Serotonina [Wilkercest]

Από Lemon_blood

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El amor es química cerebral, intrínseco a la biología y los factores ambientales, pero ¿qué tan biológicament... Περισσότερα

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Serotonina

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Από Lemon_blood

.

Tal vez

.

La noche del apagón parecía haber quedado en el olvido detrás de un mutuo acuerdo mudo.

Bueno, en el olvido entre comillas, porque una parte de Reese no había dejado de darle vueltas al asunto como un ingenuo perro persiguiéndose la cola.

De eso hacía una semana, y la convivencia fantasma entre ellos no había hecho más que empeorar con la llegada de los exámenes finales previos a las vacaciones de verano de Malcolm.

Y es que, debido a que él mismo se lo había dicho, Reese estaba al tanto de que los últimos días de mayo Malcolm había decidido organizar sus deberes y tutorías de tal manera que lograra conservar libres sus próximos fines de semana, sabiendo perfectamente que junio acabaría volviéndose un dolor de cabeza desde el inicio por las evaluaciones propias y las de los demás.

Honestamente, aun si no estaba demasiado dispuesto a admitirlo en voz alta, la verdad era que le sentaba mal ver a su hermano menor tan estresado por ese tipo de cosas sólo porque ahora prácticamente debía hacerse cargo también de otras personas además de él mismo.

Y, también..., porque a veces Malcolm se ponía de un pésimo humor lo suficientemente irritable como para que Reese decidiera evitar hacer uno que otro comentario gracioso en esas particulares situaciones.

El pensamiento casi le hacía reír por momentos. Imaginarse a sí mismo conteniéndose de hacer algo que molestara a Malcolm, siendo que años atrás sólo buscaba activamente conseguir eso todo el tiempo..., bueno, era casi gracioso a un nivel absurdo, porque incluso si sólo era algo ocasional...

«¿Quién lo diría...?»

Reese suspiró.

Era jueves, y él no podía dejar de desear que la semana acabara de una vez y el ciclo escolar se extinguiera junto con ella. Porque no tener ninguna clase de distracción disponible sólo le imposibilitaba dejar de pensar en cosas que probablemente no debería siquiera considerar. Como la extraña e innegable manera en que cada pequeña cosa que Malcolm hacía le afectaba de un modo u otro, aunque no lo quisiera.

Y es que, frente a él, o, mejor dicho, con él, Reese podía enfocarse en otros temas al menos...; porque a pesar de que usualmente acababa adhiriéndose a lo que Malcolm decía o a sus gestos, resultaba menos desorientador mantenerse fijo en eso que hacer caso a lo que comenzaba a deambular por su cabeza cada vez con más frecuencia.

Y en realidad no era tan complicado fingirse tranquilo a veces,

El problema estaba también en que incluso él empezaba a darse cuenta de un patrón que seguía repitiéndose sobre sí mismo cuando, de alguna forma, siempre acababa haciendo cosas que no tenía idea del porqué las hacía.

A ver, Reese toda su vida, o al menos la mayor parte de ella, había sido una persona de actuar antes de pensar. Sí, eso era lo común y a lo que se encontraba acostumbrado después de todo... Sin embargo, ahí radicaba lo inexplicable; en el hecho de que todo lo hacía de acuerdo a una motivación. Una motivación personal, ni más ni menos. Así había sido siempre, y con toda probabilidad así lo seguiría siendo después. El punto verdaderamente preocupante entonces era que, cada que hacía una de esas cosas casi injustificables, no lograba entender mucho su propia motivación.

Y en última instancia parecía estar llegando a un nivel verdaderamente inusual hasta para sus estándares, porque, por ejemplo, encontrarse a sí mismo entrando a un aburrido edificio gris repleto de libros y papeles apilados por todos lados no era algo de lo que se creyera voluntario jamás, y, no obstante..., ahí estaba.

El lugar lucía casi vacío a pesar de su tamaño, con un par de lámparas de apariencia amarillenta encendidas aleatoriamente sobre las mesas y los muros, y un silencio tan intenso que incluso las suelas de goma de sus zapatos parecían resonar contra el encerado suelo de madera, haciendo un poco de eco a través de los altos estantes y los reducidos huecos aquí y allá.

Reese sintió una ansiedad inmensa por romper algo tan sólo para deshacerse de la estúpida sensación de ultratumba abrumándolo en todas direcciones.

Sin embargo, se contuvo.

Afuera estaba oscuro ya, y por la casi inexistente cantidad de gente, que cada vez se reducía más a medida que avanzaba, supuso que estaban a punto de cerrar, si es que para ese punto no lo habían hecho ya.

Anduvo por los pasillos inesperadamente intimidantes, buscando una cabeza cobriza y una nariz de botón unidas a un cuerpo compacto e impresionantemente flexible que-

«Carajo»

Sacudió la cabeza con fuerza intentando despejarla, y apenas consiguió tragarse el bufido de irritación contra sí mismo antes de volver a concentrarse en el objetivo de su búsqueda.

Al poco tiempo lo vio;

Bueno, vio la cabeza y el cuerpo, porque la nariz y el resto de la cara estaban hundidas en un libro abierto a la mitad sobre la superficie de la mesa.

La biblioteca de la escuela y una pública en Boston que estaba a unas calles del departamento se habían convertido en el sitio personal de Malcolm durante toda la semana, y aunque según él sólo le quedaba un examen por hacer para liberarse oficialmente de todo, tomando en cuenta la forma en que se lo había descrito, y que ese día en particular se había quedado ahí más tiempo de lo normal, también era el más importante al parecer.

Reese suspiró de nuevo, porque nunca, ni cuando estaba en sus antiguas clases para genios lo había visto así, y, mientras se acercaba hasta sacudirlo suavemente del hombro, la extraña sensación cada vez más familiar volvió a extenderse dentro de él.

Los ojos azul bebé se abrieron de un tirón, y Reese fue apenas lo suficientemente rápido como para cubrirle la boca con una de sus manos antes de que gritara, o algo, en el momento en que Malcolm se incorporó agitado sobre la silla como un pequeño resorte.

Él sonrió un segundo más tarde, guiado por el curioso chispazo de calidez envolviéndole el estómago gracias a la imagen y dando un paso hacia atrás después de que su hermano se calmara al verlo ya con claridad.

Sin embargo, la sutil sonrisa tambaleó sobre su boca cuando la lengua de Malcolm salió para humedecerse los labios en un inocente acto de reflejo luego de que lo soltara de su agarre por completo.

—¿Qué haces aquí?

La voz le salió ligeramente inestable a pesar de la obvia confusión, y Reese supuso que no había dormido tanto como se lo parecía en un inicio y en su lugar probablemente acababa de caer rendido en un descuido.

—Vine por ti —respondió con simpleza, y Malcolm lo miró raro.

—¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Lo dijiste en la mañana —contestó de la misma forma honesta que antes, reservándose el sardónico comentario sobre que además se había pasado cada tarde ahí durante toda la semana como para no saberlo, y ampliando más la renovada sonrisa de manera inconsciente cuando lo vio tallarse los adormilados ojos con los dedos y parte de sus mangas.

—¿En serio? Vaya... —bostezó, cubriéndose con ambas manos antes de comenzar a guardar sus cosas dentro de la mochila—, en verdad tengo la cabeza en otro lado...

—Sí. En la almohada y la cama, seguro.

La conversación no siguió, pero Malcolm tampoco lo negó, y Reese no supo qué otra cosa hacer entretanto además de pasar la vista de los aburridos alrededores a él y sus movimientos torpes cada par de segundos como distracción. Afortunadamente, no tardó demasiado en acabar.

Salieron juntos luego de que Malcolm dejara todo en un carrito y hablara un par de cosas con la mujer en la recepción a las que él no les prestó mucha atención, encontrándose afuera con un cielo ya completamente oscurecido y las luces exteriores encendidas.

Y entonces,

Diablos —silbó Reese mirándolo cuando habían avanzado apenas media manzana de la biblioteca—, pareces a punto de desmayarte. En serio, si hubiera sabido que te encontraría así, habría venido en el auto.

—¿De qué hablas? —Malcolm bostezó de nuevo— Estoy... bien.

Reese echó un vistazo al frente pensativo. Sí, el lugar estaba relativamente cerca del departamento, pero eran más que sólo un par de cuadras, y, por lo que veía...

—Listo. Olvídalo —suspiró, poniendo los ojos en blanco antes de agacharse frente a él—. Arriba, Botón.

—¿Eh?

—Rápido, no vamos a quedarnos aquí toda la noche...

Malcolm lo miró arrugando ligeramente la nariz.

—¿Estás loco? Caminaré.

—Malcolm, deja de ser tan quisquilloso por una vez ¿quieres? No hay nadie aquí, ¿ves? —señaló a su alrededor, a las calles prácticamente vacías y sólo iluminadas por las luces de los faroles repartidos en las aceras y las de algunos edificios.

Realmente era tarde, y Reese no acababa de entender si esa biblioteca tenía horarios extensibles, o si se trataba de alguna clase de convenio, o algo similar. Siendo honestos tampoco le importaba, pero lo que sí le importaba era la manera en que Malcolm no dejaba de lucir como si no hubiese dormido en semanas y lo obstinado que era aun con todo ese cansancio encima.

—Pero-

—Escucha, Malcolm —dijo enderezándose para llamar su atención—, puedes subir a mi espalda voluntariamente, o puedo cargarte de una manera mucho más humillante para ti.

—Esto es estúpido, Reese.

—Tu elección, tu insulto.

Malcolm lo miró con un gesto que pretendía ser algo retador, pero que resultaba completamente inútil dada la forma en que sus párpados no dejaban de intentar arrastrarse pesados hacia abajo, y Reese, poco impresionado y viéndolo desde toda la aplastante ventaja que su mayor altura le otorgaba, sólo elevó más una de sus cejas cruzándose de brazos.

.

.

.

—Eres tan tonto...

Reese bufó de risa, afianzando el agarre de sus manos alrededor de las piernas cuando la aletargada voz de Malcolm vibró contra su hombro.

—¿Ahora a qué viene eso?

Después de cruzar dos calles, Malcolm por fin parecía haberse rendido en su afán de mantenerlo en una inefectiva ley del hielo. Aunque, por lo que oía, más bien sólo se encontraba tan vencido por el sueño que había comenzado a murmurar cosas sin pensar.

—Haces todo al revés...

«¿Al revés?»

Reese pensó en la adormilada acusación. Para este punto, Malcolm se encontraba más dormido que despierto, así que, incluso tratándose de él, lo poco que decía tampoco hacía mucho sentido en realidad.

Y, aun así, decidió seguirle la corriente.

—¿Sí? ¿Como qué?

—Ahora mismo —respondió Malcolm en medio de un bostezo suave, con las palabras apagándose una a una a medida que avanzaba—. No se supone... que me hagas quererte... más...

El agarre en sus hombros se relajó un poco tras unos cuantos segundos, y los casi inaudibles sonidos de la pausada respiración fueron el indicativo final de que se había quedado completamente dormido esta vez.

«¿Quererme más?»

Reese inspiró hondo, con la última parte de la delirante frase dándole vueltas en la cabeza, y el agradable peso de Malcolm cubriendo en distendida calidez parte de su espalda como única ancla a esa inusitada realidad.

Y entonces, con una parte de él memorizando inconscientemente cada pequeño detalle de eso, no pudo evitar ponerse a pensar en todas las cosas que habían estado pasando;

Desde hacía semanas, desde hacía años, desde hacía... siempre.

Malcolm siempre había sido ese extraño eslabón en su vida.

Ese lo suficientemente raro y diferente como para resistirse a ser colocado junto al resto.

Uno lo bastante influyente como para cambiarle la jugada a su antojo por más que Reese intentara ignorarlo también, y...

«Casi parece una broma, pero...»

Exhaló el aire que había estado conteniendo inconscientemente en la garganta, con la pulsante sensación desconocida a la que empezaba a acostumbrarse haciéndole cosquillas mientas ajustaba cuidadosamente el agarre y el montón de pequeños recuerdos parpadeando en su cabeza.

Porque, de algún modo, Reese comenzaba a darse cuenta de lo mucho que parecía disfrutar tener pequeñas muestras de afecto hacia Malcolm como las que había empezado a implementar impulsivamente luego de mudarse a Boston.

Si era honesto, aceptar el hecho ahora en realidad le resultaba un tanto curioso, porque él más que nadie sabía que eran genuinas. De verdad, por algún motivo, aun si Reese no lo lograba comprender, algo en él se sentía bien cada vez que las hacía.

Se trataba de una clase de satisfacción que no había sentido jamás a ese nivel, llenándolo por dentro al punto de volverse algo genuinamente intencional y recurrente.

Ni siquiera eran algo planeado o premeditado. Sólo... le nacían.

Y, a pesar de que las reacciones que obtenía de Malcolm eran francamente lo que más le gustaba de hacerlas..., el que él lo expresara ahora de ese modo, sólo lo volvía todo más confuso.

"No se supone... que me hagas quererte... más..."

Aunque...

—Bueno... —murmuró al aire, con las apenas audibles y suaves respiraciones de Malcolm como un calmante arrullo lejano a sus espaldas—, tal vez, eso no me molestaría del todo...

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\18\

Hola! ♥ Qué tal todo?

Vengo tarde, pero seguro (?)

Capítulo de Reese. Porque sí.

Nah, el pobre tiene un montón de cosas revolviéndole la cabeza, y aunque todavía no sabe bien qué es lo que le pasa, ya está un poco más cerca y hay que explorarlo por el momento, que ya luego lo agradecerá :D

Ahora, como es algo tarde ya no me voy a extender con una nota muy larga, sólo diré muchas gracias por leer, de corazón espero que estén muy bien, que disfrutaran el capítulo y se lo hayan pasado bien <3

Tengan una gran semana, y cuídense! Bonito día, tarde, o noche, los tqm <333

—Lemon

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