Arder | Versión en español

By _taini_

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Sean bienvenidos al limbo entre la vida y la muerte donde las almas de dos reyes pondrán en juego todo su pod... More

Antes de leer
Dedicatoria
Prólogo
1
2
3
4
5
6
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9
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Génesis
Soberbia
15
Lujuria
Gula
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Avaricia
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24 (Parte uno)
24 (Parte dos)
24 (Parte tres)
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28
Especial 5k
29
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32
33
34 (Parte uno)
34 (Parte dos)
34 (Parte tres)
Especial 30k
35
36
37
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39
40
41
Ira
Crucifixión (42)
43
44 (Parte uno)
44 (Parte dos)
44 (Parte tres)
Santa Trinidad (45)
46
47
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50
51

16

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By _taini_

Caín.

Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.

Proverbios 25:28

ºº

Para evitar que mi cabeza siga palpitando con insistencia y la migraña me domine tomo un gran sorbo de café negro. Sin azúcar y con un par de gotas de whisky, tal y como me enseñó Fort. Estúpida resaca, estúpida botella de vodka. Me reclino sobre mi asiento y observo el papeleo sobre mi escritorio. Mi asistente, Abigail, deja cada mañana toda la correspondencia o documentos que debo firmar durante el transcurso del día, pero hay tres cosas que llaman mi atención sobre la infinidad de archivos.

La primera, el titular de una revista local. '¿Será Caín Hale, hijo del Almirante Hale futuro a retirarse, capaz de tomar las riendas de semejante mandato? Te contamos todo sobre él y su exorbitante vida.' No me es necesario revisar la noticia para saber que hablan sobre mis fotografías saliendo de clubes con mujeres diferentes o de cómo mi Fort ha dejado un puesto vacío que hace indigno a cualquiera que quiera obtenerlo. Solo ha pasado un día desde el anuncio y ya se andan con estos cuentitos. Puras mierdas.

Dejo el café sobre la madera del escritorio y tomo la revista, dejándola caer dentro de un cesto de basura que se encuentra a mi izquierda. Vuelvo mi vista a la segunda cosa que tienta con ponerme los nervios de punta e inconscientemente mis dedos rozan un lugar específico de la hoja.

Inscripciones para prácticas como SubAlmirante 2021, anuncia en grandes letras el formulario. Siete son los nombres de los capitanes que se han inscripto desde ayer para someterse a las pruebas, pero uno es el que no me permite continuar con mis órdenes.

Edén Sánchez, es el nombre que ocupa el primer lugar. Junto a este su número de matrícula y la tropa que tiene a cargo. Su letra se ve tan delicada como ridícula y el hecho de que no pueda quitar mi vista de allí me hace sentir un completo imbécil.

¿Qué mierda le pasa a esa mujer?

Primero se acobarda ante nuestro inconcluso encuentro sexual, usando como excusa de que fue un error, y luego vuelve a acercarse a mí con ojos de depredador. Cual hiena contemplando a su próxima presa. Va y viene, y eso me está comenzando a colmar la paciencia. Me tiene jodidamente loco.

Ante la frustración causada por sus jueguitos y el ser consciente de cómo su cercanía me arrebata cualquier pensamiento racional, decidí empinarme una botella de vodka como somnífero. Para mi desgracia, el alcohol me llevó a una noche de insomnio incontrolable y un sofoco de pensamientos. Entre recuerdos que tocan una fibra en mí que prefiero evitar y situaciones vividas el último tiempo he llegado a la conclusión de que esto es un juego de matar o morir, y no pienso salir perdiendo nuevamente.

Las personas pueden vestir ropas caras o tener puestos importantes, pero todos somos una mierda y de eso nadie se salva. La gente se levanta cada día de su miserable vida para recordarse frente al espejo que son buenas personas y que eso les garantiza la vida eterna en el paraíso, cuando todos sabemos que las personas que tienen el poder son las más hijas de putas; Y si no me creen, mírenme a mí. Nadie puede negarlo, dentro nuestro existe una pequeña llama de fuego que crece cada vez más y nos alienta a ponernos sobre todo, sin importarnos a quien debamos pisar en el camino.

Tienes dos opciones, apagarla y convertirte en quien trabaja para un mierda, o ser el mierda para el que todos trabajan. Yo elegí dejar de luchar contra los demonios para que la llama me consumiera, convirtiéndome en lo que todos temen, los criminales aborrecen y las mujeres desean.

Aunque si decides apaciguar la llama y optar por una vida de sumisión, no te conviertes en menos mierda que los demás. Probablemente lleves una vida llena de vicios o no dejes de lamentarte cuando ves a quienes arden en un infierno de placeres y despreocupación, dejando que dentro de ti se enciendan otros tipos de llamas y te quemes en un averno personal. Pero cada quien hace lo que quiera, ¿no?

El problema es cuando dos hijos de puta colisionan, y sus mundos los privan de la paz ante el hecho de que hay alguien con el suficiente poder para destruirte. Alguien con tu mismo poder. Ya lo dije una vez, y lo repito otra, eso se convierte en juego de matar o morir y nunca nadie está dispuesto a ceder.

Pocas son las veces que me he cruzado con personas que porten la misma magnitud de poder que yo, por lo que nunca me he sentido amenazado por alguien.

Sin embargo, si puedo decir que solo una vez bajé la guardia ante una persona que decidió brillar por su cuenta y eliminar la llama que yacía en su interior, creyendo que mi oscuridad podía ser un perfecto complemento con su ridícula luz. Para mi desgracia, no era más que una tigresa disfrazada de cordero, dispuesta a acabar conmigo y todo lo que pudiera hacerme feliz. ¿Saben que fue lo peor? Que era ella lo único que podía hacerme sentir bien, por lo cual no solo terminó de destrozar el último pedazo de corazón que quedaba intacto en mi interior, sino que me arrebató todo tipo de esperanza sobre el amor. Se llevó consigo todo lo bueno que había creado en mi.

Salió de mi vida dejando un desastre aun peor del que había cuando entró, dejándome como única opción levantar un muro impenetrable entre mis sentimientos y todo aquel que se creyera capaz de conocerlos, prometiéndome a mí mismo nunca ser menos que alguien.

No voy a negar el hecho de que una gran parte de las mujeres que han entrado a mi vida han tratado de derribar ese muro, pero nunca han salido victoriosas. Nadie podría salir ileso de conocer todo lo que se alberga en mi interior, y tampoco me veo gustoso ante la idea de que alguien vuelva a conocerme y usar todo lo que sabe de mí en mi contra.

La diferencia entre el cordero y esta hija de puta latina, es que Edén no necesita un disfraz para entrar en tu vida. Con sus garras de loba y mirada felina, junto a su actitud de loca y comportamiento autoritario sabe que puede joderte la vida en un par de jugadas y sin que te des cuenta. Al principio mis ojos captaron una mujer inocente y virginal, hasta puedo jurar que todo en ella se siente tan puro como candoroso, pero en este tiempo solo me ha demostrado que no todo en ella parece ser lo que muestra. No se me hace difícil reconocer quien tiene poder y ella carga uno importante, pero algo no me permite distinguir de qué se trata. Intento descubrir en qué infierno arde y por qué ha decidido optar por ese camino, aunque sé que pongo todo en juego.

El jodido conflicto comienza cuando conozco a la cabeza dura latina que marcha entre mis topas y su sola presencia es como un golpe directo al centro del muro, haciendo que este tiemble y me desestabilice. Ni siquiera tiene que intentarlo, porque parece que no le importo una mierda y de igual forma atienta contra mi cordura y estabilidad.

Probablemente todo esto sea culpa del vodka y la frustración de no poder tomarla y hacerla mía con la misma facilidad que puedo hacerlo con cualquier otra, y solamente son solo ideas mías. O tal vez ella de verdad es capaz de agrietar la dura muralla que separa mi parte humana del asqueroso mundo.

El teléfono sobre mi escritorio suena y aleja temporalmente los pensamientos que anoche me quitaron el sueño. Suelto un suspiro y me inclino sobre la silla para alcanzar el objeto que resuena con insistencia colmando mi paciencia. El sonido retumba dentro de mi cabeza como un tiroteo.

- Diga. – Es lo primero que sale de mi boca. Con mi mano disponible masaje mi sien y giro con la silla, quedando frente a la enorme vista que me permite el ventanal que ocupa la pared completa.

- Señor Hale, he ido al baño y cuando he regresado encontré sobre mi escritorio un expediente dirigido a usted. – La chillona voz de Abigail es la que suena detrás de la línea.

- ¿Tiene el nombre del emisor o algo así? No me haga perder el tiempo.

- Mmmh, - Puedo distinguir el sonido de papeles moverse. – El número del caso es CM-00573 y tiene como tropa designada a FoxTres.

La mención de la tropa de Sánchez me hace alzar las cejas. Esa era la tercera cosa que me llamaba la atención sobre mi escritorio; La falta de su expediente. Ayer dejó a todos pasmados con su rebelde traición, hasta a mi me sorprendió un poco, pero la ausencia del informe a primera hora de esta mañana fue lo que me hizo considerar el hecho de que la misión le quedó un poco grande. Por ambiciosa. Pero las sorpresas no se acaban allí, sino que ahora deja que su teniente deje el papeleo sobre el escritorio de mi asistente como si de nada se tratase y ya. Esta mujer nunca deja de sorprenderme.

- ¿Señor? – Abigail vuelve a hablar.

- Tráigamela y mande a llamar a la capitana Sánchez.

Y sin más cuelgo el teléfono. En cuestión de segundos Abigail entra a mi oficina, cargando una montaña de papeles bajo el brazo y en el otro una carpeta de color marrón. Sus altos tacones resuenan contra el suelo mientras camina torpemente hasta quedar frente mío, acomodándose de forma poco disimulada el escote de su camisa. Fort contrató a la nieta o algo así de Alba, su asistente, más como un favor que por su experiencia. Alba siempre narra cómo jugaba con Abigail cuando éramos niños y nos visitaban, ya que nuestras edades son similares. No recuerdo una mierda de eso, pero no tuve más opción que aceptar las órdenes de mi padre. Cuando la vi la primera vez no pude negar que estaba buena, aunque es eso y ya. Es rubia, estatura normal y hace un par de años se operó las tetas. Me la tiré un par de veces en el baño de la central y desde entonces se sobre esfuerza por llamar mi atención.

Ruedo los ojos disimuladamente y tomo de mala manera la carpeta que extiende hacía mí, detallando por un par de segundos sus enormes tetas. Le sentaron bien. No obstante corro mi vista para centrarme en lo que hay entre mis manos, privándola del gusto de verla. No quiero darle falsas ilusiones.

- La capitana Sánchez no pudo ser localizada. Su tropa está en el campo de entrenamiento, por lo que ella debe estar dirigiéndolos. – No me sorprende su aviso. De hecho, más me sorprendería que viniese.

- Ya puedes irte. – Mascullo cuando noto que sigue reclinada sobre mi escritorio, pero esta vez con su brazo disponible apoyado en este. Miro sus verdosos ojos y como su sonrisa parece ser más blanca con el contraste de su bronceado artificial.

- Lo que usted desee, señor. – Pone un tono meloso en la última palabra que hace que el café y el alcohol se me suban a la boca.

Saca su mano de mi escritorio y se va por donde entró, moviendo sus caderas de manera exagerada y acompañando el movimiento con su cabellera rubia suelta. Cuando cierra la puerta fijo mi atención en el expediente. En la lectura global noto que hay fotos, mapas y diversos planos de estrategia adjuntos, sintiéndome impresionado ante esto teniendo en cuenta que tuvieron que rehacer el expediente debido al cambio brutal de la capitana.

En la lectura analítica doy con varios puntos que me pasman, ya que parecen no haberse salteado ni un detalle. Todo está perfectamente plasmado. Cada movimiento, armamento o lugar de ataque tiene su referencia y justificación. Un expediente perfecto.

Cuando Edén marcó los tres puntos de ataque en el mapa de la presentación sentí un poco de temor ante el de Estados Unidos, ya que muchos de los bares y clubes a los que asisto contienen grandes distribuidores de droga y suelen ser de los mejores posicionados en el mercado; Y las Águilas Negras están en ese rango. Su cocaína es una de las más producidas y distribuidas a nivel mundial, con el simple detalle de que ellos trabajan con ciertos centros en cada país, y esos centros con pequeños talleres de repartición, y los mismos la entregan a camellos, prostíbulos o bares, creando así una red casi indetectable e imposible de seguir. La mierda sería si la zona donde marcó Sánchez era algún club que he visitado, dejándome expuesto.

Para mi fortuna, el expediente habla de un bar cualquiera de la zona y no de alguno que yo conozca o visite. Aunque últimamente me dirijo siempre al mismo.

Terminar mi lectura me toma casi una hora, sobre todo porque me he esforzado por notar errores donde no los hay. Parece ser una de las estrategias más limpias e impactantes que alguna vez se presentó en la central.

Para la misión se necesitarán dos tropas extra para llevar a cabo los tres golpes a la vez, por lo que un par deberá viajar a Costa Rica y Bielorrusia dentro de un par de días. Presentaré a mi tropa como una de las participantes, ya que hace tiempo no tenemos acción y me urge distraerme de todo. Pese a que la persona con la trabajaré hombro a hombro es la causante de mis dolores de cabeza y huevos.

Cierro la carpeta y la dejo entre todo el papeleo que yace en mi escritorio, disponiéndome a ir al gimnasio por un rato, para luego darle el visto bueno a la misión y comenzar con los detalles finales.

ºº

Solo hace falta para que ingrese al área de maquinas para que todos tomen sus cosas con rapidez y abandonen el lugar, dejándome completamente solo y en paz. Se acerca la hora del almuerzo y sé que nadie vendrá a molestarme mientras esté llevando a cabo mi rutina.

Camino hacia el área de los casilleros y abro el que me corresponde para sacar una toalla y guardar algunas pertenencias. Salgo de este por un par de segundos creo haber visto movimiento, por el rabillo del ojo, en la sala de entrenamientos. Allí es donde se practican las modalidades de combate cuerpo a cuerpo o simplemente artes marciales o de defensa física, pero continúo mi camino hacia la barra. Nadie sería tan estúpido para seguir dentro cuando estoy yo.

Deposito mi botella de agua y toalla junto a la maquinaria y pongo a sonar la música a través de mis auriculares, tirando mi celular junto a las demás cosas. En un salto tomo la barra y comienzo a hacer dominadas. Al comienzo las realizo con suma facilidad pero con el transcurrir del tiempo las repeticiones se me hacen más densas y el sudor comienza a bañar mi cuerpo, pero no me tengo hasta sentir que mis brazos se adormecen.

Abandono el ejercicio para tomar un gran sorbo de agua y continuar. Limpio un poco de sudor de mi frente y hago lo mismo con la siguiente actividad. Me recuesto en la banca y hago pesas hasta sentir que todo el peso levantado va a caer sobre mi pecho si no dejo de hacerlo. Esta vez me toma un par de segundos recuperarme de la fuerza ejercida, pero al levantarme para alcanzar mi botella me quedo pasmado.

Saco un auricular de mi oreja y puedo captar el leve sonido que hacen sus pies al chocar contra el piso, al igual que el de la soga. Con cada salto sus pechos rebotan y su cabello oscuro se despeina, sin importar que esté atado en una desprolija cola de caballo.

Mi mandíbula se tensa cuando su mirada oscura choca con la mía, desafiándome y aumentando el ritmo de sus saltos. El sudor brilla en su cuello expuesto y su abdomen se contrae con la fuerza que realiza para no parar su ejercicio.

Oh Edén, te has metido en la boca del lobo.

- Espero que tus razones para estar aquí sean tan buenas como para evitar que te despidan. – Gruño entre dientes. La morena detiene su accionar y su pecho se mueve con irregularidad. Tira la soga a un costado y saca los auriculares de sus orejas, agachándose para tomar su botella y beber de ella; Todo sin quitarme los ojos de encima.

Sigo sentado sobre la banca y una distancia de tres metros nos separa, pero de igual forma nuestras agitadas respiraciones se oyen en todo el salón.

- Soy parte de la central. Esa es una buena razón. – Su arrogancia y desinterés me pone a hervir la sangre.

- Di órdenes claras. Nadie puede estar dentro del gimnasio cuando esté yo, y hasta donde yo sé tú eres parte del nadie. – Me levanto, arrancando mis auriculares y tirándolos sobre la toalla.

- Fort me concedió lo que yo quisiera, y eso fue poder usar el gimnasio a mi antojo.

Pura mierda.

- Fort no está aquí. – Camino lentamente hasta su posición, sigue con la botella entre sus manos y mirándome con recelo. – Asique puedes irte y usar este lugar cuando yo no esté.

- ¿Me estás echando? Yo estaba primero. – Se cruza de brazo, realzando sus pechos sobre el top blanco que tiene puesto y avanza un par de pasos hacia donde estoy yo. ¿Quiere jugar? Muerdo mi lengua y sigo caminando hacia ella, hasta que entre nosotros solo queda menos de medio metro.

- Que maduro de tu parte. – Comento con sarcasmo.

Desde esta distancia puedo detallar las finas gotas que se deslizan por su cuello, sintiendo la necesidad de pasar mi lengua por lo salado de su piel. Vuelvo mi vista a su rostro sudado y no se distinguir si en él hay gracia u odio. Tal vez ambas.

- ¿Ese argumento no complace al jefe? Esto puede servir. – Descruza sus brazos y con una mano saca un pequeño rectángulo de plástico que se depositaba tras su celular, el cual está dentro de un brazalete que se coloca en el brazo para hacer ejercicio. Pone la tarjeta frente a mi cara.

- ¿Una tarjeta de total acceso? – Me río aunque por dentro maldigo a Fort. Solo él y yo teníamos de esas. – Puedo dar órdenes de que la deshabiliten, y lo sabes.

Edén vuelve la tarjeta a su lugar de origen y acorta la poca distancia entre nosotros, entrecerrando los ojos y acercándose de forma peligrosa a mi rostro.

- Pero no lo harás.

- ¿Y qué te asegura eso? – No sé por qué susurramos, si de todos modos nadie puede oírnos.

- Solo lo sé.

Se separa de mí para darse la vuelta pero se lo impido, tomando su brazo y devolviéndola hacia donde estaba hace segundos. Su pecho choca contra el mío y siento como mi instinto animal tiende a despertarse, pero sé que no es momento. Edén alza el mentón y se muestra inmune a mi tacto, como si yo fuese el único que sufre por este.

- ¿Qué? ¿Tanto te jode compartir? Vaya modales. – Se burla.

- Soy tu jefe y harás lo que se te ordene.

- Hice lo que se me ordenó. – Se relame los labios y mi cabeza me tortura con los gemidos que emitieron la otra noche. - ¿Acaso no recibió mi informe? Lo dejé esta mañana.

- ¿Fuiste tú?

- ¿Pensó que Fisher podía redactar algo como eso, cuando fui yo la que tuvo la idea? ¿Todavía sigue pensando que no soy capaz de portar tu título? – Hace un movimiento con el brazo, logrando zafarse de mi agarre. ¿Con que todo eso lo hizo sola?

- No le conviene entrar en ese territorio, capitana. Ya sabemos cómo terminó eso la última vez.

- Nada bien para usted. – Suelto un bufido ante su declaración. Nada bien para ambos.

- No fui yo quien salió huyendo cuando notó que le gusta jugar con fuego pero no quemarse.

Edén alza las cejas y vuelve a acercarse hacia mí, rozando con sus finos dedos la tela de mi sudada camiseta. No me resisto al tacto pero no bajo la guardia, aunque cuando sus ojos se oscurecen y las caricias ascienden a mi barba me veo incapaz de limitarme. Mis manos se imantan con sus caderas, atrayéndola hacia mí y provocando que suelte un jadeo como respuesta.

Ninguno hace nada pero Edén arrima su rostro al mío, dejándome sentir su errática respiración y aliento chocar contra mí. Lamo mis labios y me preparo para devorar los suyos, pero en cuestión de segundos ella toma uno de mis brazos y lo retuerce, haciéndome girar y quedar de espaldas para evitar que lo rompa. Su pie choca contra la parte posterior de mi rodilla, debilitando mi postura y haciendo que sea fácil derribarme. Caigo al suelo con el rostro de costado, observando cómo Edén se posiciona sobre mí y dobla con aun más fuerza mi brazo. Suelto un gruñido por el dolor de la caída y el que se expande en mi verga.

Edén baja su rostro hasta quedar cerca de mi oreja y lo que susurra me produce una sensación eléctrica en todo el cuerpo.

- Me duele que me subestime tanto, Almirante.

Puede que por un par de segundos y la distracción que generó su roce me haya ganado con velocidad, pero está más que claro que doblo su y tamaño, y hasta puede que experiencia. Con la mano que dejó libre hago presión contra el suelo, volteándome y haciendo que Edén pierda el equilibrio y caiga el suelo. Suelta un grito ante el susto y su espalda choca contra el suelo, dejándola descubierta por un momento. Me recupero con facilidad y ahora soy yo quien la aprisiona, tomando sus brazos sobre su cabeza con una mano y sosteniendo mi peso con la otra. Su pecho sube y baja con desespero y mis piernas han inmovilizado las suyas, por lo cual la tengo presa bajo mío. No como quisiera, pero cerca.

- No la subestimo, capitana. – Nuestros labios se rozan levemente mientras hablo. – Simplemente me parece predecible su accionar.

- Y usted me parece... - Duda y sus ojos parecen llamas de odio. – me parece un imbécil.

Río y no cedo ante el movimiento brusco de sus manos. No pienso dejarla ir tan fácil.

- Me han dicho cosas peores.

- Y seguro son ciertas. – Sisea por lo bajo, poniendo los ojos en blanco. – Suélteme.

- ¿Qué gano yo?

Un momento de silencio. Sus ojos escanean mi rostro y yo decido hacer lo mismo. Edén es una mujer hermosa y no debe esforzarse para serlo. Sus rasgos latinos y su figura son un detonante para cualquiera que la vea. Todo en ella parece poner en juego la cordura de quién se atreva a detallarla con cuidado. Sobre todo la mía. Sé que mi pronunciada erección se clava en la parte baja de su vientre y ella no duda en removerse inquieta cuando se hace notoria, generándome más placer de que quisiera.

- Que no te vean pasándote con una subordinada. – Rompe el silencio.

- ¿Mmh? – Me veo sumido en un trance con la infinidad de cosas que se me antojan hacerle. Edén señala con la cabeza un extremo de la sala y sé que se refiere a las cámaras del lugar. – Puedo borrar todo tipo de evidencia. Aunque no puedo negar que eso lo hace más excitante.

Edén pone una mueca de asco y vuelve a removerse bajo mi fuerza, restregándose aun más contra mi verga. No sé si no parece darse cuenta o si lo hace a propósito, pero sea lo que sea no va a terminar bien.

- Quédate quieta. – Ordeno.

- ¿O qué?

Vuelve a moverse con insistencia pero esta vez alza el pecho, estampándolo contra el mío y poniéndome aun más cachondo.

- No tienes idea de lo que estás haciendo.

- ¿Y tú sí? – Me desafía, aunque puedo jurar que su voz tembló por un par de segundos. Esto es un arma de doble filo. Ahora soy yo quien se mueve lentamente, descendiendo un par de centímetros para dar con un punto que hace que a Edén se le corte la respiración por unos segundos. – Quítate.

- ¿O qué? – La imito.

- Solo... agh quítate.

- ¿Temes no poder controlarte?

- Recuerdo muy bien que fui yo quien cortó todo de raíz. – Intenta mantener su voz calma pero falla.

- Pero aquí estás. – Pasa saliva. La intensidad de sui mirada no parece concordar con lo que sale de su boca y, sabiendo que luego me voy a arrepentir de esto, decido sucumbir ante esa oscuridad en sus ojos. Acerco lentamente mi boca a la suya pero Edén corre el rostro y termina pasando su lengua por mi oreja, lamiendo mi lóbulo y la piel expuesta de mi cuello. La sensación me hace temblar y aflojar el agarre de sus manos, para ir tras sus pechos.

- Parece que el jefe es quien no se sabe controlar. – Susurra en mi oído.

No entiendo a que se refiere ni el por qué de la dureza en su voz hasta que su rodilla impacta contra mis cojones. El dolor es tan intenso que caigo de espalda al costado suyo, tomando con una mano la zona afectada y soltando palabrotas.

- Hija de puta. – Mascullo mientras ruedo levemente en el suelo.

Una presión se posa sobre mi abdomen y al abrir los ojos me encuentro a Edén montada sobre mí. No del modo que me gustaría. Mi mano sigue cubriendo mi miembro y huevos, aunque ahora se ve inmovilizada por el peso de ella. La capitana se agacha para quedar frente a frente y sus ojos son la muestra viviente del odio y placer. Placer por mi dolor.

- Sé que duele admitirlo, - Comienza con una voz tierna fingida. – pero no siempre puedes tener el poder y el control.

Pienso contestarle de mala manera pero el teléfono ubicado en su brazo comienza a sonar, captando la atención de ambos. Por la distancia no puedo ver de quien se trata pero ella sí, fijando la mirada en la pantalla y luego en mí. Antes de levantarse para atender la llamada deposita un casto beso en mi mejilla.

Sus pasos suenan y su voz es leve mientras habla en español con quien sea que la haya llamado, pero cuando la puerta se abre y no se cierra giro mi rostro hacia ella. Su cuerpo está fuera del gimnasio pero su torso se asoma por la puerta, tapando con sus manos la bocina del teléfono y mirándome con la intensidad que me llevó a atacar su boca la otra noche.

- Nos vemos en la reunión de esta tarde, Almirante. – Un tono de burla acompaña el título que ahora cargo. No llego a contestarle porque dicho eso se retira completamente.

Vuelvo a mi vista al techo del lugar y allí me quedo, más de 10 minutos repitiendo lo que acaba de pasar e intentando entenderla.

ºº

Luego del incidente en el gimnasio no volví a salir de mi oficina hasta la hora de la reunión. Releí una infinidad de veces en búsqueda de algún error que poder remarcar o un punto débil en la maniobra ofensiva, pero nada de lo que elegía tenía algún sustento teórico. Sin embargo, la mención de ciertas armas o equipamientos me da entender que Edén no termina de familiarizarse con la central y no sabe qué clase de fusiles hay dentro. La mayoría son de procedencia extranjera y no siempre se encuentran aquí, sino que hay que pedir que sean importados para darles utilidad. Ese punto me basta para demostrarle que conmigo no se jode.

Camino a la reunión con prisa pero en el camino soy interceptado por Ross, mi mejor amigo. Este viste su uniforme de entrenamiento y porta una enorme sonrisa en el rostro, por lo que sé que algo trama.

- ¿Ahora qué? Voy con prisa. – Le anuncio y este camina a la par mía.

- Sara dijo que seríamos partícipes de la nueva misión. – Su voz sale con ilusión. – La de los Halcones Azules.

Ruedo los ojos ante su comentario y me cuestiono como es que él es teniente de mi tropa.

- Águilas Negras, cabeza dura. Y todavía no he confirmado nada.

- ¿Pero lo harás, no? ¿No? ¿Cierto? – Agita mi brazo cual niño irritante. Para mi suerte hemos llegado a la sala donde se realiza la junta y en un solo movimiento saco su mano de mi brazo.

- Compórtate, Ross. Y dile a Sara que deje de ser tan chismosa. – Empujo la puerta de cristal encontrándome con toda la tropa FoxTres conversando y los diversos miembros del área administrativa y tecnológica. Faltan un par de minutos para comenzar la reunión por lo que todos están dispersos pero mi mirada se clava en dos personas en particular.

Raziel y Edén.

La capitana tiene sus brazos cruzados sobre la mesa y su cabeza apoyada en ellos, mientras que el soldado ríe de lo que ella parece decirle y le corre el cabello de la cara. Por la posición, Edén no puede verme y Raziel se ve absorto en la conversación para notar mi mirada sobre ellos.

La sangre me comienza a hervir y la sien a palpitar cuando veo que ella baja una mano a la pierna del soldado, ya que la mesa es de cristal y todo se detalla perfectamente. Lo que más me jode es que parece ser que soy el único que nota el asqueroso tonteo ente ambos.

Lans es una rata. Una rata de verdad. Si Fort no hubiese tenido que saldar unas cuentas él seguiría pudriéndose en la cárcel como merece. Es un buen soldado porque es un buen criminal, y el mero hecho de que marche en las tropas de Edén y ande jugueteando con ella frente a mis narices me sube la bilis a la garganta.

La gota que colma el vaso es cuando Raziel se inclina y lleva sus sucios labios a la oreja de Edén susurrando algo que la hace reír, pero lo peor es que durante todo el acto no despega su vista de mí. Me basta con dejar caer la carpeta del expediente sobre la mesa de vidrio para que todos se sobresalten con el golpe, incluyendo a la capitana que se recostaba sobre esta. Las miradas se clavan en mí pero hay una en especial que me fulmina a la distancia.

No, no es la de Lans. Es la de Sánchez.

¿Qué pasa? ¿Le duele que detenga su coqueteo?

Carraspeo que acomodo mi camisa para comenzar la reunión, ignorando el hecho de que si las miradas mataran yo estaría convirtiéndome en polvo a tres metros bajo tierra gracias a la capitana.

- La reunión de hoy es para concretar los detalles finales del caso CM-00573, persecución y erradicación de la banda las Águilas Negras. – Tomo el control del proyector y comienzo la presentación. – La variante de la estrategia ofensiva propuesta por la tropa FoxTres ha sido autorizada, y se llevará a cabo dentro de cinco días.

Expongo todo el caso por un largo rato y todos comienzan a tomar nota de los detalles que voy anunciando o las maneras en las que todo se realizará. Edén se muestra desinteresada ante mi explicación y su mirada perdida fija en la hoja que tiene enfrente me enciende un foco. Es mi hora de actuar.

- Sin embargo, el muestrario de armamento que se utilizará no se encuentra disponible en su totalidad dentro de la central y hacer un pedido de tal magnitud podría retrasarnos un par de días. – Una imagen de armas específicas ocupa la presentación. - ¿Qué sugiere hacer usted, capitana Sánchez?

Al escuchar su apellido Edén parece volver a pisar tierra firme, mostrándose confusa ante la pregunta. Todos esperan su respuesta y ella no parece ser consciente de la situación.

- Disculpe, ¿Cuál era la pregunta? – La vergüenza se apodera de su voz.

- ¿Cómo reunirá todo el armamento que se requiere para realizar la misión, si este no se encuentra dentro de la central?

Edén clava su mirada en mí y durante unos segundos no contesta. Pienso abrir la boca para llamarle la atención pero me gana de ante mano.

- Se podría realizar un banquete o un baile donde se inviten a los distintos magnates de las centrales dispersas alrededor del mundo, para así presentarles el futuro caso y firmar acuerdos. – Frunzo mi ceño, no porque lo que diga no tenga razón, sino porque es una buena idea. – Armas a cambio de mérito. Cualquier persona al mando caería en la tentación de formar parte del equipo que destronó a semejante banda criminal.

Todos se ven fascinados ante la respuesta y Edén me dedica una sonrisa socarrona.

- Es una idea viable. – Es lo único que puedo decir. Corro mi mirada de esos ojos azabache y me centro en los miembros de administración. – Comiencen con los preparativos y encárguense de que asistan los representantes más poderosos. Será dentro de dos días.

Dicho eso continúo con el resto de la exposición pero mi mente no deja de divagar entre los recuerdos del fin de semana y las fantasías que nacen en mí cuando veo a Edén. Parece que mi mirada fija en ella capta su atención y sus ojos vuelven a centrares en mí, mientras todos se muestran atentos a la presentación.

Si sus estrategias en este juego son tan buenas como las que presentó hoy en el informe, temo que esto va a ser mucho más difícil de lo que pensé.

ºº

Edén nunca deja de sorprendernos.

¿Creen que ella está poniendo en práctica lo que el dijo Raziel? ¿O son solo sus impulsos lo que la hacen actuar así?

Mañana hay nuevo pecado capital. ¿Quién será? ¿Cuál pecado vendrá?

Los leo <3

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en esta historia seras Mia 🔞