Seduciendo al chef

By Bermardita

72.1K 6.4K 3.1K

Margo es una crítica gastronómica con un paladar difícil de conquistar. Solo Thomas puede satisfacerla en tod... More

SINOPSIS
1. Jugar a enredarse (+18)
2. No eres ella
3. Señorita Moir
4. Enorme culpa
5. Sentimiento familiar
5.5. Platillo favorito
7. Chef royal
7.5. Escenario incierto
8. Increíblemente hermosa
9. Llévame a casa
10. No seas codicioso
10.5. Yo lo seduciré
11. Rendido ante ella
12. Una mujer poderosa y astuta
12.5. Sin puntos grises
13. Ella era el ojo del huracán.
14. Amor a medias
15. Juego de seducción
15.5. Autenticidad del chef
16. ¿Amor a primera vista?
17. Besos húmedos

6. Ella es mi ángel

2.4K 286 89
By Bermardita

Me froté las sienes para intentar aliviar el persistente dolor de cabeza. Mi hermana discutía con Gustavo en mi oficina, dificultándome obtener un momento de paz. Solo quería tranquilidad, hacían tanto ruido que sentía mi cabeza a punto de estallar.

Alcé la mirada hacia delante, viendo con ojos distantes la conversación bulliciosa que se desataba al otro lado del escritorio. Gustavo fruncía los labios con disgusto, Alice gesticulaba con las manos sin descanso mientras hablaba. ¿Por qué no se iban?

Tenía varios documentos sin revisar, necesitaba pensar en silencio, pero los constantes murmullos en la oficina eran molestos.

―¿Cuándo se irán? ―espeté, hastiado.

―Tu expresión se volvió aterradora, Thomas ―habló Alice, una expresión incómoda se reflejó en su rostro―. A Margo no le gustará.

De nuevo la mencionó. ¿Por qué cuando ella se encontraba en desventaja nombraba a Margo con la intención de ofenderme?

―¿Está mi esposa presente para que la estés mencionando constantemente?

Arrugué el entrecejo más disgustado que antes. Si la usaba de escudo para evitar una reprimenda de sus acciones molestas, solo acabaría fastidiándome más.

―¡Cielos! ―exclamó ella a punto de echarse a llorar―. ¡Qué gruñón!

―Salgan ―pedí.

Al notar mi reciente malhumor, los dos se marcharon de la oficina en silencio. Tan pronto quedé a expensas de la soledad, solté un suspiro profundo lleno de cansancio. Los últimos días no había podido dormir bien, los preparativos del banquete se encaminaban bien, lo que me tenía un poco preocupado era el puesto vacante en el claustro.

De lo tanto que mencionaban a la señorita Moir y esa insistencia que tenían mis padres de contratarla, desplazando mis opciones a un lado como si no valiera nada, me recordaba a mi vida de antes. Era gracioso, hacía mucho tiempo que no me sentía presionado ni hostigado. No deberían tomar esta decisión sin considerar mi opinión.

Sentí un inexplicable vacío acompañado de culpa. ¿Actúe con demasiada crueldad hacia mi hermana? Ella era un poco exasperante y muy habladora, pero a veces solo era insoportable.

Algo había cambiado, algo me estaba devorando. Por más que intentara no podía obtener una respuesta, definitivamente no me sentía lúcido. ¿En qué parte comenzó a salir mal?

No podía ocultarlo más, yo no era feliz en absoluto.

Ah, me sentía agotado. Sentarme en esta silla era una molestia y una responsabilidad que no quería asumir. Sin embargo, no tenía nada más.

En ese entonces, sentarme en la silla del director era el único escape para "estar bien". Ahora no estaba seguro de esa decisión.

"Estoy exhausto"

Aventé los documentos fuera de mi oficina y aflojé la corbata alrededor de mi cuello para liberar presión. Me iba a asfixiar. Sentía como si estuviera atascado en barro.

Abandoné la oficina sin pensarlo. En el estacionamiento frente a la lujosa academia logré vislumbrar con facilidad el auto negro. Salí sin fijar una dirección definitiva, pero a medida que avanzaba, en algún momento, mi mente decidió ir a un lugar en particular.

La avenida era muy silenciosa, de hecho, creía que era la parte más calmada de la ciudad a pesar de estar situada cerca del centro.

"¿Qué estoy haciendo aquí?"

Qué idiota. Debería dar la vuelta y marcharme... pero, aun quería intentarlo. Dejé el auto frente a una casa blanca de dos niveles. Un letrero grande y familiar se alzaba sobre el techo anunciando su propósito, y al leerlo, una vez más me sentí raro. ¿Debería irme?

No creía necesitarlo, sin embargo, era consciente de que este sentimiento ocioso no haría más que incrementar. Toqué la puerta un par de veces con el temor de arrepentirme de mi decisión, y agradecí no esperar mucho tiempo.

Un hombre salió a abrir y me dejó pasar con una sorpresa suavemente dibujada en el semblante. No esperaba verme.

―Thomas Lozano... ―comenzó a decir.

―¿Tiene algo de tiempo?

―Por supuesto. ¿Qué lo trae a mi consultorio?

Comenzaba a sentirme inquieto. ¿Por qué había venido?

―Bueno... ―empecé a decir, tratando de encontrar las palabras.

―Vamos a un lugar más privado, sígame.

Por supuesto. La prisa no me dejó ver que seguíamos en la sala todavía. En la habitación contigua, me senté en un sillón de cuero negro, con las manos apoyadas sobre las piernas.

―¿Qué lo trae aquí?

―Si le soy sincero, no lo sé. Antes de darme cuenta manejaba cerca del lugar. ―Debería marcharme―. Creo que lo mejor será irme... ―Me levanté dispuesto a hacerlo, comenzaba a encontrar esta reunión innecesaria.

―Si está aquí ha de ser por algo, Thomas, ¿por qué no se queda y me hablas un rato? ―me sugirió con calma y con un tono informal. Su actitud relajada de pronto se sintió bien y me inspiró confianza por alguna razón―. No como médico, sino como un viejo conocido. ¿Eso está bien?

Para darle fuerza a sus palabras, quitó la bata blanca que envolvía su cuerpo. La dobló con cuidado antes de dejarla sobre el respaldo de una silla.

―De acuerdo ―accedí. Volví a sentarme y él me siguió, tomando el lugar a mi costado.

―Escuché que...

―Yo solo perdí los estribos por un momento ―lo interrumpí, temiendo que lo que debía decir se escapara de mis labios ante la espera de escuchar lo que iba a decir en ese momento. Apreté los puños por mi falta de educación.

―¿De verdad? Eso es raro de ti ―Él rio. El doctor ahora me hablaba de manera directa, sin restricciones y sin formalidades―. ¿Qué te molestó?

Ah...

Dejé caer la cabeza en ambas manos, frustrado. ¡Qué pérdida de tiempo, tampoco lo sabía!

―Supongo que es por el exceso de ruido ―terminé diciendo―. Quiero decir, trataron mi oficina como un lugar de juegos, yo solo quiero estar en silencio y en completa tranquilidad. Quiero poder ir a la oficina, hacer mi trabajo sin ninguna molestia, luego volver a casa y dormir.

―Uhm ―musitó, observándome con ojos analíticos. Bajo su escrutinio me sentí inquieto e incómodo―. ¿No has vuelto a cocinar?

―Solo los fines de semana.

―Oh, ¿de verdad? Pero el restaurante anterior donde eras chef principal... ¿no está bajo el mando de otro chef?

―Es así, lo visito de manera ocasional. ―Debía referirse a Á plus tard.

―Supongo que no puedes dejarlos por completo.

―Manejo un restaurante pequeño ―le comenté, más relajado―. Funciona bajo reservación, solo abre los fines de semana.

―¿Es así? ¿Cómo es que no sabía?

―Lo mantengo oculto de mi familia, espero que pueda guardar el secreto.

―Por supuesto, no hay problema. ―Su respuesta fue inmediata―. ¿Cómo se llama? ¿Debería hacer una reservación desde ya?

―Es un sitio pequeño realmente, no es un restaurante extravagante, solo atiende un máximo de tres a cinco personas a la vez.

―Comprendo, suena complicado. ¿Tienes poco personal?

―No es eso. La casa es una vivienda que está en plena remodelación todavía, planeo mudarme ahí en algún momento. Es un poco espaciosa y se me ocurrió abrir un pequeño restaurante para aprovechar el lugar.

Hablar de la casa y el restaurante me relajó más de lo esperado. De hecho, la casa llevaba dos años en mis manos, luego de reconstruirlo desde cero y notar el resultado final del sitio, lo consideré apropiado para dos propósitos: para vivir y para un restaurante.

Esa casa iba a ser de Margo, la compré sin pensar al notar su excelente ubicación y mis objetivos primordiales.

―¿Cómo te sientes al cocinar ahora?

―Evangeline no podría defraudarme.

―¿Eva... Evangeline? ―Se mostraba sorprendido, seguro habría pensado en una mujer como usualmente hacían los demás.

No era por una mujer como tal, pero sí a causa de una.

Solté una pequeña risa.

―Mi restaurante.

Él soltó un suspiro aliviado.

―¿Por qué Evangeline?

―Porque mi cocina está dedicado a una persona.

―¿Tu esposa?

Asentí.

―Eso es genial, Thomas. Eres un buen hombre.

Quería creer en eso. Deseaba ser un buen hombre para Margo, pero distaba mucho para serlo.

―¿Quieres hablar de ella? ―preguntó de pronto, tomándome desprevenido.

Reí.

―No, realmente no.

―¿No te gusta hablar al respecto?

―No es por eso,

―¿Entonces?

―Ella es demasiado encantadora. ―Aparté la vista a un lado, sintiendo cómo ascendía el calor a mi rostro. En mi mente llegaron imágenes de Margo riendo, llorando, con el rostro frustrado y enojado. Las expresiones que se dibujaban en su semblante era agradable de ver, era gratificante ver un rostro tan hermoso como el de ella cambiar de manera constante para mostrarme recuerdos valiosos.

Esos ojos negros que no poseían humildad eran capaces de hacer pedazos mi juicio para envolverme en un encanto feroz. Los adoraba. Sus ojos no eran lo único hermoso de ella, su sonrisa... ah, la imagen que guardaba en mi mente no le hacía justicia a la verdadera.

Quería verla, besarla, quería esa mirada dura de Margo en mí una vez más. Quizás...

Mi rostro se calentó todavía más ante la dirección que mis pensamientos iban siguiendo. ¿En qué estaba pensando?

―Thomas Lozano, ¿qué tienes en mente?

Traté de recobrar la postura al escuchar al doctor hablarme.

Me aclaré la garganta, avergonzado de mí mismo.

―Nada ―respondí.

―¿Es así? Pareces... aturdido. ¿Estás bien?

―Eh, sí, será mejor que me vaya. ―Me levanté del sillón, dispuesto a marcharme lo más pronto posible―. Gracias por hablar conmigo.

―Por supuesto, ven cuando puedas.

Ante el silencio de la oficina, quedé solo e inmerso en mis pensamientos. Abandoné el consultorio sin decir nada más, me encaminé al auto estacionado enfrente de la casa con la mente ocupada. Me quedé recostado en el asiento unos minutos antes de decidir marcharme.

Entonces recordé algo.

Margo a menudo era malinterpretada. Tenía una reputación en el restaurante, la consideraban un demonio por su carácter fuerte, como alguien insensible solo por ser indiferente y por su actitud frío. A ella no le temblaban los labios para soltar palabras hirientes, ni para trazar una evidente línea que demostrara el nivel en el que se encontraba al lado de otros.

Para mí, Margo no era ningún monstruo, ella era inocente y demasiado sincera. Margo era un ángel que ahuyentaba la oscuridad y todos los males que acechaban mi corazón.

Para mí, Margo era alguien que yo debía abrazar con fuerza para evitar que siguiera rompiéndose; porque bajo esas fachadas, solo estaba una mujer que no sabía cómo expresarse, que irguió un enorme muro a su alrededor para evitar ser apuñalada.

Ella era mi ángel, mi Evangeline, pero la perdí. Ella ya no estaba conmigo.

No la merecía.

Cuando se fue, parte de mi se marchó con ella. Su partida ensombreció mi vida, dejando mi mundo en agonía y sin felicidad. 

Creo que la palabra monstruo está muy arraigada en mí jajaja. En todas mis historias está presente xD

Nuestro Gustavo/Octavio tuvo una breve aparición, será el primero de muchas. ¿Harán travesuras con Margo?

Ya lo veremos 7u7

¿Creen que algo está mal en nuestro Thomas?

¿Consideran que necesita ayuda profesional? 

¿Cómo ven la historia hasta ahora? 

Gracias por leerme <3


Continue Reading

You'll Also Like

1.3M 86K 108
Alice Agnelli es obligada a trabajar para Ferrari luego de que su padre se hartara de su estilo de vida fiestero y desenfrenado, hará hasta lo imposi...
182K 12.5K 28
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
59.5M 386K 4
Sinopsis Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida, mucho, casi se puede decir que demasiado. Un alma libre, al menos así se definiría el...
481K 36.9K 54
El mundo da un vuelco cuando la primer mujer en la Fórmula 1 se hace presente en el Paddock. Camille Watson, hija del gran piloto de la F1 tendrá que...