Joseph estaba recostado en la tierra, respiraba lenta y pausadamente. Le dolían las costillas. Scott, Erie, Logan y Sam se acercaron a ver como se encontraba.
-Josh ¿te encuentras bien?- pregunto Scott.
-sí.- suspiro Joseph tosiendo un poco. -estoy bien.
-Estas sangrando.- dijo Erie al notar su mano en su costado.
-No es nada.- respondió Joseph sonriendo e intentando ponerse de pie, pero fue en vano cayó sentado, Sam le ayudo sentarse cómodamente.
-Yo te ayudo.-ofreció Scott, y cerrando los ojos puso sus manos en el costado sangrante de Joseph, analizo con cuidado las heridas y respirando profundamente su boca empezó a decir palabras que ninguno de los presentes lograba identificar o darle por lo mínimo un significado coherente. Sin embargo Scott seguía concentrado en lo que hacía, y Joseph miraba como su herida se cerraba lentamente.
Cuando Scott se paró no visualizo que un rayo estaba llegando de espaldas a él.
-¡Scott Cuidado!- gritó Erie al darse cuenta. Scott volteó y el rayo penetró su pecho haciéndolo caer brutalmente.
-¡Scott!- gritó Katherine al ver como el cuerpo del chico cayo. Joseph se levanto con las pocas fuerzas que tenia, Erie y Logan corrieron a su lado y Tom su mejor amigo habia llegado lo más rápido que pudo dejando a sus hermanos a cargo de su puesto en la batalla.
-¿estás bien?- preguntó Joseph al verle ahí, respirando calmadamente como si nada le hubiese pasado.
-Sí.- murmuró Scott. -Joseph dile a mi madre que quiero que me devuelva mi alma.
-¿Tu alma?
-Sí.- suspiro y cerro los ojos. -Recordáis la historia que os conté acerca de la caldera.
-sí Scotty, lo recuerdo.
-Omití la parte en donde me ví a mi mismo ahí entre tantos niños, por un momento pensé que había sido mi reflejo pero me he dado cuenta que no lo era. Sino que es mi alma. Dile a Jenna que la quiero de vuelta, solo así podre ser feliz.
-No Scott, tú serás feliz de cualquier forma.
-Es mi última voluntad.- reclamo Scott.
-Scott hermano.- exclamo Tom. -No digáis esas cosas, no quiero que te vayas tan pronto, eres mi mejor amigo, mi hermano a pesar de las diferencias de linaje. Sé que soy Scharrier y tu un Anderson pero mirad que hemos logrado llevar nuestra amistad más allá de los límites y las prohibiciones que nos han dado, convirtiéndolo en una hermandad. Y creedme cuando os digo que sois mejor hermano postizo que mis hermanos verdaderos.
Dylan y James voltearon a verle fulminándole con la mirada. Scott y Tom sonrieron.
-Gracias Tom.- sonrio Scott. -pero ha llegado mi momento de partir.
-No Scott. Yo te necesito. - exclamo Katherine estallando en un amargo llanto.
-Claro que no Katherine.
-Necesito que me enseñes lo que sabes, que me enseñes a protegerme, te necesito como hermano. Scott no me dejes.
-Katherine, tu ya sabéis todo lo que deberéis de saber. Sabéis protegerte sola, y sabéis que sois fuerte y muy valiente, sino no estaríais aquí luchando contra la corte mayor. Estoy orgulloso de ti hermanita.- respondió Scott tomándole la mano.
-Voy a extrañarte Scotty.- murmuró Joseph.
-y yo a vosotros.- respondió Scott, dando un último suspiro y cerrando los ojos.
-¡No!- gritó Katherine aferrándose al cuerpo inerte de Scott, llorando con locura. Los demás suspiraron profundamente internándose en el pesar de la pérdida de un gran amigo, consejero, hermano y hechicero. El cielo parecía saber lo que ocurría pues una lluvia leve empezó, cayendo sobre todo el lugar. Scott había llegado más allá de todo, se había metido en el alma de las personas ganándose sus confianzas y su cariño. Scott había sido el más querido y apreciado por todos los Anderson en Casa Negra y porque no, igual había ganado el consentimiento de los Scharrier, Zachary veía en él el hijo prodigio del cual estaría siempre orgulloso, Scott era valiente muy valiente a decir verdad, enfrentándose a cualquier peligro con el fin de proteger a los que apreciaba, y sino ahí estaba Joseph para confirmarlo.
-Matare a la vieja que le hizo esto.- Reclamo Katherine furiosa.
-Tranquila Kathy.- exclamo Tom.
-No, esa arrugada asesino a mi hermano, es justo que yo le quite la vida a ella también.- reclamo ella, sus ojos llorosos ardían de furia.
-Tranquila Katherine, no podrás acabar con Jenna así de fácil.-respondió Tom.
-Lo sé.- suspiró ella. -Pero puedo intentarlo, asesino a Scott, asesino al único chico de Casa Negra que de verdad era como un hermano para mí. Tenemos que hacer algo.
-Y lo haremos, solo ten paciencia.-respondió Joseph.
-Paciencia es lo que me falta.-Reclamo Katherine.
-Tom, llévate a Katherine a Casa Negra, has que descanse un poco, que beba algo y se relaje. Luego continúan con esto.-ordeno Joseph.
-Sí.-respondió Tom, obedeciendo.
-Yo no voy a ninguna parte.-reclamo Katherine.
-Es lo mejor Kathy solo hasta que te relajes.-respondió Joseph.
-Vamos Kathy.-exclamo Tom, llevándose a Katherine a casa negra.
Joseph se encaminó hasta dar con Jenna.
-Oh querido Josh ¿Cómo te la estáis pasando en la guerra?- exclamo la bruja en tono burlón, Joseph frunció el ceño sus ojos se tornaron negros
-Mal. Habéis asesinado a Scott, y es vuestro hijo ¿por qué lo habéis hecho?-reprochó Joseph a Jenna, esta hizo un gesto de desagrado.
-HUM, se lo merecía.-respondió poniéndose digna.
-No lo entiendo.- respondió Joseph.
-Es mi hijo, debió luchar de mi lado pero en cambio lucho con vosotros es un traidor.-reclamó ella.
-No, no lo es y sabéis ¿por qué?- respondió Joseph estallando en furia, sus ojos negros ahora eran rojos, estaba molesto. ¿Cómo pudo acusar a su hijo de traición cuando ella misma lo había traicionado siglos atrás? Jenna negó con la cabeza ante el gesto y la mirada furiosa de Joseph, entonces el continuo: -Porque vos lo habéis traicionado siglos atrás, cuando él supo vuestro absurdo secreto de juventud, claro como no queríais que toda la aldea se enterara de lo que hacías para seguir viéndote radiante y joven, preferiste acusar a vuestro propio hijo para que lo destierren, si él eligió estar de vuestro lado fue porque en Casa Negra encontró el cariño que vos jamás le diste, porque encontró un hogar y sobretodo encontró una familia, y personas que lo apoyaban en cada decisión que él tomase. En cambio vos. ¿Qué habéis hecho con él? ¿Acaso algún día hablasteis de vuestras preocupaciones? Por si no lo sabias, él se preocupaba por vos, si iba a La aldea era para saber cómo se encontraba su vieja madre, pero a ella no le interesaba en absoluto que es lo que en realidad iba su hijo, él iba por apoyo y que recibía él esperarte a que terminarás con lo vuestro para que al menos tuviese un poco de atención, por unos segundos por lo menos. Y siempre después de esperar demasiado, terminaba cansado y rendido regresaba a Casa Negra con la cabeza gacha, la decepción se notaba en su mirada y siempre, siempre él respondía que todo estaba bien.
-pero si yo siempre, le di la atención necesaria.-respondió ella incrédula. Aquella confesión le había dado en donde más le dolía, justo en su orgullo, aunque sus palabras decían lo contrario dentro de ella se debatía la culpabilidad, aquellas palabras que Joseph le había reclamado eran ciertas todas ciertas.
-Eso no es cierto y lo sabes. Eres una vil mentirosa, sabéis perfectamente que no le prestas más atención a nadie más que no sea vos misma.-reclamo Joseph.
-¡Cállate!-gritó ella furiosa.
-No, no me voy a callar porque sabéis perfectamente que lo que estoy diciendo es verdad.-reclamo Joseph.
-Te ordeno que te calles.
-¿y vos quién sois para ordenarme?-respondió Joseph incrédulo. -Porque según yo, vos no sois nadie más que una vil anciana que se cree el centro del universo porque sabe que dentro de ella no es más que una miseria.
-¡Cállate! ¡Cállate!
-¡No!
-Te odio Joseph Anderson.
-Nunca he pensado lo contrario.
-eres una escoria, una maldita escoria.
-Gracias vos igual lo sois.
-¡Voy a destruirte Joseph!-gritó ella enfadada.
-Quiero verte intentándolo. ¡Bruja!- le retó Joseph.
Jenna se abalanzo sobre él desatando su ira, la leve lluvia que caía se puso más recia, el viento cada vez era más aborrecedor, más fuerte. Los árboles se movían de un lado a otro mientras que Joseph intentaba sacarse de encima a la bruja enojada.
Zach se percató de que su sobrino estaba en un lío, así que de un movimiento rápido dejo inerte el cuerpo de la bruja que contra él luchaba y fue en ayuda del chico.
-quítate Zachary, esto es entre este bastardo y yo.-reclamo furiosa Jenna.
-¡No!-respondió él. -esto es entre todos y vos, por si no lo habéis notado eres la única que falta por irse al infierno.
-¿pero qué?- preguntó incrédula la bruja. -¿qué paso con mis compañeras?
-están muertas.-respondió Zach.
-¿pero cómo? Es que no lo entiendo la corte mayor era poderosa, somos poderosas las entrene para asesinar no para ser asesinadas.- respondió ella.
-Pues ya ves, las cosas se voltean.
-¡Oh, esto es vuestra culpa maldito Joseph!-gritó ella lanzándose nuevamente sobre el chico, él como reflejo le tomó del brazo torciéndoselo. Para luego dejarla caer al suelo. Zach se acercó a Jenna quién se encontraba llorando de furia en el suelo.
-Él no tiene culpa de nada Jenna, quizá es el momento en que deberéis pagar todos los males que habéis hecho. Porque mejor no le ponemos fin a esta guerra de una vez y aceptas vuestra derrota.
-¡No! ¡Jamás!-respondió ella a gritos. -puede que las 35 brujas de la corte mayor hayan muerto pero aún estoy viva, y mientras este yo de pie esta guerra no termina. ¡Voy a destruirlos a todos!
-No lo harás.- dijo una voz de entre los árboles, los ojos de Jenna se iluminaron al reconocer la voz era la voz de Elizabeth, por fin podría obtener lo que deseaba, y lo haría ahora que esa chica se encontraba ahí. Le arrancaría la cabeza y el poder de una vez por todas de igual forma ella era mortal.
-¡Elizabeth!-exclamo Joseph asombrado de verla ahí. -¿Qué haces aquí?
-Vine a terminar lo que por mí se inició.- respondió ella.
-pero no, no puedes hacerlo.-reclamo Joseph.
-Dejadla Joseph, esto a no te incumbe a vos.- le interrumpió la bruja. -Ven querida acércate.
Elizabeth obedeció, la bruja tomo entre sus manos sus frágiles hombros de la joven. Y busco entre sus ojos la fuente de su poder.
-¿qué es lo que estáis buscando?- preguntó la chica.
-Tú poder, entregádmelo.- reclamo Jenna
-No lo hare.-negó Elizabeth.
-¿Por qué?- reclamó la bruja. -es mío y quiero que me lo devuelvas.
-No voy a hacerlo porque no lo tengo.
-¿Cómo qué no lo tenéis?
-No lo tengo porque no existo, si estoy aquí es por vuestra imaginación.-respondió Elizabeth.
-¿Cómo?- reclamo Jenna furiosa y cuando se dio cuenta Elizabeth había desaparecido de su vista.