Cartas de la chica girasol...

By KafLamedh

45.7K 8.1K 4.8K

"Sonríe, porque alguien te quiere en secreto. Atentamente, la chica girasol". Así suelen terminar las cartas... More

Sinopsis
🌻Capítulo 1🌻
🌻Capítulo 2🌻
🌻Capítulo 3🌻
🌻Capítulo 4🌻
🌻Capítulo 5🌻
🌻Capítulo 6🌻
🌻Capítulo 7🌻
🌻Capítulo 8🌻
🌻Capítulo 9🌻
🌻Capítulo 10🌻
🌻Capítulo 11🌻
🌻Capítulo 12🌻
🌻Capítulo 13🌻
🌻Capítulo 14🌻
🌻Capítulo 15🌻
🌻Capítulo 16🌻
🌻Capítulo 17🌻
🌻Capítulo 18🌻
🌻Capítulo 19🌻
🌻Capítulo 20🌻
🌻Capítulo 21🌻
🌻Capítulo 22🌻
🌻Capítulo 23🌻
🌻Capítulo 24🌻
🌻Capítulo 25🌻
🌻Capítulo 27 - Final🌻
🌿Epílogo🌿
🌼ANDREA🌼
🥀MANOLO🥀
❤️ Juguemos ❤️
Curiosidades
FanArts

🌻Capítulo 26🌻

874 187 86
By KafLamedh

¡Bienvenidxs al penúltimo capítulo!

🌻🌻🌻

—Aunque no puedo definir el momento exacto en que todo cambió, sí recuerdo pequeños detalles que guardo con gran cariño —comienzo a narrar mi historia.

Román y Geraldine se encuentran en la cama frente a la mía, sentados uno al lado del otro, tomados de la mano y observándome con gran interés.

»Marco es mi vecino, el mejor amigo de mi hermano —continúo—. Lo conocí cuando teníamos siete y cinco años, y, bueno, yo soy mayor que él —Román alza una ceja pícara y sonríe, pero no dice nada—. Desde que nos conocimos, nos hicimos nos hicimos inseparables ya que mi hermano a penas tenía un año en ese momento. Si Marco no estaba en mi casa, yo estaba en la suya, planificando algún juego, haciendo alguna travesura y volviendo loca a su abuela o a mi mamá.

Sonrío al recordar cómo eramos en esa época; nos creíamos invencibles. Todo era un juego para nosotros. Si mi mamá nos pedía ayuda para limpiar la casa, nosotros hacíamos competencias para ver quién acababa primero, por ejemplo. Yo sabía que nunca estaría aburrida con él, porque siempre tenía alguna idea loca y yo lo secundaba... o al revés. Muchas veces nos regañaron por nuestros inventos, pero nunca nos dejamos solos, nos apoyábamos el uno al otro aunque eso significara compartir algún castigo.

—Pero, a medida que fuimos creciendo las cosas cambiaron. En una ocasión, a los doce o trece, yo tenía un vecino que era como ocho años mayor que yo. En casa siempre fui la mayor, pero él tenía tres hermanas, una mayor que él y dos menores que él, y me trataba como una más de sus hermanas. Un día él estaba en la casa de mis padres haciendo no sé qué, y escuché una conversación que tuvo con mi mamá. Ahí él le decía que hablara conmigo y me explicara que iba a cambiar poco a poco su manera de ser conmigo, que yo ya no era una niñita sino que me estaba convirtiendo en una adolescente y que él debía cuidarme porque, aunque me tratara y me quisiera como su hermanita, realmente no lo era y yo podría confundir los sentimientos y sus acciones, y que si queríamos seguir siendo amigos, había ciertas cosas que ya no podríamos hacer, como pasar tanto tiempo juntos y otras cosas que están reservadas para las familias.

Román y Geraldine abren sus ojos y veo en ellos una expresión de horror.

—No, no, no piensen mal —me apresuro a calmarlos—. Él tenía razón, y estuvo bien que lo hiciera, eso demostró el gran aprecio que sentía por mí y mi familia. Les cuento esto porque eso fue lo que me llevó a alejarme de Marco , junto con algo que dijo el papá de él.

—¿Cómo así? No entiendo.

—Yo tampoco, ¿qué tiene que ver ese hombre contigo y con Marco? —cuestiona Román.

—Yo sabía que Marco gustaba de mí desde que estaba pequeño, y él también me gustaba. Claro, en ese momento no era más que una atracción infantil, pero al escuchar lo que mi amigo le dijo a mi mamá me hizo darme cuenta de que Marco podría desarrollar sentimientos aún más fuertes por mí a medida que creciera, y yo, yo no me sentía atraída a él de manera romántica. Además, era mi amigo, prácticamente mi hermano, ¿cómo podría verlo de otra manera?

»Sin embargo, no me alejé definitivamente sino hasta un día en que su padre nos vio tomados de la mano cuando jugábamos y dijo riéndose: "Si siguen así, van a terminar casados".

—Pero si eran unos niños —brama Geraldine indignada—. ¿Qué va a estar sabiendo un niño de esa edad algo de casarse?

—Sí, sí, lo sé —digo tratando de calmarla con mi mano—. Aún así, eso me dio temor. ¿Y si Marco llegaba a pensar que teníamos que estar juntos porque los demás jugaban con eso? No, eso le haría mucho daño, así que decidí alejarme poco a poco. No sé si fue una decisión irracional o egoísta, pero esa fue mi manera de lidiar con eso. Entonces, cuando él iba a la casa, yo me buscaba algo para leer, o escuchaba música, lo que fuera con tal de no jugar con él. Y poco a poco se fue apegando a mi hermano y terminamos conviviendo casi sin hablarnos durante la adolescencia.

»Después de unos años ,cuando ya tenía como diecisiete, yo comencé un noviazgo con un chico de bachillerato, y Marco nos presentó a su novia del liceo, una linda pelirroja de ojos marrones, con la cara cubierta de pecas. Así que yo me relajé un poco, sobretodo porque ella y yo éramos polos opuestos, así que si yo ya no le gustaba podríamos comenzar a tratarnos un poquito como antes; al menos ya podíamos ver películas juntos y compartir como grupo sin sentir que tenía que cuidar todo lo que decía o hacía.

—¿Y qué pasó? —interrumpe Geraldine—. ¿En qué momento comenzó a gustarte?

Río ante su efusividad y me levanto de la cama para caminar de un lado al otro mientras sigo contándoles.

—¿Me creería si les dijera que siempre me gustó?

Se miran entre ellos y ambos encogen los hombros.

—Sí, supongo que sí. Varias veces lo has dicho, ¿sabes?

Asiento, sonriendo y tapando mi car con las manos. Yo estoy que no puedo de los nervios, y de vez en cuando se me escapa una risa tonta. 

—Es que no sé, digamos que es como mi comida favorita —Ellos no captan lo que quiero decirles y en su rostro se refleja la confusión—. A ver si así me entienden. ¿Cuál es su comida favorita?

—¡Pollo frito! —responde al unísono y luego ríen —Pollo frito, nos gusta el pollo frito.

—Okey, okey. ¿Y siempre fue así o es algo que empezó a gustarles desde hace un tiempo?

Román es el primero en responder:

—En mi caso, siempre me ha gustado. Desde que tengo uso de consciencia y razón, podría decirse.

—Igual yo —asiente Geraldine— Pero es que, vamos, el pollo frito debería ser proclamado patrimonio universal, o por lo menos la octava maravilla del mundo.

Sonrío por su ocurrencia y pienso en que ella y Andrea se llevarían muy, muy bien si se conocieran.

—¿Y algunas vez alguien le han dado a probar una comida nueva diciendo que se convertirá en su favorita? —Ambos asienten—. Pero ustedes saben que no puede ser así, porque siempre comparan todo con el pollo frito, ¿cierto? —Ellos asienten nuevamente—. Así me siento con Marco.

—A ver si entiendo. ¿Estás comparando a este chico que te gusta con comida? —pregunta incrédula Geraldine.

—Eh, sí, no, más bien... —tartamudeo—. Se trata más del hecho de que nadie tuvo que decirles que esa sería su comida favorita, sino que siempre ha sido así, incluso antes de que ustedes fueran plenamente conscientes de eso, y por mucho que prueben otras comidas, siempre llegan a la misma, porque para ustedes esa es la mejor del mundo.

»Para mí, Marco es así. En las relaciones de pareja que tuve en el pasado siempre llegaba a una encrucijada, a un punto de inflexión que no me permitía avanzar. No sé, simplemente nada de lo que pasa se sentía correcto. Y siempre estuve comparándolos a ellos con Marco, me preguntaba una y otra vez cómo serían las cosas si fuéramos pareja. Quizás lo idealizaba mucho. Al final, yo conocía su personalidad como amigo, no como novio.

—No, no, no lo veas así. Yo te entiendo a la perfección —confiesa Geraldine—. Yo me sentí así muchas veces. Claro, yo no tenía a nadie con qué comparar lo que me pasaba, pero nada encajó en su lugar hasta ahora —dice esto último dirigiendo su mirada a Román y él le corresponde con una sonrisa enorme, de esas que iluminan toda la habitación y lleva la mano de ella hasta sus labios para depositar allí el beso más púdico y, a la vez, el más apasionado que he visto en mucho tiempo.

Comienzo a sentirme incómoda al sentir que estoy invadiendo un espacio privado. Afortunadamente, ellos por sí solos rompen la burbuja en la que se encontraban y me animan a seguir hablando.

—¿Y qué vas a hacer, Marisol? —pregunta Román.

—Pues, no sé —gimo llevando mis mano a la cara—. Tengo miedo, no sé. No sé qué hacer. ¿Sabías que él se hizo pasar por otra persona y me escribió varias cartas?

—¿En serio? No sé porque me suena familiar eso —dice burlesco con una mano sobando su barbilla—. ¿Conoces a alguien que haya hecho algo parecido?

Agudizo mi mirada hacia él y le lanzo lo primero que tengo a la mano, que es un osito de peluche, pero mi puntería falla y termina en el suelo sin haberle hecho el menor daño. Geraldine estalla en risas, lo que me hace comprender que ella sabe todo lo de las cartas. Aún así, tengo que confirmar.

—¿Tú sabes lo de...? —dejo la frase a la mitad haciendo señas entre Román y yo.

—Por supuesto —responde ella poniendo sus ojos en blanco—. Román me contó todo una de las primera veces que se quedó aquí antes de mudarse.

—Ya va, ya va —los detengo—. ¿Ustedes viven juntos aquí?

Esta vez ambos se echan a reír.

—Ay, Marisol, ¿te quedaste en esta casa ayer y aún no has notado?

Los miro sin comprender.

—¿Notar qué?

—En esta casa solo vivimos chicas —explica Geraldine—. Es de la mamá de una de compañera. Ella está fuera de Venezuela y nos permite quedarnos aquí con la condición de que sea solo para mujeres.

—Y yo vivo con un tío por aquí cerca —completa Román.

—Interesante, ¿y ustedes tienen mucho tiempo conociéndose?

Ambos asienten, pero es Román quien responde.

—Sí, nos conocimos hace unos dos meses, cuando vine a visitar a mi tío con mi mamá.

—¿Y tienen todo este tiempo de novio?

Sé que estoy siendo chismosa, pero nadie se ha muerto por preguntar, ¿o sí?

—No, pero casi. ¿Por qué tanta curiosidad de repente?

—No, por nada —miento negando con mi cabeza—. Eso explica algunas cosas.

Sonrío al conocer la razón de porqué Román no demostró ningún interés en mí, ni siquiera cuando lo ayudé con el regalo para su mamá o cuando Manuel fue impertinente con él, pero Román y Geraldine me ven con es ceño fruncido, así que me apresuro a continuar con mi historia.

—Entonces... ¿en qué estaba? —pregunto rascándome la cabeza—. Ah, sí, entonces, Marco se hizo pasar por otra persona y comenzamos a intercambiar mensajes de textos, hasta me regaló este collar —Levanto el girasol metalizado de mi cuello para que ellos puedan verlo—. Y hace unos días me dedicó una canción de lo más hermosa... —No puedo evitar cubrir mi rostro nuevamente cuando se me escapa un suspiro.

»Cada vez que habla con el chico Olivo, como él mismo se hizo llamar, sentía que mi corazón se saldría del pecho de la emoción —Una sonrisa pícara se dibuja en el rostro de Geraldine—. En serio, si el chico Olivo me hubiera pedido ser su novia, habría aceptado aún sin tener certeza de quién era.

—¿El chico Olivo? Marisol, ¿por qué lo llamas así y no Marco? O sea, ya sabes su nombre, a esta altura los pseudónimos no son necesarios, ¿no crees? —razona Geraldine.

—Disculpen, chicas —dice Román levantándose de la cama—. Debo ir un momento al baño, no vayan a seguir hablando de eso hasta que vuelva.

Geraldine y yo esperamos charlando de otras cosas hasta que Román regresó y trajo unas galletas con él. Le dio primero a su novia y después a mí antes de sentarse.

—Seguimos, ¿por qué es que no llamas al "chico Olivo" por su verdadero nombre? —pregunta antes de llevarse una galleta a la boca.

Yo me como una mientras pienso en su pregunta, y es decepcionante para mí misma darme cuenta de la razón tan estúpida para no hacerlo.

—El chico Olivo puede ser cualquier persona, pero Marco es el mejor amigo de mi hermano y... es menor que yo.

La mirada de Geraldine dice todo lo que su boca ocupada no: «¿Es enserio?». Román solo voltea sus ojos y agarra otra galleta.

—Lo sé, lo sé —digo al levantarme de la cama y caminar por el cuarto dejando fluir mis palabras—. Yo misma sé que es una tontería y...

—Una excusa, solo eso —dice Román.

—¿Disculpa?

—Disculpa aceptada —replica encogiéndose de hombros. Me giro hacia él y afilo mi mirada—. Pero sabes que es cierto. Llevas toda la mañana diciéndonos lo maravilloso que es para ti este tal Marco, y cómo has soñado con él infinidad de veces, ¿y ahora vas a decir que no quieres nada con él porque es menor que tú?

Me dejo caer en la cama y reprimo un grito en al almohada, reconociendo lo inmadura que estoy siendo.

—¿Sabes qué pasa? —pregunto después de unos instantes. Me quito la almohada de la cara para confirmar que aún me están escuchando y ellos asienten— Se trata más de que no quiero hacerle daño, ¿saben? Su vida no ha sido fácil, su mamá murió cuando él era pequeño, su padre no lo apoya en nada de lo que quiere hacer y lo trata de vago, su mejor amigo es un chico cuatro años menor que él, y, aparentemente, ha tenido este crush conmigo toda su vida. ¿No sería aprovecharme de todo eso para estar con alguien que sé que me quiere? —pregunto y vuelvo a cubrir mi cara con la almohada gimiendo.

—A ver, Marisol —dice Geraldine sentándose a mi lado de la cama—. Respóndete esto a ti misma, ni siquiera es necesario que nos lo digas, pero ¿por qué le escribiste a Marco una carta sabiendo que él gustaba de ti? ¿No pensaste que tal vez eso le daría las esperanzas que tanto le has negado y que podría salir lastimado? —Yo escondo aún más mi cara en la almohada, si acaso es posible—. ¿Estás completamente segura de que no hay ni una minúscula parte de ti que haya querido hacerlo porque estaba que él actuara de cierta manera?

Solo niego con mi cabeza en respuesta.

Pero sé que ella tiene razón. Si bien al principio le escribí a Marco porque me puso muy triste verlo tan mal porque el distanciamiento que tuvo con su padre, las otras cartas no eran necesarias y quizás, solo quizás, deje ver en ella anhelos y deseos que ni yo misma quise reconocer, pero él sí los vio.

—Además —continúa Geraldine—. No eres quién para decidir sobre los demás —Quito la almohada de mi cara para verla a los ojos y que me explique qué quiere decir. Ella capta mi cara de confusión y continúa explicándome—. Me refiero a que no puedes decidir por él, por Marco.

—Pero yo nunca lo he hecho —me defiendo.

—Claro que sí lo has hecho —asegura—. Estás decidiendo por él al no darle la oportunidad de nada solo porque "podría" salir herido. Pero, ¿y si él quiere arriesgarse a eso, quién eres tú para impedírselo? —razona y puedo ver la verdad en sus palabras—. Nadie jamás en la vida ha arrancado una rosa sin tener la posibilidad de pincharse, pero aún así las personas siguen haciéndolo y maravillándose por ellas, ¿por qué? —pregunta, pero ella misma responde—. Porque algunas cosas son tan hermosas que vale la pena correr el riesgo por obtenerlas. ¿Quién te dice que Marco no quiere arriesgarse por ti?

Dicho esto, me da unas palmadas en la pierna y ella y Román salen del cuarto, dejándome ahí, pensando en todo lo que hablamos.

Y reconozco que tienen razón, yo misma he pensando así en aquellas ocasiones que me permito fantasear con la idea de estar con Marco.

¿Y si solo estoy usando el no lastimar a Marco como excusa para ocultar mis propios miedos a salir herida, a enamorarme tan profundamente y que después yo no sea más que un capricho para él?

No.

Él no es así, lo sé. Tuvo muchos años para decidirse por otra persona y no lo hizo, siguió fiel a ese sentimiento que no sabía que podría ser correspondido.

Y lo sé, se que el es sincero en sus sentimientos, sin importar si recibió o no la ayuda de Andrea, él me ha demostrado que puedo confiar en él.

No pienso mucho en lo que voy a hacer y simplemente dejo que mi corazón se haga cargo. Tomo mi celular y escribo un mensaje para él a su teléfono personal y no al número del chico Olivo.

Marisol Romero
Domigo, 15 de nov. 2020, 11:50 a. m.
No sé ni siquiera por dónde comenzar, pero creo que lo primero que debo hacer es pedirte que hablemos de lo que pasó. Vuelvo a Caracas en unas horas. ¿Podemos vernos en la terraza cuando llegue?

Después de enviarlo no puedo hacer nada más que esperar, deseando que responda rápido, pero no lo hace y prácticamente destrozo mis uñas hasta que, después de un buen  rato, recibo su respuesta.

Marco Valenti
Domigo, 15 de nov. 2020, 12:12 p. m.
Ok. Buen viaje.

¿"Ok. Buen viaje"?

Una sensación de pesadez se instala en mi estómago y un mal presentimiento me asegura que detrás de esas tres palabras no me aguarda nada bueno.

🌻🌻🌻

Jelou, mis bellezas.

Así llegamos a la recta final. Solo un capítulo más y sabremos el final de esta historia. ❤️🥺

Gracias por sus comentarios. Lxs amo ❤️❤️

Continue Reading

You'll Also Like

194K 28.7K 77
Julia Oliveira es una recién egresada de Literatura. Al no encontrar trabajo, termina siendo una camarera más en el café La Catedral. En ella conoce...
3.2K 410 5
Todos murieron. O al menos eso es lo que aseguran los pocos que creen en la existencia del templo Azul. La mayoría piensa que no es más que una fábul...
267 60 10
Te comes todo, lo despedazas, poco a poco y destruyes lo que sea como si te gritara destrózame.
716 84 6
"eso se ve pesado ¿necesitas ayuda?" "la próxima que me digas "¿necesitas ayuda?" te mandaré a volar." "hasta dormido reniega" "me gustaría ayudarte...