Capitulo 32

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MATEO:

Sobo mi barbilla.

¨Encima de chorro,secuestrador y asesino"

Podría sacarla de esa habitación y abandonarla en medio de la acera, sin importarme el que algún ruso de aquellos se la lleve. Pero hay dos razones claras para no hacerlo, la primera, tiene total razón, todo lo que nombró, es lo que realmente soy, y dudo dejar de ser. Y dos, la obsesión que tengo con ella es sobrenatural, de hecho a veces puedo llegar a pensar que es hasta enfermiza. Pero tan poco me molesta, tan solo quiero tenerla, aquí conmigo.

—Joven, la señorita no quiere bajar a comer—dice la señora en un lado de la puerta. La quinta vez que la he llamado a comer y no obedece. No es tan complicado acatar las normas. Suelto los cubiertos a mala gana, levantándome para dirigirme hacia  su habitación, pero cuando llego esta está cerrada.

—Abre la puerta, Noa— espeto con molestia. —No estoy para vacilones.—

—Lárgate—escupe en un susurro.

Paciencia, paciencia, paciencia.

—Noa, no voy a tolerar que me faltes el respeto de esta manera, nadie lo ha hecho nunca, y tú no serás la primera persona—ríe a carcajada limpia.

— Deja de vivir en el cuentito de hadas en el que todos te besan los pies, Mateo, acepta que no todo el mundo va a hacerte reverencia hasta que te mueras—dice vacilante.

 Ya veremos.

No lo dudo dos veces y doy una patada a la puerta, abriéndola de par en par. Ella esta recostada sobre su cama, con el celular en la mano. Se lo arrebato y esta se queja.

—Tú no serás una de esas personas...— me acerco a ella y esta se voltea apartándome la mirada.

—Noa levántate ya...—esta niega y no me queda otra que cargarla. Ahoga un grito cuando jalo de su brazo atrayéndola hacia a mi, y cuando la tengo suficientemente cerca, la alzo por las piernas, cargándola cuál saco de papas.

Me dirigo a la cocina, con ella sobre mi hombro y no deja de dar patadas en ningún momento, cuando siento una fuerte palmada en mi espalda no dudo y largo una nalgada sobre su trasero.Da un pequeño grito.

—Te tienes merecido esa y unas cuantas más...— espeto con mis dientes apretados.

—Aunque sea dámelas mientras cogemos, y no ahora, que se siente horrible—abro mis ojos negando.

—¡Noa!— le regaño. Esta cruza sus brazos y emite un sonido de molestia.

Cuando estamos en la mesa, la siento en unas de las sillas extendiéndole los cubiertos. Esta niega aún con sus brazos cruzados.

—Está bien— corto el pollo con el cuchillo, al igual que con las verduras. Agarro su mentón obligándola a que me mire. Hago presión allí logrando que su boca se abra y metiendo la comida en ella.

-Y ni se te ocurra escupirla porque soy capaz de dejarte a oscuras en la habitación sin nada con que entretenerte..—amenazo.

Yo nunca pierdo.

Esta mastica a mala gana y voy dándole de comer, poco a poco hasta que su plato termina vacío.

—Ya puedes irte— suelto los cubiertos sentándome en mi puesto.

—¿Te digo algo, Mateo?— alzo mis cejas esperando la respuesta y esta se acerca a la puerta.—¡Puto!—

Ruedo mis ojos.

—¡Te vas a enterar niña!— grito.







como niños pequeños son

Nay🦋


Maratón: 1/3

𝐂𝐡𝐨𝐫𝐫𝐨-ᴛʀᴜᴇɴᴏ[✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora