[HIATUS] No elegí Enamorarme...

By A-Malfoy-Potter

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Draco Malfoy es simpático, humilde y inteligente pero ¿sus padres ven eso? ¡claro que no! Nunca ha estado de... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Aviso importante
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20: LA CÁMARA SECRETA
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capitulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33: EL PRISIONERO DE AZKABAN
Capítulo 34
Capitulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45: EL CÁLIZ DE FUEGO (2)
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
50
51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57 - debemos hablar

Capítulo 41

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By A-Malfoy-Potter

Las vacaciones de Semana Santa no resultaron lo qué se dice relajantes. Los de tercero nunca habían tenido tantos deberes. Neville Longbottom parecía encontrarse al borde del colapso nervioso y no era el único.

- ¿A esto lo llaman vacaciones? - gritó Seamus Finnigan una tarde, en la sala común - los exámenes están a mil años de distancia, ¿qué es lo que pretenden?

Pero nadie tenía tanto trabajo como Hermione. Aun sin Adivinación, cursaba más asignaturas que ningún otro, normalmente era la última en abandonar por la noche la sala común y la primera en llegar al día siguiente a la biblioteca. Tenía ojeras como Lupin y parecía en todo momento estar a punto de echarse a llorar.

Ron se estaba encargando de la apelación en el caso de Buckbeak, cuando no hacía sus propios deberes, Draco que tenía un poco más de tiempo sin Adivinación trataba de encontrar algo útil, estaban enfrascado en enormes volúmenes que tenían títulos como Manual de psicología hipogrífica o ¿Ave o monstruo? Un estudió de la brutalidad del hipogrifo. Ron estaba tan absorto en el trabajo que incluso se olvidó de tratar mal a Crookshanks.

Harry, mientras tanto, tenía que combinar sus deberes con el diario entrenamiento de quidditch, por no mencionar las interminables discusiones de tácticas con Wood, el partido entre Gryffindor y Slytherin tendría lugar el primer sábado después de las vacaciones de Semana Santa. Slytherin iba en cabeza y sacaba a Gryffindor doscientos puntos exactos.

Esto significaba, como Wood recordaba a su equipo constantemente, que necesitaban ganar el partido con una ventaja mayor; si querían ganar la copa, también significaba que la responsabilidad de ganar caía sobre Harry en gran medida, porque capturar la snitch se recompensaba con ciento cincuenta puntos.

- Así, si les sacamos una ventaja de cincuenta puntos, no tienes más que atraparla - decía Wood a Harry todo el tiempo - sólo si les llevamos más de cincuenta puntos, Harry, porque de lo contrario ganaremos el partido pero perderemos la copa. Lo has comprendido, ¿verdad? Tienes que atrapar la snitch sólo si estamos...

- ¡YA LO SÉ, OLIVER! - gritó Harry.

Toda la casa de Gryffindor estaba obsesionada por el partido. Gryffindor no había ganado la copa de quidditch desde que el legendario Charlie Weasley (el segundo de los hermanos de Ron) había sido buscador, pero Harry dudaba de que alguien de Gryffindor; incluido Wood, tuviera tantas ganas de ganar como él. Harry y Gael se odiaban más que nunca. A Malfoy aún le dolía el barro que había recibido en Hogsmeade, y le había puesto furioso que Harry se hubiera librado del castigo, Harry no había olvidado el intento de Malfoy de sabotearle en el partido contra Ravenclaw, pero era el asunto de Buckbeak lo que le daba más ganas de vencer a Malfoy delante de todo el colegio.

Nadie recordaba un partido precedido de una atmósfera tan cargada, cuando las vacaciones terminaron, la tensión entre los equipos y entre sus respectivas casas estaba al rojo, en los corredores estallaban pequeñas peleas que culminaron en un desagradable incidente en el que un alumno de cuarto de Gryffindor y otro de sexto de Slytherin terminaron en la enfermería con puerros brotándoles de las orejas.

Harry lo pasaba especialmente mal, no podía ir a las aulas sin que algún Slytherin sacara la pierna y le pusiera la zancadilla. Crabbe y Goyle aparecían continuamente donde estaba él, y se alejaban arrastrando los pies, decepcionados, al verlo rodeado de gente. Wood había dado instrucciones para que Harry fuera acompañado a todas partes,
por si los de Slytherin trataban de quitarlo de en medio, toda la casa de Gryffindor aceptó la misión con entusiasmo, de forma que a Harry le resultaba imposible llegar a tiempo a las clases porque estaba rodeado de una inmensa y locuaz multitud, estaba más preocupado por la seguridad de su Saeta de Fuego que por la suya propia. Cuando no volaba en ella, la tenía guardada con llave en su baúl, y a menudo volvía corriendo a la torre de Gryffindor para comprobar que seguía allí.

La víspera del partido por la noche, en la sala común de Gryffindor, se abandonaron todas las actividades habituales, incluso Hermione dejó sus libros.

- No puedo trabajar; no me puedo concentrar - dijo nerviosa.

Había mucho ruido. Fred y George Weasley habían reaccionado a la presión alborotando y gritando más que nunca, Oliver Wood estaba encogido en un rincón, encima de una maqueta del campo de quidditch, y con su varita mágica movía figurillas mientras hablaba consigo mismo. Angelina, Alicia y Katie se reían de las gracias de Fred y George. Harry estaba sentado con Draco, Ron y Hermione, algo alejado del barullo, tratando de no pensar en el día siguiente, porque cada vez que lo hacía le acometía la horrible sensación de que algo grande se esforzaba por salir de su estómago.

- Vas a hacer un buen partido - le dijo Hermione, aunque en realidad estaba aterrorizada.

- ¡Tienes una Saeta de Fuego! - dijo Ron.

- Y eres mejor buscador que Gael, además tienen un buen equipo - dijo Draco.

- Sí - admitió Harry.

Fue un alivio cuando Wood, de repente, se puso en pie y gritó:

- ¡Jugadores! ¡A la cama!

Harry no durmió bien. Primero soñó que se había quedado dormido y que Wood gritaba: «¿Dónde te habías metido? ¡Tuvimos que poner a Neville en tu puesto!» Luego soñó que Malfoy y el resto del equipo de Slytherin llegaban al terreno de juego montados en dragones. Volaba a una velocidad de vértigo, tratando de evitar las llamaradas de fuego que salían de la boca de la cabalgadura de Malfoy, cuando se dio cuenta de que había olvidado la Saeta de Fuego. Se cayó en el aire y se despertó con un sobresalto.

Tardó unos segundos en comprender que el partido aún no había empezado, que él estaba metido en la cama, y que al equipo de Slytherin no lo dejarían jugar montado en dragones, tenía mucha sed. Lo más en silencio que pudo, se levantó y fue a servirse un poco de agua de la jarra de plata que había al pie de la ventana.

No sirvió de mucho, pues  Draco si había despertado.

- ¿Estas bien?

- Sólo no podía dormir.

- Ya veo.

Los terrenos del colegio estaban tranquilos y silenciosos. Ni un soplo de viento azotaba la copa de los árboles del bosque prohibido, el sauce boxeador estaba quieto y tenía un aspecto inocente. Las condiciones para el partido parecían perfectas.

Harry dejó el vaso y estaba a punto de volverse a la cama cuando algo le llamó la atención, un animal que no podía distinguir bien rondaba por el plateado césped.

Harry corrió hasta su mesilla, tomo las gafas, se las puso y volvió a la ventana a toda prisa, esperaba que no se tratara del Grim. No en aquel momento, horas antes del partido, Draco se quedo viendo el terreno algo confundido.

Miró los terrenos con detenimiento y tras un minuto de ansiosa búsqueda volvió a verlo, rodeaba el bosque... no era el Grim ni mucho menos: era un gato. Harry se apoyó aliviado en el alféizar de la ventana al reconocer aquella cola de brocha, sólo era Patizambo.

Pero... ¿sólo era Crookshanks? Harry aguzó la vista y pegó la nariz al cristal de la ventana.

- Harry, ¿estas bien? Es solo Crookshanks-  no entendía muy bien el actuar de Harry.

Crookshanks estaba inmóvil. Harry estaba seguro de que había algo más moviéndose en la sombra de los árboles.

Un instante después apareció: un perro negro, peludo y gigante que caminaba con sigilo por el césped, Crookshanks corría a su lado, Harry observó con atención. ¿Qué significaba aquello? Si Crookshanks también veía al perro, ¿cómo podía ser un augurio de la muerte de Harry?

- Draco - susurró Harry - ¿tú también puedes ver eso?

- ¿Mmm? - dijo volviendo la cara a la ventana.

- ¡Necesito que me digas si puedes ver esa cosa! - dijo zarandeado su hombro.

- ¿Te refieres a eso? - dijo algo confundido y apunto hacia donde estaba Crookshanks... y un perro, frunció el ceño ¿un perro?

Harry asintió y volvió a mirar por la ventana.

Pero Crookshanks y el perro habían desaparecido. Harry se subió al alféizar para ver si estaban debajo, junto al muro del castillo. Pero no estaban allí. ¿Dónde se habrían metido?

-  ¿Sabes a donde se fueron?

- Corrieron hacia los árboles... Pero no estoy seguro de a donde se dirigen, lo siento - se disculpo sintiéndose algo culpable de no poder ayudarlo. 

Harry negó con la cabeza.

- No es tu culpa.

Un fuerte ronquido le indicó que Ron no había despertado.

Harry y el resto del equipo de Gryffindor fueron recibidos con una ovación al entrar por la mañana en el Gran Comedor. Harry no pudo dejar de sonreír cuando vio que los de las mesas de Ravenclaw y Hufflepuff también les aplaudían. Los de Slytherin les silbaron al pasar. Malfoy estaba incluso más pálido de lo habitual.

Wood se pasó el desayuno animando a sus jugadores a que comieran, pero él casi no probó nada a pesar de la insistencia de Draco, luego les metió prisa para ir al campo antes de que los demás terminaran. Así podrían hacerse una idea de las condiciones. Cuando salieron del Gran Comedor; volvieron a oír aplausos.

- ¡Buena suerte, Harry! - le gritó Cho Chang. Harry le sonrió, Draco le frunció el ceño.

- Muy bien..., el viento es insignificante. El sol pega algo fuerte y puede perjudicarnos la visión. Tengan cuidado. El suelo está duro, nos permitirá un rápido despegue.

Wood recorrió el terreno de juego, mirando a su alrededor y con el equipo detrás, vieron abrirse las puertas del castillo a lo lejos y al resto del colegio aproximándose al campo.

- ¡A los vestuarios! - dijo Wood escuetamente. Nadie habló mientras se cambiaban y se ponían la túnica escarlata. Harry se preguntó si se sentirían como él: como si hubiera desayunado algo vivo, antes de que se dieran cuenta, Wood les dijo:- ¡Ha llegado el momento! ¡Adelante...!

Salieron al campo entre el rugido de la multitud. Tres cuartas partes de los espectadores llevaban escarapelas rojas, agitaban banderas rojas con el león de Gryffindor o enarbolaban pancartas con consignas como «ÁNIMO, GRYFFINDOR» y «LA COPA PARA LOS LEONES». Detrás de la meta de Slytherin, sin embargo, unas doscientas personas llevaban el verde; la serpiente plateada de Slytherin brillaba en sus banderas. El profesor Snape se sentaba en la primera fila, de verde como todos los demás y con una sonrisa macabra.

- ¡Y aquí llegan los de Gryffindor! - comentó Lee Jordan, que hacía de comentarista, como de costumbre - ¡Potter, Bell, Johnson, Spinnet, los hermanos Weasley y Wood! Ampliamente reconocido como el mejor equipo que ha visto Hogwarts desde hace años - los comentarios de Lee fueron ahogados por los abucheos de la casa de Slytherin - ¡Y ahora entra en el terreno de juego el equipo de Slytherin, encabezado por su capitán Flint! Ha hecho algunos cambios en la alineación y parece inclinarse más por el tamaño que por la destreza - más abucheos de los hinchas de Slytherin. Harry, sin embargo, pensó que Lee tenía razón. Malfoy era el más pequeño del equipo de Slytherin. Los demás eran enormes.

- ¡Capitanes, dense la mano! - ordenó la señora Hooch.

Flint y Wood se aproximaron y se estrecharon la mano con mucha fuerza, como si intentaran quebrarle al otro los dedos.

- ¡Monten en las escobas! - dijo la señora Hooch - Tres... dos... uno...

El silbato quedó ahogado por el bramido de la multitud, al mismo tiempo que se levantaban en el aire catorce escobas, Harry sintió que el pelo se le disparaba hacia atrás. Con la emoción del vuelo se le pasaron los nervios. Miró a su alrededor. Malfoy estaba exactamente detrás. Harry se lanzó en busca de la snitch.

- Y Gryffindor tiene el quaffle. Alicia Spinnet, de Gryffindor; con el quaffle, se dirige hacia la meta de Slytherin. Alicia va bien encaminada. Ah, no. Warrington intercepta el quaffle. Warrington, de Slytherin, rasgando el aire. ¡ZAS! Buen trabajo con la bludger por parte de George Weasley. Warrington deja caer el quaffle Lo toma Johnson. Gryffindor vuelve a tenerlo. Vamos, Angelina. Un bonito quiebro a Montagne. ¡Agáchate, Angelina, eso es una bludger! ¡HA MARCADO! ¡DIEZ A CERO PARA GRYFFINDOR!

Angelina golpeó el aire con el puño, mientras sobrevolaba el extremo del campo, el mar escarlata que se extendía debajo de ella vociferaba de entusiasmo.

- ¡AY!

Angelina casi se cayó de la escoba cuando Marcus Flint chocó contra ella.

- ¡Perdón! - se disculpó Flint, mientras la multitud lo abucheaba - ¡perdona, no te vi!

Un momento después, Fred Weasley lanzó el bate hacia la nuca de Flint. La nariz de Flint dio en el palo de su propia escoba y comenzó a sangrar.

- ¡Basta! - gritó la señora Hooch, metiéndose en medio a toda velocidad - ¡Penalti para Gryffindor por un ataque no provocado sobre su cazadora! ¡Penalti para Slytherin por agresión deliberada contra su cazador!

- ¡No diga tonterías, señora! - gritó Fred. Pero la señora Hooch pitó y Alicia retrocedió para lanzar el penalti.

- ¡Vamos, Alicia! - gritó Lee en medio del silencio que de repente se había hecho entre el público - SÍ, HA BATIDO AL GUARDAMETA! ¡VEINTE A CERO PARA GRYFFINDOR!

Harry se dio la vuelta y vio que Flint, que seguía sangrando, volaba hacia delante para ejecutar el penalti. Wood estaba delante de la portería de Gryffindor; con las mandíbulas apretadas.

- ¡Wood es un soberbio guardameta! - dijo Lee Jordan a la multitud, mientras Flint aguardaba el silbato de la señora Hooch - ¡Soberbio! Será muy difícil parar este golpe, realmente muy difícil... ¡SÍ! ¡NO PUEDO CREERLO! ¡LO HA PARADO!

Aliviado, Harry se alejó como una bala, buscando la snitch, pero asegurándose al mismo tiempo de que no se perdía ni una palabra de lo que decía Lee. Era esencial mantener a Malfoy apartado de la snitch hasta que Gryffindor sacara a Slytherin más de cincuenta puntos.

- Gryffindor tiene el quaffle, no, lo tiene Slytherin. ¡No! ¡Gryffindor vuelve a tenerlo, y es Katie Bell, Katie Bell lleva el quaffle! Va rápida como un rayo... ¡ESO HA SIDO INTENCIONAL!

Montague, un cazador de Slytherin, había hecho un quiebro delante de Katie y en vez de tomar el quaffle, le había cogido a ella la cabeza. Katie dio una voltereta en el aire y consiguió mantenerse en la escoba, pero dejó caer el quaffle.

El silbato de la señora Hooch volvió a sonar; mientras se dirigía a Montague gritándole, un minuto después, Katie metía otro gol de penalti al guardameta de Slytherin.

- ¡TREINTA A CERO! ¡CHÚPATE ÉSA, TRAMPOSO!

- ¡Jordan, si no puedes comentar de manera neutral...!

- ¡Lo cuento como es, profesora!

Harry sintió un vuelco de emoción, acababa de ver la snitch. Brillaba a los pies de uno de los postes de la meta de Gryffindor. Pero aún no debía atraparla. Y si Malfoy la veía...

Simulando una expresión de concentración repentina, dio la vuelta con la Saeta de Fuego y se dirigió a toda velocidad hacia el extremo de Slytherin. Funcionó. Malfoy fue tras él como un bólido, creyendo que Harry había visto la snitch en aquel punto.

¡ZUUUM!

Una de las bludgers, desviada por Derrick, el gigantesco golpe ador de Slytherin, se aproximó y le pasó a Harry rozando el oído derecho, al momento siguiente...

¡ZUUUM!

La segunda bludger le había arañado el codo, el otro golpeador; Bole, se aproximaba.

Harry vio fugazmente a Bole y a Derrick, que se acercaban muy aprisa con los bates en alto.

En el último segundo viró con la Saeta, y Bole y Derrick se dieron un batacazo.

- ¡Ja,ja,ja! - rió Lee Jordan mientras los dos golpeadores de Slytherin se separaban y alejaban, tambaleándose y agarrándose la cabeza - es una lástima, chicos. ¡Tendrán que espabilar mucho para vencer a una Saeta de Fuego! Y Gryffindor vuelve a tener el quaffle, porque Johnson lo ha recogido. Flint va a su lado. ¡Métele el dedo en
el ojo, Angelina! ¡Era una broma, profesora, era una broma! ¡Oh, no! ¡Flint lleva el quaffle, va volando hacia la meta de Gryffindor! ¡Ahora, Wood, párala!

Pero Flint ya había marcado. Hubo un ovación en la parte de Slytherin y Lee lanzó una expresión tan malsonante que la profesora McGonagall quiso quitarle el megáfono mágico.

- ¡Perdón, profesora, perdón! ¡No volverá a ocurrir! Veamos, Gryffindor va ganando por treinta a diez y ahora Gryffindor está en posesión del quaffle.

Se estaba convirtiendo en el partido más sucio que Harry había jugado, indignados porque Gryffindor se hubiera adelantado tan pronto en el marcador; los de Slytherin estaban recurriendo a cualquier medio para apoderarse del quaffle. Bole golpeó a Alicia con el bate y arguyó que la había confundido con una bludger. George Weasley, para vengarse, dio a Bole un codazo en la cara, la señora Hooch castigó a los dos equipos con sendos penaltis, y Wood logró evitar otro tanto espectacular; consiguiendo que la puntuación quedara en 40 a 10 a favor de Gryffindor.

La snitch había vuelto a desaparecer. Malfoy seguía de cerca a Harry, mientras éste sobrevolaba el campo de juego buscándola, en cuanto Gryffindor le sacara a Slytherin cincuenta puntos...

Katie marcó: 50 a 10. Fred y George Weasley bajaron en picado para situarse a su lado, con los bates en alto por si a alguno de Slytherin se le ocurría tomar represalias. Bole y Derrick aprovecharon la ausencia de Fred y George para lanzar a Wood las dos bludgers. Le dieron en el estómago, primero una y después la otra. Wood dio una vuelta en el aire, sujetándose a la escoba, sin resuello.

La señora Hooch estaba fuera de sí.

- ¡Sólo se puede atacar al guardameta cuando el quaffle está dentro del área! - gritó a Boyle y a Derrick - ¡Penalti para Gryffindor!

Y Angelina marcó: 60 a 10. Momentos después, Fred Weasley lanzaba a Warrington una bludger, quitándole el quaffle de las manos. Alicia la atrapo y volvió a marcar: 70 a 10.

La afición de Gryffindor estaba ronca de tanto gritar. Gryffindor sacaba sesenta puntos de ventaja, y si Harry atrapaba la snitch, la copa era suya. Harry notaba que cientos de ojos seguían sus movimientos mientras sobrevolaba el campo por encima del nivel de juego, con Malfoy siguiéndolo a toda velocidad.

Y entonces la vio: la snitch brillaba a siete metros por encima de él.

Harry aceleró con el viento rugiendo en sus orejas, estiró la mano, pero de repente la Saeta de Fuego redujo la velocidad.

Horrorizado, miró alrededor. Malfoy se había lanzado hacia delante, había tomado la cola de la Saeta y tiraba de ella.

- ¡Serás...!

Harry estaba lo bastante enfadado para golpear a Malfoy, pero no lo podía alcanzar, Malfoy jadeaba por el esfuerzo de sujetar la Saeta de Fuego, pero tenía un brillo de malicia en los ojos. Había logrado lo que quería: la snitch había vuelto a desaparecer.

- ¡Penalti! ¡Penalti a favor de Gryffindor! ¡Nunca he visto tácticas semejantes! - chilló la señora Hooch, saliendo disparada hacia el punto donde Malfoy volvía montar en su Nimbus 2.001.

- ¡TÚ CERDO, SO TRAMPOSO! - gritaba Lee Jordan por el megáfono, alejándose de la profesora McGonagall - ¡ASQUEROSO HIJ. ..!

La profesora McGonagall ni siquiera se molestó en decirle que se callara. La verdad es que levantaba el puño en dirección a Malfoy. Se le había caído el sombrero y también ella gritaba furiosa.

Alicia lanzó el penalti de Gryffindor; pero estaba tan enfadada que lo envió fuera, el equipo de Gryffindor perdía concentración, y los de Slytherin, entusiasmados por la falta de Malfoy contra Harry, cada vez se atrevían a más.

- Slytherin en posesión del quaffle, Slytherin se dirige a la meta... Montague marca - gruñó Lee -: 70 a 20 a favor de Gryffindor...

Harry marcaba en ese momento a Malfoy desde tan cerca que sus rodillas chocaban. Harry no iba a dejar que Malfoy se acercara a la snitch...

- ¡Quítate de en medio, Potter! - gritó Malfoy con enojo, e intentó dar la vuelta, pero encontró a Harry bloqueándole el paso.

- Angelina Johnson toma el quaffle. ¡Vamos,
Angelina! ¡VAMOS!

Harry miró a su alrededor. Excepto Malfoy, todos los jugadores de Slytherin, incluido el guardameta, habían salido disparados contra Angelina. Iban a bloquearla.

Harry dio la vuelta a la Saeta de Fuego, se agachó hasta quedar paralelo al palo de la escoba y se lanzó hacia delante, como una bala, se dirigió en dirección a los de Slytherin.

- ¡VOOOOOY!

Se dispersaron cuando la Saeta de Fuego se lanzó contra ellos como un torpedo. El camino de Angelina quedó despejado.

- ¡HA MARCADO!, ¡HA MARCADO! ¡Gryffindor en cabeza por 80 a 20!

Harry, que casi salió despedido hacia las gradas, frenó en el aire bruscamente, dio la vuelta y regresó veloz al centro del campo.

Y entonces vio algo como para pararle el corazón. Malfoy bajaba a toda velocidad con una expresión de triunfo en la cara, allí, a unos metros del suelo, había un resplandor dorado.

Harry orientó hacia abajo el rumbo de su saeta, pero Malfoy le llevaba muchísima ventaja.

- ¡Vamos!, ¡vamos!, ¡vamos! - dijo para espolear a la escoba. Ya reducía la distancia...

Harry se pegó al palo de la escoba cuando Bole le lanzó una bludger... estaba ya ante los tobillos de Malfoy... a su misma altura... Harry se echó hacia delante, soltando las dos manos de la escoba, desvió de un golpe el brazo de Malfoy y..

- ¡SÍ!

Recuperó la horizontal, con la mano en el aire, y el estadio se vino abajo. Harry sobrevoló a la multitud con un extraño zumbido en los oídos, la pequeña pelota dorada estaba fuertemente sujeta en su puño, batiendo las alas desesperadamente contra sus dedos.

Wood se acercó a él a toda velocidad, casi cegado por las lágrimas; tomo por el cuello a Harry y sollozó en su hombro irrefrenablemente. Harry sintió dos golpes en la espalda cuando Fred y George se acercaron, luego oyó las voces de Angelina, Alicia y Katie:

- ¡Hemos ganado la copa! ¡Hemos ganado la copa!

Atrapado en un abrazo colectivo, el equipo de Gryffindor bajó a tierra dando gritos con la voz quebrada.

Los grupos de hinchas del equipo escarlata saltaban ya las barreras y entraban en el terreno de juego. Multitud de manos palmeaban las espaldas de los jugadores. Harry estaba aturdido por el ruido y la multitud de cuerpos que lo apretaban, la afición los subió en hombros a él y al resto del equipo. Cuando pudo ver algo, vio a Hagrid
cubierto de escarapelas rojas:

- ¡Los has vencido, Harry! ¡Los has vencido! ¡Cuando se lo cuente a Buckbeak...!

Allí estaba Percy, dando saltos como un loco, olvidado de su dignidad. La profesora McGonagall sollozaba incluso más sonoramente que Wood, y se secaba los ojos con una enorme bandera de Gryffindor, y allí, abriéndose camino hacia Harry; se encontraban Draco, Ron y Hermione.

- Sabia que iban a ganar - dijo Draco pasándole un brazo por el hombro, Harry le sonrió desde abajo, Draco había crecido más que él, era más o menos media cabeza más alto. Draco enterró la cabeza en la rebelde cabellera del pelinegro, después en un rápido movimiento, un pequeño beso fue dejando en su frente, justo al lado de su cicatriz, dejándole un agradable cosquilleo, él sonrojo se expandió en ambos cuando Draco se alejo un poco dándole paso al equipo.

Ron y Hermione no podían articular palabra. Se limitaron a sonreír mientras Harry era conducido a las gradas, donde Dumbledore esperaba de pie, con la enorme copa de quidditch.

Si hubiera habido un dementor por allí... Mientras Wood le pasaba la copa a Harry, sin dejar de sollozar; mientras la elevaba en el aire, y mientras su frente aun tenía un agradable cosquilleo, Harry pensó que podía materializar al patronus más robusto del mundo.

La euforia por haber ganado la copa de quidditch le duró a Harry al menos una semana, incluso el clima pareció celebrarlo, a medida que se aproximaba junio, los días se volvieron menos nublados y más calurosos, y lo que a todo el mundo le apetecía era pasear por los terrenos del colegio y dejarse caer en la hierba, con grandes cantidades de zumo de calabaza bien frío, o tal vez jugando una partida improvisada de gobstones, o
viendo los fantásticos movimientos del calamar gigante por la superficie del lago.

Pero no podían hacerlo. Los exámenes se echaban encima y, en lugar de holgazanear, los estudiantes tenían que permanecer dentro del castillo haciendo enormes esfuerzos por concentrarse mientras por las ventanas entraban tentadoras ráfagas de aire estival, incluso se había visto trabajar a Fred y a George Weasley; estaban a punto de obtener el TIMO (Título Indispensable de Magia Ordinaria). Percy se preparaba para el ÉXTASIS (EXámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas), la titulación más alta que ofrecía Hogwarts. Como Percy quería entrar en el Ministerio de Magia, necesitaba las máximas puntuaciones. Se ponía cada vez más nervioso y castigaba muy severamente a cualquiera que interrumpiera por las tardes el silencio de la sala común. De hecho, la única persona que parecía estar más nerviosa que Percy era Hermione.

Harry y Ron habían dejado de preguntarle cómo se las apañaba para acudir a la vez a varias clases, (a Draco nunca se lo había preguntado, parecía que no tenía curiosidad al respecto) pero ello no pudieron contenerse cuando vieron el calendario de exámenes que tenía, la primera columna indicaba:

LUNES

9 en punto: Aritmancia

9 en punto: Transformaciones

Comida

1 en punto: Encantamientos

1 en punto: Runas Antiguas

- ¿Hermione? - dijo Ron con cautela, porque aquellos días saltaba fácilmente cuando la interrumpían - eeeh... ¿estás segura de que has copiado bien el calendario de exámenes?

- ¿Qué? - dijo Hermione bruscamente, tomando el calendario y observándolo - claro que lo he copiado bien.

- ¿Serviría de algo preguntarte cómo vas a hacer dos exámenes a la vez? - le dijo Harry.

- No - respondió Hermione lacónicamente -¿Han visto mi ejemplar de Numerología y gramática?

- Sí, lo tome para leer en la cama - dijo Ron en voz muy baja.

Hermione empezó a revolver entre montañas de pergaminos en busca del libro. Entonces se oyó un leve roce en la ventana. Hedwig entró aleteando, con un sobre fuertemente atenazado en el pico.

- Es de Hagrid - dijo Harry, abriendo el sobre - la apelación de Buckbeak se ha fijado para el día 6.

- Es el día que terminamos los exámenes - observó Hermione, que seguía buscando el libro de Aritmancia, casi al instante Draco que se encontraba en una silla cercana le extendió el libro que buscaba.

- Y tendrá lugar aquí. Vendrá alguien del Ministerio de Magia y un verdugo.

Hermione levantó la vista, sobresaltada.

- ¡Traen a un verdugo a la sesión de apelación! Es como si ya estuviera decidido.

- Sí, eso parece - dijo Harry pensativo.

- ¡No pueden hacerlo! - gritó Ron - ¡Hemos pasado años leyendo cosas para su defensa! ¡No pueden pasarlo todo por alto!

- No seria justo - dijo Draco algo decaído - pero no podremos hacer nada al respecto si ya han decidido... Ejecutarlo.

Harry tenía la horrible sensación de que la Comisión para las Criaturas Peligrosas si había tomado su decisión, presionada por el señor Malfoy. Gael, que había estado notablemente apagado desde el triunfo de Gryffindor en la final de quidditch, había recuperado parte de su anterior petulancia, por los ccomentarios socarrones que entreoía Harry, Malfoy estaba seguro de que matarían a Buckbeak, y parecía encantado de ser el causante, lo único que podía hacer Harry era contenerse para no imitar a Hermione cuando abofeteó a Malfoy. Y lo peor de todo era que no tenían tiempo ni ocasión de visitar a Hagrid, porque las nuevas y estrictas medidas de seguridad no se habían levantado, y Harry no se atrevía a recoger la capa invisible del interior de la estatua de la bruja.

Comenzó la semana de exámenes y el castillo se sumió en un inusitado silencio, los alumnos de tercero salieron del examen de Transformaciones el lunes a la hora de la comida, agotados y lívidos, comparando lo que habían hecho y quejándose de la dificultad de los ejercicios, consistentes en transformar una tetera en tortuga. Hermione irritó a todos porque juraba que su tortuga era mucho más galápago, cosa que a los demás les traía sin cuidado.

- La mía tenía un pitorro en vez de cola. ¡Qué pesadilla...!

- ¿Las tortugas echan vapor por la boca?

- La mía seguía teniendo un sauce dibujado en el caparazón. ¿Creen que me quitarán puntos?

Después de una comida apresurada, la clase volvió a subir para el examen de Encantamientos. Hermione había tenido razón: el profesor Flitwick puso en el examen los Encantamientos estimulantes. Harry, por los nervios, exageró un poco el suyo, y Ron, que era su pareja en el ejercicio, se echó a reír como un histérico, tuvieron que llevárselo a un aula vacía y dejarlo allí una hora, hasta que estuvo en condiciones de llevar a cabo el encantamiento. Después de cenar; los alumnos se fueron inmediatamente a sus respectivas salas comunes, pero no a relajarse, sino a repasar Cuidado de Criaturas Mágicas, Pociones y Astronomía.

Hagrid presidió el examen de Cuidado de Criaturas Mágicas, que se celebró la mañana siguiente, con un aire ciertamente preocupado. Parecía tener la cabeza en otra parte, había llevado un gran cubo de gusarajos al aula, y les dijo que para aprobar
tenían que conservar el gusarajo vivo durante una hora. Como los gusarajos vivían mejor si se los dejaba en paz, resultó el examen más sencillo que habían tenido nunca, y además concedió a Harry, a Draco, a Ron y a Hermione muchas oportunidades de hablar con Hagrid.

- Buckbeak está algo deprimido - les dijo Hagrid inclinándose un poco, haciendo como que comprobaba que el gusarajo de Harry seguía vivo - ha estado encerrado demasiado tiempo. Pero... en cualquier caso, pasado mañana lo sabremos.

Aquella tarde tuvieron el examen de Pociones: un absoluto desastre, por más que lo intentó, Harry no consiguió que espesara su «receta para confundir», y Snape, vigilándolo con aire de vengativo placer, garabateó en el espacio de la nota, antes de alejarse, algo que parecía un cero, al que le fue mejor fue a Draco, aunque nadie podía quejarse, la mayoría conocía de primera mano lo bien que se le daban las pociones al rubio. 

A media noche, arriba, en la torre más alta, tuvieron el de Astronomía; el miércoles por la mañana el de Historia de la Magia, en el que Harry escribió todo lo que Florean Fortescue le había contado acerca de la persecución de las brujas en la Edad Media, y hubiera dado cualquier cosa por poderse tomar además en aquella aula sofocante uno de sus helados de nueces y chocolate. El miércoles por la tarde tenían el examen de Herbología, en los invernaderos, bajo un sol abrasador, luego volvieron a la sala común, con la nuca quemada por el sol y deseosos de encontrarse al día siguiente a aquella misma hora, cuando todo hubiera finalizado.

El penúltimo examen, la mañana del jueves, fue el de Defensa Contra las Artes Oscuras. El profesor Lupin había preparado el examen más raro que habían tenido hasta la fecha, una especie de carrera de obstáculos fuera, al sol, en la que tenían que vadear un profundo estanque de juegos que contenía un grindylow; atravesar una serie de
agujeros llenos de gorros rojos; chapotear por entre ciénagas sin prestar oídos a las engañosas indicaciones de un hinkypunk; y meterse dentro del tronco de un árbol para enfrentarse con otro boggart.

- Estupendo, Harry - susurró Lupin, cuando el joven bajó sonriente del tronco - nota máxima.

Sonrojado por el éxito, Harry se quedó para ver a Draco, Ron y a Hermione. Ron lo hizo muy bien hasta llegar al hinkypunk, que logró confundirlo y que se hundiese en la ciénaga hasta la cintura. Hermione lo hizo perfectamente hasta llegar al árbol del boggart. Después de pasar un minuto dentro del tronco, salió gritando.

- ¡Hermione! - dijo Lupin sobresaltado - ¿qué ocurre?

- La pro... profesora McGonagall - dijo Hermione con voz entrecortada, señalando al interior del tronco - me... ¡me ha dicho que me han suspendido en todo!

Costó un rato tranquilizar a Hermione. Draco también lo hizo perfectamente hasta llegar, de igual manera a el boggart, paso un poco de tiempo antes de que un grito desgarrador saliera de él tronco, aunque a decir verdad parecía más súplica que otra cosa, Harry se alarmó al instante, nunca había escuchado a Draco gritar así, cuando el profesor Lupin estaba por interrumpir el examen cuando Draco salio de él con la varita en mano y jadeando, él poco color que había en su cara había desaparecido y cuando Harry se acerco a él susurraba una y otra vez un «no es real, no es real, esta vez no fue real».

- ¿Que ocurrió, Draco? - pregunto preocupado el profesor Lupin al ver que había unas cuantas lágrimas que se negaban a salir de sus ojos. Pero Draco no parecía poder formar una oración con sentido además de lo que aun susurraba - Harry, ¿puedes llevarlo a la enfermería?

- N-no - dijo la débil voz de Draco - no es necesario.

Poco tiempo después, Hermione, Draco, Harry y Ron volvieron al castillo. Ron seguía riéndose del boggart de Hermione, pero cuando estaban a punto de reñir, vieron algo al final de las escaleras.

Cornelius Fudge, sudando bajo su capa de rayas, contemplaba desde arriba los terrenos del colegio. Se sobresaltó al ver a Harry.

- ¡Hola, Harry! - dijo - ¿vienes de un examen? ¿Te falta poco para acabar?

- Sí - dijo Harry. Draco (que había parecido no querer irse de su lado) Hermione y Ron, no tenían trato con el ministro de Magia, se quedaron un poco apartados.

- Estupendo día - dijo Fudge, contemplando el lago - es una pena..., es una pena... - suspiró ampliamente y miró a Harry - me trae un asunto desagradable, Harry, La Comisión para las Criaturas Peligrosas solicitó que un testigo presenciase la ejecución de un hipogrifo furioso, como tenía que visitar Hogwarts por lo de Black, me pidieron que entrara.

- ¿Significa eso que la revisión del caso ya ha tenido lugar? - interrumpió Ron, dando un paso adelante.

- No, no. Está fijada para la tarde - dijo Fudge, mirando a Ron con curiosidad.

- ¡Entonces quizá no tenga que presenciar ninguna ejecución! - dijo Ron resueltamente - ¡El hipogrifo podría ser absuelto!

Antes de que Fudge pudiera responder; dos magos entraron por las puertas del castillo que había a su espalda, uno era tan anciano que parecía descomponerse ante sus ojos; el otro era alto y fornido, y tenía un fino bigote de color negro. Harry entendió que eran representantes de la Comisión para las Criaturas Peligrosas, porque el anciano miró de soslayo hacia la cabaña de Hagrid y dijo con voz débil:

- Santo Dios, me estoy haciendo viejo para esto. A las dos en punto, ¿no, Fudge?

El hombre del bigote negro toqueteaba algo que llevaba al cinto; Harry advirtió que pasaba el ancho pulgar por el filo de un hacha. Ron abrió la boca para decir algo, pero Hermione le dio con el codo en las costillas y señaló el vestíbulo con la cabeza.

- ¿Por qué no me has dejado? - dijo enfadado Ron, entrando en el Gran Comedor para almorzar - ¿los has visto? ¡Hasta llevan un hacha! ¡Eso no es justicia!

- Ron, tu padre trabaja en el Ministerio, no puedes ir diciéndole esas cosas a su jefe - respondió Hermione, aunque también ella parecía muy molesta - si Hagrid conserva esta vez la cabeza y argumenta adecuadamente su defensa, es posible que no ejecuten a Buckbeak...

Pero a Harry le parecía que Hermione no creía en realidad lo que decía, a su alrededor, todos hablaban animados, saboreando por adelantado el final de los exámenes, que tendría lugar aquella tarde, pero Harry; Ron y Hermione, preocupados por Hagrid y Buckbeak, permanecieron al margen, Draco aunque también estaba preocupado por Buckbeak, permanecía más callado que ningún otro, ni siquiera había empezado a comer o al menos tener intención de hacerlo.

- Hey - le dijo Harry llamando su atención - tienes que comer... Aunque sea un poco.

- No tengo hambre - dijo en un susurro.

- De igual manera trata de comer algo - dijo tratando de convencerlo - tal vez te sientas mal si no lo haces...

- En serio, no tengo hambre y no creo que me pase algo si no como en unas cuantas horas.

- Aunque sea algo pequeño, Draco - dijo ahora Hermione, que de igual manera preocupada por él.

- Toma - dijo Ron poniendo unas cuantas manzanas verdes cerca de él - ¿te gustan, no? Además no es demasiado pero no te dejara con el estómago vacío.

- Pero...

- Por favor - dijo Harry poniendo una manzana en su mano.

- De acuerdo - accedió y como respuesta obtuvo la sonrisa triunfal de los otros tres.

El último examen de Harry y Ron era de Adivinación. El último de Hermione, Estudios Muggles. Draco al haber abandonar Adivinación y sin contar con el tiempo necesario para entrar en otra clase, tendría este tiempo libre. Subieron juntos la escalera de mármol. Hermione y los dejó en el primer piso, Draco de igual manera pero el subió a la sala común y Harry y Ron continuaron hasta el séptimo, donde muchos de su clase estaban sentados en la escalera de caracol que conducía al aula de la profesora Trelawney, repasando en el último minuto.

- Nos va a examinar por separado - les informó Neville, cuando se sentaron a su lado. Tenía Disipar las nieblas del futuro abierto sobre los muslos, por las páginas dedicadas a la bola de cristal - ¿alguno ha visto algo alguna vez en la bola de cristal? - preguntó desanimado.

- Nanay - dijo Ron.

Miraba el reloj de vez en cuando. Harry se dio cuenta de que calculaba lo que faltaba para el comienzo de la revisión del caso de Buckbeak.

La cola de personas que había fuera del aula se reducía muy despacio. Cada vez que bajaba alguien por la plateada escalera de mano, los demás le preguntaban entre susurros:

- ¿Qué te ha preguntado? ¿Qué tal te ha ido?

Pero nadie aclaraba nada.

- ¡Me ha dicho que, según la bola de cristal, sufriré un accidente horrible si revelo algo! - chilló Neville, bajando la escalera hacia Harry y Ron, que acababa de llegar al rellano en ese momento.

- Es muy lista - refunfuñó Ron - empiezo a pensar que Hermione tenía razón - dijo señalando la trampilla con el dedo -: es una impostora.

- Sí - dijo Harry, mirando su reloj. Eran las dos - Ojalá se dé prisa.

Parvati bajó la escalera rebosante de orgullo.

- Me ha dicho que tengo todas las características de una verdadera vidente - dijo a Ron y a Harry - he visto muchísimas cosas... Bueno, que les vaya bien.

Bajó aprisa por la escalera de caracol, hasta llegar junto a Lavender.

- Ronald Weasley - anunció desde arriba la voz conocida y susurrante. Ron hizo un guiño a Harry y subió por la escalera de plata.

Harry era el único que quedaba por examinarse. Se sentó en el suelo, con la espalda contra la pared, escuchando una mosca que zumbaba en la ventana soleada. Su mente estaba con Hagrid, al otro lado de los terrenos del colegio.

Por fin, después de unos veinte minutos, los pies grandes de Ron volvieron a aparecer en la escalera.

- ¿Qué tal? - le preguntó Harry, levantándose.

- Una porquería - dijo Ron - no conseguía ver nada, así que me inventé algunas cosas. Pero no creo que la haya convencido...

- Nos veremos en la sala común - musitó Harry cuando la voz de la profesora Trelawney anunció:

- ¡Harry Potter!

En la sala de la torre hacia más calor que nunca. Las cortinas estaban echadas, el fuego encendido, y el habitual olor mareante hizo toser a Harry mientras avanzaba entre las sillas y las mesas hasta el lugar en que la profesora Trelawney lo aguardaba sentada ante una bola grande de cristal.

- Buenos días, Harry - dijo suavemente - si tuvieras la amabilidad de mirar la bola... Tómate tu tiempo, y luego dime lo que ves dentro de ella...

Harry se inclinó sobre la bola de cristal y miró concentrándose con todas sus fuerzas, buscando algo más que la niebla blanca que se arremolinaba dentro, pero sin encontrarlo.

- ¿Y bien? - le preguntó la profesora Trelawney con delicadeza - ¿qué ves?

El calor y el humo aromático que salía del fuego que había a su lado resultaban asfixiantes. Pensó en lo que Ron le había dicho y decidió fingir.

- Eeh... - dijo Harry - una forma oscura...

- ¿A qué se parece? - susurró la profesora Trelawney - piensa...

La mente de Harry echó a volar y aterrizó en Buckbeak.

- Un hipogrifo - dijo con firmeza.

- ¿De verdad? - susurró la profesora Trelawney, escribiendo deprisa y con entusiasmo en el pergamino que tenía en las rodillas - muchacho, bien podrías estar contemplando la solución del problema de Hagrid con el Ministerio de Magia. Mira más detenidamente... El hipogrifo ¿tiene cabeza?

- Sí dijo Harry con seguridad.

- ¿Estás seguro? - insistió la profesora Trelawney -  ¿Totalmente seguro, Harry?¿No lo ves tal vez retorciéndose en el suelo y con la oscura imagen de un hombre con un hacha detrás?

- No - dijo Harry, comenzando a sentir náuseas.

- ¿No hay sangre? ¿No está Hagrid llorando?

- ¡No! - contestó Harry, con crecientes deseos de abandonar la sala y aquel calor - parece que está bien. Está volando...

La profesora Trelawney suspiró.

- Bien, querido. Me parece que lo dejaremos aquí... Un poco decepcionante, pero estoy segura de que has hecho todo lo que has podido.

Aliviado, Harry se levantó, cogió la mochila y se dio la vuelta para salir. Pero entonces oyó detrás de él una voz potente y áspera:

- Sucederá esta noche.

Harry dio media vuelta. La profesora Trelawney estaba rígida en su sillón. Tenía la vista perdida y la boca abierta.

- ¿Cómo dice? - preguntó Harry.

Pero la profesora Trelawney no parecía oírle. Sus pupilas comenzaron a moverse. Harry estaba asustado. La profesora parecía a punto de sufrir un ataque. El muchacho no sabía si salir corriendo hacia la enfermería. Y entonces la profesora Trelawney volvió a hablar con la misma voz áspera, muy diferente a la suya:

- El Señor de las Tinieblas está solo y sin amigos, abandonado por sus seguidores. Su vasallo ha estado encadenado doce años. Hoy, antes de la medianoche, el vasallo se liberará e irá a reunirse con su amo. El Señor de las Tinieblas se alzará de nuevo, con la ayuda de su vasallo, más grande y más terrible que nunca. Hoy... antes de la medianoche... el vasallo... irá... a reunirse... con su amo...

Su cabeza cayó hacia delante, sobre el pecho. La profesora Trelawney emitió un gruñido. Luego, repentinamente, volvió a levantar la cabeza.

- Lo siento mucho, chico - añadió con voz soñolienta - el calor del día, ¿sabes...? Me he quedado traspuesta.

Harry se quedó allí un momento, mirándola.

- ¿Pasa algo, Harry?

- Usted... acaba de decirme que... el Señor de las Tinieblas volverá a alzarse, que su vasallo va a regresar con él...

La profesora Trelawney se sobresaltó.

- ¿El Señor de las Tinieblas? ¿El que no debe nombrarse? Querido muchacho, no se puede bromear con ese tema... Alzarse de nuevo, Dios mío...

- ¡Pero usted acaba de decirlo! Usted ha dicho que el Señor de las Tinieblas...

- Creo que tú también te has quedado dormido - repuso la profesora Trelawney - desde luego, nunca predeciría algo así.

Harry bajó la escalera de mano y la de caracol, haciéndose preguntas... ¿Acababa de oír a la profesora Trelawney haciendo una verdadera predicción? ¿O había querido acabar el examen con un final impresionante?

Cinco minutos más tarde pasaba aprisa por entre los troles de seguridad que estaban a la puerta de la torre de Gryffindor. Las palabras de la profesora Trelawney resonaban aún en su cabeza. Se cruzó con muchos que caminaban a zancadas, riendo y bromeando, dirigiéndose hacia los terrenos del colegio y hacia una libertad largamente deseada. Cuando llegó al retrato y entró en la sala común, estaba casi desierta. En un rincón, sin embargo, estaban sentados Draco, Ron y Hermione.

- La profesora Trelawney me acaba de decir...

Pero se detuvo al fijarse en sus caras.

- Buckbeak ha perdido - dijo Ron con voz débil - Hagrid acaba de enviar esto.

La nota de Hagrid estaba seca esta vez: no había lágrimas en ella. Pero su mano parecía haber temblado tanto al escribirla que apenas resultaba legible.

Apelación perdida. La ejecución será a la puesta del sol. No se puede hacer nada. No vengan. No quiero que lo vean.

Hagrid

- Tenemos que ir - dijo Harry de inmediato -. ¡No puede estar allí solo, esperando al verdugo!

- Pero es a la puesta del sol - dijo Ron, mirando por la ventana con los ojos empañados - no nos dejarán salir, y menos a ti, Harry...

Harry se tapó la cabeza con las manos, pensando.

- Si al menos tuviéramos la capa invisible...

- ¿Dónde está? - dijo Hermione.

Harry le explicó que la había dejado en el pasadizo, debajo de la estatua de la bruja tuerta.

- ... Si Snape me vuelve a ver por allí, me veré en un serio aprieto - concluyó.

- Eso es verdad - dijo Hermione, poniéndose en pie - si te ve... ¿Cómo se abre la joroba de la bruja?

- Se le dan unos golpecitos y se dice «¡Dissendio!» - explicó Harry - pero...

Hermione no aguardó a que terminara la frase; tomo el antebrazo de Draco para que se levantará, atravesaron la sala con decisión, Hermione abrió el retrato y ambos se perdieron de vista.

- ¿Habrán ido a tomarla? - dijo Ron, mirando el punto por donde había desaparecido la muchacha.

A eso había ido. Hermione regresó al cuarto de hora, con la capa plateada cuidadosamente doblada y escondida bajo la túnica. Pero Draco no la acompañaba.

- ¡Hermione, no sé qué te pasa últimamente! - dijo Ron, sorprendido - primero le pegas a Malfoy, luego te vas de la clase de la profesora Trelawney...

Hermione se sintió halagada.

- ¿Y Draco? - pregunto Harry.

- Fue a distraer a Snape mientras yo tomaba la capa, no debe de tardar.


• • •

Bajaron a cenar con los demás, pero no regresaron luego a la torre de Gryffindor. Harry llevaba escondida la capa en la parte delantera de la túnica. Tenía que llevar los brazos cruzados para que no se viera el bulto, esperaron en una habitación contigua al vestíbulo hasta asegurarse de que éste estuviese completamente vacío. Oyeron a los dos últimos que pasaban aprisa y cerraban dando un portazo. Hermione asomó la cabeza por la puerta.

- Vale - susurró - no hay nadie. Podemos taparnos con la capa.

Caminando muy juntos, de puntillas y bajo la capa, para que nadie los viera, bajaron la escalera y salieron, el sol se hundía ya en el bosque prohibido, dorando las ramas más altas de los árboles.

Llegaron a la cabaña y llamaron a la puerta. Hagrid tardó en contestar; cuando por fin lo hizo, miró a su alrededor; pálido y tembloroso, en busca de la persona que había llamado.

- Somos nosotros - susurró Harry - llevamos la capa invisible. Si nos dejas pasar; nos la quitaremos.

- No deberían haber venido - dijo Hagrid, también susurrando.

Pero se hizo a un lado, y ellos entraron. Hagrid cerró la puerta rápidamente y Harry se desprendió de la capa. Hagrid no lloró ni se arrojó al cuello de sus amigos. No parecía saber dónde se encontraba ni qué hacer. Resultaba más trágico verlo así que
llorando.

- ¿Quieren un té? - invitó.

Sus manos enormes temblaban al tomar la tetera.

- ¿Dónde está Buckbeak, Hagrid? - preguntó Ron, vacilante.

- Lo... lo tengo en el exterior - dijo Hagrid, derramando la leche por la mesa al llenar la jarra - está atado en el huerto, junto a las calabazas. Pensé que debía ver los árboles y oler el aire fresco antes de...

A Hagrid le temblaba tanto la mano que la jarra se le cayó y se hizo añicos.

- Yo lo haré, Hagrid - dijo Hermione inmediatamente, apresurándose a limpiar el
suelo.

- Te ayudo - dijo Draco llegado a su lado.

- Hay otra en el aparador - dijo Hagrid sentándose y limpiándose la frente con la manga. Harry miró a Ron, que le devolvió una mirada de desesperanza.

- ¿No hay nada que hacer; Hagrid? - preguntó Harry sentándose a su lado - Dumbledore...

- Lo ha intentado - respondió Hagrid - no puede hacer nada contra una sentencia de la Comisión. Les ha dicho que Buckbeak es inofensivo, pero tienen miedo. Ya saben cómo es Lucius Malfoy... - Harry observó que Draco se tenso un poco - que  Me imagino que los ha amenazado... Y el verdugo,
Macnair, es un viejo amigo suyo. Pero será rápido y limpio, y yo estaré a su lado.

Hagrid tragó saliva, sus ojos recorrían la cabaña buscando algún retazo de esperanza.

- Dumbledore estará presente. Me ha escrito esta mañana. Dice que quiere estar conmigo. Un gran hombre, Dumbledore...

Hermione, que había estado rebuscando en el aparador de Hagrid, dejó escapar un leve sollozo, que reprimió rápidamente. Se incorporó con la jarra en las manos y esforzándose por contener las lágrimas.

- Nosotros también estaremos contigo, Hagrid - comenzó, pero Hagrid negó con la despeinada cabeza.

- Tienen que volver al castillo, les he dicho que no quería que lo vieran. Y tampoco deberían estar aquí. Si Fudge y Dumbledore te pillan fueran sin permiso, Harry, te verás en un aprieto.

Por el rostro de Hermione corrían lágrimas silenciosas, pero disimuló ante Hagrid preparando el té. Al levantar la botella de leche para verter parte de ella en la jarra, dio un grito.

- ¡Ron! No... no puedo creerlo. ¡Es Scabbers!

Ron la miró boquiabierto.

- ¿Qué dices?

Hermione acercó la jarra a la mesa y la volcó, con un gritito asustado y desesperado por volver a meterse en el recipiente, Scabbers apareció correteando por la mesa.

- ¡Scabbers! - exclamó Ron desconcertado - Scabbers, ¿qué haces aquí?

Tomo a la rata, que forcejeaba por escapar; y la levantó para verla a la luz, tenía un aspecto horrible. Estaba más delgada que nunca. Se le había caído mucho pelo, dejándole amplias lagunas, y se retorcía en las manos de Ron, desesperada por escapar.

- No te preocupes, Scabbers - dijo Ron - no hay gatos. No hay nada que temer.

De pronto, Hagrid se puso en pie, mirando la ventana fijamente. Su cara, habitualmente rubicunda, se había puesto del color del pergamino.

- Ya vienen...

Harry, Draco Ron y Hermione se dieron rápidamente la vuelta. Un grupo de hombres bajaba por los lejanos escalones de la puerta principal del castillo. Delante iba Albus Dumbledore, su barba plateada brillaba al sol del ocaso. A su lado iba Cornelius Fudge. Tras ellos marchaban el viejo y débil miembro de la Comisión y el verdugo Macnair.

- Tienen que irse - dijo Hagrid. Le temblaba todo el cuerpo - no deben verlos aquí... Marchense ya.

Ron se metió a Scabbers en el bolsillo y Hermione tomo la capa.

- Salgan por detrás.

Lo siguieron hacia la puerta trasera que daba al huerto. Harry se sentía muy raro y aún más al ver a Buckbeak a pocos metros, atado a un árbol, detrás de las calabazas, Buckbeak parecía presentir algo. Volvió la cara afilada de un lado a otro y golpeó el suelo con la zarpa, nervioso.

- No temas, Buckbeak - dijo Hagrid con voz suave - no temas - se volvió hacia los tres amigos -. Venga, marchense

Pero no se movieron.

-Hagrid, no podemos... Les diremos lo que de verdad sucedió.

- No pueden matarlo...

- Tal vez si...

- ¡Váyanse! - ordenó Hagrid con firmeza - ya es bastante horrible y sólo faltaría que además se metieran en un lío.

No tenían opción. Mientras Hermione echaba la capa sobre los otros tres, oyeron hablar al otro lado de la cabaña. Hagrid miró hacia el punto por el que acababan de desaparecer.

- Váyanse, rápido - dijo con acritud - no escuchen.

Y volvió a entrar en la cabaña al mismo tiempo que alguien llamaba a la puerta de delante.

Lentamente, como en trance, Harry, Draco, Ron y Hermione rodearon silenciosamente la casa. Al llegar al otro lado, la puerta se cerró con un golpe seco.

- Vámonos aprisa, por favor - susurró Hermione - no puedo seguir aquí, no lo puedo soportar...

Empezaron a subir hacia el castillo. El sol se apresuraba a ocultarse; el cielo se había vuelto de un gris claro teñido de púrpura, pero en el oeste había destellos de rojo rubí.

Ron se detuvo en seco.

- Por favor; Ron - comenzó Hermione.

- Se trata de Scabbers..., quiere salir.

Ron se inclinaba intentando impedir que Scabbers se escapara, pero la rata estaba fuera de sí; chillando como loca, se debatía y trataba de morder a Ron en la mano.

- Scabbers, tonta, soy yo - susurró Ron.

Oyeron abrirse una puerta detrás de ellos y luego voces masculinas.

- ¡Por favor; Ron, vámonos, están a punto de hacerlo! - insistió Hermione.

- Vale, ¡quédate quieta, Scabbers!

Siguieron caminando; al igual que Hermione, Harry y Draco procuraban no oír el sordo rumor de las voces que sonaban detrás de ellos, Ron volvió a detenerse.

- No la puedo sujetar... Calla, Scabbers, o nos oirá todo el mundo.

La rata chillaba como loca, pero no lo bastante fuerte para eclipsar los sonidos que llegaban del jardín de Hagrid. Las voces de hombre se mezclaban y se confundían.

Hubo un silencio y luego, sin previo aviso, el inconfundible silbido del hacha rasgando el aire. Hermione se tambaleó.

- ¡Ya está! - susurró a Harry - ¡No me lo puedo creer; lo han hecho!

A Harry se le quedó la mente en blanco a causa de la impresión. Los cuatro se habían quedado paralizados bajo la capa invisible. Los últimos rayos del sol arrojaron una luz sanguinolenta sobre los terrenos, en los que las sombras se dibujaban muy alargadas. Detrás de ellos oyeron un aullido salvaje.

- ¡Hagrid! - susurró Harry. Sin pensar en lo que hacian, Draco y él se dieron vuelta, pero Ron y Hermione los tomaron por los brazos.

- No podemos - dijo Ron, blanco como una pared -  Se verá en un problema más serio si se descubre que lo hemos ido a visitar...

Hermione respiraba floja e irregularmente.

- ¿Cómo... han podido...? - preguntó jadeando, como si se ahogase -¿Cómo han podido?

- Vamos - dijo Ron, tiritando.

Reemprendieron el camino hacia el castillo, andando muy despacio para no descubrirse. La luz se apagaba. Cuando llegaron a campo abierto, la oscuridad se cernía sobre ellos como un embrujo.

- Scabbers, estate quieta - susurró Ron, llevándose la mano al pecho. La rata se retorcía como loca. Ron se detuvo, obligando a Scabbers a que se metiera del todo en el bolsillo -¿Qué te ocurre, tonta? Quédate quieta... ¡AY! ¡Me ha mordido!

- ¡Ron, cállate! - susurró Hermione - Fudge se presentará aquí dentro de un minuto...

- No hay manera.

Scabbers estaba aterrorizada. Se retorcía con todas sus fuerzas, intentando soltarse de Ron.

- ¿Qué le ocurre?

Pero Harry acababa de ver a Crookshanks acercándose a ellos sigilosamente, arrastrándose y con los grandes ojos amarillos destellando pavorosamente en la oscuridad. Harry no sabía si el gato los veía o se orientaba por los chillidos de Scabbers.

- ¡Crookshanks! - gimió Hermione - ¡No, vete, Crookshanks! ¡Vete!

Pero el gato se acercaba más...

- Scabbers... ¡NO!

Demasiado tarde... La rata escapó por entre los dedos de Ron, se echó al suelo y huyó a toda prisa. De un salto, Crookshanks se lanzó tras el roedor; y antes de que alguno pudieran detenerlo, Ron se salió de la capa y se internó en la oscuridad.

- ¡Ron! - gimió Hermione.

Los tres se miraron entre si y lo siguieron a la carrera. Era imposible correr a toda velocidad debajo de la capa, así que se la quitaron y la llevaron al vuelo, ondeando como un estandarte mientras seguían a Ron. Oían delante de ellos el ruido de sus pasos y los gritos que dirigía a Crookshanks.

- Aléjate de él..., aléjate... Scabbers, ven aquí...

Oyeron un golpe seco.

- ¡Te he atrapado! Vete, gato asqueroso.

Casi chocaron contra Ron. Estaba tendido en el suelo. Scabbers había vuelto a su bolsillo y Ron sujetaba con ambas manos el tembloroso bulto.

- Vamos, Ron, volvamos a cubrirnos - dijo Hermione jadeando - Dumbledore y el ministro saldrán dentro de un minuto.

Pero antes de que pudieran volver a taparse, antes incluso de que pudieran recuperar el aliento, oyeron los pasos de unas patas gigantes. Algo se acercaba a ellos en la oscuridad: un enorme perro negro de ojos claros.

Harry quiso tomar la varita, pero era ya demasiado tarde. El perro había dado un gran salto y sus patas delanteras le golpearon el pecho. Harry cayó de espaldas, con un fardo de pelo. Sintió el cálido aliento del fardo, sus dientes de tres centímetros de longitud...

Pero el empujón lo había llevado demasiado lejos. Se apartó rodando. Aturdido, sintiendo como si le hubieran roto las costillas, trató de ponerse en pie; oyó rugir al animal, preparándose para un nuevo ataque.

Ron se levantó. Cuando el perro volvió a saltar contra ellos, Ron empujó a Harry hacia un lado y el perro mordió el brazo estirado de Ron. Harry embistió y agarró al animal por el pelo, pero éste arrastraba a Ron con tanta facilidad como si fuera un muñeco de trapo.

Draco en un intento algo desesperado se lanzo en contra del perro, lo había tomado de debajo de las patas y había logrado que soltara a Ron, el perro sacudió la cabeza furiosamente, parecía algo confundido y de un momento a otro pareció perder el interés por Ron y embistió en contra del rubio tomándole con los filosos dientes la pierna. 

Entonces, algo surgido de no se sabía dónde golpeó a Harry tan fuerte en la cara que volvió a derribarlo. Oyó a Hermione chillar de dolor y caer también. Harry manoteó en busca de la varita, parpadeando para quitarse la sangre de los ojos.

- ¡Lumos! - susurró.

La luz de la varita iluminó un grueso árbol. Habían perseguido a Scabbers hasta el sauce boxeador; y sus ramas crujían como azotadas por un fortísimo viento y oscilaban de atrás adelante para impedir que se aproximaran.

Al pie del árbol estaba el perro, arrastrando a Draco y metiéndolo por un hueco que había en las raíces. Draco luchaba denodadamente, pero su cabeza y su torso se estaban perdiendo de vista.

- ¡Draco! - gritó Harry, intentando seguirlo, pero una gruesa rama le propinó un restallante y terrible trallazo que lo obligó a retroceder.

Lo único que podían ver ya de Draco era la pierna con la que el muchacho se había enganchado en una rama para impedir que el perro lo arrastrase. Un horrible crujido cortó el aire como un pistoletazo. La pierna de Draco se había roto y el pie desapareció en aquel momento.

- Harry, tenemos que pedir ayuda - gritó Hermione. Ella también sangraba. El sauce le había hecho un corte en el hombro.

- ¡No! ¡Este ser es lo bastante grande para comérselo! ¡No tenemos tiempo!

- No conseguiremos pasar sin ayuda.

Otra rama les lanzó otro latigazo, con las ramitas enroscadas como puños. Ron quien había intentado seguirlos recibió un latigazo del sauce a cambio.

- Si ese perro ha podido entrar, nosotros también - jadeó Harry, corriendo y zigzagueando, tratando de encontrar un camino a través de las ramas que daban trallazos al aire, pero era imposible acercarse un centímetro más sin ser golpeados por el árbol.

- ¡Socorro, socorro! - gritó Hermione, como una histérica, dando brincos sin moverse del sitio - ¡Por favor...!

Crookshanks dio un salto al frente. Se deslizó como una serpiente por entre las ramas que azotaban el aire y se agarró con las zarpas a un nudo del tronco.

De repente, como si el árbol se hubiera vuelto de piedra, dejó de moverse.

- ¡Crookshanks! - gritó Hermione, dubitativa. Tomando a Harry por el brazo tan fuerte que le hizo daño - ¿Cómo sabía...?

- Es amigo del perro - dijo Harry con tristeza - Draco y yo los hemos visto juntos... Vamos. Ten la varita a punto.

- Vamos - dijo al pelirrojo que estaba algo estático.

En unos segundos recorrieron la distancia que les separaba del tronco, pero antes de que llegaran al hueco que había entre las raíces, Crookshanks se metió por él agitando la cola de brocha. Harry lo siguió. Entró a gatas, metiendo primero la cabeza, y se deslizó por una rampa de tierra hasta la boca de un túnel de techo muy bajo. Crookshanks estaba ya lejos de él y sus ojos brillaban a la luz de la varita de Harry. Un segundo después, entró Hermione seguida de Ron.

- ¿Dónde está Draco? - le preguntó Hermione con voz aterrorizada.

- Por aquí - indicó Harry, poniéndose en camino con la espalda arqueada, siguiendo a Crookshanks.

- ¿Adónde irá este túnel?  le preguntó Hermione, sin aliento.

- No sé... Está señalado en el mapa del merodeador; pero Fred y George creían que nadie lo había utilizado nunca. Se sale del límite del mapa, pero daba la impresión de que iba a Hogsmeade...

Avanzaban tan aprisa como podían, casi doblados por la cintura. Por momentos podían ver la cola de Crookshanks. El pasadizo no se acababa. Parecía tan largo como el que iba a Honeydukes. Lo único en que podía pensar Harry era en Draco y en lo que le podía estar haciendo el perrazo... Al correr agachado, le costaba trabajo respirar y le dolía...

Pero el más apresurado por llegar por él era Ron, el cual se las había arreglado para tener a Scabbers fuertemente agarrada pues aun seguía chillando y moviendose como loca. Simplemente tenía algo en la cabeza; encontrar a Draco lo antes posible.

Nunca se habían llevado muy bien, no por culpa del rubio, lo admitía, había sido su culpa, no se había fiado de Draco desde primer año, probablemente había sido por su apellido, claro que había estado completamente equivocado, y eso lo había comprendido en vacaciones.

Flashback

- ¡Quiero una explicación Ronald Weasley! - grito furiosa la pelirroja mayor.

- Veras mamá... Am, yo... - la verdad no tenía idea de que escusa poner.

- Fue culpa mía - declaro una voz que por desgracia conocía muy bien.

- ¿Qué? - preguntaron ahora desconcertados los dos pelirrojos.

- Fue culpa mía - repitió.

- No trates de encubrirlo, Draco. 

- No lo hago. Si fue mi culpa.

Después de que Draco explicara a la señora Weasley que el había "tenido la culpa" ella dejo de gritarle a Ron, pero ninguno de los dos se libro del castigo.

- ¿Por qué lo hiciste? Fue mi culpa - dijo confundido mientras lanzaba lo que tenía en mano lo más lejos que podía.

- Tú culpa, mi culpa, no tiene mucha diferencia - dijo volteado para verlo mejor - además ustedes... Bueno son algo así como mi familia - dijo sonrojandose un poco al hacerlo para luego reír levemente - y se notaba a kilómetros que no tenías escusa alguna.

Draco termino de hablar aun con su sonrisa en la cara, casi al instante se alejo un poco siguiendo con el castigo impuesto, Ron se quedo algo pensativo para después sonreír un poco, había sido un idiota, no se parecía en nada a los Malfoy (sólo en apariencia claro) a su parecer ellos nunca habrían hecho algo así, pero su apellido nunca lo definió, negó levemente con la cabeza. Le había tomado poco más de dos años darse cuenta. Aunque si lo pensaba bien...

- También es parte de la familia - dijo confirmando en un susurro lo que todos los pelirrojos creian.

Fin del flashback.

Y entonces el túnel empezó a elevarse, y luego a serpentear; y Crookshanks había desaparecido. En vez de ver al gato, Harry veía una tenue luz que penetraba por una pequeña abertura.

Se detuvieron jadeando, para tomar aire. Avanzaron con cautela hasta la abertura. Levantaron las varitas para ver lo que había al otro lado.

Había una habitación, muy desordenada y llena de polvo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lleno de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si alguien los hubiera destrozado. Las ventanas estaban todas cegadas con maderas.

Harry miró a Hermione, que parecía muy asustada, pero asintió con la cabeza.

Harry salió por la abertura mirando a su alrededor. La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras. Hermione volvió a colgarse del brazo de Harry. Miraba de un lado a otro con los ojos muy abiertos, observando las ventanas tapadas.

- Chicos - susurró - creo que estamos en la Casa de los Gritos.

Harry y Ron miró a su alrededor. Harry posó la mirada en una silla de madera que estaba cerca
de ellos. Le habían arrancado varios trozos y una pata.

- Eso no lo han hecho los fantasmas - observó.

En ese momento oyeron un crujido en lo alto. Algo se había movido en la parte de arriba. Miraron al techo. Hermione le tomaba el brazo con tal fuerza que perdía sensibilidad en los dedos. La miró. Hermione volvió a asentir con la cabeza y lo soltó.

Tan en silencio como pudieron, entraron en el vestíbulo y subieron por la escalera, que se estaba desmoronando. Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, salvo el suelo, donde algo arrastrado escaleras arriba había dejado una estela ancha y brillante.

Llegaron hasta el oscuro descansillo.

- Nox - susurraron a un tiempo, y se apagaron las luces de las varitas.

Solamente había una puerta abierta. Al dirigirse despacio hacia ella, oyeron un movimiento al otro lado. Un suave gemido, y luego un ronroneo profundo y sonoro. Cambiaron una última mirada y un último asentimiento con la cabeza.

Sosteniendo la varita ante sí, Harry y Ron abrieron la puerta de una patada.

Crookshanks estaba acostado en una magnífica cama con dosel y colgaduras polvorientas. Ronroneó al verlos. En el suelo, a su lado, sujetándose la pierna que sobresalía en un ángulo anormal, estaba Draco. Harry, Ron y Hermione se le acercaron rápidamente.

- ¡Draco!, ¿te encuentras bien?

- ¿Dónde está el perro?

- ¡Debiste dejar que me trajera a mi, idiota!

- ¡¿Que demonios hacen aquí?! - grito Draco, el dolor le hacía apretar los dientes - Harry, esto es una trampa... ¡Váyanse!

- ¿Qué...?

- Él es el perro. Es un animago...

Draco miraba por encima del hombro de Harry. Harry se dio la vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puerta tras ellos.

Una masa de pelo sucio y revuelto le caía hasta los codos. Si no le hubieran brillado los ojos en las cuencas profundas y oscuras, habría creído que se trataba de un cadáver. La piel de cera estaba tan estirada sobre los huesos de la cara que parecía una calavera. Una mueca dejaba al descubierto sus dientes amarillos. Era Sirius Black.

- ¡Expeliarmo! - exclamó, dirigiendo hacia ellos la varita de Draco.

Las varitas que empuñaban Harry, Ron y Hermione saltaron de sus manos, y Black las recogió, dio un paso hacia ellos, con los ojos fijos en Harry.

- Pensé que vendrías a ayudar a tu amigo - dijo con voz ronca. Su voz sonaba como si no la hubiera empleado en mucho tiempo - tu padre habría hecho lo mismo por mí. Han sido muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor.
Muchas gracias. Esto lo hará todo mucho más fácil...

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