca tenía quehaceres, los niños sin colegio, apenas una decena entre los dos y once años fueron dejados al cuidado de la muchacha pelirroja, junto a un montón de piezas de juego. Ella tenía a la más pequeña en brazos, jugando con una ajada muñeca hecha de tela. Si las madres confiaban el bienestar de sus hijos a Danielle, era algo bueno. No era vista como enemigo, sino como víctima colateral de estos.

Ella parecía disfrutar, sonreía a la más pequeña, sentada en es suelo sobre un cojín, le ayudaba a cambiar de vestimenta al juguete. Aunque intentara concentrarse en ese comunicador que uno de sus compañeros de rescate había devuelto con daños, su mirada a cada poco tiempo, se desviaba hacia ella, no por vigilar sus movimientos. Solo por e placer que encontraba al verla sonreír sin preocupaciones.

Llevaba apenas un minuto concentrado en soldar una pieza diminuta de nuevo en su sitio cuando sintió que ella estaba ante su mesa, con la pequeña en brazos. Ambas le miraban, la nena con curiosidad propia de un infante, la otra con cara de duda.

––Maddekj, ¿qué significa geotérmica?

––Vas a tener que acompañar al resto de la chiquillería al colegio, por lo que veo.

––Seguro, no sé leer ni escribir. Pensaba pedirlo. Pero si es posible dime lo que significa, la he oído dos o tres veces, es algo que andan por aquí muy preocupados por que funcione.

––Es simple y a la vez complejo. Durante el episodio de frío que se acerca han de ser retirados los paneles solares que tiene la torre y protegidos, y comprobar que podemos seguir disponiendo de energía suficiente para calentar agua, tener luz, hasta que funcione los filtros de aire, cosas básicas para sobrevivir. En mi planeta también la utilizamos. Proviene del centro de la tierra, bajo nuestros pies, sería muy difícil para mí si no posees conocimientos, pero para que te hagas una idea al menos. Los guerreros hoy no entrenan porque están ayudando a comprobar que esa tecnología funcione a la perfección, es lo que nos mantendrá todo este tiempo.

––Por eso me han dejado a mi a los chicos, el más mayor de los niñoa quiso explicármelo, pero él tampoco podía aclararme mucho.

––Pues ya tienes trabajo estos dos meses o más de frente glaciar. Ir a la escuela cada mañana. Te ayudará a integrarte mejor, aquí todos saben leer, escribir y han estudiado el oficio que han preferido o varios, según sus gustos y aptitudes. Como te he dicho en eso también nos parecemos.

––¿Tú querías ser guerrero?

––No lo sé, mi padre lo fue, mi abuelo, así generación tras generación.

––Tengo más preguntas––dijo mientras dejaba a la pequeña en el suelo, esta correteó en busca de los otros chicos que permanecían unidos sobre una alfombra amplia y llena de cojines jugando.

––Si puedo contestalas lo haré––dijo el guerrero con paciencia.

––No entiendo lo que significa «sangre pura o sangre ancestral»––preguntó Danielle con curiosidad.

––Se refiere a los habitantes de mi planeta originarios. Solemos compartir las mismas características, entre ellas el cabello platino.

––Uno de los que ostentan mando tiene el cabello así.

––Es el teniente segundo Rioeigh, es hijo de Soreigh la teniente doctora de nuestra nave «Pueblo Errante»

––Has dicho «solemos». ¿Tú eres uno de ellos? ¿Porqué afeitas tu cabeza? El color de cabello es precioso. No como el mío.

––Tu cabello también es una hermosa rareza, no te menosprecies nunca Danielle.

Ella se atusó su cabello corto desigual y resopló.

––Si, claro, pero no has respondido a mi pregunta.

No había razón para ocultarlo, todos los suyos lo sabían.

––Es una señal de luto.

Los ojos de ella se abrieron enormes.

––¿Alguien de tu familia a fallecido?––preguntó la muchacha, aunque en seguida se arrepintió de ser tan directa––. Lo, lo siento, no tienes porqué contestar, tengo la lengua demasiado suelta desde que estoy en libertad. He de medir mi curiosidad––se disculpó la muchacha con un hilo de voz.

Él negó con la cabeza.

––No, los guerreros lo saben. ¿Porqué tú no?

Ella alargó su pequeña mano y la dejó caer en una de las enormes suyas. Pareía recuperar carne sobre esos huesos que apenas dos días antes podían verse, incluidos sus tendones

––Solo si estás preparado para confiar en mí.

––Fui el comandante de otra de las naves de mi pueblo. En esta solo viajaban guerreros de élite y unos pocos mecánicos y doctores de rango inferior. O sea, de sangre mezclada, como ves a los demás guerreros de cabello oscuro o diferente color. Ellos son hijos de padre de «sangre ancestral» y madre venida de otro planeta.

––Como yo...

––En mi tierra faltan mujeres, aunque algunos «sangre ancestral» se nieguen a tomar compañeras llegadas de otros lugares. Sobre todo porque el apellido que se debe ostentar es el de la madre. Si no es así se permite el del padre, si no, no tendríamos seguridad de qué familia provenimos.

––¿Tienes entonces esposa en tu planeta que te espera?

––Nadie me espera, soy el último de mi familia. Tengo parientes lejanos, pero no me echarán de menos. Mi padre falleció poco antes de embarcar, mi madre durante mi nacimiento.

––Lo siento mucho––esa mano pequeña y tibia no se separaba de la suya. Ahora ella era la uqe ofrecía consuelo––¿Por eso es tu luto?

––Lo llevé el tiempo estipulado por nuestras costumbres por mi padre. Pero luego dejé crecer de nuevo mi cabello.

––¿En este caso, porqué?

El guerrero se señaló la cara.

––¿Ves estas cicatrices? Nadie las tiene, ni de los que sobrevivieron ni ningún otro guerrero, los nanomec se encargan de borrar las nuestras, la teniente Soreigh tiene en su arsenal especializado entre sus compuestos y medicaciones. Soy yo el que me niego a que desaparezcan. Es mi castigo, yo mismo me lo autoimpuse. Igual de el de mi cabello. Perdí mi nave «Pueblo Azul» en una operación de la que tuve la culpa de no contar con todas las variantes y supuestos que podían ocurrir, perdí a la mayoría de mi tripulación. El único «sangre ancestral» que sobrevivió fui yo, junto a unos pocos de sangre mezclada. Quedamos a merced de los elementos hasta que a mis cinco compañeros y a mí nos rescataron la nave «Pueblo Errante» cuando creíamos que ya no había esperanza.

Danielle alargó la otra manita y con cuidado acarició sus cicatrices.

Maddekj se quedó en completa quietud, asombrado que no estuviese asqueada o le temiese cono as demás mujeres, o que ni siquiera le echasen una mirada y le evitasen.

––Ya has sufrido lo suficiente. Ya hemos sufrido bastante. Has de curar las heridas, igual que yo. Primero las del alma, para después poder sanar las exteriores. Solo tengo que mirar tus ojos para ver que tras esa fachada hay un hombre deseoso de que alguien le ofrezca su consuelo. Tú me cuidas, yo haré lo mismo por ti.

Tras esto, ella se levantó y volvió con los chicos que armaban bastante bulla. No podía dejar demasiado tiempo de cuidar a esos pequeños, debía de ser digna del ese pueblo que la había acogido. Era una manera de empezar una nueva vida, sanar las heridas. Maddekj haría lo mismo, ella se puso como meta que el guerrero recuperase su rostro verdadero y que su cabello volvería a crecer, tan hermoso como el del teniente segundo.

Maddekj la observó ensimismado largo rato, ella de vez en cuando le devolvía una sonrisa plácida. No había tenido el valor de contar toda su verdad, ni que en el momento de que sus pies se posaran sería de inmediato retenido a espera de comparecer ante el Consejo y dar explicaciones, había perdido demasiados hombres por su cabezonería, por no escuchar los consejos de sus segundos al mando, por ser un jodido prepotente.

Esa pequeña terrestre quería curar algo que ya no tenía remedio, nada era un delito más grave como el de perder de aquella forma tan inútil a tantos guerreros de la élite de su raza.

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