Bonjour (si es que hay alguien que lee)
Te recuerdo que puedes encontrar el link en mi perfil de la lista de reproducción de las canciones mencionas en la historia, por si tenías la duda, nomás digo.
Bueno, nos leemos o algo, bye bye.
Muchas gracias.
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-Dos días —dijo Ezra, mientras me pasaba una pila de libros... Esos que te solían dejar en el almacén de la biblioteca para acomodar.
-Es temporada de exámenes finales pero...
-Pero son dos días solamente. Además, siempre hemos sacados buenas notas, —hizo pausa, meditando lo que acaba de decir -hasta en nuestros momentos más mediocres —me pasó otra pila.
-No seas lengua larga, iba a decir que me parecía genial. —remedé -Le diré a mis padres que es un proyecto. Lo de siempre.
-Y que el proyecto se llama “Fumar marihuana en días de semana con tus mejores amigos” por Morin Wilde. —alzó las cejas -Me encanta.
-Baja la voz —susurré mientras trataba de no reírme por la naríz.
Segundos después entraste al almacén y te sentaste frente a nosotros, con el fin de ver cómo tenías a tus dos amigos de esclavos.
-¿Ya le dijiste? —le preguntaste a Ezra.
-¿Qué? ¿Decirme que vamos a caer en las drogas en casa de Ezra? Pero por supuesto que sí —me sacudí el polvo del peto y me senté a tu lado.
-Genial.
-¿Tú también le vas a decir que es por un proyecto? —te miró Ezra, mientras se reía de mi.
-En efecto.
Y antes de que saliéramos del almacén le di un manotazo a Ezra. Para que entiendas mejor, siempre que hacíamos algo no tan, mmmm... no tan correcto, obviamente le decíamos a mis padres que era por un proyecto. Una vez nos fuimos a la playa del otro lado de la costa a mitad de la clase y le dijimos a mis padres que fuimos a tomar una muestra de arena para la clase de química. A pesar de ser una excusa estúpida, todos los adolescentes la hemos utilizado y nuestros padres nos creen y si no, sólo fingen hacerlo.
Estamos de acuerdo que los padres de Ezra eran muy desentendidos con él pero de cierta manera, nos hizo unirnos más y si hablamos de lo malo, a veces nos aprovechamos de eso.
Era la primera vez que fumaba marihuana, en cambio, tú nos dijiste que solías fumarla en el castillo de Framlingham con tus antiguos amigos. No quiero decir que eras el raro pero en esta ciudad donde todos quieren andar sin camisa para broncearse y tener los dientes blancos, estabas tú. El pelirrojo. El típico chico de afuera de acento refinado con piel de papel... Aquí eras como un invierno a mitad de un verano.
Recuerdo que subí a la habitación de Ezra por un casete y sin querer, les escuché reírse así que me asomé por la ventana y les vi. No tenía la más mínima idea de qué o de quién se reían, lo único que sí sabía era que ambos estaban exactamente dónde deberían de estar. Sabes que odio asumir algo que no sé si estará bien o mal, pero esa vez me tomé la libertad de hacerlo, así que me quedé ahí un rato a oscuras acurrucada a la orilla de cama, dándote espacio. Espacio que jamás me pediste pero que quise dártelo porque a mí también me hubiese gustado tenerlo.
No sé cuánto tiempo pasó pero escuché un golpe en seco y segundos después escuché tu voz en medio de la oscuridad.
-¿Se puede saber la causa de tu ausencia?
-No, —tomé el casete -es confidencial. Pero ya mismo voy, no quiero que te cortes las venas por mi culpa.
Escuché tu risa, la magia de la marihuana supuse. Y en la oscuridad te acostaste en la cama de Ezra, a mi lado.
-Casi me caigo subiendo las escaleras —murmuraste con todo el cuerpo extendido. Me sentía tan relajada que por un momento desconocí mi risa.
-Me pude haber muerto -empecé a temblar y me cubrí la boca -Es en serio, Moo. —más risas -Me pude haber roto la nuca.
-No digas nuca que me da más risa.
-“MARIHUANIZA MORTAL. PELIRROJO DESNUCADO.” en primera plana.
-Cállate.
-Qué vergüenza.
-Pero lo habrás gozado y eso nadie te lo quitará. No me importaría morir siempre y cuando haya vivido y tenido todo lo siempre he querido —ya, habló la intelectual. Pero aquí entre nosotros, esa fue la conversación más bonita que pudimos haber tenido.
-¿Y qué te hubiese gustado tener, Morin? —todos serios.
-Pues bueno, no quiero sonar tan... No me gusta sonar tan... —poética, odio decir cosas tan románticas que suenen poéticas y no porque lo odie realmente sino porque me hacen sentir pena el decirlo en voz alta. Lo peor es que no puedo evitarlo.
-Solo dilo.
-Amor, felicidad, paz... Quiero ser libre, quiero ir a dónde yo quiera y decir lo que pienso sin miedo a tener que pedir disculpas después... o sentir vergüenza
-Pensé que dirías que querías una casa, un carro o ir a un concierto de The Smiths...
-Oh ya, pues también quiero tener un muelle y vivir cerca de la costa, eso o mudarme a Londres y tener un casa antigua con un jardín enorme... Estudiar algo interesante como astronomía o escribir un libro, tener un perro y mi precioso Leviatán y sí, ir a todos los conciertos de quién sea. Quiero muchas cosas, Ed.
-En Londres se dan muy bien los jardines.
-¿Y bueno?
-¿Y bueno? —a pesar de estar a oscuras, sé que me volteaste a ver
-Sí, tú qué quieres.
-Pues... —vacilaste por un momento llevándote ambas manos al estómago -Amor, quiero aprender un nuevo idioma, viajar y mucho, quiero ser próspero, también quiero paz, un apartamento cerca del Támesis o bien una casa espaciosa, como de muñecas... —estabas tan prendido contando tus metas que parecía que te las estabas contando a ti mismo pero te detuviste por unos segundos -quiero estudiar literatura sin sentir la presión de mi padre, él hubiese preferido a un abogado o doctor, pero ni modo —chitaste e hiciste una mueca encogiéndote de hombros -es lo que hay.
-A veces los padres reprimen nuestros sueños en el nombre de querer lo mejor para nosotros.
-Qué pensarán nuestros hijos de nosotros...
-Ni siquiera sé si quiero hijos.
-Qué miedo ser padres.
-Qué miedo la vida, Ed.
Silencio. Supongo que tú también te pusiste a pensar en tu futuro. Te visualizaste camino al trabajo, llendo de viaje, siendo padre... Tal vez abuelo, no lo sé, Ed. Sólo sé qué pensaste en un futuro porque yo también lo hice.
-Pero a veces sólo quisiera ser una chica punk anárquica, desafiando al sistema y castigando a los malos.
-Yo hubiese sido músico.
-En fin... —suspiré y supe que nuestro momento había acabado porque te levantaste de la cama y me tendiste la mano.
-Hay que ir con Ezra.
Recuerdo que encontramos a Ezra acostado sobre el pasto, viendo las estrellas y en la radio estaba sonando, Julie London, Ev'ry Time We Say Goodbye.
-Aquí está —le tendí el casete. Lo tomó y lo dejó en el pasto.
-Ven, Moo. Hay que bailar.
El pasto bajo mis pies descalzos picaba, sin embargo se sentía tan bien. Te habías acostado a unos metros de nosotros.
-¿Y qué opinas? ¿Te ha gustado? —me preguntó casi en un susurro.
-Hay que repetirlo pero sin la marihuana.
-Me parece perfecto —se rió y no supe cuántas vueltas ya habíamos dado. -When you're near there's such an air of spring about it I can hear a lark somewhere begin to sing about it...
No había canción que Ezra no supiera. No me sorprendió el hecho de que después te extendiera la mano.
-Baila conmigo, Ed —te dijo. Le miraste sonriedo. -Es un especial de Julie London, así que no desperdicies Cry Me A River.
Qué canción tan bonita. Ustedes tomados de la mano... tomándose el baile en serio. Todo un poema.
En el fondo creo que agradecí más ese baile que tú. Me habían dejado ver un pedazo de ustedes y no protesté porque para mí fue suficiente.
Y cuando me fijé en la luna, de la nada algo se había asomado en mis ojos. Lágrimas, Ed, las lágrimas se querían salir pero así mismo como cuando tenía 7 años y quise ponerme mi vestido favorito a pesar de no entrar en él, me lo puse, pues así mismo y a la fuerza me las aguanté.
Te cuento esto porque minutos después te paraste frente a mí y me preguntaste si estaba bien. Te dije que de maravilla pero sé que no me creíste y sólo fingiste hacerlo.
Me encanta Ezra porque sabe cómo romper tensión sin siquiera darse cuenta.
-Bueno bueno bueno, ya fuimos finos por un momento, ahora vamos hacer lo que somos: Jóvenes.
Puso el casete, justamente I Just Died In Your Arms Tonight y volvimos hacer los mismos de siempre.
Fumar marihuana no está mal, es sólo que sabes que no necesitamos nada de eso para tener conversaciones así. Las tuvimos en las gradas, en el carro de Ezra, en la biblioteca... Incluso las tuvimos en la boda de tu hermana. Tuvimos más conversaciones de las que te he hecho recordar en esta carta pero espero que también te acuerdes de aquellas que no escribí.
Creo que eso era uno de los motivos por los cuales me gustabas. Con Ezra podía tener estas conversaciones pero la cosa era que Ezra es mi mejor amigo y no me gustaba, pero tú, tú que me ponías nerviosa y cariñosa... Tener conversaciones incómodas y salir intactos también son importantes, Ed. Tuvimos conversaciones incómodas no porque estuviéramos comprometidos a tenerlas, sino porque nos nació contar aquello que nos reprime y aflige.
Y esta carta, es un ejemplo.