El combate entre Plum y Cado fue muy diferente de los anteriores. Si los dos primeros duelos se habían caracterizado por su precipitación y velocidad, en esta ocasión los contendientes fueron mucho más cautelosos, midiendo cada golpe y valorando los posibles riesgos de cada técnica. En la mente de todos los aspirantes estaba el combate de Ange. Sin embargo, en esta ocasión no hubo sorpresas y Cado se acabó alzando con la victoria. El enorme saiyan, con la característica brutalidad que tan a menudo había descargado sobre Auber durante su formación en la academia, se concentró en machacar el costado izquierdo de Plum con una andanada de golpes ante la que este poco pudo hacer para defenderse.
- ¡Cado es el vencedor del tercer combate! - gritó Brocco cuando Plum cayó inconsciente sobre la arena después de recibir una fuerte patada en el cuello.
- ¡Si! - gritó Melo entusiasmado por la victoria de su secuaz - ¡¿No os lo dije?! Una cosa es que una saiyan de nivel alto como Ange logre darle la vuelta a un combate desfavorable y otra muy distinta que una basura de nivel bajo sin talento obtenga la victoria.
Nadie se molestó en responder. Sin duda, al contrario que Ange, Plum carecía de la inteligencia y habilidad para imponerse a un rival que le superaba en poder. Sin embargo, Auber aún creía en sus posibilidades. Tenía su técnica de respiración y la zona de ki que le permitían mejorar su velocidad y percepción, reduciendo las diferencias contra rivales de un nivel superior. Esperaba que eso fuese suficiente para sobrepasar la enorme brecha que le separaba de Orn.
- ¡Llegamos a la mitad de la primera ronda! ¡Es el momento del cuarto combate! - gritó Brocco cuando el equipo médico se llevó al inconsciente Plum. El examinador estaba encantado con su papel de arbitro -. ¡Qué pasen a la arena Melo y Tich!
- ¡Mi momento ha llegado! - exclamó Melo eufórico -. No me quitéis el sitio, vuelvo enseguida.
- ¡Suerte Tich! – dijo Ange alentando a su compañero de grupo. Tich agradeció los ánimos con una vaga sonrisa. El saiyan no parecía convencido de sus posibilidades.
- ¡Suerte! - exclamó también Auber. Apenas conocía a Tich pero esperaba que se alzase con la victoria, no solo por su odio hacia Melo, también debía reconocer que la lealtad y compañerismo del saiyan con Ange le había causado una notable impresión. En la siempre feroz y competitiva sociedad saiyan resultaba inusual encontrar esas muestras de amabilidad.
- ¿Un buen tipo ese Tich, verdad? - dijo Aspar acercándose a él -. Una pena que, en este caso, Melo tenga razón. No tiene ninguna oportunidad de ganar el combate.
- Quién sabe... - respondió Auber, esquivo. No estaba acostumbrado a tratar con otras personas de su edad y la aparente familiaridad de Aspar le resultaba un poco incómoda.
- Créeme, tengo buen ojo para valorar el potencial – dijo sonriendo -. Sin embargo, a ti si te veo con bastantes posibilidades.
- ¿A mí? - preguntó sorprendido -. ¿Por qué lo dices? La diferencia de poder entre Orn y yo es prácticamente la misma que la de Melo y Tich.
- Si, eso es cierto – reconoció el saiyan apoyando su mano en el hombro de Auber -. Pero, como ya dije, en un combate el nivel de poder no es lo único que importa y, en tu caso, tengo el presentimiento de que pasarás de ronda.
Orn soltó un bufido de incredulidad al escuchar la predicción de Aspar, mientras que Cado y Prico lanzaron sonoras carcajadas.
- Gracias por la confianza supongo – respondió Auber, cada vez más incómodo -. ¿Y qué hay de ti, también te ves con posibilidades?
- Eso lo sabrás en unos minutos – dijo Aspar esquivando su pregunta-. Mira, al combate no le queda mucho.
Era cierto. El pobre Tich se había descuidado y Melo había aprovechado la oportunidad para emplear una de sus técnicas favoritas. El matón agarró la cola de su desprevenido rival y este redujo drásticamente su energía, cayendo al suelo presa del dolor. Ese era el punto débil de todos los saiyans y el entrenamiento para superar esa flaqueza no estaba al alcance de cualquiera. Una vez en el suelo, Melo se dedicó a golpear a su rival a placer. Desprotegido como estaba, podía haberlo lanzado fuera de la arena de combate, pero el matón tenía otros planes. Estaba claro que quería darle una lección. Ange observaba la escena con los puños apretados, luchando por contener el deseo de ayudar a su amigo.
- ¡¿Dónde está ahora tu confianza?! - gritó mientras le daba una patada -. ¡Por eso los niveles bajos solo sirven para luchar contra saibamans!
Finalmente, ya fuese por aburrimiento o para ahorrar energías, Melo levantó a Tich por la cola y lo arrojó fuera de la arena de combate. El pobre saiyan cayó como un fardo contra el suelo, inconsciente.
- ¡Listo, ya he sacado la basura! - exclamó Melo mientras el público jaleaba.
- ¡Tich esta fuera, Melo es el vencedor! - gritó Brocco poniendo fin al combate. Al instante, Ange rodeó la arena del estadio y se acercó para comprobar el estado de su amigo.
- ¡No perdamos tiempo! ¡Es el momento del quinto combate! - gritó Brocco -. ¡Qué entren Prico y Aspar!
- ¡Ha llegado tu hora bocazas, a ver si eres tan charlatán en la arena como desde la barrera! – dijo Prico levantándose del suelo y accediendo a la arena de combate.
- ¡Así se habla Prico! ¡Dale una paliza a ese bastardo! - le animó Cado.
- No estoy preparado para gestionar el amor de tantos fans... – respondió Aspar meneando la cabeza de forma cómica y esgrimiendo una sonrisa despreocupada.
- Suerte – le dijo Auber cuando se dirigía a la arena. No estaba seguro de si el sociable saiyan le caía bien o no pero, sin duda, prefería que ganase él a que lo hiciese Prico.
- ¡Muchas gracias mi buen amigo! - exclamó con júbilo.
Desde luego, si estaba preocupado por su adversario no lo demostraba. En principio, si se valoraban los niveles de poder, Prico tenía toda la ventaja. El esbirro de Melo estaba muy cerca del límite para ser considerado un guerrero de clase media mientras que, en el caso de Aspar, este apenas superaba el nivel marcado para optar al Cuerpo de Guerreros. Sin embargo, la diferencia entre los dos era bastante menor que en la del resto de combates de la primera ronda y, si conseguía sorprender a Prico, quizás tuviese alguna posibilidad.
- Tu amigo está a punto de convertirse en un cadáver – le dijo Melo situándose a su espalda -. Llevamos todo el torneo aguantando sus sandeces sobre que el poder no es lo más importante. Ahora le toca experimentar en sus carnes lo que el desgraciado de Tich ha descubierto hace unos minutos.
- Te felicito por tu victoria – respondió Auber -. Admito que estaba preocupado. Después de todo, la última vez que te vi te desmallaste en medio del combate. Esperemos que no se repita.
- Tu momento también llegará – amenazó Melo, controlando a duras penas la ira. Auber contuvo la sonrisa que asomaba en sus labios.
Los dos contendientes se situaron frente a frente y Brocco dio la señal que daba comienzo al combate. Prico atacó lanzando una patada al costado derecho de Aspar que este bloqueó con su codo. El saiyan continuó con una rutina de golpes para calibrar el nivel de su rival. Aspar interceptó cada uno de los ataques. No parecía costarle mantener el ritmo de Prico. Sin embargo, este seguía llevando la iniciativa del combate y Aspar se limitaba a conservar su posición, sin poder responder a ninguno de los golpes. Era cuestión de tiempo que se acabase abriendo paso en su defensa.
- ¡Vamos Prico, acaba con él! - gritó Cado, entusiasmado ante la ofensiva de su amigo.
Pasaba algo raro. Pese a que Prico llevaba la iniciativa, Aspar no parecía haber perdido en ningún momento el control del combate. De hecho, no había retrocedido ni un paso a pesar de que su rival aumentaba gradualmente la velocidad de sus ataques. Prico también parecía ser consciente de la extraña situación y, perdiendo la paciencia, lanzó una patada con todas sus fuerzas al costado de su adversario buscando romper su defensa. Sin embargo, antes de que impactase, Aspar apoyó sus manos sobre los hombros de Prico, impulsándose sobre este en un salto mortal y golpeando con los dos pies en su nuca. El saiyan cayó al suelo al recibir el golpe y se deslizó por la arena varios metros.
- ¡¿Pero qué demonios haces Prico?! - gritó Melo desde la barrera -. Deja de jugar y acaba ya con esa basura.
Prico, confundido por el golpe, se apresuró a levantarse del suelo y buscó a su rival. Aspar estaba en la misma posición de antes. El saiyan no había aprovechado su ventaja para lanzarse al ataque. Al contrario, observaba a Prico con una sonrisa burlona.
- ¿Está rica la arena? - preguntó -. Es un gusto un poco extravagante. Aunque, como yo no la he probado nunca, no quiero juzgarte.
- ¡Maldito bastardo! - gritó Prico furioso -. ¡Voy a arrancarte todos los dientes hasta que lo único que puedas comer sea arena!
- Esa frase no está mal, ojalá tu técnica fuese igual de buena – respondió Aspar azuzando aun más a su rival.
Cegado por la ira, Prico se abalanzó sobre este, concentrando todas sus fuerzas en un puñetazo. Aspar parecía esperar esa reacción y, justo cuando estaba a punto de golpearle, realizó su jugada. El saiyan dirigió su puño izquierdo en dirección a la cara de Prico pero, en lugar de golpearlo, abrió la mano y un puñado de arena impactó en la cara de su rival, cegándolo. Sin perder tiempo, agarró el brazo de Prico con esa misma mano y tiró de él hacia si mismo. Por último, para terminar su ataque, giró sobre su cuerpo y golpeó con el codo la espalda de Prico. La fuerza del golpe debió ser tremenda pues el saiyan salió disparado fuera de la arena de combate e impactó contra la barrera, provocando un fuerte crujido.
- No puede ser... - dijo Melo.
- ¡Prico está fuera de la arena! ¡Aspar es el vencedor del combate! - gritó Brocco. El público aplaudió entusiasmado. Sin duda nadie esperaba encontrarse con tantas sorpresas en este torneo.
- Está claro que la arena de este torneo es muy peligrosa – exclamó Aspar cuando llegó a la barrera mientras se sacudía de forma cómica el polvo.
- ¡Maldito, no eres más que una rata rastrera! - le espetó Melo -. ¡Si no hubieses usado ese truco, Prico habría ganado el combate!
- Puede ser – respondió sonriente -. Supongo que tendremos que salir de dudas en nuestro combate.
Auber no podía explicar lo que había pasado pero, de lo que si estaba seguro, era de que Melo se equivocaba. Aspar habría ganado el combate en cualquier circunstancia. No importaba lo que indicase el rastreador, su nivel de poder era muy superior al de Prico. Lo había sospechado al ver sus movimientos durante todo el combate pero ese último codazo se lo había confirmado. Era imposible que, con la diferencia de poder entre ambos saiyan, Aspar fuese capaz de realizar un golpe de una potencia semejante. El saiyan había conseguido engañar al rastreador y ocultar su nivel de poder. Era la única explicación posible. Sin embargo, varios saiyans en el estadio llevaban rastreadores y ninguno había detectado el engaño. No tenía sentido.
- ¿Qué? ¿Qué te ha parecido el combate? - le preguntó Aspar sonriendo.
- No tengo palabras – respondió Auber. Era cierto. No había forma de explicar la superioridad que el saiyan había demostrado. ¿Acaso había empleado una técnica similar a la de Morello? En seguida descartó esa idea. Era cierto que la zona de ki mejoraba la percepción y los reflejos pero no podía aumentar el nivel de poder... De todos modos, ahora no era el momento de pensar en ello.
- ¡Llega el momento del penúltimo combate! - gritó Brocco -. ¡Qué entren Orn y Auber!
Auber tragó saliva y avanzó hacía la arena. Era el momento. El combate más importante de su vida. En unos minutos se decidiría su futuro.