Tras unos días en la cama entre llantos comencé a sentirme un poco mejor. Lein estaba conmigo en la habitación, la primera vez que había entrado en una sala del castillo que no fuera la del trono me dijo. Estaba asombrado por los ventanales. Jungkook debía hacer cosas de Rey y no podía quedarse conmigo todo el tiempo, por lo que pidió a Lein que viniera. No quería dejarme sola, no después de lo sucedido; y la persona más confiable era mi mejor amigo.
—¿No habéis hablado?
Negué preocupada.
—No, no sé qué le pasa; me preocupa.
Hablábamos de mi hermano. El pelirrojo no había sido visto en los últimos días por nadie y me preocupaba, si yo estaba así de destrozada, ¿Cómo estaría él? A pesar de habernos separado tanto seguía siendo mi hermano menor, muy influenciable a mi pesar. Y no conciliaba el sueño pensando en que tal vez el próximo sería uno de nosotros.
—¿Has hablado con él?
—No...
—¡Cirene! ¡Ha fallecido vuestro padre y ni siquiera os habéis abrazado!
Me abracé y me encogí temblando, tenía razón. Mi hermano y yo éramos inseparables, ¿Qué nos había pasado? Desde que pisamos el castillo nos separaron, pero en algún momento nos dejamos de buscar. Cada uno fue por su camino, y ahora que debíamos estar juntos no sabíamos cómo. Cuando iba a gritarme seguramente otra verdad, sonó la puerta. Dos toques que silenciaron a mi amigo. Lo siguiente que vi fue la cara seria de San seguida de un deprimido Haise. Enseguida mi rostro se iluminó. San desvío la vista y miró la habitación evitando mi figura. Haise caminó lentamente hasta estar literalmente a medio paso de mi cama.
—Te odio—murmuró.
Me quedé petrificada, me esperaba el típico abrazo reconciliador o que se echara a llorar contagiándome a mí; fue mucho peor de lo previsto. El dolor de mi pecho se hizo más fuerte y de mis ojos salieron lágrimas que ya daba por olvidadas. Traté de evitar que salieran, pero esas dos palabras se habían colado profundamente dentro de mí.
—¡Está muerto por tu culpa!
Mi culpa...
—Haise...
No me salían las palabras.
—¡Te dijo que no siguieras con esto!¡Lo mataron por tu egoísmo!
—Haise...—volví a murmurar.
No tenía claro si lo que me dolía eran sus acusaciones, por parte ciertas, o ver el rostro de mi hermano repleto de lágrimas. Estiré la mano tratando de alcanzar la suya, pero no llegué a tocarla, la alejó de mí de inmediato.
Ni siquiera me quería cerca.
—Jungkook mató a papá para que no impidiera el matrimonio...¡Es que no lo ves?
Abrí los ojos como platos al escuchar aquello. Mi mirada fue directa a la persona tras él. San sonreía ampliamente sin apartar la vista de mí.
—¡Qué le has metido en la cabeza?
Me levanté de la cama bruscamente y me acerqué a San con un aura de ira a mi alrededor. San levantó las manos y negó sonriente.
—¿Qué cojones te metieron a ti?
Miré sorprendida a mi hermano, ¿Estaba insinuando que me estaban controlando? Había algo claro allí, estaban tratando de poner en mi contra a mi familia. No iba a permitir que lo único que me quedaba estuviera en el lado equivocado.
—Desde que llegaste has estado de su lado, ¿Sabes pensar por ti misma? Ni siquiera te reconozco.
Sonreí irónica, esto se me estaba yendo de las manos. Anduve hacia él a paso lento, ya lo suficientemente cerca di dos golpes con mi índice en su pecho.
—Yo no soy quien ha olvidado quién es y de dónde viene...
—¡Venimos de la realeza!
—¡Venimos de una cabaña del bosque!—repliqué—Venimos de una familia de tres, de usar nuestra astucia e instinto para sobrevivir—lo señalé—¿Quién es el que parece que se ha perdido?
Mi hermano tenía una expresión furiosa en su rostro.
—¡Papá me dijo que siguiera mi instinto, que fuera feliz, que me casara y tuviera hijos pero que no olvidara de dónde venía! Debió decirte eso a ti, porque se te ha olvidado quien es nuestro enemigo.
—Jungkook solo quiere el poder, tú no eres nadie para él.
Podría ser cierto, Jungkook podría querer el poder después de todo se crió para adquirirlo. Pero yo no era un medio para conseguirlo, era lo que él necesitaba para ser él mismo...o eso quería pensar.
—Eso...eso no tiene que ver con lo que te estoy diciendo—murmuré, me había dolido solo de pensarlo—Jungkook no es el que robó el nombre de nuestro padre y trató de echarnos de aquí, solo es el fruto del engaño del falso Kerel; pero tú no quieres verlo porque—señalé a San—Llevas demasiado tiempo en el bando equivocado.
—Haise, basta—San por fin hace acto de presencia—Vámonos, no parece atender a razones.
Mi hermano estaba a punto de salir por la puerta, tenía la mano en el pomo de la misma.
—Siempre fuiste influenciable.
Salió tras escuchar mi última frase. Me senté en la cama conteniendo las lágrimas que amenazaban por salir de nuevo. Lo estaba perdiendo, y no sabría qué hacer sin él. Me derrumbé al imaginarme a mi hermano cómo acabó mi padre. Lein se acercó y me abrazó, lo necesitaba.
El funeral fue duro, lo enterraron como realeza y vinieron todos los ministros e incluso algunos del pequeño pueblo cerca de nuestra casa. Observé la lápida mientras algunos susurros se escuchaban de fondo, muchos parecían sospechar de que había ocurrido algo raro en su muerte a pesar de que la mayoría no estuvo en el castillo. Sólo la reina y Jungkook dijeron algunas palabras, el resto se mantuvo al margen. Yo no fui capaz, me eché a llorar en cuanto me preguntaron si quería decir algo. Jungkook me abrazó hundiéndome en su pecho.Estuve frente a la lápida llorando horas, lamentaba tantas cosas...
—Debemos irnos—susurró Jungkook al ver que anochecía.
—Fue mi culpa—murmuré.
—¿Qué te dijo tu padre, Cirene?
Sonreí ligeramente sin dejar de abrazarlo. Sabía que decir para sentirme mejor.
Jungkook me mantuvo alejada de su padre, nos cambiamos de habitación a una alejada y en el tercer piso de unas de las torres. Allí se veía gran parte del Reino, eran unas vistas preciosas.
Se estaba subiendo los pantalones comentándome que tenía que hacer un viaje para arreglar unas cosas. No sabía si llevarme o dejarme allí, entendía su duda. Si nos íbamos dejaríamos al Rey solo de nuevo, pero él temía que me hiciera algo en su ausencia. A mí tampoco me hacía gracia ninguna de las opciones.
—Tengo a Lein, no te preocupes—murmuré abrazando su espalda desnuda.
Besé la misma y sonreí al ver algunas de las marcas que le había provocado la noche anterior. A veces sí que parecía un animal al arañar su espalda de esa forma.
—Cuando vuelva prepararé la boda—susurró acariciando mis manos—No puedo esperar a llamarte esposa.
Boda...
—Nada te impide hacerlo ahora, marido.
—Eres un misterio—se dio la vuelta abrazando mi desnudo cuerpo y besó mis labios con delicadeza—¿Sabrás apañártelas sola?
—Soy una cazadora, no dejaré que me toque ni un pelo—murmuré rozando sus labios—Además me estuviste enseñando sobre reinar, ¿No?
Las mañanas y tardes en la biblioteca tenían sus frutos. Ya podía asistir a las reuniones y enterarme de lo que hablaban, incluso pude sugerir un par de cambios que fueron bien recibidos.
—Entonces puedo dejar a mi mujer a cargo.
Besó mis labios profundamente sacándome una sonrisa. Se terminó de cambiar y salió por la puerta tras un beso en la frente.
Yo me tomé un largo baño y salí en camino a el estudio de Jungkook. Por el camino me encontré con mi hermano, ni siquiera paré a saludarlo, seguí de largo ignorando su llamado. Las palabras que me dijo me habían dañado, echarme la culpa de la muerte de nuestro padre...si en sí ya me sentía culpable, que me lo recriminaran me había dejado hecha mierda. En el funeral ya lo pasé mal al escuchar como hablaba con San sobre que eso ocurrió por dejar a Jungkook reinar o cosas así.
Me senté en su estudio y vi el papeleo y las cartas a la izquierda que debía responder. Bufé nerviosa, no sabía si estaba preparada para esas cosas.
Comencé con las cartas, me parecía lo más fácil y necesitaba adquirir confianza en lo que estaba haciendo. Las primeras eran sobre economía y ,gracias a Dios, eran sencillas. Las respondí y preparé el sobre para ser mandado. Cuando iba por la cuarta carta de las ocho de la mesa tocaron a la puerta y entró Lein junto a otro guardia.
—Princesa, el Rey emérito solicita verla.
Me sorprendió, no sabía cómo reaccionar a eso.
Así que ese iba a ser el plan, ¿aprovechar que Jungkook no estaba? ¿Creía que era estúpida?
—¿Kerel?—pregunté con una mueca.
Asintió haciendo una reverencia.
—Estoy ocupada, no puedo ir y tampoco quiero saber de él.
—Transmitiré sus palabras, ¿Algún mensaje más que quiera que lleve?
—No, gracias.
El soldado salió dejándome con Lein en la sala. Él se sentó en el sofá y comenzó a contarme cualquier cosa mientras yo seguía respondiendo cartas. Algunas eran específicamente para Jungkook, según ponían en asunto detrás: "Tu amigo del Norte", "El pesado del Sur", "Yo". Le preguntaría cuando volviera.
Lo complicado vino con las hojas, los temas del Reino. La economía estaba fluyendo bien tanto en el interior como con los otros Reinos. Además de eso había mucha gente trabajando, casi no había parados.
—Se ve complicado...
Lein miró las hojas con asombro. Yo también las veía así antes.
—Estuve estudiando para entender estas cosas.
El orgullo me llenó al decir eso.
—Eres una buena Reina, ya lo verás.
Sonreí ampliamente. Esas palabras me animaron a continuar. Iba a ser la Reina que el Reino necesitaba sin dejar de ser una cazadora. Porque daba igual dónde estuviera, Jeon Cirene siempre sería una cazadora contra el mundo.