Seduciendo al chef

By Bermardita

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Margo es una crítica gastronómica con un paladar difícil de conquistar. Solo Thomas puede satisfacerla en tod... More

SINOPSIS
1. Jugar a enredarse (+18)
2. No eres ella
3. Señorita Moir
4. Enorme culpa
5. Sentimiento familiar
5.5. Platillo favorito
6. Ella es mi ángel
7. Chef royal
7.5. Escenario incierto
8. Increíblemente hermosa
9. Llévame a casa
10. No seas codicioso
10.5. Yo lo seduciré
11. Rendido ante ella
12. Una mujer poderosa y astuta
12.5. Sin puntos grises
13. Ella era el ojo del huracán.
14. Amor a medias
15. Juego de seducción
15.5. Autenticidad del chef
17. Besos húmedos

16. ¿Amor a primera vista?

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By Bermardita

Holaa! ¿Siguen aquí?

Thomas merece mucho amor en este capítulo. ¿Se lo damos?

***

Thomas Lozano

Margo me contó por primera vez algo de su vida. Sabía que su pasado tormentoso no la dejaba avanzar, pero aun cuando nos enamoramos, no le pregunté ni una vez sobre su vida antes de mí. Más que satisfacer mi curiosidad por capricho, me interesaba más conocer a la chica del presente. .

Sonreí.

Me alegraba pensar que en esta vida no iba a bastar para conocernos. Tenía un secreto que no le conté a nadie, lo guardé para mí porque sentía que de esa manera podía preservar mejor el recuerdo. No pensé mucho al respecto hasta ahora que ella me compartió una parte de su dura infancia.

Mientras manejaba directo a la dirección que Roxy me indicó, recordé la primera vez que vi a Margo Ann.

Con las citas organizadas por mi padre, no creía en nada más que en la obligación y la responsabilidad, un amor real y puro estaba fuera de mis expectativas. Nunca estuvo en consideración. Imaginé mi vida en la cocina, llegando a la cima del mundo culinario y muy probablemente casado; pero no veía a una mujer a mi lado acompañándome en el proceso.

Sin embargo, cuando la vi por primera vez, sentí que mi corazón adormecido latía con fuerza contra mi pecho. Esa fue la única ocasión en la que llegué a interesarme por alguien de esa manera. No creía en el amor a primera vista, pero empecé a preguntarme si era aquello lo que me emocionaba demasiado.

Me repetí a mí mismo que no era de ese modo. ¿Tenía sentido quedar flechado por alguien a quien apenas viste unos minutos? Lo cierto era que no dejé de pensar en ella desde ese momento. Despertó mi curiosidad de una manera especial, fui capturado por esos ojos negros que miraban a la nada sin interés.

Fue curiosidad.

Margo no se habrá dado cuenta, ni siquiera cuando cruzamos la mirada, porque ella nunca miraba a su alrededor. Nuestros ojos se encontraron unos segundos, lo suficiente para cautivarme.

Margo siempre trataba de devolver lo que recibía, como alguien que no quería dejar una deuda atrás.

Recordaba que fue en la universidad donde la vi por primera vez, cuando Alice me arrastró a regañadientes por el campus a tramitar unos papeles importantes. Encontré a Margo de casualidad en las afueras de uno de los edificios, estaba rodeada de varios compañeros y hablando con soltura entre ellos. Sin embargo, Margo parecía no prestar especial atención a la reunión.

El cuerpo de Margo estaba presente, pero si se la observaba bien, cualquiera se habría percatado que estaba ausente. Tenía una actitud desinteresada y vaga, a veces soltaba sonrisas imparciales que parecían decir "no entiendo las insensateces que salen de tu boca."

Margo estaba desligada de su entorno, no se mezclaba con nadie. No parecía estar para nada interesada, incluso tenía esa expresión relajada en el rostro, y no se daba cuenta de que su actitud hacía que las personas a su alrededor se pusieran ansiosas.

De vez en cuando sonreía, pero sus ojos se veían vacíos. Margo Ann estaba ahí, pero su mente y corazón parecían estar ausentes.

Desde el primer momento tuve curiosidad en lo que pensaba; lo que tenía en esa mente ingeniosa y ese corazón endurecido. Con solo verla un poco, por alguna razón, llegué a pensar que Margo se rompería en cualquier momento. Incluso los días posteriores a ese estuve atento a las noticias o al periódico para saber si alguien había cometido suicidio.

Todas las noches suspiraba de alivio al notar que nada de lo que temía sucedía. Comencé a pasar cerca de la universidad demasiado seguido, a cualquier hora, con la esperanza de tener la suerte a mi lado y permitirme verla una vez más. Sin embargo, nunca se dio una segunda oportunidad.

Cuando perdí la esperanza por completo, casi un año después, la vi de nuevo, sentada en una banqueta al otro lado de mi restaurante. Realmente me sorprendió.

A diferencia de cómo creí, seguía viva y resistiendo, pero por desgracia, la vi en un estado peor que en esa ocasión. Estaba más rota, más cansada, harta y frustrada. No pretendí nada, solo quería acercarme un poco para decirle que resistiera un poco más, pero al final, solo pude ofrecer una taza de café.

La curiosidad se volvió algo molesto, pronto se transformó en codicia y más codicia. Tuve la impresión de que si la dejaba ir en ese momento, podría no volver a verla nunca más, y me invadió el miedo y la angustia. Quería retenerla con lo que fuera, quería mantenerla en un sitio en el que pudiera verla.

Odiaba la idea de verla desaparecer de mi vista una vez más.

En ese entonces, el restaurante estaba en el mejor momento, tenía el personal completo y no necesitaba a nadie más. Edward era bastante competente y me presionaba mejor que nadie, pero pronto me sorprendió un ofrecimiento de trabajo a Margo que tenía dueño, solo por un simple capricho que acabó siendo una de mis mejores decisiones precipitadas.

Desde el fondo de mi corazón quise ayudarla y borrar esa mirada amarga, vacía y muerta de sus ojos preciosos. Quería al menos sacarle una sonrisa, así que sin darme cuenta, empecé a sonreír; porque escuché que la energía de las personas podía ser contagiosa y quería darle solo buena energía.

Sin querer, comencé a relajarme a su lado.

Margo seguía enojada con el mundo, incluso con el pasar de los meses, ella seguía con la guarda demasiado alta para poder atravesar. Esos muros alrededor de su corazón estaban bien construidos desde los cimientos, sin importar lo que hiciera, no conseguí alterarla o emocionarla, ni siquiera parecía llamarle la atención.

Margo no socializaba con las personas, pero era porque no le gustaba el ruido. Era una persona que iba a favor de la corriente, como una marioneta que no controlaba su vida y emociones a su antojo. Era un poco triste. No dejaba a nadie demasiado cerca, ni se acercaba a nadie. Solo observaba en silencio.

Si ella al menos hubiera volteado la mirada, me habría encontrado mirándola, pero ella nunca miraba hacia atrás.

Aunque descubrí uno de sus secretos bien escondidos, seguí sin acercarme a su corazón. De hecho, cuando ella supo que lo sabía, su guardia aumentó más. Comencé a temer quedarme atrás, sentía que podría dejarme en cualquier momento.

La coraza irrompible que protegía su corazón era particularmente difícil de penetrar. No podía avanzar si ella no lo permitía, así que fui paciente, la observé demasiado tiempo... y me enamoré.

Ella extrañamente era tierna, parecía tener hermanos a los que podía dedicarle una sonrisa sincera y hablarles con dulzura. Le encantaban los juegos mecánicos que se presentaban en las festividades, parecía que le gustaba la adrenalina, pero también era de las personas que podía disfrutar de los fuegos artificiales más que nadie. Se le quedaba viendo como una niña pequeña.

Extrañamente, comencé a tener miedo de perderla.

Extrañamente, comencé a enfadarme por verla sonreírle a otro hombre.

Extrañamente, quise llamar su atención.

Extrañamente, le robé un primer beso.

Quizá se trató de una desesperación irreparable. Preferí ser un poco más vivaz si quería que ella volteara a ver en mi dirección, para bien o para mal, funcionó de alguna manera.

Aparté mis pensamientos a un lado cuando noté que me acercaba al lugar de encuentro. Quería mostrarle a Margo dos cosas esta noche: el restaurante y la casa. Me sentía un poco ansioso al respecto.

Al parquear en un espacio libre, noté que Margo esperaba nerviosa en una sala. Miraba el teléfono demasiado concentrada, luego lo guardó y miró su entorno hasta que miró por las vitrinas transparentes del local.

Habría podido conectar con su mirada de no haber sido porque seguía en el auto y estaba demasiado lejos para distinguirme.

Tomé el teléfono y marqué su número.

―Preciosa, estoy aquí.

―Salgo enseguida.

Ella colgó la llamada al instante. Guardé el teléfono y me apresuré a salir del auto para que pudiera verme.

Al verla salir del salón, me quedé sin aliento. Margo llevaba un vestido rosa de una pieza, con un lazo en la cintura, el corte de la pieza dejaba expuestas sus largas piernas. Sonreí.

―Hola ―dijo ella.

―Hola.

―¿Nos vamos? Roxy regresó.

―Bien.

―¿Tienes pensado el lugar donde iremos? ―preguntó, pero no me dio tiempo para responder―. Hay un lugar que están mencionando muchos estos días...

―De hecho, cariño, hay un lugar que quiero mostrarte.

―¿Sí?

―Podemos ir a la próxima, lo prometo.

―No me preocupa, seguro que tu elección me encantará.

En ese momento, su teléfono vibró en sus manos. De inmediato, la sonrisa se le borró de su rostro.

―¿Quién es? ―pregunté.

―Mi abuelo. Seguro quiere que pase con él este fin de semana.

―Oh.

―Haré la vista gorda.

―Puede ser importante.

―No me arriesgaré ―insistió.

No la seguí presionando. Tampoco deseaba que de pronto surgiera una situación inevitable que interrumpiera la cita.

El ambiente dentro del auto de camino al restaurante fue bastante bueno. Le pedí a Margo que me platicara del lugar al que quería ir para tenerlo en consideración a la próxima, aunque ella luego me cuestionó sobre el sitio al que la estaba llevando.

No hizo faltar alargar la conversación o darle vueltas al asunto, quería que viera por sí misma el tipo de lugar que había creado. Evangeline era exclusivo y no cualquier persona podía tener el gusto de hacer una reservación.

―Evangeline... ―murmuró―, se me hace familiar.

Reí.

―Te platiqué sobre eso.

―¡Oh! ―exclamó, tal vez recordando el pasado―. Ya lo recuerdo.

Estacioné el auto y caminamos un poco hasta la entrada principal. Me dio un poco de ternura que ella no dejara de mirar a los lados.

―¿No tienes frío?

Sacudió la cabeza en negativa.

―Estoy bien. Más importante, cuéntame de este sitio ―dijo mientras le abría la puerta―, no hay nadie.

―Está reservado para nosotros.

Me miró con cierta expresión rara.

―Eres un derrochador.

Sonreí, culpable. Habían reservaciones pendientes cuyas fechas estaban fijadas, pero bastó con una llamada para cambiarlas y aplazarlas para el siguiente día, aunque eso fue un proceso del que Trey se encargó.

―¿Recuerdas lo que significa Evangeline?

―¿Un chef que dedica su cocina a la persona que ama? ―murmuró con duda.

Asentí.

Pronto, Trey personalmente llegó a dejar el mejor vino de la casa. Aunque Margo vio al chico y escuchó con atención lo que decía, no lo reconoció. Trey, por otro lado, me miró extrañado, como si no acabara de entender la recepción fría de Margo.

―De pronto me puse ansiosa ―dijo Margo soltando un suspiro―. Este es un sitio que incluso Thomas Lozano tiene en estima. Me emociona lo que tienes preparado.

Levanté su mano y besé el interior de su muñeca.

―Solo disfruta.

―Eso hago.

Pronto llegaron a atendernos sin hacernos esperar con la entrada, preparándonos para el plato principal. Sabía que Margo se emocionaba en exceso con la comida, pero volver a apreciar esas expresiones genuinas era la recompensa que anhelé.

―Esto se derrite en mi boca... ―murmuró con satisfacción―. Tienes que comerlo, Thomas.

Se sentía diferente.

Los halagos que escuchaba los fines de semana era diferente al que escuchaba ahora. A diferencia de los comentarios vacíos y forzados, las palabras de Margo estaban llenas de significado y un cariño inmenso hacia mis creaciones. Me hacía creer que el esfuerzo valía la pena.

Al terminar, ella pidió ir al baño a retocarse el maquillaje, mientras aproveché la oportunidad para escabullirme a la cocina.

―¡Buen trabajo!

―Eso fue más estresante que de costumbre ―masculló Trey.

―Lo hiciste bien.

―Margo estaba actuando extraña ―empezó a decir―. Ha cambiado mucho. Ya no parece que me pateará el trasero en cualquier momento, incluso sonríe más.

No respondí. Era cierto que la chica del pasado y la mujer de ahora no parecían ser las mismas. Había una diferencia abismal que era difícil no percatarse de ello.

―Pero su ego no hizo más que aumentar ―continuó Trey con pesar―, pensé que compartir pizza una vez me haría digno de un saludo amable. Después de todo, un corazón de piedra no se convertirá en algodón de azúcar.

―No te reconoció ―me apresuré en aclarar. Aunque era cierto que el corazón de Margo seguía siendo duro lo suficiente para no abrirle el corazón a nadie con facilidad.

―No la defiendas.

―¿Thomas? ―Escuché a lo lejos.

―Iré arriba, no se asoman por ahí o los despido sin recibir ni una sola carta de recomendación ―los amenacé antes de abandonar la cocina―. Asegúrense de cerrar todo.

―¡Bien! Definitivamente podemos ―farfulló Trey.

Volví al salón principal de prisa, en donde vi a Margo caminando directo a la salida del restaurante.

―Ann ―la llamé.

Ella se volteó.

―¿Thomas, donde andabas?

Tomé su mano y la guíe de vuelta al auto.

―¿Qué te pareció? ―pregunté.

―Me encantó. Todo estuvo muy delicioso. ¿Es tu restaurante?

La miré de reojo. Miraba directo a la carretera cuando alcancé su mano izquierda y le dejé un beso pequeño ahí.

―Sí.

―Lo sabía. Evangeline es muy parecida a ti; es elegante, refinada y meticulosa. Aunque lo sospeché al ver el nombre del restaurante, los platillos me confirmaron lo que todavía dudaba.

Sonreí. No pretendía ocultarlo, solo quería hablar de ello cuando le presentara el panorama completo de la casa.

Unos minutos más tarde, di la vuelta a la calle y pronto estacioné el auto.

―Ann, baja del auto.

―¿Qué?

―Mira. ―Le señalé con la cabeza la casa a unos metros de distancia―. Todavía hace falta diseñar el interior y arreglar la fachada, pero debería ser cuestión de un par de semanas.

―¿Qué es lo que estás tratando de decir?

―¿Es muy pronto para tener nuestra propia casa?

Los ojos de Margo se agrandaron. Me miró un instante, luego lo desvió a la casa de dos niveles a mi espalda.

―¿Nuestra propia casa?

―Sí. ¿Te gusta?

―Es inesperado.

―Ven aquí ―la llamé a mi lado, le extendí mi mano. Aunque dudó unos segundos, ella aceptó mi mano y siguió observando.

La volví a guiar hacia el portón eléctrico. Margo no dijo nada durante el recorrido de las gradas al segundo nivel. Solo la escuché soltar un jadeo cuando desbloqueé la segunda puerta y prendí las luces, dejando ver el espacio e inmenso sitio que se curvaba un poco.

―No has dicho nada ―comentó, nervioso.

―¿Hace cuánto... llevas preparando esto?

―No hace mucho.

Ella soltó mi mano y caminó por los alrededores, sin perder ningún detalle. No había mucho que observar, más que el vacío y las ventanas y el diseño particular de la casa.

―No hay divisiones ―agregó.

―Pensé que sería difícil para ti si los tuviera.

Vi a Margo quitarse los tacones antes de apoyarse sobre una de las paredes y deslizarse y caer sentada al suelo. Luego, se llevó las manos a los ojos. Me acuclillé a su lado, preocupado.

―¿Qué sucede? ¿No te gusta? Podemos buscar una casa mejor o... ―Me detuve cuando la escuché sollozar―. ¿Es demasiado pronto?

Sacudió la cabeza, mientras trataba de detener las lágrimas.

―¿Qué sucede?

―Me gusta mucho ―respondió. Eso tranquilizó mi corazón―. No sé por qué estoy muy emocional. Ahora me siento culpable y mal, Thomas.

―¿Eso por qué?

―Si no fuera por Alice que me forzó a aceptar el trabajo, estoy segura de que todavía estaría encontrando excusas para buscarte. Luego, descubrir que sigues cocinando y en un sitio que amas demasiado...

―No amo a Evangeline.

―¿Qué?

―Me gusta mucho, sí; pero adoro más a la mujer a la que se lo dediqué. Te amo a tí, Margo. ¿No te lo dije? No me importa esperarte, aun si son tres o diez años, estás muy en lo profundo de mi corazón, eso no cambiará.

Ella se limpió los ojos.

―También me sigues gustando.

Sonreí.

―Cásate conmigo ―pedí. 

¿Les gustó el capítulo?

¿Les sorprendió lo de Thomas? 

¿Qué piensan de esta parte? ¿Les gustar saber lo que piensa Thomas de Margo desde el principio?

¿Qué opinan de Thomas y Margo?

Gracias por leerme <3

Extrañé mucho a este par, pido disculpas por la demora. Lo siento. 

Nos leemos en unos minutos. Doble capítulo porque me ausenté mucho tiempo.


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