Mi exilio con la abuela 2

By Imsweet_shit13

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Lillie está por cumplir sus dulces 21 años y con eso podrá administrar su fortuna heredada. Será que Lillie... More

Sinopsis
01: ¡Los 21 están aquí!
02: Estamos bien... inundadas.
03: Alguien guarda secretos
04: Good 4 u
05: Es él
06: Solo doce escalones
07: El hilito
08: Pesadillas
09: Saliendo del closet
10: Dulce ovejita
11: El trato
12: Al estilo de Sherlock
13: El trono
14: Un reflejo nuevo
15: Traición
16: El plan
17: La habitación de hotel
18: El bigote
19: Gato encerrado
20: Egoísta
21: Tú y yo
22: Es culpa de Lillie
23: La cabaña
24: Perdidos
25: La llave
26: La cena
27: Viejos tiempos
28: USB
29: Propuesta de matrimonio
30: Libre como el viento
31: Peligrosa como el mar
32: Esa bruja
34: Por las calles de Paris
35: Problemas del pasado
36: Un idiota enamorado
37: Vibes de Aladdin
38: Un ramo y un novio
39: Revancha
40: Despelucada, extraviada y atropellada
41: Rescate Express
42: Fantasma del pasado
43: Otro traidor
44: Hierba Mala
45: El año sabático
46: Profesional, no personal
47: Karma
48: Verdades
49: Orígenes
50: Cruel y real
51: Intentarlo fallando
52: Una empresa en problemas
53: Pretendientes
54: El chico de las rosas
55: Volver a casa
56: Una foto y una carta
57: Vivir
58: Despedidas
59: Anillos de papel
60: Sentencia
61: La revelación
62: Tres y uno en camino
Nota final.

33: Mariposas

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By Imsweet_shit13

Mariposas
Lillie Torres

El sol se colgó por los ventanales de mi habitación e inmediatamente mi cabeza empezó a palpitar. Abrir los ojos era una completa tortura.

—Dios, mi cabeza va a reventar —me queje.

Iba a levantarme de mi cama, pero entonces caí al piso aplastando a un... esperen, estoy aplastando un ¡cuerpo!

—¡Aaah, que demonios!

Grité aterrorizada, pero entonces vi la cara de Nicolás, que la verdad daba más miedo. Estaba en el piso arropado con la alfombra y con unos libros haciendo de almohada. Vaya, pobrecito cuello.

—¡Mi cabeza! ¡Duele, Dios, duele demasiado! —chilló.

—¿Duele porque acabo de aplastarte o duele porque has dormido con libros debajo del cuello? —pregunté curiosa.

—Duele porque tengo una mejor amiga que no sabe tratar a sus invitados como debe —respondió.

—Bueno, eso lo explica todo —respondí.

Y por la puerta entró Candace, golpeando una olla con un cucharón.

—Así que ya despertaron los niños. ¿Cómo amanecieron? ¿Necesitan algo? ¿Una pastillita para la jaqueca?

Nicolás asintió sin enterarse del enojo de mi amiga. Yo me cubría los oídos.

—Ah —comentó— y que cinismo el de ustedes, par de vagos, callejeros, ni los cantineros llegan a las 5 y 50 de la mañana a casa.

—Perdón, pero Lillie me obligó a tomar —Nicolás se defendió echándome a la hoguera.

—¿Que? ¡Ni siquiera lo obligue!

—Si, Lillie, ¡no mientas!

Y Nicolás y yo estábamos a punto de matarnos aquí mismo.

—Ah, pero si solo te invite un traguito y luego eras tú el que pedía más y más ¡alcohólico!

—Ya, pero es que me daba pena que mi mejor amiga estuviera bebiendo sola, así que me tuve que sacrificar —luego me ignoró y puso cara de perro muerto de hambre mirando a mi bestie—. Cariño mío, sabes que Lillie es mala influencia, yo inocentemente caí, pero no soy un ¡ALCOHÓLICO COMO UNA POR AQUÍ!

—De mi no vas a estar hablando —me defendí.

—Ya basta —pidió mi amiga— ustedes deberían quitarse ese olor a cantina y venir por el desayuno.

—Y pastilla también nos darás? —preguntó Nicolás.

Y mi amiga sonó nuevamente la olla. Brincamos adoloridos por nuestras cabezas.

—Entonces no habrá pastilla —dedujo Nicolás—, esta bien, pero si muero será tu culpa.

—Y apúrense —pidió por última vez.

Candace salió y nos lanzamos a la cama, pero oímos pasos de vuelta y nos levantamos para correr al baño.

—Ey, yo voy primero.

—¡Este es mi baño!

—¡Las cosas son de los más necesitados! —me respondió inmediatamente.

—¡Pues ve al baño principal!

—¡Ve tu! —me mandó.

—¡Esta es mi casa!

Y aquí estábamos, peleando por un baño.

—¡Eres mezquina!

—¡Y tu atrevido! —respondí.

—¿Están peleando? —preguntó Amanda.

Nosotros negamos.

—Hermana, Lillie y Nicolas están peleando, ¿que es eso que veo? ¿Un cuchillo? Se van a apuñalar al parecer.

Y aproveche para meterme a mi baño mientras Nicolás intentaba salvarse de su propia novia que por supuesto venía a mi defensa.
Al terminar de asearme, me vestí como una dulce dama que anoche no bebió como cantinero. En conclusión, un baño te podía dejar reluciente y brillante, hablaba por mi, no por Nicolás, que seguía siendo el mismo vagabundo.

—¿Y que harán hoy? —preguntó Candace.

Las miradas cayeron en mi, asi que deje el pan en el aire, casi a punto de probar bocado.

—No tengo planes —admití—. Es mi día libre... por más raro que suene.

—Entonces aprovecharé para que me des un tour por paris.

—¿Me llevan? —preguntó Amanda.

—No, no llevamos a muchachitas mentirosas como tú.

Y Amanda abrió su boca ofendida, lanzó su pan a la cabeza de Nicolás.

—Con la comida no se juega —se quejó él.

Y Candace levantó el sartén, en forma de amenza.

—Quien siga peleando y descubrirá el poder del sartén.

Todos se quedaron quietos porque al parecer Candace hoy amaneció fiera y se de primera mano que Candace podía volverse un ogro cuando ya andaba con estos ánimos.

—¿Vienes? —pregunté mientras continuaba tranquilamente con mi desayuno.

Ignore las miradas y muecas que Amanda y Nicolás se hacían. Es que esos dos podían ser muy inmaduros cuando se pelaban entre sí.

—Papá está en la ciudad —comentó casi quejándose.

Y entonces entendí la razón del enojo de Candace que no tenía nada que ver con Nicolás, Amanda o yo. El padre de Candace es un señor algo... gruñón y molesto.

—Ah, ¿así que por eso querías colarte? —preguntó Nicolás a Amanda.

Ella se desinfló asintiendo con desánimo.

—No sabemos que quieres ese viejo bigotón —admitió.

—Si papá te escucha llamarlo así, será tu fin y el mío —advirtió Candace.

—El hecho de que esté en la ciudad ya significa nuestro fin —añadió Amanda.

Deje mi comida de lado.

—Bueno, puede que esté de visita por buenas razones —intente ser optimista.

Ambas hermanas resoplaron.

—Esperemos que si —añadió Amanda.

—Creo que ninguna de las dos quiere ir, entonces ¿por qué van? —preguntó Nicolás—. Creo que podríamos hacer planes y huir de mi suegro.

—No quieres huir de él —le dije a Nicolás.

—Te buscaría y luego te despedazaría —añadió Amanda.

Candace negó.

—Basta, estamos exagerando —comentó tratando de creérselo también— papa no es tan insoportable.

—Si, claro.

Nicolás recibió un mensaje en su celular, sonrió y luego me miró con esa sonrisa diabólica.

—Lillie, acabo de conseguir planes muy divertidos para nosotros.

—¿Ah, si?

Él asintió sin parar de sonreír. La verdad es que no me confiaba del todo de esa sonrisa no después de que lo dejara durmiendo en el piso con una simple alfombra, pero es que ni su novia lo quería en su cama porque roncaba al igual que hace el motor de un carro viejo.

—Si, no te arrepentirás —aseguró.

—Y a donde vamos? —pregunté precavida.

Nicolás me aseguro que no diría nada hasta que estuviéramos en se lugar, lugar que no sabía. Claro que me negué, con Nicolás podíamos parar hasta en la cárcel y yo me negaba visitar la cárcel, pero fue Candace que me animo a ir.

—Bien, bien —acepte de mala gana— iré a donde sea que me vayas a llevar.

Nicolás saltó demasiado emocionado y yo me senté demasiada desconfiada.
Las hermanas se marcharon y yo terminé de recoger mis cosas. Salimos del edificio y saludé a un par de vecinos.

—¿En serio? —pregunté divertida— ¿el Sena? He venido aquí varias veces.

—Si, pero yo no. Así que te callas y aceptas mis planes.

Reí y acepte porque Nicolás parecía muy emocionado y no quería desanimarlo. Además, parecía que se había olvidado de que le aplaste al levantarme.

—Alquile un barco, me costó un ojo, un ojo de la cara, pero valdrá la pena —comentaba.

—Pero —comente asombrada— estas loco. ¿En serio alquilaste un barco solo para recorrer el río?

—Yo no voy a recorrer el río —añadió—, pero tú y Santiago si.

Y entonces observé al individuo, acercándose a nosotros mientras hablaba por teléfono. También parecía sorprendido al verme aquí.

—Te voy a matar —murmuré— ¿piensas que subiré a ese barco por voluntad propia?

—No, pero lo harás —aseguró.

Levantó el brazo y enseguida dos tipos me agarraron de los brazos. Me estaban obligando a subir al barco, mientras yo gritaba que me soltaran.

—¡LOS VOY A MATAR SI NO ME SUELTAN! ¡SUÉLTENME!

—Lillie, tranquila, es por tu bien —aseguraba mi ahora enemigo—. Confía en tu inteligente amigo.

—¿Cual amigo? Ahora eres enemigo mío, ¡lo juro!

Y mire atrás. Parecía que también estaban obligando a Santiago a subir al barco.
Mire a Nicolás, quien parecía disfrutar de su estúpido plan.

—¿Te volviste loco? —pregunté

—Anoche me confesaste que aún lo amas —comentó— así que luego me lo agradecerás.

—¿Que? ¡YO NO HE DICHO ESAS ESTUPIDECES! —trataba de defenderme—. Estas son calumnias y... y yo no recuerdo decir eso, aparte estaba ebria, las personas ebrias dicen cualquier cosa.

—Mi abuelito decía siempre lo mismo: los niños no mienten y los borrachos tampoco. Adiós, Estrellita.

—Estrellita es la que verás cuando te vea, ¡Nicolas me vas a pagar esta! —me quejé— además, yo no he dicho esas...

Y deje de luchar, no porque quisiera subir a ese barco, sino porque Nicolás acababa de decir algo que yo nunca había dicho. Era imposible que yo siguiera enamorada de ese flacuchento, era ¡IMPOSIBLE!

—Tenga bonito paseo, señorita.

Dijo el grandulon que me subió al barco en contra de mi voluntad. Le hice una mueca y me quede sentada mirando de mala gana el río. Santiago estaba sentado al frente, pero yo procuraba no mirarlo.

—Lo siento, no sabía que estaba planeando esto.

—¿En serio? ¿Debería creerte? Tú y él son como la uña y la mugre. ¿Sabes que? No importa, llamaré a la policía.

Y entonces al sacar mi celular del pantalón fue arranchado de mi poder.

—El señor Nicolás dijo que los celulares están prohibidos.

—¡El señor Nicolás me las va a pagar!

Le quitaron el celular a Santi, este no puso tanta resistencia como yo. También nos quitaron las billeteras. Así que no teníamos nada más que aceptar este ridículo paseo.

—Al final del paseo, todo les será devuelto.

Informó el grandulon para luego desaparecer. El paseo empezó y yo me levanté para observar el río.

—Ni lo pienses —comentó Santiago— no sabes nadar bien.

—No te lo pregunté —respondí yo.

No es que pensara lanzarme, nomas quería ver que tan tranquilo estaba, pude responder, pero ahora no pensaba lo que decía hasta que ya había salido de mi boca.

—¿Que tan largos son estos paseas normalmente? —preguntó.

—No son tan duraderos —respondí— 40 minutos recorriendo todo el canal.

—En realidad, este barco tiene un recorrido personalizado por el señor Nicolás.

—¿Que? —solté— ¿que tan personalizado es el recorrido?

Y Santiago me agarró de la mano, alejándome del hombre. Nos acercamos a la punta del barco.

—¿Que haces?

—Si el recorrido va a ser largo, podemos disfrutarlo, ¿no crees?

—¡Si hubiera querido un recorrido en barco, hubiera venido yo sola! —respondí molesta.

Pero entonces en mi mente vinieron muchos recuerdos de la noche anterior.

"Estoy enamoradisima de el"

"Esa víbora no me lo va a robar"

Todo lo que Nicolás y yo hablamos mientras bebíamos, es que apenas y estaba recordando todo. No tuve que haber soltado todo eso, me negaba a aceptar ese momento de exceso de sinceridad. ¿Y si Nicolás ya se lo había dicho? No, no podría aceptar esta semejante traición.

—Mierda —susurré aterrorizada— ¿que te dijo Nicolás? Déjame decirte que todo fue mentira.

—¿Que? —preguntó Santiago— Lillie, ¿que sucede?

Miré a Santi y mi estomago empezó a retorcerse y por más que quisiera que fueran los bichos, en realidad eran esas estupidas mariposas, esas mariposas que revoloteaban en mi estómago sin parar. Tal vez si tomaba agua las podía ahogar, porque en verdad, sentirlas no me agradaba, me aterraba. Pensarlo, admitirlo, sentirlo, todo estos sentimientos me estaban atorando y por más que quisiera negarlo, la verdad estaba aquí dentro de mi alborotado corazón:

Santiago me gusta, todavía me gusta.

Mire sus odiosos ojos, su horrible cabello, los hoyuelos en sus mejillas, el rubor natural en su rostro.

¡SANTIAGO ME ENCANTA!

—Mierda —repetí— aún me gustas.

Y si, probablemente no tuve que decirlo en voz alta.

Nota de autora:
Mi gente latino hemos vuelto (creo) me deshice del semestre, estuvo duro, y creo que esta imagen me define correctamente.

pero sobreviví, así que aprovecharé estas cortas vacaciones para continuar con MECLA2 y trabajar en otras cosas 🙈

Hasta aquí mi reporte 🫶🏽

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