Arder | Versión en español

By _taini_

639K 29.3K 9.3K

Sean bienvenidos al limbo entre la vida y la muerte donde las almas de dos reyes pondrán en juego todo su pod... More

Antes de leer
Dedicatoria
Prólogo
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
Génesis
Soberbia
15
Lujuria
16
Gula
17
18
19
20
Avaricia
21
22
23
24 (Parte uno)
24 (Parte dos)
24 (Parte tres)
25
26
27
28
Especial 5k
29
30
31
32
33
34 (Parte uno)
34 (Parte dos)
34 (Parte tres)
Especial 30k
35
36
37
38
39
41
Ira
Crucifixión (42)
43
44 (Parte uno)
44 (Parte dos)
44 (Parte tres)
Santa Trinidad (45)
46
47
48
49
50
51

40

6.5K 274 93
By _taini_

Caín.

Maldito el día en que nací; el día en que me dio a luz mi madre no sea bendito.

Jeremías 20:14

°°

Su estrecho coño me da la bienvenida por enésima vez cuando pone su pierna derecha sobre el mármol del lavabo, quedando sostenida con la izquierda e inclinada hacia delante. Edén tiene sus manos pegadas al enorme espejo que hay frente al lavabo y la parte baja de su abdomen recae sobre este. Yo estoy detrás suyo, admirando todo lo que es mío. Su coño, su culo, su espalda arqueada, sus largas piernas, su cabello desordenado. Mío.

Abro otro preservativo y lo hago rodar por mi duro falo. Tras la follada en la playa y el sexo oral en la ducha creí estar saciado pero es imposible cuando de ella se trata. Siempre quiero más y ella sabe cómo dármelo. Follamos en la ducha, con ella trepada en mí, sus piernas envolviéndome y sus tetas pegadas en mi pecho. Salimos y no tardamos en volver a calentarnos, por lo que acabamos en el lavabo.

Edén, al igual que yo, está completamente desnuda. La imagen de tenerla frente a mí, entregada y abierta basta para tener ganas de tirar 5 polvos más. El condón que envuelve mi verga no es como los que hemos usado, sino que este está cubierto de un gel... especial. Al tener contacto con el interior de quien se penetra genera la sensación de frío y calor a la vez, produciendo un cosquilleo de puro placer.

- Hazlo ya, Caín. No me hagas rogar. – Su tono, aunque lo niegue, ruega que lo haga.

Tomo de la base a mi verga y me acerco a su coño, pegándola pero no entrando en su interior. La restriego de arriba abajo y su cuerpo vibra en respuesta. Con la otra mano tomo su cabello en una coleta improvisada y la atraigo a mi, haciendo que su espalda se arquee más y su coño humedezca mi verga con más intensidad. Mi boca sobre su oreja.

- Luego de esto rogarás para que vuelva a follarte. – Susurro antes de meterme en ella, lentamente. Cuando mi pelvis es el tope de cuan profundo estoy, comienzo a moverme lentamente. Suelto su cabello y sujeto su trasero con ambas manos, manipulándolo a la velocidad justa. Tres embestidas son las que necesito para que Edén suelte un gemido que pocas veces he escuchado. Una de ellas en la primera vez que se la chupé, la otra cuando tuvo su primer squirt.

- ¿Qué sucede, Edén? – Mi tono es agitado. Aumento la velocidad a la vez que sus gemidos son más intensos.

- ¿Qué... qué es eso?

- ¿Esto? – La embisto con fuerza y me mantengo unos segundos en su interior, llevándonos al límite.

- ¡Oh, Dios! ¡Sí, sí!

Escucharla usar el nombre de Dios en vano para retorcerse del placer que le genero es mi sonido favorito. El coño de Edén aprieta mi verga cada vez que entro y salgo de ella, en un placentero dolor. Tengo el falo palpitante y con las venas marcadas, deseando ser descargado lo antes posible. Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás cuando el gel comienza a afectar a mí. Un frío infernal envuelve mi glande y me produce un escalofrío.

- ¿Puedes sentir como el calor y el frío llenan tu interior?

- Sí y se siente tan... - Un gemido se le escapa. – tan bien.

Todo esto se siente bien. Estar con ella se siente bien. Es como si mi cuerpo solo reaccionase a ella y la calma a tal tormento, irónicamente, solo la encuentro en su sexo. En su cuerpo, jadeos, boca. Ella.

Fijo mi mirada en el espejo, donde sus manos continúan apoyadas, y la veo con los ojos cerrados por el placer. Muerde su labio inferior para evitar gemir fuerte, aunque el sonido es música para mis oídos. En el baño resuena el golpeteo de mi pelvis contra su culo con cada embestida y nuestras pieles sudadas, creando el ambiente de una película porno.

- ¡Ah! ¡Ah! – Jadea a la par de mis embestidas cortas y rápidas.

Las luces son tenues pero me permiten contemplarla. Su cabello negro cae hasta la parte baja de su espalda, la curva perfecta donde me gusta agarrar para meterme aún más profundo. De repente, un calor agobiante cubre todo mi pene. La sensación es tan repentina y parece que tengo la verga prendida en fuego que, por reflejo, se la clavo profundamente. Una, dos y tres veces. Siento como la punta de mi verga choca contra algo dentro suyo, algo que podría romper fácilmente con un par de folladas más. El cambio brusco a embestidas largas y profundas hacen que Edén murmure que va a venirse y tiemble, pero mi mente está en otro plano. Sus jadeos se escuchan lejanos, la sensación de calor se ha esparcido por todo mi cuerpo y la imagen de sus ojos felinos, su boca rosada y lengua cubriendo mi falo viene a mi cabeza, seguida de otros momentos de la larga noche que llevamos. La sensación es abrumadora y desconocida. El cuerpo se me tensa, la verga me palpita como un corazón agitado y la sangre de mi cuerpo arde como lava.

Cuando tengo la certeza de que Edén ha acabado, porque su coño estrangula mi pene por unos segundos y comienza a temblar, echo la cabeza hacia atrás para soltar un gruñido animal y salgo de ella antes de venirme, arrancando el preservativo de mi miembro y sosteniéndomela con la mano. Hago el movimiento de una paja dos veces y suelto todo sobre su culo, en la parte baja de su espalda. Suelto 4 tandas de semen hasta que las gotas chorrean de la punta, soltando mi verga y haciendo un paso hacia atrás. Respiro agitado y Edén parece notar lo raro de la situación.

- ¿Por qué saliste antes de acabar? ¿Se rompió el preservativo? – Su voz se tiñe de preocupación. Baja su pierna del lavabo y se mantiene de espaldas a mí, mirándome por el espejo.

Tomo una de las toallas que hay a un costado y tengo la intención de entregársela pero acabo siendo yo quien limpia la corrida de su culo, y de manera inconsciente mis manos hace todo con sumo cuidado. Frunzo el ceño al ver que se voltea y me enfrenta, con la clásica mueca de placer que solo yo se lograr que ponga.

- ¿Qué sucede, Caín? – Sus ojos buscan los míos y es allí, estando desnudo hace horas, que me siento descubierto. La sensación que me atacó cuando me vine fue tan intensa y única que solo recuerdo haberla vivido de ese modo con una sola persona. Una persona que por poco me obliga a bañarme en cloro para sacar su recuerdo de mi piel.

- Yo...

Por un momento considero decirle la verdad. Decirle que el recuerdo de una rubia endemoniada ha invadido mi cabeza y que no es justo. ¿Para mí o para ella? Sin embargo, las palabras no salen de mi boca. Me siento un estúpido al verla alzar las cejas, esperando por mi respuesta, y no poder decir nada. No puedo permitirme decir mis sentimientos pero tampoco me veo capaz de mentirle. Edén nota mi discusión interna y hace un paso hacia delante, dejando que nuestros pechos se rocen y obligándome a mirar hacia abajo para verla a los ojos.

- Creo que es la hora de mi regalo.

- ¿De qué hablas? – Pregunto con confusión. Edén sonríe y luce como un pequeño ángel, aunque sé que está a punto de cometer una maldad. Caza mi mano y me guía fuera del baño. Contemplo su figura oscurecerse en la habitación y no tardo en tantear la pared para encender la luz. Su cabello oscuro se mueve de forma hipnótica cuando gira su rostro para verme desde adelante.

Suelta mi mano y gira por completo, quedando ambos desnudos y enfrentados. Sus pechos son un muestrario de mi poco control cuando estoy cerca suyo, con varias marcas de mordidas, chupones y mis dedos marcados como fuego. Sus manos están agarradas detrás suyo, exponiendo una pose muy virginal. Piernas entrelazadas, mirada dulce y la luz cálida alumbrándola de perfil. Diría que es una obra de arte, como suelo pensar, pero no existe tal cosa con esa magnitud. Ella es diferente.

- ¿En qué piensas, Edén?

- En nada bueno, Caín. – Responde lo mismo que aquella vez en mi departamento, cuando me ayudó a desvestirme y tomar un baño.

Sus manos se posan en mis pectorales y dan un leve empujón, dejándome caer sobre la cama. El rebote me permite acomodarme y poner mis manos a ambos lados de mi cuerpo, mirándola desde la altura. Edén no duda en montarse sobre mí, con sus piernas abiertas a ambos costados de mi cuerpo, sentada en mi regazo y con sus manos entrelazadas en mi nuca. No puedo evitar sentir el calor de su piel chocar con la mía y tener la necesidad de fundirme con ella. Mis manos rápidamente se posan sobre sus caderas, trazando círculos con los pulgares.

La intensidad y oscuridad de sus ojos es hipnótica y, por unos segundos, me pierdo en ellos. Parece mentira pero si miras bien, notas como sus ojos albergan tanto y aun así, lucen vacíos. Su boca hace contacto con mi cuello y sube en camino a mi oreja, y cuando está allí suelta una corta respiración que me hace vibrar.

- Tal vez sea hora de olvidar todo. – Su voz es suave pero la maldad se apodera de ella. Sus dientes cazan mi lóbulo y yo suelto un gruñido. – De olvidarla a ella.

El despertador me arranca de mis sueños. Y con sueños me refiero a recuerdos de la noche pasada. No abro los ojos para estirar mi mano y golpear con el puño el mueble junto a la cama, hasta dar con el despertador y apagarlo. Durante mis cortas horas de sueño, los momentos de la noche junto a Edén me atormentaron, recordándome que ella no solo tiene poder sobre mí en la vida real, sino que también puede joderme mientras duermo.

Estiro mi otra mano hacia el lado de la cama que ella decidió ocupar cuando caímos rendidos tras la última follada pero me encuentro con el lugar vacío. Abro los ojos y volteo el rostro a ese lugar, confirmando su ausencia. Quisiera decir que no me sorprende que haya huido nuevamente de mi cama pero una sensación molesta se posa en mi pecho. No puedo obligarla a quedarse pero, ¿le doy razones para huir?

Me paso las manos por el rostro con frustración y suelto un suspiro. Sea como sea, es mi cumpleaños y no dejaré que esto lo arruine. Comencé el día teniendo buen sexo y pienso acabarlo igual, aunque no sea con ella.

No necesito mirar bajo la sábana para saber que tengo una erección, sobre todo después de una noche donde reviví en bucles cada parte del cuerpo de Edén en mis sueños. Me levanto y me dirijo al baño como Dios me trajo al mundo, descalzo y desnudo. Dentro la luz del sol se cuela por las ventanas y me deja ver el desastre que hay en el suelo. Envoltorios de preservativos, toallas, productos que dejamos caer ante la desesperación, ropa. La ropa mía que Edén usó anoche. Tomo la camisa blanca, que tiene marcas de salsa de chocolate, e inconscientemente me la llevo a la cara. Inhalo el olor que ha dejado impregnado y luego la dejo caer al suelo nuevamente. Su aroma me vuelve loco y la imagen de ella usando mi ropa, con sus pechos cubiertos de salsa y temiendo ensuciar lo que tiene puesto, son como un golpe a mi sentido común. Necesito dejar de pensar en ella.

Abro la canilla del lavabo y mojo mi cara con agua helada, despertando del sueño. Cierro la canilla y mantengo mi mirada en el espejo que tengo delante, con las gotas de agua chorreando por mi nariz y barba. Flashback de sus gemidos ante la sensación de calor-frío del condón vienen a mi mente. Sacudo la cabeza y salgo de allí lo antes posible.

Camino por la casa sin una prenda, como acostumbro en mi departamento. Llevo una vida entera visitando este lugar, conozco cada rincón y, alguna vez, lo consideré mi hogar, pero esta mañana se siente distinto. Se siente vacío.

Cuando estoy cerca de la cocina me detengo para tomar mi celular de la mesa donde lo dejé anoche cuando llegamos. Lo desbloqueo y tengo una larga lista de mensajes felicitándome por mi cumpleaños, mujeres preguntando si estaba disponible para darme mi regalo y llamadas perdidas de Grace. Lo último es de mi interés. Debo admitir que he sido un pésimo amigo y no he estado muy pendiente de su casamiento, lo que me recuerda que aún no consigo un traje. Y que Edén prometió ayudarme con eso. Maldita Edén.

Estoy a punto de presionar el botón para devolverle la llamada cuando un sonido en la cocina me pone alerta. Me mantengo inmóvil para descartar que yo haya producido algún ruido pero vuelvo a escuchar algo proveniente de allí, por lo que me queda claro que hay alguien dentro de la casa. Dejo con cuidado el teléfono en la mesa y comienzo a caminar con cuidado hasta allí. En el camino tomo un atizador.

Carlota, quien trabaja para mí en el departamento, no tiene turnos esta semana en la casa por lo que ella no es quien está moviendo cosas dentro de la cocina. Pongo mi mano en la puerta tipo vaivén de la cocina y por un segundo considero si debería enfrentar al intruso desnudo. Sin embargo, prefiero que me vean las pelotas a que darle la oportunidad de escapar mientras me pongo ropa interior. Cuento hasta tres mentalmente y de un solo empujón abro la puerta, entrando.

- ¡¿Qué cojones haces en mi casa?!

- ¡Oh, Dios! ¡Caín, soy yo!

Cuando escucho su voz no dudo en soltar el atizador, dejando que caiga al suelo en un ruido molesto. La confusión me invade cuando veo la escena frente a mí. La gran isla que hay en el centro de la cocina es un verdadero desastre. Hay leche, huevos, harina, azúcar, aceite, paquetes que desconozco que tienen dentro. Sobre la estufa hay sartenes, ollas y junto a ella espátulas, vasos y diferentes utensilios.

- ¿Edén? – Solo puedo preguntar. Ella está vestida con una camisa mía, la que usaba yo ayer, y un delantal rojo. Por la altura de la isla no puedo ver que lleva debajo, aunque sé que no utiliza sostén.

- ¡Casi me matas del susto!

Su mano caza un trapo sucio y me lo tira pero yo lo esquivo con facilidad. Un tornado de sentimientos crece dentro de mi pecho y no sé qué decir. Por primera vez, se quedó conmigo. Ella no huyó.

Sus ojos se abren de par en par cuando me recorre con la mirada y yo contengo una carcajada ante el horror de su expresión. Ayer me follaba en la playa y hoy le da vergüenza verme desnudo. Me cruzo de brazos y me pongo de tal manera que realzo la pelvis y mi semierecto miembro.

- ¿Sucede algo, Edén?

- Tu... - Su mirada baja y vuelve a mi ojos. – estás... - Vuelve a mirarme la verga y correr la vista. – desnudo.

El rojo tiñe sus mejillas y para evitarlo vuelve su mirada a la mezcla que bate, aunque comienza a hacerlo muy mal. Sonrío de forma ladeada al ver que tengo tal efecto sobre ella, sobre todo cuando ella tiene el mismo sobre mí. Verla ahí, con sus pezones chocolate siendo expuestos por la camisa traslucida, con un ridículo delantal y el pelo amarrado en un desordenado moño hace que la sangre se me redirija a una zona en particular.

- Está ardiendo. – Digo mientras camino en dirección a la isla. Edén hace todo lo posible para no mirarme.

- No sé de qué hablas. Que estés desnudo no significa que me vaya a poner cachond...

- Lo que está en la estufa está ardiendo. – La interrumpo. – Se está quemando.

Abre la boca y los ojos a la par y se voltea con rapidez para ir a voltear lo que sea que se está quemando y yo no aguanto más la risa. Echo la cabeza hacia atrás y suelto una carcajada, mientras me dirijo a la puerta. Salgo de la cocina con intención de ir a mi cuarto, tomando el teléfono en el paso y deleitándome con lo que fue el comienzo de un cumpleaños interesante.

°°

15 minutos tardo en volver a la cocina. Tomé una corta ducha y me vestí con pantalones de vestir marrones, camisa blanca a rayas y zapatos café. Me tomo un momento, antes de entrar a la cocina, para pensar en cuándo fue la última vez que la casa se sintió así. Con olor a comida casera saliendo de la cocina, sonidos de otra persona habitando y un ambiente de paz. No recuerdo nada de eso después de que ella huyó.

No dejo que pensamientos de mierda arruinen mi buen humor y vuelvo a entrar a la cocina, la cual luce más ordenada. Sobre la isla yace lo que parece un banquete real. Jugo, café, frutas, tortitas, huevos, tocino, tostadas. Las tripas me gruñen con insistencia. Edén está de espaldas a mí, moviendo un sartén. Parece notar mi presencia, por lo que apaga la estufa y toma un plato que tenía junto a ella, dejándolo junto a la demás comida y sentándose frente a mí. Tomo asiento bajo su atenta mirada.

- ¿Qué es todo esto? – Pregunto sin mala intención. Por primera vez en mi vida no sé cómo reaccionar.

- Un desayuno.

La ironía es obvia en su voz. Pongo los ojos en blanco y tomo el café humeante que tengo delante, dándole un largo sorbo. Edén imita mi acto pero con el jugo de manzana.

- Anoche, antes de caer en un profundo sueño, dijiste que de niño siempre despertabas el día de tu cumpleaños y había un gran desayuno esperándote. Amanecí más temprano y vi esto como una buena idea pero si no te gusta yo lo entiendo, podemos...

- No sabes cuántas ganas de besarte tengo ahora mismo. – Confieso.

No recuerdo el momento en el que confesé tal cosa pero sé que es verdad. De niño, el día de mi cumpleaños, siempre recibía un montón de regalos pero mi parte favorita del día era cuando despertaba, y ella me había cocinado waffles y cortaba la fruta para formar una carita feliz junto a la nata. Ayer eso me hubiese parecido un recuerdo amargo pero hoy y ahora solo puedo sonreír con nostalgia.

- O puede ser que todo esto esté envenado. – Edén intenta sonar malvada pero no funciona. Toma una cosa redonda, parecida a un waffle, y la muerde. Nota mi expresión de confusión y me ofrece el plato que tenía hace un rato junto a la estufa. – Arepas. ¿Quieres?

Tomo una y sin dudar la muerdo. El sabor es exquisito. En tres bocados me la he acabado y no tardo en agarrar otra. Edén sonríe tímida y continúa comiendo.

- Esto está delicioso, Edén. ¿Dónde aprendiste a cocinar así? – Se encoje de hombros.

- De niña soñaba con ser una reconocida chef. Además, tengo vagos recuerdos de mi madre preparando cierto platillos; Uno de ellos, arepas.

- ¿Y la danza? – Me mira extrañada y bebo café. – Sé lo de tus sesiones secretas. No te falta ritmo.

Mi comentario parece molestarla por lo que toma una uva y me la lanza. Logro cazarla con la boca antes de que golpee mi rostro y la mastico, esperando su respuesta. Edén juguetea con la cuchara dentro de su taza de café, tratando de evitar mi mirada.

- ¿Ser capitana también era tu sueño?

- Era la realidad. – Suspira y plasma una sonrisa de boca cerrada. – La vida, supongo.

Es evidente que el tema de su profesión no es algo al azar. Algo le incomoda y no me es difícil deducir que, probablemente, haya elegido tal carrera por presión. O alguna razón desconocida para mí.

- ¿Tienes algún cargador de teléfono? ¿O me dejarías usar el tuyo? – Toma el pequeño objeto y lo agita. – Necesito llamar a Rocky y Lorenzo para que vengan por mi antes de...

- ¿Vengan por ti? Si sabes que tengo un coche, ¿no?

- Es tu cumpleaños y no quiero molestarte. Además, debo volver a la central lo antes posible.

- ¿Acaso no tienes una tropa?

- Sí pero...

- Entonces que se encarguen ellos. – Su ceño se frunce. – Nosotros tenemos planes.

Edén suelta su taza para alzar una mano, pidiendo que pare. No entiendo qué he dicho pero su expresión se transforma totalmente a una mueca de molesta. ¿Ahora qué hiciste, Caín?

- ¿Nosotros? ¿Planes? ¿"Que se encarguen ellos"? – Su tono no indica nada bueno. – Tal vez no sepamos que pasa entre ambos o qué es esto pero no tienes derecho a decidir sobre mi vida. No puede venir con tu papel de macho alfa a decirme qué hacer y qué no.

Su repentino cambio de actitud me toma por sorpresa. Alzo las cejas asombrado y, muy en el fondo, tratando de no revelar la punzada que se ha posado en mi pecho. ¿No quiere estar conmigo el día de mi cumpleaños? ¿Está rechazándome?

- Pensé que eras una persona de palabra, Sánchez. – Comento desinteresado, tomando otra uva y llevándola a mi boca. Edén no tarda en hundir más el ceño.

- Y lo soy, Hale.

Respira. No puedo ponerme cachondo cada que se dirija a mí de ese modo.

- Prometiste acompañarme a comprar el traje para la boda pero ahora niegas tener obligaciones ligadas a mí.

- No me refería a eso. Yo...

- Muy poco profesional. Decir algo y hacer otra cosa. – El golpe de su puño contra la isla me sorprende, otra vez. Edén tiene sus ojos entrecerrados, la mandíbula tensa y parece echar humo por las orejas. ¿Qué le sucede?

- No quieres jugar a eso conmigo, Hale.

- ¿Ahora tú decides por mí? – Queda muda y yo le sonrío victorioso. Pienso que tomará un cuchillo y no tardará en clavarlo en mi yugular pero en cambio se deja caer hundida en la silla, en una pose de cansancio. Esta mujer y sus cambios de humor van a volverme loco. - ¿Qué sucede, Edén?

- No podemos seguir con esto. – Su dedo nos señala. – Es... agotador.

- ¿Qué significa esto?

Un sudor frío recorre mi espalda al oír sus palabras. ¿Quiere dejarlo todo? Va a... ¿abandonarme? Paso saliva para tratar de desarmar el nudo en mi garganta pero solo basta que su mirada cace la mía, golpeando directamente el muro que protege mi corazón. En ellos hay un mar de emociones.

- Una tregua.

- ¿Una tregua? – Repito confundido. Ella asiente.

- Hasta la boda. Necesitamos concentrarnos en la misión y ambos sabemos que "esto" no se acabará rápido, por lo que debemos dejar de lado esta dinámica de perro y gato.

- ¿Y con "esto" te refieres a follar? – Me tira con una uva pero esta vez logra darme en la frente. - ¿Qué? ¿Acaso no es lo que hicimos durante toda la noche?

- Caín. – Me advierte y yo me pongo serio.

- Está bien. Una tregua.

- Eso significa que debes dejar de tocarme las narices dentro y fuera de la central.

- Puedo intentarlo.

- Y evitar actuar como un cavernícola posesivo. – Reprimo una sonrisa.

- Gran sacrificio pero lo haré.

- Y dejar de molestar a Raziel. – La miro incrédulo. ¿Y a esta loca que le picó?

- No. De ninguna manera. Lo que sucede entre ambos no tiene que ver con nosotros.

- Está bien pero lo que sucede entre ambos no tiene que ver con nosotros. – Usa mis palabras y el desayuno se me sube a la garganta. Ella lo nota y sonríe victoriosa pero no pienso dejarla ganar. - ¿Sucede algo, Caín?

- Trata de no gemir mi nombre mientras estén follando. – Me levanto y tomo una tostada. – Y si lo haces, grita bien fuerte.

Muerdo la tostada y la dejo caer sobre la isla. Edén abre y cierra la boca un par de veces pero yo me adjudico la victoria, dándome vuelta y caminando en dirección a la puerta. Cuando estoy por salir de la cocina, me detengo y vuelvo a mirarla

- Agarra tus cosas porque iremos de compras, Edén.

- ¡Eso rompe la regla de no actuar como macho alfa!

- Todos hacemos promesas que no podemos cumplir. – Me encojo de hombros y salgo de la cocina

°°

- ¿Qué estamos esperando? ¿Por qué no me dices? – Suelto un suspiro y me resigno a la idea de ignorar sus preguntas. Tras juntar el desastre en la cocina y entregarle un atuendo más decente a Edén, hemos salido a la parte delantera pero ella no ha dejado de bombardearme con preguntas desde el segundo que abandonamos la casa.

- ¿Nunca te callas o qué?

- ¿Tu eres idiota siempre o qué? – La ojeo por el rabillo del ojo.

Edén viste un pantalón de chándal negro mío y una gran sudadera azul. La ropa le va enorme y eso que tomé lo más pequeño, aunque por la pose con los brazos cruzados y el peso recargado en una pierna sus curvas se dejan ver a través de la ropa ancha. Tiene el cabello aun amarrado en un moño aunque me veo tentado a desarmarlo, dejando que caiga como cascada sobre su espalda. Sin embargo, me contengo y continuo respondiendo mensajes.

- No ha pasado una hora y ya quieres acabar con nuestra tregua llamándome idiota. – Reprocho con tono de desaprobación. Ella trata de discutir pero la llegada de una enorme camioneta negra con vidrios polarizados la interrumpe. Da la vuelta y sus ruedas chillan sobre la tierra, levantando polvillo. La puerta del conductor y parte trasera quedan frente a nosotros y yo doy un paso para abrir la de atrás, invitando a Edén a subir. Me mira desconfiada por lo que pongo los ojos en blanco. – Confía en mí, Edén.

Su mirada va del interior de la camioneta a mí, así un par de veces, hasta que suelta un suspiro y se sube. Antes de deslizarse al otro lado de la camioneta me mira.

- Yo no confío ni ambos.

Usa sus manos para impulsarse y deslizarse hasta el lado contrario por donde subió. Sacudo la cabeza antes de que su locura se me pegue y me subo a la camioneta. Al cerrar la puerta miro el espejo retrovisor, donde cruzo miradas con el chofer. Pienso decir a donde debe llevarnos pero sus ojos se posan en mi acompañante y se abren con sorpresa. Gira su rostro para ver hacia atrás y Edén lo mira fascinada. ¿Qué?

- ¿Capitana Sánchez? ¡Tanto tiempo!

- ¡Max! No sabía que eras conductor de Caín... del almirante Hale. – Se corrige.

- Guardaespaldas, capitana. Todo gracias a su recomendación.

Quiero golpearme hasta la muerte. Fort amenazó con contratarme un guardaespaldas tras la emboscada pero creí que no sería capaz; Sin embargo, mi huida a la misión en Europa bastó para que contratara a un muchacho que bastaba con verlo para quebrarle los huesos. Asique accedí a tener un solo guardaespaldas siempre y cuando yo lo eligiese. Viendo los expedientes de los soldados inactivos di con Maximus Collins, su nombre me sonaba pero es recién ahora cuando relaciono eso con Edén. Ella me lo recomendó el día que fue a mi oficina a invitarme a una cita, antes de la fiesta en El paraíso.

- No tengo mucho tiempo, Collins. Llévenos al centro comercial.

- Por supuesto, señor Hale.

Vuelve su mirada hacia delante y comienza a manejar. Sé que Edén está mirándome desde el segundo que arrancamos y también sé que va a soltar una larga lista de preguntas por lo que me doy por vencido y la enfrento. Tengo la cabeza apoyada en el asiento y solo la muevo para verla mejor, ella va con sus manos entrelazadas en su regazo y estirada como si estuviese en la central entrenando.

- ¿Qué?

- ¿Desde cuándo Caín Hale, el magnate almirante heredero, necesita un guardaespaldas?

- Desde que casi nos matan en una emboscada.

- Mentira. – Niega. – Tú nunca accederías a tener uno. Ni aunque te acabasen de cortar ambas piernas y brazos.

Tiene razón. Desde el primer día que asumí como capitán, al igual que como subalmirante, me negué a tener guardaespaldas. No lo necesito. Sin embargo, era eso o seguir escuchando a Fort recitar las mil formas en las que me cortaría las pelotas si me llegase a pasar algo.

- Fort me lo asignó. No tuve elección. – Edén suelta un gran "ah" como si las piezas en su cabeza acabasen de encajar.

- Es decir, te pusieron una niñera.

¿Pero, que...?

- ¿Estás tratando de tocarme los cojones? Creí que eso iba en contra de las reglas de la tregua.

- Una vez alguien dijo: Todos hacemos promesas que no podemos cumplir. – Imita mi voz de muy mala forma y yo la miro incrédulo. Esta mujer va a volverme loco.

°°

Collins se aleja en la camioneta con indicaciones de recogernos cuando yo se lo pida. Edén nos ha pedido pasar por su departamento y tomar algo de ropa, y me he sorprendido al verla vestida de otra manera que no fuese su uniforme o vestidos de gala. Cuando bajamos de la camioneta dejé que se adelantar un par de pasos con la excusa de haber dejado el teléfono en el asiento pero el realidad solo quería verla sin ser descubierto. Edén lleva puesto un vestido corto celeste con decoraciones blancas, tan corto que un movimiento en falso dejaría en evidencia sus bragas y lo cual provoca un efecto kilométrico en sus piernas. Tiene un escote que la hace lucir como una maldita princesa y los breteles son tan finos que me cuestiono si pueden soportar el peso de sus tetas. Se ha dejado el cabello suelto, cayéndole por la espalda hasta el trasero y usa unas sandalias con poco tacón. Nada de maquillaje y su clásica colonia cítrica.

Desvío mi mirada cuando Edén se voltea a buscarme y la alcanzo en un par de pasos. Cuando ambos estamos frente a la entrada del centro comercial es cuando me doy cuenta de la situación. Nunca habíamos estado solos fuera de la central en un lugar público. Visto así, suena como una cita. Solo puedo recordar las salidas con un demonio rubio, al cual le encantaba comprar prendas de marca y llevar al límite mi tarjeta. De pronto, siento que el desayuno se me revuelve.

- ¡Caín! – Edén chasquea sus dedos frente a mi cara pero yo deparo en la mano que se posa en mi hombro.

- Lo siento, ¿qué?

- ¿Vas a entrar o piensas quedarte allí?

- Yo... - Me siento perdido y sin palabras. Me desconcentro cuando la mano de Edén comienza a descender por mi brazo hasta cazar mi mano, dándole un apretón. Poso mi mirada en la zona donde nuestros cuerpos se unen y luego busco la oscuridad de sus ojos. -¿Qué haces, Edén?

- Tregua, ¿no?

Su rostro es angelical y me siento el demonio más impuro cuando lo detallo. Sus labios rojizos juntos en una sonrisa de boca cerrada, sus ojos desnudos realzando su mirada felina, sus rasgos finos y rebeldes cabellos cayéndole sobre la cara. Edén hace un paso hacia adelante sin soltarme de la mano y me siento igual que la noche pasada, cuando la seguí hasta el cuarto desnuda. Es como si sostuviese la mano de un ángel que planea llevarme a un ardiente infierno pero no puedo negarme. No con ella.

- Tregua. – Murmuro siguiéndola.

°°

Los minutos pasan cada vez más lentos a medida que entramos a más tiendas. Puedo jurar que encontramos el traje del color exacto en el primer local pero Edén insistió en seguir mirando más opciones.

Miro mi reflejo en el espejo que ocupa toda la pared del cambiador y, por primera vez en horas, puedo decir que estoy a gusto con lo que veo. Los demás trajes lucía insulsos o estaban destinados a ser vestimenta de funeral, pero el corte y calce de este me conforma. El problema es el color. Grace quiere que luzca un traje color verde oliva o una cosa así y sea el modelo que sea, parezco adolescente en su baile de graduación. Lo mío son los colores fuertes como el rojo, azul, negro.

Un golpe en la puerta y el sonido de está abriéndose me traen a la realidad. Por el reflejo veo como el torso de Edén se asoma.

- Caín, si ese traje no te convence hay otro que... - Queda muda al recorrerme con la mirada y el ego se me alimenta. – Wow.

- ¿Qué dices? – Pregunto. Edén abre y cierra la boca varias veces pero no dice nada. En su lugar, empuja la puerta y entra al cambiador, cerrándola detrás suyo. El cuarto no es pequeño, de hecho tiene dos sillones y una pequeña mesa, pero de pronto siento como si estuviésemos dentro de un armario. Camina en dirección a mí y yo me volteo para enfrentarla.

Creo imaginar que sus manos van en dirección a mi nuca y que reclamarán un beso que me veo sediento de tomar pero se posa en el moño negro que uso, acomodándolo. Mis ojos no pierden detalle de ella y parece darse cuenta, por lo que alza la mirada y la sostiene.

- Debes llevar este. Es precioso. – Sus dedos recorren las solapas del saco y se detienen cerca de mi abdomen.

Mantenemos la mirada un par de segundos hasta que la suya baja a mis labios. Siento la necesidad de mojarlos y lo hago, ella acaba imitando mi acto. Un dilema acapara su cabeza y sé cómo acaba esto, con ella echándose hacia atrás.

- Te odio por esto. – Murmura antes tirar del traje para estampar su boca contra la mía. El beso me toma desprevenido pero no tardo en bajar mis manos a su cintura y pegarla aún más a mí. Sus manos suben a mi nuca y jalan de mi cabello, provocándome un gruñido. Muerdo su labio inferior y aprieto su trasero.

- No me odias. – Susurro antes de continuas besándola.

Nos movemos hasta que su espalda choca contra una pared y solo debo poner mis manos en la parte baja de su culo para que de un pequeño brinco y se cuelgue de mí. Sus piernas cruzan detrás mío y me pegan a su coño, a la vez que sus tetas se restriegan contra mi pecho. Bajo mi boca a su cuello y dejo un camino de besos por su clavícula cuando un golpeteo en la puerta interrumpe. Ignoro el sonido y sigo con mi tarea de cazar uno de sus pechos pero vuelven a golpear, aunque no despego mi boca de su cuello, respondo.

- No abra. Estoy desnudo. - Hablo contra su cuello. – O pronto lo estaré.

- Señor Hale, debo saber...

- Deme 15 minutos y la comisión será del 100%

El silencio del otro lado de la puerta es la respuesta que necesito. Camino con Edén en brazos y me siento en el sofá con ella en mi regazo. Continuamos besándonos y en un rápido movimiento me quito el saco y la camisa. Si esto no acaba rápido tendré que comprar el pantalón porque mi verga está a punto de hacerle un agujero.

Mis dedos rozan levemente sus hombros descubiertos y un escalofrío me recorre. Bajo sus breteles y expongo sus marcados pechos. Marcas rojizas de la noche que pasamos juntos cubren sus pechos y me ponen al cien. No tardo en prenderme de su pezón izquierdo y chuparlo. Edén echa la cabeza hacia atrás y se tapa la boca, gimiendo de manera ahogada. De pronto, la fantasía de hacerla retorcerse de placer pero no poder gritar se mete en mí.

La tomo de la cintura y la hago girar, quedando de espaldas a mí pero aun sentada. Delante nuestro está el espejo. Dejo caer mi espalda contra el respaldar del sillón y abro un poco más mis piernas, haciendo que Edén quede en el centro. La imagen parece de película porno. Tiene el cabello desordenado, las tetas al descubierto y el vestido bajo hasta el abdomen. Mis manos se posan sobre sus muslos y aprietan.

- ¿Qué quieres hacer? – Susurra.

- ¿Ahora? Tener tres dedos míos adentro tuyo.

Subo mis manos a la vez que le vestido va desnudando lo que cubre de piernas y coño. Lleva puesta unas bragas de encaje blancas. Mis dedos rozan la tela y le produce un escalofrío, y a mí que me hinche la verga aún más. Los muevo circularmente sobre la zona y comienza a temblar, mientras jadea bajo.

- Quiero que mires el espejo. Que veas como mis dedos te follan y no puedes emitir ningún sonido. – Corro su humeda tanga y dejo que mis dedos se mojen. - ¿O quieres que nos descubran?

Niega.

- Ya sabes que me gusta oírte, Edén.

- No quiero que nos descubran. – La oración acaba con un gemido, provocado por mis dedos. Subo y bajo por su húmedo coño, dejando que mis dedos se cubran de sus flujos. Poco a poco voy metiendo dos de mis dedos dentro suyo, abriéndose su interior a mi paso. Está caliente y mojado, como me gusta. Edén se tapa la boca con una mano y la otra la deja sobre mi pierna, como sostén. – Dios mío.

- Eso. Pídele a tu Dios perdón porque estas siendo mala. – Entro y saco mis dedos. – Muy mala.

Aumento la velocidad de mis dedos mientras sumo otro más. Tres dedos dentro suyo hacen que eche la cabeza hacia atrás pero no pienso permitírselo. Debe ver esto.

- Mira el reflejo, Edén. – Ralentizo el movimiento y sus piernas se cierran, atrapando mi mano. – No querrás que pare.

- No... no pares. – Gimotea.

Abre los ojos y cruza miradas conmigo a través del espejo. Su expresión se contrae cada vez que entro en ella y muerde su labio para evitar gritar como le gusta. Sus ojos abandonan los míos para fijarse en un punto interesante del espejo, su coño. Sus piernas vuelven a abrirse y lo exponen, siendo tratado por mis tres dedos. Tengo la mano húmeda y la verga me palpita con insistencia al verla pero no me detengo.

Aumento la velocidad y el sonido de su coño ser follado por mis dedos es glorioso. Mi mano derecha caza uno de sus pechos y pellizca su pezón, logrando que suelte un jadeo fuerte. Quien esté junto a nosotros lo ha escuchado y eso me calienta aún más. Edén cierra los ojos nuevamente.

- Si apartas la mirada del espejo otra vez, voy a encargarme de ponerte a gritar tan fuerte que todos en este centro comercial podrán oírte, Edén. Y una niña buena como tú no querrá eso. – Murmuro en su oreja.

Sus ojos negros vuelven al espejo. Sus cejas se juntan en una expresión de placer y yo comienzo a entrar y salir más rápido, apretando su teta. Edén comienza a gemir más fuerte y seguido, pero sus manos están apretando mis piernas ante el placer. Dejo su pecho para poner mi mano en su boca, evitado que nos escuchen y echen. Sus gritos son apaciguados pero puedo oírlos retumbar dentro mío.

- ¡Oh, Caín! ¡Santo Dios!

Edén comienza a mover sus caderas hacia delante y hacia atrás, sumándole intensidad a la masturbación y restregando su culo sobre mi duro miembro. Introduzco mis dedos tres veces más antes de que tiemble y suelte un grito de éxtasis, acabando sobre mi mano.

Se deja caer hacia atrás, posando su cabeza en mi hombro y su espalda en mi pecho, respirando de manera agitada. Saco mis dedos de ella y los chupo, deleitándome con el sabor de sus flujos. La calentura del momento sumado a lo bien que sabe es capaz de hacerme acabar pero me contengo. Si me vengo no podré controlarme hasta tener mi verga en su estrecho interior.

Edén abandona su lugar sobre mí para subirse los breteles y acomodarse las bragas, peinando su cabello y carraspeando. Mi teléfono vibra sobre la pequeña mesa y lo tomo, sin dejar de mirarla.

- Diga.

- ¿Diga? ¿Estuve llamándote durante toda la mañana para decirte feliz cumpleaños y cuando atiendes la llamada solamente dices "diga"? ¡Eres un cabrón!

- Grace. Respira. – La escucho hacerlo al otro lado de la línea. – Estuve ocupado. Lo siento.

- Yo debería ser quien se disculpe. La boda me tiene estresada. Solo quería desearte un feliz cumpleaños, Caincito.

Pongo los ojos en blanco. Edén señala la puerta pero yo niego.

- Detesto ese apodo pero gracias.

- También llamaba para avisarte que ando por la ciudad con Tiago y tal vez, si tienes tiempo para tu mejor amiga, podríamos cenar juntos. – Reconozco ese tono. Está planeando algo.

- Suena bien. Dime el lugar y la hora por mensaje de texto y allí estaré.

- De acuerdo. – La escucho murmurar algo pero no logro entender qué.

- ¿Qué planeas, Grace?

- ¿Yo? Nada. Ahora, adiós. ¡Felices 30!

Dice con apuro y cuelga. Dejo el teléfono sobre la mesa y me levanto, desprendiendo el pantalón y dejándolo caer. Edén abre los ojos con asombro y sus mejillas se tiñen de rojo, corriendo la mirada de mi casi desnudez. Nunca dejará de ser una santa.

- ¿Tienes planes esta noche? – En otro caso le hubiese dicho a qué hora la pasaba a buscar pero tras sus condiciones de la tregua temo que me castigue dejándome sin sexo o algún martirio de ese estilo.

- Es tu cumpleaños. ¿No deberías salir a festejar? – Edén continúa mirándose los pies.

- Exacto. – Camino hasta quedar frente a ella y la tomo del mentón, obligando a que me mire. – Grace planea una fiesta sorpresa para mí...

- ¿Cómo lo sabes?

- ... y quiero que vengas. – La confusión y sorpresa se apoderan de su rostro. - ¿Qué? Ella estará con su prometido y yo quiero tirar antes de que se acabe mi cumpleaños.

Edén golpea mi desnudo torso.

- No lo sé, Caín. Tal vez deberíamos...

- Solo una noche. Antes de que la misión nos consuma. – Mis palabras no la convencen. – Solo como amigos.

Las palabras salen de mi boca dejando un amargor. Yo solo tengo una amiga que es Grace y lo demás son polvos de una noche, pero Edén no entran en ninguna categoría. Sin embargo, la idea de ir como amigos me revuelve el estómago porque sé muy bien quienes están en la lista de contactos de Grace a la hora de hacer una fiesta. Hace un año me hubiese parecido de puta madre una fiesta con ellos pero ahora, y con ella, debo rezar para que no sea un descontrol.

Edén parece pensarlo hasta que asiente.

- Está bien. Una noche, solo amigos. 

°°

aaaaa como me gusta q narre Caín 

SOLO AMIGOS DICE JAJAJAJAJAJAAJ 

me duele que aun piense en Eva. ya wey SUPERALA

les gustan las arepas? 

edit. adjunto imagen de lo que usaba Edén en el centro comercial porque es UNA DIOSA

los leo <3

Continue Reading

You'll Also Like

11.1M 1.1M 41
«Conocerte fue descubrir un género musical diferente al que suelo escuchar, pero que al final me terminó gustando.» La vida de Andy está rodeada de d...
45.2K 2.5K 140
Valentina una chica con una vida normal hasta que el divorcio de sus padres cambiaría su vida por completo volvería los próximos años en los peores d...
338K 41.1K 61
Meredith desde que tiene uso de razón, conoce la existencia de Darek Steiner, aunque ha estipulado una regla bien marcada en su vida: NO ACERCARSE A...
368K 15.4K 36
Elena ama leer tanto como ser animadora, su sueño más grande es ser escritora, para ella su vida era perfecta, pero todo eso cambia en su último año...