33

2.8K 312 24
                                    

Las llamadas seguían presentándose en ese pequeño celular que Peter llevaba consigo, sentía la preocupación de su tía por lo que sin volver a esperar a que cortara, contestó.

– Hola... – habló por fin con un tono bajo.

– Oh, Peter ¿por qué no contestabas?  Te fui a buscar y tus amigos me dijeron que ya te habías ido ¿dónde estás? ¿Qué pasó? ¿Por qué te fuiste? – había comenzado el bombardeo de preguntar en que Peter se quedó en completo silencio escuchando cada una de ellas.

– Tranquila May, no sucedió nada malo... Estoy en la casa de un... amigo, solo no me sentía a gusto en ese lugar. – susurró esperando que le creyera.

– Harry me dijo que no estaba contigo. – contestó dudando a lo que su sobrino le decía. – ¿Tienes otro amigo? – volvió a preguntar a lo que los nervios de Peter comenzaban aumentar.

– Si... – no sabía que más decirle, si seguía hablando seguramente sospecharia de él. – Lo conocí hace poco y me invitó a pasar unas horas con él. – terminó por decir, sus nervios le delataban aunque sólo pedía que su tía no se diera cuenta.

– Recuerda que me tienes que avisar, no quiero que vuelvas a desaparecer así como si nada, me preocupas Peter, eres mi única familia. – aquellas palabras habían pegado justo en el clavo, una molesta punzada se pronunció en su pecho y es que para él también era su única familia, lo que menos quería era darle preocupaciones a la mujer que desde pequeño lo crió después de haber perdido a sus padres, esa mujer que poco a poco fue convertiendose en una madre para él era lo único que le quedaba.

– No volverá a pasar, mañana estaré allá. – respondió con cierta tristeza escuchando un adiós por parte de su tía. – cuídate y perdón, no volverá a pasar. – volvió a repetir con el fin de que su tía pudiera estar más tranquila.

Fue un idiota al no haber hablado antes con ella, que cosas habían pasado por su cabeza y observando los parches que el mercenario había colocado en su cuerpo pensó en todas esas veces que podía haber dejado sola a su tía, todas las veces en que un villano lo había dejado al borde de la muerte y nadie le ayudó. Wade había sido la primera persona que se preocupaba de curar sus heridas.

Mientras tanto al otro extremo de la ciudad Wade seguía viendo como su pequeña dormía tranquilamente, y es que estaba tan atento a ello que no logró sentir como Shiklah aparecía tras su espalda.

– Hasta que te encuentro. – exclamó la mujer colocando ambas manos sobre sus propias caderas demostrando lo enfadada que estaba. – ¿Dónde te has metido todo este tiempo? – volvió a preguntar sin recibir una respuesta por parte de su esposo. – Wade, responde. – alzó su tono frunciendo el ceño al sentirse ignorada.

– En una misión, como ves me quitaron a mí hija ¿de casualidad tú le diste mi ubicación? – cuestionó está vez Wade girando sobre su eje para enfocarse totalmente en el rostro de su esposa. – dime la verdad. – murmuró sosteniendo su rostro sin preocupación alguna sabiendo perfectamente que aquella acción provocaría a la mujer.

– A mí no me hablas en ese tono. – con un simple movimiento quitó la mano del mercenario mientras formaba una suave sonrisa. – Yo no le dije nada, pero al parecer alguien sí. – agregó elevando sus hombros como si le restara importancia a tal situación.

– Seguramente fue ese hombre lobo con el que te revuelcas ¿creías que no lo sabía? – preguntó esta vez riendo fuertemente, Shiklah le miró asombrada ya que había sido demasiado cautesola como para que el mercenario no lo supiera. – esas marcas lo dicen todo, pensé que no te gustaban. – murmuró tocando con cuidado la clavícula de su esposa en donde se podía contemplar un pequeño rasguño. 

SpideyPoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora