Seduciendo al chef

By Bermardita

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Margo es una crítica gastronómica con un paladar difícil de conquistar. Solo Thomas puede satisfacerla en tod... More

SINOPSIS
1. Jugar a enredarse (+18)
2. No eres ella
3. Señorita Moir
4. Enorme culpa
5. Sentimiento familiar
5.5. Platillo favorito
6. Ella es mi ángel
7. Chef royal
7.5. Escenario incierto
8. Increíblemente hermosa
9. Llévame a casa
10. No seas codicioso
10.5. Yo lo seduciré
11. Rendido ante ella
12. Una mujer poderosa y astuta
12.5. Sin puntos grises
13. Ella era el ojo del huracán.
14. Amor a medias
15.5. Autenticidad del chef
16. ¿Amor a primera vista?
17. Besos húmedos

15. Juego de seducción

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By Bermardita

¿Siguen aquí?

***

Parecía que estos días dormía con más tranquilidad y tenía sueños más placenteros que esos tres años sin Margo. Si era su ausencia una completa tortura o su compañía era muy adictiva para darme momentos maravillosos y alucinantes.

Solo dormía con ella, acurrucados en la cama sin preocupación; podía sentir su presencia y el delicioso aroma de su cabello en las almohadas; podía escuchar su respiración calmada y percibir su calor bajo las sábanas. Cada instante con Margo era suficiente para calmar mi corazón desenfrenado, que la buscaba cada vez más con frecuencia.

Esa mañana, lo primero que hice fue buscarla, pero al notar el vacío en la cama, alejé el rastro de somnolencia y busqué el reloj en la mesa de noche.

6:15 am.

Me bajé de la cama despacio. Mientras me estiraba, escuché un fuerte ruido proveniente del cuarto de baño, seguido de un pequeño grito ahogado. Era el sonido de algo hacerse añicos, fue un ruido realmente espeluznante de escuchar que despertaba mi preocupación. Me obligué a caminar a la puerta y la abrí sin pensar demasiado.

Ver a Margo con una expresión distorsionada, envuelta con apenas una toalla blanca, hizo que mi corazón saltara de la preocupación. Su expresión no era buena, no era solo eso, en unas de sus manos apretaba con fuerza un bote de shampoo, sus ojos miraban hacia adelante, en la pared.

En el suelo se dispersaron los fragmentos pequeños y grandes del espejo hecho pedazos. Ver esa imagen me hizo conectar las palabras y advertencia de Omar respecto al disgusto de Margo hacia los espejos. ¿Cómo pude olvidarlo? ¿Cómo pude no ser considerado?

―Ann ―le dije.

Entré al cuarto para ir a su lado, pero su sollozo me descolocó por un instante. Notar su cuerpo tembloroso era un golpe demasiado duro de soportar, porque sabía y podía imaginar el sufrimiento por lo que pasaba en estos momentos. Lo sabía, pero no podía hacer nada más que mirar.

―Lo siento ―dijo ella, con la expresión destrozada―. No pude evitarlo, yo... no me gusta. A veces no soporto ver mi reflejo.

―Es mi error ―me apresuré aclarar―. No te muevas de ahí.

Ella estaba envuelta en una toalla, pero no se había duchado todavía; seguía seca. Tenía los pies descalzos, me preocupaba que se hubiera lastimado con los pedazos del espejo en el suelo. Podría tener una herida. La cargué en mis brazos y la llevé de vuelta a la cama, sin recibir oposición de su parte.

―¿Estás bien? ¿Te lastimaste? Déjame revisarte...

Fue en la mano derecha que sostenía el bote de Shampoo donde noté un rastro leve de una mancha roja en uno de sus dedos. Era una herida pequeña que me hizo doler el corazón. Intenté quitarle el bote, pero se aferraba tanto que me resultó un poco difícil convencerla de soltarlo; incluso la punta de sus dedos se había vuelto pálidos por la fuerza que ejercía al presionar contra ese frasco.

―Margo, cariño, todo está bien.

Ella desvió su rostro de mí, luego miró sus manos y soltó el frasco al suelo. Extendió sus brazos en mi dirección, como una niña pequeña que suplicaba por un abrazo. Sonreí con ternura ante su actitud y reacción desconocida, me derretí en sus brazos sin pensarlo.

Si sanaba a Margo, no tenía la certeza de ello; pero lo que ella causaba en mí, dudaba poder sentirlo en otra parte ni con alguien más.

Estaba llena de culpa por el pasado, realmente quería desligarme de la responsabilidad, pero poder tocar a esta mujer se sentía inmerecido en mi situación. En el pasado, llevé a Margo a la desesperación. Justo ahora, seguía repitiendo el mismo error.

Cuando pensaba en ella siendo molestada por mi padre, una sed irrefrenable de cobrar esa dolencia incrementó a niveles descomunales. Alice hablaba de perdonar, pero ¿realmente era correcto? ¿Estaba bien hacerlo cuando Margo seguía sufriendo secuelas de la agresividad de mi padre y mi descuido? La empujé a este abismo sin fondo.

Aún recordaba el momento exacto cuando la vi caer inconsciente frente a mis ojos, incluso cuando los años habían pasado, aún sentía que miles de espadas apuñalaban mi corazón.

Dolía tanto que no podía respirar.

―Yo... lo lamento ―balbuceé.

Ella elevó la mirada, topándome con sus ojos marrones.

―Te contaré algo. ―Ella empezó a abandonar el abrazo despacio―. Algo que nunca se lo dije a nadie, ni siquiera a mi hermanos.

¿Algo que sus hermanos no sabían?

―Dime.

―Tenía una amiga en la escuela, se llamaba Elena. ―Margo guardó silencio y tomó una respiración profunda antes de seguir.

―¿Es difícil hablar de eso? ―pregunté.

―No, no es difícil, es solo que pensar en ella me hizo recordar muchas cosas. Ya no importa, pero creo que me afecta de alguna manera. No había pensado en ello realmente hasta ahora.

Me intrigaba lo que tenía por contar, quería escucharla, pero sin presionar sus palabras. Guie mi mano a su brazo, donde la acaricié con lentitud para animarla un poco.

―Ella era mi luz ―la escuché balbucear, insegura―, le tenía en alta estima. Elena me escuchaba y me comprendía mejor que nadie. En ese entonces, a pesar de haber visto el rostro verdadero de las personas, yo todavía creía en la bondad y lo que era bueno. Yo creía en ella.

»¿Tenía 8 o 9 nueve años? No lo recuerdo bien, solo sé que fue la peor época de mi vida. Buscaba cualquier excusa para salir de casa, quería sentirme libre y tranquila; entonces ir a la escuela era un escape para mí. No solo eso... ―Ella sonrió con una nostalgia amarga―, ir a la escuela me permitía ver a Elena. Creía en ella, le contaba lo que sucedía en casa, lo que hacía ese hombre conmigo y a mi hermanos. Le contaba todo.

Margo sacudió la cabeza y dejó escapar una sonrisa incrédula. Elevé su rostro bajo con mis dedos por la barbilla para obligarla a verme.

―¿Te traicionó? ―cuestioné.

―Fui muy tonta, nunca sospeché.

Entonces había sido traicionado por su mejor amiga. Siempre creí que su renuencia a hacer amigos se debía a ese muro que ella siempre imponía con las personas, sabía que era para protegerse y evitar ser lastimada, pero no imaginé que alguien la obligó a trazar una línea.

―No vuelvas a decir eso ―dije―, ¿entendido? Ser sincera y confiar no te hace ser tonta.

―Es que los indicios estaban ahí, pero preferí mantenerme en la ignorancia que afrontar la realidad. Eso me hace una tonta.

―Querías protegerte.

Margo sostuvo mi mano con la suya, acunando su rostro ahí y cerrando los ojos.

―No quería sentirme sola ―confesó―. No quería perder a la única persona que estaba a mi lado.

―Nadie quiere eso.

―Sí. ―Ella rio y entreabrió los ojos―. La situación de mi casa se extendió entre mis compañeros, incluso me dieron un apodo horrible. Fui marginada y, antes de darme cuenta, había un enorme muro entre mis compañeros y yo. Mi amiga era la única que estaba de mi lado. Si ella estaba conmigo, el resto no me importaba.

»Yo confiaba ciegamente en ella. La quería mucho. Si mis hermanos eran mi esperanza en casa, ella era la mía en el exterior. Como la quería mucho, le conté un secreto importante que solo mis hermanos conocían; bueno, realmente era algo inevitable, porque aunque salía temprano de casa, siempre era la última en llegar al salón. ¿Te imaginas? Mi secreto más importante se lo confié a ella.

Pensar en el pasado de Margo hacía más que la grieta en mi corazón más grande y doloroso. Desearía haber estado ahí, protegiéndola de la habladuría de la gente y el acoso que recibió. Solo escuchar las situaciones que vivió, la sangre ardía dentro de mí con deseos de cobrar ese dolor y hacer pagar a los causantes.

―Elena prometió guiarme. Yo estaba contenta de escuchar esas palabras, porque nadie más que mis hermanos me lo decían. Pero de pronto mis compañeros que antes se habían alejado, empezaron a acercarse y a hablarme. Fue un cambio repentino y sospechoso. No le presté demasiada atención; sin embargo, yo quería creer que cambiaron desde el fondo de sus corazones. Me percaté de sus verdaderas intenciones muy tarde, todo por ser ingenua y creer que las personas eran buenas.

»Ellos hicieron que me perdiera seguido, iba cada vez más lejos a los lugares, las marcas mentales empezaron a desaparecer una por una. Me confundieron. Lo que creí que era una coincidencia acabó por terminar en sabotaje. Me manipularon, me influenciaron a ir en la dirección incorrecta y aprovecharon mi debilidad y lo frágil que era mi corazón a su antojo. Se divirtieron a costa mía y me usaron. Lo que era un martirio para mí, para ellos era objeto de diversión.

Apreté la mandíbula con fuerza. ¿Cómo era posible?

Los ojos de Margo temblaron con violencia, parecía a punto de romperse a llorar de la rabia que de tristeza. No me gustaba verla en ese estado, así que la jalé a mi pecho en un abrazo inesperado. Estaba enojado, muy enojado, pero debía guardar esas emociones, no era el momento, ahora solo quería consolarla y protegerla.

Margo rodeó sus brazos alrededor de mi cintura, dejando reposar su cabeza en mi pecho.

―Si los amigos eran así, no podía imaginar cómo eran los enemigos. El mundo dentro de mi casa era horrible, pero el exterior lo era aún más. Incluso mi padre reconocía mi problema de orientación. Cada vez que él quería algo de la tienda, aunque solía decirme "perdida" o "torcida", al menos era consciente y evitaba enviarme a lugares desconocidos. Thomas, nadie me empujó a un abismo sin fondo tanto como Elena.

»Algo dentro de mí se quebró ese día; me aislaron a tal punto que, sin importar si eran personas nuevas, todos eran amigos como Elena. Un daño más, si dejaba que alguien más cruzara la línea conmigo, sabía que yo no resistiría. No podría. No tuve más opción que esconderme y usar los pedazos de mi alma para resistir entre escombros.

La abracé con fuerza.

―Cuando creí que no podía resistir más, alguien apareció en mi vida para demostrarme que todavía existía la esperanza. Me sentí atraída por él de inmediato porque era lo contrario a mi. Él era amable, gentil y me protegió de la lluvia, aunque sabía que estaba demasiado empapada. Las personas pasaban y él fue el único que se acercó y me vio. Cuando ya no encontraba sentido a mi existencia, ese encuentro accidental me dio una razón para seguir resistiendo, sentí curiosidad por el tipo de persona que era este hombre. Para él, probablemente solo era una chica extraña que lloraba bajo la lluvia; pero para mí, él era una luz que se encendía en toda esa abrumadora oscuridad que me tragaba un poco más cada día.

»Thomas, antes de conocerte, solo estaba resistiendo; ya no recordaba siquiera cómo se sentía la felicidad; pero el café que me preparaste ese día se sintió muy cálido, parecía que derretía el hielo que endureció mi corazón.

»Hasta ese día, esperaba el momento en que finalmente todo se derrumbara y el peso de esos escombros vinieran sobre mí para aplastarme. Me ayudaste a salir de la oscuridad, tiraste de mí, tomaste mi mano y prometiste guiarme. Gracias por cumplir tu palabra. No tienes idea de lo mucho que me has ayudado. Eres mi luz, eres todo lo que me importa en esta vida, Thomas; no me sanaste, pero ayudaste a hacerlo. Aunque solo sabía huir, porque nunca me sentía segura ni preparada, no me soltaste ni te cansaste de mí.

Solté una risa divertida. Admitía que la situación era difícil y complicada, pero era consciente que desenmarañar a Margo valía la pena. No había manera en que yo la abandonara a voluntad. Cerré los ojos un rato e inhalé despacio y profundo, asimilando su confesión. Esta era la primera vez que Margo hablaba demasiado sobre su vida.

Como todo lo que ella decía, guardé sus palabras. No tenía mucho que decir al respecto, más que darle la seguridad y el apoyo que ella necesitaba ahora. Estaba bien mirar el pasado para aprender de los errores, pero no había manera de influenciar sobre ello.

Eso era, ¿cierto? Margo no mencionaba un recuerdo doloroso por nada, algo la obligó a hacerlo: por nuestro futuro juntos, para sobrellevar nuestros pecados y dolor de una manera en la que los dos pudiéramos apoyarnos.

Sonreí. Margo simplemente era maravillosa y preciosa.

―Te amo. ―La abracé un poco más fuerte―, no hago más que codiciarte. Siempre fue así, incluso ahora te sigo deseando.

Ella rio.

No debería defraudarla.

―Yo también ―dijo ella. Ella se apartó un poco, alzando la mirada me miró a los ojos―. Esto será un poco cursi, pero realmente lo diré y jamás lo repetiré, así que escucha bien.

Tragué saliva. Me puse un poco nervioso y ansioso por escuchar sus próximas palabras.

―Escucho.

No debería quedar en el pasado.

―Si no me hubieras buscado ayuda profesional, no sé dónde estaría ahora. Te quiero demasiado, y no puedo imaginar mi mundo sin ti, quiero tenerte en todos mis momentos y quiero avanzar contigo.

Solo debería amarla como ella lo hacía conmigo, sin reparos ni culpas. Solo nosotros dos, amarnos sin límites. Debería dejarme llevar.

Colé mis manos bajo la toalla que envolvía su cuerpo sin resistirme, me acerqué a ella y la besé despacio, sin prisa, sin pretensiones demasiado lujuriosas.

―Está bien ―respondí.

―Y no tienes que codiciarme ―agregó para mi sorpresa―, yo soy tu esposa. No me molesta en absoluto que intentes algo conmigo; de hecho, me enojaría si solo te quedes viendo y no intentes seducirme. Yo te amo, pero aún quiero que ser seducida por ti.

Decía esas palabras con seriedad, pero podía notar un rubor cubriendo sus pómulos. La encontré adorable haciendo ese tipo de comentarios mientras se avergonzaba. Era directa con lo que quería, aunque eso significaba que la dejara demasiado expuesta.

―De acuerdo.

―Bien, bien, porque nosotros estamos hechos el uno para el otro. ¿No dicen que la oscuridad se ve atraída por la luz? Thomas es mi sol muy ardiente. ―Al decir eso, me dejó un beso fugaz en los labios.

Solté una risa pequeña. Ella era mi luz, no al revés.

Margo bajó de la cama, acomodó la toalla alrededor de su cuerpo y se volvió hacia mí con una expresión calmada y avergonzada.

―Solo me sentí un poco frustrada hace un momento, perdón por el espejo. Aunque la situación es diferente ahora, de pronto recordé a la niña que era antes y temí volver a pasar por una situación similar. Temo ser engañada y pisoteada como un juguete, Thomas.

―Lo sé ―respondí―. No volverá a pasar, cariño. Estoy aquí ahora.

La vi triste y mi respuesta no la reconfortó como me hubiera gustado.

―Es que no puedo encontrarte, Thomas, entonces solo tengo que esperar a que vengas por mí.

―Tranquila, siempre te encontraré.

―Puedo imaginar cómo te sientes. De hecho, yo lo sé. Así que temo que tu culpa sea más grande que tu amor por mí. Si es así, me abandonarás, me dejarás ir, sin importar cuanto me aferre a ti.

Uh, sentía mucha culpa, pero no creía ser capaz de dejarla ir.

―Siento culpa ―admití con prisa―, pero también soy muy egoísta. Aunque sé que no te merezco, todavía quiero tenerte y amarte, y que me ames de vuelta. Así que es probable que sea más egoísta y codicioso de lo que te imaginas.

―Bien. ―Margo soltó un suspiro aliviada. ¿Estaba muy preocupada?―. Pero ten presente que nadie me empujó al fondo del abismo tanto como Elena lo hizo, ¿de acuerdo? No le guardo rencor a tu padre, creo que mi abuelo lo tiene bastante cubierto. ―Ella rio―, así que, quiero a mi esposo coqueto de vuelta.

―¿De verdad? ―bromeé. Caminé hasta ella y posé mis manos en la curvatura de su cintura.

―A lo mejor perdiste el toque. ―Una expresión triste cruzó su semblante.

―¿Cómo podría defraudarte?

―Te has resistido bastante bien estos días ―balbuceó mientras enredaba sus manos alrededor de mi cuello, acariciando mi cabello.

―Ha sido muy difícil.

―No parecía de esa manera ―farfulló molesta―, pensé en usar medidas más... extremas.

Reí.

―Quiero verlo.

―Imagina que... ―empezó a decir con una voz suave y seductora, sonreía con la cabeza ladeada a un lado―, estoy usando una lencería de encaje negro... o tinto, como te gusta. ―Ella se mordió el labio inferior y me observó con intensidad, de manera provocativa, sin pretensión de actuar. Estaba jugando.

Tragué saliva. Este juego de seducción iba a terminar conmigo. En ese momento tenía una imagen preciosa en mi mente que era difícil de borrar.

―No solo trabajé mi mente y usé el cerebro en estos tres años, Thomas. ―Margo deslizó su mano por mi pecho y empujó la mía directo a su trasero―, también trabajé en otras áreas.

Me reí. El resultado era evidente: Margo saldría ganando en cualquier juego conmigo. Era débil ante ella. Si Margo quería quería que me lanzara al infierno, lo haría sin dudar; si deseaba alcanzar el cielo conmigo, entonces buscaría el camino del recato.

Incluso antes de iniciar el juego, ya me encontraba perdiendo ante sus encantos.

―Eres una diablilla ―murmuré.

―Solo tú podrías creer que tengo buenas intenciones; tengo pensamientos muy oscuros y sucios sobre ti, Thomas Lozano.

―Dímelo.

―Mmm ―musitó―, no sé si debería.

―Te escucharé.

―Si te lo digo, ¿lo harás realidad?

―Sí.

―Entonces... ―Ella capturó mis labios con el suyo con una insistencia abrumadora que me descolocó en todos los niveles; me costó seguir el ritmo unos instantes. Su lengua jugaba a enredarse con la mía sin recato alguno, me hacía querer ir más y explorar de una manera única y más íntima su cuerpo entero. Apreté su trasero en mis manos, empujándola contra la presión que existía en mi pantalón y que comenzó a ser molesto ante las travesuras de ella. El calor se hizo notar al instante y ante la desesperanza, casi la empujé de vuelta a la cama para poseerla sin recato y con rudeza , aprovechando que llevaba solo una toalla.

Al notar mis intenciones, ella cortó el beso para castigarme. Me dejaba probar el sabor del deseo, pero no a saciar mis ansias.

―Bueno, ahí tienes una muestra. Si no quieres ahora, te haré desearme hasta volverte loco.

Solté un jadeo molesto.

¿Realmente viví tres años sin ella? ¿Viví realmente todo este tiempo? Porque parecía que no podía resistir ni un segundo más. El deseo se encendió por mi cuerpo, la deseaba, esos pensamientos oscuros y sucios que ella mencionaba tener, ¿se parecerán a los míos?

Decía esas palabras solo para provocarme, ella sabía a la perfección que la quería ahora y que su beso intenso me hizo perder la cabeza. Respiré hondo y traté de recuperar el aliento. Me giré a ver el reloj.

7:19 am.

No tenía tiempo.

Negándome a ir así, deslicé mi mano a su cintura y la besé. Duró un poco más que el beso anterior, pero fue más moderado y suave.

―Uhg, se nos está haciendo tarde. ¿Nos bañamos juntos? ―sugirió.

No lo pensé dos veces y la llevé en mis brazos, directo al cuarto de baño.

―No creí que accedieras ―comentó con asombro.

―Puedo retractarme...

―No, no, no ―se apresuró a decir, interrumpiendo lo que quería decir.

Solté una pequeña carcajada. Ahora que ella me había abierto su corazón, ¿por qué debería soltarla?

Quería que sus ojos siguieran brillando como ahora.

Incluso si Margo pensaba que podía dejar de amarla, yo solo podía amarla a ella; estos sentimientos morirían conmigo. Si hubiera otra vida después de esta, esperaba poder tener el privilegio de encontrarme una vez más con ella. 

Perdón por actualizar tarde :(

¿Extrañaron a Thomas?

¿O a nuestra pícara señora Lozano?

Otra cosa, el capítulo 15 tomó otro rumbo diferente al original. Lo que les prometí antes se agregará en los próximos capítulos, porque acá fue algo de Margo que quería contar. 

Lo que se viene pronto es el significado real de Margo para Thomas desde el principio. ¿Quieren?

¿Les gustó este capítulo? 

Vimos un poco más el pasado de Margo que jamás se contó en el primer libro. ¿Imaginaban algo así? 

Pero nuestra niña lo superó. Ahora es un mujer diferente y fuerte que difícilmente la doblegarán. va decidida la muchacha, ¿verdad? 7u7

¿Qué les gustó de este capítulo? 

Recen para que les haga una maratón como la última vez. ¿Quieren? 

GRACIAS POR LEERME <3

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