Arder | Versión en español

By _taini_

641K 29.4K 9.3K

Sean bienvenidos al limbo entre la vida y la muerte donde las almas de dos reyes pondrán en juego todo su pod... More

Antes de leer
Dedicatoria
Prólogo
1
2
3
4
5
6
7
8
10
11
12
13
14
Génesis
Soberbia
15
Lujuria
16
Gula
17
18
19
20
Avaricia
21
22
23
24 (Parte uno)
24 (Parte dos)
24 (Parte tres)
25
26
27
28
Especial 5k
29
30
31
32
33
34 (Parte uno)
34 (Parte dos)
34 (Parte tres)
Especial 30k
35
36
37
38
39
40
41
Ira
Crucifixión (42)
43
44 (Parte uno)
44 (Parte dos)
44 (Parte tres)
Santa Trinidad (45)
46
47
48
49
50
51

9

18.9K 659 259
By _taini_

Edén.

Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.

Pedro 5:8

ºº

La danza es armonía pura. Es el contrapeso necesario para equilibrar lo malo con lo bueno de mi vida, haciéndome danzar entre las sombras y llevándome a la zona de claridad. Si hay algo que no comprendo o me causa malestar termino optando por una buena sesión de baile para canalizar mis sentimientos y ver las soluciones, como si todo se aclarase siguiendo el compás de la música.

Hace tiempo no me veía obligada a recurrir a la danza de esa forma, solamente como una distracción y por pasión; Pero mí pensar y sentir se encuentran en una eterna disputa sobre lo ocurrido y no puedo dejarlo estar, porque las sensaciones están interrumpiendo mi paz mental y no puedo evitar sentirlas tan vívidas.

Realizo un giro con los brazos en alto y una pierna elevada y estirada hacia atrás, centrando mi peso en la izquierda y formando una figura como la bailarina de mi cajita musical, delicada y escrupulosa. O eso intento que parezca, ya que a la mitad de la pirueta termino por perder el equilibrio y regresar al mismo tedioso punto. Mis emociones contradictorias y pensamientos ruidosos no me permiten hacer lo único que disfruto en el mundo y eso comienza a irritarme. Tropecé más de cinco veces en una hora y la música clásica parece burlarse de mis alborotados fracasos. Corazón estúpido.

Durante mis años en la preparatoria aprendí las diversas maneras de manifestar al Señor a través de los gestos y palabras, una de ellas era la ayuda al prójimo. Y, sin importar tus creencias, normalmente cuando ves a alguien en estado de necesidad y luciendo tan desamparado tu corazón tiende a encogerse y alentarte a socorrerlo, rindiendo ante la blandes de la pena y dejando de lado los prejuicios. Fue exactamente lo que me ocurrió cuando reparé en la situación de él, como si todo esto me impidiese concentrarme y me desestabilizara. Caín tiene ese efecto.

Cuando se desplomó sobre mis brazos y dejó de estar consciente me tomó un par de minutos entender la situación y sacarme su peso muerto de encima, porque su trabajada figura pesa cual camión de carga y supera por mucho mi fuerza. Recurrí a Rocky y Lorenzo para transportarlo hacia mi habitación, siendo él primer hombre en dormir en mi nueva cama, pero prefería eso a que explicar porqué hay un hombre inconsciente en mi sala. Me ponía los pelos de punta pensar en verlo sedado sobre mi sofá. En el momento que fue depositado sobre mis sábanas reparé su vestir y me produzco una mezcla de asco y pena. Mis sábanas son nuevas y blancas, perdón Hale. Retiré la camisa blanca, decorada con machas de procedencia desconocida, que se había adherido a su pecho por causa del frío sudor emanado y el sorpresivo pantalón limpio de vestir negro junto a sus zapatos, terminé llevando todo a la lavadora y cubrí su esculpido cuerpo semidesnudo con mis sábanas; Para evitar que enfermara con los cambios de temperatura y por mi bienestar mental, que en ese punto ya no poseía cordura o un cuerdo razonamiento.

El deseo carnal es una puerta al castigo eterno pero los ojos han sido creados para observar maravillas, y yo tenía enfrente una que vociferaba ser contemplada. Antes de estorbar las vistas con un pedazo de tela decidí terminar de estudiar la anatomía de este hombre, la cual no se asemeja a ninguna que haya visto antes.

Sus piernas cubiertas de un fino vello y relajadas no dejaban de mostrar los músculos trabajados, luego su bóxer cubría su aparato reproductor y la zona pélvica pero el blanco de este realzaba un bulto interesante pero mis ojos se desviaron de la zona porque ya lo sentía muy personal, y mis manos terminaron por cubrir su figura hasta la altura de la cintura. Un pesar se posó en mi pecho debido a mis miradas lascivas, pero este no me impidió terminar el recorrido que había empezado con anterioridad. Su abdomen tenía un rastro de vello que se dirigía a la zona cubierta pero no le quitaba atención al abdomen marcado que se encontraba más arriba, cual dureza. En su pecho se depositaban una escasa cantidad de tatuajes que decoraban la zona a la perfección pero mis ojos se mostraron molestos ante la falta de estos, ya que se había acostumbrado a un tronco repleto de ellos. Estúpido tatuajes de Raziel. Continué repasando el marcado cuello de Caín, el cual presentaba rasguños, rastros de mordidas y chupones. La grotesca imagen logró asquearme, sin embargo decidí controlar mis dispersas hormonas, ya que el tema no era de mi incumbencia. ¿Con qué esto era lo que te mantuvo lejos de la central? Su rostro placido discrepaba con el semblante frío que cargaba gran parte del tiempo, y esto me permitió ver rasgos más finos en él, sin dejar de lado la virilidad de estos. Su perfil se veía tan vulnerable de esa forma, su rosácea boca entreabierta y su mandíbula destensada, el pecho le subía y bajaba con una paz envidiable y su desordenado cabello posaba mechones rebeldes sobre su frente, la cual no presentaba arrugas de molestia por primera vez en la vida.

Verlo de ese modo terminó por generar una gran discordia en mí, como si algo hubiese cambiado de forma brusca desde ese momento. La sensación que se espacia por mi interior terminó por disgustarme y al verme negada a ella tuve que abandonar el cuarto, para dejarlo descansar y darle un respiro a los pensamientos que recorrían mi cabeza.

Pasaron las horas y Caín no volvía a la realidad, y lo único que me aseguraba que seguía vivo era el errático movimiento de su pecho. Un par de veces me vi obligada a posar mis dedos sobre la caliente piel de su cuello para comprobar el pulso de él, y también descubrí lo cremoso y suave de esta. Mis tibias manos se vieron opacadas por la ardiente temperatura emanada de su cuerpo, como si una fuerza interior abrazara con todo lo que se atreviese acercarse a él. Normalmente su temperamento tiene esa tarea, pero parece que inconscientemente sigue produciendo una especie de barrera contra aquel que quiera demostrar importancia hacia su persona. Lo entiendo. Te entiendo.

Llegó la hora de la cena y, aunque lo conté a la hora de la preparación, me vi sorprendida cuando sentí a metros su presencia adentrarse a la cocina, teniendo en cuenta que mi mente se encontraba sumergida en la música. Fue una sensación que terminó por sacarme de onda. No oí sus pasos ni reconocí su aroma, pero fue como si cada sentido de mi cuerpo se agudizara y me advirtiera que él estaba cerca. Evité el tema y continué con la receta, la cual aprendí de mi Nana. La imagen de Caín había mejorado con el descanso pero el color volvió a su cara y las emociones a sus ojos cuando probó mi comida, inflando mi pecho con orgullo y ¿Empatía?

No sabía cuál era la historia tras su penoso estado y el bichito de la curiosidad me había picado desde el momento en el que abrí la puerta, por lo que vi ese momento como el indicado para conocer las razones de todo. Lógicamente no obtuve lo que quise pero si volví a ser sorprendida cuando el ambiente cargado de silencios tediosos se convirtió en uno de bromas y relajación, aunque no bajé la guardia. Con alguien como él es mejor nunca hacerlo. Y dudo que él lo haya hecho conmigo.

No soy de piedra y hay cosas que me son imposibles de ignorar, como la repentina afección que sentí al ver como Caín se retiraba de mi departamento, dejándome acompañada de la soledad y un mutismo sepulcral.

Cuando la madera color hueso se cerró supe que trajo consigo las conocidas barricadas invisibles entre ambos, dejando de lado la quietud y formando nuevamente la ostensible distancia. Ambos sabíamos que eso ocurriría por que en esas horas juntos fueron Edén y Caín quienes cenaron, rieron y se despidieron; Pero eso murió ese mismo día cuando me di cuenta de que fue el SubAlmirante Hale quien se vio expuesto a una situación que debilitó su funcionamiento y dejó expuesto su sentir frente a la Capitana Sánchez, y verlo de ese modo cambia todo. Y sinceramente me aterra saber quiénes saldrán a la superficie en el próximo encuentro.

La música deja de reproducirse por segundos en un silencio abrumador y vuelve a comenzar otra canción del estilo de la anterior, pero sinceramente perdí las ganas de bailar. Abandono lo que hacía para ir hacia el pequeño estéreo ubicado en la esquina del desértico salón. Hoy es una de esas noches en la que pongo en uso el permiso que me otorgó el Almirante Hale para utilizar las instalaciones del gimnasio a cualquier hora, situación que aproveché más de una vez a altas horas de la noche.

Hace dos días ocurrió mi inoportuno encuentro con Caín y las palabras dichas esa noche se repiten en mi cabeza en bucle, como si se negasen a darme tranquilidad por un par de segundos. Para mi fortuna mañana emprendo un corto viaje de tres días hacia mi tierra natal, Colombia. Iré a visitar a Nana, Luca y sus hermanos, quienes llegaron a la ciudad hace un par de días. La mera idea de volver a verlos y pasar tiempo de calidad con mi familia me pone la piel de gallinas y me da esperanzas de poder deja aquí la gran maraña de pensamientos que cargo.

Mis suaves pisadas suenan estruendosas contra el piso por culpa del excesivo eco producido por el vacío del lugar. La sala en la que bailo es la misma utilizada para el entrenamiento de combate cuerpo a cuerpo, solo que retiro las gomas del suelo para poder realizar diferentes piruetas y deslizarme con facilidad. Las tres paredes que rodean la pista están cubiertas por grandes espejos, que reflejan todos los ángulos de tu cuerpo y te permite detallar los movimientos que realizas y como se ven. Eso es lo que me hizo elegir esta zona para bailar, además se encuentra en la parte más alejada del gimnasio por lo que siento que desconecto con todo el entorno.

Salgo del lugar cargando mi bolso de entrenamiento y apago las luces de la sala, siendo mi única compañía, en la tupida oscuridad de la noche, las siluetas de diferentes tamaños de las máquinas. El vacío del gimnasio lo hace ver mucho más grande de lo que aparenta cuando se encuentran todos los soldados utilizando las instalaciones, tanto que se convierte abrumador.

Sujeto con fuerza la cuerda de mi bolsa y apresuro el paso para salir del ambiente lóbrego que se ha creado de forma repentina. En la EOEC me capacité en diferentes estilos de lucha y entrené de forma sobrehumana para tener una condición física envidiable, hecho que logré. Sin embargo, y aparte de eso, aprendí que la fuerza no es el pilar fundamental para pelear físicamente; Las debilidades del oponente lo es.

Cuando ves por primera vez a una mujer menudita voltear en tres movimientos a un hombre que supera su tamaño y altura no lo podes creer, hasta parece imposible. Luego te pones a analizar cuáles fueron sus golpes y logras dar con el hecho de que simplemente utilizó toda la fuerza del enemigo a su favor, haciendo que este tenga un resultado contrario al que planeó y termine por ceder. La estrategia mental y el análisis de la situación es lo único que no puede ser dañado a la hora de pelear, y es por eso que estudiar a nuestro contrincante es una ventaja y no solo una tarea formal de las misiones. Saber dónde, cómo y cuándo golpear determinará las consecuencias en el oponente, sin importa si has dado una patada de dos piernas o un simple pellizco.

Trabajar constantemente esa habilidad de lucha te agudiza los sentidos y te activa un sexto sentido capaz de detectar cosas sin verlas, tocarlas u olerlas. Por ejemplo, no se me hizo difícil percibir la presencia de un desconocido en el rincón extremo de mi posición, dejando mi espalda expuesta para un posible ataque. Mantengo la calma y continúo mi camino hacia la salida, pero los vellos de mi nuca se erizan indicándome la cercanía del silencioso extraño, por lo que esto me da paso a atacar.

Contengo la respiración un par de segundos antes de soltar el bolso produciendo un golpe seco que debería distraer al acosador, y así termino por llevar mi codo hacia atrás con fuerza, impactándolo contra un rostro y provocando un alarido de la persona que lo recibió. Ese golpe me da tiempo extra antes de que se recomponga para agacharme y deslizar mi pierna derecha por el suelo en círculo y dando un giro de 180º, haciéndolo caer de forma abrupta. La oscuridad no me permite detallar los rasgos del muchacho que acabo de derribar pero sus quejidos sí. Oh Dios.

- ¡¿Qué mierda Edén?! ¡Estás loca! – Ruge Raziel en el suelo, mientras lo observo desde arriba. Pongo los ojos en blanco aunque sé que no puede verme. Suelta un par de alaridos más acompañados con insultos.

- ¡Piénsatelo dos veces antes de seguirme en silencio en un gimnasio vacío a estas horas! – Estiro mi mano en su dirección y este la toma, dejándola húmeda. Ugh, sangre. La falta de luz sigue evitando que pueda ver con claridad la cara de Raziel pero por el golpe otorgado no se me hace complicado deducir que debe tener la nariz y boca cargadas de un líquido espeso y rojizo. Cuando este se encuentra frente a mi vuelvo a colgar el bolso en mi hombro, saco mi teléfono del bolsillo externo y enciendo la linterna. La débil intensidad de esta solo ilumina nuestros rostros y un poco más, dejando el resto del lugar en tinieblas y exponiéndonos como el único foco de luz dentro.

Mis ojos recorren el rostro de Raziel y noto que no me equivoqué, ya que de su nariz caen gruesos hilos de sangre en dirección a su boca, la cual me dedica una sonrisa de oreja a oreja que expone sus blancos dientes teñidos de rojo, pequeñas gotas se desprenden de su barbilla y se pierden en la oscuridad del suelo. Pongo una mueca de disgusto ante la imagen y revuelvo con mi mano libre dentro de mi bolsa para sacar una toalla, la cual utilizo para secar el sudor, y se la tiro en dirección a su rostro. Raziel logra atraparla y comienza a limpiar el desastre que decora su piel.

- No pienso disculparme por esto. – Muevo mi dedo índice de forma repetitiva entre él y yo, señalándonos. Raziel parece haber desaparecido el rastro de sangre de su rostro y lo convirtió en manchas rojizas sobre mi toalla celeste. Me la extiende para devolverla pero niego, no me apetece guardar eso en mi bolso.

- Lo que digas, muñeca latina. – En un corto movimiento la lanza para un lado del gimnasio y no vuelvo a verla. Termina su acción y posa sus grisáceos ojos en mí, los cuales se ven oscuros por la poca iluminación. La dirección de la luz viene desde abajo y esta hace sombrío su rostro, pero este rompe con la impresión cuando vuelve a regalarme otra sonrisa pero de boca cerrada. Su nariz se nota hinchada y dolorosa pero no parece afectarle, como no fuese la primera vez que le ocurre. – Ya que has terminado de dañar mi precioso rostro, ¿Nos vamos?

- ¿Y lo dices así? ¿Me acosas desde las sombras y pretendes que no me preocupe? – Cambio mi posición a una donde deposito mi peso en una sola pierna. - ¿Qué querías? ¿Matarme de un susto?

- No seas pesada. – Bufa. – No vienes hace dos días a mi departamento y me enteré que saldrás del país por unos días, por lo que vine a ver si estabas bien.

- ¿Estas celoso por qué no te he dado atención, soldado?

- Ya quisieras, muñequita. – Ahora es él quien pone los ojos en blanco. Sé que no está celoso, pero se me hace divertido molestarlo. Desde la noche en la que me presenté en su cuarto con vodka y luego huí, comenzamos una relación amistosa muy reconfortante. Su presencia me hizo dejar de sentirme tan sola y creó un vínculo de confianza interesante con el cual conocí muchos detalles de su vida privada que creía imposible de saber. Todas las noches, desde entonces, cenamos en su habitación pero con la diferencia de que no hay alcohol de por medio y que vuelvo a dormir a mi dormitorio. Asimismo, nuestro afecto logró cambiar mi relacionarme con la tropa, ya que demostró que puedo ser confiable y no solo una dictadora. Fue un ganar-ganar. Eso creo. Raziel pone una mano sobre su pecho, la cual tiene rastros de sangre seca, y abre la boca con indignación. – Simplemente me sentí reemplazado.

- Bobo.

- Pero te encanta este bobo. – Levanta sus cejas de forma sugerente. Una de las cien cosas que aprendí de Raziel es que sabe español. Por lo poco que profundizó en ese tema, solo supe que fue porque tuvo problemas con gente muy mala. Gente latina.

- El golpe te afectó más de lo que pensé. Ahora vámonos, no deberías estar aquí. – Mi mano desocupada toma el duro brazo izquierdo de él, en un intenta fallido de moverlo para irnos. Su remera manga larga no me permite apreciar sus tatuajes pero frente a mis ojos se posan los de sus manos cuando esta toma la mía y la retira de la zona que sostiene, para agarrar en el aire y mantenerla cautiva entre la grandeza de la suya. Mis cejas se juntan en señal de confusión y sus agrisados ojos se tornan prietos como la oscuridad que nos rodea, cargados de un brillo de deseo.

- Hay muchas cosas que no debería hacer pero hago. – Su voz ha adoptado un tono grave y mi mano comenzó a arder ante su contacto conocido. – Y hay una gran cantidad de cosas que quisiera hacer, pero no puedo. - Por unos segundos la intensidad de sus ojos me quita el aliento y las palabras, pero mi pecho vuelve a moverse con normalidad cuando retiro mi mano de la jaula que crea la suya y empujo con leve fuerza su pecho, en señal de que pare. ¿Qué pare? ¿Eso es lo que quiero?

- Déjate de bromitas y salgamos aquí.

Raziel alza las manos en forma de rendición y junto la fuerza necesaria para poner en movimiento mis piernas, las cuales han decidido fallar luego de ese estúpido contacto. Genial, ahora soy una niña puberta. Logramos escapar del laberinto de maquinas casi a ciegas y ahora es la luz de la luna la que nos da la posibilidad de seguir el camino hasta el Ala de Hombres, a la habitación de Raziel. Hacemos el recorrido en silencio a excepción de algunos comentarios de su parte, a los que he respondido con asentimientos, sonrisas de boca cerrada o escasos monosílabos.

No sé que me estuvo ocurriendo estos días en relación a la presencia masculina pero si puedo decir que más de una vez tengo ganas de pegar repetitivamente mi cabeza contra un muro de concreto, sobre todo cuando mi sistema motriz decide fallar para dejarme expuesta.

Una recóndita voz en mi interior grita con la necesidad de darme a entender que esta situación no es nueva para mí y que sé muy bien cómo termina, pero otro rugido interno la opaca con la meta de no revivir tiempos indeseables y poder escribir otra historia, y no algo repetido.

Sin embargo, hay una cosa que tengo clara y no habrá quien pueda con ella; Soy la protagonista de esta versión y no hay hombre que cambie eso.

ºº

La alarma de mi teléfono suena indicándome el inicio de un nuevo día, aunque el dolor esparcido por mi cuerpo evita que pueda levantarme o abrir los ojos. Apago el molesto sonido y giro para el lado contrario a la ventana para así evitar los rayos de luz que se cuelan por esta, pero al hacerlo doy con una cosa dura y caliente. ¿Qué carajos? Mis ojos se abren a una velocidad desconocida y enfocan una espalda tallada con grabados en color negro. Vuelvo a respirar cuando noto de quien se trata pero a mi corazón le toma más tiempo regresar a su ritmo normal. No lo culpo.

Me muevo con lentitud y quedo en posición boca arriba mirando hacia el techo, intentando recomponer la postura. Mi cerebro comienza a trabajar y me trae los recuerdos de la noche anterior en tandas, mostrándome lo tarde que era cuando quise regresar a mi habitación y como Raziel ofreció que pasase la noche aquí. No pasó nada, me recuerdo. Eso es bueno, ¿No?

Retiro las sábanas solo de mi parte y salgo de la cama minuciosamente, sintiendo como la piel se me eriza cuando hace contacto el frío del ambiente y con lo descubierto de mi cuerpo, que en este caso son mis piernas, brazos y pies. Con cada movimiento realizado la camiseta emana una fragancia conocida, reafirmando que es de Raziel y que lo único mío que visto son mis bragas. Mi bolso deportivo se encuentra en el sillón y de él sobresale la ropa que vestía ayer para bailar, la cual tengo que volver a usar sin más remedio. Doblo con espero la prenda prestada y la coloco en el lugar vacío que dejó mi bolsa, tomo mi teléfono de la mesa de luz y me dirijo a la puerta pisando suavemente para que la madera no cruja de manera estruendosa.

Mi mano se encuentra sobre el helado pomo y antes de girarlo un debate interno se hace presente en mí. ¿Despedirme o huir? Hemos creado un vínculo demasiado cercano como para no decirle adiós, pero sigo sin saber cómo afrontar esta clase de situaciones. El tiempo me juega en contra en estos momentos y no creo que arrebatarle el sueño sea la mejor ida, por lo que salgo de la habitación y camino al ascensor le escribo un texto explicando la situación. Sí, así huye una rata.

Todo esto me intimida y cohíbe. Es como si la presencia abrasadora de Raziel no me permitiese pensar con la claridad suficiente para tomar decisiones, y solo quisiese hacer cosas estúpidas. Ese es el efecto que tiene ese hombre tatuado sobre mí. No me gusta, es decir, no me atrae románticamente, pero no puedo negar lo bueno que está. Soy consciente de las miradas libidinosas que recibe cuando entrena o se pasea por los pasillos de la galería vistiendo su ajustado uniforme, porque son la misma cantidad de miradas de odio que recibo yo al acompañarlo. No he tenido mucha suerte desde que pisé las instalaciones de la S.W.A.T pero tener un vínculo con Raziel fue un salvavidas en tiempos de marea alta. El problema será cuando la paz reine en el océano y mi salvavidas decida dejarme a la deriva.

- ¡Capitana Sánchez! – Un llamado de atención es lo que me arranca de mis pensamientos. Freno mi caminar y volteo hacia la dirección de dónde provino el grito, y doy con la entrada al Ala de Hombres. Terrance Maxfield, soldado de mi tropa, es quien trota hacia mi posición. Sus ojos color café se achinan cuando me sonríe con cordialidad y la cicatriz depositada en su rostro parece desaparecer por segundos. - Buenos días, mi Capitana.

- Buenos días, soldado. ¿Qué se le ofrece?

- Cuando salió del edificio ha dejado caer esto, - Levanta una prenda conocida y comienzo a sentir que mi rostro toma temperatura mientras se tiñe de un color rojizo. Su mano sostiene mi sostén de una forma que balancea frente a ambos, sin ningún tipo de pudor. En mi apuro por abandonar el lugar se me ha caído y nos llevó a esta situación tan embarazosa. – parece que no se dio cuenta de que lo perdió porque iba muy centrada en sus pensamientos, al igual de que no captó mis primeros llamados.

Arrebato la pieza roja de sus manos y la introduzco en el bolso, pero esta vez lo cierro en su totalidad. Le dedico una sonrisa apenada y sus ojos compasivos no parecen juzgarme.

- Muchas gracias, soldado. Me haría muy feliz si no comentase esto con los demás.

- No se preocupe, Capitana. – Cuando estoy por darme vuelta para continuar mi camino y abandonar la embarazosa situación, Terrance vuelve a llamar mi atención pero esta vez mi reacción es de confusión. – Por cierto, felicidades.

- ¿Por? – Inquiero con curiosidad y regreso a mi anterior posición. Su expresión se torna a una de obviedad, como si estuviese claro de que habla, pero yo no tengo ni idea a que se refiere.

- Porque su relación con Lans logró lo que muchas intentaron pero no lograron; Recomponerlo.

Mi confusión aumenta al escuchar como menciona mi vínculo con Raziel, como si se tratase de uno amoroso. Alzo mi mano y lo detengo.

- ¿Pero qué dice? Mi trato con el soldado Lans es puramente amistoso, Maxfield. – Me parece ridículo tener que explicar esto, pero más ridículo suena el término amistad saliendo de mi boca cuando de esto se trata. Ignoro el sentimiento y continúo. – No sé a qué se refiere con "Recomponerlo" pero evite seguir estipulando sobre cosas ficticias.

- Disculpe el malentendido, pero todos en la central conocen a Raziel y saben que no pasa más de dos noches con la misma mujer y mucho menos deja de acostarse con otras por ella.

- ¿Qué? – Las declaraciones de Terrance y la falta de sueño comienzan a marearme. ¿Dejar de acostarse con otras por mí? Raziel me debe un par de explicaciones. Todo esto me deja claro por qué las demás me miran con odio, no es por mi amistad ni porque sea la nueva, es porque creen que salgo con el hombre tatuado y malo del lugar. Maxfield me observa como si me hubiera salido un tercer ojo y no lo culpo. - Tengo el tiempo en mi contra, soldado, por lo que voy a proceder a retirarme y a ordenarle que de esto ni una palabra. ¿De acuerdo? - Terrance asiente y la seriedad en su rostro denota sinceridad, por lo que confío en él. Sale de mi vista y vuelve por donde vino, dejándome sola con el millón de dudas que ahora me abruman.

He pasado días y noches convenciéndome de que todo lo que me provocaba la cercanía de Raziel era meramente hormonal y nuestra relación solamente era amistosa, tanto que no deparé en su actuar o sentir.

¿Qué es esto? ¿Qué soy para Raziel?

ºº

El olor a vainilla característico de Nana inunda mis fosas nasales cuando abre la puerta para recibirme. Hace 15 minutos aterrizamos en Cartagena y lo primero que le ordené a Rocky y Lorenzo fue que me llevaran hacia donde mi anterior casa. En momentos como estos un abrazo y comida casera es lo que necesito para recomponerme y ver con claridad lo que Dios ha decido poner en mi camino. O donde yo sola me he metido.

- ¡Hasta que se digna a visitar a su pobre abuela! – La dulzura de su voz no se pierde ni cuando me regaña. Sus manos aprietan mis cachetes como si se tratasen de un juguete moldeable. – Pensé que nunca volvería a ver esta carita redondita.

- ¡Nana! – Reclamo ante su cometario. Sus tersas manos abandonan mi rostro y se dirigen hasta los anteojos que se posan delante de sus oscuros ojos, intentando enfocar tras mío. Cuando parece lograrlo, estos se abren con sorpresa y su boca esboza una enorme sonrisa, ensanchando sus labios coloreados de color rojo chillón. Si hay algo que no heredé de ella fue la pasión por el maquillarme constantemente o de forma excesiva, pero a Nana parece no pasarle los años y todo lo que se pone lo luce con envidiable belleza.

- Te pedí un yerno y mira, ¡Me trajiste dos! – Alza las manos hacia el cielo. - ¡Bendito seas!

- ¡Nana! Son mis acompañantes, mis guardaespaldas. – La aclaración no hace que la sonrisa de mi abuela se borre y una risa resuena tras mío, y reconozco perfectamente que viene de Lorenzo. Sé que no comprenden de qué hablamos ya que lo hacemos en español, pero no es difícil de deducir teniendo en cuenta lo expresiva que es Nana.

- Yo no soy Dios, mi niña, no te juzgaría de traer dos hombres tan buenotes a casa. Ahora pasen, tengo prendida la estufa y no quiero que se vaya el calor.

La situación cada vez se pone peor pero finaliza cuando Nana nos da permiso para entrar a la cálida casa, que en algún momento fue mi hogar. Dentro el olor a comida casera te pone a gruñir las tripas y babear. Invité a Lorenzo y Rocky a almorzar conmigo y Nana, ya que me parecía de mal gusto dejarlos esperando dentro del auto. Además, Nana hace comida como para alimentar a la comuna entera por lo que no estaríamos escasas de alimento.

En la sala los dos hombres se han sentado en un sillón mientras son interrogados por Nana, los cuales responden a duras penas ante el mal inglés de mi abuela. La vestimenta formal de Rocky y Lorenzo parece contrastar con la decoración hogareña del lugar, haciéndolos ver fuera de lugar. Sin importar cuán grande fuera el patrimonio nuestro Nana decidió no perder sus raíces y tradiciones, ofreciéndome una vida a gusto pero teniendo presente la humildad, que es de donde venimos. Y hoy en día, sin tener en cuenta cuánto gasto en ropa o que tan caro es el par de zapatos que utilizo, cuando regreso a donde mi abuela la ostentosidad queda fuera.

Los dejo a solas por un rato para dirigirme a mi anterior habitación, pasando por el pasillo de la casa. En las paredes de este hay varios cuadros con fotos que plasman mi crecimiento físico y académico, junto a otras de Nana en su juventud. El recorrido es nostálgico y hace que mi corazón se encoja al recordar las veces que rompimos una que otra fotografía jugando a la pelota dentro con Luca.

Cuando doy con la puerta rosa pálido de mi habitación entro. El olor a rosas que me acompañó toda mi niñez y adolescencia prevalece, trayendo consigo varios recuerdos que me roban un par de sonrisas. Dentro todo está conservado como si nunca hubiese partido, estando todo en su lugar. Sobre el escritorio que sostiene la delicada caja musical hay una rosa blanca, una rosa que no pertenece allí. Frunzo el ceño y camino hasta ella para tomarla con sumo cuidado ya que la fragilidad encantadora que la caracteriza parece tentar contra su vida. Irónico. En la madera del escritorio no hay ninguna nota o indicio de cómo llegó esta hasta aquí, pero tampoco confío en que Nana la haya dejado. Continúo apreciando el blanco de sus pétalos y lo delicado de su composición hasta que escucho el abrir y cerrar de la puerta a mi espalda, indicándome la entrada de alguien. No volteo.

- Ya voy a comer, Nana.

- Oh, mi pequeño paraíso, me duele que vos no reconozcas mi presencia. – Se corta mi respiración y cada músculo de mi cuerpo se tensa. - ¿Te ha gustado mi regalo?

La profundidad de esa voz eriza los vellos de mi nuca y me hace soltar abruptamente la frágil flor, como si hubiese estado sosteniendo brazas. Miles de recuerdos viajan como imágenes por mi cabeza y mi cuerpo se paraliza, pero por inercia bajo mi mano a la parte inferior del escritorio donde guardo una pistola. Mis dedos dan con ella y en cuestión de segundos quito el seguro y me doy vuelta para apuntar al emisor de aquellas palabras.

Para mi desgracia no fui lo suficientemente rápida y el hombre frente a mí golpea mi antebrazo haciendo que afloje el agarre de la pistola y pase a estar en su dominio. A la par y con la distracción tira de mi mano y gira mi cuerpo, pegando mi espalda a su pecho, dejado que inhale la fragancia que tan bien conozco. Se mueve hacia delante conmigo y estampa el frente de mi cuerpo contra las puertas del mueble ubicado en la pared, dejando expuesto mi perfil izquierdo del rostro e imposibilitándome cualquier movimiento.

El arma se posiciona en mi cabeza pero no demuestro miedo, porque no lo siento. Mi corazón late con preocupante rapidez y todo mi entorno ha desaparecido, un calor abrumador se posa en la parte más baja de mi abdomen y amenaza con hacerse cada vez más grande.

El cañón de esta comienza a bajar y su suciedad toca mis labios, pero no puedo evitarlo por la posición de mi cara. Contra mi cuello puedo sentir la respiración de él y sobre mi cuerpo la ola de calentura emanada por el suyo, como si ambos nos convirtiéramos en una ardiente combinación de cuerpos. El camino del arma continua recorriendo mi cuello expuesto donde mi piel no deja de erizarse y la entrada a mis senos que se ven aplastados por la madera donde estoy estampada.

No se detiene allí y recorre mis pechos, rozando uno de mis pezones que de forma inmediata se pone duro, dejando en evidencia el sentimiento que comienza a expandirse en mi interior. Mis respiración se torna pesada y debo tragar saliva ante la sequia en mi boca. Su viaje no para y termina por tantear mi abdomen, al cual se le ha hecho un nudo ante la situación. La adrenalina corre por mis venas pero las sensaciones producidas por el roce debilitan mi sistema motriz.

La última parada es la zona más húmeda y caliente de mi cuerpo. Mi punto más débil. Con una pierna empuja las mías desde el centro y eso produce que dé vía libre a mi canal; La ropa me separa del contacto directo del fusil y mi sexo, pero aun así puedo sentir la presión que hace este de una forma vivida y excitante. Mi corazón parece querer salirse de mi pecho y mi respiración se ha vuelto casi tan errática como la suya. El lento movimiento del arma me lleva a morder mis labios para evitar soltar un gemido y cerrar los ojos para disfrutar la sucia escena que todo esto crea.

Él no detiene el movimiento y un empujón de su parte lo acompaña, dándome a entender con la dureza de su miembro que la situación le provoca lo mismo que a mí. Lo grotesco y obsceno de esto me lleva a imaginar cosas que no debería pensar nunca y logra que encuentre mi voz, la cual creía perdida.

- Detente. – Pronuncio de forma entrecortada, sintiendo que mi cuerpo estallará en cualquier segundo. Intento sonar convincente pero sé que no lo he logrado.

- ¿Qué hubo pues? ¿La princesa ya no quiere jugar con el dragón? – Vocifera con un penetrante tono, que se cuela en mi interior hasta llegar a mis huesos, produciendo un escalofrío desconcertantemente excitante.

- ¿Qué quieres?

- Recuperar lo que es mío. – Vuelve a trazar círculos y hacer leves presiones, y no logro ahogar el jadeo que escapa de lo más profundo de mi garganta. - ¿O hay otro pirobo que pueda mojarte así?

Él conoce la respuesta. No. No hay otro.

Si existe alguien que sea el conjunto de todas las cosas que no debes hacer, las impurezas más imperdonables y las atrocidades más estimulantes del mundo es el hombre que está masturbándome con un arma y restregando su duro miembro en la parte baja de mi espalda.

No hay quien se le compare a la representación de carne y hueso de todos mis pecados, miedos y fantasías.

Moisés.

ºº

Ta potente ;)

¿Qué piensan de lo qué le dijo Terrance a Edén? 

Moisés, ¿Quién sos? ¿Y por qué me gustas tanto?

Continue Reading

You'll Also Like

25.8K 2.5K 17
Becky llega a la Universidad con su novia friend Y le toca sentarse con freen Qué es una chica interosexual Y tiene fama De usar a las chicas pero po...
833K 50.4K 42
Paris Smith siempre ha sido una chica soñadora, talentosa, amante de todo lo que tuviera que ver con la astronomía: las estrellas, los planetas, las...
1.1M 95.5K 45
¿Y si por accidente te ganas el odio del cantante más famoso del país? *♫* Kale es el cantante juvenil más amado de la década, pero está cansado de s...
4.9M 434K 81
Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas de deseo que se prendieron dentro de mí. ...