Arder | Versión en español

By _taini_

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Sean bienvenidos al limbo entre la vida y la muerte donde las almas de dos reyes pondrán en juego todo su pod... More

Antes de leer
Dedicatoria
Prólogo
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9
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Génesis
Soberbia
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Lujuria
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Gula
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Avaricia
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23
24 (Parte uno)
24 (Parte dos)
24 (Parte tres)
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26
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28
Especial 5k
29
30
31
32
33
34 (Parte uno)
34 (Parte dos)
34 (Parte tres)
Especial 30k
35
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38
39
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41
Ira
Crucifixión (42)
43
44 (Parte uno)
44 (Parte dos)
Santa Trinidad (45)
46
47
48
49
50
51

44 (Parte tres)

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By _taini_

Luca.

Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.

Proverbios 18:24

°°

- Tenés que relajarte, Lu. Todo está saliendo a la perfección.

Las delicadas manos de Dani se posan alrededor de mi cintura, abrazándome por la espalda. Su fragancia cítrica inunda mi espacio y me lleva a voltearme, cazándola del mentón y depositando un beso en sus amarronados labios. Sus ojos celestes resaltan por el maquillaje y vestido a juego, sumado a la perfecta combinación de su bronceado. Está preciosa.

- Lo sé, pero... - Suspiro, derrotado. – mi familia sabe cómo volverme loco.

- Serán unos días grandioso. Dedícate a disfrutar, ¿sí?

Abro la boca para reprochar, pero su mirada de cachorro me conmueve, por lo que acabo regalándole una sonrisa sincera y atrayéndola contra mí, enterrando mi rostro en su cuello. Daniela vibra ante las coquillas que produce mi nariz en la zona y yo me deleito con el sonido de su risa. Ella hace que lo malo sea bueno, y lo bueno mucho mejor.

La conocí cuando fui asignado a otra tropa, tras que se deshiciera la que Edén lideraba. Daniela es teniente, yo soldado. Al comienzo no fue nada fácil acercarme a ella, pero nadie puede resistirse a mis métodos de seducción. Es decir, me puse en evidencia hasta que no tuvo más opción que aceptar salir conmigo. El resto es historia.

Su presencia ha sido de gran apoyo este último tiempo, puesto a que, sin mi mejor amiga a mi lado, todo comenzaba a consumirme de a poco. Mi familia, la boda, el trabajo, la soledad. Siempre fuimos Edén y yo y, de un momento a otro, era solo yo. Y no soy mi mejor compañía.

Dos meses y un poco más saliendo se sienten como una eternidad a su lado, y esta noche pienso proponerle que venga a vivir conmigo. Sin Edén en el departamento no veo el porqué de no darle color a mi gris vida, con la presencia de ella las veinticuatro horas del día. La quiero muchísimo y estoy dispuesto a comprometerme totalmente, si es que así lo desea ella. No es que sea un hombre de relaciones largas, estables y saludables, más bien soy de un polvo, tal vez repetir y cada quien sigue su camino, Sin embargo, con Daniela es distinto. Con ella no quiero ir rápido, tampoco deseo despertar a la otra mañana en su cama y salir corriendo. Paso las horas del día, cuando no estamos juntos, deseando volver a verla. Y cuando eso ocurre, comienzo a pensar cuándo volveré a hacerlo.

Un carraspeo a mi derecha me obliga a abandonar mi lugar preferido en el hueco de su cuello, volteando en dirección a la barra. El barman posa dos tragos de color rojo delante de mí y le agradezco con un asentimiento. Ella toma uno, yo el otro.

- Mmmh, frutos rojos. – Se deleita al beberlo.

- Tu favorito.

Sonríe cual pequeña y continúa bebiendo. Contengo las ganas de soltar un suspiro al recorrerla con la mirada. Hoy es el primer día de los tres que dura la boda. Llegamos en viernes a la mañana, la tarde se pasa entre banquetes, tragos y saludos a personas que no volverás a ver en tu vida y la noche cierra con el ensayo de la cena de boda. El sábado, mañana, estará dedicado a la preparación del salón e invitados, la ceremonia religiosa será al atardecer y la fiesta durante toda la noche. Obviamente, los invitados dormirán y se alojarán en el hotel que hemos rentado con mi familia, donde todas las ceremonias se llevarán a cabo. Luego, el domingo la gente podrá volver a sus hogares.

La boda sería algo pequeño, íntimo y familiar. No me pregunten cómo, pero acabamos viéndonos en la necesidad de rentar el hotel completo para tener habitaciones suficientes, lugar y actividades. Tiago y Grace son la pareja perfecta, pues ninguno tiene el corazón para des invitar o no incluir a ciertas personas en la fiesta. Juro haber visto a la profesora de francés de mi hermano junto a la mesa de dulces. ¡Y Tiago estudió francés hace 15 años! Como sea, el lugar está a reventar.

Daniela va con un vestido ceñido al cuerpo color chocolate, el cual le llega sobre las rodillas. No usa tacones, no es lo suyo. Tiene el cabello corto por el mentón y rojo fuego. No la he visto con su color natural pero ese tono le queda pintado. Sus ojos celestes se ven como el mar y su piel blanca como la nieve.

Por mi lado, debo usar un tonto traje para la sesión de fotos. Sesión a la que voy demorado. Siento vibrar mi teléfono en el bolsillo dentro del saco, pero no lo reviso, tampoco lo hice las últimas cinco veces que vibró. Fui obligado a usar corbata, domar mis rulos y no poder escoger el color de mi traje para esa maldita sesión de fotos, asique me tomaré todo el tiempo que quiera en ir. Pueden empezar sin mí, poco me importa.

Dani saca su teléfono del pequeño bolso negro que sostiene bajo su brazo y frunce el ceño.

- ¿Qué sucede, Dani?

- Es Tomás. – Me enseña el teléfono y yo resoplo por lo bajo. - ¿Por qué no estás en la sesión de fotos? Toda tu familia está esperándote, Lu.

- No quiero ir. No pienso ir.

- Luca...

- Dije que no iré. – Me cruzo de brazos.

- No le hagas eso a tu hermano el día más especial de su vida.

- No y punto. – Me bebo el trago de un solo golpe. De reojo miro a Dani. Oh, no. Alza las cejas, se cruza de brazos y pone todo su peso sobre su pierna izquierda. Mismo patrón que cuando está en modo teniente.

- No me hagas contar hasta tres, López.

- Hazlo, no me importa.

Sí que me importa. Dani enojada y seria da miedo. Y me pone un poco.

- Uno. – Alza el dedo índice pero no me muevo. – Dos. – Sube el corazón y yo paso saliva. – Dos y medio...

Parece que va a alzar el dedo anular, sumando tres, pero yo me rindo.

- Está bien, está bien. Voy, - Me acerco a su rostro. – pero te saldrá caro.

- Esta noche te recompensaré. – Me da un beso en la nariz. – Ahora, fuera de mi vista, soldado.

Llevo mi dedo índice y corazón a la frente y finjo un saludo militar.

Camino entre la gente, evitando saludos de personas que me vieron en pañales, pero yo no recuerdo y logro salir del salón. Para ese entonces, hasta transpirando estoy. Pasa un mozo con una bandeja llena de copas con liquido amarillento espumoso. Champagne. Tomo dos. Un para mí, otra para Edén. Sé que ella estará en las fotos, pues es una más de la familia.

La sesión se hará en una sala que hay en el hotel, al estilo museo de arte. Sin embargo, no recuerdo en cual. Recorro algunos pasillos hasta que escucho murmullos en uno. Ralentizo mi paso, tratando de agudizar mi audición. Las puertas son todas iguales, blancas y de madera con pomos cubiertos en oro. Las paredes cubiertas de un tapiz rojizo con decoraciones genéricas, vestidas con cuadros y otros adornos.

Bebo un poco de una copa, otro poco de otra. Para que Edén no se dé cuenta de que bebí de la suya, claro está. Debo admitir que siento mi corazón latir con normalidad cuando reconozco la voz de Edén y Grace detrás de una puerta. Puede que no me interese toda la mierda familiar y fingir que nos queremos, pero Dani tiene razón; Es el día de Tiago y merece que sea bueno.

El problema lo hallo cuando noto que el pomo de la puerta es de los que deben ser tomados con toda la mano para girarlos y hacer ceder las puertas, y yo tengo ambas manos ocupadas. Planeo dejar las copas en el suelo cuando me paralizo al escuchar algo.

- No me queda claro si fuiste tú o él quien decidió dejarlo todo. – Grace habla en inglés. Sé que está mal espiar a la gente, pero chisme es chisme. Siempre.

- Él me confesó que solo me usaba para tener sexo cuando yo, inocente y tonta, le dije que lo quería de una manera romántica.

Esa historia no me suena conocida. ¿De quién habla Edén?

- ¿Y Luca? - ¿Yo? - ¿Nunca sospechó?

Edén ríe.

- Luca sabe que soy completamente capaz de coserme la boca antes que besar a alguno de sus hermanos. – La respiración se me corta.

- Pero lo hiciste. No me malinterpretes, no estoy juzgándote, solo que lo hiciste. Te follaste a su hermano.

- Y ahora estoy dispuesta a coserme realmente la boca antes que volver a hacerlo.

Ambas estallan en risas.

No, no, no. El vómito se me sube a la boca.

¿Edén se cogió a Tomás?

Tiago no sería capaz de tocarla, es como su hermanita menor. Pero Tomás... Tomás siempre tuvo malas intenciones con ella.

La cabeza me palpita, la corbata me asfixia y la sangre me hierve. No deparo en que he soltado las copas y estas se han estallado contra el suelo hasta que el sonido resuena en todo el pasillo. Escucho pasos y murmullos del otro lado de la puerta, pero estoy paralizado. Solo puedo arrancarme la estúpida corbata del cuello de un solo tirón.

La madera blanca se abre, exponiendo a dos sorprendidas Edén y Grace. Mi mejor amiga, o a quien consideré así, palidece al verme, como si hubiese visto a un fantasma. Grace se lleva la mano a la boca y abre los ojos de par en par.

Otra puerta chilla del otro lado del pasillo, y distingo el tono de voz de mi madre, pero no lo que dice. El latir de mi corazón es tan fuerte que me palpitan los oídos y yo lo veo todo rojo.

Edén trata de salir por la puerta y cazarme, pero yo soy más rápido, dando un paso hacia atrás. Mi expresión, postura y actuar bastan para darle a entender que lo he oído todo, humedeciéndosele los ojos y poniendo una mueca de pánico.

- Luca, déjame...

- No. – La corto. – Hoy no.

Me doy vuelta y salgo hecho una furia hacia el cuarto donde se asoma mi madre. Se corre al ver mi intención de arrasar con todo y entro al salón empujando ambas puertas, azotándolas contra la pared y captando la atención de todos.

Apresuro mi paso en dirección a Tomás, que ríe y conversa con Tiago con total impunidad. Siento una mano posarse en mi hombro, buscando detenerme, pero me sacudo liberándome del agarre. Las advertencias de mis padres llegan a mis oídos, pero hago caso omiso, posando mi mano sobre el hombro de Tomás y haciéndolo voltear para enfrentarme con un solo tirón.

- ¿Qué te pas...

Le cierro la boca y le borro la expresión de asco con un solo puñetazo. La sala queda en silencio tras un grito ahogado colectivo, sorprendidos por mi actuar. Tomás cae al suelo, sujetándose el lugar del impacto y yo me le voy encima.

Solo siento asco, ira y dolor. Lo golpeo con toda mi fuerza, siendo esta mayor ante su esbelta y asquerosa silueta. Tomás logra devolverme un puñetazo el ojo, pero acaba cubriéndose el rostro con los antebrazos.

- ¡Que alguien lo detenga! – Escucho a mi madre gritar con pánico. - ¡Va a matarlo!

- ¡¿Te cogiste a Edén?! ¡¿La usaste para tener donde meter tu asqueroso pito?! – Bramo con las venas del cuello a punto de explotar. - ¡Respondeme, culiado!

Mis palabras tienen alguna reacción en él, haciendo que deje de cubrirse el rostro. No me detengo y aprovecho su descuido para darle en la nariz, mentón y pómulo. El rostro se le tiñe de rojo, al igual que la camisa blanca. Mis manos resbalan con la sangre, pero no puedo detenerme. Golpe tras golpe.

Intentan sujetarme de los brazos, pero mi descontrol me hace más fuerte, liberándome de todo agarre.

- ¡Luca, pará!

- ¡Decime por qué! – La voz se me quiebra. - ¿Cómo pudiste traicionarme así? ¡¿Cómo pudiste dañarla a ella?!

- ¡Dios mío! ¡Que alguien llame a seguridad!

Tomás no intenta defenderse. Solo se queda allí, recibiendo mis golpes, los cuales cada vez son más débiles. Siento el calor de las lágrimas deslizarse sobre mi rostro contraído. El nudo en mi garganta me ahoga junto a las emociones.

- ¡Hijo de la gran reputisima madre que te re parió! – Sorbo por la nariz y vuelvo a darle un puñetazo. - ¿Valió la pena? – No responde. - ¡Respondeme, pelotudo, respondeme!

- ¡Listo, Luca! ¡Para ya! – Tiago me jala de los hombros, pero no logra nada, ya que doy un codazo hacia atrás e impacto contra su estómago.

Sonríe. El hijo de puta sonríe. Los dientes blancos teñidos de sangre, el labio roto, los ojos hinchados y el rostro irreconocible. Tomás tiene el descaro de sonreír y me dedico a borrarle la sonrisa con un golpe. Lo sujeto del cuello de la camisa y acerco su deforme rostro a mi cara, respirando cual animal a centímetros de su boca.

- Lo... lo merezco. – Tose débilmente y niega. – Ella... ella no tiene... la culpa. No.

Lo suelto y su cabeza rebota contra el suelo. Como si el alma me volviese al cuerpo, me doy cuenta de lo que he hecho. Miro mis manos, cubiertas de sangre, mi camisa salpicada con manchas rojas que rompe la pureza del blanco. Tomás escupe sangre, ahogándose con su saliva. Soy... un monstruo.

Todos me ven como uno. Me levanto de sobre mi hermano, dejando que este gire a duras penas y comience a escupir sangre. Hago un paso hacia atrás. Y otro, y otro. Todos me ven sumidos en el dolor, asco y miedo. Me tienen miedo.

Paso saliva y entro en pánico.

Mi padre, quien luce pulcro como siempre, hace un paso hacia delante, en mi dirección, y pone su clásica cara de decepción. Esa que veo hace años cuando se dirige hacia mí. Niega con la cabeza, recorriéndome con asco.

- ¿Qué has hecho? – Escupe. - ¿Así te hemos criado? ¿Cómo un animal?

Sus palabras me hieren, pero también me pican.

- ¿Animal yo? ¿O animal tu hijo quien ha usado a una mujer, sus sentimientos, su pasado, todo para cogérsela? – Con el dorso de la mano me limpio las lágrimas que ruedan por mis mejillas.

- Esa no es excusa para hacer lo que has hecho.

Mi madre habla. El dolor en sus ojos se ve a kilómetros. ¿Le duele lo que he dicho? ¿O le duele que haya dañado a su perfecto hijo? Abro la boca para responder, pero toda la atención recae a las dos personas que entran por la puerta. Edén y Grace.

Grace suelta un chillido al ver a Tomás en el suelo, al borde de la muerte. Tiago va hacia ella como una flecha y la abraza contra su pecho, evitando que siga presenciando la escena. Por otro lado, Edén se muestra indiferente a Tomás. Sus oscuros ojos, ahora vidriosos, solo pueden mirarme a mí.

Me siento expuesto. Me siento traicionado. Bajo la mirada a mis pies, sintiéndome un niño regañado. ¿Por qué? Si yo no he hecho nada malo.

- Salí de mi vista. – Mi padre vuelve a hablar y al ver que no reacciono, me toma del traje y me pega a su rabioso rostro. – Andate ya de ese puto cuarto, o juro que te dejo peor que vos a tu hermano.

Una vida de amenazas por parte suya, decepción por parte de mi madre. Uno tiene un límite, y este es el mío. Nunca le he respondido y evito desobedecerlo, pero ya no puedo soportar más.

Pongo mis manos sobre su pecho y lo empujo, tomándolo por sorpresa. Mi madre ahoga un grito. Me aliso el traje, ensuciándolo aún más con sangre y me limpio las últimas lagrimas que pienso derramar por esta familia.

- Yo... - Carraspeo, tratando de parchar mi voz rota. – estaba defendiendo a quien quiero. Vos, - Lo señalo. – toda tu vida, hoy incluse, has defendido a tus únicos hijos. Tomás y Tiago. No pretendo que lo entendás. No sabes que es el amor.

Paso a su lado. La sala está sumida en un silencio sepulcral, a excepción del sollozo de Grace y los quejidos de Tomás. Me encamino a la puerta, pero me detengo al pasar junto a mi madre.

- Perdón, mamá. Edén es mi única familia, no pueden juzgarme por lo que hice. – Mis ojos viajan por su rostro. No hay lágrimas, solo angustia y desilusión. – Tal vez, algún día, podas darme el cariño que les has dado a ellos. Tal vez, algún día, pueda perdonarte.

Salgo de la habitación con el corazón destrozado, el pecho adolorido y la oscuridad persiguiéndome, dejando atrás quienes alguna vez llamé familia. Y, con ese pequeño Luca que albergo en lo más profundo de mi ser, lleno de vida y esperanza, creyendo que todo mejorará. Tal vez, algún día.

°°

Estoy sentado en el sofá azul del cuarto que comparto con Dani, en el hotel. Le pedí que no viniera a verme, que me diera espacio, y lo hizo. Estoy solo, con la cabeza echada hacia atrás en el respaldar y sosteniendo una lata de refresco que saqué del mini bar sobre mi ojo. El golpe que Tomás logró darme fue certero y probablemente mañana amanezca con un ojo negro, por lo que trato evitar el dolor e hinchazón con frío.

Tengo las piernas estiradas sobre la mesa ratonera que hay delante del sofá. Ya no uso saco, pero si visto la camisa de la tarde, ahora con una exótica decoración de sangre. Suelto un quejido al escuchar unos golpes en la puerta, negándome a levantarme. Luego, sin aviso, la puerta se abre y alguien entra. No necesito abrir los ojos para saber quién es.

- Luca.

- Edén. – Mantengo los ojos cerrados. Sus pasos indican que se acerca hacia mí. - ¿Qué haces acá?

La escucho agitar algo y abro un ojo, mirándola por el rabillo de este. Un pequeño botiquín blanco, con una cruz roja en el centro, es el emisor del sonido. Suelto un suspiro y quito mis piernas de sobre la mesita, dándole a entender que puede tomar asiento allí. Lo hace y yo me reincorporo, dejando la lata a un lado y sentándome derecho.

Edén está sentada delante de mí, abriendo la pequeña caja. Usa un vestido amarillo con breteles finos, un rodete con dos mechones enmarcando su rostro y joyería. La tensión es obvia entre ambos, pero no engloba lo sucedido, sino lo que ella no me ha contado. Yo no estoy enojado, estoy ofendido y herido. Me mintió quien sabe cuánto tiempo en la cara, cuando soy su mejor amigo y creo merecer saber esas cosas.

Deja la cajita sobre la mesa y toma una botellita de alcohol, desparramando liquido sobre algodón. Estira su mano hacia mí, pidiendo que haga lo mismo, y cedo. Toma mi mano derecha con sumo cuidado, como si de un objeto de porcelana e tratase, y palpa mis nudillos tajeados. Contraigo la expresión ante el ardor del alcohol sobre las lastimaduras.

- Mierda. – Mascullo.

- Lo siento.

Me atrevo a alzar la mirada y la encuentro haciendo lo mismo. Sus ojos negros destellan miles de sentimientos y su sonrisa triste me presiona el pecho.

- Lo siento por todo, Luca. – Continúa limpiando mi herida. – No quise contarte por miedo a esto. No sabía cómo reaccionarías.

- ¿Te dolió?

- ¿Qué cosa?

- Lo que hizo Tomás. ¿Te dolió que jugara con vos?

Tuerce la boca, pensante.

- En su momento creí que era el fin del mundo. Un muchacho me había usado, traicionado. – Me pide la otra mano y se la doy, dejando que la limpie. – Pero al pasar el tiempo me di cuenta que él sería el primero de muchos hombres que tratarían de usarme, dañarme. Además, fui yo quien se ilusionó; Él no me debía nada.

Descarta las ahora vendas cubiertas de sangre para tomar otras, mojándolas en otro líquido. Con cuidado me envuelve una mano, luego la otra.

- Fue hace mucho tiempo, Luca. – Mantiene sus manos alrededor de las mías, ahora ya tratadas. – La vida siguió, ambos seguimos nuestros caminos.

Ahora, con el tiempo de reflexión pasado y mucho más calmado, puedo verlo con claridad. Sin embargo, no deja de dolerme que no haya acudido a mí en su momento. Me dejo caer sobre el respaldar del sofá, con un brazo detrás de la cabeza.

- ¿Sabes qué es lo que más me duele de que me lo hayas ocultado? – Frunce el ceño, afligida.

- ¿Qué cosa, Lu?

- ¡Que pudimos montar un trío de la puta madre! – Me toco el pecho, fingiendo dolor, y Edén suelta una risita. – Me ofende que no me tuvieses en cuenta, Sánchez.

Tras las risas y el momento de distención, Edén se inclina hacia a mí y posa sus manos sobre mis rodillas, dando un pequeño apretón. Cruzamos miradas y noto el sentimiento y emoción en sus ojos.

Edén ha estado ahí para mi desde que tengo memoria, desde que éramos unos críos. No cualquiera ingresa en su círculo privado y haberlo hecho fue un ganar-ganar. Ella, mucho más de lo que aparenta, entiende a la perfección lo que es una familia disfuncional, al estilo de la mía. No porque haya crecido junto a mí, sino porque nació en una. Es así y, en parte por los sentimientos, no puedo ni imaginar estar enfadado o dejar de ser su amigo. Edén es mi confidente, mi cómplice. Mi hermana.

¿Quién soy yo para decir con quien debe y con quien no acostarse? El error lo cometió Tomás al dejar ir a una mujer única como ella. Sin embargo, a pesar de haberle roto la cara, literalmente, tampoco hallo la forma de echarle la culpa a él. Sus sentimientos no eran correspondidos y no supo manejar bien la situación. Él es un hombre sensato, todos los López lo somos, pero la mujer indicada puede hacernos perder el control, estabilidad y hasta el poder. Edén es una de esas mujeres.

- Gracias por defenderme.

- Vos harías lo mismo por mí, ¿no? – Asiente, sonriendo.

- También eres mi familia, Luca, y aunque todo se esté yendo al carajo, seguirás siéndolo.

- ¿Ayer, hoy y mañana? – Pregunto. La nostalgia inunda el lugar, pues esa era nuestra forma de jurar algo cuando éramos niños. Edén niega, burlona.

- Ayer, hoy y mañana. Siempre seremos familia. 

°°

Ay Lu... pobrecito ): YO LO AMO Y BANCO A MUEEERTTEEEE

LA BODA DE TRES DÍAS... recordemos que Edén va con Raziel, y Caín solo... yo solo digo eh

¿Alguna vez se sintieron como Luca? 

Estoy acá leyendolos, pero tambien apoyandolós. Casi un año de que publiqué mi primer cap y yo los siento como mi familia. Ayer, hoy y mañana :')

Los leo <3 

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