Mis ojos se abren con dificultad ¿qué hora es? quiero mirarlo, pero no tengo a mano mi móvil, me voy a levantar para buscarlo cuando un peso en mi abdomen me lo impide, sonrío al darme cuenta que es el brazo de Tom, lo aparto cuidadosamente, intentando no despertarlo -Uhm- mierda, abre sus ojos lentamente y también parece algo desconcertado, pero cuando gira su cabeza y me ve, solo sonríe -buenos días, Tom- digo devolviéndole la sonrisa -buenos días Judith- sonríe aún más y vagamente nos levantamos del suelo en el que hemos dormido juntos -wow, aunque sea suelo, se duerme bien- me mira irónicamente -demasiado bien- ambos reímos, recogemos todo y lo guardamos, nos montamos en el coche y Tom lo arranca, o eso intenta -fuck, fuck, fuck- Tom cierra los ojos fuertemente echando la cabeza hacia atrás, apoyándola en el asiento, lo miro preocupada -¿qué pasa?- sin dejar su postura, me contesta suspirando -nos hemos quedado sin batería- y yo creo que ya sé porqué -nos quedamos dormidos con la música puesta -pasa sus manos por su cara aún adormilada -tendré que llamar a alguno de los gemelos, o a Harrison, espera, ¿qué hora es?- enciendo mi teléfono para poder verla -son las doce- es bastante tarde -uff, Hazz está en una sesión de fotos hasta las tres, los gemelos tienen exámenes, y mis padres están ocupados viajando por organizaciones de the brother trust- tenemos un problema, entonces lo recuerdo -¡mierda, mi vuelo! sale a la noche, pero aún me faltan cosas por acabar antes de irme- Tom parece entristecerse -ojalá que pierdas ese vuelo y tengas que quedarte aquí- ojalá...
No conseguimos arrancarlo, y por ahí no pasan apenas coches, y por ahora, no habíamos visto ninguno -¿qué hacemos? a estas horas todos andan ocupados -podríamos llamar a mi primo- en cuanto lo digo sé que es una mala idea, no tiene coche, no sabe dónde es, además de otros aspectos negativos bastante obvios -olvídalo, es una mala idea- coge su teléfono y marca un número -Hola, sí, soy yo, sé que estás por aquí, por Londres, y quería pedirte un pequeño favor, estamos en...- mientras Tom habla con ese desconocido para mí, yo me pierdo entre las nubes, observarlas me relajan, nubes de Londres, quizás parezco una obsesiva con esta, pero me gusta demasiado, es decir, todas las calles, monumentos... me parecen increíbles, y no es la mejor ciudad, es decir, para algunos sí, pero a otros nos gusta más por los recuerdos que ejercen en ella. Siempre, desde que era pequeña me ha gustado esta ciudad, pero ahora más, tengo muchos recuerdos aquí, quizás los mejores, espero volver pronto, perdida en mis pensamientos, a lo lejos escucho una voz, supongo que la de Tom -¡Jud!- me golpea levemente el hombro -¿sí?, perdona, estaba...- vuelve a mirarme fijamente a los ojos, lo que me pone muy nerviosa -en fin, ¿vienen a rescatarnos?- noto como se ríe -desgraciadamente no, una amiga iba a venir, pero le ha surgido un problema, hoy todo el mundo parece estar ocupado. Ya, y nosotros aquí como dos imbéciles a los que se les olvida apagar la música- me mira molesto -fue tu idea- yo me cruzo de brazos intentando no llorar, no quiero peleas, las odio, y menos con él, vamos Jud, no llores, eres una mujer fuerte, y ni siquiera estáis peleando... nota mi estado -perdona, no debí hablarte así- me dedica una tierna sonrisa -no, no pasa nada, es que soy muy sensible a discutir, ríe y marca de nuevo otro número -no tenemos otra opción.
La grúa carga el coche y se va, Tom y yo respiramos relajadamente -ahora podemos volver- ya son las dos de la tarde y debería estar en casa -no quiero, no quiero tener que preparar las cosas e irme sola- acaricia mi mejilla -prometo que nos volveremos a ver, haré lo que sea- sin poder evitarlo, me abrazo a él mientras lloro, me acaricia la cabeza y me promete que pronto volveremos a vernos -pero, pero os voy a echar mucho de menos a todos- nos quedamos en silencio, Tom me da un papel y me seco las lágrimas volviendo a casa. -Gracias por todo lo de ayer y en parte lo de hoy- se encoge de hombros -gracias a ti por dejar la música encendida- le doy un codazo y el ríe con esa risa que nos deja a todas embarazadas, cierro la puerta detrás de mí, siento mariposas en el estómago, me siento como en una película romántica -¿dónde estabas?- interrumpen mi felicidad del momento -con Tom- respondo seria, lo miro, está vestido casual, parece que va a salir -pensaba que llegabas antes- asiento -bueno, pero Tom me llevó a un sitio después- el ambiente es tan frío que siento como me congelo -podrías haberme avisado- está enfadado -podrías haberme llamado- le digo sin más, voy a subir las escaleras cuando lo oigo gruñir, algo que detesto de alguien cuando discuto -no hagas eso- ríe sarcásticamente -¿el qué, esto?- lo hace de nuevo -¡para!- me acerco a él y lo empujo, haciendo que caiga al suelo, él me mira furioso, triste, decepcionado, sin mirar atrás subo las escaleras como tan rápido puedo, cierro mi puerta de un fuerte golpe y me voy a la ducha, no sé que nos está pasando.
Las horas pasan volando, después de que me duchara, fuí al comedor a por algo de comida, ya sobre las cuatro de la tarde, no ví a mi primo por ninguna parte, así que supuse que se había ido, fui a mi cuarto y acabé de organizarlo todo antes de mi partida, pero no quería irme sin antes despedirme de Paddy, los gemelos y Hazz, más o menos tenía idea de dónde podrían estar. Y así me encuentro ahora, andando por última vez por las calles de Londres, dirigiéndome a la casa de los Holland, mi vuelo sale a las once de esta noche, así que con todo preparado, tengo algo de tiempo para despedirme. Una vez justo enfrente de la puerta, llamo dos veces, nadie contesta así que toco el timbre, espero dos minutos pero nadie contesta, pueden estar en casa de Harrison, suspirando me dirigo a ella, me sé el camino y no está muy lejos, en el camino veo a una pareja de dos chicos, tengo que preguntarle a Leo qué tal le ha ido en su "huelga". Al fin llego y toco el timbre, nada, ¿dónde están? pienso en llamar a Tom, pero me niego a molestarle, me rindo, voy a casa para descansar antes de un largo viaje, me entristece no poder despedirme de los chicos, tan pronto como llego a casa, Tom me envía un mensaje.
-Darling, a los chicos y a mí nos ha surgido un acto benéfico por The brother trust y nuestros padres no nos lo habían dicho hasta justo ahora, siento que no te pueda llevar al aeropuerto ni despedirme en condiciones, lo siento. Y Hazz está con la novia en el hospital, pero está bien.
Me aguanto como puedo las lágrimas, estoy sola de nuevo, ya los echo de menos y aún estoy aquí, ya son las siete, voy a dormir hasta las nueve, luego cogeré un taxi al aeropuerto.
Me despierto, y no por la alarma, si no por mi necesidad de ir al servicio, maldigo silenciosamente cuando veo que quedaban seis minutos para que sonara la alarma, me cojo una cola baja y llevo mis maletas hasta la planta de abajo, recorro una última vez la casa, no he estado demasiado tiempo aquí, pero es muy bonita y... intento de nuevo no llorar, me seco las pocas lágrimas traicioneras y abro la puerta, dejos las llaves dentro, mi primo tiene otras tres copias, cierro la puerta y la observo por fuera una última vez, llamo un taxi y en menos de diez minutos viene. Una vez dentro, observo las casas, las personas, los animales... todo, intentando que dure por más tiempo este momento, llego al aeropuerto y pago, me despido de la taxista y recojo mis maletas del maletero, al ver los aviones salir, se me forma un nudo en la garganta, esto está pasando, y no quiero. Facturo mi maleta y hago el mismo ritual que todas las veces que he ido y venido, una vez hecho, solo toca esperar, me pongo los cascos, pero en un volúmen adecuado para que me deje escuchar el altavoz para cuando anuncie mi vuelo, escucho mi lista de spotify que creé antes de venir y cierro los ojos unos segundos, que se convierten en minutos.
-Oiga, disculpe- me despierta la voz de una mujer de tercera edad, cuando la observo detalladamente, me alegro de verla -¡Merida!- abre los ojos y cuando me recuerda, tiene la misma reacción que yo -¡Judith!- nos abrazamos cariñosamente -¡cuánto tiempo!- la única vez que la vi, fué el día de la entrevista, junto con aquellos que eran sus amigos -¿cómo estás?- ella se encoge de hombros -pues genial cielo, como siempre, ¿y tú, no se suponía que ya estabas de vuelta en Santander?- es cierto -sí, y volví, pero luego vine con mi primo un tiempo, un mes aproximadamente, solo llevo aquí casi tres semanas, pero... ha habido algún que otro contratiempo- mi voz suena apagada y ella parece darse cuenta -ven, vamos a sentarnos, cuéntame- nos sentamos justo donde yo estaba -si no vuelvo de mi "mes sabático" me quedaré sin plaza en la universidad, y el año que viene no podré estudiar allí, y quizás ni estudiar- mira al suelo pensativa, luego me mira a mí -no hay más remedio Judith, tienes que luchar por tu futuro- y no le falta razón, pero todo es más complicado de lo que parece -y lo sé, pero... ya he hecho amigos aquí, tengo muy buenos recuerdos- chasquea la lengua -volverás a verlos, créeme, las verdaderas amistades no son pasajeras, duran hasta el fin de los tiempos, aún tengo amigos en Francia de cuando tenía tu edad, a veces nos vemos, son muy pocas, pero eso no importa, importa que en mis peores momentos ellos, en la distancia estuvieron apoyándome, al igual que yo a ellos, en aquel entonces usábamos cartas,que era más difícil, pero tu puedes llamarlos, no te preocupes que no se van a olvidar de ti- coje mis manos y me mira directamente a los ojos, puedo ver que son de color miel con gotitas verdes -y no hagas que un hombre pueda dañar tu futuro- esta señora es muy sabia, la miro sorprendida -¿cómo...?- me manda a callar y ríe -intuición, niña, intuición- la echaba de menos.
-¿Y qué haces tú por aquí?- ella tose y se toca la garganta -pues... en Londres no está la medicación que necesito, por eso el seguro me paga un viaje a Cancun, porque solo ahí están los medicamentos necesarios- la miro con la boca abierta y estalla en una carcajada -no es cierto, voy por temas familiares- me dedica una sonrisa y se levanta -pronto sale mi vuelo, así que tengo que ir por allá, espero volver a encontrarnos Judith, y si no lo hacemos, que te vaya genial con Tom- se tapa la boca ahogando una risita traviesa -la magia de los de tercera edad- me mira molesta y me da un pellizco -¡ay!- eso ha dolido -cuidado con lo que dices, aún soy muy joven- yo asiento para no llevarme otro pellizco, y con un abrazo, se despide.
De nuevo sola, saco mi móvil de mi mochila, abro el instagram para entretenerme, Harrison ha subido una historia, en la que sale él con su encantadora novia, parece que saliendo del hospital, me entra un pequeño bajón, pero Merida tiene razón, son amistades para siempre, pero alomejor el cariño que yo les tengo, no es el mismo que ellos me tienen, bloqueo el móvil y juego con el cordón de la mochila. Cuando más distraída estoy, el altavoz avisa que faltan diez minutos para que salga mi vuelo, así que voy tan rápido como puedo hasta llegar a las puertas de embarque, observo una última vez las vistas del aeropuerto, mirando por la puerta abierta, que deja ver un pequeño trozo de calle, se me forma un nudo en la garganta y me cuesta respirar. Olvido todos esos pensamientos negativos y continúo con lo mío, hasta estar sentada en el avión, de nuevo estoy situada en el mejor asiento, justo al lado de la ventanilla, un señor situado justo enfrente mía me ha regalado un paquete de pañuelos al verme tan sofocada.
Mientras limpio mi nariz, evito mirar por la ventana o volveré a derrumbarme, pongo el móvil en modo avión en cuanto la azafata lo anuncia, aún quedan seis minutos para despegar cuando escucho entre los ruidos del motor del avión, un barullo montado abajo, con rapidez asomo la vista hacia donde proviene el ruido y me llevo las manos a la cabeza cuando veo a Sam, Harry y a Paddy con una gran pancarta, sosteniéndola entre los tres mientras gritan mi nombre, los guardias los arrastran hacia el interior pero ellos se resisten, Padds le pega una patada en la espinilla a uno de ellos, en la pancarta pone: ¡te queremos Jud, buen viaje, nos veremos!
Busco al chico que falta pero no lo veo por ninguna parte, vuelvo la vista hacia los chicos y los guardias ya no los molestan, hablan con una señora que parece ser su jefa, ella señala algo del interior que no me deja ver y luego de señalar a los chicos, me señala a mí, los guardias parecen pedir disculpas a los chicos y luego irse, dejando paso a algo, no puedo verlo porque se me ha caído el móvil al suelo, pero mientras me agacho a recogerlo, escucho unas voces femeninas que gritan un nombre en el interior del avión -¡Ese de ahí fuera es Tom Holland!- mis ojos se abren lo máximo posible y empujando a las chicas que se han puesto en mi asiento, puedo verlo a él, saludando a sus hermanos, con sus gafas típicas, sonriendo como siempre, mira hacia el avión, y cuando consigue verme entre todas las chicas, su sonrisa se hace aún más grande, una de las azafatas, se une a todo el barullo -¡Por favor, siéntense, vamos a despegar!- al parecer ya lo había anunciado, pero nadie se había enterado, cuando todas se sientan entre balbuceos, puedo verlo correctamente, lo saludo y me lo devuelve, me tira besos imaginarios y yo muero ahí mismo, parece acordarse de algo y corriendo vuele al interior, parece otra pancarta, cuando lo abre, los ojos se me llenan de lágrimas Judith Gil, ¿puedo ser tu novio? asiento y él sonríe aliviado, no dejo de llorar, y es que no podría ser más feliz en estos momentos, bueno sí, que al final no volviera a Santander, pero eso es imposible. Uso los pañuelos disimuladamente cuando miro al interior del avión y muchas chicas me miran muy furiosas, pero yo solo les saco la lengua como una niña pequeña, de nuevo, uno de los guardias llama la atención de los chicos, estos asienten y se despiden de mí, ya vamos a despegar.
Durante el vuelo no dejo de pensar en Tom, me ha pedido salir de una manera poco normal, no me ha pedido que salgo con él, si no que él salga conmigo, es... perfecto. Estoy en las nubes, literalmente, pero también de la otra forma. El vuelo se me hace corto, pero para cuando llego ya es de noche, una vez estoy con mi maleta, salgo al exterior, en busca de alguien que venga a recogerme, me esperaba a mi tío, pero cuando veo quién, o mejor, quienes vienen a buscarme, me abalanzo sobre ellas -¡CHICAS!- todas reímos, en incluso lloramos -somos un poco dramáticas- al fin nos soltamos y sin dejarme hablar, me llevan hacia el coche, donde puedo ver lo arregladas que van -¿pero a dónde váis?- me miran pícaras -a dónde vamos, señorita- me contesta Rebeca -pero estoy muy cansada- Abril, que es la que conduce, ríe -sabía que ibas a decir eso, por eso, nos da igual, y te vamos a llevar a mi casa para que te vistas, no te preocupes, que estoy segurísima que en esa maleta tienes ropa de sobra para salir de fiesta, además que tienes que contarnos muchas cosas- estas chicas me superan, no pienso discutirlo, tengo todas las de perder, así que accedo al plan, y es verdad, tengo muchas cosas que contarles.