[HIATUS] No elegí Enamorarme...

A-Malfoy-Potter

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Draco Malfoy es simpático, humilde y inteligente pero ¿sus padres ven eso? ¡claro que no! Nunca ha estado de... Еще

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Aviso importante
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20: LA CÁMARA SECRETA
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capitulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33: EL PRISIONERO DE AZKABAN
Capítulo 34
Capitulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 44
Capítulo 45: EL CÁLIZ DE FUEGO (2)
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
50
51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57 - debemos hablar

Capítulo 43

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A-Malfoy-Potter

Harry no había formado nunca parte de un grupo tan extraño. Crookshanks bajaba las escaleras en cabeza de la comitiva. Lupin, Pettigrew y Ron lo seguían, como si participaran en una carrera. Detrás iba el profesor Snape, flotando de manera fantasmal, tocando cada peldaño con los dedos de los pies y sostenido en el aire por su propia varita, con la que Sirius le apuntaba. Harry, Draco que aunque ya no lo necesitaba del todo iba apoyado en Harry y Hermione cerraban la marcha.

Fue difícil volver a entrar en el túnel. Lupin, Pettigrew y Ron tuvieron que ladearse para conseguirlo.

Lupin seguía apuntando a Pettigrew con su varita. Harry los veía avanzar de lado, poco a poco, en hilera. Crookshanks seguía en cabeza. Harry iba inmediatamente detrás de Sirius, que continuaba dirigiendo a Snape con la varita. Éste, de vez en cuando, se golpeaba la cabeza en el techo, y Harry tuvo la impresión de que Sirius no hacía nada por evitarlo, pero le sorprendió el hecho de que Draco no había dicho ni pío sobre eso.

- ¿Sabes lo que significa entregar a Pettigrew? - le dijo Sirius a Harry bruscamente, mientras avanzaban por el túnel.

- Que tú quedarás libre - respondió Harry

- Sí... - dijo Sirius - no sé si te lo ha dicho alguien, pero yo también soy tu padrino.

- Sí, ya lo sabía - respondió Harry, Draco alejo su mano del hombro de Harry  se alejo un poco, dándoles un poco mas de privacidad, o al menos un metro de ella.

- Bueno, tus padres me nombraron tutor tuyo - dijo Sirius solemnemente -, por si les sucedía algo a ellos... - Harry esperó. ¿Quería decir Sirius lo que él se imaginaba? - Por supuesto - prosiguió Blak -, comprendo que prefieras seguir con tus tíos.Pero... medítalo. Cuando mi nombre quede limpio... si quisieras cambiar de casa...

A Harry se le encogió el estómago.

- ¿Qué? ¿Vivir contigo? - preguntó, golpeándose accidentalmente la cabeza contra una piedra que sobresalía del techo -. ¿Abandonar a los Dursley?

- Claro, ya me imaginaba que no querrías - dijo inmediatamente Sirius -. Lo comprendo. Sólo pensaba que...

- Pero ¿qué dices? - exclamó Harry; con voz tan chirriante como la de Sirius - ¡Por supuesto que quiero abandonar a los Dursley! ¿Tienes casa? ¿Cuándo me puedo mudar?

Sirius se volvió hacia él. La cabeza de Snape rascó el techo, pero a Sirius no le importó.

- ¿Quieres? ¿Lo dices en serio?

- ¡Sí, muy en serio!

En el rostro demacrado de Sirius se dibujó la primera sonrisa auténtica que Harry había visto en él. La diferencia era asombrosa, como si una persona diez años más joven se perfilase bajo la máscara del consumido. Durante un momento se pudo reconocer en él al hombre que sonreía en la boda de los padres de Harry.

No volvieron a hablar hasta que llegaron al final del túnel. Crookshanks salió el primero, disparado. Evidentemente había apretado con la zarpa el nudo del tronco, porque Lupin, Pettigrew y Ron salieron sin que se produjera ningún rumor de ramas enfurecidas.

Sirius hizo salir a Snape por el agujero y luego se detuvo para ceder el paso a Harry, a Draco y a Hermione. No quedó nadie dentro. Los terrenos estaban muy oscuros. La única luz venía de las ventanas distantes del castillo. Sin decir una palabra, emprendieron el camino. Pettigrew seguía jadeando y gimiendo de vez en cuando. A Harry le zumbaba la cabeza. Iba a dejar a los Dursley, iría a vivir con Sirius Black, el mejor amigo de sus padres... Estaba aturdido. ¡Cuando dijera a los Dursley que se iba a vivir con el presidiario que habían visto en la tele...!

- Un paso en falso, Peter; y... - dijo Lupin delante de ellos, amenazador; apuntando con la varita al pecho de Pettigrew.

Atravesaron los terrenos del colegio en silencio, con pesadez. Las luces del castillo se dilataban poco a poco. Snape seguía inconsciente, fantasmalmente transportado por Sirius, la barbilla rebotándole en el pecho. Y entonces...

Una nube se desplazó. De repente, aparecieron en el suelo unas sombras oscuras. La luz de la luna caía sobre el grupo.

Snape tropezó con Lupin, Pettigrew y Ron, que se habían detenido de repente. Sirius se quedó inmóvil. Con un brazo indicó a Harry, a Draco y a Hermione que no avanzaran. Harry vio la silueta de Lupin. Se puso rígido y empezó a temblar.

- ¡Dios mío! - dijo Hermione con voz entrecortada - ¡No se ha tomado la poción esta noche! ¡Es peligroso!

- Corran - gritó Sirius - ¡Corran! ¡Ya!

Pero Harry no podía correr. Ron estaba encadenado a Pettigrew y a Lupin. Saltó hacia delante, pero Sirius lo agarró por el pecho y lo echó hacia atrás.

- Déjenmelo a mí. ¡CORRAN!

Oyeron un terrible gruñido. La cabeza de Lupin se alargaba, igual que su cuerpo. Los hombros le sobresalían. El pelo le brotaba en el rostro y las manos, que se retorcían hasta convertirse en garras. A Crookshanks se le volvió a erizar el pelo. Retrocedió.

Mientras el licántropo retrocedía, abriendo y cerrando las fauces, Sirius desapareció del lado de Harry. Se había transformado. El perro grande como un oso saltó hacia delante. Cuando el licántropo se liberó de las esposas que lo sujetaban, el perro lo atrapó por el cuello y lo arrastró hacia atrás, alejándolo de Ron y de Pettigrew. Estaban enzarzados, mandíbula con mandíbula, rasgándose el uno al otro con las zarpas.

Harry se quedó como hipnotizado. Estaba demasiado atento a la batalla para darse cuenta de nada más. Fue el grito de Hermione lo que lo alertó.

Pettigrew había saltado para tomar la varita caída de Lupin. Ron, inestable a causa del asombro al ver la escena delante de él, se desplomó en el suelo. Se oyó un estallido, se vio un relámpago y Ron quedó inmóvil en tierra. Otro estallido: Crookshanks saltó por el aire y volvió a caer al suelo.

- ¡Expeliarmo! - exclamó Harry, apuntando a Pettigrew con su varita. La varita de Lupin salió volando y se perdió de vista - ¡Quédate donde estás! - gritó Harry mientras corría.

Demasiado tarde. Pettigrew también se había transformado. Harry vio su cola pelona azotar el antebrazo de Ron a través de las esposas, y lo oyó huir a toda prisa por la hierba. Oyeron un aullido y un gruñido sordo. Al volverse, Harry vio al hombre lobo adentrándose en el bosque a la carrera.

- Sirius, ha escapado. ¡Pettigrew se ha transformado! - gritó Harry.

Sirius sangraba. Tenía heridas en el hocico y en la espalda, pero al oír las palabras de Harry volvió a salir velozmente y al cabo de un instante el rumor de sus patas se perdió.

Harry, Draco y Hermione se acercaron aprisa a Ron.

- ¿Qué le ha hecho? - preguntó Hermione.

Ron tenía los ojos entornados, la boca abierta. Estaba vivo. Oían su respiración. Pero no parecía reconocerlos.

- No sé.

Harry miró desesperado a su alrededor. Black y Lupin habían desaparecido... No había nadie cerca salvo Snape, que seguía flotando en el aire, inconsciente.

- Será mejor que los llevemos al castillo y se lo digamos a alguien - dijo Harry, apartándose el pelo de los ojos y tratando de pensar - vamos...

Oyeron un aullido que venía de la oscuridad: un perro dolorido.

- Sirius - murmuró Harry, mirando hacia la negrura.

Tuvo un momento de indecisión, pero no podían hacer nada por Ron en aquel momento, y a juzgar por sus gemidos, Black se hallaba en apuros.

Harry echó a correr; seguido por Hermione quien convenció rápidamente a Draco para que se quedara con Ron. El aullido parecía proceder de los alrededores del lago. Corrieron en aquella dirección y Harry notó un frío intenso sin darse cuenta de lo que podía suponer.

El aullido se detuvo. Al llegar al lago vieron por qué: Sirius había vuelto a transformarse en hombre. Estaba en cuclillas, con las manos en la cabeza.

- ¡Noooo! - gemía -. ¡Noooooo, por favor!

Y entonces los vio Harry. Eran los dementores. Al menos cien, y se acercaban a ellos como una masa negra. Se dio la vuelta. Aquel frío ya conocido penetró en su interior y la niebla empezó a oscurecerle la visión. Por cada lado surgían de la oscuridad más y más dementores. Los estaban rodeando...

- ¡Hermione, piensa en algo alegre! - gritó Harry levantando la varita y parpadeando con rapidez para aclararse la visión, sacudiendo la cabeza para alejar el débil grito que había empezado a oír por dentro...

«Voy a vivir con mi padrino. Voy a dejar a los Dursley

Se obligó a no pensar más que en Sirius y comenzó a repetir a gritos:

- ¡Expecto patronum! ¡Expecto patronum!

Black se estremeció. Rodó por el suelo y se quedó inmóvil, pálido como la muerte.

«Todo saldrá bien. Me iré a vivir con él.»

- ¡Expecto patronum! ¡Ayúdame, Hermione ¡Expecto patronum!

- ¡Expecto...! - susurró Hermione - ¡Expecto... expecto!

Pero no era capaz. Los dementores se aproximaban y ya estaban a tres metros escasos de ellos. Formaban una sólida barrera en torno a Harry y Hermione, y seguían acercándose...

- ¡EXPECTO PATRONUM! - gritó Harry, intentando rechazar los gritos de sus oídos - ¡EXPECTO PATRONUM!

Un delgado hilo de plata salió de su varita y bailoteó delante de él, como si fuera niebla. En ese instante, Harry notó que Hermione se desmayaba a su lado. Estaba solo, completamente solo...

- ¡Expecto...! ¡Expecto patronum!

Harry sintió que sus rodillas golpeaban la hierba fría. La niebla le nublaba los ojos. Haciendo un enorme esfuerzo, intentó recordar. Sirius era inocente, inocente...

«Todo saldrá bien. Voy a vivir con él.»

- ¡Expecto patronum! - dijo entrecortadamente.

A la débil luz de su informe patronus, vio detenerse un dementor muy cerca de él. No podía atravesar la niebla plateada que Harry había hechoaparecer, pero sacaba por debajo de la capa una mano viscosa y pútrida. Hizo un ademán como para apartar al patronus.

- ¡No... no! - exclamó Harry entrecortadamente -.Es inocente. ¡Expecto patronum!

Sentía sus miradas y oía su ruidosa respiración como un viento demoníaco. El dementor más cercano parecía haberse fijado en él. Levantó sus dos manos putrefactas y se bajó la capucha.

En el lugar de los ojos había una membrana escamosa y gris que se extendía por las cuencas. Pero tenía boca: un agujero informe que aspiraba el aire con un estertor de muerte.

Un terror de muerte se apoderó de Harry, impidiéndole moverse y hablar. Su patronus tembló y desapareció. La niebla blanca lo cegaba. Tenía que luchar... Expecto patronum... No podía ver..., a lo lejos oyó un grito conocido..., expecto patronum... Palpó en la niebla en busca de Sirius y encontró su brazo. No se lo llevarían...

Pero, de repente, un par de manos fuertes y frías rodearon el cuello de Harry. Lo obligaron a levantar el rostro. Sintió su aliento..., iban a eliminarlo primero a él... Sintió su aliento corrupto..., su madre le gritaba en los oídos..., sería lo último que oyera en la vida.

Y entonces, a través de la niebla que lo ahogaba, le pareció ver una luz plateada que adquiría brillo. Se sintió caer de bruces en la hierba.

Boca abajo, demasiado débil para moverse, sintiéndose mal y temblando, Harry abrió los ojos. Una luz cegadora iluminaba la hierba... Habían cesado los gritos, el frío se iba...

Algo hacía retroceder a los dementores... algo que daba vueltas en torno a él, a Sirius y a Hermione. Los estertores dejaban de oírse. Se iban. Volvía a hacer calor.

Haciendo acopio de todas sus fuerzas, Harry levantó la cabeza unos centímetros y vio entre la luz a un animal que galopaba por el lago. Con la m visión empañada por el sudor, Harry trató de distinguir de qué se trataba. Era brillante como un unicornio. Haciendo un esfuerzo por conservar el sentido, Harry lo vio detenerse al llegar a la otra orilla. Durante un instante vio también, junto al brillo, a alguien que daba la bienvenida al animal y levantaba la mano para acariciarlo. Alguien que le resultaba familiar. Pero no podía ser...

Harry no lo entendía. No podía pensar en nada. Sus últimas fuerzas lo abandonaron y al desmayarse dio con la cabeza en el suelo.

- Asombroso. Verdaderamente asombroso. Fue un milagro que quedaran todos con vida. No he oído nunca nada parecido. Menos mal que se encontraba usted allí, Snape...

- Gracias, señor ministro.

- Orden de Merlín, de segunda clase, diría yo. ¡Primera, si estuviese en mi mano!

- Muchísimas gracias, señor ministro.

- Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fue Black.

- En realidad fueron Potter; Weasley y Granger, señor ministro.

- ¡No!

- Black los había encantado. Me di cuenta enseguida. A juzgar por su comportamiento, debió de ser un hechizo para confundir. Me parece que creían que existía una posibilidad de que fuera inocente. No eran responsables de lo que hacían. Por otro lado, su intromisión pudo haber permitido que Black escapara... Obviamente, creyeron que podían atrapar a Black ellos solos. Han salido impunes en tantas ocasiones anteriores que me temo que se les ha subido a la cabeza... Y naturalmente, el director ha consentido siempre que Potter goce de una libertad excesiva.

- Bien, Snape. ¿Sabe? Todos hacemos un poco la vista gorda en lo que se refiere a Potter.

- Ya. Pero ¿es bueno para él que se le conceda un trato tan especial? Personalmente, intento tratarlo como a cualquier otro. Y cualquier otro sería expulsado, al menos temporalmente, por exponer a sus amigos a un peligro semejante. Fíjese, señor. ministro: contra todas las normas del colegio... después de todas las precauciones que se han tomado para protegerlo... Fuera de los límites permitidos, en plena noche, en compañía de un licántropo y un asesino... y tengo indicios de que también ha visitado Hogsmeade, pese a la prohibición.

- Bien, bien..., ya veremos, Snape. El muchacho ha sido travieso, sin duda.

Harry escuchaba acostado, con los ojos cerrados. Estaba completamente aturdido. Las palabras que oía parecían viajar muy despacio hasta su cerebro, de forma que le costaba un gran esfuerzo entenderlas. Sentía los miembros como si fueran de plomo. Sus párpados eran demasiado pesados para levantarlos. Quería quedarse allí acostado,  en aquella cómoda cama, para siempre...

- Lo que más me sorprende es el comportamiento de los dementores... ¿Realmente no sospecha qué pudo ser lo que los hizo retroceder; Snape?

- No, señor ministro. Cuando llegué, volvían a sus posiciones, en las entradas.

- Extraordinario. Y sin embargo, Black, Harry y la chica...

- Todos estaban inconscientes cuando llegué allí. Até y amordacé a Black, hice aparecer por arte de magia unas camillas y los traje a todos al castillo.

Hubo una pausa. El cerebro de Harry parecía funcionar un poco más aprisa, y al hacerlo, una sensación punzante se acentuaba en su estómago.

Abrió los ojos. Todo estaba borroso. Alguien le había quitado las gafas. Se hallaba en la oscura. enfermería. Al final de la sala podía vislumbrar a la señora Pomfrey inclinada sobre una cama y dándole la espalda. Bajo el brazo de la señora Pomfrey, distinguió el pelo rojo de Ron.

Harry volvió la cabeza hacia el otro lado. En la cama de la derecha se hallaba Hermione y en la cama siguiente se encontraba Draco. La luz de la luna caía sobre su cama. También tenía los ojos abiertos. Hermione parecía petrificada, y al ver que Harry estaba despierto, se llevó un dedo a los labios. Luego señaló la puerta de la enfermería. Estaba entreabierta y las voces de Cornelius Fudge y de Snape entraban por ella desde el corredor, Harry se dio cuenta de que Draco también tenía los ojos abiertos, pero este no lo volteo a ver, sin embargo, en sus ojos se notaba algo parecido a la decepción.

La señora Pomfrey llegó entonces caminando enérgicamente por la oscura sala hasta la cama de Harry se volvió para mirarla. Llevaba el trozo de chocolate más grande que había visto en su vida. Parecía un pedrusco.

- ¡Ah, estás despierto! - dijo con voz animada. Dejó el chocolate en la mesilla de Harry y empezó a trocearlo con un pequeño martillo.

- ¿Cómo está Ron? - preguntaron al mismo tiempo Hermione y Harry.

- Sobrevivirá - dijo la señora Pomfrey con seriedad.

- ¿Y la pierna de Draco? - volvió a preguntar Harry.

- Recuperada, pero también descansara aquí esta noche, en cuanto a ustedes dos, permanecerán aquí hasta que yo esté bien segura de que están... ¿Qué haces, Potter?

Harry se había incorporado, se ponía las gafas y tomo su varita.

- Tengo que ver al director - explicó.

- Potter - dijo con dulzura la señora Pomfrey - todo se ha solucionado. Han atrapado a Black. Lo han encerrado arriba. Los dementores le darán el Beso en cualquier momento.

- ¿QUÉ?

Harry saltó de la cama. Hermione hizo lo mismo. Pero su grito se había oído en el pasillo de fuera. Un segundo después, entraron en la enfermería Cornelius Fudge y Snape.

- ¿Qué es esto, Harry? - preguntó Fudge, con aspecto agitado - tendrías que estar en la cama... ¿Ha tomado chocolate? - le preguntó nervioso a la señora Pomfrey

- Escuche, señor ministro - dijo Harry - ¡Sirius Black es inocente! ¡Peter Pettigrew fingió su propia muerte! ¡Lo hemos visto esta noche! No puede permitir que los dementores le hagan eso a Sirius, es...

Pero Fudge movía la cabeza en sentido negativo, sonriendo ligeramente.

- Harry, Harry; estás confuso. Has vivido una terrible experiencia. Vuelve a acostarte. Está todo bajo control.

- ¡NADA DE ESO! - gritó Harry - ¡HAN ATRAPADO AL QUE NO ES!

- Señor ministro, por favor; escuche - rogó Hermione. Se había acercado a Harry y miraba a Fudge implorante - yo también lo vi. Era la rata de Ron. Es un animago. Pettigrew, quiero decir. Y..

- ¿Lo ve, señor ministro? - preguntó Snape - los dos tienen confundidas las ideas. Black ha hecho un buen trabajo con ellos...

- ¡NO ESTAMOS CONFUNDIDOS! - gritó Harry.

- Tiene razón, no lo estamos - hablo ahora Draco.

- ¿A ti también...? - comenzó Snape, pero fue interrumpido. 

- ¡Señor ministro! ¡Profesor! - dijo enfadada la señora Pomfrey -. He de insistir en que se vayan. ¡Potter es un paciente y no hay que fatigarlo!

- ¡No estoy fatigado, estoy intentando explicarles lo ocurrido! - dijo Harry furioso - si me escuchan...

Pero la señora Pomfrey le introdujo de repente un trozo grande de chocolate en la boca. Harry se atragantó y la mujer aprovechó la oportunidad para obligarle a volver a la cama.

- Ahora, por favor; señor ministro... Estos niños necesitan cuidados. Les ruego que salgan.

Volvió a abrirse la puerta. Era Dumbledore. Harry tragó con dificultad el trozo de chocolate y volvió a levantarse.

- Profesor Dumbledore, Sirius Black...

- ¡Por Dios santo! ¿Es esto una enfermería o qué? Señor director; he de insistir en que...

- Te pido mil perdones, Poppy, pero necesito cambiar unas palabras con el señor Potter, el señor Malfoy y la señorita Granger. He estado hablando con Sirius Black.

- Supongo que le ha contado el mismo cuento de hadas que metió en la cabeza de Potter - espetó Snape - ¿algo sobre una rata y sobre que Pettigrew está vivo?

- Eso es efectivamente lo que dice Black - dijo Dumbledore, examinando detenidamente a Snape por sus gafas de media luna.

- ¿Y acaso mi testimonio no cuenta para nada? - gruñó Snape - Peter Pettigrew no estaba en la Casa de los Gritos ni vi señal alguna de él por allí.

- ¡Eso es porque usted estaba inconsciente, profesor! - dijo con seriedad Hermione - no llegó con tiempo para oír...

- ¡Señorita Granger! ¡CIERRE LA BOCA!

- Vamos, Snape - dijo Fudge - la muchacha está trastornada, hay que ser comprensivos.

- Me gustaría hablar con Harry, con Draco y con Hermione a solas - dijo Dumbledore bruscamente - Cornelius, Severus, Poppy Se lo ruego, déjennos.

- Señor director - farfulló la señora Pomfrey - necesitan tratamiento, necesitan descanso.

- Esto no puede esperar -dijo Dumbledore -. Insisto.

La señora Pomfrey frunció la boca, se fue con paso firme a su despacho, que estaba al final de la sala, y dio un portazo al cerrar. Fudge consultó la gran saboneta de oro que le colgaba del chaleco.

- Los dementores deberían de haber llegado ya. Iré a recibirlos. Dumbledore, nos veremos arriba.

Fue hacia la puerta y la mantuvo abierta para que pasara Snape. Pero Snape no se movió.

- No creerá una palabra de lo que dice Black, ¿verdad? - susurró con los ojos fijos en Dumbledore.

- Quiero hablar a solas con Harry, con Draco y con Hermione - repitió Dumbledore.

Snape avanzó un paso hacia Dumbledore.

- Sirius Black demostró ser capaz de matar cuando tenía dieciséis años - dijo Snape en voz baja - no lo habrá olvidado. No habrá olvidado que intentó matarme.

(Escucha, Snape, me caes bien, pero ¡SUPERA ESO DE UNA PUTA VEZ! ¡ERAN COMPLETAMENTE INMADUROS EN ESE ENTONCES!)

- Mi memoria sigue siendo tan buena como siempre, Severus - respondió Dumbledore con tranquilidad.

Snape giró sobre los talones y salió con paso militar por la puerta que Fudge mantenía abierta. La puerta se cerró tras ellos y Dumbledore se volvió hacia Harry, Draco y Hermione. Pero solo dos empezaron a hablar al mismo tiempo.

- Señor profesor; Black dice la verdad: nosotros vimos a Pettigrew

- Escapó cuando el profesor Lupin se convirtió en hombre lobo.

- Es una rata.

- La pata delantera de Pettigrew... quiero decir; el dedo: él mismo se lo cortó.

- Pettigrew atacó a Ron. No fue Sirius.

Pero Dumbledore levantó una mano para detener la avalancha de explicaciones.

- Ahora tienen que escuchar ustedes y les ruego que no me interrumpan, porque tenemos muy poco tiempo - dijo con tranquilidad - Black no tiene ninguna prueba de lo que dice, salvo su palabra. Y la palabra de tres brujos de trece años no convencerá a nadie. Una calle llena de testigos juró haber visto a Sirius matando a Pettigrew. Yo mismo di testimonio al Ministerio de que Sirius era el guardián secreto de los Potter.

- El profesor Lupin también puede testificarlo - dijo Harry, incapaz de mantenerse callado.

- El profesor Lupin se encuentra en estos momentos en la espesura del bosque, incapaz de contarle nada a nadie. Cuando vuelva a ser humano, ya será demasiado tarde. Sirius estará más que muerto. Y además, la gente confía tan poco en los licántropos que su declaración tendrá muy poco peso. Y el hecho de que él y Sirius sean viejos amigos...

- Pero...

- Escúchame, Harry. Es demasiado tarde, ¿lo entiendes? Tienes que comprender que la versión del profesor Snape es mucho más convincente que la de ustedes.

- Él odia a Sirius - dijo Hermione con desesperación - por una broma tonta que le gastó.

- Sirius no ha obrado como un inocente. La agresión contra la señora gorda..., entrar con un cuchillo en la torre de Gryffindor... Si no encontramos a Pettigrew, vivo o muerto, no tendremos ninguna posibilidad de cambiar la sentencia.

- Pero lo hizo para proteger a alguien importante para él, no se metió al castillo por gusto y no tenía mas opciones, y si somos sinceros todos aquí hubiéramos hecho lo mismo - dijo Draco, estaba molesto a decir verdad, molesto porque Pettigrew había escapado y no pudo hacer nada, molesto porque su pad... El profesor Snape lo había desmayado apenas lo encontró, molesto con los dementores y con el ministerio...

- Además usted nos cree, ¿no?

- Sí, yo sí - respondió en voz baja - pero no puedo convencer a los demás ni desautorizar al ministro de Magia.

Harry miró fijamente el rostro serio de Dumbledore y sintió como si se hundiera el suelo bajo sus pies. Siempre había tenido la idea de que Dumbledore lo podía arreglar todo. Creía que podía sacar del sombrero una solución m asombrosa. Pero no: su última esperanza se había esfumado.

- Lo que necesitamos es ganar tiempo - dijo Dumbledore despacio. Sus ojos azul claro pasaban de Harry, a Draco y a Hermione.

- Pero... - empezó Hermione, poniendo los ojos muy redondos - ¡AH!

- Ahora presten atención - dijo Dumbledore, hablando muy bajo y muy claro - Sirius está encerrado en el despacho del profesor Flitwick, en el séptimo piso. Torre oeste, ventana número trece por la derecha. Si todo va bien, esta noche pueden salvar más de una vida inocente. Pero recuerden los tres: no los pueden ver. Señorita Granger, ya conoces las normas. Sabes lo que está en juego. No deben verlos.

Harry no entendía nada. Dumbledore se alejó y al llegar a la puerta se volvió.

- Voy a cerrar con llave. Son - consultó su reloj - las doce menos cinco. Señorita Granger; tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.

- ¿Buena suerte? - repitió Harry, cuando la puerta se hubo cerrado tras Dumbledore - ¿Tres vueltas? ¿Qué quiere decir? ¿Qué es lo que tenemos que hacer?

Pero Hermione rebuscaba en el cuello de su túnica y sacó una cadena de oro muy larga y fina.

- Ven aquí, Harry - dijo perentoriamente, Harry apenas y capto que Draco ya estaba a su lado - ¡Rápido! - Harry, perplejo, se acercó a ella. Hermione estiró la cadena por fuera de la túnica
y Harry pudo ver un pequeño reloj de arena que pendía de ella -. Así - puso la cadena también alrededor del cuello de Harry y del de Draco - ¿Preparado? - dijo jadeante.

- ¿Qué hacemos? - preguntó Harry sin comprender.

Hermione dio tres vueltas al reloj de arena.

La sala oscura desapareció. Harry tuvo la sensación de que volaba muy rápidamente hacia atrás. A su alrededor veía pasar manchas de formas y colores borrosos. Notaba palpitaciones en los oídos. Quiso gritar; pero no podía oír su propia voz.

Sintió el suelo firme bajo sus pies y todo volvió a aclararse. Se hallaba de pie, al lado de Hermione y Draco, en el vacío vestíbulo, y un chorro de luz dorada bañaba el suelo pavimentado penetrando por las puertas principales, que estaban abiertas. Miró a Hermione con la cadena clavándosele en el cuello.

- Hermione, ¿qué...?

- ¡Ahí dentro! - Hermione tomo a Harry del brazo y lo arrastró por el vestíbulo hasta la puerta del armario de la limpieza, Draco los siguió rápidamente también. Lo abrió, empujó a Harry entre los cubos y las fregonas, entró ella, Draco por último mientras cerraba la puerta detrás de el.

- ¿Qué..., cómo...? Hermione, ¿qué ha pasado?

- Hemos retrocedido en el tiempo - susurró Hermione, quitándole a Harry, a oscuras, la cadena del cuello - tres horas.

Harry se palpó la pierna y se dio un fuerte pellizco. Le dolió mucho, lo que en principio descartaba la posibilidad de que estuviera soñando.

- Pero...

- ¡Chist! ¡Escucha! ¡Alguien viene! ¡Creo que somos nosotros! - Hermione había pegado el oído a la puerta del armario - pasos por el vestíbulo... Sí, creo que somos nosotros yendo hacia la cabaña de Hagrid.

- ¿Quieres decir que estamos aquí en este armario y que también estamos ahí fuera?

- Sí - respondió Hermione, con el oído aún pegado a la puerta del armario - estoy segura de que somos nosotros. No parecen más de cuatro personas. Y... vamos despacio porque vamos ocultos por la capa invisible - dejó de hablar; pero siguió escuchando - acabamos de bajar la escalera principal...

Hermione se sentó en un cubo puesto boca abajo. Harry estaba impaciente y quería que Hermione le respondiera a algunas preguntas.

- ¿De dónde has sacado ese reloj de arena?

- Se llama giratiempo - explicó Hermione despegado su oreja de la puerta, Draco en su lugar pego la suya para seguir escuchando - me lo dio la profesora McGonagall el día que volvimos de vacaciones. Lo he utilizado durante el curso para poder asistir a todas las clases. La profesora McGonagall me hizo jurar que no se lo contaría a nadie. Tuvo que escribir un montón de cartas al Ministerio de Magia para que me dejaran tener uno. Les dijo que era una estudiante modelo y que no lo utilizaría nunca para otro fin. Le doy vuelta para volver a disponer de la hora de clase. Gracias a él he podido asistir a varias clases que tenían lugar al mismo tiempo, ¿te das cuenta? Pero, Harry, me temo que no entiendo qué es lo que quiere Dumbledore que hagamos. ¿Por qué nos ha dicho que retrocedamos tres horas? ¿En qué va a ayudar eso a Sirius?

Harry la miró en la oscuridad.

- Quizás ocurriera algo que podemos cambiar ahora - dijo pensativo - ¿Qué puede ser? Hace tres horas nos dirigíamos a la cabaña de Hagrid...

- Ya estamos tres horas antes, nos dirigimos a la cabaña - explicó Hermione - Acabamos de oírnos salir.

Harry frunció el entrecejo. Estaba estrujándose el cerebro.

- Dumbledore dijo simplemente... dijo simplemente que podíamos salvar más de una vida inocente... - y entonces se le ocurrió -: ¡Hermione, vamos a salvar a Buckbeak!

- Pero... ¿en qué ayudará eso a Sirius?

- Dumbledore nos dijo dónde está la ventana del despacho de Flitwick, donde tienen encerrado a Sirius con llave. Tenemos que volar con Buckbeak hasta la ventana y rescatar a Sirius. Sirius puede escapar montado en Buckbeak. ¡Pueden escapar juntos!

Hermione parecía aterrorizada.

- ¡Si conseguimos hacerlo sin que nos vean será un milagro!

- Bueno, tenemos que intentarlo, ¿no crees? - dijo Harry. Se levantó y se puso al lado de Draco - ¿se escucha algo?

- Tal parece que no. No se escucha desde que pasamos nosotros.

- Entonces vamos.

Harry empujó y abrió la puerta del armario. El vestíbulo estaba desierto. Tan en silencio y tan rápido como pudieron, salieron del armario y bajaron corriendo los escalones. Las sombras se alargaban. Las copas de los árboles del bosque prohibido volvían a brillar con un fulgor dorado.

- ¡Si alguien se asomara a la ventana..! - chilló Hermione, mirando hacia atrás, hacia el castillo.

- Huiremos - dijo Harry con determinación - nos internaremos en el bosque. Tendremos que ocultarnos detrás de un árbol o algo así, y estar atentos.

- ¡De acuerdo, pero iremos por detrás de los invernaderos! - dijo Hermione, sin aliento - ¡Tenemos que apartarnos de la puerta principal de la cabaña de Hagrid o de lo contrario nos veremos a nosotros mismos! Ya debemos de estar llegando a la cabaña.

Pensando todavía en las intenciones de Hermione, Harry echó a correr delante de ella, Draco le surgió el paso a su lado. Atravesaron los huertos hasta los invernaderos, se detuvieron un momento detrás de éstos y reanudaron el camino a toda velocidad, rodeando el sauce boxeador y yendo a ocultarse en el bosque...

A salvo en la oscuridad de los árboles, Harry se dio la vuelta. Unos segundos más tarde, llegó Hermione jadeando.

- Bueno - dijo con voz entrecortada - , tenemos que ir a la cabaña sin que se note. Que no nos vean, chicos.

Anduvieron en silencio entre los árboles, por la orilla del bosque. Al vislumbrar la fachada de la cabaña de Hagrid, oyeron que alguien llamaba a la puerta. Se escondieron tras un grueso roble y miraron por ambos lados. Hagrid apareció en la puerta tembloroso y pálido, mirando a todas partes para ver quién había llamado. Y Harry oyó
su propia voz que decía:

- Somos nosotros. Llevamos la capa invisible. Si nos dejas pasar; nos la quitaremos.

- No deberíais haber venido - susurró Hagrid.

Se hizo a un lado y cerró rápidamente la puerta.

- Esto es lo más raro en que me he metido en mi vida - dijo Harry con entusiasmo.

- Vamos a adelantarnos un poco - susurró Hermione - ¡Tenemos que acercarnos más a Buckbeak!

Avanzaron sigilosamente hasta que vieron al nervioso hipogrifo atado a la valla que circundaba la plantación de calabazas de Hagrid.

- ¿Ahora? - susurró Harry Draco negó con la cabeza.

- ¡No! - dijo Hermione - si nos lo llevamos ahora, los hombres de la comisión creerán que Hagrid lo ha liberado. ¡Tenemos que esperar hasta que lo vean atado!

- Eso supone unos sesenta segundos - dijo Harry. Les empezaba a parecer irrealizable.

En ese momento oyeron romperse una pieza de porcelana.

- Ya se le ha caído a Hagrid la jarra de leche - dijo Hermione - dentro de un momento encontraré a Scabbers.

Efectivamente, minutos después oyeron el chillido de sorpresa de Hermione.

- Hermione - dijo Harry de repente -, ¿y si entráramos en la cabaña y nos apoderásemos de Pettigrew?

- ¡No! - exclamó Hermione con temor - ¿No lo entiendes? ¡Estamos rompiendo una de las leyes más importantes de la brujería! ¡Nadie puede cambiar lo ocurrido, nadie! Ya has oído a Dumbledore... Si nos ven...

- Sólo nos verían Hagrid y nosotros mismos.

- Harry, ¿qué crees que pasaría si te vieras a ti mismo entrando en la cabaña de Hagrid? - dijo Hermione.

- Creería... creería que me había vuelto loco - dijo Harry - o que había magia oscura por medio.

- Exactamente. No lo comprenderías. Incluso puede que te atacaras a ti mismo. La profesora McGonagall me dijo que han sucedido cosas terribles cuando los brujos se han inmiscuido con el tiempo. ¡Muchos terminaron matando por error su propio yo, pasado o futuro!

- Vale - dijo Harry -, sólo era una idea. Yo pensaba nada más que...

- Llegaron - les susurro Draco interrumpido a Harry mientras apuntaba con la cabeza hacia la cabaña.  

Harry movió la cabeza unos centímetros para tener una visión más clara de la puerta central. Dumbledore, Fudge, el anciano de la comisión y Macnair, el verdugo, bajaban los escalones.

- ¡Estamos a punto de salir! - dijo Hermione en voz baja.

Efectivamente, un momento después se abrió la puerta trasera de la cabaña de Hagrid y Harry se vio a sí mismo con Ron, con Draco y con Hermione saliendo por ella con Hagrid. Sin duda era la situación más rara en que se había visto, permanecer detrás del árbol y verse a sí mismo en el huerto de las calabazas.

- No temas, Buckbeak - dijo Hagrid - no temas - sse volvió hacia los cuatro amigos - venga, marchense.

- Hagrid, no podemos... Les diremos lo que de verdad sucedió.

- No pueden matarlo...

- Tal vez si...

- ¡Vayanse! Ya es bastante horrible y sólo faltaría que además se metieran en un lío.

Harry vio a Hermione echando la capa invisible sobre los cuatro en el huerto de calabazas.

- Vayanse, rápido. No escuchen.

Llamaron a la puerta principal de la cabaña de Hagrid. El grupo de la ejecución había llegado. Hagrid dio media vuelta y se metió en la cabaña, dejando entreabierta la puerta de atrás. Harry vio que la hierba se aplastaba a trechos alrededor de la cabaña y oyó alejarse tres pares de pies. Él, Ron, Draco y Hermione se habían marchado, pero el Harry, el Draco y la Hermione que se ocultaban entre los árboles podían ahora escuchar por la puerta trasera lo que sucedía dentro de la cabaña.

- ¿Dónde está la bestia? - preguntó la voz fría de Macnair.

- Fu... fuera - contestó Hagrid.

Harry escondió la cabeza cuando Macnair apareció en la ventana de Hagrid para mirar a Buckbeak. Luego oyó a Fudge.

- Tenemos que leer la sentencia, Hagrid. Lo haré rápido. Y luego tú y Macnair tendrás que firmar. Macnair, tú también debes escuchar. Es el procedimiento.

El rostro de Macnair desapareció de la ventana. Tendría que ser en ese momento o nunca.

- Esperen aquí - susurró Harry a Draco y Hermione - yo lo haré.

Mientras Fudge volvía a hablar; Harry salió disparado de detrás del árbol, saltó la valla del huerto de calabazas y se acercó a Buckbeak.

- «La Comisión para las Criaturas Peligrosas ha decidido que el hipogrifo Buckbeak, en adelante el condenado, sea ejecutado el día seis de junio a la puesta del sol...»

Guardándose de parpadear; Harry volvió a mirar fijamente los feroces ojos naranja de Buckbeak e inclinó la cabeza. Buckbeak dobló las escamosas rodillas y se volvió enderezarse. Harry soltó la cuerda que ataba a Buckbeak a la valla.

- «... sentenciado a muerte por decapitación, que será llevada a cabo por el verdugo nombrado por la Comisión, Walden Macnair...»

- Vamos, Buckbeak - murmuró Harry -, ven, vamos a salvarte. Sin hacer ruido, sin hacer ruido...

- «... por los abajo firmantes.» Firma aquí, Hagrid.

Harry tiró de la cuerda con todas sus fuerzas, pero Buckbeak había clavado en el suelo las patas delanteras.

- Bueno, acabemos ya - dijo la voz atiplada del anciano de la Comisión en el interior de la cabaña de Hagrid - Hagrid, tal vez fuera mejor que te quedaras aquí dentro.

-No, quiero estar con él... No quiero que esté solo.

Se oyeron pasos dentro de la cabaña.

- Muévete, Buckbeak - susurró Harry.

Harry tiró de la cuerda con más fuerza. El hipogrifo echó a andar agitando un poco las alas con talante irritado. Aún se hallaban a tres metros del bosque y se les podía verperfectamente desde la puerta trasera de la cabaña de Hagrid.

- Un momento, Macnair; por favor - dijo la voz de Dumbledore -. Usted tambien tiene que firmar. - Los pasos se detuvieron. Buckbeak dio un picotazo al aire y anduvo algo más aprisa.

La cara pálida de Hermione asomaba por detrás de un árbol.

- ¡Harry; date prisa! - dijo.

Harry aún oía la voz de Dumbledore en la cabaña. Dio otro tirón a la cuerda. Buckbeak se puso a trotar a regañadientes. Llegaron a los árboles...

- ¡Rápido, rápido! - gritó Hermione, saliendo como una flecha de detrás del árbol, Draco la siguió y ambos tomaron también la cuerda y tirando con Harry para que Buckbeak avanzara más aprisa. Harry miró por encima del hombro. Ya estaban fuera del alcance de las miradas. Desde allí no veían el huerto de Hagrid.

- ¡Paren! - les dijo a Hermione - podrían oírnos.

La puerta trasera de la cabaña de Hagrid se había abierto de golpe. Harry, Draco, Hermione y Buckbeak se quedaron inmóviles. Incluso el hipogrifo parecía escuchar con atención. Silencio. Luego...

- ¿Dónde está? - dijo la voz atiplada del anciano de la comisión - ¿Dónde está la bestia?

- ¡Estaba atada aquí! - dijo con furia el verdugo - yo la vi. ¡Exactamente aquí!

- ¡Qué extraordinario! - dijo Dumbledore. Había en su voz un dejo de desenfado.

- ¡Buckbeak! - exclamó Hagrid con voz ronca.

Se oyó un sonido silbante y a continuación el golpe de un hacha. El verdugo, furioso, la había lanzado contra la valla. Luego se oyó el aullido y en esta ocasión pudieron oír también las palabras de Hagrid entre sollozos:

-¡Se ha ido!, ¡se ha ido! Alabado sea, ¡ha escapado! Debe de haberse soltado solo. Buckbeak, qué listo eres.

Buckbeak empezó a tirar de la cuerda, deseoso de volver con Hagrid. Harry, Draco y Hermione la sujetaron con más fuerza, hundiendo los talones en tierra.

- ¡Lo han soltado! - gruñía el verdugo - deberíamos rastrear los terrenos y el bosque.

- Macnair; si alguien ha tomado realmente a Buckbeak, ¿crees que se lo habrá llevado a pie? - le preguntó Dumbledore, que seguía hablando con desenfado - rastrea el cielo, si quieres... Hagrid, no me iría mal un té. O una buena copa de brandy.

- Por... por supuesto, profesor - dijo Hagrid, al que la alegría parecía haber dejado flojo - entre, entre...

Harry y Hermione escuchaban con atención: oyeron pasos, la leve maldición del verdugo, el golpe de la puerta y de nuevo el silencio.

- ¿Y ahora qué? - susurró Harry, mirando a su alrededor.

- Tendremos que quedarnos aquí escondidos - dijo Hermione con miedo - tenemos que esperar a que vuelvan al castillo. Luego aguardaremos a que pase el peligro y nos acercaremos a la ventana de Sirius volando con Buckbeak. No volverá por allí hasta dentro de dos horas... Esto va a resultar difícil...

Miró por encima del hombro, a la espesura del bosque. El sol se ponía en aquel momento.

- Habrá que moverse - dijo Harry, pensando - tenemos que ir donde podamos ver el sauce boxeador o no nos enteraremos de lo que ocurre.

- De acuerdo - dijo Hermione, sujetando la cuerda de Buckbeak aún más firme - Pero hemos de seguir ocultos, Harry, recuérdalo.

Se movieron por el borde del bosque, mientras caía la noche, hasta ocultarse tras un grupo de árboles entre los cuales podían distinguir el sauce.

- ¡Ahí está Ron! - dijo Harry de repente.

Una figura oscura corría por el césped y el aire silencioso de la noche les transmitió el eco de su grito.

- Aléjate de él..., aléjate... Scabbers, ven aquí...

Y entonces vieron a otras tres figuras que salían de la nada. Harry se vio a sí mismo y a Hermione y a Draco siguiendo a Ron. Luego vio a Ron lanzándose en picado.

- ¡Te he atrapado! Vete, gato asqueroso.

- ¡Ahí está Sirius! - dijo Harry. El perrazo había surgido de las raíces del sauce. Lo vieron derribar a Harry y sujetar a Ron para que después Draco lo empujara a el y se llevara a el rubio - desde aquí parece incluso más horrible, ¿verdad? - añadió mientras el perro arrastraba a el otro Draco hasta meterlo entre las raíces - ¡Eh, mira! El árbol acaba de pegarme. Y también a ti. Y mira a Ron. ¡Qué situación más rara!

El sauce boxeador crujía y largaba puñetazos con sus ramas más bajas. Podían verse a sí mismos corriendo de un lado para otro en su intento de alcanzar el tronco. Y de repente el árbol se quedó quieto.

- Crookshanks ya ha apretado el nudo - explicó Hermione.

- Allá vamos... - murmuró Harry - ya hemos entrado.

En cuanto desaparecieron, el árbol volvió a agitarse. Unos segundos después, oyeron pasos cercanos. Dumbledore, Macnair, Fudge y el anciano de la Comisión se dirigían al castillo.

- ¡En cuanto bajamos por el pasadizo! - dijo Hermione - ¡Ojalá Dumbledore hubiera venido con nosotros...!

- Macnair y Fudge habrían venido también - dijo Harry con tristeza - te apuesto lo que quieras a que Fudge habría ordenado a Macnair que matara a Sirius allí mismo.

Vieron a los cuatro hombres subir por la escalera de entrada del castillo y perderse de vista. Durante unos minutos el lugar quedó vacío. Luego...

- ¡Aquí viene Lupin! - dijo Harry al ver a otra persona que bajaba la escalera y se dirigía corriendo hacia el sauce. Harry miró al cielo. Las nubes ocultaban la luna. Vieron que Lupin cogía del suelo una rama rota y apretaba con ella el nudo del tronco. El árbol dejó de dar golpes y también Lupin desapareció por el hueco que había entre las raíces.

- ¡Ojalá hubiera cogido la capa! - dijo Harry - está ahí... - Se volvió a Hermione - si saliera ahora corriendo y me la llevara, no la podría coger Snape.

- ¡Harry, no nos deben ver!

- ¿Cómo puedes soportarlo? - le preguntó a Hermione con irritación - ¿estar aquí y ver lo que sucede sin hacer nada? - Dudó - ¡Voy a tomae la capa!

- ¡Harry, no! - advirtió Hermione.

Draco se levanto al igual que Harry, sin embargo, con una fuerza que Harry desconocía lo tomo de los hombros y lo obligo a esconderse otra vez. En ese momento oyeron cantar a alguien. Era Hagrid, que se dirigía hacia el castillo, cantando a voz en grito y oscilando ligeramente al caminar. Llevaba una botella grande en la mano.

- ¿Lo ves? - susurro Hermione - ¿Ves lo que habría ocurrido? ¡Tenemos que estar donde nadie nos pueda ver! ¡No, Buckbeak!

El hipogrifo hacia intentos desesperados por ir hacia Hagrid. Harry aferró también la cuerda para sujetar a Buckbeak al igual que Draco. Observaron a Hagrid, que iba haciendo eses hacia el castillo. Desapareció. Buckbeak cejó en sus intentos de escapar. Abatió la cabeza con tristeza.

Apenas dos minutos después las puertas del castillo volvieron a abrirse y Snape apareció corriendo hacia el sauce, en pos de ellos. Harry cerró fuertemente los puños al ver que Snape se detenía cerca del árbol, mirando a su alrededor. Cogió la capa y la sostuvo en alto.

- Aparta de ella tus asquerosas manos - murmuró Harry entre dientes.

- ¡Chist! - volvió a regañar Hermione.

- ¡Hey! - susurro Harry al sentir un pequeño golpe en su cabeza.

- Recuerda que apestar de todo sigue siendo mi padrino.

- Lo siento - le respondió de regreso Harry.

Snape cogió la rama que había usado Lupin para inmovilizar el árbol, apretó el nudo con ella y, cubriéndose con la capa, se perdió de vista.

- Ya está - dijo Hermione en voz baja - ahora ya estamos todos dentro. Y ahora sólo tenemos que esperar a que volvamos a salir...

Toml el extremo de la cuerda de Buckbeak y lo amarró firmemente al árbol más cercano. Luego se sentó en el suelo seco, rodeándose las rodillas con los brazos.

- Harry, hay algo que no comprendo... ¿Por qué no atraparon a Sirius los dementores? Recuerdo que se aproximaban a él antes de que yo me desmayara.

Harry se sentó también, Draco se sentó a su lado.  Explicó lo que había visto. Cómo, en el momento en que el dementor más cercano acercaba la boca a Sirius, algo grande y plateado llegó galopando por el lago y ahuyentó a los dementores.

Cuando terminó Harry de explicarlo, Hermione tenía la boca abierta y Draco parecía confundido.

- Pero ¿qué era?

- Sólo hay una cosa que puede hacer retroceder a los dementores - dijo Harry - Un verdadero patronus, un patronus poderoso.

- Lo sabemos - dijo Draco - pero ¿quién lo hizo aparecer?

Harry no dijo nada. Volvió a pensar en la persona que había visto en la otra orilla del lago.Imaginaba quién podía ser... Pero ¿cómo era posible?

- ¿No viste qué aspecto tenía? - preguntó Hermione con impaciencia - ¿Era uno de los profesores?

- No.

- Pero tuvo que ser un brujo muy poderoso para alejar a todos los dementores... Si el patronus brillaba tanto, ¿no lo iluminó? ¿No pudiste ver...?

- Sí que lo vi - dijo Harry pensativo - aunque tal vez lo imaginase. No pensaba con claridad. Me desmayé inmediatamente después...

- ¿Quién te pareció que era?

- Me pareció - Harry tragó saliva, consciente de lo raro que iba a sonar aquello -, me pareció mi padre.

Miró a Hermione y vio que estaba con la boca abierta. La muchacha volteo a ver a Draco que parecía estar casi igual, después la chica lo miro con una mezcla de inquietud y pena.

- Harry, tu padre está..., bueno..., está muerto - dijo en voz baja.

- Lo sé - dijo Harry rápidamente.

- ¿Crees que era su fantasma?

- No lo sé. No... Parecía sólido.

- Pero entonces...

- Quizá tuviera alucinaciones - dijo Harry - pero a juzgar por lo que vi, se parecía a él. Tengo fotos suyas... - Hermione seguía mirándolo como preocupada por su salud mental - sé que parece una locura - añadió Harry con determinación. Se volvió para echar un vistazo a Buckbeak, que metía el pico en la tierra, buscando lombrices.Pero no miraba realmente al hipogrifo.

Pensaba en su padre y en sus tres amigos de toda la vida. Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta... ¿No habrían estado aquella noche los cuatro en los terrenos del castillo? Colagusano había vuelto a aparecer aquella noche, cuando todo el mundo pensaba que estaba muerto. ¿Era imposible que su padre hubiera hechó lo mismo? ¿Había visto visiones en el lago? La figura había estado demasiado lejos para distinguirla bien, y sin embargo, antes de perder el sentido, había estado seguro de lo que veía.

Las hojas de los árboles susurraban movidas por la brisa. La luna aparecía y desaparecía tras las nubes. Hermione se sentó de cara a el sauce, Draco se recostó débilmente en el hombro de Harry, tal vez para mostrarle su apoyo..., o tal vez solo tenia sueño.

Y entonces, después de una hora...

- ¡Ya salen! - exclamó Hermione. Se pusieron en pie. Buckbeak levantó la cabeza. Vieron a Lupin, Ron y Pettigrew saliendo con dificultad del agujero de las raíces. Luego salió Hermione junto con Draco. Luego Snape, inconsciente, flotando. A continuación iban Harry y Black. Todos echaron a andar hacia el castillo. El corazón de Harry comenzaba a latir muy fuerte. Levantó la vista al cielo. De un momento a otro pasaría la nube y la luna quedaría al descubierto...

- Harry -musitó Hermione, como si adivinara lo que pensaba él -, tenemos que quedarnos aquí. No nos deben ver. No podemos hacer nada.

- ¿Y vamos a consentir que Pettigrew vuelva a escaparse? - dijo Harry en voz baja.

- ¿Y cómo esperas encontrar una rata en la oscuridad? - le atajó Hermione - no podemos hacer nada. Si hemos regresado es sólo para ayudar a Sirius. ¡No debes hacer nada más!

- Está bien.

La luna salió de detrás de la nube. Vieron las pequeñas siluetas detenerse en medio del césped. Luego las vieron moverse.

- ¡Mira a Lupin! - susurró Hermione - se está transformando.

- ¡Hermione! - dijo Harry de repente -. ¡Tenemos que hacer algo!

- No podemos. Te lo estoy diciendo todo el tiempo.

- ¡No hablo de intervenir! ¡Es que Lupin se va a adentrar en el bosque y vendrá hacia aquí!

Hermione ahogó un grito.

- ¡Rápido! - gimió, apresurándose a desatar a Buckbeak - ¡Rápido! ¿Dónde vamos? ¿Dónde nos ocultamos? ¡Los dementores llegarán de un momento a otro!

- ¡La cabaña...! - comenzó Draco.

- ¡Volvamos a la cabaña de Hagrid! - completo Harry - ahora está vacía. ¡Vamos!

Corrieron todo lo aprisa que pudieron. Buckbeak iba detrás de ellos a medio galope.

Oyeron aullar al hombre lobo a sus espaldas.

Vieron la cabaña. Harry derrapó al llegar a la puerta. La abrió de un tirón y dejó pasar a Hermione, a Draco y a Buckbeak, que entraron como un rayo. Harry entró detrás de ellos y echó el cerrojo. Fang, el perro jabalinero, ladró muy fuerte.

- ¡Silencio, Fang, somos nosotros! - dijo Hermione, avanzando rápidamente hacia él y acariciándole las orejas para que callara -¡Nos hemos salvado por poco! - dijo a los chicos.

- Sí...

Harry miró por la ventana. Desde allí era mucho más difícil ver lo que ocurría. Buckbeak parecía muy contento de volver a casa de Hagrid. Se echó delante del fuego, plegó las alas con satisfacción y se dispuso a echar un buen sueñecito.

- Será mejor que salga - dijo Harry pensativo - desde aquí no veo lo que ocurre. No sabremos cuándo llega el momento. - Hermione levantó los ojos para mirarlo. Tenía expresión de recelo - no voy a intervenir - añadió Harry de inmediato - Pero si no vemos lo que ocurre, ¿cómo sabremos cuál es el momento de rescatar a Sirius?

- Bueno, de acuerdo. Aguardaré aquí con Buckbeak... Pero ten cuidado, Harry. Ahí fuera hay un licántropo y multitud de dementores.

- Iré contigo - dijo Draco.

- No... - comenzó Harry, pero Draco miro brevemente a Hermione, ella asintió y el salio de la caballa esperando en la puerta por Harry, este suspiro rendido.

Harry salió y bordeó la cabaña. Oyó gritos distantes. Aquello quería decir que los dementores se acercaban a Sirius... El otro Harry y la otra Hermione irían hacia él en cualquier momento...

Miró hacia el lago, con el corazón redoblando como un tambor. Quienquiera que hubiese enviado al patronus, haría aparición enseguida.

Durante una fracción de segundo se quedó ante la puerta de la cabaña de Hagrid sin saber qué hacer, Draco tampoco se movió de su lado «No deben verlos.» Pero no quería que lo vieran, quería ver él. Tenía que enterarse...

Ya estaban allí los dementores. Surgían de la oscuridad, llegaban de todas partes. Se deslizaban por las orillas del lago. Se alejaban de Harry hacia la orilla opuesta... No tendría que acercarse a ellos.

Echó a correr. No pensaba más que en su padre... Si era él, si era él realmente, tenía que saberlo, tenía que averiguarlo, Draco le seguía el paso sin despegarse mucho. 

Cada vez estaba más cerca del lago, pero no se veía a nadie. En la orilla opuesta veía leves destellos de plata: eran sus propios intentos de conseguir un patronus.

Había un arbusto en la misma orilla del agua. Harry se agachó detrás de él y miró por entre las hojas. En la otra orilla los destellos de plata se extinguieron de repente. Sintió emoción y terror: faltaba muy poco.

- ¡Vamos! - murmuró, mirando a su alrededor- ¿Dónde estás? Vamos, papá.

Pero nadie acudió. Harry levantó la cabeza para mirar el círculo de los dementores del otro lado del lago. Uno de ellos se bajaba la capucha. Era el momento de que apareciera el salvador. Pero no veía a nadie.

- Harry no vendrá nadie - le susurro Draco a su lado.

Y entonces lo comprendió. No había visto a su padre, se había visto a sí mismo.

Harry salió de detrás del arbusto y sin darle oportunidad a Draco para detenerlo sacó la varita.

- ¡EXPECTO PATRONUM! - exclamó.

Y de la punta de su varita surgió, no una nube informe, sino un animal plateado, deslumbrante y cegador. Frunció el entrecejo tratando de distinguir lo que era. Parecía un caballo. Galopaba en silencio, alejándose de él por la superficie negra del lago. Lo vio bajar la cabeza y cargar contra los dementores... En ese momento galopaba en torno a las formas negras que estaban tendidas en el suelo, y los dementores retrocedían, se dispersaban y huían en la oscuridad. Y se fueron.

El patronus dio media vuelta. Volvía hacia Harry a medio galope, cruzando la calma superficie del agua. No era un caballo. Tampoco un unicornio. Era un ciervo. Brillaba tanto como la luna... Regresaba hacia él.

Se detuvo en la orilla. Sus pezuñas no dejaban huellas en la orilla. Miraba a Harry con sus ojos grandes y plateados. Lentamente reclinó la cornamenta. Y Harry comprendió:

- Cornamenta - susurró.

Pero se desvaneció cuando alargó hacia él las temblorosas yemas de sus dedos.

Harry se quedó así, con la mano extendida. Luego, con un vuelco del corazón, se dúo la vuelta. Draco estaba de brazos cruzados frente a él, no parecía molesto... Del todo.

- No estoy seguro de si tengo que regañarte o emocionarme por eso - soltando una pequeña risa echo su rostro hacia atrás.

- ¿Que tal la primera? - oyeron él un ruido de cascos. Draco se dio la vuelta y vio a Hermione, que se acercaba a toda prisa, tirando de Buckbeak.

- ¿Qué has hecho? - dijo enfadada - dijiste que no intervendrías.

- Sólo he salvado nuestra vida... Ven aquí, detrás de este arbusto: te lo explicaré.

Hermione escuchó con la boca abierta el relato de lo ocurrido.

- ¿Te ha visto alguien?

- Sí. ¿No me has oído? ¡Me vi a mí mismo, pero creí que era mi padre!

- No puedo creerlo... ¡Hiciste aparecer un patronus capaz de ahuyentar a todos los dementores! ¡Eso es magia avanzadísima!

- Sabía que lo podía hacer - dijo Harry -, porque ya lo había hecho... ¿No es absurdo?

- No lo sé... ¡Harry, mira a Snape!

Observaron la otra orilla desde ambos lados del arbusto. Snape había recuperado el conocimiento. Estaba haciendo aparecer por arte de magia unas camillas y subía a ellas los cuerpos inconscientes de Harry, Hermione y Black. Llevaba dos camillas mas, que sin duda llevaba a Ron y a Draco, flotaban ya a su lado. Luego, apuntándolos con la varita, los llevó hacia el castillo.

- Oye Draco - el mesionado volteó a ver al pelinegro - ¿tú por que estabas inconsciente? Estabas bien cuando nos fuimos, bueno casi del todo.

- Mi... Mi padrino me dejo inconsiente.

- ¿Que?

- Bueno, ya es casi el momento - interrumpió Hermione, nerviosa, mirando el reloj - disponemos de unos 45 minutos antes de que Dumbledore cierre con llave la puerta de la enfermería. Tenemos que rescatar a Sirius y volver a la enfermería antes de que nadie note nuestra ausencia.

Aguardaron. Veían reflejarse en el lago el movimiento de las nubes. La brisa susurraba entre las hojas del arbusto que tenían al lado. Aburrido, Buckbeak había vuelto a buscar lombrices en la tierra.

- ¿Creen que ya estará allí arriba? - preguntó Harry, consultando la hora. Levantó la mirada hacia el castillo y empezó a contar las ventanas de la derecha de la torre oeste.

- ¡Mira! - susurró Hermione -¿Quién es? ¡Alguien vuelve a salir del castillo!

Harry miró en la oscuridad. El hombre se apresuraba por los terrenos del colegio hacia una de las entradas. Algo brillaba en su cinturón.

- ¡Macnair! - dijo Harry -¡El verdugo! ¡Va a buscar a los dementores!

Hermione puso las manos en el lomo de Buckbeak y Harry la ayudó a montar.

Draco y él se las arreglaron para subir. Pasó la cuerda por el cuello de Buckbeak y la ató también al otro lado, como unas riendas.

- ¿Preparada? - susurró a Hermione - será mejor que te sujetes a mí.

Espoleó a Buckbeak con los talones.

Buckbeak emprendió el vuelo hacia el oscuro cielo. Harry le presionó los costados con las rodillas y notó que levantaba las alas. Hermione se sujetaba con fuerza a la cintura de Harry, que la oía murmurar:

- Ay, ay, qué poco me gusta esto, ay, ay, qué poco me gusta.

- Tranquila - le susurro Draco.

Planeaban silenciosamente hacia los pisos más altos del castillo. Harry tiró de la rienda de la izquierda y Buckbeak viró. Harry trataba de contar las ventanas que pasaban como relámpagos.

- ¡Sooo! - dijo, tirando de las riendas todo lo que pudo.

Buckbeak redujo la velocidad y se detuvieron. Pasando por alto el hecho de que subían y bajaban casi un metro cada vez que Buckbeak batía las alas, podía decirse que estaban inmóviles.

- ¡Ahí está! - dijo Harry, localizando a Sirius mientras ascendían junto a la ventana. Sacó la mano y en el momento en que Buckbeak bajaba las alas, golpeó en el cristal.

Black levantó la mirada. Harry vio que se quedaba boquiabierto. Saltó de la silla, fue aprisa hacia la ventana y trató de abrirla, pero estaba cerrada con llave.

- ¡Échate hacia atrás! - le gritó Hermione, y sacó su varita, sin dejar de sujetarse con la mano izquierda a la túnica de Harry.

- ¡Alohomora!

La ventana se abrió de golpe.

- ¿Cómo... cómo... ? - preguntó Black casi sin voz, mirando al hipogrifo.

- Monta, no hay mucho tiempo - dijo Harry, abrazándose al cuello liso y brillante de Buckbeak, para impedir que se moviera - tienes que huir, los dementores están a punto de llegar. Macnair ha ido a buscarlos.

Black se sujetó al marco de la ventana y asomó la cabeza y los hombros. Fue una suerte que estuviera tan delgado. En unos segundos pasó una pierna por el lomo de Buckbeak y montó detrás de Draco.

- ¡Arriba, Buckbeak! - dijo Harry, sacudiendo las riendas - arriba, a la torre. ¡Vamos!

El hipogrifo batió las alas y volvió a emprender el vuelo. Navegaron a la altura del techo de la torre oeste. Buckbeak aterrizó tras las almenas con mucho alboroto, y Harry, Draco y Hermione se bajaron inmediatamente.

- Será mejor que escapes rápido, Sirius - dijo Harry jadeando - no tardarán en llegar al despacho de Flitwick. Descubrirán tu huida. Buckbeak dio una coz en el suelo, sacudiendo la afilada cabeza.

- ¿Qué le ocurrió al otro chico? A Ron - preguntó Sirius.

- Se pondrá bien. Está todavía inconsciente, pero la señora Pomfrey dice que se curará. ¡Rápido, vete!

Pero Black seguía mirando a Harry.

- ¿Cómo te lo puedo agradecer?

- ¡VETE! - gritaron a un tiempo Harry, Draco y Hermione.

Black dio la vuelta a Buckbeak, orientándolo hacia el cielo abierto.

- ¡Nos volveremos a ver! - dijo - ¡Verdaderamente, Harry, te pareces a tu padre!

Presionó los flancos de Buckbeak con los talones. Harry y Hermione se echaron atrás cuando las enormes alas volvieron a batir. El hipogrifo emprendió el vuelo... Animal y jinete empequeñecieron conforme Harry los miraba... Luego, una nube pasó ante la luna... y se perdieron de vista.

- ¡Harry! - Hermione le tiraba de la manga, mirando el reloj - tenemos diez minutos para regresar a la enfermería sin ser vistos. Antes de que Dumbledore cierre la puerta con llave.

- De acuerdo -dijo Harry, apartando los ojos del cielo -, ¡vamos!

Entraron por la puerta que tenían detrás y bajaron una estrecha escalera de caracol. Al llegar abajo oyeron voces. Se arrimaron a la pared y escucharon. Parecían Fudge y Snape. Caminaban aprisa por el corredor que comenzaba al pie de la escalera.

- ... Sólo espero que Dumbledore no ponga impedimentos - decía Snape - ¿Le darán el Beso inmediatamente?

- En cuanto llegue Macnair con los dementores. Todo este asunto de Black ha resultado muy desagradable. No tiene ni idea de las ganas que tengo de decir a El Profeta que por fin lo hemos atrapado. Supongo que querrán entrevistarle, Snape... Y en cuanto el joven Harry vuelva a estar en sus cabales, también querrá contarle al periódico cómo usted lo salvó.

Harry apretó los dientes. Entrevió la sonrisa hipócrita de Snape cuando él y Fudge pasaron ante el lugar en que estaban escondidos. Sus pasos se perdieron. Harry, Draco (el cual tenía las manos fuertemente apretadas) y Hermione aguardaron unos instantes para asegurarse de que estaban lejos y echaron a correr en dirección opuesta. Bajaron una escalera, luego otra, continuaron por otro corredor y oyeron una carcajada delante de ellos.

- ¡Peeves! - susurró Harry, asiendo a Hermione por la muñeca - ¡Entremos aquí!

Corrieron a toda velocidad y entraron en un aula vacía que encontraron a la izquierda. Peeves iba por el pasillo dando saltos de contento, riéndose a mandíbula batiente.

- ¡Es horrible! - susurró Hermione, con el oído pegado a la puerta - estoy segura de que se ha puesto así de alegre porque los dementores van a ejecutar a Sirius... - Miró el reloj - tres minutos, chicos.

Aguardaron a que la risa malvada de Peeves se perdiera en la distancia. Entonces salieron del aula y volvieron a correr.

- Hermione, ¿qué ocurrirá si no regresamos antes de que Dumbledore cierre la puerta? - jadeó Harry.

- No quiero ni pensarlo - dijo Hermione, volviendo a mirar el reloj -¡Un minuto! - llegaron al pasillo en que se hallaba la enfermería - bueno, ya se oye a
Dumbledore - dijo nerviosa Hermione - ¡Vamos, chicos!

Siguieron por el corredor cautelosamente. La puerta se abrió. Vieron la espalda de Dumbledore.

- Los voy a cerrar con llave - le oyeron decir - son las doce menos cinco. Señorita Granger; tres vueltas deberían bastar. Buena suerte.

Dumbledore salió de espaldas de la enfermería, cerró la puerta y sacó la varita para cerrarla mágicamente. Asustados, Harry, Draco y Hermione se apresuraron. Dumbledore alzó la vista y una sonrisa apareció bajo el bigote largo y plateado.

- ¿Bien? - preguntó en voz baja.

- ¡Lo hemos logrado! - dijo Harry jadeante -. Sirius se ha ido montado en Buckbeak...

Dumbledore les dirigió una amplia sonrisa.

- Bien hecho. Creo... - Escuchó atentamente por si se oía algo dentro de la enfermería - sí, creo que ya no estan ahí dentro. Entren. Los cerraré.

Entraron en la enfermería. Estaba vacía, salvo por lo que se refería a Ron, que permanecía en la cama. Después de oir la cerradura, se metieron en sus camas. Hermione volvió a esconder el giratiempo debajo de la túnica. Un instante después, la señora Pomfrey volvió de su oficina con paso enérgico.

- ¿Ya se ha ido el director? ¿Se me permitirá ahora ocuparme de mis pacientes?

Estaba de muy mal humor. Harry, Draco y Hermione pensaron que era mejor aceptar el chocolate en silencio. La señora Pomfrey se quedó allí delante para asegurarse de que se lo comían. Pero Harry apenas se lo podía tragar. Hermione y él aguzaban el oído, con los nervios alterados. Y entonces, mientras tomaban el cuarto trozo del chocolate de la señora Pomfrey, oyeron un rugido furioso, procedente de algún distante lugar por encima de la enfermería. Draco suspiro resignado.

-¿Qué ha sido eso? - dijo alarmada la señora Pomfrey.

Oyeron voces de enfado, cada vez más fuertes. La señora Pomfrey no perdía de vista la puerta.

- ¡Hay que ver! ¡Despertarán a todo el mundo! ¿Qué creen que hacen?

Harry intentaba oír lo que decían. Se aproximaban.

- Debe de haber desaparecido, Severus. Tendríamos que haber dejado a alguien con él en el despacho. Cuando esto se sepa...

- ¡NO HA DESAPARECIDO! - bramó Snape, muy cerca de ellos - ¡UNO NO PUEDE APARECER NI DESAPARECER EN ESTE CASTILLO! ¡POTTER TIENE ALGO QUE VER CON ESTO!

- Sé razonable, Severus. Harry está encerrado.

¡PLAM!

La puerta de la enfermería se abrió de golpe. Fudge, Snape y Dumbledore entraron en la sala con paso enérgico. Sólo Dumbledore parecía tranquilo, incluso contento. Fudge estaba enfadado, pero Snape se hallaba fuera de sí.

- ¡CONFIESA, POTTER! - vociferó - ¿QUÉ ES LO QUE HAS HECHO?

- ¡Profesor Snape! - chilló la señora Pomfrey -, ¡contrólese!

- Por favor, Snape, sé razonable - dijo Fudge - esta puerta estaba cerrada con llave. Acabamos de comprobarlo.

- ¡LE AYUDARON A ESCAPAR, LO SÉ! - gritó Snape, señalando a Harry y a Hermione. Tenía la cara contorsionada. Escupía saliva.

- ¡Tranquilícese, hombre! - gritó Fudge - ¡Está diciendo tonterías!

- ¡NO CONOCE A POTTER! - gritó Snape - ¡LO HIZO ÉL, SÉ QUE LO HIZO ÉL! - luego volteo a ver a Draco - ¡¿TÚ TAMBIEN LO AYUDASTE, NO?!

- ¿Como podría? - contestó Draco despreocupado y se recostó en la cama - no puedo salir de aquí, además, mi pierna aun no esta bien del todo - en realidad no le dolía en lo absoluto.  

- Ya vale, Severus - dijo Dumbledore con voz tranquila -piensa lo que dices. Esta puerta ha permanecido cerrada con llave desde que abandoné la enfermería, hace diez minutos. Señora Pomfrey, ¿han abandonado estos alumnos sus camas?

- ¡Por supuesto que no! - dijo ofendida la señora Pomfrey - ¡He estado con ellos desde que usted salió!

- Ahí lo tienes, Severus - dijo Dumbledore con tranquilidad - a menos que crea que Harry y Hermione son capaces de encontrarse en dos lugares al mismo tiempo, me temo que no encuentro motivo para seguir molestándolos.

Snape se quedó allí, enfadado, apartando la vista de Fudge, que parecía totalmente sorprendido por su comportamiento, y dirigiéndola a Dumbledore, cuyos ojos brillaban tras las gafas. Snape dio media vuelta (la tela de su túnica produjo un frufrú) y salió de la sala de la enfermería como un vendaval.

- Su colega parece perturbado - dijo Fudge, siguiéndolo con la vista - yo en su lugar; Dumbledore, tendría cuidado con él.

- No es nada serio - dijo Dumbledore con calma -, sólo que acaba de sufrir una gran decepción.

- ¡No es el único! - repuso Fudge resoplando - ¡El Profeta va a encontrarlo muy divertido! ¡Ya lo teníamos arrinconado y se nos ha escapado entre los dedos! Sólo faltaría que se enterasen también de la huida del hipogrifo, y seré el hazmerreír. Bueno, tendré que irme y dar cuenta de todo al Ministerio...

- ¿Y los dementores? - le preguntó Dumbledore- Espero que se vayan del colegio.

- Sí, tendrán que irse - dijo Fudge, pasándose una mano por el cabello - nunca creí que intentaran darle el Beso a un niño inocente..., estaban totalmente fuera de control. Esta noche volverán a Azkaban. Tal vez deberíamos pensar en poner dragones en las entradas del colegio...

- Eso le encantaría a Hagrid - dijo Dumbledore, dirigiendo a Harry, a Draco y a Hermione una rápida sonrisa. Cuando él y Fudge dejaron la enfermería, la señora Pomfrey corrió hacia la puerta y la volvió a cerrar con llave. Murmurando entre dientes, enfadada, volvió a su despacho.

Se oyó un leve gemido al otro lado de la enfermería. Ron se acababa de despertar. Lo vieron sentarse, rascarse la cabeza y mirar a su alrededor.

- ¿Qué ha pasado? -preguntó - ¿Harry? ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde está Sirius? ¿Dónde está Lupin? ¿Qué ocurre?

Harry, Draco y Hermione se miraron.

- Explícaselo tú - dijo Harry, tomando un poco más de chocolate.

Cuando Harry; Draco, Ron y Hermione dejaron la enfermería al día siguiente a mediodía, encontraron el castillo casi desierto. El calor abrasador y el final de los exámenes invitaban a todo el mundo a aprovechar al máximo la última visita a Hogsmeade. Sin embargo, ni a Ron, ni a Draco,  ni a Hermione les apetecía ir, así que pasearon con Harry por los terrenos del colegio, sin parar de hablar de los extraordinarios acontecimientos de la noche anterior y preguntándose dónde estarían en aquel momento Sirius y Buckbeak. Cuando se sentaron cerca del lago, viendo cómo sacaba los tentáculos del agua el calamar gigante, Harry perdió el hilo de la conversación mirando hacia la orilla opuesta.

La noche anterior; el ciervo había galopado hacia él desde allí.

Una sombra los cubrió. Al levantar la vista vieron a Hagrid, medio dormido, que se secaba la cara sudorosa con uno de sus enormes pañuelos y les sonreía.

- Ya sé que no debería alegrarme después de lo sucedido la pasada noche - dijo - Me refiero a que Black se volviera a escapar y todo eso... Pero ¿a que no adivinan...?

- ¿Qué? - dijeron, fingiendo curiosidad.

- Buckbeak. ¡Se escapó! ¡Está libre! ¡Lo estuve celebrando toda la noche!

- ¡Eso es estupendo! - dijo Hermione, dirigiéndole una mirada severa a Ron, que parecía a punto de reírse.

- Sí, no lo atamos bien - explicó Hagrid, contemplando el campo satisfecho - Esta mañana estaba preocupado, pensé que podía tropezarse por ahí con el profesor Lupin. Pero Lupin dice que anoche no comió nada.

- ¿Cómo? - preguntó Harry.

- Caramba, ¿no lo has oído? - le preguntó Hagrid, borrando la sonrisa. Bajó la voz, aunque no había nadie cerca - Snape se lo ha revelado esta mañana a todos los de Slytherin. Creía que a estas alturas ya lo sabría todo el mundo: el profesor Lupin es un hombre lobo. Y la noche pasada anduvo suelto por los terrenos del colegio. En estos momentos está haciendo las maletas, por supuesto.

- ¡¿Que hizo que?! - grito Draco.

- ¿Que está haciendo las maletas? - preguntó Harry alarmado - ¿Por qué?

- Porque se marcha - dijo Hagrid, sorprendido de que Harry lo preguntara - lo primero que hizo esta mañana fue presentar la dimisión. Dice que no puede arriesgarse a que vuelva a suceder.

Harry se levantó de un salto.

- Voy a verlo - dijo a Ron y a Hermione.

- Pero si ha dimitido...

- No creo que podamos hacer nada.

- No importa. De todas maneras, quiero verlo. Nos veremos aquí mismo más tarde.

- Yo tengo que ver a alguien mas - dijo Draco y sin esperar respuesta también se fue.

La puerta del despacho de Lupin estaba abierta. Ya había empaquetado la mayor parte de sus cosas. Junto al depósito vacío del grindylow, la maleta vieja y desvencijada se hallaba abierta y casi llena. Lupin se inclinaba sobre algo que había en la mesa y sólo levantó la vista cuando Harry llamó a la puerta.

- Te he visto venir - dijo Lupin sonriendo. Señaló el pergamino sobre el que estaba inclinado. Era el mapa del merodeador.

- Acabo de estar con Hagrid - dijo Harry - me ha dicho que ha presentado usted la dimisión. No es cierto, ¿verdad?

- Me temo que sí - contestó Lupin. Comenzó a abrir los cajones de la mesa y a vaciar el contenido.

- ¿Por qué? - preguntó Harry - el Ministerio de Magia no lo creerá confabulado con Sirius, ¿verdad?

Lupin fue hacia la puerta y la cerró.

- No. El profesor Dumbledore se las ha arreglado para convencer a Fudge de que intenté salvaros la vida - suspiró - ha sido el colmo para Severus. Creo que ha sido muy duro para él perder la Orden de Merlín. Así que él... por casualidad... reveló esta
mañana en el desayuno que soy un licántropo.

- ¿Y se va sólo por eso? - preguntó Harry.
Lupin sonrió con ironía.

- Mañana a esta hora empezarán a llegar las lechuzas enviadas por los padres. No consentirán que un hombre lobo dé clase a sus hijos, Harry. Y después de lo de la última noche, creo que tienen razón. Pude haber mordido a cualquiera de ustedes... No debe repetirse.

- ¡Es usted el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido nunca! -dijo Harry - ¡No se vaya!

Lupin negó con la cabeza, pero no dijo nada. Siguió vaciando los cajones. Luego, mientras Harry buscaba un argumento para convencerlo, Lupin añadió:

- Por lo que el director me ha contado esta mañana, la noche pasada salvaste muchas vidas, Harry. Si estoy orgulloso de algo es de todo lo que has aprendido. Háblame de tu patronus.

- ¿Cómo lo sabe? - preguntó Harry anonadado.

- ¿Qué otra cosa podía haber puesto en fuga a los dementores?

Harry contó a Lupin lo que había ocurrido. Al terminar, Lupin volvía a sonreír:

- Sí, tu padre se transformaba siempre en ciervo —confirmó - lo adivinaste. Por eso lo llamábamos Cornamenta. - Lupin puso los últimos libros en la maleta, cerró los cajones y se volvió para mirar a Harry - toma, la traje la otra noche de la Casa de
los Gritos - dijo, entregándole a Harry la capa invisible -: Y... -titubeó y a continuación le entregó también el mapa del merodeador - ya no soy profesor tuyo, así que no me siento culpable por devolverte esto. A mí ya no me sirve. Y me atrevo a creer que tú, Draco, Ron y Hermione le encontraran utilidad.

Harry tomo el mapa y sonrió.

- Usted me dijo que Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta me habrían tentado para que saliera del colegio..., que lo habrían encontrado divertido.

- Sí, lo habríamos hecho - confirmó Lupin, cerrando la maleta. -N o dudo que a James le habría decepcionado que su hijo no hubiera encontrado ninguno de los pasadizos secretos para salir del castillo.

Alguien llamó a la puerta. Harry se guardó rápidamente en el bolsillo el mapa del merodeador y la capa invisible.

Era el profesor Dumbledore. No se sorprendió al ver a Harry.

- Tu coche está en la puerta, Remus - anunció.

- Gracias, director.

Lupin tomo su vieja maleta y el depósito vacío del grindylow.

- Bien. Adiós, Harry - dijo sonriendo - ha sido un verdadero placer ser profesor tuyo. Estoy seguro de que nos volveremos a encontrar en otra ocasión. Señor director; no hay necesidad de que me acompañe hasta la puerta. Puedo ir solo.

Harry tuvo la impresión de que Lupin quería marcharse lo más rápidamente posible.

- Adiós entonces, Remus - dijo Dumbledore escuetamente. Lupin apartó ligeramente el depósito del grindylow para estrecharle la mano a Dumbledore. Luego, con un último movimiento de cabeza dirigido a Harry y una rápida sonrisa, salió del despacho.

Harry se sentó en su silla vacía, mirando al suelo con tristeza. Oyó cerrarse la puerta y levantó la vista. Dumbledore seguía allí.

- ¿Por qué estás tan triste, Harry? - le preguntó en voz baja - tendrías que sentirte muy orgulloso de ti mismo después de lo ocurrido anoche.

- No sirvió de nada - repuso Harry con amargura - Pettigrew se escapó.

- ¿Que no sirvió de nada? - dijo Dumbledore en voz baja - sirvió de mucho, Harry. Ayudaste a descubrir la verdad. Salvaste a un hombre inocente de un destino terrible.

«Terrible.» Harry recordó algo. «Más grande y más terrible que nunca.» ¡La predicción de la profesora Trelawney!

- Profesor Dumbledore: ayer; en mi examen de Adivinación, la profesora Trelawney se puso muy rara.

- ¿De verdad? - preguntó Dumbledore - ¿Quieres decir más rara de lo habitual?

- Sí... Habló con una voz profunda, poniendo los ojos en blanco. Y dijo que el vasallo de Voldemort partiría para reunirse con su amo antes de la medianoche. Dijo que el vasallo lo ayudaría a recuperar el poder. - Harry miró a Dumbledore - y luego volvió a la normalidad y no recordaba nada de lo que había dicho. ¿Sería una autentica profecía?

Dumbledore parecía impresionado.

- Pienso que podría serlo - dijo pensativo - ¿Quién lo habría pensado? Esto eleva a dos el total de sus profecías auténticas. Tendría que subirle el sueldo...

- Pero... - Harry lo miró aterrorizado: ¿cómo podía tomárselo Dumbledore con tanta calma? -, ¡pero yo impedí que Sirius y Lupin mataran a Pettigrew! Esto me convierte en culpable de un posible regreso de Voldemort.

- En absoluto - respondió Dumbledore tranquilamente -¿No te ha enseñado nada tu experiencia con el giratiempo, Harry? Las consecuencias de nuestras acciones son siempre tan complicadas, tan diversas, que predecir el futuro es realmente muy difícil. La profesora Trelawney, Dios la bendiga, es una prueba de ello. Hiciste algo muy noble al salvarle la vida a Pettigrew.

- ¡Pero si ayuda a Voldemort a recuperar su poder...!

- Pettigrew te debe la vida. Has enviado a Voldemort un lugarteniente que está en deuda contigo. Cuando un mago le salva la vida a otro, se crea un vínculo entre ellos. Y si no me equivoco, no creo que Voldemort quiera que su vasallo esté en deuda con Harry Potter.

- No quiero tener ningún vínculo con Pettigrew - dijo Harry - traicionó a mis padres.

- Esto es lo más profundo e insondable de la magia, Harry. Pero confía en mí. Llegará el momento en que te alegres de haberle salvado la vida a Pettigrew.

Harry no podía imaginar cuándo sería. Dumbledore parecía saber lo que pensaba
Harry.

- Traté mucho a tu padre, Harry, tanto en Hogwarts como más tarde - dijo dulcemente - él también habría salvado a Pettigrew, estoy seguro.

Harry lo miró. Dumbledore no se reia. Se lo podía decir.

- Anoche... pensé que era mi padre el que había hecho aparecer mi patronus. Quiero decir... cuando me vi a mí mismo al otro lado del lago, pensé que lo veía a él.

- Un error fácil de cometer - dijo Dumbledore - Supongo que estarás harto de oírlo, pero te pareces extraordinariamente a James. Menos en los ojos: tienes los de tu madre.

Harry sacudió la cabeza.

- Fue una idiotez pensar que era él - murmuró- quiero decir... ya sé que está muerto.

- ¿Piensas que los muertos a los que hemos querido nos abandonan del todo? ¿No crees que los recordamos especialmente en los mayores apuros? Tu padre vive en ti, Harry, y se manifiesta más claramente cuando lo necesitas. ¿De qué otra forma podrías haber creado ese patronus tan especial? Cornamenta volvió a galopar anoche. - Harry tardó un rato en comprender lo que Dumbledore acababa de decirle - Sirius me contó anoche cómo se convertían en animagos - añadió Dumbledore sonriendo - una hazaña extraordinaria... y aún más extraordinario fue que yo no me enterara. Y entonces recordé la muy insólita forma que adoptó tu patronus cuando embistió al señor Malfoy en el partido contra Ravenclaw. Así que anoche viste realmente a tu padre... Lo encontraste dentro de ti mismo.

Y Dumbledore abandonó el despacho dejando a Harry con sus confusos pensamientos.

Nadie en Hogwarts conocía la verdad de lo ocurrido la noche en que ddesaparecieron Buckbeak, Sirius y Pettigrew, salvo Harry; Ron, Hermione y el profesor Dumbledore. Al final del curso, Harry oyó muchas teorías acerca de lo que había sucedido, pero ninguna se acercaba a la verdad.

Gael estaba furioso por lo de Buckbeak. Estaba convencido de que Hagrid había hallado la manera de esconder el hipogrifo, y parecía ofendido porque el guardabosques hubiera sido más listo que su padre y él. Percy Weasley, mientras tanto, tenía mucho que decir sobre la huida de Sirius.

- ¡Si logro entrar en el Ministerio, tendré muchas propuestas para hacer cumplir la ley mágica! - dijo a la única persona que lo escuchaba, su novia Penelope.

Aunque el tiempo era perfecto, aunque el ambiente era tan alegre, aunque sabía que había logrado casi lo imposible al liberar a Sirius, Harry nunca había estado tan triste al final de un curso.

Ciertamente, no era el único al que le apenaba la partida del profesor Lupin. Todo el grupo que acudía con Harry a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras lamentaba su dimisión.

- Me pregunto a quién nos pondrán el próximo curso - dijo Seamus Finnigan con melancolía.

- Tal vez a un vampiro - sugirió Dean Thomas con ilusión.

Lo que le pesaba a Harry no era sólo la partida de Lupin. No podía dejar de pensar en la predicción de la profesora Trelawney. Se preguntaba continuamente dónde estaría Pettigrew, si estaría escondido o si habría llegado ya junto a Voldemort. Pero lo que más lo deprimía era la perspectiva de volver con los Dursley. Durante media hora, una gloriosa media hora, había creído que viviría en adelante con Sirius, el mejor amigo de sus padres. Era lo mejor que podía imaginar, exceptuando la posibilidad de tener allí otra vez a su padre. Y aunque era una buena noticia no tener noticias de Sirius, porque significaba que no lo habían encontrado, Harry no podía dejar de entristecerse al pensar en el hogar que habría podido tener y en el hecho de que lo había perdido.

Los resultados de los exámenes salieron el último día del curso. Harry, Dracl Ron y Hermione habían aprobado todas las asignaturas. Harry estaba asombrado de que le hubieran aprobado Pociones. Sospechaba que Dumbledore había intervenido para impedir que Snape lo suspendiera injustamente. El comportamiento de Snape con Harry durante toda la última semana había sido alarmante. Harry nunca habría creído que la manía que le tenía Snape pudiera aumentar; pero así fue. A Snape se le movía un músculo en la comisura de la boca cada vez que veía a Harry, y se le crispaban los dedos como si deseara cerrarlos alrededor del cuello de Harry.

Percy obtuvo las más altas calificaciones en ÉXTASIS. Fred y George consiguieron varios TIMOS cada uno. Mientras tanto, la casa de Gryffindor; en gran medida gracias a su espectacular actuación en la copa de quidditch, había ganado la Copa de las Casas por tercer año consecutivo. Por eso la fiesta de final de curso tuvo lugar en medio de ornamentos rojos y dorados, y la mesa de Gryffindor fue la más ruidosa de todas, ya que todo el mundo lo estaba celebrando. Incluso Harry, comiendo, bebiendo, hablando y riendo con sus compañeros, consiguió olvidar que al día siguiente volvería a casa de los Dursley.

• • •

Cuando a la mañana siguiente el expreso de Hogwarts salió de la estación, Hermione dio a Ron, a Draco y a Harry una sorprendente noticia:

- Esta mañana, antes del desayuno, he ido a ver a la profesora McGonagall. He decidido dejar los Estudios Muggles.

- ¡Pero aprobaste el examen con el 320 por ciento de eficacia!

- Lo sé - suspiró Hermione - pero no puedo soportar otro año como éste. El giratiempo me estaba volviendo loca. Lo he devuelto. Sin los Estudios Muggles y sin Adivinación, volveré a tener un horario normal.

- Todavía no puedo creer que no nos dijeras nada - dijo Ron resentido - se supone que somos tus amigos, y tu Draco, ¿como es que tampoco nos lo contaste? - Draco al tener las mismas o casi mejores calificaciones que Hermione también tuvo oportunidad de conseguir uno, pero este se había negado. 

- Prometí que no se lo contaría a nadie - dijo gravemente. Se volvió para observar a Harry, que veía cómo desaparecía Hogwarts detrás de una montaña. Pasarían dos meses enteros antes de volverlo a ver - alégrate, Harry - dijo Hermione con tristeza.

- Estoy bien - repuso Harry de inmediato - oensaba en las vacaciones.

- Sí, yo también he estado pensando en ellas - dijo Ron -. Harry, tienes que venir a pasar unos días con nosotros. Lo comentaré con mis padres y te llamaré. Ya sé cómo utilizar el felétono.

- El teléfono, Ron - le corrigió Hermione - la verdad, deberías tomar Estudios Muggles el próximo curso...

Ron no le hizo caso.

- ¡Este verano son los Mundiales de quidditch! ¿Qué dices a eso, Harry? Ven y quédate con nosotros. Iremos a verlos. Mi padre normalmente consigue entradas en el trabajo, Draco tambien vendra, ¿verdad?

- Seguro - contestó con una pequeña sonrisa.

La proposición alegró mucho a Harry.

- Sí... Apuesto a que los Dursley estarán encantados de dejarme ir... Especialmente después de lo que le hice a tía Marge...

Mucho más contento, Harry jugó con Ron, Draco y Hermione varias manos de snap explosivo, y cuando llegó la bruja con el carrito del té, compró un montón de cosas de comer; aunque nada que contuviera chocolate.

Pero fue a media tarde cuando apareció lo que lo puso de verdad contento...

- Harry - dijo Hermione de repente, mirando por encima del hombro de él -, ¿qué es eso de ahí fuera?

Harry se volvió a mirar. Algo muy pequeño y gris aparecía y desaparecía al otro lado del cristal. Se levantó para ver mejor y distinguió una pequeña lechuza que llevaba una carta demasiado grande para ella. La lechuza era tan pequeña que iba por el aire dando tumbos a causa del viento que levantaba el tren. Harry bajó la ventanilla rápidamente, alargó el brazo y la tomo. Parecía una snitch cubierta de plumas. La introdujo en el vagón con mucho cuidado. La lechuza dejó caer la carta sobre el asiento de Harry y comenzó a zumbar por el compartimento, contenta de haber cumplido su misión. Hedwig dio un picotazo al aire con digna actitud de censura. Zeus siguió durmiendo. Crookshanks se incorporó en el asiento, persiguiendo con sus grandes ojos amarillos a la lechuza.  Al notarlo, Ron la tomo para protegerla.

Harry recogió la carta. Iba dirigida a él. La abrió y gritó:

- ¡Es de Sirius!

- ¿Qué? - exclamaron Ron, Draco y Hermione, emocionados -¡Léela en voz alta!

Querido Harry:

Espero que recibas esta carta antes de llegar a casa de tus tíos. No sé si
ellos están habituados al correo por lechuza.

Buckbeak y yo estamos escondidos. No te diré dónde por si ésta cae en malas manos. Tengo dudas acerca de la fiabilidad de la lechuza, pero es la mejor que pude hallar, y parecía deseosa de acometer esta misión.

Creo que los dementores siguen buscándome, pero no podrán encontrarme. Estoy pensando en dejarme ver por algún muggle a mucha distancia de Hogwarts, para que relajen la vigilancia en el castillo.

Hay algo que no llegué a contarte durante nuestro breve encuentro: fui yo quien te envió la Saeta de Fuego.

- ¡Ja! - exclamó Hermione, triunfante - ¿Lo ven? ¡Se los dije que era de él!

- Sí, pero él no la había gafado, ¿verdad? - observó Ron - ¡Ay!

La pequeña lechuza, que daba grititos de alegría en su mano, le había picado en un dedo de manera al parecer afectuosa.

Crookshanks llevó el envío a la oficina de correos. Utilicé tu nombre, pero les dije que cogieran el oro de la cámara de Gringotts número 711, la mía. Por
favor, considéralo como el regalo que mereces que te haga tu padrino por cumplir trece años.

También me gustaría disculparme por el susto que creo que te di aquella noche del año pasado cuando abandonaste la casa de tu tío. Sólo quería verte antes de comenzar mi viaje hacia el norte. Pero creo que te alarmaste al verme.

Te envío en la carta algo que espero que te haga disfrutar más el próximo curso en Hogwarts.

Si alguna vez me necesitas, comunícamelo. Tu lechuza me encontrará.

Volveré a escribirte pronto.

Sirius

Harry miró impaciente dentro del sobre. Había otro pergamino. Lo leyó rápidamente, y se sintió tan contento y reconfortado como si se hubiera tomado de un trago una botella de cerveza de mantequilla.

Yo, Sirius Black, padrino de Harry Potter, autorizo por la presente a mi ahijado a visitar Hogsmeade los fines de semana.

- Esto le bastará a Dumbledore - dijo Harry contento. Volvió a mirar la carta de Sirius -  ¡Un momento! ¡Hay una posdata...!

He pensado que a tu amigo Ron tal vez le guste esta lechuza, ya que por mi culpa se ha quedado sin rata.

Ron abrió los ojos de par en par. La pequeña lechuza seguía gimiendo de emoción.

- ¿Quedármela? - preguntó dubitativo. La miró muy de cerca durante un momento, y luego, para sorpresa de Harry y Hermione, se la acercó a Crookshanks para que la olfatease.

- ¿Qué te parece? - preguntó Ron al gato - ¿Es una lechuza de verdad?

Crookshanks ronroneó.

- Es suficiente - dijo Ron contento -. Me la quedo.

Harry vio su carta y se dio cuenta de que había otra pegada al sobre, esta era para Draco, se la tendió sorprendiendolo.

Hola, Draco.

En realidad no estoy seguro de que decir..., cuando te puse mas atención en la torre me di cuenta de que tenías un gran parecido con Cissy.

Tal vez te parescas mas a tu padre a los ojos de los demás, pero para mi eres igual que ella, tienes la misma bondad en tus ojos como ella los tenia cuando estábamos en el colegio. Pero esta carta no es para comparate con tu madre, mas bien te quiero pedir algo.

Cuídalo, ¿si? Yo no podré estar cerca para hacerlo, y por la forma en que lo miras se que es importante para ti. Hasta pronto.

Sirius.

Draco sonrió al terminar de leer, Sirius se escuchaba un poco mas... Paternal, al hablar de Harry. 

Trataría de cuidarlo, pero como los problemas parecían girar en torno al chico de gafas, seria algo difícil.

Harry leyó y releyó la carta de Sirius durante todo el trayecto hasta la estación de King’s Cross. Todavía la apretaba en la mano cuando él, Draco, Ron y Hermione atravesaron la barrera del andén nueve y tres cuartos. Harry localizó enseguida a tío Vernon. Estaba de pie, a buena distancia de los padres de Ron, mirándolo con recelo. Y cuando la señora Weasley abrazó a Harry, confirmó sus peores suposiciones sobre ellos.

- ¡Hasta luego! - grito Draco sonriéndole para después reunirse con una mujer de cabello castillo y una chica de cabello rosa chicle, Harry se preguntó quienes eran. 

- ¡Te llamaré por los Mundiales! - gritó Ron a Harry, al despedirse de ellos. Luego volvió hacia tío Vernon el carrito en que llevaba el baúl y la jaula de Hedwig. Su tío lo saludó de la manera habitual.

- ¿Qué es eso? - gruñó, mirando el sobre que Harry apretaba en la mano - Si es otro impreso para que lo firme, ya tienes otra...

- No lo es - dijo Harry con alegría - es una carta de mi padrino.

- ¿Padrino? - farfulló tío Vernon - tú no tienes padrino.

- Sí lo tengo - dijo Harry de inmediato - era el mejor amigo de mis padres. Está condenado por asesinato, pero se ha escapado de la prisión de los brujos y ahora se halla escondido. Sin embargo, le gusta mantener el contacto conmigo... Estar al corriente de mis cosas... Comprobar que soy feliz...

Y sonriendo ampliamente al ver la expresión de terror que se había dibujado en el rostro de tío Vernon, Harry se dirigió a la salida de la estación, con Hedwig dando picotazos delante de él, para pasar un verano que probablemente sería mucho mejor que el anterior.

Hola,  al fin termino el tercer libro, espero regresar pronto con el cuarto.

Att:Malfoy-Potter

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