Frágil e infinito

By evelynxwrites

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Theo solía ser el centro de atención. Lucy solía ser la chica invisible. Su historia se truncó pero diez año... More

Sinopsis.
Prólogo.
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Epílogo.
Plantilla de lectura
Libro 3

Capítulo 2

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By evelynxwrites

Theo respiró profundo, tratando de contener la molesta sensación del café expandiéndose en su camisa, la sustancia pegajosa tocando su piel. <<Cualquiera puede tener un percance>> pensó. De hecho, él se adjudicaba parte de la culpa. Venía caminando apresurado, con la vista puesta en otro punto, perdido en la lista de <<quehaceres>> acumulandose en su mente. Hasta que miró a la persona que se había llevado por delante y la molestia se esfumó.

¿Cómo alguien podría enojarse con Lucy Howard?

Las preocupaciones, enseguida fueron reemplazadas por una torrente de recuerdos. Dulces y agradables.

Recordó a la chica que se ocultaba tras su espalda cuando tenía miedo. A la chica parlanchina en la que se convertía cuando estaban a solas, porque ante el mundo solo era capaz de mostrarse introvertida. Recordó a la chica que sonreía con entusiasmo cada vez que visitaban su pastelería favorita. A la que se llenaba de ilusiones cuando hablaban de música vieja o encontraba de casualidad una feria de ropa <<vintage>>. Recordó a la chica que se negaba a toda clase de contacto físico, excepto a sus abrazos.

Le dolió haber perdido el contacto después de acabar la universidad. Por mucho tiempo, Theo pensó que Lucy había sido una de sus pocas <<conexiones reales>>. Pero también reconocía que ella tenía siete años menos y, por aquel entonces, le quedaban un sinfín de experiencias por vivir. No quiso ser un obstáculo.

—¿Lucy? —pronunció y ella sonrió. Entonces comprobó que, efectivamente, era ella. Nunca confundiría esa manera especial de sonreír—. Te has quitado las gafas.

—Sí, yo... A veces uso lentillas. Sobre todo cuando tengo que salir a trabajar, ya que perdí como cinco pares de gafas —empezó a contar. Theo no pudo evitar extender una sonrisa por aquellas ocurrencias—. Vaya, lo siento. Acabo de bañarte de café y estoy hablando de mí. Eso no es muy educado de mi parte —se disculpó, avergonzada.

—No te preocupes. No pasa nada —aseguró, mientras comenzaba a desprenderse los botones para quitarse la prenda empapada—. Me gusta oír de ti.

—¿Aunque te estés quemando?

—Sí, aunque me esté quemando —bromeó—. ¿Has venido por algo en especial?

—Sí. Lo siento, no me presenté formalmente. Lucy Howard, trabajadora social —se presentó y extendió la mano con cordialidad. Theo, que acababa de desprenderse la camisa por completo, correspondió al gesto, divertido—. Vengo por el caso de una niña de diez años... ¿Mía Wilson?

—Oh, claro. Ese es mi caso —respondió. De inmediato, obtuvo una cuota de alegría genuina. Lo hacía feliz saber que trabajaría con Lucy—. Ven conmigo.

Lucy sintió caminar sobre nubes mientras lo seguía. Era como los viejos tiempos. Caminaba resguardada tras su cuerpo, ignorando las miradas ajenas de personas curiosas que volteaban. En la universidad era como <<vaya, es Theo Dankwoth con esa chica rara>>, detalle que inevitablemente, la había hecho sentir especial por mucho tiempo. Contenía la respiración, junto a las ganas de sonreír como una adolescente ilusionada de quince años.

Theo guió a Lucy hasta la sala de descanso. Un espacio compuesto por lockers donde los médicos guardaban sus pertenencias. En otro sector, había una nevera, un microondas y una cafetera -también debían alimentarse, aunque tuvieran sólo un par de minutos para hacerlo.

—Puedes sentarte y dejar tus cosas ahí —se refirió a la mesa, rodeada de sillas acolchonadas—. En un momento estoy contigo.

Ella se acomodó, luego fingió que releía su papeleo mientras frente a sus ojos, Theo se quitó la camisa manchada y la reemplazó por otra. Si bien para Lucy, la belleza de una persona iba más allá de cualquier aspecto físico, no podía negar que los genes habían favorecido a Theo de un modo casi irrazonable. Él se cambió rápido, con cierta timidez. Lo habría hecho en otro sitio, pero el tiempo siempre era un problema. Estaba acostumbrado a soluciones rápidas y eficientes. Una vez que se vistió, calentó café.

—Gracias —expresó Lucy, tras recibir la taza que él extendió—. No tenías qué hacerlo.

Seguía tan atento y considerado, como de costumbre. Suspiró, sintiendo que la vida estaba siendo amable con ella. En su primer caso de las pasantías, le tocó trabajar con quien supo ser una de sus personas favoritas. Aún lo era, tal vez.

—Sé cuánto amas el café, Lucy. No tienes que fingir conmigo —expresó, relajado.

Ella sintió sonrojarse. Le costaba creer que él pudiera recordarla con tanto cariño. Acunó la taza entre sus manos, percibió el calor agradable que desprendía, junto a uno de sus aromas preferidos. Seguido, bebió un sorbo. Parecía que llevara una eternidad añorando aquello, aunque solo fueran horas.

—Y bien, háblame del caso —pidió, cambiando de tema. Apartó la taza, sacó una libreta y un bolígrafo, dispuesta a tomar apuntes—. ¿Por qué solicitaste servicios sociales?

—Mía apareció horas atrás, sola. La encontré durmiendo en la sala de espera. Está asustada y débil. Presenta indicios de negligencia física, emocional y maltrato infantil —indicó con cierta crudeza, típico de un profesional que lidia a menudo con ese tipo de casos—. Necesito que investigues su situación sociofamiliar.

—De acuerdo —apuntó—. ¿Has podido hablar con ella?

—Aún no. Estoy esperando el momento indicado para indagar más —contestó. Entonces, Lucy lo contempló como quien aprecia una obra de arte. Algo fuera de este mundo. Digno de admiración. Theo acabó sonriendo porque, diez años después, Lucy seguía perdiéndose en las nubes—. Hey, ¿estás bien?

—Sí, sí —se apresuró a responder, apenada—. Es solo qué... ¿Cómo lo haces? Me refiero a lo de trabajar con niños —entrelíneas, pidió un consejo. Tenía los ojos cristalizados por el hecho de que ese tipo de casos, tocaban sus fibras sensibles.

En realidad, no se necesitaba demasiado para alterar la sensibilidad de Lucy. Podía llegar a ser muy susceptible. Amaba y odiaba ese rasgo de su personalidad en partes iguales.

—Es duro, sí —admitió—. Pero los menores necesitan de alguien que defienda sus derechos y se ponga de su lado. Alguien tiene qué hacerlo ¿no? —agregó, para restar un poco de tensión. Theo tenía esa especie de sabiduría que le permitía moverse de una manera racional.

Lucy estaba a punto de responder: <<Todo esos niños son muy afortunados de tenerte o mejor dicho, cualquier persona que te conozca es muy afortunada por tenerte en su vida>>. Pero el buscador de Theo chilló, un sonido intermitente que inundó hasta el recoveco más pequeño de la habitación. Él se puso de pie de inmediato, observó que el llamado provenía de Carol, la enfermera, y lo solicitaban del sector urgencias. Apresurado, se despidió de Lucy y se marchó.


━━━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━━━


Mía se cruzó de brazos, desconfiada. No quería que esa enfermera se acercara a ella de ninguna forma, a pesar de que le explicó una y mil veces que no le causaría daño. Solo quería extraer un poco de sangre y de hecho, indicó cada paso que realizaría. Enfurruñada, pidió por Theo. <<Él dijo que se quedaría conmigo>>, expresó con el ceño fruncido y el semblante tembloroso, temiendo que él hubiera mentido solo para ganarse su confianza.

Su rostro se iluminó cuando lo vio aparecer en la sala.

—¡Theo! —sonrió, a pesar de las circunstancias.

—Hey. ¿Te sientes un poco mejor?

Ella dudó, balanceando la cabeza hacia los lados.

—¿Te encargas tú? —consultó Carol, a lo que el contrario asintió.

—Yo me ocupo.

En un parpadeo, Mía cambió de actitud. Persiguió los movimientos del médico a medida que se aproximaba, extendió el brazo tal como él se lo pidió y no sintió miedo cuando le colocó la aguja casi invisible sobre la piel, para realizar la extracción. Apartó la mirada, cerró los ojos y pensó que Theo tenía alguna clase de superpoder porque lo hizo demasiado rápido. Apenas lo sintió, fueron como diminutas cosquillas.

—¿Eso dolió?

—Nada —admitió, más tranquila.

—Parece que alguien se portó muy bien y merece un premio, eh —se cruzó de brazos, observando a Mía con ternura—. ¿Qué te gustaría?

Ella bajó la mirada, un tanto avergonzada. Había algo que deseaba demasiado, pero no estaba segura de sí podía pedirlo. En su casa, no le permitían expresarse de ninguna forma. Simplemente debía acatar órdenes y aceptar lo que le daban.

—Yo... Uhm, tengo hambre —dijo en un hilo de voz.

Theo trató de no desmoronarse -como cada vez que oía o veía algo que lo estremecía- y afrontó la situación.

—¿Cuándo fue la última vez que comiste, Mía?

—Ayer —carraspeó.

—No te preocupes. Haré que te traigan algo delicioso. ¿Está bien? —ella asintió, nuevamente su rostro pareció llenarse de color—. También puedo traerte algo para que te diviertas. ¿Te gusta colorear?

—Es de mis cosas favoritas en el mundo.

Reconoció entonces, que ver esa serie de televisión sobre médicos que pasaban durante la tarde en el televisor que tenía en el sótano, había servido de algo. Los hospitales, efectivamente, eran un lugar seguro. La persona frente a ella, su refugio.

No recordaba la última vez que alguien la había tratado con ese cariño.


━━━━━━━ ∙ʚ♡ɞ∙ ━━━━━━━


NOTA DE AUTORA: Hola, ¿cómo están? Sí, me atrasé con las actualizaciones porque me enfermé, estoy con gripe y dolor de garganta :c Pero me estoy cuidando mucho para sentirme mejor pronto.

Además, les adelanto que se vienen buenas noticias... ♥ 

Gracias por leer y por su apoyo. Un abrazo :)

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