Las llamadas seguían presentándose en ese pequeño celular que Peter llevaba consigo, sentía la preocupación de su tía por lo que sin volver a esperar a que cortara, contestó.
– Hola... – habló por fin con un tono bajo.
– Oh, Peter ¿por qué no contestabas? Te fui a buscar y tus amigos me dijeron que ya te habías ido ¿dónde estás? ¿Qué pasó? ¿Por qué te fuiste? – había comenzado el bombardeo de preguntar en que Peter se quedó en completo silencio escuchando cada una de ellas.
– Tranquila May, no sucedió nada malo... Estoy en la casa de un... amigo, solo no me sentía a gusto en ese lugar. – susurró esperando que le creyera.
– Harry me dijo que no estaba contigo. – contestó dudando a lo que su sobrino le decía. – ¿Tienes otro amigo? – volvió a preguntar a lo que los nervios de Peter comenzaban aumentar.
– Si... – no sabía que más decirle, si seguía hablando seguramente sospecharia de él. – Lo conocí hace poco y me invitó a pasar unas horas con él. – terminó por decir, sus nervios le delataban aunque sólo pedía que su tía no se diera cuenta.
– Recuerda que me tienes que avisar, no quiero que vuelvas a desaparecer así como si nada, me preocupas Peter, eres mi única familia. – aquellas palabras habían pegado justo en el clavo, una molesta punzada se pronunció en su pecho y es que para él también era su única familia, lo que menos quería era darle preocupaciones a la mujer que desde pequeño lo crió después de haber perdido a sus padres, esa mujer que poco a poco fue convertiendose en una madre para él era lo único que le quedaba.
– No volverá a pasar, mañana estaré allá. – respondió con cierta tristeza escuchando un adiós por parte de su tía. – cuídate y perdón, no volverá a pasar. – volvió a repetir con el fin de que su tía pudiera estar más tranquila.
Fue un idiota al no haber hablado antes con ella, que cosas habían pasado por su cabeza y observando los parches que el mercenario había colocado en su cuerpo pensó en todas esas veces que podía haber dejado sola a su tía, todas las veces en que un villano lo había dejado al borde de la muerte y nadie le ayudó. Wade había sido la primera persona que se preocupaba de curar sus heridas.
Mientras tanto al otro extremo de la ciudad Wade seguía viendo como su pequeña dormía tranquilamente, y es que estaba tan atento a ello que no logró sentir como Shiklah aparecía tras su espalda.
– Hasta que te encuentro. – exclamó la mujer colocando ambas manos sobre sus propias caderas demostrando lo enfadada que estaba. – ¿Dónde te has metido todo este tiempo? – volvió a preguntar sin recibir una respuesta por parte de su esposo. – Wade, responde. – alzó su tono frunciendo el ceño al sentirse ignorada.
– En una misión, como ves me quitaron a mí hija ¿de casualidad tú le diste mi ubicación? – cuestionó está vez Wade girando sobre su eje para enfocarse totalmente en el rostro de su esposa. – dime la verdad. – murmuró sosteniendo su rostro sin preocupación alguna sabiendo perfectamente que aquella acción provocaría a la mujer.
– A mí no me hablas en ese tono. – con un simple movimiento quitó la mano del mercenario mientras formaba una suave sonrisa. – Yo no le dije nada, pero al parecer alguien sí. – agregó elevando sus hombros como si le restara importancia a tal situación.
– Seguramente fue ese hombre lobo con el que te revuelcas ¿creías que no lo sabía? – preguntó esta vez riendo fuertemente, Shiklah le miró asombrada ya que había sido demasiado cautesola como para que el mercenario no lo supiera. – esas marcas lo dicen todo, pensé que no te gustaban. – murmuró tocando con cuidado la clavícula de su esposa en donde se podía contemplar un pequeño rasguño.
– No me vengas a reclamar. – sin cuidado quitó la mano del mercenario de su cuerpo, no lo quería sentir después de todo. – No eres el mismo con el que me casé, ya ni te reconozco. – comentó la mujer lo bastante enfadada. – ¿Tú te reconoces?
Wade se quedó en completo silecio observando como la mujer reclamaba ante todo lo sucedido, y es que efectivamente había cambiado desde la vez que la había rescatado. Ahora era un hombre distinto, todo gracias a la compañía y concejos que le ofrecía Spiderman.
El silencio por parte de su marido causó un simple gruñido en la mujer la cual enseguida le dio la espalda para crear un portal y volver al inframundo.
– Te estás conventiendo en alguien bueno, Wade. Tú sabes que los buenos y las princesas demoníacas no les va bien juntos. – murmuró dejando a un Wade plantado en su posición, pensó en sus palabras al menos hasta que no había rastro alguno del portal.
Sin más volvió a dar un vistazo a su hija, ahí se encontraba ella durmiendo sin problema. Con cuidado y procurando de no hacer ruido entró a la casa para dejar un rico desayuno en la nevera para luego salir en dirección al departamento. Esperaba ver a su Spidey rescotado en la cama tal como lo había dejado, pero en cuanto abrió la puerta un silecio profundo inundó sus oídos. El chico se había ido si antes haber dejado una notita sobre la cama.
No hay necesidad de decir quien soy, te doy las gracias por cuidarme luego de todo lo que pasó, si no hubiera sido por ti no habría salido ileso. Me surgió algo por lo que no podré estar más tiempo.
ATTE: Spiderman 🕷️
Wade sonrió en cuanto leyó y releyó la notita y sin más se recostó sobre la cama, habían sucedido tantas cosas en ese corto tiempo que no pudo evitar reír ocultando su cabeza en la almohada. Primero estaba el beso con su Spidey, ese hermoso y deseoso beso que habían compartido para luego ser borrado por la pequeña discusión con su esposa.
Por otra parte Peter entraba con cuidado por la ventana de su recamara, su tía ya se encontraba durmiendo por lo que ser descubierto no era algo posible. Una vez adentro se quitó el traje terminando por acostarse, se encontraba cansado pero tranquilo, su encuentro con Wade seguía en su cabeza más ese beso que habían compartido juntos. Casi por inercia acarició sus propios labios como si eso reviviera el contacto además de esas sensaciones que le había hecho sentir.
A la mañana siguiente el chico despertó con un pequeño dolor de cabeza, su cuerpo seguía pidiendo descanso pero quería encontrarse con su tía antes de que se fuera al trabajo.
– ¿May? – preguntó Peter bajando las escaleras, estaba somnoliento y frotando sus ojos se encontró con su tía en la cocina. – ¿Lista para el trabajo?
– Oh, Peter, pensé que no llegarías. – exclamó un tanto exaltada, se había asustado un poco al escucharlo. – pensé que no volverías hasta mañana, me alegro de que te encuentres bien... – murmuró esta vez acariciando el rostro del chico percatandose de lo maltratado que estaba su rostro, de vez en cuando su sobrino llegaba con más de una herida, en un comienzo le cuestionaba sin recibir respuestas terminando con el menor en su cuarto castigado y una que otra pelea por medio. Pero luego de un tiempo comprendió que era un secreto que nunca le diría, claro que se preocupaba por él, no quería perder a su sobrino pero prefirió guardar silencia y pedir para que llegara sano y salvo. – ¿Me dijiste que estabas con tu nuevo amigo? – volvió a preguntar esta vez tocando con cuidado una de las heridas que había sobre la mejilla del chico.
– Sí. – respondió seguro y lo bastante rápido sintiéndose un poco incómodo ante la forma en que le acariciaba. – Estoy bien... – volvió a decir esperando que su tía se tranquilizara.
– Lo sé, lo sé... – murmuró más que nada para si misma volviendo a preparar el desayuno, Peter le miró en todo momento y es que sabía de sobra que su tía se preocupaba cada vez que le veía una herida en su rostro.
Se quedó a su lado acompañándola mientras disfrutaba de ese gustoso desayuno, platicaron de varias cosas al menos hasta que la hora de su ida al trabajo había llegado, se despidieron con un abrazo mientras que su tía seguía intranquila con lo que pudo haber sucedido. Por parte de Peter al salir del instituto le había dado ese tiempo libre que necesitaba, ordenó su cuarto en un corto tiempo al igual que cada habitación de la casa. Llegando el medio día se instaló en el living para terminar por ver una de las tantas películas que pasaban por la televisión, así fue como mató el tiempo, no recordaba que la vida cotidiana fuera tan aburrida por lo que sin pensarlo dos veces se puso uno de los trajes nuevos que él mismo había realizado tiempo atrás para salir con cuidado de no ser visto. Su cuerpo aún le pedía descanso ya que cada vez que se balanceaba por las telarañas sentía una molesta presión en uno de sus brazos al igual que en cada zona que Wade había tratado. Pero Spiderman no tenía descanso, al menos eso se decía el mismo ya que a lo lejos pudo ver como unos ladrones ingresaban a una de las pocas tiendas de la zona.