Frágil e infinito

By evelynxwrites

231K 20.5K 2.9K

Theo solía ser el centro de atención. Lucy solía ser la chica invisible. Su historia se truncó pero diez año... More

Sinopsis.
Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Epílogo.
Plantilla de lectura
Libro 3

Capítulo 28

3.5K 366 48
By evelynxwrites

Le resultó inverosímil aquel escenario. Durante un largo rato, tuvo la sensación que aún estaba durmiendo, en medio de una pesadilla de la que despertaría pronto. Afuera del hospital, habían montado un operativo policial, patrullas recorrían los alrededores, agentes que portaban un uniforme azul oscuro, interrogaban a transeúntes. Perdió la cuenta de la cantidad de veces que, inquieto, despeinó su cabello al pasear sus manos nerviosas o la forma en que se presionó el puente de la nariz, sumido en la impotencia. Su mandíbula estaba apretada, evidenciando tensión, del mismo modo en que sus puños se oprimían de vez en cuando. Lucy lo miró de reojo, ahí afuera de pie, con la mirada perdida entre el gentío, aguardando la esperanza de hallar a la niña. Supo que era suficiente cuando lo observó inflar el pecho, su respiración afectada por estar atravesando todo ese desconcierto. Lo sujetó de la mano, llevó otra a su pecho con suavidad, mientras intentaba contenerlo. Si no conociera el trasfondo de la situación, diría que se veía como un padre al que acababan de arrebatarle su pequeña.

—Ey, entremos un momento. Te hará bien sentarte un rato y beber un poco de agua —sugirió, hablándole con cariño—. ¿Vamos?

—No. Si tú quieres entrar, está bien. Pero tengo que quedarme aquí —insistió. Temía que algún agente se perdiera algún detalle o que si la hallaban, estuviera demasiado asustada, pero entonces lo vería a él y se quedaría tranquila.

—Theo, déjalos hacer su trabajo. Es como cuando tienes que atender a una emergencia. Los familiares suelen quedarse pegados al paciente, pero ¿tú qué haces?

—Tengo que pedirles que se aparten para hacer mi trabajo —reconoció. Echó nuevamente otro vistazo, distinguiendo el panorama y comprendió que Lucy estaba en lo cierto. Necesitaba tranquilizarse—. Está bien. Entremos.

<<No debería haberla dejado aquí sola. Tendría que haberme quedado>> se dijo a sí mismo, mientras se acomodaba en uno de los asientos que se encontraban en la sala común del hospital. A medida que pasaba el tiempo, en su pecho se acumulaba más coraje. Sentía que le había fallado, que no la había cuidado lo suficiente. Se restregó la cara un par de veces. Lucy se aproximó dándole un vaso de agua. Después, se acomodó detrás e inició a darle un suave masaje en los hombros. Aquello lo relajó a medias, la tensión no se disipó por completo. No recuperaría la tranquilidad hasta ver a Mía a salvo.

—Aquí estás —pronunció Carol, tras asomarse en la sala—. Lo siento tanto, Theo. Debí haber estado cerca.

—Hiciste lo mejor posible, Carol. No es tu culpa —aseguró. Carol era enfermera. Las enfermeras se ocupaban de las tareas más pesadas del hospital, conocían cada detalle y hacían que el trabajo en equipo funcionara. Ni siquiera había pasado por su cabeza la idea de culparla—. ¿Tienes alguna novedad?

—Nada. Siguen buscando —la mujer que permanecía de pie, se llevó ambas manos a la cintura—. Me parece extraño que nadie la haya visto salir del hospital.

—Sí. Es raro —coincidió Theo.

—¿Y sí aún está aquí? —pronunció Lucy, todavía trabajando en los hombros de su novio. Se había mantenido pensativa desde que pusieron un pie en el hospital. Prefería el silencio cuando no tenía nada bueno para decir y hasta ese momento, solo se había preocupado por contener a Theo.

Carol balanceó la cabeza a los lados, dudando.

—Ya la buscaron por aquí.

—¿Buscaron bien? —Theo, que conocía mejor que nadie a Mía, empezó a pensar que podía ser posible—. Es buena escondiéndose. De hecho una vez mencionó que cuando sus padres discutían, ella se asustaba y se ocultaba en el armario. ¿Revisaron?

—No todos —admitió. El hospital estaba repleto de armarios, taquillas, estanterías. Recovecos donde fácilmente, cualquier niño podría caber.

Así que Theo se puso de pie, apartando el vaso de agua. La esperanza de que Mía aún estuviera en algún lugar, a su alrededor, logró estabilizarlo. Lucy sonrió en su interior, contemplando cómo la mirada del hombre recuperaba cierta luminosidad.

—De acuerdo. Vamos a dividirnos —expresó, al mismo tiempo que emprendió a caminar hacia el ascensor.

Mientras subían al piso de pediatría, indicó que le parecía lo más óptimo empezar buscando en la zona más cercana a la habitación de Mía. Ellas aceptaron, cada una fue a un extremo contrario y él, comenzó a buscar en el centro. Intentó mantener la calma para no alterar el ambiente, que seguía inmerso en el ritmo habitual. Se topó con un par de colegas que, al tanto de la situación, se mostraron preocupados, pero aseguraron no haberla visto. Preguntó a pacientes que transitaban los pasillos, también a enfermeros, celadores, personal de limpieza. Las respuestas continuaron siendo negativas, más no perdió la esperanza. Siguió. Revisó armarios, bajo las camas, incluso cualquier recoveco que sirviera de escondite para una niña de diez años.

Nada.

Abrumado, se detuvo a mitad de un pasillo. Observó hacia los lados, esperando que Lucy o Carol surgieran desde algún lado con buenas noticias, pero tan solo vio hacia el vacío. Fue entonces que, su mirada se clavó en la puerta que tenía enfrente.

Ingresó a la pequeña sala de vendajes y apósitos, allí había un par de estanterías y un armario metálico de puertas anchas, color gris. Bajo sus pies, encontró un brazalete que supo reconocer al instante. Estaba hecho de mostacillas que él mismo le había obsequiado a Mía días atrás, ya que, además de colorear, también se entretenía creando bijouterie. Se agachó, recogió el accesorio que combinaba mostacillas púrpuras, celestes y en medio, contenía un corazón plateado. Tras comprobar que, efectivamente, pertenecía a ella, lo guardó en su bolsillo y cauteloso, avanzó hacia el armario. Al aproximarse a la rendija, escuchó un par de ruidos casi imperceptibles, no obstante, supo que estaba ahí. La había encontrado. Entendió la habilidad que tenía Mía para ocultarse, lo sencillo que le resultaba pretender que era invisible. Quedarse en silencio. Reprimirse. El corazón se le estrujó porque también comprendió que, aquella capacidad era producto de años de sufrimiento. Años ocultándose para <<no causar molestias>>, dado que un adulto le había hecho creer esa mentira.

Tragó saliva, armándose de valor.

—Mía. ¿Estás ahí? —Murmuró en un tono que emanaba paciencia—. Soy yo. Theo. ¿Puedes salir? —No recibió respuestas—. Lo que sea que haya pasado, lo resolveremos. ¿De acuerdo? Estoy aquí. —Aguardó un par de segundos más, pero ella seguía inerte—. Voy a abrir. ¿Está bien?

Poco a poco, Theo apartó la puerta. Descendió la mirada, divisando las rizadas hebras pelirrojas, su cabeza oculta entre sus rodillas flexionadas, abrazándose a sí misma. Hecha un ovillo. Largó un suspiro de alivio, mientras se inclinaba hasta quedar a su altura.

—Ahí estás, cariño. No imaginas el susto que me diste —pronunció, todavía angustiado por la situación. Cauteloso, extendió una mano para acariciar suavemente su espalda—. ¿Quieres decirme qué pasó?

Aún sobresaltada, Mía elevó el mentón. Tenía los ojos inundados de lágrimas.

—Volvió. Lo vi en mi habitación. Quiere llevarme de vuelta.

—Ey, ven aquí —pidió, a lo que Mía reaccionó arrastrándose hacia él. Buscó el hueco entre sus brazos, donde Theo la estrechó y la meció ligeramente. Estaba tan asustada—. Tranquila. Estarás bien.

—Nunca dejará de buscarme —sollozó sobre su pecho—. Solo quiero que me deje en paz.

Estoy aquí, Mía. Nada malo te va a pasar, no te preocupes.

Horas atrás, Mía se encontraba en su habitación. Sentada en la cama, armaba un brazalete de mostacillas tarareando una alegre canción en voz baja. Ocurrió en un parpadeo. De pronto, Andrew Wilson estaba en su habitación. A pesar de sentirse aterrada, decidió que no caería fácilmente, sería más rápida. Tocó el botón de emergencias, aún así, tuvo la sensación de que el tiempo avanzaba a pasos de tortuga. Los segundos se volvían interminables mientras aguardaba por ayuda. Siguió su instinto, corrió hasta perder de vista a su padre, se metió en la primera sala que se cruzó en el camino y luego, se ocultó en la parte baja de un armario. El pecho le ardía. Su respiración se volvió tan acelerada que tuvo que abrazarse a sí misma en busca de calma. Estaba convencida de que, si salía de ahí, algo malo pasaría. Pensó que quizá, debería permanecer en ese oscuro rincón para siempre, hasta que escuchó la voz de Theo del otro lado. Entonces, no resistió en aferrarse a él, cobijada en los brazos de la única persona en el mundo que la protegía.


━━━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━━━

¡Gracias por leer!

No olvides dejar una estrellita y algún comentario. También sígueme en mi perfil, para no perderte ninguna novedad.

Continue Reading

You'll Also Like

325K 16K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...
8.1K 489 42
Portar uno de los apellidos más influyentes del momento no es algo a lo que Dayana se adapte. Pensó que todo sería falsedad a su alrededor hasta que...
279K 15.5K 68
En inglés: Friendzone. En español: Zona de amigos. En mi idioma: Mi mejor amigo me mira como a su hermanita y jamás de los jamases me verá como alg...
1.2K 89 3
Cheryl es una chica que usa el humor negro para la mayoría de cosas, a ella no le importa nada ni nadie, a menos que sea una persona que le haya ayud...