Capítulo 19

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Cap. 19

Dimitri nos dirige al otro lado de la isla, el lado en que se encuentran los grandes acantilados, sus bellas casas y sus acantilados. Ángelo vive en el lado desolado en donde puede hacer sus fechorías con más libertad y privacidad, lo deduje desde que llegue.

Para cuando llegamos al puerto, Dimitri salta y hábilmente amarra el bote para que no se aleje. Hay pescadores sacando peces de sus barcos y algunos se preparan para zarpar, Koral sale seguida de mí, pero se mantiene en silencio analizando la situación, después tendré que platicar con ella sobre lo que dijo en el bote no quiero que se haga ideas y termine diciéndole el chisme a Harry, ya está lo suficientemente celoso.

—Bueno, bienvenidas al mercado griego. —Nos indica Dimitri, mientras caminamos—Aquí es donde paso la mayor parte del tiempo.

—Huele a pescado. —Murmura Koral con cierto asco, le doy un leve golpe—Es decir, que bonito.

Decidimos dejar a Koral atrás, más que una dama de compañía es mi escolta.

—¿Por qué dices pasar la mayor parte del tiempo aquí?

—Vendo pescado. —Nos abrimos paso entre la gente, está hasta el tope el lugar—Es mi pasatiempo favorito.

Nos dirigimos hacía una multitud en uno de los locales, una señora de tercera edad atiende a la clientela mientras que un hombre también mayor saca cuentas en la caja.

—Helga, ¿pós to káneis? —Saluda Dimitri—

La mujer es de cabello blanco hasta la cintura, de piel clara, lleva un vestido azul junto con un delantal blanco en donde lleva una libreta en su pequeño bolsillo.

Ella recibe a Dimitri con un fuerte abrazo.

Dimítri, ti chará pou se vlépo to paidí mou. Nómiza óti tha ísoun stin Athína símera. —Le responde la mujer y la verdad es que no entiendo nada—

Ahora entiendo cómo se sentían los chicos cuando yo les hablaba en español.

To akýrosa, ¿thymásai óti ypárchei episképtis sto spíti mou? —Finalmente me mira y sonríe—Thélo na sas systíso Maya, eínai i kýria filoxenoúmeni stop spíti mou.

Yo sólo le doy una sonrisa a la señora, ya que no hablo griego. A Dimitri se le olvido ese pequeño detalle.

—Oh, eínai amerikanída.

La anciana asiente eufórica.

—Es un gusto conocerte. —Para mi sorpresa la mujer habla inglés con un acento bastante marcado, pudo haber comenzado por ahí—

—El placer es todo mío. —Estrecho mi mano con la de ella—Ah, ella es Koral... mi dama de compañía.

Me tomo el atrevimiento de presentar a mi amiga.

—Un gusto, señora. —Dice Koral cortésmente—

—Hola. —Responde la señora—Dimi, ¿está es la niña que será tu esposa?

Dimitri se tensa y yo instintivamente lo miro.

—Yo...

—Así es, señora. —Respondo. Veo tan entusiasmada a la anciana que me da pena romper su corazón—

Recibo una mirada de desaprobación de Koral, que está negando con la cabeza.

—Oh, pero tu sí que eres bonita, ella es muy bonita, Dimitri. —La señora me toma de las mejillas, su emoción me conmueve—

La mujer me jala del brazo y me lleva al interior de su casa, es pequeña y humilde, afuera evidentemente tienen su negocio. Me recuerda a las casas en Colombia algunas personas lograban abrir mercados en sus mismas casas.

Kástas, èla edó. —Grita la señora—

Dimitri y Koral nos siguen. El hombre que atendía la caja hace un momento llega hasta nosotras, es moreno con su cabello blanco y usa un pequeño bigote.

Koíta, agápi. Aftí eínai i gynaíka sýzygos tou Dimítri mas, tis amerikís. —Le explica entusiasmada—Él es mi esposo, querida. No habla inglés.

Asiento comprendiéndola, me limito a saludar al hombre con un buen apretón de manos.

—Hiciste bien en traerla, Dimi. —Sonríe la señora dejando ver sus muy explicitas arrugas—

—Ya lo creo. —Responde Dimitri con una sonrisa—Helga, ¿no quisieras enseñarle la pescadería a Koral mientras Maya y yo damos una vuelta por la plaza?

—¿Cómo? —Ella lo observa molesta—

—Claro que no, hijo. —Me suelta para tomar a Koral—¡Páme!

—¡Dimitri! —Protesta Koral—

Rio ante las quejas y protestas de Koral. Pobre, espero se entretenga un poco.

Helga se pierde junto con Koral y su marido a la parte de atrás de la casa, yo sólo quedo con Dimitri.

—Ok, te deshiciste de Koral ¿con el propósito de...? —Inquiero—

—Quiero enseñarte la isla a ti, no a Koral. —Sonríe—Sé divertirá.

El griego me toma de la mano y salimos del local. Observo mi alrededor y es como estar en la película de Hércules, todo es blanco y de piedra con grandes escaleras que se dirigen a todas las casas. Me da gracia el hecho de que todas están apiladas una encima de la otra en una gran montaña.

Llegamos a lo que es un pequeño restaurant de comidas típicas del país, Dimitri toma la orden y al rato nos traen ya lo pedido. Son pimentones y tomates rellenos de arroz, tocino y berenjena.

—¿Y esto? —Pregunto—

—Pues es un platillo típico de mi país, se llama Gemista. —Indica—

—Gemista. —Repito—

—Así es. —Toma el tenedor y lo clava en una de las berenjenas juntándola con los tomates—Come.

Abro mi boca y el introduce el tenedor. Mastico con calma saboreando los múltiples sabores, es picante pero aceptable, bastante delicioso.

—Oye, está muy rico. —Ahora yo tomo mi tenedor y empiezo a comer—

—Quiero que conozcas todo, después de comer te llevaré al Faro de Akrotiri. —Sonríe mientras come—El punto más alto de la isla.

Creo que será el momento justo para hablar bien las cosas con él, sólo seremos él y yo. La excursión está muy divertida, pero debo enfocarme en mi plan.

***

Nuevamente me disculpo por el retraso, me he sentido mal estos días no he sentido nada de inspiración desde la última vez que actualice :( Espero me comprendan.


EL APRENDIZ TODO O NADA © || Libro 2Where stories live. Discover now