Me despedí de Amina agradeciéndole todo lo que ha echo por mí.
Quedando en que no diría a nadie que me gusta Salim.
Aunque si lo pienso bien, ya todos los empleados saben que hay cierto flirteo entre ambos.
Seguidamente marcho hacia mi casa.
Al llegar contemplo como mi madre permanece parada con sus brazos cruzados mirando por la ventana.
Al escucharme, se voltea mirándome con odio.
— ¿Sabes la hora que es, Veruska? — Grita mi madre sosteniendo mis brazos.
— Lo siento no me había dado cuenta de la hora.
— Claro como te ibas a dar cuenta si andas en la calle. Dime qué estás haciendo, dime qué no estás haciendo lo que me estoy imaginando. — Tiemblo ante la dura mirada de mi madre.
— Mamá, no estoy haciendo nada malo. Te lo juro.
— Mientes. Te has convertido en la puta de ese tío rico. — De pronto mi madre me da bofetón.
— Mamá, te juro que yo no he echo nada malo, solo limpio su casa.
— Te he visto bajarte de su coche, y como te mira. Eres muy joven Veruska, y esa clase de tíos solo buscan aprovecharse de tí. Cuando saquen o se aburran de ti te abandonará y tú quedarás como un puta a la que ningún hombre va respetarte.
— Mamá... porqué no me crees, yo no me acostado con Salim. Trabajo para él, además él en ningún momento ha intentado sobrepasarse conmigo. Todo lo contrario, me respeta y me trata bien. Créeme mamá.
— No creo nada de lo que dices. Lo único que sé que con esos malditos dibujos que llevas en tus manos, te estás sometiendo a sus deseos. No te das cuenta que ese hombre el cual no son de nuestra misma cultura, nunca se va casar contigo. Buscan mujeres de su misma cultura, porque ellos mismos saben que nosotras las cristianas pensamos y actuamos de otra manera a los que ellos quieren.
Y tú te has dejado convencer como una imbécil. Marcándote para siempre y lo peor te trata como su puta.
— Porqué me hablas así cuando yo no he echo nada. Intento trabajar para que tengamos algo que echarnos a la boca. — Lloro de frustración sintiéndome herida por las palabras de mi madre tan ofensivas.
— Prefiero morir de hambre, antes de presenciar como mi hija se mete en la cama de alguien como ese tipo el cual está sacando provecho de tú ingenuedad.
Vete a dormir, no quiero volver a verte.
Arrastré los pies mirando al suelo hasta llegar a mi habitación.
Allí en mitad de la oscuridad me dejé caer al piso llorando amargamente.
Me hice un ovillo pensando en las duras palabras de mi madre.
Quisiera poder comprender cómo se puede querer si no estoy cerca de él, mi corazón el cual golpea en mi interior, habiendo veces que pronuncia su nombre.
Pongo mis manos en mi pecho, escuchando mi corazón mientras resbalan mis lágrimas intentando disimular que no siento dolor alguno cuando me estaría mintiendo a mí misma. Me he enamorado de Salim sin proponérmelo.
Pasaron varios días hasta que al fin pude salir de mi casa.
Mi madre me había prohibido volver a esa casa. Al responderle que seguiría trabajando aunque ella se oponga, mi madre agarró un cinturón y me golpeó gritándome que era una puta.
Hasta ahora, las marcas de los golpes se han podido borrar de mi piel.
Busqué a Marga, al menos con ella podría desahogarme contándole lo que me ocurre.
Quedé en vernos en un pequeño parque cerca de nuestras casas.
Al reunirme con ella, Marga me contempló con lástima.
— Veruska, no debiste desobedecer a tú madre.
— Eso ya no importa. Ella rompió su furia contra mi cuerpo. Al parecer se piensa que yo cometeré el mismo error que ella. Y esta es su manera de dejármelo claro.
— Escucha amiga, ven conmigo. Vayamos a la agencia de modelos, nos harán unas fotos y si somos seleccionadas, podremos ser modelos.
— Marga baja a la tierra. Nadie da duros por pesetas. Y a mí esa agencia que tú mencionas no me da buena espina.
— Ven conmigo anda por fiii... — Marga me convenció, por lo cual no me queda de otra que acompañarla a esa agencia de modelos.
Nada más llegar a la agencia, veía como mi amiga estaba ilusionada, pero había algo que me hacía de desconfiar.
Tanto Marga como yo estuvimos esperando para que nos llamasen para hacer la sesión de fotos.
Mientras tanto unas mujeres nos maquillaban y peinaban, despuntar nos dieron un vestuario un poquito... diríamos provocativo.
A continuación, salimos hacia una habitación blanca donde había dos fotógrafos y detrás en una pared había colgadas fotografías de distintas chicas en la cual salían posando.
Todo aquello era fabuloso, no lo voy a negar.
O aún así, seguía teniendo mis dudas referente a ese lugar.
Uno de los fotógrafos nos indicaban lo que teníamos que hacer. Como debíamos de posar...
Tras un par de horas posando y cambiándonos de ropa, al final una mujer alta, delgada, rubia con unos ojos azules brillantes hablando en un acento un poco raro, nos dijo que nos llamaría si habíamos sido seleccionadas.
Su agencia necesitaba modelos y están buscando chicas guapas como nosotras.
A salir a la calle, Marga estaba muy ilusionada, tanto que no dejaba de pegar saltitos gritando eufórica que lo habíamos conseguido.
Solté el aire acumulado en mis pulmones mirando de nuevo a mi amiga.
Pronuncie o más bien le hice entender que había algo que no me cuadraba en esa agencia.
Sin embargo, Marga seguía empeñada en que debíamos de hacer de modelos para poder irnos de casa y así ganar mucho dinero.
Al final, sonreí, pues no me quedaba de otra. Al fin de cuentas, debía de compartir la felicidad con mi amiga y porque no, podría ser también una modelo quién sabe.
Por ello nos fuimos las dos a comernos un helado.
Nada más terminar de comernos el helado y hablar sobre nuestras ilusiones puestas en lo que será si nos eligen para modelo.
Me despido de mi amiga quedando en vernos mañana.
Con mis manos metidas en los bolsillos, camino de vuelta hacia mi casa cuando de pronto escuché que alguien me llamaba. Me volteé y nada más ver el todoterreno ya que me resultaba familiar, sentí como mi corazón latía intensamente y más cuando me dirijo hacia al coche y veo como sale ha mí encuentro Salim.
Me quedo quieta observándolo mientras el camina directo hacia mí, sus brazos no tardaron en rodear en mi cuerpo algo dolorido todavía por los golpes. Hice un mohín ahogando mi voz en su pecho para que no se diera cuenta de lo que realmente me ocurre, pero... a quien iba a engañar, al final él se percató de que algo me ocurría y me ofreció montarme en su auto y así poder hablar.
Me negué, por nada del mundo quería que mi madre me volviese a ver, por lo cual Salim decidió que mejor sentarnos en una mesa de una cafetería y ahí fue donde le cuento todo lo me ocurre.
Al terminar de hablar, Salim rozó ligeramente mis mejillas secándome mis lágrimas con su pañuelo de tela.
— Ven ahora mismo solucionaré todo esto.
— Pero...¿Dónde vas? — Pregunto mientras él me lleva tirando de mí hacia su auto.
En mi casa, Salim estaba sentado enfrente de mi madre, algo relajado para como lo miraba mi madre.
— Señora, disculpe mi atrevimiento, pero si he venido hasta su casa es para formalizar mi relación con Veruska. Quiero que me dé permiso para cortejarla.
— ¿Cuántos años tiene señor?
— Tengo 28.
— Mi hija 19. Hay mucha diferencia de edad,y con eso quiero decir que usted es más experto que mi hija.
— Por ser mayor que ella, y tener algo más de experiencia, quiero decirle que amo a Veruska, quiero conocerla y si nos entendemos y amamos hacerla mi esposa.
— Ya. Eso dice ahora, después usted se marchará a su país y dejará sola y con hijos a mi hija. Lo siento, pero me opongo a que usted se acerque a mi hija. Ella aún es joven para comprometerse con un hombre.
— Respeto su decisión señora, pero no pienso darme por vencido. Haré lo que sea necesario para que vea que se ha equivocado en juzgarme sin apenas darme la oportunidad de conocerme.
— Mamá, Salim es buen hombre...
— Cierra la boca Veruska y vete a tú cuarto. Te prohibido que vuelvas a ver a este hombre, el cual no te conviene.
Miré por última vez a Salim antes de desaparecer de la habitación.
Salim se marchó poco después.
Desde mi ventana lo veía cómo se montaba en su coche y se marchaba. Rocé con las yemas de mis dedos el frío cristal, dejando qué una pequeña gota mostrase como me sentía, preguntándome porque mi madre se oponía a todo esto.
¿Es que acaso no quería que fuese feliz? Quiero a Salim, y aunque sea joven eso no me impide de que pueda enamorarme de él.
Al parecer mi a mi madre eso no lo entiende y se piensa que me pasará lo mismo que ha ella, pero aquello fue su error. Y esa equivocación ahora es mi ejemplo, y por ello soy más precavida, aunque eso mi madre no lo ve, solo siente su dolor pegándome por no querer aceptar al hombre que está dispuesto a conquistarme.