El Secreto mal Guardado De La...

By _imsander

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La corona guardaba un pequeño secreto que acabó enlazando la vida de Cirene y Jungkook. -Jeon Cirene, hija de... More

Prólogo
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Epílogo

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By _imsander

No había mucho que llevarnos de mi casa. No teníamos muchas pertenencias, aunque yo sí me llevé bastantes flechas. Los soldados decidieron llevar las nuestras cosas y fiarse de mí en la vuelta. Salimos en silencio, después del beso ninguno había dirigido su palabra al otro. Estábamos incómodos andando al lago de vuelta al castillo, ¡Por qué narices nos habíamos besado? Miré de reojo encontrando el perfil del principe viendo los alrededores.

—Es por aquí —dije en bajo antes de girar hacia la derecha.

Rocé con mis dedos mis labios. Fue mi primer beso y curiosamente con alguien que anteriormente odiaba por su apellido y su actitud.

Cuando entramos al castillo, tanto mi hermano como el de Jungkook estaban esperándonos en unos sofás en la entrada. Parecían hablar con facilidad como si se conocieran de toda la vida, algo que ahora mismo yo no podía hacer con el chico de mi izquierda. Mi mirada iba inconscientemente a sus labios, mi mente reproducía sus besos y mi rostro se sonrojaba al instante. Nunca había experimentado semejante sensación y la consideraba peligrosa. La sala era amplia, tal vez demasiado. Habíamos entrado por otra puerta, no por la principal, por eso estaba algo desubicada.

—Llevadlo arriba.

Los soldados siguieron su camino ausentándose de la habitación. ¿Dónde llevarían nuestras cosas? Aquel lugar era enorme. Jungkook se acercó a los dos acomodados de una forma tangente y autoritaria interrumpió su conversación para avisar de su llegada. San se levantó sugiriendo a mi hermano hacer lo mismo. El mayor comenzó a caminar por donde los guardias se habían ido, no nos quedó de otra que seguirlo por los largos pasillos, sin duda no me aprendería el castillo nunca. Estaba lleno de pasillos interminables con puertas a la derecha parecidas entre sí ,además eran como tres pisos y las torres...ni siquiera sabía cual era en la que estuve encerrada. Me llamó la atención un cuadro en el que aparecían varios niños bien vestidos sentados en un elegante sofá. Reconocí a Jungkook, aunque no estaba segura del todo de que ese niño sonriente era él. Mi hermano tiró de mí al ver que me quedaba atrás.

Nos paramos frente a una enorme puerta, había un par de soldados fuera que nos miraban fijamente; como en todas las puertas. Jungkook empujó esta y entramos a lo que era un comedor extremadamente grande adornado con muchísimos cuadros y jarrones. Allí ya estaban los Reyes, mi padre y el menor de los príncipes sentados. Incliné mi espalda en una reverencia mientras seguía a Jungkook por el lado derecho de aquella ordenada mesa. Íbamos directos hacia el lado de la Reina. San se sentó con su padre y nos miró con esa mirada seria que tenía también el rey en su rostro. Eran dos gotas de agua sin lugar a dudas. El aura que desprendía San cambió de inmediato, ya no era esa amigable; me daba mala impresión y me transmitía peligro, igual que la de su padre. Desconfiada por la situación me senté al lado de Jungkook mirando al Rey algo incómoda, me estaba acribillando con la mirada. Supuse que era la hora de comer, aunque no sabía qué había de cena.

—¿Te quité el hambre?

Me sonrojé; ¿Cómo me susurró eso en plena mesa? ¡Encima con ese tono burlón! No dije nada, solo desvíe la vista a otro lado mientras él reía en bajo. De nuevo un vuelco en el estómago, el hambre me estaba matando, pero no más que el beso que me estaba torturando la mente. Cada segundo, cada sensación nueva...

—¿Dónde fuisteis?—preguntó mi padre algo preocupado.

Nada, fuimos a besarnos a la cabaña...

Si llegaba a decir eso, ¿Sembraría el caos? Me gustaba sembrarlo, esa era la causa de que estuviéramos allí en esos momentos.

—A por nuestras cosas a casa—dije sonrojándome al recordar con detalle lo ocurrido en el salón.

Como dije: mi cabeza lo tenía en bucle.

Entraron unos mayordomos con varios platos en sus manos. No estaba acostumbrada a aquel servicio, me era incómodo que me dejaran tanta comida frente a mí y que no supiera con exactitud la condición del animal o qué había en el plato.

—Ya sabéis que estaréis en palacio—dijo la Reina ilusionada—tendréis las mismas obligaciones que los príncipes.

Dejé de mirar a la Reina al sentir una mano sobre la mía, era la mano izquierda de Jungkook, la cual se encontraba en mi muslo. Acarició el dorso de mi mano antes de continuar la conversación con su madre. Mi hermano se percató de que estaba algo extraña, tuve que negar con la cabeza por la distancia de los dos... ¿por qué estábamos separados? Nunca nos separábamos, excepto cuando íbamos a bañarnos. Me daba algo de inseguridad la distancia. Era un entorno nuevo, gente de la cual no nos podíamos fiar y mi hermano se encontraba relativamente lejos de mí.

—Haise, siéntate con tu hermana—dijo mi padre observando confuso como nos servían agua. Él siempre era así, se daba cuenta de que nos ocurría algo a la mínima.

—Yo estoy al cargo de él-

Mi hermano estaba aterrado por la intervención de San.

—Estamos todos en la mesa, esos dos son inseparables—dijo mi padre levantando una ceja a San.

Haise se sentó a mi lado y lo primero que hizo fue empujarme . Nos pusimos a pelear discretamente, aunque nuestras risas no eran discretas para nada.

Al ver los platos en la mesa, levanté la mirada hacia mi padre. Este también parecía algo disgustado con lo que estaba viendo. Probé un bocado de aquello, a pesar de ya saber de antemano que eso se llamaba arroz; seguía sin poder masticarlo a gusto, sabía realmente extraño. Mi hermano tenía la misma cara de incomodidad mientras masticaba. Cuando vi cómo la familia real alababa la comida y la disfrutaba...me quedé muda. Por suerte, la risa del chico a mi lado me confirmó que se había percatado de la situación, se limpió con la servilleta y se quedó observándome.

—No os gusta, ¿Cierto?

Agradecí que lo susurrara y no lo gritara en plena mesa, daría mala impresión o nos llamarían desagradecidos. Negué con una mueca en el rostro, Jungkook rió y se levantó de la mesa.

—Perdonen por levantarme, es urgente. Enseguida vuelvo—dijo haciendo una reverencia de noventa grados perfecta.

Pasados unos cinco minutos entró con tres mayordomos detrás, cada uno llevaba un plato. Jungkook levantó mi plato de lo que parecía arroz, una salsa y unas verduras que olían realmente mal y me hacían dudar de si estaban pasadas o no, para colocarme un filete de carne con unas pocas verduras cocinado a la perfección. Sonreí enormemente al ver lo atento que llegaba a ser Jungkook. Mi hermano y padre comenzaron a devorar aquella comida con énfasis. Nosotros estábamos acostumbrados a almorzar verduras del huerto, cazar en la tarde y cenar carne; no teníamos una dieta extremadamente variada ya que la comida estaba limitada a lo que encontráramos. De hecho el arroz era algo que no había comido nunca, no estaba malo pero en sí el resto del plato no me agradaba.

La familia real nos miraban extrañados mientras comíamos, Jungkook tuvo que explicar que estábamos acostumbrados a comer lo poco que encontrábamos en el bosque.

¿En qué momento el arrogante me agradó tanto?

Tras comer, Jungkook me indicó que le siguiera. Le di las gracias un par de veces mientras subíamos las escaleras, no quitó la sonrisa de su rostro en ningún momento. Parecía que había intercambiado personalidad con su hermano mediano.

—¿Donde quieres dormir?—preguntó de pronto.

—¿A qué te refieres?

—Tendrás tu propia habitación, a lo mejor quieres dormir con tu hermano por costumbre o conmigo unos días hasta que te acostumbres al castillo.

¿Había dicho que podía dormir con él? ¿No era broma?¿De verdad? La verdad era que del castillo me fiaba bien poco, la Reina sí que era agradable y sus hijos parecía que también, pero el Rey tenía todas las papeletas de querer que mi padre y nosotros desapareciéramos del mapa. Quedarme sola en una habitación no era una opción, si estaba con mi hermano sería igual de peligroso; la última opción era la más segura sin duda. Me imaginé unos segundos a Jungkook durmiendo frente a mí y no pude evitar sonreír, parecía absurda la situación. A lo mejor no era la más segura, no hasta que entendiera esta extraña sensación...

—¿Y bien?—preguntó frente a una puerta.

—Contigo...—dije en bajo.

Jungkook sonrió divertido por mi acción—Realmente me estaba muriendo de vergüenza—Jungkook abrió la puerta y me invitó a pasar. La habitación era enorme, demasiado espaciosa; podría ser dos veces mi cabaña. La cama era de matrimonio y se encontraba bajo el enorme ventanal, los armarios y cómodas no era lo que más destacaba de la habitación sino los espejos y cuadros. Jungkook se adentró hasta sentarse en la cama.

—Tus cosas estarán guardadas ya en los cajones—dijo señalando las cómodas.

¡Esa era mi habitación, wow! Di un repaso a la habitación asombrada por su extensión y los múltiples muebles, me fascinaba la idea de tener una cama digna y poder levantar la cabeza sin darme con el tejado.

—Dormiré contigo aquí hasta que te sientas segura—agradecí en bajo de nuevo haciéndole reír.

Me acerqué a el primer cajón de la blanca cómoda, mi arco estaba allí. Me quité el carcaj de la espalda y lo metí en el cajón. Seguí mirando cajones familiarizándome con la organización establecida en la habitación. Jungkook solo me miraba fijamente, no decía nada.

—Mañana toca madrugar, no tardes mucho en inspeccionar tu habitación—se levantó de la cama y anduvo a la puerta—Voy a cambiarme de ropa, ¿quieres algo?

—¿Cómo qué?—pregunté confusa.

¿Qué iba a querer a las once y media de la noche? En mi casa a esta hora solía estar o dormida o peleando con mi hermano. Mi hermano, ¿Estaría durmiendo con San o sería demasiado orgulloso para pedirlo?

—¿Agua? ¿El baño?

—El baño estaría bien—dije con una pequeña sonrisa incómoda.

Había una tensión en el aire, sobretodo cuando nuestras miradas coincidían.

—La tercera a la derecha sin contar la de enfrente—dijo antes de salir de la habitación.

Sonreí como estúpida agarrando un pijama y buscando el baño. —Eso no era un baño, ¡era una sauna completa!—Miré con detalle las losas amarillentas del suelo y la pared, —¡La bañera me recordó al lago de lo grande que era!— Me metí durante unos largos minutos y me cambié con rapidez al escuchar unas voces graves en el pasillo. Me asomé con cuidado, como si estuviera a punto de cazar un cervatillo en el bosque. Desconfiaba de la corona como siempre, solo que ahora tenía una excepción de nombre Jungkook; al menor temporalmente. Lo primero que vi fue la espalda de uno de los príncipes, en cuanto vi que hablaba con San supe que se trataba de la espalda de Jungkook.

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