Dragon Ball: una historia de...

By Zanaharydragon

462 62 0

Año 737. Freezer llega a la órbita del planeta Vegeta tras haber congregado a la gran mayoría de los saiyans... More

Prólogo: El juicio del tirano
Capítulo 0.5: Una cara victoria
Capítulo 1: Brecha insalvable
Capítulo 2: Escuadrón de élite
Capítulo 3: El secreto del anciano
Capítulo 4: Lecciones de jardinería
Capítulo 5: una oportunidad irrepetible
Capítulo 6: Examen de ascenso
Capítulo 7: Torneo de poder (parte 1)
Capítulo 8: Torneo de poder (parte 2)
Capítulo 9: Torneo de poder (parte 3)
Capítulo 10: Torneo de poder (parte 4)
Capítulo 11: Torneo de poder (final)
Capítulo 12: Descastado
Capítulo 14: Una historia de los saiyans
Capítulo 15: Los Tres Grandes Misterios del Universo
Especial 1: La Galaxia del Norte y el Imperio Galáctico
Especial 2: La raza saiyan (I)
Capítulo 16: La hora del príncipe
Capítulo 17: El Cuerpo de Exploradores
Capítulo 18: Una apuesta arriesgada
Capítulo 19: La saiyan de élite
Capítulo 20: Una guerra que ganar
Capítulo 21: El planeta Malvarala
Capítulo 22: El plan de Raditz
Capítulo 23: Misión de exploración
Capítulo 24: Misión en el planeta Tarsex (I)
Capítulo 25: Misión en el planeta Tarsex (II)
Capítulo 26: Misión en el planeta Tarsex (III)
Capítulo 27: Misión en el planeta Tarsex (IV)
Capítulo 28: Misión en el planeta Tarsex (V)
Capítulo 29: Misión en el planeta Tarsex (VI)
Capítulo 30: Misión en el planeta Tarsex (VII)
Capítulo 31: Misión en el planeta Tarsex (VIII)
Capítulo 32: Misión en el planeta Tarsex (IX)
Capítulo 33: Misión en el planeta Tarsex (X)
Capítulo 34: Misión en el planeta Tarsex (XI)
Capítulo 35: Misión en el planeta Tarsex (XII)
Capítulo 36: Misión en el planeta Tarsex (XIII)
Capítulo 37: Misión en el planeta Tarsex (XIV)
Capítulo 38: Misión en el planeta Tarsex (XV)
Capítulo 39: Misión en el planeta Tarsex (XVI-FINAL)
Capítulo 40: El legado de un saiyan
Capítulo 41: Comienza la fase 2
Capítulo 42: Ofensiva en Malaxis (I)
Capítulo 43: Ofensiva en Malaxis (II)
Capítulo 44: Ofensiva en Malaxis (III)
Capítulo 45: Ofensiva en Malaxis (IV)
Capítulo 46: Ofensiva en Malaxis (V)
Capítulo 47: Ofensiva en Malaxis (VI)
Capítulo 48: Ofensiva en Malaxis (VII)
Capítulo 49: Cartas sobre la mesa
Capítulo: 49.10: Cronología Dragon Ball

Capítulo 13: La naturaleza del guerrero

14 2 0
By Zanaharydragon

- Toma, esta infusión no es tan efectiva como una cámara de recuperación, pero te ayudará a aliviar el dolor y bajará la hinchazón de los moratones – dijo Morello tendiéndole una taza.

Auber se llevó la bebida a los labios y dio un tímido sorbo. Como se temía, estaba asquerosa. Esa era una de las máximas de Morello, cuanto peor supiese una medicina, más efectiva era. El anciano se sentó junto a él y le observó en silencio, asegurándose de que vaciaba el brebaje.

- Gracias por ayudarme – dijo Auber.

Aún no sabía que hacia allí. Tras su conversación con Salad había comenzado a andar sin rumbo, perdido en sus pensamientos y, sin darse cuenta, había acabado frente al jardín de Morello.

Supongo que es el único sitio donde realmente me siento bienvenido – se dijo.

Era cierto. Apenas conocía al anciano desde hacía unos meses pero esa casa y su compañía se habían convertido en una especie de hogar para él. Cuando se imaginaba regresando de sus misiones en el Cuerpo de Guerreros, era ese el sitio al que acudía. Era un sentimiento extraño pero reconfortante.

- ¿Qué vas a hacer ahora? - preguntó Morello interrumpiendo sus pensamientos.

- Supongo que mañana pediré el ingreso en el Cuerpo de Guerreros – respondió Auber. No tenía sentido demorarse. Cuanto antes entrase al ejército, antes le asignarían un escuadrón y podría comenzar su nueva vida.

Quizás acabe en el escuadrón del saiyan de la cicatriz – pensó entusiasmado.

- No voy a oponerme si es finalmente tu deseo – dijo el anciano tras un momento de pausa -. Sin embargo, creo que ese no es tu camino y que te arrepentirás de esa decisión.

- ¿Arrepentirme? ¡Es lo que he deseado toda mi vida! - dijo Auber, contrariado por las palabras del anciano. Respetaba profundamente a Morello y el hecho de que desaprobase su ingreso en el Cuerpo de Guerreros le resultaba bastante molesto. Más que nada, deseaba contar con su beneplácito.

- No sabes lo que significa ser un guerrero, solo persigues el sueño de gloria de un niño – continuó Morello -. Sin embargo, no tienes la predisposición y la frialdad necesaria para ese cometido. ¿Estas preparado para conquistar un planeta? ¿Para arrasar con millones de vidas simplemente para cumplir una orden? Porque eso será lo que te pidan. ¡Cada día de tu vida!

- ¡Así es como funciona el mundo! - se defendió Auber -. Los fuertes se imponen a los débiles. Si no lo hacemos nosotros, serán otros los que conquisten esos planetas para Freezer. Nosotros al menos tenemos honor y les damos una oportunidad de defenderse.

- ¡¿Honor?! - exclamó Morello alzando la voz -. ¡¿Qué honor puede haber en masacrar a una población indefensa para robarles su planeta y venderlo al mejor postor?! No te engañes muchacho, no hay ni honor ni gloria en esas conquistas, solo la manifestación de lo peor de la sociedad saiyan.

- ¡¿Y qué otra opción tenemos?! - preguntó Auber -. ¡No podemos desobedecer las ordenes de Freezer y tampoco oponernos a él! Eso es algo que aprendimos en su momento. Lo único que podemos hacer es sobrevivir e intentar adaptarnos al Imperio.

- En eso no te equivocas – asintió Morello -. Sin embargo, siempre hay otras alternativas... ¿Qué harás cuando tengas frente a ti a un niño indefenso, llorando junto al cadáver de su madre a la que acabas de asesinar? ¿Serás capaz de soportarlo?

- ¡Cumpliré con mi deber! - exclamó Auber. Se levantó de la silla, inflamado por la ira y se dio la vuelta en dirección a la puerta. No quería seguir escuchando las recriminaciones del anciano.

- ¡Demuéstralo! - gritó Morello levantándose con celeridad y agarrándolo por el brazo.

Auber sintió un leve mareo y, un instante después, ya no estaba en la casa de Morello. En su lugar habían aparecido las ruinas de una ciudad que no conocía, devastada por las llamas y las explosiones.

- ¡Por favor, no le hagas daño a mi hijo! - gritó una voz.

Auber bajó la vista en busca del origen de la súplica. Ante él se encontraba una mujer, de aspecto similar al suyo pero sin la característica cola de los saiyan y de estatura bastante más baja. Sostenía entre sus brazos a un niño pequeño, de no más de tres años, que gimoteaba y se abrazaba con fuerza a ella. La mujer lo observaba aterrorizada.

Es una ilusión – pensó Auber. Estaba claro que se trataba de una técnica de Morello. Sin embargo, parecía tan real...

- ¿Qué no le haga nada al niño dices? - dijo Auber dibujando una siniestra sonrisa en su rostro. Las palabras brotaron de sus labios sin darse cuenta. No era consciente de haberlas pronunciado y, sin embargo, así era.

- ¡Por favor, haré lo que me pidas pero no le hagas nada! - suplicó la mujer.

- Mmm... De acuerdo, perdonaré la vida a tu hijo. ¡Pero con una condición! – dijo Auber -. ¡Comprobemos si realmente estas dispuesta a salvarlo! ¿Ves aquel edificio, el de la bonita cúpula? Necesito entrar allí lo antes posible, pero esta rodeado por una de esas condenadas barreras de desintegración que tanto os gustan a los tsufurs. Ya sabes como van. En cuanto intentas atravesarlas comienzan a desintegrarte la piel y acabas convertido en cenizas antes de llegar al otro lado. Sin embargo, tu raza es sorprendentemente resistente a esas quemaduras y creo que, con la motivación adecuada, tú serías capaz de cruzar la barrera y desconectarla en el panel. ¿Ves por dónde voy?

La mujer miró en dirección al edificio y comenzó a temblar vaticinando su inevitable destino. El niño, al sentir la inquietud de su madre, intensificó su llanto.

- Prométeme que, si apago la barrera, te asegurarás de que mi hijo sobreviva – dijo la mujer mientras apretaba con fuerza al pequeño.

- Claro, si consigues que entre a ese edificio perdonaré la vida al niño – afirmó Auber. No tenía ningún control sobre lo que salía de sus labios. Se sentía parte de la acción pero, al mismo tiempo, solo actuaba como un mero espectador.

- ¡Eso no es suficiente! - gritó la mujer -. Tienes que protegerle y asegurarte de que sobreviva, ese es el trato. ¡Júralo!

- De acuerdo, lo juro – exclamó Auber, cansado de la tozudez de la mujer -. Si tú consigues que entre al edificio, cuidaré de tu hijo y me aseguraré de que sobreviva. Después de todo, cuando controlemos el planeta necesitaremos esclavos.

La mujer asintió satisfecha y miró en dirección a la barrera, calibrando sus posibilidades. El panel que controlaba el mecanismo estaba justo al lado de la puerta, frente a la larga escalinata de acceso al edificio.

- Escúchame cariño – dijo dirigiéndose a su hijo -. Mamá tiene que hacer una misión especial, como si fuese un superhéroe, y entonces podremos volver a casa. Así que tienes que ser bueno y quedarte con este señor mientras termino.

- ¡No, mamá! ¡Yo quiero ir contigo! - gritó el niño, abrazándose con más fuerza.

- No puede ser mi vida – respondió la mujer apartando al niño de sus brazos -. Esto es una cosa de adultos y tú tienes que ser bueno y esperarme aquí. Te prometo que, cuando vuelva, nos iremos a casa y te prepararé tu plato favorito.

- ¡No! ¡No! ¡No! - gritó el niño, negándose a separarse de su madre.

- Bueno, ya es suficiente – exclamó Auber agarrando al pequeño por la espalda. De un tirón separó al niño de su madre. Este comenzó a manotear desesperado, intentando liberarse de su presa.

- ¡No le hagas daño! - gritó la mujer enfrentándose al saiyan.

- No te preocupes, tú cumple tu parte y yo cumpliré la mía – dijo Auber sonriendo -. Ahora, no pierdas más tiempo. Este trato tiene fecha de caducidad.

- Cariño, no llores. Te prometo que volveré enseguida – le dijo al niño antes de emprender su camino. El pequeño seguía pataleando frenético, intentando liberarse.

La mujer avanzó los metros que la separaban del edificio. El perímetro de la barrera era prácticamente invisible y solo las leves ondulaciones producidas por el intenso calor alertaban de su presencia. Se detuvo justo frente a ella. Auber pensó que se rendiría, que aprovecharía para salir huyendo, incapaz de hacer frente a su destino. Desde luego, es lo que él habría hecho. Sin embargo, un segundo más tarde, la mujer dio un paso al frente. Sus gritos de dolor se alzaron por encima del sonido de destrucción que inundaba el ambiente y una densa humareda de tono grisáceo comenzó a elevarse a medida que la piel se le iba calcinando.

- ¡Mamá vuelve! - gritaba su hijo, luchando con todas sus fuerzas por liberarse de la presa de Auber y ayudar a su madre.

- ¡Cállate ya! - exclamó Auber golpeando al niño en el cuello. El golpe apenas llevaba fuerza pero fue suficiente para dejarlo inconsciente -. Mucho mejor así.

No debería haber hecho eso... - pensó consternado. Él no habría actuado así. Había prometido proteger al niño en lo que su madre cumplía la misión. Sin embargo, su cuerpo no le respondía y tenía que conformarse con observar la escena impotente.

Unos segundos más tarde todo terminó. Auber se acercó al perímetro de la barrera para observar el resultado y, para su sorpresa, se encontró con que la mujer aún seguía viva, al menos por el momento. No quedaba nada de su ropa y cada milímetro de su piel se encontraba cubierto de quemaduras y costras supurantes. Era un milagro que consiguiese mantenerse en pie. Pero eso no fue todo. Con paso renqueante, se acercó hacía la amplia escalinata y pulsó el botón que anulaba la barrera.

Increíble – pensó Auber, impresionado por su tenacidad.

El saiyan sonrió satisfecho y, usando al niño como escudo, atravesó el límite de la barrera sin sufrir ningún percance.

- Buen trabajo – le dijo a la mujer cuando llegó hasta la escalera. Esta no respondió. Con sus últimas fuerzas se había apoyado contra la pared del edificio y, cuando Auber se acercó a comprobar su estado, vio que ya no respiraba.

Era una lástima. Volvió a centrarse en su misión y se aproximó a la amplía escalinata. Justo cuando estaba a punto de subir el primer escalón, una leve ondulación en el aire le advirtió del peligro.

- ¡Mierda! - maldijo al percatarse de la trampa.

Una segunda barrera se elevaba en la base de las escaleras. El saiyan analizó su distribución y no tardó en encontrar el interruptor que la desactivaba, justo al final de la escalinata. Tanto esfuerzo para nada, con lo que le había costado encontrar un tsufur dispuesto a ayudarlo. Ahora tendría que buscar otro candidato. Estaba tan cerca, apenas seis metros lo separaban del interruptor. Solo seis metros... Auber dirigió su mirada a su mano derecha, en la que aún sostenía al niño inconsciente.

¡No, no lo hagas! - pensó Auber, intentando tomar el control de su cuerpo.

- Lo siento, pero el acuerdo era que conseguiría entrar al edificio, así que no has cumplido tu parte – dijo dirigiéndose al cadáver calcinado de la mujer.

Un segundo más tarde calibró su puntería y alzó al niño. Esperaba que su plan funcionase, solo tenía un tiro...

La ilusión terminó justo en el instante en el que la masa sanguinolenta que antes había sido el niño impactaba contra el interruptor de la barrera. De nuevo en la casa de Morello, Auber recuperó el control de su cuerpo. Cayó de rodillas y vomitó sobre el suelo del salón.

Acabo de matar a un niño – pensó asqueado -. ¿Cómo había podido ser tan sanguinario?

No, no he sido yo – se dijo – Era solo una ilusión, una trampa de la mente de Morello.

-No era una ilusión, era un recuerdo – dijo el anciano apoyando su mano en el hombro de Auber, como si le leyese la mente. Quizás lo estaba haciendo. Hasta ese momento Auber no sabía que era capaz de generar esas ilusiones. Era un poder aterrador.

- ¡¿Cómo demonios has hecho eso?! - gritó separándose del anciano.

- No es más que una evolución de la zona de ki, una forma de compartir recuerdos y pensamientos con otros. Tú estuviste a punto de lograrlo durante tu entrenamiento – se explicó Morello.

- ¿Entonces todo lo que he visto era un recuerdo? - preguntó Auber -. ¿Un recuerdo de quién?

- Es mío – dijo Morello -. Es un recuerdo de cuando formaba parte del ejército, durante la conquista del planeta Plant.

- ¿Usted hizo eso? - exclamó Auber incrédulo -. ¿Mató a ese niño después del sacrificio de su madre?

- Si, así es – admitió el anciano con rotundidad -. Esa y muchas otras atrocidades durante los seis años que duró nuestra guerra contra los tsufurs. Así es la vida del guerrero muchacho, un baño de sangre constante al que, por desgracia, nuestra genética saiyan nos impulsa.

- No tenía porque haber matado al niño, había otras formas... ¡La mujer había cumplido su palabra! - exclamó Auber. Aún estaba algo trastornado por los efectos de la visión.

- Tienes razón, había otras formas... – dijo Morello -. Mírame muchacho. No estoy orgulloso de mi pasado. Cada asesinato que cometí en esa época pesa como una losa sobre mis hombros. Por ese motivo no quiero que repitas mis errores. Para ti es posible que exista otro camino.

- ¡¿Otro camino?! - estalló Auber -. ¡Yo nunca habría matado a ese niño! ¡Habría cumplido mi promesa! ¡Así es como actuaría un auténtico guerrero saiyan! ¡¿Por qué demonios lo hizo?!

- No tengo excusa. No existe perdón para mis actos. Sin embargo, te equivocas respecto a la naturaleza de los guerreros saiyans. ¿Acaso has visto alguna vez a un tsufur en este planeta?

Auber guardó silencio. Era cierto, nunca había visto a ningún tsufur en Sadala. Aunque vivían muchos esclavos y visitantes de otras razas en la capital, ninguno se parecía a la mujer que había visto en la visión de Morello.

- No los has visto porque no queda ninguno con vida – continuó Morello -. Tras la guerra toda su raza fue eliminada y sus ciudades se convirtieron en ruinas humeantes que fueron engullidas por la tierra. Fue un exterminio muchacho, el primero de los cientos que ha cometido nuestra raza a lo largo de la galaxia.

- Los tsufurs eran nuestros enemigos... - susurró Auber -. ¡Nos secuestraron de nuestro planeta natal y nos tenían esclavizados hasta que conseguimos la libertad! Eso explica que nos dejáramos llevar por el odio.

- Esa es la historia que cuentan a los aspirantes en la academia. Una invención muy conveniente – dijo Morello -. Auber, muchacho, esa no es más que una burda mentira. Yo estuve allí, hace más de veinticinco años. Formé parte de la guerra como Capitán General del Cuerpo de Exploradores y dirigí la última gran ofensiva de los saiyans contra los tsufurs. ¿Por qué iban los tsufurs a introducir en su planeta a una raza de guerreros altamente peligrosa para esclavizarlos? ¡Nosotros comenzamos la guerra!

- No lo sé, supongo que nos subestimaron...

- Si, nos subestimaron... - dijo Morello -. Auber, mírame, quiero contarte una historia. Mi historia, la historia de los saiyans. Quiero que me escuches atentamente, que juzgues cada una de mis palabras y, cuando terminé, decidirás si lo que he dicho es cierto o no. ¿Estás de acuerdo?

Auber observó al anciano. Su gesto suplicante. Su triste mirada. Asintió levemente y acompañó a Morello hacia las sillas donde, parecía que una eternidad antes, había curado sus heridas. Allí estaban, mirándose a los ojos, cuando comenzó con su relato.

- Sucedió hace más de setenta años...


Continue Reading

You'll Also Like

304K 28.8K 67
Freen, una CEO de renombre, se ve atrapada en una red de decisiones impuestas por su familia. Obligada a casarse con Rebecca, una joven que llegó a s...
1.4K 212 6
Una chica arriesga su vida ya muere luego de salvar a su amiga, Dios, o diré Diosa, le da una segunda oportunidad con deseos. Lee y vota para que sig...
808K 96.9K 118
Después de que esa persona se fuera de su vida estaba sola. Pasó toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condición la obligaba a no entablar...
2.2M 233K 132
Dónde Jisung tiene personalidad y alma de niño, y Minho solo es un estudiante malhumorado. ❝ ━𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨, ¿𝘭𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘳𝘦𝘫...