El Secreto mal Guardado De La...

Per _imsander

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La corona guardaba un pequeño secreto que acabó enlazando la vida de Cirene y Jungkook. -Jeon Cirene, hija de... Més

Prólogo
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Epílogo

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Per _imsander

La vida en el castillo era un martirio. Una semana, la más larga de mi vida, en aquel palacio inmenso. Aún dudaba para ir al baño, incluso para llegar al gran comedor. Nunca pensé que extrañaría esas mañanas hablando con mi padre en el jardín mientras él recogía tomates. Últimamente no habíamos hablado mucho, estuvo ocupado conversando con la Reina y hablando con algunos de la corte real, incluyendo el Rey actual que cada vez que nos encontrábamos por el pasillo parecía quererme enterrar bajo tierra.

En esos momentos me encontraba en el jardín, donde había muchas flores de todos los colores. Mi padre estaba conmigo, ambos disfrutábamos del lugar en silencio. Un par de soldados se encontraban a una distancia considerable, estaban concentrados en que no hubiera nadie cerca de nosotros.

-Sé que lo odias.

Como dije, mi padre siempre adivinaba lo que me ocurría.

-No sabes cuanto, quiero volver al bosque.

-Yo también-sentenció junto a un suspiro-También extraño la sencilla pero peligrosa vida del bosque.

Pasó el brazo por mis hombros atrayéndome a él. Mi padre miró el Castillo y suspiró. Él llegó a vivir esa vida, una vida llena de obligaciones y apariencias; de igual manera seguía prefiriendo el bosque a eso.

-Fue hace mucho pero recuerdo correr por estos jardines, aunque no tenían tantas flores en ese entonces.

-La Reina...

-Éramos pequeños, nos caíamos bien y jugábamos frecuentemente; me alegra saber que sigue siendo así.

Hubo otro silencio.

Por un momento recordé a mi madre, un vago recuerdo de ella y yo en el jardín de la casa del pueblo corriendo. Sabía que en breves tendría que correr a las prácticas de arco. Lein no podría sobrevivir sin mí.

-¿Te llevas bien con los príncipes?

Esa pregunta era complicada.

-San me habla de vez en cuando, es muy respetuoso y humilde-dije recordando la conversación de esa mañana.

San me preguntaba si antes de cenar daría un paseo con él, obviamente acepté, no veía el problema.

-El menor es un diablillo-dije riendo con mi padre.

-¿Y Jungkook?

Jungkook era algo controlador, de eso me había percatado el primer día que estuve en las grandes instalaciones. Quería todo bien hecho y cuando él quería, se notaba que era el mayor y el heredero; su hermano era algo más descuidado en ese sentido.

-Sinceramente es muy controlador, pero de alguna manera me agrada.

-Jungkook tiene muchos problemas como heredero, ten paciencia.

-Sabes que no tengo de eso-dije sonriendo-Lo saqué de mamá.

-¿Tu hermano?

Mi hermano parecía haberse adaptado con facilidad al funcionamiento, aunque el no tenía que estar con vestidos realmente horripilantes dando vueltas por una habitación con libros en la cabeza. A pesar de haber conseguido saltarme muchas clases de modales por el tiro con arco, de algunas no me salvaba.

-Creo que a él le gusta-dije suspirando-Iré a entrenar.

-Cuídate, hija.

Me despedí y salí corriendo para ir al jardín trasero.

Lein estaba agotado, era la hora de comer y ya sabía que tenía que salir de allí cuanto antes. Todos los de aspirantes a guardia secreta habían sido informados de que era hija de un invitado importante de la Reina. Por ello se me permitía irme en horas clave en donde la realeza se juntaba para comer o cosas semejante.

-¿Te vas ya?-preguntó al verme mirar el palacio.

Justo en ese momento sonó la trompeta y asentí. Me despedí de mi primer amigo que había tenido y corrí como si me persiguiera una manada de lobos. Me cambié de ropa a la usual, mi ropa de colores verdes y marrones. Me solté el cabello mientras bajaba las escaleras y fui al comedor, uno de los pocos lugares a los que sabía ir sin perderme. Toqué dos veces la puerta y entré sonriente.

-Aquí estás-dijo mi padre sonriendo.

Me senté junto a Jungkook mirando como colocaban primero comida para mí; la única de mi familia que no logra ingerir la comida del castillo. Me preparaban la carne al fuego lento y me hacían ensaladas de frutos y vegetales del mismo día sin ningún tipo de conservante como sal o especias.

-¿Todo bien?-me preguntó Jungkook.

Asentí comiéndome la ensalada de frutas varias, una macedonia en toda regla.

-¿Eso es una herida?

Acercó su mano a una de mis mejillas y rozó mi pómulo. Alejé mi cara con cierto fastidio.

-Sí, lo es-murmuré antes de beber del agua.

Otra más, el agua me sabía rara pero eso sí que podía beberlo con tranquilidad.

-¿Quién fue?

-No fue nadie, me arañé con la flecha al tirar; me la acerqué mucho.

Me miró cuestionando mi respuesta. Literalmente me había ocurrido eso, andaba distraída y acerqué mucho a mi rostro la flecha y por eso al soltarla me rocé con la parte posterior.

-¿Terminaste tu tarea Jungkook?

Respondió a su padre afirmativamente. Al parecer todo ese papeleo que estuve viendo que hacía era información del Reino. Mi hermano me dio dos golpes en el hombro. Acerqué mi rostro esperando a que me susurrara como siempre.

-Las sirvientas dicen que la noticia del Rey falso se a expandido por toda Alzia y que ahora exigen explicaciones. Hay manifestaciones fuera de palacio.

-San, ¿Puedes ayudarme luego en un par de cosas?-preguntó el Rey a su hijo.

-Claro.

-Eso, muestra el favoritismo-murmuró Jungkook antes de meterse una cucharada de arroz en la boca.

Observé como el Rey sonreía y hablaba amenamente con su hijo mediano y analicé cómo lo hacía con Jungkook, sin duda se notaba la preferencia.

En la noche estaba duchándome muerta de cansancio. La cena había sido rápida al menos. Me sequé y me miré en aquel enorme espejo, ese que ocupaba la pared completa del suelo al techo. Tenía el cuerpo lleno de cicatrices, lo que tenía crecer en un ambiente hostil como el bosque. Me cambié a una camiseta negra básica y unos pantalones marrones. Mi cabellera fue atada en una coleta baja y salí al jardín delantero donde San me dijo que me esperaría. El cielo estaba despejado, se veían las estrellas y la enorme Luna brillando. Sonreí al sentir una leve brisa en el rostro, me gustaba la sensación que sentía de satisfacción.

-Cirene, ven.

Me tumbé junto a San en el césped y miré el cielo.

-¿Te gusta estar aquí?

No, lo odiaba, quería volver, quería seguir corriendo con mi cabellera al aire...

-No sabría decirte-dije llevando mis brazos bajo la cabeza-Extraño demasiado mi vida despreocupada en el bosque.

-A mí me gusta teneros aquí. Creo que notaste que Jungkook y yo no nos llevamos muy bien-dijo dando un par de golpecitos con el pie al suelo.

Oportunidad de saber más del tema encontrada.

-¿A qué se debe?

-No sabría decirte, igualmente ahora tengo a tu hermano para entretenerme y a ti para abrirme.

-¿Te estás abriendo conmigo?-pregunté burlona.

-Me transmites confianza.

Ojalá pudiera decir lo mismo de ti, San... Desde que me senté en aquel lugar no he parado de sentirme en peligro sin razón aparente. Estuvimos hablando durante un par de horas, hasta que Jungkook bajó y me llevó a la habitación a regañadientes. Cerró la puerta cuando estábamos ambos dentro. Parecía furioso y no sabía la razón. Se metió en la cama en silencio. Copié su acción lentamente, insegura de si debía decir algo o no.

-¿Qué quieres decir?-preguntó en alto.

-Oh, pues...-miré su espalda en la cama-¿Ocurrió algo? Estás tenso.

-Solo necesito dormir, nada más.

-Puedes contármelo-murmuré tocando su espalda con mi mano sobre su camiseta gris.

Él se dio la vuelta y negó con la cabeza. Tiró de mí y se acomodó abrazándome.

-Solo quédate cómo estás, así me ayudas.

No me moví, también estaba cómoda así.

Sentí los brazos tensos de Jungkook aferrarse aún más a mí, luego pude deducir que estaba llorando porque segundos después mi espalda estaba un poco húmeda. Me entraron ganas de llorar también, mi estómago se contrajo y lo único que pude hacer fue acariciar sus manos delicadamente hasta que me quedé dormida.

Al día siguiente estuve pensando en la razón por la que podría haber estado así Jungkook. No pude concentrarme en el arco, por lo que decidí que ir a preguntar era lo más sensato. Dejé a Lein con una cara de: "no te vayas, no me abandones", y me encaminé al castillo.  Si me pillaban dentro me mandarían a la increíble clase de modales, por lo que no me convenía ir por dentro. Miré hacia arriba viendo una forma peligrosa pero fiable para llegar a la segunda planta sin ser vista.

No recordaba que escalar superficies relativamente lisas era tan complicado, los árboles tenían ramas y las rocas salientes muy grandes pero la pared del castillo tenía algunos salientes que rezaba para no romperlos al impulsarme hacia arriba con ellos.

Abrí la primera ventana que tenía cerca y sonreí ampliamente al haber acertado accidentalmente. Jungkook estaba sorprendido mirándome. Estaba de pie, de espaldas a la ventana y apoyado en el escritorio. Giro la cabeza bruscamente al escuchar la ventana y se sorprendió al ver mi figura allí.

-¡Sorpresa!-dije terminando de entrar.

-No voy a preguntar cómo has subido, iré a la pregunta clave, ¿Qué haces aquí?

Asentí acercándome, su despacho era realmente ordenado aunque algo vacío.

-¿Te ocurre algo?

Me miró aún más confuso.

-¿Estás bien?

-¿De qué estás hablando?

Suspiré, no quería hablar del tema. Me acerqué a su figura y lo abracé, algo que no hacía con frecuencia. Lo apegué a mí con fuerza y acaricié su espalda.

-Si necesitas algo no dudes en decirme-susurré.

-Pero, ¿De qué estás hablando?

-Si no quieres hablar de por qué lloraste ayer en mi espalda no pasa nada, pero no finjas que estás como siempre delante de mí.

Se sorprendió, mucho. Llevó sus brazos a mi espalda y me correspondió el abrazo. Sentí una cálida sensación en mi cuerpo, me gustaba tenerlo cerca y era una sensación nueva para mí.

-Gracias, Cirene-susurró-De verdad eres la única de confianza en este lugar.

-Lo mismo puedo decir de ti.

Levanté la vista viéndole sonreír.

-Tú y yo vamos a salir luego en la noche a comer frutos en el jardín, ¿Te parece?

-Me parece bien, ahora saldré por la ventana para no acabar en la clase de modales-dije separándome del abrazo.

Me acerqué a la ventana y le escuché susurrar algo que él creería que no lo había escuchado, pero incluso lo interioricé.

-Una linda cazadora-murmuró

Continua llegint

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