Caminé rápidamente y abrí la puerta del baño.
—¡Eun Ji! ¡Tae Hyung! ¿Podrían al menos tener un poco de dignidad? no puedo creer que hayan...
—¿Chica? cálmate no grites. ¿Te sientes bien? —Eun Ji asomó su cabeza estando detrás de la cortina de la regadera, interrumpiéndome.
—Am, ¿no está Tae Hyung contigo?
—¿Por qué él estaría en la ducha conmigo? —frunció el ceño.
—Bueno, es que, todo lo que acabo de ver en la habitación...
Eun Ji echó una carcajada, y yo la miré molesta.
—¿Qué te causa tanta gracia? ¡Eres un tonta¡ ¿Cómo pudiste acostarte con él y reír por eso?
—¿Qué? ¿Acostarme con él? —volvió a reírse más fuerte.
—De verdad no le encuentro la gracia. Sé que te gusta mucho y eso, ¿pero no crees que fue muy pronto? Ni si quiera son novios, ¿o si?
—Giselle, no me acosté con él, cálmate.
—¿No?
—No —me sonrió divertida—. Espera afuera, ya salgo.
Fruncí el ceño y salí a la habitación, sentándome en la cama. A los pocos minutos salió Eun Ji ya vestida y con la toalla envuelta en la cabeza.
—Explícame entonces qué paso anoche —la cuestioné apenas salió.
—Menos de lo que yo habría querido —dio un suspiro, mientras se ponía bálsamo labial.
—¿Qué? —fruncí el ceño.
—Te contaré. Después de que te fuiste comenzamos a charlar de cosas sin importancia, y al final nos terminamos confesando lo que sentimos el uno por el otro. Claro, nos besamos y todo eso, pero nada más. Y sí, por supuesto que me pidió ser su novia —sonrió enormemente.
—Cielos, ¡me alegro tanto por ti!
—Gracias —seguía sonriendo.
—Pero, ¿y las copas y el vino?
—Estaban aquí en la habitación. Tae dijo que teníamos que brindar por nuestro noviazgo —se rió—. Pero al parecer no tolera mucho el alcohol. Con unos cuantos tragos se embriagó y se quedó completamente dormido —hizo una mueca como si estuviera decepcionada.
Menos mal...
—¿Y la ropa? ¿Por qué está tirada? —le cuestioné.
—Bueno, apenas y despertamos Tae se duchó y como todo chico, dejó la ropa tirada por todos lados. Los hombres realmente son como cavernícolas, o primates —bufó.
Solté una carcajada.
—Él salió desde temprano, dijo que iría a hacer unas compras con los demás chicos. Y pues como él se fue, no me importó dejar mis prendas regadas tampoco, lo siento si viste mis calzones —se echó a reír.
Me contagió la risa, y di un largo suspiro.
***
Tras haber pasado un tremendo susto, fui a tomar una ducha. Me alegraba que hubiese sido falsa alarma la situación sobre esos dos, y que Eun Ji no hubiera cuestionado sobre dónde dormí.
Salí y me puse mis mejores jeans, una sudadera color gris, y mis converse negros. Algo cómodo y simple. Cepillaba mi largo cabello y lo recogía como siempre.
Recargué mis manos sobre el buró, y me miré por unos momentos fijamente en el espejo.
"Tal vez deberías intentar lo que tu amiga dijo." Me habló mi subconsciente.
Alcé mi mano, y jalé de la liga para soltar mi cabello. Cayó suavemente por mis hombros y mi espalda, llegando hasta mis caderas. Lo cepillé, y trate de arreglarlo un poco.
Sonreí.
Salí de la habitación, y bajé por las escaleras. Las puntas de mi cabello se paseaban suavemente por al rededor de mis caderas.
—Pensé que nunca bajarías mujer —dijo RapMon, quien estaba sentado en la sala junto a los demás. Me encontré con la mirada de Jimin.
Me sonrió dulcemente. Mi corazón se exaltó, y le devolví la sonrisa.
—Bueno, ya que hoy es nuestro último día aquí, sugiero hacer algo genial —dijo J-hope.
—Opino lo mismo —habló Jin.
—¿Qué dicen si vamos al mirador? No está muy lejos de aquí, y la vista es increíble —sugirió Suga.
Todos estuvimos de acuerdo.
Los chicos comenzaron a charlar de cosas de su interés. El nuevo sencillo de un rapero o algo así. De cómo van los juegos de baloncesto de la escuela, ya que Suga es el capitán del equipo. De algunos pasos de baile que J-hope les mostraría a los demás, etc.
Eun Ji y Tae Hyung se abrazaban y charlaban no tenía idea de qué. Admito que me daban un poco de envidia, pero estaba realmente feliz por ellos.
Tenía la garganta seca, así que me levanté del sofá y caminé hacia la cocina a servirme algo de beber. La cocina estaba cruzando el pasillo, así que estaba completamente alejada de la sala. Me serví un poco de agua,y dejé el vaso después de beber.
Recargué por unos momentos mis manos sobre la barra, suspirando.
¿Qué eramos exactamente?
¿Ya eramos algo más, o simplemente unos cuantos besos? Él había dicho estar enamorado de mí, pero sinceramente no sabía cómo tomar esa situación.
Jimin era un chico muy difícil de entender. Su actitud conmigo cambiaba con frecuencia, así que no estaba muy segura de qué hacer, o qué esperar.
Di un gran y profundo suspiro, y cerré los ojos.
De pronto, alguien pasó sus brazos al rededor de mi cintura y sentí una respiración muy cerca de mi oreja. La piel se me enchinó por completo.
—¿En qué estás pensando? —era Jimin detrás de mí, abrazándome.
—N-nada.
—¿Segura?
—Sí, segura —apreté los labios.
Nos quedamos callados. Él abrazándome por detrás, yo mordiéndome los labios, tratando de ocultar mi felicidad en una sonrisa.
Se separó de mí y me giró hacia él tomándome de los hombros. Quedamos frente a frente.
—No tienes idea, de lo mucho que me encanta como te ves así —dijo acariciando mi cabello.
—Y tú no tienes idea de lo mucho que me gusta cuando eres así —el sonrojo en mis mejillas apareció por mi impulsiva confesión.
Me miró sin decir nada, y yo a él.
Lucía tan malditamente atractivo como siempre. El cabello alborotado, unos jeans rasgados de las rodillas con la caída tremendamente sexy, una camiseta negra de manga larga ajustada a él, resaltando su cuerpo de hombre, y tenis negros.
Bajó su mirada a mis labios, regresó a mis ojos, y volvió a bajar a mis labios. Así una y otra vez.
Bésame ya.
Y sin ningún permiso, mi cuerpo se lanzó a él. Pasé mis brazos por su cuello y lo besé en los labios. En un segundo ya estaba devolviéndome el beso.
Pasó sus manos por mi cintura y me apretó bruscamente a él, y subí la intensidad del beso en menos de 3 segundos.
¿Qué me está pasando?
No entendía qué sucedía conmigo. Sólo sentía la maldita necesidad de tenerlo lo más cerca posible.
Fui impulsiva, tenaz, y me encantaba.
Pasé mis dedos entre su cabello y lo jalé sutilmente con brusquedad. Jadeó al sentirlo, y bajó sus manos de mi cintura a mis caderas.
Dios.
Sentí algo recorrerme el cuerpo. Jamás había bajado más allá de mi cintura.
Pero me fascinaba.
Me abracé más a él. Y sin previo aviso, me cargó, subiéndome sobre la barra de la cocina. Me abrió las piernas para poder tener mejor acceso a mi boca, metiéndose entre ellas.
Por Dios...
Comenzó a besarme el cuello, sintiendo su agitada respiración la cual no le importaba dar a notar. Mierda, la piel se me enchinaba infinitamente. Regresó a mis labios, y comenzó a acariciar y apretarme las piernas sin frenar el beso.
Comencé a perder la consciencia de mí misma. Todo a nuestro al rededor comenzaba a desaparecer.
Solo él y yo.