Amor prisionero.

By Mikymiky18

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Susana una joven sin ley, desobediente tendrá que aprender a las malas lo que es el respeto y el valor a la v... More

Prólogo
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 7
Parte 8
Parte 9
parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Epílogo

Parte 6

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By Mikymiky18

Leo manejo durante horas. El campamento donde escondía a Susana estaba más de tres horas de camino al lugar donde él se dirigía. Manejo en un total silencio, mas sus pensamientos estaban en la mujer que había dejado al cuidando de Pepe.

Él era desconfiado por naturaleza, y no le gustaba dejar su trabajo tirado ni a medias, pero el asunto pendiente lo obligaba a salir de su escondite.

Llego hasta un apartamento sencillo y pequeño donde vivía cuando se quedaba en la ciudad. Rápidamente bajo del auto y saco una maleta donde estaba su ropa sucia.

Sus ojos marrones recorrieron el lugar. Busco las llaves del apartamento e Ingresó al lugar y reviso las pocas estancias del lugar con cuidado y minuciosamente. No podía darse el lujo de descuidarse y que todos su plan y trabajo se perdieran por falta de precaución. Se dirigió a una pequeña oficina y en uno de los cajones del escritorio había un maletín que tenía contraseña, lo abrió y reviso lo que contenía. Nuevamente lo cerró y lo dejo en un sillón.

Con la maleta en mano llego a la zona de lavado y rápidamente metió la ropa a la lavadora y después se dirigió al baño.

Cuando comenzaba a quitarse la camisa la puerta de la calle se abrió y dejo entrar a una mujer morena que al verlo le sonrió feliz.

Ella sin perder tiempo se arrojó a los brazos fuertes del hombre y se besaron. La mujer estaba locamente enamorada de él.

-Marcos, mi amor- le dijo colgada del cuello, y dándole un beso en la boca – te he extrañado un montón.

Él la abrazo, y respondió al beso. Los ojos de Marcos la miraban y hacia comparación con los ojos marrones claros que siempre lo desafiaban con la mirada.

Ella se gozaba de aquel beso y por eso no se percató que era frio y sin sentimientos.

-¿Cuántos días te vas a quedar? - le interrogaba Matilde. Estaba emocionada de volver a verlo.

Él medito las palabras de la mujer y respondió con cierto fastidio.

-No lo sé, Maty - dijo molesto- me retrasaron a un mes.

Ella se separó de él con brusquedad y lo miro muy seria.

-¿Cómo? Tú me dijiste que solo eran ocho días – reprocho ella ahora también molesta con él.

Él suspiro.

-Lo sé nena, pero tengo un problema. La entrega de la mercancía se atrasó, ¿Qué puedo hacer yo? -dijo terminándose de quitar toda la ropa y ya desnudo ingreso al baño. El agua tibia al caer sobre sus tensionados músculos lo relajaron bastante.

Mientras enjabonaba su cuerpo sus pensamientos estaba en la casa- rodante y en la chica que últimamente le estaba convirtiendo su vida en un maldito infierno.

-No puedo sucumbir- dijo en voz baja. Se lo repetía constantemente para creerlo y mantenerse lejos de la tentación- soy profesional.

-Pequeño monstruo- murmuro al recordar la última vez que ella trato de escapar de él.

Suspiro profundo. No lograba dejar de pensar en el pequeño monstruo y sobre todo en que Pepe la estaba cuidando.

-¡Ojala, ella no intente escapar nuevamente!- dijo aun metido bajo el chorro de agua tibia- Porque ese imbécil si le pega.

Salió de sus pensamientos al ver a Matilde meterse en la ducha totalmente desnuda.

-Ven mi amor, yo te baño- lo dijo de manera maliciosa. Tomo el jabón en sus manos y lo froto para sacarle abundante espuma y comenzó a enjabonar el cuerpo del hombre. Pasaba sus manos por todo su cuerpo, acariciaba de manera sugestiva, haciéndole expresiones de coquetería. Con su fina mano tomo la virilidad de él que estaba ya dura por la excitación. Él la tomo y la empotro en la pared húmeda y resbaladiza de la ducha y comenzó a besarla con frenesí. Estaba necesitado de aquellas demostraciones de amor, porque necesitaba sacar de su cabeza a la pequeña monstruo.

-¡Sí!- Exclamo la mujer que estaba tan excitada como él- quiero que me hagas el amor, mi cielo.

-Sí, eso haremos- dijo él.

En esos momentos sonó el teléfono y él se tensó. Era el timbre que le avisaba de la mujer secuestrada. Y ella ahora era su prioridad.

-¡Lo siento Maty! - se enjuago y salió rápidamente y respondió el teléfono.

Con una toalla en la cintura y escurriendo agua, tomo el teléfono y escucho de manera atenta lo que decían a través de la línea.

-¿Qué? - guardo silencio- ¿Qué hiciste qué?

Su rostro empezó a contorsionarse por la ira y apretó con tal fuerza el aparato que sostenía mientras escuchaba atento.

-Te dije muy claro que si le ponías una mano encima yo mismo te mataba -respiraba rápidamente tratando de controlarse. Cuando escucho lo que este le decía se enfureció tanto que olvido el lugar donde estaba ni con quien. Perdido en la ira colgó.

Para descargar su ira lanzó el teléfono contra un mueble cercano, y masculló un sinnúmero de maldiciones.

Matilde no pudo escuchar toda la conversación, solo alcanzo una parte y no comprendía porque tanto enojo.

-¿A quién vas a matar? - lo miraba fijamente desde la puerta del baño y al mismo tiempo tomaba una toalla y se secaba- te recuerdo que soy policía.

Matilde Benavides era policía con entrenamiento en antiterrorismo, era muy joven ya en sus veintidós años ya era sargento.

Sus capacidades y perseverancia daban frutos en su carrera, lo que la hacía sagaz para entender situaciones entre líneas. Su mirada se convertía en escáner, tratando de leer las extrañas reacciones de Marcos.

-¡Solo es una expresión amor! - dijo besándola. Él comprendió su error monumental delante la policía. Ella lo podría descubrir y entonces estaría perdido. Por eso disimuló besándola.

Ella suspiro, ella realmente amaba a ese hombre y no pensaría nada malo de él así que dejó pasar aquella extraña situación. Al acercarse a él estiro los brazos para acomodarse a su cuerpo, quería continuar con lo que había empezado en el baño, además tenía más de cinco meses que no tenían relaciones sexuales y lo necesitaba con urgencia. Sus separaciones eran porque por lo general su División la enviaba a lugares remotos o por los viajes de Marcos, el cual trabajaba como Agente de Viajes.

Él al verla deseosa se avergonzó. Su libido se había ido al carajo.

-¡Lo siento Maty!- dijo quitándosela con disimulo de encima. No quería levantar en ella sospechas sobre él ni de su trabajo secreto. Muy molesto se encontraba después de escuchar lo que Pepe le conto. El pequeño monstruo trato de escapar, golpeando a Pepe y este le pego para someterla al volver a capturarla.

¡Otra vez le habían golpeado! pero...

¿Por qué le molestaba tanto que la lastimaran? Y lo peor de todo ¿Por qué se sentía tan mal por lo que le estaba sucediendo a ella?

Se vistió rápidamente y tomó el maletín que momentos antes dejo a la mano y se dirigió a la puerta.

-¡Marcos! - Ella malhumorada e insatisfecha lo llamó - ¿Qué es lo que pasa?, que negocios son esos, o... ¿Tienes a otra mujer?- le gritaba celosa.

Él se enfureció aún más. Ella comenzaba a ser más fastidiosa que de costumbre.

-¡No vayas a empezar! - la miro con desaprobación, siempre era lo mismo, siempre celándolo, eso sí que era un fastidio - ¡Qué mujer ni que nada! Solo es el trabajo- salió y tiro la puerta al salir.

Subió al auto furioso. Debía asistir a una cita que no podría faltar o de lo contrario estaría devuelta con la estúpida niña que pretendía escapar.

-¡Estúpida niña! - iba gruñendo por el camino. Recordando cuando la vio con la boca destrozada y llena de sangre y vomito - ¡Estúpida!

Ya comenzaba a caer el día y llegaba la noche. Todo el día estuvo viajando y por lo visto la noche también le tocaría viajar.

Camino por las calles, que eran iluminadas por las grandes farolas de luces de neón. Los carros pasaban iluminado la vía también miraba a las personas caminar sin ninguna preocupación o carrera.

Lanzó un suspiro de cansancio y fastidio.

-"¡Este será mi último trabajo!" - pensó con tristeza pero con la esperanza de comenzar de nuevo. Ya llevaba más de dos años realizando esos trabajos y aunque le dejaba mucho dinero no valía la pena tanto riesgo. Hasta la vida la podía perder si no se cuidaba y entonces para que tanto dinero si n o lo iba a disfrutar.

Llego a un callejón que se encontraba oscuro donde se encontraba una silueta en la oscuridad y esta lo saludo.

-¿Cómo estas Marcos? Teníamos tiempo que no hacíamos negocios - dijo Miguel Sanabria pasándole un pequeño paquete con dinero y Marcos le entregaba el maletín.

Marcos tomó el paquete y lo reviso, ya satisfecho lo cerró.

-El jefe no ha ido en estos días, por eso no nos hemos podido mover. Apenas él aparezca, veremos que nos ordena – eso fue todo lo que dijo.

-¿Estás seguro?- dijo el policía que fumaba y lo observaba.

-Sí. Ya veremos qué pasa en el futuro- dijo cortante y diciendo eso comenzó a caminar sin mirar atrás. El intercambio fue rápido y limpio. Marcos sabía que lo podían estar vigilando, no le importaba que Sanabria fuera un agente del gobierno, en la policía había muchos corruptos y de eso no le cabía la menor duda.

Ambos hombres se marcharon por caminos diferentes.

Marcos camino un por un lago trecho hasta que llego a una oficina que trabajan horarios extendidos, y realizo una consignación a una cuenta.

Llego hasta el apartamento donde dejo a la furiosa mujer, pero ella ya no estaba ahí. Rápidamente y sin perder tiempo recogió la ropa limpia y alguna que otra pertenencia personal y la metió como pudo en la maleta. Subió nuevamente a su auto anduvo varias calles y ahí cambio de auto. Subió al auto que Pepe le había prestado y comenzó el viaje de regreso.

Eran más de las doce de la noche cuando llego hasta la casa-rodante.

Susana yacía sedada para evitar que otra vez tratara de escapar de sus captores. Él miraba el golpe que mostraba en el rostro y apretó la mandíbula por la ira que surge dentro de él. Con cuidado y cariño pasa su dedo por el contorno del ojo, donde salen los primeros indicios del moretón por el golpe que la joven recibió por parte del maleante que la cuidaba.

Leo salió furioso de la casa-rodante y se enfrentó a Pepe.

Primero le entrego las llaves y luego le propino un golpe seco en la cara, sentándolo en el piso por el impacto.

-¡Dije que no la tocaras! ¡Estúpido!- se mostraba muy enfadado- y fue lo primero que hiciste.

Pepe abrió los ojos sorprendido por aquel ataque. Pepe lo miraba y veía a un hombre muy interesado en una mujer que en una rehén.

-¡Ni que fuera tu mujer!- le grito temeroso y sobándose la mandíbula y escupiendo sangre.

Leo se tensó al oírlo hablar de esa forma.

-No. ¡No es mi mujer! – Le grito colérico- ¡Es la mujer para el Topo! ¿Lo olvidaste?- le grita - ¡Lárgate! Y piensa en lo que hiciste.

El hombre se llena de pánico al oírlo. El topo tenía fama de descuartizar a los hombres que no le servían. Era cruel y sádico. Y algo que odiaba era que se metieran con su mercancía. Tembló.

-¡Lo siento Leo!- dijo el hombre mientras se encaminaba hacia el auto, rápidamente entro, arranco y se marchó horrorizado por su error.

Leo entro a la casa - rodante, al lugar donde dormía Susana. La miraba fijamente los rasgos faciales tranquilos. Podía ver lo hermosa que era, por eso fue escogida. "Ella" la recomendó al jefe, y fue "Ella" quien la escogió.

Aunque él al verla, la descarto. En el centro comercial, no logro salvarla de la pesadilla que estaba viviendo.

Lanzo un suspiro de preocupación.

Él la miro con preocupación. Una que no debería tener por esa chica y que no debía seguir prosperando. No debía sentir aquel sentimiento de protección por ella. Esto le traería muchos, muchos problemas...

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