Little bit of medicine, littl...

By ilse8a

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Amy Miller, es una doctora interna en el Hospital San Martín de Londres que suele ser muy amable con sus paci... More

Little bit of medicine, little bit of love.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6 { Parte I }
Capítulo 6 { parte II }
Capítulo 7 { Parte I }
Capítulo 7 { Parte II }
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13 { Parte I }
Capítulo 13 { Parte II }
Capítulo 14 { Parte I }
Capítulo 14 { Parte II }
Capítulo 15
Capítulo 16 { Parte I }
Capítulo 16 { Parte II }
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19 { Parte I }
Capítulo 19 { Parte II }
Capítulo 20 { Parte I }
Capítulo 20 { Parte II }
Capítulo 21
Capítulo 22 { Parte I }
Capítulo 22 { Parte II }
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
MARATÓN
Capítulo 26
Capítulo 27 { Maratón 1 }
Capítulo 28 { Maratón 2 }
Capítulo 29 { Maratón 3 }
Capítulo 30 { Maratón 4 }
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41.
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Ask Ilse
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Extra: Accidente
Extra: Boda
Capítulo 73
Capítulo 74
Epílogo.
Agradecimientos.
Playlist
Little bit of Everyone
LBOM, LBOL EN FÍSICO!!
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MIS HISTORIAS
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Capítulo 44

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By ilse8a

Estaba en la cocina maniobrando con un libro de recetas de comida mexicana y una espátula llena de grasa. Era mi día libre y había decidido compensarle a Alex lo de la otra noche con una comida. Sabía que a Alex le gustaban las fajitas de pollo y estaba intentando cocinarle eso, aunque la cocina no era mi fuerte. Sólo por él lo estaba haciendo.

Seguía la receta al pie de la letra, no había soltado el libro desde que decidí que eso iba a hacer, incluso me lo llevé al supermercado. Me di cuenta que me veía ridícula cargando el libro mientras buscaba los ingredientes, hubiera sido mejor llevar una lista. Eso hubiera sido más práctico.

Mientras dejaba que las fajitas se frieran, comencé a preparar una salsa. Parecía que estaba experimentando en la cocina pero la verdad es que no me perdía de ningún detalle. Tenía que salir perfecto, era la primera vez que haría esto. Eché los ingredientes a la licuadora y apreté un botón. Los ingredientes mezclados salieron disparados cuando la licuadora encendió, porque olvidé ponerle la tapa. Estaba tan concentrada en los detalles de los ingredientes que me olvidé de ese pequeño pero importante detalle. La salsa cayó en mi cabello, en mi cara y en el mandil. Afortunadamente lo había puesto y eso impidió que mi ropa se manchara. Si alguien me estuviera viendo en esos momentos se botaría de la risa, pero yo no le veía gracia. Me apresuré a apagar el botón y la salsa dejó de salpicarse por todos lados. La cocina ya era un asco.

—Ush — me quejé dejándome caer en el suelo — No sabía que cocinar fuera tan difícil — me dije a mi misma.

Suspiré con resignación y me levanté del suelo planteándome la idea de mejor encargar las fajitas a cualquier restaurante mexicano. Pero ese no era el punto, quería hacerlo yo misma para Alex.

Limpié mi cara y el lugar donde estaba trabajando, estaba lista para volver a utilizar la licuadora cuando el timbre sonó. Fruncí el ceño, nadie venía aquí y menos a esas horas de la mañana. No le di más vueltas a eso y fui hacia la puerta, sin quitarme el mandil, de hecho nada de mi aspecto me importó.

Abrí la puerta. Una chica rubia, alta, de unos grandes ojos azules y llena de pecas estaba delante de mí. Me miró de arriba abajo con el ceño fruncido y no estaba en mis mejores prendas, no como ella con su ropa de clase y a la moda que cubrían su delgado pero curvilíneo cuerpo, además yo estaba embarrada de salsa. Era obvio porqué me miraba así.

—¿No está Alex?

Ahora fui yo quien frunció el ceño.

—No— respondí al instante, me crucé de brazos y me recargué en la puerta— ¿Quién eres?

—¿Quién eres tú? — respondió —¿Y por qué estás en el departamento de Alex si él no está?

Al escuchar eso me enderecé y abrí los ojos como platos, era el departamento de Alex y no mío. Sus amigos sabían dónde vivía sin embargo no sabían nada acerca de mí. Y pensaban en Alex y Audrey aun como una pareja. Sacudí mi cabeza rápidamente para inventarme algo.

—Soy Amy Miller, soy su… su… chef personal —dije, no era del todo una mentira, estaba cocinando para él después de todo.

—Vaya, pues que confianza al dejarte sola en su departamento — dijo con desprecio y haciéndome a un lado para adentrarse al lugar.

—Si bueno — me giré para observarla, su silueta se paseó por la sala — también soy chef de su abuela y lo he sido por meses. Hay mucha confianza entre ambos.

—¿Tardará en venir? — preguntó mirándome de nuevo y adoptando una pose exagerada.

—No lo sé, termino aquí y me voy.

—Entonces lo espero — y se dejó caer en el sillón — Ya que no contesta mis llamadas.

Oh no, no iba a permitir que esa… tipa se quedara. Su contoneó me daba mala espina.

—Me temo que no puedo permitir que te quedes, menos si no sé quién eres.

—Soy Pamela, amiga de la novia de Alex y de él — suspiró — No creo que sea un inconveniente que me quede — me sonrió hipócritamente.

¿Quién se creía esa rubia?

—Además… estoy casi segura que lo que vengo a proponerle le gustara — se deshizo de su chaqueta y dejo al aire el escote de su blusa —¿Sabes lo que le paso a Audrey?

Negué con la cabeza fingiendo no saber absolutamente nada de la vida privada de Alex.

—Ella esta en coma, tuvo un accidente — hizo una mueca de tristeza pero demasiado fingida para que de verdad lo sintiera  — Supongo que Alex se ha sentido solo con esto y… quisiera hacerle compañía. Ya sabes — sonrió de lado y me miro, tratando de que fuera su cómplice.

No podía creer lo que estaba escuchando, esta tipa quería acostarse con mi novio. ¿Y se decía amiga de Audrey? Está bien, yo no era la mejor persona por acostarme con él aun teniendo novia pero ella era una descarada, ¡era amiga de Audrey! Estaba casi segura que Alex la traía babeando desde hace más tiempo atrás y ahora que veía una oportunidad la quería aprovechar.

—¿Me podrías traer algo de beber? — dijo mirando hacia otro lado. Yo estaba hecha una furia.

¿Celosa? Puede que sí. Pero esa mujer era una total perra y no iba a ser amable con ella y mucho menos fingiría servirle.

—Lo siento, no soy la sirvienta, no voy a atenderte — su sonrisa hipócrita se desfiguró y me miró con cara de pocos amigos — Y no voy a dejar que te quedes porque respeto la privacidad de mi jefe, dejarte aquí sería de mi parte una falta de respeto y de tu parte una mala educación. Aunque eso te hace mucha falta, lo entiendo por esa actitud tan desagradable y superficial — abrió la boca con indignación — Así que voy a pedirte que te retires y vuelvas cuando Alex se encuentre aquí.

Su pecho subía y bajaba rápidamente y me miraba con los ojos entrecerrados. Estaba furiosa. Yo reprimía una sonrisa. Se levantó de un tirón y fue hacia a mí, se colocó muy cerca, una forma de intimidarme pero no lo iba a lograr. Tal vez ella era más alta que yo, pero había lidiado con cosas peores que ella y mi mirada de intimidación era muchísimo mejor.

—Alex se va enterar de esto — me dijo mirándome a los ojos.

—Por supuesto que sí, yo le diré, sin olvidar la forma en que me trataste y trataste de meterte con su privacidad — respondí— Ya te enterarás si te llama… o no.

—Lo lamentarás.

Me crucé de brazos sin apartar mis ojos de los suyos.

—Bueno si me despide tal vez sea difícil encontrar un nuevo trabajo, pero para ti… — miré hacia arriba como si pensara — olvídalo, no será difícil que te consigas un acostón, mírate —solté y en respuesta a ese insulto me soltó una cachetada.

La mejilla me ardió horriblemente y cuando me volví para responder ese golpe la señorita “oportunista descarada” se estaba yendo por la puerta. La cerró tan fuerte como pudo, haciendo mucho más drama. Tenía ganas de correr y jalarle sus cabellos de elote, pero me contuve, las palabras le dolieron más. Corrí a la puerta y vi que ya estaba en el elevador con el celular pegado a su oreja.

—¡Y además eres cobarde, que patética! — le grité.

Hizo una mueca y las puertas del elevador se cerraron. Me reí e instintivamente me lleve la mano a la mejilla. Cerré la puerta y fui a la cocina a ponerme algo de hielo. Dios eso había estado tan loco. Volví a reírme. Nadie se metía con Alex, mi novio, y menos esa estúpida.

Me concentré de nuevo en preparar la salsa ya que las fajitas ya estaban listas. Ya quería que Alex llegara y darle esta linda sorpresa. También contarle lo ocurrido, a ver si se reía conmigo. Podría apostar que ella ni si quiera era tan amiga de Alex como lo decía. Ya me enteraría después.

**

Alex, ¿dónde estás? Me estas empezando a preocupar. En serio que quiero enseñarte mi sorpresa. Ven pronto. Adiós.”

Dejé caer el teléfono en la mesa y me lleve las manos hasta mi cabello. Era como el décimo mensaje de voz que le dejaba a Alex y aun no tenía ninguna respuesta. También le había mandado como una docena de textos y nada…

Estaba empezando a oscurecer, las fajitas estaban listas desde hace horas y yo hasta me había alistado para estar presentable. Pero Alex no aparecía.

Muchas suposiciones aparecían en mi mente, ¿Pamela había hablado con él primero que yo y resultó que si eran muy buenos amigos y yo quedé como la mala del cuento? ¿Me estaba haciendo lo mismo que yo le había hecho?  Una cucharada de mi propia medicina... o ¿le había ocurrido algo malo?

Al pensar en lo último mis ojos se llenaron de lágrimas. “Oh Dios, que esté bien”.

De repente el teléfono sonó y sin mirar la pantalla respondí.

—¿Alex?

—No, soy Nathan.

Solté un quejido.

—Lo siento, no pensaba que llamarte era de tu desagrado — dijo mi mejor amigo.

—No es eso Nathan, perdón. Es que no he sabido nada de Alex en todo el día y estoy preocupada — dije abatida.

—Oh… tranquila Amy, seguro que está bien.

—Eso quiero pensar — dije en un suspiro.

—Hablaba para invitarlos a ti y a Alex al cine junto con Gemma y conmigo, tengo boletos… pero creo que…

Hice una mueca.

—Espera a que llegue — respondí.

—Sí, eso me imaginé. Te aviso si sé algo.

—Gracias.

—De nada, adiós.

Colgué y revisé los mensajes. No había nada. Suspiré. Tenía mucha impotencia y no sabía qué hacer.

Durante las siguientes horas deambulé por el departamento, abrí uno de mis libros en donde había estado estudiando pero fue inútil concentrarme y tampoco pude hacerlo con la televisión. Me serví un par de fajitas pero sólo las picoteé, no tenía nada de hambre y Alex no había llegado. Ahora cuando llamaba me mandaba directo al buzón de voz. Me estaba empezando a asustar. Ya me estaba planteando la idea de salir a buscarlo.

Entonces escuché que la puerta se estaba abriendo y corrí hasta ella. Alex estaba ahí y una sensación de alivio recorrió todo mi cuerpo.

—Ya estás aquí —dije con una gran sonrisa.

Alex no mostró ningún gesto y fue cuando lo miré más detenidamente, su ceño estaba ligeramente fruncido, sus ojos no tenía ese brillo tan característico y su boca era una fina línea en su rostro. Estaba serio.

—Hola— dijo mientras se quitaba su saco y le dejaba caer en el sillón.

—¿Estás bien? — pregunté al acercarme pero sus manos me detuvieron.

—No — respondió secamente.

Yo solamente quería abrazarlo pero no me dejó… o eso me dejó entendido.

—¿Qué sucede? — pregunté con un hilo de voz.

—Un muy mal día, sólo eso— respondió con la misma sequedad.

Se quitó la corbata y los zapatos para luego empezar a caminar en dirección a la habitación.

—Puedo mejorar el día, verás hice…

—¡No! Amy — suspiró, se llevó los dedos a la cienes — Hoy no — luego siguió caminando dejándome ahí.

Sentí una gran opresión en mi pecho y las lágrimas no aguantaron más, estas rodaron por mis mejillas. No lo seguí, estaba claro que quería estar solo. Por más enfadado que estuviera no debió de haberme tratado así. Tal vez me lo merecía… pero era demasiado cruel para una venganza, Alex no hubiera hecho eso.

Creyendo que estaba enfadado conmigo me dirigí a la habitación, lo vi echado en la cama boca abajo y con la ropa aun puesta. No me acerqué y pasé de largo para dirigirme al baño. Me senté en el suelo, tomé mi celular y mande un mensaje:

Nathan él está aquí, sano y salvo. Disfruta tu película.

No iba a contarle a Nathan mis problemas en mi relación, sólo era una tontería. ¿O me equivocaba? Me debatía aquello cuando recibí mi contestación.

Me alivio, que bueno que este bien. Disfruta tu noche x.

Solté el teléfono y lleve mis manos a mi cara para cubrir mis ojos, entonces comencé a llorar. Saqué toda mi frustración, mi preocupación por no saber cocinar, mi preocupación por no saber nada de él, por pensar que había hablado con esa estúpida rubia, por su mal día, por su respuesta a mi intento de mejorar su noche, por su venganza, por su rechazo. Dolía, mucho. Y en ese instante supe que estaba jodida, porque estaba enamorada, muy enamorada de Alex, como no lo había estado nunca. Porque si no lo estuviera, esa estúpida escenita me hubiera valido un pepino. Porque solo hubiera bastado eso para que yo me fuera por la puerta y jamás regresara, pero no podía irme, no podía dejarlo, no lo soportaría… No es como si no lo hubiera sabido  antes pero  todo eso terminaba por confirmármelo.

Salí del baño una hora después, al parecer Alex dormía. Me puse la ropa de dormir, sentía mis ojos hinchados de tanto llorar y la cabeza me dolía horrores. A paso lento me acerqué a la cama y moví las cobijas con sumo cuidado para evitar despertar a Alex, no quería que me viera en ese estado. No porque estaría vulnerable y si me preguntaba algo no iba  ni poder contestar.

—Tardaste mucho en el baño — su voz sonó abatida, apagada. Me quedé quieta unos momentos, pues me había tomado por sorpresa.

—Sí — dije apenas en un susurro y fue lo único que me limité a decir.

—¿Por?

Por ti, porque estaba llorando por ti.

—Creí que dormías… — evadí su pregunta.

—Esa no es una buena excusa Amy.

Suspire y me fui recostando poco a poco.

—Hey… — Alex se giró y por fin pude verle el rostro y él vio el mío.

La tenue luz de la habitación permitía que él pudiera ver mis ojos rojos, hinchados y llorosos. A cambio yo vi su cansancio en sus facciones, sus ojos tristes y llorosos. Su abatimiento se reflejaba por toda su cara.

—¿Estás bien? — preguntó.

Sacudí la cabeza dando a entender que no, los ojos me picaron, no quería llorar otra vez. Intenté taparme la cara con las cobijas pero Alex me detuvo. Me esforcé por retener el llanto dentro de mí.

—Mi comportamiento ha sido muy grosero y tú no te merecías eso — dijo mirándome a los ojos — Lo siento, cuando me enfado… descargo con cualquiera que se me ponga en frente, es una mala costumbre. Por eso no respondía el celular y luego mi batería se acabó. No pretendía hacerte sentir mal... — buscó mi mano a tientas y al encontrarla la acercó a sus labios y dejo un tierno beso en mi dorso.

—¿No estás enfadado conmigo? — pregunté con un hilo de voz, las lágrimas no iban aguantar más tiempo retenidas.

—No mi amor — dijo e hizo una mueca — Lo siento  — beso mi mano una y otra vez.

Esas caricias me reconfortaron un poco. Lleve una de mis manos a su mejilla, necesitaba tocarlo, sentirlo, lo que se me había restringido hace algunos momentos. Él cerró sus ojos y su expresión se relajó.

—Perdóname, tengo que… trabajar en esa actitud — dijo con los ojos cerrados y besando la mano con la cual acariciaba su mejilla — Intentaré que no vuelva a pasar.

Asentí. Ahora ya estaba más tranquila, volvía a estar en paz.

Nos quedamos en silencio y sin movernos por un buen rato. Él sosteniendo mi mano pero mirando fijamente hacia un punto en la habitación, yo con los ojos cerrados, disfrutando de su toque. No me hacía falta más. Me alegraba haberme quedado y no salir dramáticamente por la puerta, porque Alex me necesitaba o al menos eso parecía. Algo le sucedió esa tarde y eso me preocupaba.

De repente soltó un suspiro frustrado. No sabía si incitarlo a que hablara de lo que sea que le estuviera molestando, tal vez pudiera ayudarlo.

—¿Estás bien? — pregunté con los ojos bien abiertos, tratando de descifrar su mirada.

Sacudió la cabeza de lado a lado.

—¿Necesitas… hablarlo?

Me miró y una media sonrisa apareció en su rostro.

—Te preocupas mucho por mí.

—Pues claro, eres… mi novio, mi pareja, mi compañero de habitación, mi amante extremadamente bueno en el sexo — rodé los ojos, divertida.

—Eso último de verdad me halaga mucho —dijo sonriendo. Lo había hecho sonreír eso me alegró.

—¿Qué sucedió? — froté su brazo con cariño, tratando que sintiera mi apoyo.

Frunció el ceño.

—Mi padre está loco y es un maldito egoísta. Tuvimos una fuerte discusión sobre cosas de la empresa… — se detuvo y tomó aire, como si estuviera controlándose — Y salió a flote lo de la obra de teatro, sigue sin parecerle… cree que todo eso de la producción hará que me distraiga de mis “asuntos más importantes”.

Me contó a detalle la discusión y al parecer al padre de Alex nunca le agradaría que su hijo se convirtiera en algo relacionado al espectáculo, por más mínimo que fuera su participación en ese medio.

—¿Y por qué no renuncias a la empresa? — pregunté.

—Es decirle adiós a mi vida como es ahora.

—¿Te refieres a lujos?

—Eso suena bastante superficial, pero no es a lo único que me refiero… es darle la espalda a mi familia — susurró abatido.

—No creo que tu abuela le gustara que su nieto preferido viviera en la calle.

—No, pero mi padre vive con ella. Él no querrá verme, ni oírme, ni si quiera me considerará su hijo porque lo está tomando tan personal que dice que voy a deshonrar a la familia — suspiró y se pasó una mano por el cabello — Mi abuela no merece vernos discutir así y sufrir por esa razón. Porque estoy más que seguro que se preocupará de más. No es bueno para ella.

—¿Qué me dices de…? — no sabía si sacar el tema porque Alex casi no mencionaba algo acerca de ella, me miro con una ceja enarcada — De tu madre.

Abrió los ojos como platos y enseguida comenzó a negar.

—No puedo meterla en esto, Amy. Estamos muy enojados — murmuró, ladeé mi cabeza sin comprender nunca pensé que la relación con su madre fuera tan mala. Alex vio mi curiosidad —Se siente ofendida porque la abandoné en Bristol, que las abandoné a ella y a mis hermanas. Desde que le hablé sobre mi inquietud por venir acá siente que preferí a mi padre y que con ella nunca encontré comodidad, no creía que yo si iba a venirme a Londres y cuando salí estaba vuelta loca. Se enfureció todavía más cuando papá no me apoyó en mis estudios. La primera semana quise llamarle tantas veces pero me ignoró y me dolió mucho, le tengo resentimientos por eso, tal vez una charla con ella hubiera bastado para cambiar algo.

“Asistí a su boda con el señor C   hace casi un año, iba a hacer las paces pero terminamos mal o peor. Al decirle en lo que se había convertido mi vida y que mis sueños no los pude seguir volvió a decirme que tomé las decisiones incorrectas, me reprendió como un pequeño cuando hacía mis travesuras. Y yo quería su apoyo. No la he vuelto a ver desde entonces.

—Un tercer intento no estaría mal — dije para animarlo.

—No, ella no está lista para perdonar mis errores ¿por qué crees que no asistió a la presentación de la obra? — se me partió el corazón al escuchar sus palabras —Mientras ella no esté lista, yo tampoco.

Suspiré, no sabía que decirle así que me limité a sobarle el brazo.

—Muy bien, entiendo tu punto — dije sentándome en la cama frente a él, tomé su mano, me quedé en silencio para pensar en alguna solución y al parecer él estaba pensando lo mismo, entonces de un de repente tuve una idea — ¿Y si vives conmigo? — Alex abrió los ojos — Recuerda que aún tengo mi departamento.

Me miró por un largo momento, como si se lo pensara o como si no creyera lo que decía.

—Dios Alex, hablo en serio. Y no me importaría no tener todos estos… lujos, no te quiero sólo por eso.

—Voy a pensarlo — besó mi frente y se dio la vuelta, haciendo como si  se ocultara debajo de las sábanas para dormirse.

—¿No te gustaría ser un mantenido? — dije bromeando.

—¡Oye! — se levantó y me miró con los ojos entrecerrados.

Me reí y me acerqué a besar sus labios.

—La oferta está hecha, de verdad piénsalo.

—Gracias— murmuró.

—Y creo que si vienes a vivir conmigo… nos evitaríamos problemas con las visitas — dije  haciendo una mueca.

Alex enarcó una ceja.

—¿Qué? ¿Vinieron a visitarme?

Asentí. La cara de Alex fue un poema.

—¿Quién?

—Una estúpida que lleva el nombre de Pamela — dije su nombre imitando los movimientos provocativos que ella hacía — Tranquilo, le dije que era tu chef personal. De todas formas estaba cocinando. Supongo que no sospechará nada.

—¿Pamela aquí? Espera, ¿cocinando? ¿Tú?  

—Sí, no sé cómo salió, soy un desastre — dije rápidamente — ¿Quién es ella? — la intriga me estaba matando.

—Amiga de Audrey.

—¿Amiga tuya?

—Mmm… para mí sólo es una… molesta amiga de Audrey.

Sentí un alivio en mi interior, así que suspiré. Lo sabía, esa perra solo dijo mentiras.

—¿Qué quería? — preguntó con curiosidad.

Platiqué lo sucedido con esa visita y Alex se atacó de la risa mientras me escuchaba y hacia ademanes imitando la forma de hablar de Pamela.

—No puedo creer que te haya pegado — dijo entre risas.

—¡Oye! Dolió, pero valió la pena. Su cara estaba tan consternada por lo que le decía, no sabía ni cómo defenderse la pobrecilla —sonreí — Es una descarada.

—Lo sé. Ella ni siquiera se ha parado en el hospital.

—Pero estaba en tu fiesta, es por eso que te vio tan solo y desdichado — volví a imitarla y Alex se rio.

—Está loca — dijo sin parar de reírse — Y yo tengo a la mejor chica de todas.

Sonreí como una tonta. Alex se acercó a mí, me tomó de la cintura y me besó. Esos momentos eran tan gratificantes, después de un día así.

—Te quiero — susurró al despegarse solo un poco de mi — No voy a volver a la lastimarte así.

—Lo sé. Te quiero — murmuré mirándolo a los ojos.

—Me gustaría probar lo que has cocinado — se apartó de mi e iba a salir de la cama.

—¡No! Alex, es tarde.

—¡Tengo hambre!

Hice una mueca.

—Te advierto que soy mala, mucho.

Se acercó a mí, gateando por la cama.

—No puede ser tan malo — y me besó.

Unos minutos después Alex hacía muecas mientras comía y yo me moría de vergüenza. No iba a tocar la cocina nunca más, a menos que tomara unos cursos de cocina. 

Holaaaaaaaaaaaa!!! 

Sorpresaaaaaaaaaaaa!!! Hahaha. Como siempre espero que el capítulo les haya gustado mucho :3 y que lo hayan disfrutado bastante.  No hay mucho que decir, sólo que muero de sueño y nada mas subir esto salto a la cama. 

Dedicación para @FerBeiza porque me ha estado comentando en cada actualización y me gusta lo que pone, de verdad gracias <3

Un beso a tod@s. 

Adiós xoxo

PD: el siguiente extra esta muy cerca asdfghjkl

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