Las nauseas causadas por el embarazo duraron un mes más y desde el tercer mes pude volver a comer todo lo que anteriormente me había dado por así decirlo, repulsión. Pero todo era mejor cuando mi mejor amiga pasaba por lo mismo y nos pasábamos el día igual.
-¿Te has imaginado ya como van a ser tus hijos?- me preguntó un día de camino al trabajo.
-Millones de veces. Los veo con los rizos de su padre, los ojos de un verde azulado pero intenso como los de Harry y necesito que tengan sus hoyuelos, es algo que tienen que llevar en su genética.
-Los míos van a tener los ojos azules de Niall, pero no es demasiado complicado ya que los míos también son azules- rió.
La vida nos iba bastante bien. Harry estaba en el trabajo hasta los topes, enfrascado por completo en una campaña publicitaria para una conocida marca de refrescos y él, como jefe del departamento de marketing, era una de las piezas clave en el proceso. Yo, por mi parte, seguía trabajando en la oficina con Andrea, aunque a mi me habían ascendido a secretaria de dirección.
El cuarto mes de embarazo llegó, y con él, la visita mensual al ginecólogo. Nos dirían el sexo del bebé, motivo de algunas de nuestras "discusiones". Harry estaba totalmente convencido de que iba a ser un niño y yo quería una niña. Había pedido la mañana libre para poder acompañarme a la consulta.
-Buenos días, familia- dijo Ana, mi ginecóloga.
-Buenos días- saludamos Harry y yo al unísono.
Tras tumbarme en la camilla y entrelazar mi mano con la de Harry, la doctora echó el condenado gel sobre mi vientre. Estaba demasiado frío. Unos latidos se escucharon e inevitablemente mis ojos se llenaron de lágrimas.
-Vuestro bebé va muy bien. Se le ve sano y creciendo perfectamente.
-¿Podemos saber el sexo?- el pobre hombre estaba ansioso. La doctora movió el aparato por mi vientre unos minutos más.
-Lo tengo. No se a quién le va a hacer más ilusión, pero es una niña.- me limpió y salió de la consulta. A Harry no le hizo demasiada gracia al principio, pero al final acabó desistiendo y celebrando conmigo que íbamos a tener una pequeña princesa en casa.
Un par de semanas después, Andrea y Niall nos contaron que ellos esperaban un niño, al que Niall se empeñó en querer llamar James y con James se quedó.
Juntos empezamos a ir los cuatro a las clases de preparación al parto, Los meses pasaron volando y ya estábamos a finales de Mayo. La última ecografía antes de que la pequeña Rosie estuviera por fin entre mis brazos. Una vez acabó la doctora de revisarme, me dijo que faltaba muy poco y no quería arriesgar, que ella tenía guardia en el hospital esa noche y que así podía vigilarme. Desperté a la mañana siguiente con un inmenso dolor gracias a las contracciones. Harry, al despertar y verme en esas condiciones, pulsó el botón de al lado de mi cama y la doctora vino enseguida.
-Te vamos a llevar a la sala de partos, pero antes de sacar a tu pequeña tenemos que esperar a que dilates unos pocos centímetros. Te vamos a poner la epidural y vendré cada poco para ver como vas.
Tal y como dijo, cada poco pasaba por la sala en la que yo estaba, comprobando los centímetros que llevaba dilatados hasta que tuve los necesarios. Me pasaron a otra sala en la que estaba Harry ataviado con una bata verde y un gorro para retener sus rizos y tres personas más entraron en la sala.
-María, necesito que cuando yo te lo pida, empujes con todas tus fuerzas.
Agarré la mano de Harry y cuando la doctora me lo indicaba, yo empujaba con todas mis fuerzas.
-Vamos, ya queda poco para ver a Rosie- me decía.
Seguí sus indicaciones hasta que escuché como mi pequeña lloraba y yo con ella. Me dejé caer en la cama aún sujetando la mano de Harry.
-Has hecho un muy buen trabajo, María. Enhorabuena, campeona.
La enfermera cogió una toalla para limpiar a mi pequeña y me la entregó. Miré a Harry que agradecía a la doctora su trabajo y ambos miramos a la pequeña niña que descansaba en mis brazos.
-¡Oh dios, Harry!- dije mirando su mano toda roja a causa de mis apretones.
-¿Qué pasa, nena?
-Mira cómo te he dejado la mano.
-Tranquila, ha merecido la pena. Mira la niña que hemos tenido. Es preciosa.
Una de las enfermeras que estuvo durante el parto entró media hora después en la sala para informarme de que me trasladarían a la habitación.
Una vez en allí, trajeron una cuna y la colocaron al lado de mi cama.
-Enhorabuena, papás. Tenéis una niña preciosa.- dijo viendo a la pequeña Rosie.
-Es preciosa- dije en un susurro al observar a mi hija en mis brazos.
-Casi tanto como su madre.- me respondió Harry.
Su teléfono empezó a sonar haciendo que Rosie llorase, por lo que salió al pasillo. La acuné en mis brazos y se calló rápidamente.
-Era Niall, preguntaban por la habitación.
A los 10 minutos, llamaban a la puerta y tras decir "adelante" nuestros amigos entraron en la habitación.
-Dentro de nada tu estarás así, gem.
-Calla calla que solo de pensar en los dolores del parto...
-Si, pero merecen la pena.
Pasaron un rato con nosotros en la habitación hasta que trajeron la comida. Harry cogió a nuestra hija para que yo pudiera comer. Se movió por toda la habitación con ella en brazos cantando en susurros.
Salimos del hospital tres días después de que naciera Rosie. Habían venido todos nuestros amigos que se tuvieron que repartir entre nuestra casa y la de Niall y Andrea, los cuales estaban impacientes contando los días para verle la cara al pequeño James, que nació dos semanas después de que mi amiga saliera de cuentas.
Decidimos bautizar a ambos pequeños el mismo día en una ceremonia en las que únicamente estaban las familias.
DOS AÑOS DESPUÉS
La boda de Niall y Andrea fue preciosa. Harry y yo, en calidad de padrinos junto a Niall, nos giramos al mismo tiempo que toda la iglesia para ver a mi amiga avanzando por el largo pasillo de la iglesia. Esperaba que mi boda fuese como la suya y aún más al ver al pequeño James llevando los anillos.
Harry y yo nos casamos unos meses después, en Septiembre. Me pasé desde el día anterior cardíaca. Desvariaba hasta tal punto que le dije a Andrea que tenía miedo de que Harry huyera, llevándome un pellizco en mi brazo.
Llegó el gran día y ahí estaba yo, en mi habitación preparándome para mi boda. La pequeña Rosie correteaba por toda la casa haciendo de las suyas hasta que mi hermana se la llevó. Una vez estuve lista, montamos en el coche en dirección a la iglesia. Del brazo de mi hermano entré en la iglesia mientras sonaba la marcha nupcial. Vi a Harry en el altar, vestido con un traje negro, camisa blanca y una pajarita. La sonrisa que adornaba su cara era lo que más me gustaba.
-Esa sonrisa de tonto enamorado la tiene por ti.- susurró mi hermano.
Me dejó al lado de Harry y se colocó al lado de Nat, una de las damas de honor. La ceremonia transcurrió con normalidad hasta el momento en que el cura dijo la famosa frase de "Si alguien desea oponerse a este matrimonio que hable ahora o calle para siempre". Como no, Louis tuvo que decir algo.
-Yo me opongo. -todos lo miramos serios, tuvo que notar la presión.- No, era broma, yo soy feliz con mi chica, le dejo a Harry la suya. Puede continuar.
Seguimos como si la intervención de Louis no hubiera pasado. Llegó el momento de los votos y Harry me tomó de la mano antes de hablar.
-¿Puedo decir una cosa antes de pronunciar los votos?
-Por supuesto, joven. Adelante.- dijo el cura dirigiéndose a Harry , quien me miró y se aclaró la garganta.
-El otro día estabas leyendo un libro y hubo un trozo que me leíste y se me quedó en la mente. Fue el momento en que Patch decía "Solo hay una cosa que se con certeza. Que haría cualquier cosa por ti, incluso si eso significa ir en contra de mis instintos o de mi propia naturaleza. Dejaría todas las cosas que poseo, hasta mi alma, por ti. Si eso no es amor, es lo mejor que tengo". Te quiero, María, y aunque me quedara un segundo de vida, querría pasarlo junto a ti. Y hoy, en nuestra boda, frente a nuestros familiares, amigos y conocidos, prometo amarte hasta el último segundo de mi vida. Eres la madre de la niña más preciosa que hemos podido crear juntos. Eres la mujer de la que llevo enamorado desde los doce años. Eres el amor de mi vida. Te amo.
Las lágrimas corrían por mi cara estropeando el maquillaje pero qué más daba, era mi boda, me estaba permitido llorar.
-Y-yo... no tengo palabras Harry.
-No digas nada, cariño. Puede seguir con la ceremonia.
-Bien. ¿Os casáis libremente, con el objetivo de haceros mutuamente felices respetando los mandamientos de Dios?
Los dos asentimos.
-Harry, ¿quieres recibir a María como esposa y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y así, amarla y respetarla todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?
-Sí, quiero.- pronunció Harry. Gran alivio, no iba a huir.
-María, ¿quieres recibir a Harry como esposo y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida hasta que la muerte os separe?
-Sí, quiero
-El Señor que hizo nacer entre vosotros el amor, confirme este consentimiento mutuo. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
La pequeña Rosie se acercó a nosotros con las alianzas, que intercambiamos entre nosotros.
-Puedes besar a la novia.
La iglesia entera se puso en pie. Salimos y nos subimos en el coche que nos llevaría al banquete. Nos fuimos antes de la celebración ya que teníamos que coger las maletas e irnos al aeropuerto. Rosie se quedaría con Niall y Andrea hasta que volviésemos de la luna de miel. París fue el destino elegido. Paseamos por los Champs Elysées y admiramos las vistas mientras cenábamos en la Torre Eiffel.
Mi vida tal y como estaba era genial, no pedía nada más. Nunca la imaginé así, pero no cambiaría nada.
FIN
Bueno, bueno, bueno.
Hasta aquí ha llegado Afraid of love. Todavía falta el epílogo, pero no tengo claro cuando lo voy a subir.
Quería daros las graciaspor haberme leído, por haber seguido mi novela y por los votos y comentarios (aunque hayan sido pocos). Siento que el final haya sido así, lo siento si os ha decepcionado, pero después de un año y medio con esta novela, me estaba cansando bastante. Tengo más proyectos en mente (uno de ellos con una amiga mía) que no tardaréis en poder leer (si queréis). Los One Shots volverán pronto, ya estoy escribiendo dos de ellos. Podéis darme ideas si queréis y yo los hago.
Este último capítulo no tiene dedicatoria individual, este está dedicado a todas y cada una de las personas que han hecho que esta novela llegue a las casi 22K lecturas.
Muchas gracias a todos, de verdad.
Nos leemos pronto
María xx