𝐏𝐫𝐨𝐭𝐞𝐜𝐭 𝐌𝐞 [𝐊𝐨𝐨𝐤...

By alfombra_escarlata

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Los mil y un demonios de Taehyung lo orillan a terminar en una inmensa red de prostitución sospechosamente fu... More

NOTA DE LA AUTORA
PRÓLOGO
CUESTIÓN DE NEGOCIOS
NOTICIAS
IRRACIONALMENTE DESTROZADO
ESTÚPIDO
CURIOSIDAD
ESA PEQUEÑA CINTURA
NUEVOS AMIGOS
SESIÓN DE FOTOS
NO SEAS TONTO COMO YO LO FUI
ESA NOCHE EN EL ESPEJO
UNA NOCHE CALIENTE MUY FRÍA
MÁS QUE UN MALDITO DESEO
PRT 1: DOS NECIOS Y VAPOR
PRT 2: REPLANTEARSE VERDADES
COSAS DE FAMILIA
TAN CRUDO COMO SUAVE
PRT 1: EL PLACER DE COMPRENDERSE
PRT 2: DOS CHICOS Y UNA HABITACIÓN
JUNTOS
HASTA EL FRÍO SUDA
TODO TIENE UN LÍMITE
DOSCIENTAS GRABACIONES, MIL HISTORIAS
MIEL Y AZÚCAR, UN SIEMPRE Y UN JAMÁS
LA ÚLTIMA NOCHE
PRT 1: AGRIO SABOR
PRT 2: EL PORQUÉ DE LAS COSAS
JUSTICIA TARDÍA
LA NORMALIDAD DE LAS COSAS
SIN SALIDA
ESE JAMÁS
DESDE OTRO ÁNGULO
EL DON DEL ARREPENTIMIENTO
LA PRIMERA NOCHE
TE AMO
PRT 1: EL MEJOR REGALO DE TODOS
PRT 2: NO, YO TE AMO MÁS
EPÍLOGO
AGRADECIMIENTOS

MENTE SANGRANTE

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By alfombra_escarlata

La pesadez de la madrugada recayó en sus párpados, el silencio del auto pudo fácilmente hacerlo quedarse dormido sobre la ventana pero fue todo lo contrario. Durante todo el camino de regreso en auto, Taehyung vio a Jimin desde el asiento del copiloto apretando los puños al volante y eso le puso de los nervios.

Quería preguntar, tratándose de su casi hermano, estaba en su derecho de preguntar qué rayos había sido todo eso con el gerente aunque se enojara, pero algo como si fuera un gran agujero negro de inseguridad en su mente se lo impidió.

Jimin era una bomba de tiempo apunto de explotar en improperios pero fue su silencio lo que le intimidó aún más como para indagar. Jamás le había visto tan frágil de exaltar, prefirió esperar a que fuera él quien hablara cuando estuviera listo.

Serán unos incómodos cuarenta y cinco minutos de regreso.

A la media hora Jimin ya le había dado mil y un millón de vueltas a todo tipo de sospechas en su mente.

—¿Se sobrepasó contigo?

Taehyung saltó en el asiento cuando Jimin rompió el silencio de esa manera tan abrupta y seca.

—¿Disculpa?

—No voy a meterme, tus negocios y tratos con él son asunto tuyo, sólo quiero saber si él te…

—No. —Sería vergonzoso dejarlo terminar la oración. —Jamás.

—Bien —se limitó a decir, y otro silencio de cinco minutos llenó el auto.

Tae miró por la ventana para distraerse del pesado ambiente que se formó dentro mientras recordaba lo que el señor Kim y Jimin se dijeron frente a él en el bar, pero sólo una cosa revoloteaba entre sus pensamientos por encima de todo lo demás.

—¿Él… se ha sobrepasó contigo alguna vez? —Pegó su mirada al perfil de Jimin temiendo que dijera que sí, dándole tiempo a responder. Después de un cansado, suspiro Jimin abrió sus labios.

—A ese hombre le gusta jugar —terminó diciendo con un hilo de voz, cerrando los ojos como si temiera a llenarse de más remordimientos sobre sí mismo si seguía diciéndolo en voz alta. —No vuelvas a acercarte a él ni a ese lugar —ordenó sin más.

«¿Porqué?», golpeó su mente, una pequeña pizca de molestia por la infundada orden de Jimin oscureció su corazón una vez más.

Tartamudeó por un par de segundos, nuevamente una parte de él quería renegar y no tomárselo enserio mientras que la otra simplemente se resignó a que Jimin sólo estaba tratando de protegerlo.

—Gracias por preocuparte por mi. —Es lo único que atinó a decir, se tuvo que tragar su protesta a voluntad, —aunque eres un fastidio, —agregó juguetón, lo que les robó una sonrisa a ambos e hizo a Jimin relajar sus puños del volante.

—Tú también eres un dolor de culo, no te estás quieto —siguió su broma dejando la tensión de lado y ambos se sonrieron. Tanto Taehyung como Jimin se miraron por unos segundos y pensaron que las sonrisas del contrario eran las que iluminaban la noche. Fue demasiado cursi.

Estos diecisiete años juntos han sido un infierno, pero la sola sonrisa de ojos de Jimin hacía todo más soportable. Eran emociones encontradas, se sentía culpable de que su mejor amigo tuviera una necesidad y compromiso tanto innato como innecesario de protegerlo dadas sus vivencias pasadas juntos, pero aceptaba su sincero interés en él como un regalo del que no muchos gozan.

Sí, Jimin a veces sobrepasa los límites al sobreprotegerlo cuando ya no hay nada que pueda hacerle daño a su mente como lo hizo antes, a veces se preguntaba qué pasaría si tuviera la libertad de decidir por sí mismo a dónde quiere ir, en dónde quiere quedarse un rato más y de quién debe huir, pero es justo ese cuidado una prueba irrefutable de que no está solo.

Los traumáticos eslabones de su infancia le seguían como su sombra día y noche, su mayor deseo era alcanzar el logro de soldarlos solo pero si Jimin lo hacía por él, alejándolo siempre del posible peligro, no se quejaría si todo seguía marchando a buen ritmo.

«Siempre y cuando todo siguiera marchando a buen ritmo», se repetía a sí mismo cuando le era difícil obedecer.

Aún le costaba de vez en cuando pero ya estaba más que acostumbrado a la estabilidad y cuidado que le provee Jimin junto con su abuela, su única familia.

Claro que su abuela era más sutil pero sus cuidados eran igual de precisos e infaltables. Después de todo, ejerció en él el papel de madre que su verdadera no pudo darle y estará eternamente agradecido por ello.

Se recolocó en el asiento cuando Jimin se estacionó frente al recibidor de su gran mansión.

El sonido de ambos cinturones fue lo único que se escuchó en la privacidad de aquel auto en zona residencial. Giraron de un costado en su asiento para encararse y después de meditárselo un poco, Tae prefirió evitar las palabras y se lanzó a sus brazos en despedida.

Notó que los ojos de Jimin habían estado casi imperceptiblemente rojos y brillantes todo este rato de regreso y supo que lo que hubo entre el señor Kim y él fue algo más que un simple trato de negocios. Volvió a preguntarse cómo es que Jimin terminó codeándose con gente de ese haber.

El rubio estrechó a su mejor amigo que había cuidado desde niños ante la ausencia de sus padres y le vio como siempre lo veía: frágil y sólo suyo para mantener intacto.

Taehyung salió del auto con palabras amables y el acuerdo de que Jimin volvería a pasar por él por la mañana para el trabajo.

Con los faroles alumbrando la entrada de su casa y los grillitos cantando en la oscuridad del jardín, la brisa de la fría madrugada le alborotó los cabellos castaños.

Se giró a despedirse con una mano por última vez y entró.

No quiso encender las luces automáticas. El silencio era tan limpio y vacío que supuso que su abuela ya se había ido a la cama y al ser de madrugada obvió que su ama de llaves también.

Observando la silueta oscura del elegante mobiliario en su inmenso salón principal recordó los lujos que le tocó tener, no era diferente a todas esas personas de elegantes trajes y vestidos en el bar. Venía de una familia adinerada pero había veces que lo olvidaba.

Era la pensión de su abuela la que les permitía desabrocharse el cinturón a sus anchas. Lo que más desearía es ser él quien provee principalmente a su casa ahora que había madurado pero de nuevo, el afán de su familia por librarlo de lo que acarrea el mundo de verdad allá afuera, lo mantenía de simple asistente en una empresa respetable.

No se queja pero son más cosas no materiales las que desea que lo que le reportan las riquezas vanas que ya tiene.

No se molestó en encender la luz del comedor pues sería breve, siguiendo un requisio de luz de luna que entraba por el patio en penumbra hasta el comedor, encontró una jarra sobre la gran barra. Tomó un vaso y llenándolo de agua, humedeció su garganta.

Apenas iba a entrar a la cocina para dejarlo en el fregadero y subir a dormir cuando uno de sus zapatos se deslizó por el mármol terminando de un estruendoso resbalón en el suelo.

De inmediato, no sólo sintió el hormigueo del golpe en todo su trasero sino humedad debajo de todo su cuerpo, un charco de liquido. Las palmas y todo lo demás que utilizó para pararse de nuevo quedaron empapadas, no podía decir con seguridad de qué pero miró sus manos entre la oscuridad frunciendo una mueca de asco.

Con un comando de voz, encendió la sofisticada luz automática sin moverse de su lugar, fue una cuestión de segundos en los que todo a su alrededor se tornó de un horripilante color oscuro, el rojo manchando el blanco del mármol en su cocina. Sus manos estaban completamente cubiertas de sangre.

Sus ojos se llenaron de horror, su corazón cayó a sus pies con una sensación paralizante causando un punzante terror en su pecho. Las agitó desesperado tratando de huir de sus propias manos y limpiarlas de la sangre.

El rojo carmesí de grandes charcos se extendía por todo el suelo claro. Sangre, espesa sangre salpicada por donde quiera que mirara. Sus ojos se pasaban con un tic nervioso por cada rincón, las gavetas, encimeras. Conforme más miraba, más retrocedía intimidado del terror.

Encontró el arma homicida, un cuchillo de más de veinte centímetros descansando en goteante sangre sobre un plato de cerámica blanca perfectamente acomodado para ser visto por el primero que entrara a la cocina.

Sus iris se desorbitaron en shock hasta perder el rumbo, no sabía a dónde mirar. Aquel rojo profundo, intenso y aterrorizante perturbó su interior.

La escena terminó de agujerar su mente haciendo zumbar a sus oídos. Su estómago comenzó a estrujarse en sí mismo provocándole arcadas por una particular y repentina repulsión por la sangre. Dio una arcada y se cubrió la nariz con el dorso del brazo evitando mancharse la cara.

En el momento en que el olor característico inundó sus fosas nasales, pequeñas y cortas visiones mentales de una escena completamente diferente, pero bajo las mismas sangrientas circunstancias atracaron su mente como flashazos de una vivencia pasada.

El mismo rojo carmesí, el mismo charco de sangre y el mismo olor a hierro. Era tanta que atacaba su olfato con fuerza. No había podido olerla hasta que la vio con sus propios ojos bajo la luz blanca. Eso abrió una puerta de su subconsciente que había permanecido cerrada para protegerlo como un mecanismo sumamente inteligente de defensa, dejando salir algo que debió mantenerse oculto donde estaba.

Ya había visto algo tan sangriento como esto antes pero en este momento no se atrevió a recordar exactamente dónde.

Sacó su celular y encendió todas y cada una de las luces existentes de cada piso en la propiedad, no había rincón que no estuviera nítidamente iluminado y mostrara toda la escena.

Enfocando su perturbada visión, sus ojos encontraron un rastro de sangre que salía de la cocina y se extendía por la sala que había cruzado al entrar. No sólo eran gotas de una herida fresca y abierta sino una extensión amplia de hilos como cuando se pasa un trapo por liquido embarrando más, charcos que habían perdido su afluencia natural como si alguien hubiera arrastrado algo grande sobre ellos.

Ver huellas de suelas grandes y masculinas hasta las escaleras de mármol al fondo le hizo entrar en pánico uniendo las piezas en su cabeza. Se daba por muerto si el asesino seguía ahí.

La adrenalina y su corazón acelerado no le permitieron pensar sabiamente. Debía llamar a la policía sin pensarlo un minuto más pero ese terror y preocupación que llenó su corazón sólo dejó espacio para una cosa…

Cometió el error de subir.

En silencio y evadiendo la sangre en cada escalón blanco que pisaba, su corazón palpitaba más fuerte. Los sonidos de la noche y los zumbidos del lejano viento de afuera eran lo único que le recordaban que esto no era un sueño y esta era su trágica realidad.

Siguió el rastro de sangre hasta llegar al dormitorio que más temía, sus ojos se cristalizaron observando la puerta cerrada y parado frente a ella su mano tembló al alzarla para abrirla.

Nunca habría estado preparado para lo que vería.

La habitación de su abuela, la sombra de su cuerpo recostado detrás del velo que recubre el perímetro de su cama. La sangre seguía iluminando desde el umbral de la puerta hasta las sabanas rasgadas fuera de su lugar a sus pies.

Dio un paso dentro sin importarle los muebles volcados a su alrededor y trotó hasta su lecho buscando arrodillarse a su lado. Notó que a las faldas de la cama, el charco de sangre a sus pies se volvía irregular y refregado como si alguien ya se hubiese arrodillado aquí antes.

Corrió el elegante velo a un lado, ahora arruinado por sangre seca hasta descubrir la espantosa escena. El mundo exterior dio vueltas mientras su único mundo yacía inmóvil en la cama. Rompió en llanto, vio a su querida abuela inerte y sin vida, mutilada frente a él.

Piel cortada, heridas frescas y abiertas goteando sobre la almohada a los lados de su cabeza. Estómago bañado en sangre y extremidades teñidas de rojo.

Era perturbador seguir mirando para cualquiera pero Taehyung se aferró a ella tirándose sobre su pecho. La abrazó derramando dolorosas lagrimas sobre sus cabellos.

Gritó amargamente tratando de sacar la impotencia de su perdida fuera de él pero ni su plañir y lagrimas fueron suficientes para canalizar su dolor.

Ese dolor, se enterró en lo más hondo de su ser junto a la otra pérdida que ya yacía pudriéndose dentro y no recordaba. Sus propias heridas mentales volvieron a ser cruelmente abiertas cuando entendió que su abuela ya no volvería a abrir sus ojos y se hurgó salvajemente en ellas al saber que jamás podría volver a escuchar su voz.

Acarició su cabello, pasó el dorso de un dedo por su mejilla y párpados lamentando en sollozos no haber podido evitarlo.

—¿Por qué? —suplicó ahogándose en sus propias lágrimas.

Culpa, remordimientos y dudas llegaron a su mente «¿Quién haría algo así?» Su corazón se estrujó lo último que pudo al pensar en que claramente había sufrido un infierno de torturas, por menos, una muerte horrible.

En ese momento, la escena quedó impresa en su mente como yerra, el hierro candente de otro traumático evento marcó su mente quemando su persona.

Sacudió su cuerpo sin vida, gritando imperativo que despertara pero su alma ya estaba dormida en la muerte llevándose la de Taehyung junto con ella. El shock postraumático hundió sus sentidos en un mar que presionaba su pecho. 

Su subconsciente no pudo soportar más pena dentro, que de pronto le hizo soltarla y detener su llanto en medio de la habitación hundiéndose en un sombrío silencio con una inusual indiferencia a lo que le rodea como mecanismo de defensa para canalizar su dolor.

Sus oídos se hincharon y su vista se expandió errática embotando sus facultades como si estuviera bajo el agua. Nunca supo exactamente en qué momento su cuerpo se automatizó en un modo de supervivencia obligándolo a nadar entre la situación. Sus manos actuaron por sí solas y llamaron a Jimin.

Alguien más que no era él, movió sus labios para explicarle en balbuceos a Jimin qué había pasado, alguien más fue quien lo observó en trance corriendo hacia él en cuanto llegó y alguien más respondió monótono a su abrazo en lagrimas de empatía.

Su cerebro lo protegió de más estímulos cerrando sus oídos a las sirenas de policía. Las voces sonaban lejanas y completamente ajenas a él. Estaba sumido en un denso nubarrón que lo aisló de todo y ralentizó sus pensamientos y acciones, parecía un muerto viviente cuando Jimin lo arrastró fuera de la mansión para que los detectives trabajaran en la escena del crimen. Todo se movía más rápido y lento al mismo tiempo.

Sus pies y cabeza se tambaleaban como si no tuviera huesos, incluso aunque Jimin lo mantuvo firmemente agarrado de la cintura todo el tiempo para no dejarlo caer. Sus ojos desorbitados se pasaron por el personal de policía entre la noche y entre los incandescentes destellos azul y rojo fuera de su hogar sin procesar correctamente qué pasaba.

Fue Jimin quien habló con la policía, el detective y mandó a la mierda al reportero que desfilaba haciéndoles preguntas. Cuando se referían a Taehyung, rápidamente lo escondía detrás de su cuerpo para que no se acercaran un paso más.

Jimin entendió perfectamente por qué Taehyung había reaccionado de esa manera, siempre había sido fuerte pero esto le había superado por mucho. Temió por él y su integridad mental, le asustaba no encontrar la manera de ayudarle otra vez a sobrellevar los inconmensurables sentimientos que le atacarían cuando entendiera realmente qué había pasado.

Con Taehyung sentado en una ambulancia siendo atendido, hizo guardia parado firme y de brazos cruzados frente a la casa esperando a que los agentes terminaran con su trabajo allí dentro o salieran a comunicarle algo. Por ahora, un oficial se limitó a acordonar el terreno y tratar de mantener a los vecinos que se acercaban preocupados, detrás de la barrera.

Cuando sacaron el cuerpo en un embolsado negro de los que van directo a la morgue, una dosis de realidad golpeó a Jimin. Él jamás había perdido a nadie y sin embargo ahí estaba Taehyung perdiendo al último miembro de su familia. Giró sobre sus talones y lo miró a lo lejos con lastima, quien ignoraba por completo lo que pasaba. La misma escena de la infancia de Taehyung se repetía una vez más y entendió que su corazón simplemente no pudo soportar más.

Fue una enfermera del personal médico quien le hizo reaccionar a base de una inyección de adrenalina y estímulos inmediatos. Cuando sus ojos volvieron a enfocarse correctamente, el rostro de un Jimin preocupado y de rodillas frente a él fue lo primero que vio.

—¿Qué pasó? —preguntó Taehyung con voz adormilada adaptándose al alboroto.

—¿Qué es lo último que recuerdas? —asistió la enfermera maniobrando con una linterna en sus pupilas dilatadas.

—Yo… mi abuela —pausó una décima de segundo dándose cuenta de todo. —Ya no volverá —susurró con dolor y la cabeza agachada.

Jimin no dudó en moverse y apretarse contra él para sostenerlo en un fuerte abrazo. La enfermera se retiró para darles su espacio después de asegurarse de que lo dejaba estable.

—Estaba muy preocupado —le urgió Jimin contra su hombro. —Me llamaste diciendo que tu abuela había sido asesinada. Cuando llegué no respondías, estabas en shock y yo no sabía qué hacer —explicó sentándose a su lado en la ambulancia.

—La perdí Jimin, igual que a mamá, igual que a todos —jadeó Tae, su voz quebrándose en la última palabra.

El sonido de su dolor apuñaló lo más hondo de la compasión de Jimin y fue tan fuerte que no pudo responder a eso. Lo único que atinó a hacer fue bajarse a la misma sintonía. Los ojos de ambos se cristalizaron hasta aguarse en lagrimas que compartieron juntos.

Jimin lo abrazó por los hombros de nuevo sin soltarlo. Sintiendo bajo él su temblor e inseguridad carcomer su vitalidad, sus lagrimas siguieron llenando ese mar en el que se ahogaron ambos esa noche.

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Una hora después casi para las cinco de la mañana y sin nuevas noticias del forense, los padres de Jimin viajaron desde el otro lado de la ciudad en cuanto su hijo les dijo lo que pasó.

Cuando llegaron a la escena, rápidamente comenzaron a movilizarse. Tae estaba muy perturbado así que fue Jimin quien les informó todo lo que había pasado. Su padre, un hombre serio, precavido, inteligente y analítico igual que su hijo fue directo a hablar con el detective dentro de la casa pues estaba plenamente familiarizado con la investigación de casos como ese mientras su serena y amorosa esposa ejercía el papel de madre cuidando de Taehyung a la vez que Jimin le pedía un diagnostico a la enfermera sobre él.

Para las seis de la mañana, los tres Park ya estaban reunidos de nuevo a mitad de la calle entre los autos policiales y sus luces haciendo un análisis de la situación mientras que Jimin y su madre mantenían resguardado a Tae entre sus alas, bien cuidado.

—¿Supiste algo? —preguntó la esposa mientras enroscaba mejor a Taehyung entre la manta que le consiguió.

—Hablé con el detective —declaró el padre de Jimin.

—¿Le dijiste que también eres detective?

—Por supuesto, me dejó pasar después de mostrarle la placa y me dio algunos detalles —resumió con seriedad. —Dijo que esto se extenderá probablemente por más de dos semanas y es probable que la investigación no concluya hasta dentro de unos cuantos meses.

Los tres compartieron una mirada cabizbaja meditando lo que significaba la noticia: No fue un asesinato cualquiera.

—¿Qué fue lo que pasó? —habló Jimin exteriorizando la duda de su madre también, con la misma seriedad.

—Será mejor que lo hablemos con calma en otro lugar. El detective Eunwoo dice que podemos irnos, no hay nada que podamos hacer perturbados y con sueño. Los agentes se quedarán vigilando la casa. Me temo que deberás irte con las manos vacías —explicó su padre ahora refiriéndose a Taehyung pero este no contestó.

La casa quedaría prácticamente clausurada mientras los detectives estén analizando la escena, todo dentro puede ser evidencia por lo que Taehyung ni siquiera pudo volver a entrar, mucho menos sacar algo.

—No hay problema —intervino Jimin de nuevo y decidido apretando a Taehyung contra su pecho. —Vivirá de nuevo conmigo.

Taehyung se estremeció dentro de su propio mundo y no dijo palabra alguna, no es que no estuviera de acuerdo pero no quería ser una carga, no de nuevo. Cerró sus párpados por un segundo y a su mente volvió el recuerdo de sus años de niñez pasados en casa ajena. No deseaba repetir una etapa de dependencia como esa otra vez pero ¿qué otra opción tenía? Aunque era la única, ya tenía veintiún años y algo dentro de él le imploraba no permitir que las cosas se desenvolvieran de la misma forma que la última vez.

Después de eso, el detective jubilado Park se aseguró de que fuera posible retirarse. Negoció con los pertinentes del caso para lograr que dejaran en paz a Taehyung de preguntas e interrogatorios por ahora. Fue Jimin quien propuso ir a su apartamento a pasar el amanecer, hacer un “recuento” del daño como familia y reunir fuerzas para lo que venía.

Los padres de Jimin se mantuvieron atentos pero discretos durante todo el camino. Desde que llegaron a la cuidad, no habían hecho ninguna pregunta ni comentario, tampoco lo hicieron dentro del auto. Era como si estuvieran coordinados y supieran muy bien cómo trabajar los tres en equipo en situaciones críticas, o talvez simplemente ya tenían experiencia. Diecisiete años conviviendo con el mejor amigo de su hijo les había llevado a conocerlo como a su propio unigénito, comprendieron que Tae no estaba moralmente en una sola pieza como para soportar condolencias en ese momento.

El padre de Jimin al volante revisaba al más pequeño cada diez segundos sin falta por el retrovisor como un tic nervioso mientras que la señora Park tenía miedo de que si soltaba sus hombros se cayera en pedazos.

Con el hijo de ambos de copiloto, eran sus ocasionales indicaciones para llegar al apartamento al que nunca habían ido, lo único que rompía el desconsolador silencio de vez en cuando.

El rocío de la mañana apenas comenzaba a pintar el cielo de un azul limpio y claro dejando atrás el oscuro de la trágica noche para dar paso a un esperanzador lucero amarillo que comenzaba a calentar el auto y todo lo que tocaba en Tierra. Sin embargo, no habría esperanza para Taehyung ni Jimin los próximos meses mientras recargaba desganado la cabeza contra la ventana.

Los suspiros de la familia y los pequeños ruidos de incomodidad de su hermano de otra madre Taehyung, se escucharon durante todo el camino hasta que llegaron al complejo de apartamentos. Era perturbador el hecho de que todo estuviese en silencio y Taehyung esté tan mal como para ni siquiera llorar por ella.

Cuándo estacionaron el auto en el parking subterráneo del edificio, Jimin fue el primero en bajarse para ir a ayudar a Taehyung a salir pero cuando le abrió la puerta y se inclinó hacia él, este extendió una palma a su pecho para apartarlo e indicarle que no quería ayuda.

El matrimonio se dirigió al maletero para sacar las mochilas de poca ropa de improvisto que trajeron pero cuando se giraron, Taehyung ya estaba subiendo las escaleras de servicio arrastrando la larga manta que cubría sus hombros. Abusando de sus años de confianza con la familia Park, no le importó mucho lo maleducado que se veía dejando atrás a todos.

Jimin compartió una mirada significativa con su madre, sus rostros se fruncieron de lastima al igual que la de su padre que también agachó la cabeza con triste compresión.

Tres minutos más tarde que Taehyung, los tres llegaron al apartamento. El chico ya estaba encerrado en la habitación que alguna vez fue suya, hecho un bulto gimiente e inestable entre las sábanas de la cama.

Tocaron a su puerta después de asentarse y dejar sus cosas pero Taehyung no respondió por lo que entendieron que necesitaba su espacio y decidieron dejarlo tranquilo por unas horas.

Fue un ambiente pesimista y sombrío por un buen rato, estaban en un completo y triste silencio alrededor donde cada cabeza era un mundo en tribulación de pensamientos preocupados ya sea por Taehyung o por Jimin.

Era la primera vez que visitaban a su hijo en su nuevo y primer hogar que adquirió por su cuenta cuando se independizó de su familia, pero no les era posible alegrarse bajo una situación como esta. Ni siquiera lo mencionaron.

Jimin se encargó de acomodar algunas cosas que había dejado regadas cuando salió corriendo del apartamento hace unas horas en cuanto Tae le llamó. Por otro lado su madre se metió directo a la cocina para preparar té e infusiones relajantes que llenaron cada rincón de un exquisito olor anestésico y poco a poco fueron calmando los nervios de todos.

Al pasar las horas, el señor Hyun Soo caminó lento por el lugar con las manos en los bolsillos observando cada pieza de mobiliario en el apartamento de su hijo. Acercándose a una serie de repisas altas, se permitió una sonrisa al ver varios retratos de Jimin en sus inocentes dos años siendo agarrado de la mano por él y su esposa en su vieja casa de Busan.

Pasó sus ojos por otras fotografías más, como una en la que su pequeño salía luciendo emocionado su primer dobok blanco de artes marciales u otra sosteniendo su certificado de graduación. Eran incontables los logros de su hijo por los que se sintió orgulloso, sin embargo, una fotografía en particular borró su sonrisa, Jimin tenía unos siete años y era todo un niño grande al lado del bebé de cuatro años que sostenía su bicicleta nueva. Ese año, él y su esposa habían decidido hacerle un regalo al pequeño Taehyung pensando en que talvez así se distraería de su reciente pérdida.

Había olvidado cuánto tiempo había pasado desde que tuvo que actuar de la misma forma que está haciendo ahora, meter sus narices en otro estremecedor asesinato le había vuelto a la vida después de tantos años fuera de servicio pero de una forma completamente desagradable.

Prefirió mil veces seguir disfrutando de su jubilación aburrida que haber visto dentro de esa casa.

Una ligera pero constante molestia le hizo enarcar una ceja, Jimin no tuvo por qué cuidar de él, tampoco debe hacerlo ahora. Guardar secretos tiene un precio y no le agrada para nada la idea de que su verdadero hijo deba pagar por guardar uno, pero su cariño por ese niño indefenso que fue Taehyung alguna vez y que creció entre las espinas de la vida poco a poco se ganó su corazón, es lo único que le hace mantenerse a raya, a veces hasta preocuparse por él como con su propio hijo. Además, Jimin ya es un adulto como para responsabilizarse de quién mete a su apartamento y cuánto tiempo permite que pase en él.

Con un suspiro y calmando mentalmente sus pensamientos sobreprotectores, siguió curioseando por la amplia sala de estar mientras Jimin tendía y acomodaba su propia cama donde sus padres dormirían ahí por ahora.

Hyun notó varios trofeos en un mueble frente al gran ventanal, premios por logros que él mismo presenció durante la tierna infancia de Jimin como uno por el que hinchó el pecho de orgullo: la certificación de su licenciatura en Seguridad y Criminología.

«Igual que tu padre» pensó con una sonrisa.

No es que le gustara meter su nariz en los documentos privados de su hijo, era su trabajo en casos por los que le pagaban por hacerlo pero supuso que su curiosidad fue un gaje del oficio cuando unos papeles y documentos sobre la mesa del comedor llamaron su atención.

No tuvo que leer mucho para saber que eran ofertas de trabajo impresas, anuncios recortados de ropa y artículos arrancados de revistas sobre moda, pero lo que más le hizo desconcertarse fue la copia de un contrato formalmente impreso y ya firmado.

¿Una oferta de modelaje? ¿Qué tiene que ver eso con ser detective, con lo que lo preparó para hacer y en lo que ya tenía varios reconocimientos haciendo?

La molestia volvió y esta vez no se sintió culpable, habían hecho un trato.

Levantó la vista buscándolo para pedirle explicaciones, cuando Jimin salió de la habitación de huéspedes y vio que había dejado esos papeles a la vista, cerró los ojos maldiciendo en voz baja.

Hyun abrió la boca para preguntar pero el sonido de un ligero estruendo amortiguado contra el suelo les interrumpió. Jimin de inmediato supo que venía de la habitación de Tae y se puso en alerta. Por otro lado, su padre le lanzó una mirada desaprobatoria diciendo «Te salvó la campana, por ahora» antes de que Jimin desapareciera por la puerta para atender al ruido.

Hyun no creyó que tuviera caso seguir husmeando, con su celular capturó una nítida foto de los datos más importantes.

«Empleador: Kim Seokjin»

«Bar De Luna»

Ya tendría tiempo para investigar tales nombres cuando pudiera dejar de pensar en todo el alboroto de este caso.

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.

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Cuando Jimin entró al cuarto de su mejor amigo, no lo vio en la cama recostado donde debería sino hecho un ovillo en el suelo al lado de la mesa de noche. Había intentado alcanzar un vaso de agua sobre ella pero este cayó sobre la alfombra, por suerte no se rompió pero todo alrededor estaba mojado.

Se enterneció y sintió lástima tan sólo de verlo, Taehyung era el único roto en la habitación, ensimismado en su propio mundo de dolor. Rápidamente fue a sentarse a su lado y sin decir palabra lo acurrucó contra sus brazos.

No le reclamó el desastre, tampoco haberlo encontrado fuera de la cama, más bien escuchó con atención sus pequeños sollozos. Recargando su cabeza sobre la suya entendió bien sus pequeños balbuceos gimientes.

«Jamás. Jamás. Jamás», balbuceaba Tae apenas audible en su delirio. Una aura sombría comenzó a envolverlo con pesimismo.

Abrazando sus rodillas, Tae empezó a balancearse de adelante hacía atrás como un niño asustado y tétrico.

Jimin no entendió a qué se refería con ese “Jamás”,  podían ser muchas cosas: el hecho de que jamás volvería a verla, que las cosas jamás volverían a ser iguales o talvez que él jamás volvería a ser el mismo.

Por su semblante perdido y fijo en la moqueta supo que su mejor amigo estaba apunto de entrar en pánico, era eso. Se separó de él y le habló lo más suave y cauteloso que pudo.

—¿Qué es lo que sientes Tae? Puedes decírmelo, no te lo guardes. Te hará daño —susurró, pero Taehyung ni siquiera lo miró.

Jimin decidió cambiarse de posición y sentarse frente a él para implorarle su atención.

—Taehyung, háblame, por favor —suplicó.

Detuvo con firmeza los tirones bruscos y erráticos que Taehyung ejercía sobre sus propias manos, brazos y hombros para que no se hiciera daño. Era completamente comprensible que sus emociones y sentimientos le estén llevando al límite pero teme que comience a rozar deseos demasiado fuertes como para hacerlo hacerse daño a sí mismo de la impotencia. No era una posibilidad exagerada, tampoco la primera vez, ya habían atravesado juntos por algo así pero había sido fácil controlar a un Tae de ocho años, ahora las cosas serían muy diferentes si volvía a intentar algo. Los impulsos de un chico de veintiún años como Taehyung pueden ser muy volátiles.

Ahora este comenzó a repiquetear el sus talones contra la alfombra, le vio con intenciones de dar un golpe con su pierna o hacer un movimiento violento hasta que se lanzó contra él y lo apretó contra sí mismo lo más fuerte que pudo.

Al principio se resistió pero poco a poco sus temblores y espasmos se fueron calmando hasta que Jimin colocó sus labios sobre su cabeza y acarició su cabello. Justo como lo hacía ella.

Se permitió ir aflojando poco a poco su abrazo de seguridad pero no lo soltó del todo ni un segundo.

«Siempre. Siempre. Siempre» susurró Jimin con calma contra su cabellera castaña sin saber por qué. No había mucho que pudiera hacer.

Sus rápidas respiraciones y silbidos exhalados cesaron al instante de escucharlo. Ambos seguían sin entender en ese momento lo que esos “Jamás” y “Siempre” significaban. Tendrían que esperar a que el tiempo les dijera qué implicaban pero por ahora eran un símbolo de que “Las cosas jamás volverían a ser iguales… pero siempre se levantarían juntos”

Le abrumaba pensar en cómo lo lograrían estos próximos días, semanas…meses.

Jimin no lo soltó ni un segundo talvez tratando de consolarse a sí mismo pero cerrando sus ojos, vino a su mente la última enseñanza de su padre antes de salir de casa.

“A veces no puedes resolver todos los casos hijo“

Aunado a eso, lo complementó con la recurrente cita de su modesta madre:

“Un momento a la vez” y reflexionó.

Ni siquiera se trata de un día a la vez, pues hay ocasiones en las que incluso es difícil planear tu día porque las mañanas nunca son iguales a las noches, a veces las mañanas sin duras y las noches peores, las circunstancias siempre cambian para tomarte desprevenido. Por eso, lo único que tienes que hacer es concentrarte en lo que tienes delante y el instante que estás viviendo.

Ayudaría a Tae a levantarse no importara lo que costara, pero lo haría un paso a la vez.

Cada día tendrá su propio problema y juntos caminarán a través de él hasta llegar al final.

[…]

Transcurrieron un par de horas de las que Jimin perdió la cuenta. No había pegado ojo en toda esa mañana meditando su plan de acción. Los músculos de sus brazos no dejaban de rodear a Taehyung por los hombros hasta que se le entumecieron. Este se había quedado dormido recargado en su pecho y Jimin lo removió tocando su nariz y mejillas con el meñique.

Cuando abrió los ojos, se dedicaron una sonrisa débil y apagada pero ambos se ayudaron a ponerse de pie, Jimin ayudó a Tae en realidad.

El rubio se separó unos pasos para correr las persianas, tuvieron que entrecerrar los ojos para adaptarse al golpe de luz y reflejo matinal para volver a mirarse.

Y Jimin no podía evitar seguir observándolo con una pizca de lastima. Sus notables ojeras, cabello desquiciado, abrazándose a sí mismo y a sus ropas todavía manchadas de sangre seca en desconsuelo estrujaron un poquito más su empático corazón.

Para su sorpresa, Taehyung le miró a los ojos por primera vez en seis horas.

—¿Qué va a pasar ahora Jimin? —preguntó casi en un susurro herido. Este se acercó a él y descruzó los brazos de Taehyung para poder tomar sus manos.

—Por ahora te quedarás aquí conmigo, —resumió con cariño. No quiso abrumarlo con todos los planes que había hecho mientras él dormía, —y en este preciso momento tomarás un baño, cuando estés listo, sal a desayunar —precisó, como una madre a su cachorro acariciando su mejilla.

—No tengo hambre —se apresuró a decir desganado y retiró su rostro.

—No hay problema, dame todo eso para lavarlo.

Taehyung obedeció a paso lento y torpe quitándose sus prendas. Él propio Jimin se encargo de abrir el grifo caliente de la regadera para que empezara a vaporizar, preparó el baño y lo metió en la bañera para que continuara solo.

Cerro la puerta pensando en que sí había un problema. ¿Qué pasa si empieza a rechazar la comida y su falta de apetito se hace recurrente? Él no es ningún psicólogo que sepa cómo ayudarlo a tratar sus síntomas postraumáticos pero debía encontrar la manera de mantener todo bajo control. Comenzaría a ser mandón por su propio bien si Taehyung amenaza con tener actitudes autodestructivas. 

“Un momento a la vez” susurró calmándose a sí mismo saliendo de la habitación para darle su espacio.

No lavó la ropa, fue directo a tirarla en el contenedor del cuarto de lavado en la cocina, ya una vez leyó que incluso objetos relacionados con el trauma pueden revocar pensamientos intrusivos. Si iba a cuidar de Tae, lo haría bien y por completo esta vez.

Su madre se servía su tercera taza de té cuando se acercó a él con una mirada de interés.

—¿Cómo está?

Jimin soltó un suspiro pesado.

—Estable por ahora. No sé qué voy a hacer si entra en shock otra vez —lamentó. Su madre dejó la taza sobre la encimera.

—Vas a necesitar ayuda para tenerlo aquí —dijo ella haciendo amago de servir otra taza de té para él.

—Que sea café —pidió con cansancio. —Soy fuerte y él más, no tienes que preocuparte.

Su madre no se tragó para nada la sonrisa forzada que le dio.

—Lo sé hijo, ese es el problema, no te darás cuenta cuando llegues a tu límite. —Dejó de mover utensilios y se acercó a él llevando sus pulgares a sus ojeras. —Pero para eso estoy yo, seré tu relevo.

El borboteo de la cafetera con su exquisito olor era lo único que se escuchaba entre el rocío de la mañana en todo el apartamento. Esto es cierto modo tranquilizó su corazón al igual que sus palabras y fue entonces cuando cedió.

—Gracias madre.

No hicieron falta palabras, ambos juntaron sus frentes y Sonia acarició a su hijo como el fuerte chico que era.

Esa mañana le precisó que aunque se rehusara a recibir ayuda, no tendría opción. Ella misma se quedaría a cuidarlos durante un tiempo. No iba a dejarlo sólo.

Para el medio día, Jimin ya no estaba nervioso pero seguía sin poder conciliar el sueño aún cuando sus parpados se sentían pesados y ardientes.

Entraba y salía de la habitación de Tae como un perro guardián inquieto, al menos Taehyung sí había podido descansar un poco pero ahora daba vueltas en la cama con incomodidad.

Le dejó una bandeja con comida que no tocó durante todo el día y se alejó a pensar al comedor encontrándose a su padre recargado sobre el balcón al final de la sala.

Cuando se acercó, este observaba fijamente su taza de café entre sus dos manos y se veía meditando como de costumbre.

—Parece que alguien tampoco puede dormir. —Jimin llamó su atención y se recargó a su lado.

Hyun se limitó a darle el visto bueno y continuó mirando hacia los edificios lejanos.

—Hay algunas cosas que no entiendo todavía —contestó su padre con seriedad.

—¿Qué pasa?

—Este fue un asesinato diferente.

Jimin suspiró de cansancio por millonésima vez esta mañana, no estaba de ánimos para escuchar negativas que ya sabía.

—Sé que no quieres hablar de eso pero hay algo que necesitas saber sobre la muerte de Mildred.

Jimin le lanzó una mirada de fastidio.

—¿Es algo más aparte de que quien la mató es un perverso, que no fue por dinero y que todo se trata de venganza? —soltó con obviedad, como si cualquiera pudiera descifrarlo. —Te recuerdo que me dedico a lo mismo que tú y yo también vi le escena del crimen además de la evidencia antes de sacar a Taehyung.

—¿Ah sí? —retó neutral. Su lengua hurgó dentro de su mejilla antes de tomar de su taza. —Y supongo que también notaste la nota que dejó antes de morir.

Jimin abrió sus ojos en sorpresa, padre e hijo presumían las mismas habilidades para analizar casos pero el más joven tenía la mala costumbre de menospreciar la experiencia del detective veterano y jubilado que era su padre, hasta que recordaba quién le enseñó todo lo que sabe. Se sintió un tonto por no haber notado un detalle como ese.

Jimin aceptó que talvez sí había algo de lo que debían hablar y que algo se le había escapado de las manos.

—¿Una nota? ¿Para quién? ¿Qué decía? —preguntó impaciente.

Su padre se desembolsa un papel blanco manchado de huellas dactilares rojas y se lo extiende a su hijo sin decir palabra para que él lo descubra por sí mismo.

Un nombre escrito en temblorosa caligrafía y de inmediato sus conocimientos le permitieron descifrar todo. Segundos antes de morir, Mildred había revelado una verdad a su querido nieto y talvez fue eso lo que le costó la vida.

Debajo del nombre dejó una suplica para él:

“Por favor, espero que algún día me perdones y sigas adelante”

Al parecer, su último deseo fue no llevarse a la tumba un secreto que firmó a puño y letra al final de la nota.

Tan sólo con la mirada, su padre y él compartieron conclusiones más reveladoras de lo que ambos deseaban y de pronto, todo se volvió un silencio crítico.

—Al final resultó ser cierto.

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Me puse triste 😢

Me gusta el ambiente general de este capítulo aunque sea muy gris, traté de hacerlo lo más realista posible porque no todo es blanco o negro.

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