MARATON, FINAL DE LA SEGUNDA TEMPORADA :D
Capítulo 20: La mañana siguiente
PAOLA STALONE
Abrí los ojos de golpe.
Joder, ¿Qué había pasado ayer? ¿Dónde estaba?
Me levanté un poco sintiendo que el dolor de cabeza era insoportable, la luz entraba por la ventana, vi mi cuerpo, apenas estaba cubierta con una falda, mi torso desnudo y mis pechos al aire.
Mierda.
Los recuerdos de anoche comenzaron a invadir mi mente.
La fiesta de Alfredo.
El beso con Maximillon.
Entrar a mi casa y follar con Ramson.
«Joder Paola ¿y tu orgullo? Se suponía que estabas enfadada».
Bueno seguía enfadada, pero al parecer me había metido mi orgullo y mi sentido común por el culo.
Me senté esperando que mi cabeza dejara de dar vueltas y me levanté para cubrirme con una camiseta de Ramson porque no encontraba mi camisa, miré a la cama, Ramson estaba ahí durmiendo, un brazo detrás de su cabeza con una ligera sonrisa en su rostro, pensé que seguía durmiendo y me daba tiempo escapar, pero él dijo:
—¿A dónde vas?
Sus ojos verdes se enfocaron en mí cuando los abrió, tomé una profunda respiración y me encogí de hombros.
—A otro lado que no sea aquí —me limité a decir evitando su mirada, y es que siempre fue fanática de sus ojos fijos en mí mientras seguía acostado.
—Es tu casa —dijo Ramson como si me hubiera olvidado eso.
—A menos que te vayas —dije— entonces quiero estar en mi hogar.
—Soy tu esposo, tu hogar soy yo —dijo levantándose de la cama.
Me quedé muy quieta cuando él se detuvo frente a mí, relamí mis labios y dije fallando en mi intento de mantener mi voz firme:
—Dejaste de ser mi hogar el día que dejé de confiar en ti.
—Paola... —me intentó tomar la mano, pero di un paso atrás alejándome de su agarre.
—Ya hablé con el abogado —dije—, en cualquier momento te enviaran los papeles para el divorcio.
Él frunció el ceño.
—Paola, arreglemos esto —dijo—, lo de ayer...
—Lo de ayer no significó nada —dije—. Ya es tarde.
Ramson negó con la cabeza y murmuró:
—¿Por qué?
Alcé la barbilla y dije:
—Porque ahora ya soy yo la que quiere estar sin ti.
Lo vi fruncir el ceño.
—¿En serio vas a cantar la canción de pimpinela?
Oh.
No me había dado cuenta de que era la canción, pero no le respondí, era exactamente como me sentía.
Me iba a dar media vuelta para irme, pero me tomó del brazo haciéndome estremecer, recordando todo lo que había pasado ayer.
—Fea.
Que dijera mi tan preciado sobrenombre me hacia tener un nudo en la garganta.
—¿Que? —murmuré volteándome hacia él, esto de intentar hacerme la fuerte, era cada vez más difícil.
Me jaló hacia él ocasionando que su pecho chocara con el mío, dejé de respirar.
—Dejame ir —susurré, él bajó la cabeza de modo que su nariz rozó la mía.
—Tengo que decirte algo —relamió sus labios—, es la razón por la que ayudaba a Antonietta, y si esa es la única cosa que ella tiene para separarme de ti entonces te la diré...
—¿Como así? —dije buscando la verdad en sus ojos cristalizados.
—Me tiene chantajeando —soltó.
¿Chantajeando?
—¿Qué? —murmuré sin comprender dando un paso atrás para poder mirarlo mejor al rostro, él tomó una profunda respiración y dijo...