Seduciendo al chef

By Bermardita

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Margo es una crítica gastronómica con un paladar difícil de conquistar. Solo Thomas puede satisfacerla en tod... More

SINOPSIS
1. Jugar a enredarse (+18)
3. Señorita Moir
4. Enorme culpa
5. Sentimiento familiar
5.5. Platillo favorito
6. Ella es mi ángel
7. Chef royal
7.5. Escenario incierto
8. Increíblemente hermosa
9. Llévame a casa
10. No seas codicioso
10.5. Yo lo seduciré
11. Rendido ante ella
12. Una mujer poderosa y astuta
12.5. Sin puntos grises
13. Ella era el ojo del huracán.
14. Amor a medias
15. Juego de seducción
15.5. Autenticidad del chef
16. ¿Amor a primera vista?
17. Besos húmedos

2. No eres ella

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By Bermardita

THOMAS LOZANO


Solté un suspiro profundo y hastiado.

―¿Qué estás haciendo, Amanda? ―espeté con tono cansino.

―Oh, esto... yo... ―tartamudeó ella sin saber qué decir―. Accidentalmente...

―¿Accidentalmente? ―Reí, incrédulo. ¿Se atrevía todavía a zafarse de esta situación?―. ¿Accidentalmente viniste a hacer eso cuando me encontraba dormido?

―Mis intenciones son buenas. ¿Estás... enojado?

La miré, desconfiado. ¿Pretendía hacerme un favor? ¿Quién se creía? ¿Qué imagen le di en los últimos meses para creer que podía invadirme a este nivel?

Esa mala mujer...

Aparté su mano y la dejé caer con brusquedad a un lado. En mi desesperada decisión por marcar distancia de ella, acabó en el suelo con el suave empujón que forcé en su cuerpo. Me levanté del sillón tan de prisa como si algo me forzara y espantara de ese sitio; estaba dispuesto a ir a mi habitación, sin mostrarle consideración alguna a la muchacha. No pretendía gastar mi energía de manera innecesaria. El trabajo de comienzo de año y preparar la apertura de la academia era un lio que acaparaba mi atención por completo.

Noté a la mujer con las mejillas colorearse, era difícil para mí comprender qué cruzaba por su mente. Ni quería saberlo.

―No agotes mi paciencia ―le empecé a decir, molesto―. He soportado tus travesuras en los últimos meses porque eres eficaz en tu trabajo. Así que, te sugiero que consideres lo que es mejor para ti, ya debes saber que mi paciencia es limitada.

Ella no articuló nada; pero cuando una expresión triste cruzó su mirada, me sorprendí de mi mismo al sentir que en mi interior no se removió sentimientos de culpa, frustración o enfado.

Ni siquiera valía la pena enojarse. Admitía que el sueño breve me dejó con una sensación extraña que aún permanecía tan latente en todo mi cuerpo como si los hechos hubieran sido reales. A pesar de tratarse de una simple fantasía producto de la incentivación externa y el anhelo de una mujer en particular, me resistía a olvidar el más mínimo detalle de los acontecimientos solo por el hecho de que Margo era la protagonista.

Así que, no era necesario enojarse en absoluto; sin embargo, aunque no me gustaba admitirlo, parte de este sentimiento feliz se debía a Amanda y sus locas travesuras. Si algo realmente me molestaba a niveles descomunales, radicaba en que la mujer que amaneció a mi lado no era la tozuda y engreída de Margo Ann. De haberse tratado de ella, habría disfrutado muy bien el momento.

―Thomas, yo...

―Quedas advertida... ―mascullé.

―¿Es por una mujer?

Miré a Amanda a los ojos, confundido.

―Sí. ―No tenía sentido negar una verdad irrefutable.

―¿Quién?

Solté una pequeña risa.

―La información es irrelevante para ti. Concéntrate en cumplir tus debes y obligaciones, ¿puedes al menos hacer eso?

El entrecejo de Amanda se arrugó de disgusto. Para mi sorpresa, tras levantarse del suelo, se acercó a mí e intentó posar sus manos sobre mi pecho. No me moví un solo centímetro, miré esa mano delicada que se alzaba en mi dirección con hastío.

―¡Ella no está aquí! ―exclamó al borde del llanto―. ¡Yo sí! Yo estoy para ti. Te amo.

Solté un suspiro profundo. No quería nada complicado, justamente me metí en uno. Mauricio tenía razón al decir que las mujeres eran molestas. Solo Margo era una excepción a la regla, ella era única y especial en mi corazón.

―Solo... ―Aparté la mirada de Amanda. Apenado, añadí―: solo... no eres ella.

Me volví hacia el sillón para llevar los edredones conmigo a la habitación. Lamentaba la situación de Amanda, pero no podía corresponder sus sentimientos cuando mi corazón no se encontraba en mis manos.

―Desayunaremos en unos minutos ―avisé con soltura mientras me dirigía al cuarto. Seria mejor si el ambiente incomodo se disipara pronto―. ¿Qué te gustaría comer?

―Esto... esto es justamente lo que pasa ―aseveró entonces.

Me detuve y la miré por encima del hombro, sin comprender.

―No entiendo. ¿Qué quieres decir?

―Me tratas bien, eres gentil conmigo. Me dices que desayunaremos juntos y me preguntas qué quiero comer. ¿Cómo pretendes que no me enamore de ti si eres tan bueno conmigo?

―Solo estoy siendo amable.

―¡Pues no seas amable! ―exclamó ella llena de ira y desbordando en llanto―. No seas compasivo conmigo, trátame como lo que soy para ti.

―Eres mi asistente, no he cruzada jamás la línea contigo. No te confundas.

―Sí, pero...

―¿Cómo prefieres ser tratada? ―mascullé―. ¿Con indiferencia? ¿Con arrogancia? ¿Con desprecio? Me gustaría que me devolvieras el respeto con el que te he tratado.

Ella guardó silencio, apretando sus labios en una línea fina.

―Escucha, no compliques este asunto. ―Antes de pronunciar por completo mis próximas palabras, me volví hacia Amanda en su totalidad―. No seas más una molestia en el futuro.

―Eso soy, ¿no? Una molestia para ti.

―Tu confesión de hace meses, pretendí no escucharlo para no arruinar nuestra relación laboral, pero si insistes en echarlo a perder el esfuerzo, me obligarás a tomar una decisión. No me costará encontrar una nueva asistente.

―No... eso no... ―susurró.

La miré apenas de reojo al darme la vuelta, al menos, quedaba advertida. Como suponía una molestia para mi buscar una asistente nueva no consideré despedir a Amanda; ¿pero cómo iba a saber que esa inocente confesión que surgió meses atrás acabaría de esta manera?

Parecía que mi indiferencia hacia Amanda dio como resultado este tipo de complicación. La ignorancia que fingí acerca de sus sentimientos solo alimentó y cultivó su interés. Debí haber dejado las cosas claras antes de llegar a este punto. Ya no importaba. Había sido muy claro esta vez, no iba a tolerar otra intromisión más adelante.

Tras una ducha breve, me encaminé hacia el armario para vestir ropa adecuada. Vestí un traje retro azul elegante. En el armario, tenía varias fotos impresas y colocadas de manera cuidadosa en la repisa superior, la mayoría eran de Margo, de nuestra boda y de ella durmiendo o sonriendo descuidadamente. Sonreí, incluso solo viéndola en fotografías, aun poseía el mismo efecto en mí que tres años.

Pensé en el sueño de la mañana. Creía con firmeza que Margo sería capaz de hacer algo desvergonzado como meter la mano en mi pantalón mientras dormía, no, quizá algo más atrevido y descarado; por eso, ella era fascinante, nunca podría aburrirme a su lado ni caer en la rutina aburrida con ella. Margo siempre conseguía sorprenderme.

Era curioso, Margo era muy atrevida, pero sus acciones audaces nunca me molestaron en absoluto. De hecho, con Margo era divertido.

Con una sonrisa en la cara, salí de la habitación. No podía esperar para verla otra vez. Solo una vez más.

Vi a Amada sentada en la sala, con las manos sobre sus piernas.

―¿Cómo vas con el asunto de la cena de apertura? ―pregunté.

―Ando en eso todavía.

―No toleraré errores.

La cena de apertura se daba en el salón principal de la academia. Se trataba de una tradición que empezó con mi madre, cumplía con la función de instruir y convivir con los estudiantes de manera indirecta. Aunque era un evento único y privilegiado que los profesores y el director le presentaban a los estudiantes en general para darles la bienvenida a la academia, su objetivo primordial eran los de nuevo ingreso, que en su mayoría actuaban tímidos al entrar en un ambiente nuevo; se llevaba a cabo para incentivarlos y promover su desenvolvimiento.

Como deseaba crear un lugar armonioso, de confianza y seguridad, decidí seguir con esa tradición para crear el sitio ideal para aprender. Después de todo, sacar a relucir las mejores habilidades culinarias de un aspirante a chef era misión primordial de la academia. Para lograrlo, era necesario que los estudiantes se desligaran de cualquier carga y tener una visión clara del tipo de cocinero que querían convertirse en el futuro. La forma que deseaba darle a la academia era enseñarles a los estudiantes a comprender la libertad y el amor real hacia la verdadera cocina.

Puesto que crecí en un ambiente restringido por mi padre, lo último que necesitaba era repetir la misma historia con otras personas.

Margo me sacó de las profundidades del abismo solo para libertad y una oportunidad más. Era por ella que aún podía permanecer de pie en una cocina y con una visión clara.

Miré la hora en el reloj que rodeaba mi muñeca. Al ver eso, Amanda se puso de pie y acomodó unos documentos en su bolso antes de dirigirse hacia mí.

―¿Nos vamos?

Asentí. Iba atrasado unos minutos.

En el estacionamiento subterráneo del edificio, noté a Roxy recargada en el auto blanco de Margo, fumaba un cigarro e iba soltando el humo despacio. Me aclaré la garganta, haciéndole notar mi presencia.

Como era de esperar, ella se apresuró a apagar el cigarro y a golpear a la nada, como si sus manos pudieran borrar la existencia del humo y el olor a tabaco que impregnaba el ambiente.

―Lo siento ―se apresuró a decir.

―Mmm ―balbuceé, la miré con desdén.

―Uh ―Roxy notó a Amanda a mi lado―. Usaré el auto negro, señor.

Era lo correcto.

―¿Por qué no el auto blanco? ―preguntó Amanda en el asiento del copiloto.

Me ajusté el cinturón de seguridad e ignoré la cuestión. Roxy tampoco respondió, ella se concentró en manejar.

―¿Por qué el silencio? ―Amanda insistió.

Tsk. Tsk. Irritante.

Soltando un suspiro exasperado, Roxy contestó:

―Ese auto no le pertenecer al señor Lozano.

―¿Cómo que no? Te he visto viajar con él en ese auto.

Sentí la mirada de Roxy suplicando ayuda.

―Eso... solo es cuando va solo. Originalmente, yo soy el chofer de alguien más, y el auto le pertenece a esa persona ―explicó ella.

―¿Quién?

―Su esposa. ―Roxy dudó antes de responder.

El ambiente se sumió en un tenso silencio.

«Su esposa»

Esas palabras atravesaban mi pecho con una emoción indescifrable y una pizca de luz iluminaba esta oscuridad que se asentaba en mi corazón.

Una sonrisa gentil que nadie vio apareció en mis labios.  


Por fin aparezco con nuevo capítulo. Disculpen la tardanza. 

Ya tenemos el nombre de la intrusa. ¿Opinión de ella? 

¿Qué les pareció este capítulo? 

¿Cómo ven a nuestro Thomas en esta secuela? 

¿Esperaban que Roxy apareciera? 

¿Por qué Roxy usaría el auto blanco solo cuando Thomas viaja solo? ¿Habrá un trasfondo especial? 7u7

Gracias por leerme <3



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