TaeHyung pudo escuchar la grave voz del señor NamJoon del otro lado de la puerta, parecía estar susurrando. Casi se sobresaltó cuando Yerin abrió la puerta de golpe.
—NamJoon ¿Ya le dijiste? —preguntó ella pasando a la habitación, dándole una seña a TaeHyung para que se acercará también.
Eso hizo.
—Si, aunque está un poco molesto.
—Ay, mi bebé...
El de cabello gris observó la habitación, era como la de un niño normal, solo que un poco más antigua y tenía una pequeña sala en ella, dónde estaba el señor Jeon de cuclillas frente a un sofá individual, no podía ver a quien seguramente era el niño sentado ahí, la espalda del hombre lo impedía.
Una grande ventana que daba al jardín delantero, una grande cama en el centro pegada a la pared con una mesita de noche a cada lado, y en ellas había algunas historietas de superhéroes, una lámpara y una alarma roja.
El piso era de madera y había una alfombra beige frente a la cama, algo que le llamó la atención fue el antigüo piano en una esquina de la habitación, junto con su banco correspondiente justo frente a él y también algunas partituras.
Un cofre frente a la cama, tal vez ahí guardaba sus juguetes el niño.
Vió a la señora jeon acercarse a su esposo y acuclillarse de igual manera mientras parecía darle de comer la manzana que había estado cargando todo el recorrido de la casa.
Pudo escuchar alguno de los susurros de los mayores, pero nunca escuchó hablar al niño aunque haya parecido responder a lo que los señores Jeon decían pues estos contestaban a sus dudas.
—TaeHyung, ven. Jungkook te quiere conocer. —dijo sonriente el mayor, levantándose de su lugar y alargando su brazo para tomar el de TaeHyung y acercarlo a ellos.
—Muy bi...en...
Yerin se levantó de su lugar con el plato vacío, sin manzana y TaeHyung tuvo a su completa disposición la vista de el niño que tenía que cuidar.
Su sangre se heló y se quedó paralizado por lo que pareció ser una eternidad, no se había dado cuenta de que su boca se había abierto por la impresión de lo que veía, su respiración empezó a acelerarse al mismo tiempo que un sentimiento horrible invadía su pecho.
¿Que estaba pasando?, ¿Era ésto real?.
De un momento a otro quiso nunca haber aceptado la propuesta de esta pareja para cuidar a su hijo.
Y eso lo supo con certeza cuando sus ojos conectaron con unos ojitos verdes...
De vidrio.
Ahí, sentado en el pequeño sofá individual yacía un muñeco de porcelana, con el cabello azabache y piel pálida —aunque él estaba más que seguro de que eso no era piel— con una camisa blanca muy holgada y pantalones de mezclilla flojos, ¡Incluso tenía unas botas negras de plataforma!.
El muñeco no parecía medir más de cuarenta centímetros, y estaba ahí, sentado, inmóvil, con sus inertes ojos verdes mirando al frente. Como si mirara a TaeHyung.
Pero eso no podía hacerlo, porque no era más que un simple muñeco de porcelana.
Al parecer la pareja no lo veía así.
Quiso preguntar si está era una jodida broma, porque maldita sea, eso no era divertido. Y se aterró aún más cuando vió los restos de manzana alrededor de la boca del muñeco, y muchas más en el sofá. Obviamente eso no iba a coner lo que la mujer hizo para él.
NamJoon apretó su brazo un poco para hacerlos reaccionar.
—Eh... Oh... —no sabía que decir, sinceramente.
NamJoon y Yerin se dieron una mirada incomoda.
La mayor tomó con extrema delicadeza al muñeco y lo cargó contra su hombro como si fuera un jodido infante real y vivo.
El silencio se volvió incómodo entre ellos, pero el señor Jeon sonrió en grande y miró a TaeHyung.
—¡Muy bien! Ahora tengo que decirte algo más. —dijo y le señaló el piano— jungkook duerme a las ocho en punto, ni más ni menos, pero para que pueda dormir le gusta que le toquen el piano.
Él solo lo miró en silencio, no queriendo decirles que eran unos jodidos locos.
Pero en su interior él quería salir corriendo e irse con sus padres.
Vió al hombre acomodar las partituras en un orden sobre el piano.
—Cualquiera de éstas está bien. Sé que no será un problema porque tu madre nos dijo que tocas varios instrumentos, entre ellos el piano ¿O me equivoco?
—N-No, no se quivoca. Sé tocar el piano.
Él no podía terminar de entender porque aquel hombre sonreía tanto, empezaba a darle miedo. Eran diferentes su esposa y él, ella tan neutra y él tan sonriente.
El señor Jeon le explicaba unas cosas más del piano, y él hacía como si le prestara atención, pero en realidad su atención estaba detrás de él dónde Yerin estaba de pie cargando al muñeco como si quisiera calmarlo, mientras le susurraba algunas otras cosas.
TaeHyung solo quería preguntarles donde estaba el verdadero niño porque eso que ella cargababa no lo era.
—Y eso es todo lo que tienes que saber. Nosotros ya debemos irnos.
Ambos mayores salieron de la habitación aún con el muñeco y él los siguió en silencio, llegaron a la puerta de entrada, dónde la mujer parecía debatirse entre irse o quedarse con el muñeco.
—Vamos querida, no nos queda mucho tiempo. —escuchó decir al señor pero supuso que era porque algún auto vendría por ellos.
—Si, espera. Aún no sé si esto es buena idea.
—Cariño, llevamos planeando estás vacaciones desde hace meses, no puedes echarte para atrás ahora.
—Lo sé, solo no quiero que se moleste con nosotros.
—Ya le explicamos.
TaeHyung solo los escuchaba. Ambos voltearon a verlo.
—Dale el niño a TaeHyung, él lo cuidara bien.
Yerin miro insegura a Tae pero después de pensarlo un poco cedió y se lo dió, diciéndole múltiples veces que lo cargará con sumo cuidado. TaeHyung cargó al muñeco como ella lo estaba cargando momentos antes.
Un auto se paró frente a la enorme casa, ya con las puertas abiertas Tae pudo verlo.
—Ve al auto querida.
—Espera una cosa, Tae si se te acaba la comida tendrás que ir al pueblo, aunque no creo que sea pronto hay mucha en la cocina.
—Si, señora.
—El dinero que se te pagará está en la mesa.
¿Le iban a pagar tan pronto?
—El dinero para la comida está aparte. Así que no tendrás que gastar el tuyo. —ella dijo y él asintió— Bueno, ya me voy.
Y salió de la casa a paso apresurado para luego subir al auto con mucha prisa.
En cuanto NamJoon supo que ella no veía borró su sonrisa y vio seriamente a TaeHyung. Él se asustó un poco pues en todo el día no lo había visto de aquella manera.
—Mira TaeHyung, sé que esto debe de parecerte raro y qué ahora probablemente piensas que estamos locos... No importa.
—¿De que habla?
—Estoy más que cuerdo y sé que eso es un muñeco, no tienes que hacer nada de lo que mi esposa dijo, puedes solo dejarlo en su habitación y hacer tus cosas, toma el dinero no importa que no lo cuides.
—Pero ustedes...
—No, nosotros nada. —el claxón se escuchó y NamJoon suspiró— tengo que irme, adiós.
Y TaeHyung lo vió subir al auto e irse a toda velocidad de ahí.
Y él solo pudo pensar que eso era lo más extraño del mundo, ¿Que le pasaba a esa pareja?.
Decidió no pensar mucho en eso y vió el muñeco en sus brazos.
—Bueno, parece que solo seremos tú y yo pequeño jungkook.
Los señores Jeon le habían mostrado su habitación y era una al lado de la de jungkook —según la mujer era para qué si jungkook necesitaba algo no fuera tan batalloso encontrarlo— así que fue al living para recoger sus cosas aún sin soltar el muñeco.
Pero cuando llegó no vió sus maletas por ningún lado, ¿Las habían cambiado de lugar?.
—¿Dónde están mis maletas?
•°•
Lágrimas silenciosas recorrían las mejillas de Yerin, NamJoon tomó su mano y le dió un fuerte apretón, también conteniendo las lágrimas.
—¿Que hemos hecho, Nam?
—Somos libres.
—Pero él...
—No le pasará nada, jungkook me dijo que le agradaba.
El auto los llevó muy lejos, lejos de aquella casa que se había vuelto la prisión de ambos durante años.
Al fin eran libres.