Desnuda Tú Alma (Camren G!P)©

Od iugeruaj

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"Tu cuerpo desnudo debería pertenecer solo a quien se enamora de tu alma desnuda".-Charles Chaplin. Original... Více

Descripción
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Final
Epílogo
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LUNES

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Od iugeruaj

Clasif. ®

—Él es el doctor Peter Owen.—anunció Ren Martín.

El hombre era alto, de cabello cobrizo y ojos azules. La barba perfectamente afeitada más su contextura tonificada, le hacían lucir realmente atractivo. Él sonreía con las manos enfundadas en los bolsillos de su inmaculada bata blanca.

Tras una segundo, Ren agregó, señalando al niño.

—Él es el paciente, Cody. Ella es Rose, su madre.—presentó, miró a la ojiverde y luego añadió—, y ella es una amiga, Lauren Jauregui.

Dos cejas rojizas alzadas mostraron la sorpresa del hombre. Adelantándose un paso, preguntó.

—¿Lauren Jauregui, de la automotriz Morrison?

Asintiendo, ésta recibió la mano que el hombre le ofrecía a modo de cortesía.

—Un placer, Dr, Owen.

Después de las presentaciones y de tomar asiento. Peter Owen, colocando la placa de Cody en una de las pantallas con luz blanca adheridas a la pared, se dispuso a relatar su diagnóstico.

—Lo que muestra la placa es una Hernia Discal o Fisura Discal, básicamente es el desgarro de la envuelta fibrosa del disco de la columna vértebral. Verán, los tipos más clásicos son la Fisura Radial, en la que el desgarro es perpendicular a la dirección de las fibras. La Protrusion Discal consiste en la deformación de la envuelta fibrosa por el impacto del material gelatinoso del núcleo pulposo contra ella. Si la envuelta llega a romperse y parte del núcleo pulposo sale fuera de la envuelta, se diagnostica una Hernia Discal.

Tanto Rose como Cody se le quedaron viendo como si el hombre les estuviese hablando en un idioma completamente desconocido. Lauren, levemente desconcertada, miró a Ren antes de dirigirse al doctor.

—En Inglés, por favor.

Ambos médicos sonrieron. Acto seguido, Peter reemplazó las placas por imágenes digitales, reformulando sus palabras.

—Aquí pueden ver la Hernia de columna, esto sucede cuando se flexiona la columna vertebral hacia delante. Es decir;  al hacerlo, el disco sufre más carga en la parte anterior. Al ser de consistencia gelatinosa, el núcleo pulposo es comprimido contra la pared posterior de la envuelta fibrosa.

Él explicaba a medida que señalaba cada parte mencionada.

—, la extensión de la columna con el peso cargado, al hacerlo, el aumento de la presión discal que conlleva la carga del peso va estrujando el núcleo pulposo hacia atrás con más fuerza. Si la presión que ejerce contra la pared posterior de la envuelta fibrosa es suficiente; la envuelta Fisura Discal, la Protrusión Discal y la Hernia Discal...

Hizo una pausa y mostró una imagen descompuesta de la columna vertebral. Tras quitarse los lentes, Peter añadió.

—En conclusión, una porción de la columna se desgarra (fisura discal), se abomba (protrusión discal) o se parte (hernia discal).

—¿Qué se hace al respecto?—quiso saber Rose.

Tomando asiento, él informó.

—La mejor forma de reparar la Fisura, es practicar una Laminectomía; ésta consiste en quitar toda la lámina de la vértebra afectada, descomprimir la raíz nerviosa y así aliviar el dolor y, con el tratamiento debido hacer ésta desaparezca.

—Sin embargo, voy a necesitar más información antes de tomar una decisión. —repuso Rose.

—Por supuesto que si.—aceptó él.

Ren se incorporó mientras decía.

—No hay prisa, pueden hablarlo con toda calma.—desvío la vista hacía Lauren e invitó—, vamos por un té.

Sa limitó a asentir en tanto daba las gracias a Peter Owen y se despedía de Rose y Cody prometiendo verlo luego.

Después de hacer una parada en la cafetería, se dirigieron a fuera. Sentándose frente del imponente edificio de salud, Ren fue quién preguntó.

—¿Y cómo estás?

Lauren bebió de su botella de agua antes de responder.

—Bien ¿tu?

—Grandioso, de hecho.

—Ya veo, ¿cómo se porta Andrew?

Ren sonrió, pensando en su amado esposo.

—¡A las mil maravillas! Creo me malcria.

—Más le vale. Él sabe lo valiosa que eres.—apreció Lauren, enroscado la tapa del envase.

—Lo sabe, tu siempre lo decías también.—repuso ésta, bebiendo un trago de té.

—Y seguiré diciéndolo. El hecho de que ya no estemos juntas, no impide exprese lo que aún pienso.

Bajando la mirada, ella cuestionó.

—Jamás habría funcionado lo nuestro ¿verdad?

—Honestamente, no.—puntualizó Lauren, encontrando sus ojos grises.

Ren suspiró.

—Concuerdo contigo, de hecho.

Asintiendo, ella guardó silencio. De pronto, los recuerdos invadieron a Lauren, transportandola al pasado; había la última sesión qué ambas compartieron y, que hubo empezado con Ren inclinada en la barandilla de un navío que surcada las corrientes del Mar Caribe.

***

Flashback

—Esto es hermoso, Lauren.

—¿Te gusta?

Ren asintió, echando un vistazo por la inmensa cubierta. En ella yacía un gran jacuzzi junto a la piscina y distintas áreas de juegos.

—Es impresionante ¿como lo conseguiste?—inquirió Ren.

—Contactos.—se limitó responder Lauren para luego tomarla de la mano—, ven, hay unas personas que quiero conozcas.

Acto seguido, entraron. Tras cruzar un corto pasillo, se encontraron con un gran salón. Había un mini bar en el fondo y una mesa de billar al centro. Dos hombres sentados en el sofá, bebían de sus copas y, una vez depararon en la presencia de las mujeres, ambos se incorporaron rápidamente.

—Al fin llegas.—Keaton fue el primero en hablar, después sonrió a la otra mujer—, y con una agradable compañía.

—Más que agradable.—repuso Lauren, llegando a su lado. Saludó a ambos hombres con un gesto de manos antes de atraer a su sumisa.—, Ren, ellos son Keaton y Andrew Morrison, amigos y socios. Chicos, Ren Martín.

Los hermanos saludaron con cortesía, manteniendo la distancia entre ella. La sumisa de otro AMO(A), era intocable, a menos que su dueño lo permitiese.

Acercándose a Ren, Lauren murmuró.

—Cambiate y esperame en la cubierta.

Asintiendo, ella se fue, dejando al trío de amigos hablar de negocios.

Luego de una rápida visita al camarote, Ren subió a cubierta. Buscó a Lauren sin tener éxito; probablemente ésta seguía trabajando abajo. Caminó despacio, contemplando el lugar. Sonrió, sintiendo como las gotas de agua salada salpicaban su cuerpo expuesto.

Aferrándose a la barandilla, se inclinó hacía delante, logrando así ver su reflejo en el agua cristalina, no pudo evitar volver a sonreír. De pronto, su piel se estremeció bajo la caricia de unas manos familiares.

Lauren estaba justo detrás de ella, masajeandole las nalgas sin decoro alguno.

—Ah, me gusta.—Dijo, levantando el hilo del tanga con un dedo—, lo que me pregunto ahora es, qué debo tomar primero; tú coño o tú culo. Está posición es adecuada para ambas...tan accesible.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Ren que trató de enderezarse, pero Lauren, poniendo una mano en su espalda impidió así la intención.

—Ah, no. Quedate asi.

Ren escuchó como bajada la bragueta de su pantalón; no se había puesto nada cómodo aún.

Lauren le separó el culo y llevó la punta de su miembro a la entrada de su coño. Sin preámbulo alguno, la penetró con dureza, chocando duro contra ella. Sin protección, piel con piel.

—No tienes idea de lo jodidamente sexy que te veías cuando subí aquí.—decía Lauren entre gruñidos.

Ren se sentía apretada al rededor del miembro de Lauren, mientras ésta se adentraba más profundo en su ser. Cada vez más seguido, más despiadada. No la había preparado, no hubo juego previo.

Se preguntaba si de verdad la iba a follar ahí; en la cubierta, sin importarle que alguien pudiera verlas, sin embargo, no había visto a nadie más a excepción de sus amigos.

Ren sintió cierto interés por uno de ellos y cuando éste tocó su mano, una indescriptible sensación recorrió su cuerpo. Una vez había salido del salón, pudo respirar, desterrando la abrumadora e intensa sensación.

La voz grave de Lauren la hizo aterrizar de golpe.

—¿Te estoy aburriendo, Ren? ¿qué te pasa? Estas como ida ¿debería metertela por el culo? ¿tendría así tú atención?

Ren iba a hablar, pero antes de que pudiera articular palabra, Lauren le dio una nalgada y salió rápidamente de ella. La cogió de la cintura de forma brusca y la hizo ponerse de rodillas frente a ella. Ren permanecio quieta, sorprendida, inerte.

—Ya que no quieres apreciar las atenciones que te doy, al amenos te ocuparas de mi placer.

Agarrándose el miembro, Lauren lo guió hacía los gruesos labios de ésta. Acto seguido, ordenó.

—Abre y tomala. No te lo pongas más difícil, Ren.

Ren obedeció y Lauren la penetró sin piedad, intenso, profundo hasta llegar a su garganta. Ren llegó a un punto donde de sus ojos brotaban lágrimas. No obstante, estaba al borde del orgasmo.

Que Lauren la tomará así solo le dejó claro lo que ella esperaba y eso la excitaba de una manera inexplicable. Lauren tenía razón, le había faltado al respecto dejándose ir por pensamiento innecesario, ¿por qué pensar en otra persona si la tenía a ella?

Aquél era un castigo merecido.

Lauren continuó con las embestidas y de un momento a otro le agarró la cabeza con ambas manos y la penetró brutalmente. Ren estaba en un colapso, apenas podía respirar, entonces fue cuando, solo cuando Lauren retrocedió y le permitió coger aire.

A continuación, volvió a introducirse velozmente, dentro y fuera, duro y sin pudor. Ren podía sentir como Lauren comenzaba a hincharse, pero entonces algo la dejó pasmada.

—¿Qué piensas Andrew? No hay nada más genial que ver como una mujer es follada por la boca ¿verdad? ¿no crees te abre los sentidos?

Ren se congeló.

A una distancia considerable se hallaban parados los dos rubios que había conocido media hora atrás. Sus rostros, inusitadamente serenos, concentrados y calmados. Ren sintió como Lauren se tensaba en su boca. ¡Dios, estaba a punto de correrse, ahí, en la cubierta, dentro de su boca y delante de sus socios!

Sin tener tiempo siquiera de pensar en alguna posibilidad, Lauren, tras sucesivas embestidas comenzó a eyacular dentro de su calidad bucal.

Poniéndole una mano en la barbilla, Lauren levantó su rosto, obligandola a mirarla.

—Ni se te ocurra derramar una jodida gota. Tampoco tragues nada. Quiero limpies mi polla mientras la saco y que mantengas todo dentro.

Ren hizo todo perfectamente, una vez que Lauren salio, demandó.

—Déjalo salir ahora. Deja caiga por tus labios y corra por tu barbilla. Muéstrales mi semen para que imaginen también se corren en tu boca.

Ren abrió de a poco, entonces el líquido empeso y trasparente rodó por su barbilla hasta que terminó goteando en el suelo.

—Asombroso.—dijo Keaton.

—Lo sé.—Lauren estuvo de acuerdo—,  ella lo es y es mía.

Cuando Andrew y Keaton se volvieron para marcharse, Lauren los detuvo anunciando.

—Sí no les importa, caballeros. Tengo un castigo que impartir, me gustaría se quedasen y observen.

—Como quieras.—dijeron al unísono.

Asintiendo, Lauren volvió la atención hacia la mujer de rodillas. Luego le ordenó levantarse, ayudándola por el brazo.

—Date la vuelta, manos en la barandilla a modo que puedas sostenerte. Abre las abiertas.—giró atrás y dijo a Andrew—, tu cinturón, dámelo.

El hombre no tardó en dárselo, así que Lauren habló, esta vez hacia Keaton.

—Voy a necesitar otro instrumento. ¿Tienes en el barco un remo de algún tipo? Delgado y tiene que estar cubierto.

—Tengo uno de exhibición en el camarote.

—Traelo.

—Claro, ahora vuelvo.

Mientras Keaton iba por el implemento de castigo, Lauren acercándose a Ren, empezó a bajarle el tanga. Se acercó a su oído y gruñó .

—Tienes que salir de ellos. Esto será así, vas a ser disciplinada, esta vez no habrá azotes que contar, Ren. Te los daré hasta que me plasca, y después te voy a follar el culo y me va a encantar sentir tu piel caliente marcada, por mi y para mi.

—Aquí está.—anunció Keaton que ya había regresado.

Lauren cogió el remo de madera y lo estudió con la mano en busca de imperfecciones y muestras de estillas que hicieran más daño del debido a Ren.

—Perfecto.—dijo satisfecha.

Acto seguido devolvió el remo a Keaton, agarró el cinturón y dio dos vueltas alrededor de su mano.

—No quiero oír un solo zolloso. Si te quejas o das señal de debilidad, voy a follar tu boca mientras Keaton y Andrew te follan por el coño y el culo. Después vas a mamar nuestras pollas hasta que los tres hayamos acabado en tu boca, entonces tragaras todo. Si no obedeces cumpliré mi amenaza.

A continuación y sin preámbulo alguno, Lauren le propinó el primer azote del cinturón y Ren tambaleó un poco.

—Ah-ah.—amenazó la ojiverde—, mantén la posición o me temo que tu boca va a conseguir mucho trabajo.

Ren resistió los tres, cuatro y cinco azotes del cinturón. Un ansioso Keaton se acercaba cada vez más, buscando oír un quejido que se negaba a salir. Por otro lado, Andrew, harto de ver aquella imagen, repimia sus descontrolados impulsos de tomar a Ren en brazos y apartarla de Lauren. Deseaba tanto ofrecerle confort o simplemente balanciarla esperando alejar el dolor.

Cuando Lauren hubo acabo con el cinturón, éste fue reemplazado por el remo. El primer golpe bombeó maravillosamente en la bola de carne. Lauren trabajó su trasero desde las nalgadas hasta la parte de arriba donde sus piernas se juntaban. Golpe tras golpe, ni un solo sonido de queja.

Una vez Ren escuchó el remo chocar contra el suelo, enderezó los hombros y,  antes de que pudiera darse cuenta, Lauren la penetró por el coño, igual de brusco que la primera vez. Le mordió la extensión entre cuello y el hombro, susurrando en su oído.

—Ya esta, Ren. Déjame escucharte ahora.

Ren estaba en un transe de placer, saboreando su inminente orgasmo mientras Lauren la penetraba, y la sentía en su trasero rojo y quemante de ilógico placer.

—Oh, Lauren.—murmuró.

Ren soltó un quejido ahogado y unos más feroces cuando Lauren renaudó las embestidas. Lauren sabía Ren estaba al borde del orgasmo. Quería Ren sintiera el placer que ella estaba experimentando. Desviando la vista, incitó a sus amigos.

—Toquenla, ella lo necesita. Pueden hacerlo, pero con delicadeza, muestrenle el respeto que se acaba de ganar.

Keaton no dudo y tomo sus pechos con la boca, mientras le tocaba el estómago con caricias suaves. Andrew acunó su mejilla con una mano antes de devorarle la boca, un beso intenso y lleno de pasión.

Lauren salió de ella y sus amigos retrocedieron también, pensando era todo, pero no. Lauren simplemente se reubicó a si misma en el culo de Ren, no había utilizado lubricante, pero sabía Ren no se molestaría por eso. Ella disfrutaba de esa manera, quería esa delgada línea entre el dolor y el placer.

—Tengo aceite.—anunció el atento Andrew—, aceite bronceador aquí, en alguna parte de los compartimientos.

Sonriendo, Lauren agarró el cabello de Ren en un colega para después tirar de ella hacía atrás. Buscó sus ojos y demandó.

—Dile, Ren. Dile cómo te gusta. ¿Quieres tu culito todo mojado de aceite para que sea fácil o lo prefiere con dolor? Dile.

—Me gusta así.—Ren gimió, pérdida en la agonía del extasis—, duro y fuerte. Quiero el dolor.

Convencido, Andrew beso su boca con ferocidad, metiendo una mano entre sus muslos.

—¿Te gusta, Ren?—quiso saber Lauren.

—Si. Dios, si. Así.

—Dile a tus hombres que te toquen.—mandó.

—Toquenme, por favor.—suplicó a ambos rubios.

La boca de Keaton nunca abandonó los pechos de Ren y Andrew comenzó a penetrarla con los dedos.

—¡Oh, Dios, así!

Mientras, Lauren seguía torturandola por el culo. Percibia el orgasmo de su sumisa, así que recitó cerca de su oreja.

—¿Cómo sientes sus dedos? ¿son tan largos y duros como una polla? ¿qué sientes con dos pollas llenándote? ¿te gusta cómo él come tu pechos, cómo los lame y muerde? ¿qué harías si los dejara te follasen aquí en el suelo mientras yo veo?—por último, mordió su cuello—, vamos, Ren, déjate ir, dame tu placer.

—Hija de puta.—Andrew exclamó aún dentro de ella—, ¡se está corriendo en mi mano!

Un grito gutural desde lo más profundo de su garganta, le hizo saber a Lauren que había llegado al orgasmo.

—Eso es.—gruñó Lauren percibiendo su propia liberación acumulándose en sus testículos.

Keaton aún seguía trabajando los  pechos de Ren, en tanto Andrew acunó su mejilla mientras retiraba la mano de su coño. La mantuvo sujetada y le recogió un mechón de pelo detrás de la oreja.

—Manos en la espalda.—ordenó Lauren de pronto.

Enseguida Ren obedeció, entonces Lauren agarró sus manos, obligandola a inclinarse contra ella para dar las últimas acometidas antes de correrse. Permaneció dentro de ella incluso cuando los espasmos del clímax habían cedido casi por completo.

Al retirarse de su coño, la prueba de su propia liberación chorreó entre los muslos de Ren.

Lauren, ubicada entre los dos rubios, contemplaron la majestuosa vista.

—Date la vuelta. Muéstrales de quién es el semen que cubre tú cuerpo.

Volviéndose, y con la frente en alto, Ren clavó la mirada en la ojiverde.

—Buena chica.—giró y dijo—, Andrew, llevala al baño y asegúrate de que lo tome.—subió el cierre del pantalón y miró a su amigo—, te esperamos dentro. Keaton, ven conmigo.

Cuando los dos amigos desaparecieron, Andrew tomó en brazos a Ren, susurrandole al oído.

—Coloca tus manos alrededor de mi cuello.

Ren estaba deliciosamente devastada, así que sucumbió al trato genuino de aquel hombre; no era solo cortesía, era algo más que no comprendía, algo que apartaba de su mente a Lauren Jauregui.

Lo que Ren jamás imaginó fue que, ese hombre que la sostenía le haría olvidar a Lauren y que en él encontraría ese amor que tanto anhelaba de Lauren.

Elevando la vista, le devolvió la sonrisa.

—Gracias.—susurró antes de cerrar los ojos.

***

Presente

Ren se incorporó seguida por Lauren.

—Tengo que volver, mis pacientes esperan.

—Fue bueno volver a verte. Se te mira feliz.—expresó Lauren, fijando la mirada en su vientre—, y felicitaciones por el bebé.

Ren sonrió ampliamente. Acercándose, beso la mejilla de Lauren.

—Gracias, también me dio gusto verte, Lauren. Deberías visitarnos en Noche Buena. Andrew hará la cena.

—Suena bien.—repuso ésta—Dile a Rose Mary y Cody los espero aquí.

Ren asintió y se fue. Lauren tomó asiento nuevamente, pensando en el venidero año. ¿Qué traería? Probablemente mucho éxito, soledad y vacío.

Para Lauren, la navidad era una época como cualquier otra. Pasaba Noche Buena en casa como todas las noches, en ocasiones abría las cortinas del despacho y contemplaba los fuegos artificiales del Parque Cowley. Muchas veces preguntaba al cielo qué mal había hecho para estar condenada a la miseria y la oscuridad.

¿Algún día tendría una navidad diferente? Probablemente, no.

***

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