-¡MIRA, MIRA ESE COMO JUEGA- mi primo Gabi me señala con el dedo a un pequeño cachorro que juega en su jaula. Mi primo adora a los animales, en especial a los perros. Tras dos horas más en la tienda, el hombre al ver que no adoptábamos ninguno nos echó de aquel lugar.
-Ese hombre debería estar en el infierno. Mi primo se cruza de brazos y hace una mueca como un niño pequeño a punto de formar un numerito. -Anda, que supuestamente por aquí cerca hay una heladería- veo como mi primo sonríe victorioso. Al llegar al lugar indicado por mi teléfono, ambos quedamos impresionados por la variedad de sabores. Nos acercamos a la caja y pedimos. Toso para que la mujer mayor nos atienda. -Hola, ¿qué desean?- su voz es temblorosa por los años, nos dedica una sonrisa floja y abre el congelador donde guarda todos los helados.
Mi primo se me adelanta -¿de qué es ese helado de color verde, de manzana?- mi primo habla torpemente inglés, pero se le entiende. -No, es de menta- la mujer parece molesta, mira el cartel que mi primo no ha visto donde claramente pone el nombre de todos los sabores. -ah, discúlpeme- mi primo se rasca la nuca y ríe débilmente. -No se preocupe, ¿de menta y algo más?- la señora parece perder la paciencia. -No, gracias, un cucurucho de helado de menta, nada más. Aquí tiene las cinco libras- Gabi pone el correspondiente dinero sobre la estantería que nos separa de la mujer mayor. Es mi turno y le indico que quiero un cucurucho de helado de vainilla y pistacho, tiene muy buena pinta, lamo mis labios y abro los ojos al ver mi próxima comida. Le doy el dinero a la señora y nos vamos de allí.
Caminando por londres, en Kingston Up Thames, nos llega una ráfaga de viento brutal, las servilletas que sujetaba se fueron volando junto con algún que otro papel desconocido. Cuando ya pasa, nos miramos fascinados, esto no ocurre normalmente en Santander. Nos sentamos en un banco cerca de un parque mientras acabamos nuestro helado. -Tenía pensado ir al cine- ante mi idea, mi primo abre los ojos y asiente, continuo. -Pero... estará en inglés, por lo que será difícil entender. Gabriel resopla y tira al suelo el papel de su helado que ya se ha acabado. Lo miro desconcertada y rápidamente me lanzo a coger los pequeños trozos antes de que se vuelen, cuando vuelvo de tirarlos justo al lado en una papelera, le doy un manotazo en la pierna. -¡Estúpido, esto es londres, un poco de respeto, por favor!- indignada vuelvo a sentarme y sin dirigirle más la palabra me acabo el helado. Por el rabillo del ojo veo como mi primo sonríe, no me hace gracia. Vuelvo a mirar y veo como le escribe a alguien. -¿A quién le hablas? dejo mi enfado a un lado, pues mi curiosidad es más fuerte. -A nadie, no es asunto tuyo, ¿tú no estabas enfadada?- me mira con suficiencia y vuelve a escribir. -¡Eh, no me hables así! pues claro que estoy enfadada, pero eso no quita mis ganas de saber quien es. Quizás esto sea algo que deba enmendar más adelante, pues me doy cuenta que es un error cuando mi primo se dispone a salir de aquel recinto en el que nos encontramos, dejándome sola sentada en el banco, ya está anocheciendo y tengo miedo, él no debería ir solo, no entiendo la razón de su enfado, no le he dicho nada malo, pero no pienso llamarlo.
Sola por las calles de londres, en mitad de la noche, con miedo, no sé que hora es, pero debe ser bastante tarde, me perdí y tuve que volver al punto de partida y comenzar de nuevo. No hay apenas nadie por las calles, no es del todo terrorífico, pues las luces de londres, aparte de preciosas, dan algo de claridad. Me meto por una calle donde debo pasar para llegar a la casa, que se encuentra en otro lugar con más casas iguales. Paso cerca de un señor y comienzo a temblar, tristemente, esto lo debemos de pasar muchas chicas, pero no quiero pensar en eso o él notará mi miedo. Acelero el paso cuando veo a otros dos salir de un establecimiento. Veo como parece que me siguen y mi corazón comienza a latir más fuerte, rápido cogo mi móvil y marco el primer número que se me viene a la cabeza, aquel que desde que lo tengo he memorizado como una loca. Gracias a dios, rápidamente contesta.
-¿Hola?
-M-menos mal, en...- susurro y estoy temblando, no sé que decirle. Los hombres aún me siguen y queda un largo tramo hasta llegar a mi destino, miro de un lado a otro pero no hay nadie, tengo mucho miedo.
-Tom...- comienzo a llorar pero sigo susurrando, no quiero asustarlo, pero no puedo evitarlo.
-Judith, ¿todo bien?- en su voz noto preocupación.
-¿Cómo? ah, sí ya te veo papá, anda, ¿estás con tus amigos, verdad?- rezo por que conteste como espero, como necesito.
-Sí, sí, estamos aquí tomando algunas cervezas, Ramón casi se pelea con el dueño, hoy venimos muy mosqueados del trabajo, como vea a alguien lo mato- suspiro aliviada, veo como los hombres se miran entre ellos y pensándoselo bien y dándome un buen vistazo de arriba a bajo comienzan a alejarse, soltando algún que otro gruñido y un "no está para tanto" he tenido mucha suerte.
Estallo a llantos cuando veo que ya se han ido -gracias Tom, muchas gracias- respiro intentando tranquilizarme para poder preguntarle. -¿Cómo has sabido lo que pasaba?- Tom suspira.
-Era algo evidente, sé que en Londres ya son las dos de la noche, es muy tarde, la oscuridad, tu temblor, además has empezado una conversación que aclaraba todas mis dudas, ¿se han ido?-
-Sí, gracias Tom- sigo llorando, cuanto necesito un abrazo, he pasado mucho miedo y aún tengo camino por delante. -Tom, tengo miedo-
-¿Te queda mucho camino?- afirmo y él se queda callado. -¿Y tu primo, no habías vuelto con él para un viaje?-
-Sí, pero creo que se enfadó por una tontería que dije. No sé dónde está, antes lo he llamado aunque no quería, y me ha colgado. -Lo siento, pero tu primo es un idiota, ¿cómo mierdas puede dejarte sola en otra ciudad, en otro país, y en mitad de la noche?
-No te enfades con él, no ahora, por favor-
-Está bien Judi, si ves a alguien extraño avisame, mejor que vayas corriendo hacia tu casa. ¿No tienes a algún amigo a quién llamar?- de repente es como si se me encendiera una bombilla, si mal no recuerdo es viernes, mi querida Leo debe estar de fiesta y según su horario, le toca emborracharse a las cuatro, esperemos que siga sobria. -Sí, es cierto, mi amiga Leo, no vive lejos o donde ella suele ir de fiesta no está lejos, voy a llamarla. Gracias Tom, te debo una grande, por cierto- voy a acabar de hablar cuando me interrumpe.
-Llama ya, no estés sola por más tiempo, cualquier cosa vuelve a llamarme- antes de colgarme puedo escuchar de fondo un sonido, parece una alarma. -Joder... bueno, adiós Judi, hasta pronto- me cuelga y yo me quedo apenada, me siento fatal, no sé donde se encuentra, pero debo de haberlo llamado mientras descansaba, y ahora debe volver a trabajar supongo. Pobre chico, debería de haber llamado a otra persona, y no precisamente a él, que tiene montones de obligaciones. Sigo perdida en mis pensamientos hasta que escucho un fuerte golpe, pego un leve salto y rápido llamo a Leo, que enseguida descuelga.
-¡Por fin, ni idea cuanto te he echado de menos Jud!- escucho de fondo la música a tope y sonrío con ternura al recordar ese día que fuimos de fiesta y nos encontramos con ese grupo de neandertales, les plantamos cara, estabamos juntas, y no solas, supongo que sin nadie soy una débil. -Yo también te he extrañado Leo, oye, ¿estás bebida?- ella parece ofendida. -¿Son las cuatro?- suena sarcástica -no amiga, pero necesitaba confirmación.
-¿Para?- habla seria, de pronto empieza a disminuir el ruido por el que antes ella tenía que gritar. -Estoy sola, un poco desorientada, tengo miedo y... me ha pasado algo pero no te preocupes ¿podrías venir a buscarme? si no es molestia. -¿Por qué no has empezado por ahí? ¡dame tu dirección, no tardaré!- Un segundo después de darle la dicha, escucho el motor, no cuelga el teléfono, parece haberlo dejado guardado, me habla de cómo le van las clases mientras conduce. Cinco eternos minutos después, aparece con su coche Cactus de color marrón. -¡Vamos nena, entra!- le sonrío y entro. -Gracias cielo. Suspiro aliviada, ahora me siento segura. MIentras Leo me lleva a casa, le cuento lo ocurrido anteriormente, cuando le digo que llamé a Tom, casi nos chocamos. Rebobino en el tiempo y le cuento todo lo que pasó el día antes, durante y después de la entrevista. Cuando acabo, suelta un grito y me abraza después de aparcar. -Quiero ser la madrina de tus hijos- río y asiento. -Por cierto, siento haberte arruinado tu fiesta, perdóname, pero estaba asustada. Ella con la mano le quita importancia. -Jud, no pidas perdón por eso, si te vuelve a pasar, no dudes dos veces en llamarme. -Vaaale- ella me guiña un ojo y yo le sonrío mientras bajo del coche. -¡Conduce con cuidado, avísame cuando llegues!- le grito mientras se aleja. Me alegro de haberla conocido.
Cojo las llaves y cuando abro, veo a mi primo sorprendido. -¡ERES UN PUTO IDIOTA, TE ODIO, TE JURO QUE TE ODIO, VETE AL INFIERNO, OLVÍDAME, CASI LA PALMO POR TU CULPA, HE TENIDO QUE MOLESTAR A TOM Y A LEO POR TU CULPA, TE ODIO, TE ODIO, TE PODRÍA HABER PASADO ALGO IMBÉCIL, Y ENCIMA ME CUELGAS!- me acerco a él, le doy un manotazo en la mejilla izquierda y corriendo subo las escaleras hasta llegar a mi habitación, una vez allí, doy un portazo y me tiro en la cama. No pasan ni dos minutos cuando recibo un mensaje de Leo, ya ha llegado.
Cierro mis ojos y me quedo dormida en segundos, olvidándome de todo, menos de él. Necesito volver a verle, abrazarlo, tenerlo junto a mí...
Tom. Ese nombre...