Capítulo 41

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MATEO:

La amaba... pero se estaba enamorando de un monstruo. 

¿Cómo podía ser que me había enamorado?

Me prometí a mi mismo nunca amar a nadie. El amor te enreda y te ciega sin que te des cuenta. Cuando vi que estaba decidida en salir por la puerta, no me quedó otro remedio más que confesarme. Aunque sé que lo tendría que hacer tarde o temprano, no era el momento adecuado, no esperaba confesarme así.

Paso un mechón de pelo detrás de su oreja.

—¿Aún quieres irte?— acaricio su mejilla con uno de mis dedos. Ella niega escondiendo su rostro en mi cuello. —Cabeza dura...— espeto gracioso y ella levanta su rostro frunciendo su ceño.

—¿Eh? ¿Por qué cabeza dura?— se hace la ofendida.

—Querías escuchar eso si o si...— esbozo una sonrisa y ella rueda sus ojos. —Tengo razón, y lo sabes...— ella termina asintiendo rendida.

(...)

•Llamada entrante de "Manuel"

Agarro el teléfono atendiendo la llamada.

—Mateo...— me llama Manuel— Ya han detectado que le ocurre a Micaela...—

Si, el vuelo de Micaela ya había salido y ya estaba allí, junto a Manuel y un par de escoltas. 

—¿Qué tiene?— le pregunto ansioso.

Manuel calla por unos segundos y después de ese silencio termina hablando.

—Tiene dos costillas rotas y tiene indicios de abuso... sexual — expresa lo último en un susurro.

La ira se hace presente en mi cuerpo, con dos costillas rotas y violada.

 Malditos hijos de puta.

Voy a acabar con los rusos en cuanto pueda y no quedarán ni las cenizas de ellos.

—¿Y qué han dicho los doctores?— pregunto con nerviosismo.

—Pese a su estado deplorable, con una operación se recuperará, obviamente haciendo el debido reposo, entrará al quirófano en dos días...—.

Asiento bufando.

—Ok, Manuel, necesito que una vez aterrice acá, la traigas a la mansión.No quiero inconvenientes, se puede pasar de la lengua—.

—Lo sé, pero dudo mucho que quiera volver a subir al avión—.

Ruedo mis ojos— Lo más sencillo es inyectarle anestesia.

—Para nada, una vez quisieron inyectarle anestesia y una de las enfermeras salió con la nariz rota...— hace una pausa.— Es una bestia enojona.

Una idea se prende en mi mente.

—Un momento, no cuelgues...— dejo el teléfono para dirigirme a la habitación de Noa. Toco su puerta y ella la abre de inmediato.

—¿si?— pregunta con su celular en mano.

—Necesito tu ayuda...— jalo de su brazo llevándola hacia la oficina.

—¿Tan temprano me está pidiendo propuestas indecentes, señor Mateo?— acaricia mi brazo y niego.

—No me refiero a ese tipo de ayuda,Noa— entramos en la oficina— Tiene que ver con Micaela.— agarro el teléfono— Manuel, dale el teléfono a Micaela. —le extiendo el teléfono a Noa— Debes explicarle a Micaela porque está allá...—.

Noa toma con lentitud el teléfono colocándolo en su oreja.

—Mica...— susurra.

Tomo su brazo susurrándole un "altavoz". Ella presiona el botón dejando que la voz de Micaela se escuche por toda la habitación.

—Noa...— susurra Micaela— ¿Dónde estoy?— 

—Micaela, estás... en Nueva York, en uno de los hospitales de Nueva York— Noa aprieta el teléfono en su mano.

Un silencio invade el ambiente pero rápidamente Micaela vuelve a hablar.

—No entiendo porque estoy aquí...—

Noa suspira.

—Estás ahí por culpa de los rusos...— toma un pequeño momento para luego retomar la conversación.—Pero pronto estarás en casa... te lo prometo—.

—¿Dónde carajos estás tú?— pregunta con clara preocupación.

—No te puedo decir donde estoy, pero estoy bien...— explica ella cuando le dedico una mirada de advertencia.

—No estás bien, yo lo sé, no van a estar bien....— frunzo el ceño— El ruso está ahí...— Noa me mira abriendo sus ojos y en menos de dos segundos en la parte baja de la mansión se escuchan fuertes disparos.

—¡Mierda!— grito. Tomo el teléfono lanzándolo sobre la mesa para tomar a Noa. —Escóndete debajo de acá...— señalo la mesa, dándole a entender que debe esconderse bajo la mesa.

—Pero quiero ayudar....— niego dejándola bajo la mesa.

—No voy a discutir contigo ahora, no estamos jugando a los superhéroes...quédate acá y no te muevas— busco un arma en uno de los cajones del escritorio para salir por la puerta y dirigirme al salón a toda prisa. 

Todas mis criadas están con sus manos sobre sus cabezas, aterrorizadas. Y el ruso está con una pistola, en la única mano que le queda.

—¿Creías que no volvería?— pregunta con gracia. 

Río—¿Pretendes matarme en mi propia casa?—

—Por supuesto...— me apunta con el arma a la cabeza. —Y como soy justo, esto es de hombre a hombre. Tú y yo solos.

—No juegues, Rodolfo— advierto cargando mi pistola.

—Ya no hay vuelta atrás...— dispara hacia mi y esquivo la bala acercándome a él lo más rápido que puedo para lanzarme sobre él para agarrar su cintura tirándolo al piso. Se voltea atrapando mi cuello con uno de mis brazos en un intento de asfixia, logro poner la pistola sobre su pecho pero no soy capaz de disparar por la falta de aire y la fuerza que ejerce sobre mi.

—Jaque...— susurra el ruso cerca de mi cara.

—Mate....— una voz femenina termina la frase enterrando una bala en la cabeza del ruso.

Bianca.




1/3

No se lo esperaban eh

Aviso, van quedando menos caps para el final.

Nay🦋



𝐂𝐡𝐨𝐫𝐫𝐨-ᴛʀᴜᴇɴᴏ[✔️]Where stories live. Discover now