La noche que te conocí©

By Delenablogspot

129K 12.9K 4.3K

Piensa en el lugar donde me conociste: en una escapada de auto. Portada hecha por @tanficticia Hace hermosos... More

Sinopsis
La noche que te conocí
Nate para los amigos
Ladroncito Nate
Tráiler & Cast
Tres años después
Academia Aker
Vidas Cruzadas
El libro favorito
Bola de pelos: Chéster
Un vestido infernal para una noche de ensueño
Pinturitas y superhéroes
Mal tercio
¿Superman y Supergirl?
¿Qué significa perdóname?
Superman y Lois Lane
Qué jodida loca
Guardabosques
Un simple beso
La lección de Nueva York
Mina
Una reunión importante
Pecados
La búsqueda del tesoro
Pedigrí
Acción de gracias
Fantasmas
Oficial
Feliz Cumpleaños
Yonkers
La charla
Crear una vida juntos
Rachel
Navidad
Año nuevo
¡Ladroncitas!
100 k

La memoria

1.8K 246 38
By Delenablogspot

Beatriz

Estiré las comisuras del rostro en un intento de despegar los párpados, lentamente para abrirlos y parpadear. Vi un techo blanco sobre mi cabeza y vi una televisión encendida hacia el frente, con el volumen ligero. Cerré los ojos con fuerza y volví a abrirlos, me senté pesarosamente en la cama y sentí un pinchazo en la mano derecha, me di cuenta que tenía una intravenosa. Estaba en una cama de hospital, y entonces reconocí estar en la habitación de uno.

Me dolían todas y cada parte de mi cuerpo, en especial la cabeza, así que me volví a acostar en la cama. Tenía puesta una bata, ya no traía puesto mi nuevo vestido. Cuando mi estómago se quejó de dolor, me incliné hacia un costado. Cuando volví a mirar hacia el frente, encontré un reloj colgado al frente: era pasado el mediodía y por mis adentros sentí nervios porque se suponía que debía estar en la editorial trabajando.

Pensé en Nate y en lo preocupado que estaría.

Me incliné hacia la mesa de luz de mi derecha y abrí los cajones en busca de mis pertenencias, pero ahí no había nada, ni siquiera mi billetera.

La puerta de la habitación se abrió, y un enfermero con ropa azul apareció con una bandeja que cargaba un vaso de jugo, detrás de él aparecieron mis amigos: Emily y Dexter.

De pronto, muy dentro de mi pecho, sentí dolor, una inminente sensación de haberlos defraudado.

—Bea —dijo Emily y se acercaron a mí completamente, ella me tomó de la mano—. ¿Cómo te sientes?

—Hola —saludé, la voz me salió más baja de lo que esperaba. Me solté de su mano y no pude mirarla a los ojos—. Estoy bien. A diferencia de ustedes, parece que pasaron toda la noche en vela.

—Pues, así fue —respondió Dexter.

—No debieron hacerlo. —Me estiré en mi lugar nuevamente, tratando de desviar sus ojos de mí y rebusqué en los cajones—. Uhm, es extraño, pero no encuentro mis cosas.

—Es porque no están aquí.

Me detuve, sin mirarlos, luego volví a acostarme en la cama.

—Genial —respondí—. ¿Podrías prestarme tu celular, Dex? Necesito comunicarme con Nate, es tarde y se debe preguntar dónde estoy.

—No deberías preocuparte por eso ahora, Bea —dijo Dexter.

—Claramente no sabes lo paranoico que puede llegar a ser Nate. —Solté una risa cansada—. Será una llamada rápida.

—¿Qué le dirás?

—Pues, obviamente no le diré que me embriagué hasta el punto de caer en un coma etílico —solté y los miré finalmente. Sentí un nudo en la garganta y cerré los ojos. Traté de controlarme, pero la voz me falló—. Solo... solo necesito decirle que estoy bien.

—Pero, ¿lo estás? —preguntó Emily, con dulzura.

Abrí la boca para responder duramente, pero, mi voz se quebró y solté un inesperado sollozo. Me llevé las manos al rostro.

—Lo siento —dije llorando, las lágrimas se galopaban una tras otra—. Lo lamento tanto. Yo no sé qué más decir. Realmente no quiero perderlos de nuevo, por favor, no me dejen.

—Bea, no —Emily se acercó a mí, inclinándose para sostenerme las manos aún con más fuerza—. Ya pasó, ya estás a salvo. No nos iremos a ningún lado. Ey, mírame.

—Me siento muy avergonzada —continué llorando—. No sé qué puedo decirles para que me crean. No es como antes, no estoy mintiendo.

—Nosotros te creemos. No lo lamentes. Ya no vale la pena. Ten en cuenta que ahora estas aquí, que estas bien y que mejorarás, te lo aseguro.

—Pero...

—No hay peros —dijo Dexter, acariciándome la frente—. Estás a salvo, eso es lo que importa.

—¿Qué le diré a Nate? Necesitaré semanas para recuperarme de esto.

—Enfoquémonos en tu recuperación primero —respondió Emily, acariciándome la frente, apartándome el flequillo.

La tranquilidad y apoyo de mis amigos era genuina, lo sabía, así como también tenía la certeza de que no se alejarían de nuevo. No como antes. Eso me hizo sentir un poco mejor.

Me sequé las lágrimas de los ojos.

—¿Quién me trajo hasta aquí? —Sorbí la nariz—. ¿Quién me encontró?

—¿No... recuerdas? —preguntó Dexter.

Intenté pensar en todos los hechos luego de verme con Rachel en la terraza, para poder recordar.

—No —contesté luego.

Se miraron brevemente entre ellos, antes de volver a mirarme.

—¿Qué es lo que sí recuerdas?

—No mucho, o nada exactamente. Solo hay un montón de piezas incompletas en un rompecabezas.

El enfermero se acercó hacia mí con un vaso de jugo en sus manos.

—Bebe un poco —comentó.

—¿Me han... lavado el estómago?

El enfermero asintió ligeramente con la cabeza, y yo me incliné para beber. Tenía la boca seca y me dolía el estómago, pero pude tragar el jugo, pequeños sorbos reconfortantes y frescos. Cuando me detuve, el enfermero comenzó a chequear mi intravenosa, estaban hidratándome. Me dijo también que el doctor vendría a verme en cualquier momento, también mencionó que me harían unos estudios, que solo sería un chequeo, para asegurarnos de que todo estuviera en orden con mi sistema nervioso.

Cuando la puerta volvió a abrirse, me sorprendí al ver a Nate. Traía puesta su camisa blanca fuera de lugar, con tres botones desprendidos y su saco negro en una mano. Tenía rastros de sangre seca en los dedos. Ni hablar de su cabello alborotado o sus ojeras debajo de sus ojos, oscuros y cansados, como si hubiese permanecido despierto durante toda la noche.

—Es conocido como Nathan Akerman, joven de 25 años —dijo una reportera en la televisión encendida—. Fue grabado en un fuerte enfrentamiento en esta madrugada en un pub de Brooklyn. Fuentes confirman que el hombre herido se encuentra internado por graves lesiones en las costillas y el rostro, como pueden observar en el vídeo, Nathan lo golpeó hasta dejarlo inconsciente.

—¿Qué pudo hacer para que reaccionara de tal manera?

Todo lo que sabemos es que rescataron a una joven, víctima de agresión...

La televisión se apagó de pronto, Dexter se había estirado para hacerlo. Miré a Nate con los ojos abiertos y el pulso acelerado. Lo recordé todo. Desde el momento en que Rachel me drogó y llevó a Yonkers, dejándome ahí ebria, recordé a Mathew y sus manos recorriéndome todo el cuerpo. De pronto me estaba llevando hacia los salones VIP del pub, sobornó al guardia para que nos dejara entrar. Ahí adentro intenté luchar, pero, ay, me dio un golpe en la cabeza. Vi cómo todo flotaba extraño a mi alrededor. Los muebles, las luces y su cuerpo no parecían reales, estaba demasiado drogada como para notar la diferencia. Tenía solo una pregunta: ¿alguien vendría a mi rescate? Eso era poco probable, nadie me rescataría, si quería salvarme debía reaccionar. Logré dar un golpe, pensé que sería suficiente, deseaba que lo fuera porque había puesto toda mi concentración y fuerza en ello, no podría volver a hacerlo. Y fue cuando alguien interrumpió el lugar. Hubo gritos y más golpes, pero yo me quedé inconsciente.

—Bea —dijo Nate con una voz frágil que nunca había oído.

Emily se apartó de mí para quedar frente a él, poniéndole una mano en el pecho, deteniéndolo de su andar.

—Ahora no, Nathan —comenzó a decir Emily, con ademan protector.

—No voy a preguntar nada. Solo quiero ver cómo está.

—Está despierta, pero tiene que descansar.

—Está bien, Emily —dije desde la cama, me impulsé hacia arriba con cuidado para lograr sentarme con la espalda recta—. Necesito hablar con Nate. A solas.

Mi amiga se quedó quita ahí en su lugar, sospesando qué hacer. Sabía que solo quería protegerme, ella siempre había cuidado de mí, incluso cuando yo no lo hacía. Entendía su preocupación, ahora mismo me encontraba en una posición delicada. Sin embargo, respetó mi decisión.

Finalmente cedió, volvió a acercarse a mí para darme un beso cariñoso en la frente, y luego Dexter y ella caminaron hacia la puerta al igual que el enfermero. Cerraron la puerta detrás de ellos y se hizo el silencio. Sentí un amargo nudo en mi garganta, pensé en lo que estaba a punto de decir, buscando las palabras correctas para comenzar a hablar, una explicación válida a lo sucedido. Pero era inútil querer endulzar esta historia amarga, ya no podía mentir o esconder la verdad.

—Lo siento muchísimo, Nate —dije.

—¿Tú me pides disculpas? —dijo y se acercó completamente—. Fui yo quien no estuvo ahí para protegerte. Y tú me lo dijiste, me pediste que estuviera a tu lado toda la noche y no lo hice.

—No podías saber lo que pasó.

Nate soltó un suspiro, una risa cansada y se llevó las manos al rostro.

—Debí hacerlo. No estabas bien desde que salimos de tu departamento, presioné toda la situación.

—No es cierto, eso no fue lo que pasó —respondí y tragué saliva—. Yo escondí la verdad por demasiado tiempo. Iba a contártelo, lo pensé tantas veces, estuve a punto de hacerlo, pero todo pasó muy rápido, yo...—Se me quebró la voz y una espesa lágrima salió temblorosa de mi ojo—. Cuando nos conocimos, yo estaba bien. Pero, sucedió algo.

—¿Qué sucedió?

—¿De verdad quieres saberlo?

—Solo si quieres contármelo. Nunca te empujaría a que hicieras algo que no quisieras.

Desvié la mirada de sus ojos y me esforcé por no llorar. Tenía que ser fuerte y valiente. Asentí una vez con la cabeza y Nate acercó una silla hacia mi cama y se sentó junto a mí prestándome atención.

—Te había dicho que manejé bien la muerte de mi madre. Pero mentí —comencé a decir, con la mirada en dirección a mis nudillos—. Después del funeral todo se hundió. Las ventas de los libros bajaron, mi sueño se hizo pedazos sin ella. Me sentía sola. Fue horrible, y el dolor era insoportable. No sé exactamente cómo empezó todo, pero un día tuve un ataque de pánico horrible en el trabajo y mi jefa me llevó al hospital. Ahí me inyectaron un calmante y me dijeron que debía hacer una cita con un terapeuta, y lo intenté, pero no lo suficiente, al final el mismo doctor me ayudó a conseguir una receta para que tuviera el calmante. Y luego de aquel ataque de pánico parecía ser como si algo en mi interior se despertara, activándolo, pues desde ese momento, los ataques comenzaron a ocurrir más seguido. No importaba dónde me encontraba o lo que estaba haciendo. Podía activarse en medio de una charla, de una comida. Cada vez que ocurría, corría al baño más cercano o a un rincón solitario para poder tomar las gotas que me calmaban. Se sintió bien, tener algo que adormeciera el peligro. Lo malo era que, el calmante se terminó muy pronto.

» Una noche, luego del trabajo, fui por primera vez a Yonkers. Desarrollé este mal hábito con la bebida, tomaba un poco y luego bebía más hasta que mi copa estuviera vacía. Me di cuenta que cuanto más bebía, obtenía el mismo resultado que el calmante. Así que tomaba hasta adormecer todos mis sentidos. Cuando despertaba estaba tendida en el baño o en medio de la sala de mi casa. Al principio usaba la misma excusa: mi mamá. Y mis amigos me preguntaban si estaba bien y yo les metía diciendo que simplemente estaba enferma. Sabía que eso estaba mal y me prometía que no lo volvería a hacer. Y, honestamente no lo hice. No bebí nuevamente por un largo tiempo. En su lugar, probé fumar hierba. Eso no era mejor que lo otro, me constaba que no, pero era lo único que me ayudaba. Sin embargo, muy pronto, ya no era suficiente.

» Tomé mi primera pastilla de vicodina después de eso, ahí en Yonkers. Fue lo mejor que había probado. Todo era tan relajante, no sentía ningún tipo de dolor. Entonces, comencé a hacerlo más seguido. Creía que lo tenía controlado, que un par de pastillas no eran nada, pero cada vez lo quería más y más. Yo... intenté otras cosas, drogas más fuertes. Gasté todo mi dinero en eso. Llegué al punto de hacer ciertas cosas a cambio de drogas. Conocí a algunos... hombres. —Ni siquiera me molesté en ver el rostro de Nate, me miraba las manos o jugaba con las sábanas—. Consumía cosas que ellos me daban que ni siquiera sabía qué eran. Lo hacía porque era lo único que me hacía olvidar el dolor y el vacío, porque era difícil seguir respirando y eso era terriblemente asqueroso. —Tragué saliva—. Llegué a un punto en que ya no podía controlarlo más, mi cuerpo se enfermaba si no consumía o tomaba algo fuerte. Empujé a todos lejos de mi vida, mentía, Emily tuvo que pagarme una fianza porque la policía me capturó en una fiesta clandestina; me deshonré aún más robando a las personas que confiaban en mí. Hice cosas que los asustaba. Prometía mejorar, pero luego recaía. Y así una y otra vez.

» Me metí en grandes problemas, comencé a deberle dinero a gente peligrosa. Robé dinero de la caja registradora de mi trabajo. Mi jefa me descubrió, pero me dio un ultimátum, ella conoció a mi madre, lo hizo por ella, me dijo. Me propuso que fuera a rehabilitación y que esta vez fuera en serio, pero si lo rechazaba, llamaría a la policía. Pude haberle mentido, pero no fue posible porque estaba en las cámaras de seguridad. Acepté su propuesta.

» Fui a casa a hacer las maletas, llamé a Emily para decirle que volvería a rehabilitación y que iba en serio. Ella no contestó, habían pasado meses desde que ella no se ponía en contacto conmigo, pero no la culpaba. Esa misma noche me despedí de las drogas de la peor manera posible: tomé todo lo que me quedaba, no lo tiré, me lo tragué todo. Continué haciendo mis maletas, pero fue cuando comencé a sentirme enferma. Ahí en mi baño fue que colapsé.

» Pero Emily apareció. Por alguna clase de milagro había decidido escuchar mi mensaje y me creyó, creyó que de verdad iría a rehabilitación entonces condujo hacia mi casa. Si no fuera por ella, por esa última llamada, si hubiese llegado al hospital tan solo treinta minutos más tarde, habría muerto.

» Emily y Dexter cuidaron de mi todo ese tiempo en mi internación, toda la pesadilla de la desintoxicación. Luego de eso, cumplí con mi palabra y fui a rehabilitación por seis meses. Conocí a personas maravillosas que me ayudaron en la recuperación. Fue muy difícil y casi imposible de lograrlo. —Suspiré cansada, finalmente levantando la mirada hacia Nate—. Fue un proceso de aprendizaje, de aprender a sobrellevar momentos difíciles de la vida como el fracaso y la pérdida. Porque en ese momento me sentía una fracasada, como si le hubiera fallado a todo el mundo incluida a mí misma y a mis sueños. No opté por levantarme e intentarlo, opté por derrumbarme.

» No me siento orgullosa por lo que hice, ¿bien? La parte más difícil no fue decidir dejar de consumir...fue el dejar de hacerlo realmente. Pero lo hice. Una vez fuera del centro de rehabilitación continué haciendo terapia, seguí cada maldito camino de los Doce Pasos, conseguí un padrino que me ayudó muchísimo para que pudiera ver de nuevo el mundo sin oscuridad o tentaciones; hice deportes, trabajé un montón de horas para pagar mi deuda con mi jefa, mantuve mi mente ocupada. Estuve sobria por tres años... tres malditos años, hasta hoy.

Paré de hablar y miré a Nate con lágrimas contenidas. Él me miraba fijamente, también tenía lágrimas en los ojos, vi que una cayó sin aviso y sin darle tiempo de ocultarlo. No le había contado esto a nadie en años, lo había hablado en terapia y ciertamente mis amigos lo sabían porque lo vivieron conmigo.

—¿Pensaste que tenías una secretaria muy eficiente? Terminaste con una puta barata...

—Ey, para. No. —Nate reaccionó rápidamente con gesto serio, se acercó a mí y me tomó de las manos con delicadeza—. No vuelvas a decir algo así de nuevo ¿De acuerdo? Nunca. No lo eres.

—Bueno...—solté una risa triste—. Hice cosas de las que no estoy orgullosa, que sé que no eran saludables y no eran buenos para mí, lo hice para llenar este vacío. —Me llevé las manos al pecho y lo miré fijamente—. Y sí, estoy avergonzada...

—Ya, ven aquí. —Nate se acercó, se acomodó a mi lado. En un instante ya se encontraba rodeándome con el brazo detrás de mi espalda, abrazándome.

Hubo un momento de silencio prolongado entre los dos. Un momento cómodo donde me sentí a gusto estando cerca de él así. Se sintió bien que no me juzgara, sino que intentaba que no me sintiera menos. Acarició mi hombro lentamente haciendo un recorrido por mi brazo y besó mi cabeza, como si aquello era algo que podría remediar todo el daño que había causado.

Me acurruqué en su pecho sintiendo su aroma, su cuerpo tibio y acogedor.

—Nate, sé que esto es difícil de procesar —dije con un hilo en la voz—. Temo que cuando lo pienses mejor te darás cuenta de la gravedad de todo lo que he hecho, que no soy quien creías que era. Y te alejarás.

—Eso es una locura. Jamás te dejaría.

—No creo que lo comprendas —continué diciendo, estiré mi brazo hacia adelante y tiré de la manga de su camisa—. La cuestión es... Ahora que he probado la droga de nuevo, mi adicción se despertó. No puedo desasirme de ella, no completamente.

—Sí, lo sé.

—Esto será un poco más complicado de lo que crees. Voy a necesitar mucha ayuda, además de comprensión —dije y sospesé, apretando la tela de su camisa entre mis dedos—. Así que no te culparía si quieres alejarte de todo esto.

—No, detente—dijo y se apartó para mirarme—. Por favor, no me alejes. No me importa si es complicado, quiero decir sí, pero quiero estar ahí para ti. Pasaré cada momento contigo si lo necesitas. Beatriz, no sé si eres realmente consiente de lo mucho que me importas. Quiero decir, eres la persona que más quiero y yo jamás te dejaría atrás. —Nate puso su mano en mi pequeña palma y la presionó—. Te amo, Bea. De verdad que lo hago. Y nada de esto hará que desaparezca lo que siento. Entiendo que estuviste en un momento muy crítico de tu vida, entiendo lo que hiciste, pero no te veo diferente.

Asentí con la cabeza, en silencio y con lágrimas en los ojos.

—Bien —respondí—. Porque no quisiera que me vieras de otro modo. Yo ya no soy esa persona.

—Lo sé —dijo Nate, enredando sus dedos con los míos—. Todo estará bien, Bea.

—Tengo que admitir que tengo un poco de miedo —confesé—. Me cuesta creer que he vuelto a beber.

—Y yo he vuelto a pegarle a alguien frente a todo el mundo, ambos nos hemos complicado —dijo y sonreí mirándole la manga que seguía tocando con suavidad—. Saldremos de esto. Y lo haremos juntos. Yo te quiero, eres mi chica.

Levanté la mirada para mirarlo y él me besó la frente. Me acurruqué más contra su cuerpo. Finalmente había dicho la verdad, había enfrentado a mi peor miedo y nadie salió corriendo, nada irremediable me pasó. Eso me hizo sentir fuerte, como si no hubiera nada que pudiera oponerse a mí. Y eso era maravillosamente liberador.

—Ahora tenemos que hablar de otro asunto —dijo Nate en voz baja, pero con el tono más serio.

—¿Qué asunto?

—Puedes decirme quién te hizo esto. Nada malo te pasará si lo haces, quiero que lo sepas. Ya me he puesto en contacto con mis abogados, los mejores que existen. Yo te protegeré.

Me aparté un poco de él, soltándole las manos. De pronto todo mi cuerpo se había tensado, recordando la amenaza de Rachel.

—No fue nadie. Tuve una tentación —respondí.

—¿Estás segura? —insistió—. Porque encontramos una copa vacía con sustancias de narcóticos en él.

—Bueno... no lo sé. No puedo recordarlo muy bien. Todo es muy confuso.

—Quieres decir que, puedes recordar lo que sucedido luego de la bebida, pero, ¿es confuso todo lo que sucedió antes de haber tomado algo?

Me humedecí los labios. Intenté hablar, pero las palabras no me salían. Sabía que podía decirle lo que fuera a Nate, especialmente luego de haber soltado toda mi verdad, pero sabía que, si decía algo sobre esto, él no se quedaría quieto.

—¿Bea? —insistió Nate, preocupado.

—No lo sé —dije en seguida—. No sé qué decirte.

—Puedes confiar en mí.

—Lo sé. No se trata de eso.

—Entonces, ¿de qué se trata? ¿Qué ha pasado? ¿Alguien te ha dicho que guardaras silencio?

Nate me miraba fijamente. Una incredulidad enturbiaba sus facciones.

—Tienes que decírmelo, Bea. La policía necesitará saber tu parte de la historia para presentar los cargos.

—No. Quizá podríamos... dejarlo estar. Continuemos con nuestras vidas.

—¿Qué? Bea —dijo él con total seguridad, acomodándose frente a frente, mirándome fijamente—. Lo que te hicieron es muy grave. Pudiste morir, atentaron contra tu vida.

—Todos ya están hablando del asunto, meter a la policía atraerá a más prensa.

—Sí, esta persona merece eso y más por lo que te hizo. No dejaré que salga ileso.

Me llevé las manos al rostro y solté un suspiro prolongado.

—Yo sé que lo que me han hecho no está bien —dije—. Pero he trabajado muy duro por mantener esto fuera de mi vida. No quiero que nadie lo sepa. Ya es bastante horrible que mis amigos sepan que caído tan bajo de nuevo...

—Tú no caíste, te tendieron una trampa.

—Fue un accidente —solté con determinación—. Agarré la copa equivocada. 

—Bea...

—Es como tú y tu historia con Elle —contesté con firmeza—. No quiero que las personas, la prensa, lo sepa. Es demasiado personal. No podemos hacerlo.

—Podemos ser discretos, nadie lo sabrá.

—Eso es lo que pensaste, pero luego Mina te expuso ante el mundo.

—¡No podemos dejar esto como si nada! —soltó una risa sin gracia—. ¿Por qué escondes a esta persona? ¿Quién fue? ¿Qué fue lo que te dijo?

—Ya todo se acabó —dije y me volví a acurrucar contra su cuerpo, deseando que lo dejara todo atrás—. No quiero hablar del tema, por favor. Recordar la escena solamente me causa dolor.

Nate no dijo nada más sobre el asunto. Sí, tenía miedo de lo que Rachel podía hacerme, lo correcto sería hacer la denuncia y proceder con justicia. Pero no estaba preparada para hablar. Y eso tenía que ser suficiente. Temía que mi expediente estuviera en manos de la prensa y que todos hundieran sus narices en él. No importaba si no hacíamos nada, me decía, porque durante todo este tiempo a Rachel solamente le importaba el afecto y atención de Nate. Pero no lo había logrado. Ella perdía.

—Pero sí tendremos que encargarnos del hombre del pub —dijo Nate, y me acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja—. Ya todos saben sobre la pelea. Y no podré ser capaz de vivir conmigo mismo si no hago algo...

—De acuerdo —respondí, nadie quitaría conclusiones tras lo sucedido en Yonkers—. Hagamos que ese imbécil pague.

—Lo haremos de manera discreta, lo prometo. Louis y Tom nos ayudarán para hacer de testigos.

—Muy bien. Olvidaremos todo esto muy pronto.

   Muy dentro de mí sabía que eso no era verdad. Pues lo que había pasado era algo muy duro y difícil de olvidar por más que eso es lo que quisiera.

Este capítulo en particular es muy importante. ¿Imaginabas que este era el pasado que escondía Bea?

Quiero aclarar, solo en caso de que con la lectura no estuviera ya bien definido, que a Bea NO la violentaron sexualmente, sí el tal Mathew intentó pero Bea logró defenderse una última vez ante de que Nate y Emily llegaran para ayudarla.

Por cierto, espero que hayan puesto atención a este cap, porque les tengo una sorpresa: HABRÁ LIBRO 2 DE LA NOCHE QUE TE CONOCÍ.

El título del libro 2 todavía no lo voy a revelar pero será una secuela ¿qué quiere decir eso? Es una continuación a este libro.

No saben lo emocionada que estoy al respecto🧡

Realmente espero que le den una oportunidad cuando terminemos con este libro.

Estén atentos porque en cualquier momento subiré más novedades al respecto 🫶🏼

¡Muchas gracias si leíste hasta aquí!

No olvides dejar tu voto y comentario🧡

Continue Reading

You'll Also Like

67.4K 3.7K 148
Valentina una chica con una vida normal hasta que el divorcio de sus padres cambiaría su vida por completo volvería los próximos años en los peores d...
212 61 9
Black and white la banda del momento, todo el mundo sabe de ellos... Bueno, no todo el mundo. ••• Cuando tú mejor amiga te arrastra a un concierto de...
33.3M 4.3M 46
[COMPLETADA] ¿Es posible enamorarse de alguien sin conocerlo? ¿Sin haberlo visto? ¿Es posible desarrollar sentimientos por una persona que solo has e...
55.8K 2K 40
en esta historia seras Mia 🔞